La Jornada Maya · lunes 9 de mayo, 2016

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LUNES 9 DE MAYO DE 2016

POLÍTICA ÓSCAR RODRÍGUEZ

En cumplimiento de una orden de aprehensión, girada por el juez primero de control, elementos de la Policía ministerial, adscritos a la Fiscalía General del Estado (FGE), arrestaron a dos sujetos, cuyas iniciales son J.R.V.P. y P.P.M.M, acusados de ser los responsables del homicidio del matrimonio Campos Peniche, ocurrido al interior de la finca Sana Cecilia, de la avenida Colón, en la capital yucateca. De acuerdo con un comunicado de prensa, emitido por las FGE, los sujetos fueron arrestados en las inmediaciones de la colonia Emiliano Zapata III, luego de que el juez de control obsequiara la respectiva orden de captura. Según las investigaciones de la policía ministerial, los sujetos ingresaron el pasado 2 de mayo al interior de la finca, con la intención de robar; sin embargo, fueron sorprendidos por Juan Campos Casares y Lucely Peniche Pasos, a quienes sometieron y dieron muerte. Los cuerpos del matrimonio Campos Peniche fueron localizados tres días después, en avanzado estado de descomposición.

Juan Campos Casares, uno de los últimos productores de henequén

Arrestan a presuntos responsables del doble asesinato en avenida Colón ■

Desconfiaban del sistema de justicia, afirma sobrina de víctimas

decir del dictamen de la Fiscalía General del Estado (FGE) tenían tres días de haber sido asesinados. Las diligencias en la vieja casona – locación de una telenovela protagonizada por Daniela Romo- revelaron que el violinista fue asesinado a puñaladas, mientras que su esposa fue asfixiada con una bolsa. Los cuerpos fueron llevados al Servicio Médico Forense (Semefo), luego de una diligencia que tardó cerca de 12 horas, para que la mañana del pasado sábado sus restos fueran entregados a su nieta Lucely Estefanía Ríos Covián Campos.

Juntos hasta la muerte

Cultivador de henequén

Reunión de artistas: Fernando Castro Pacheco, ilustre grabador yucateco, el pianista vallisoletano Manuel Escalante Aguilar, al centro, y el violinista Juan Campos Casares, a la derecha ■ Foto Archivo Fotográfico Valladolid

De manera violenta se fue uno de los últimos hacendados. El asesinato de Juan Manuel Gonzalo Campos Casares y su esposa Lucely Peniche Pasos no sólo se inscribió como uno de los más violentos de tiempos recientes, pues con su muerte se cierra un capítulo icónico de Yucatán, el de las haciendas henequeneras. Campos Casares se mantenía ocupado. En 2014 trabajaba en una propuesta de reactivación de la actividad henequenera, la

cual llegó a presentar al gobierno del estado. El hoy occiso pertenecía a una familia de cultivadores de henequén. Contrario a muchas de éstas, permaneció como propietario y agricultor. Presumía que una hacienda, Kuncheilá, llevaba en manos de su familia más de 150 años. Sin embargo, su orgullo personal era Kuxub, que cuenta con una desfibradora todavía en activo. En los planteles de Kun-

ablemos de dos ciudades con mucho en común y –aun así- con un abismo de diferencia en su desarrollo, orden urbano y prosperidad. Las dos ciudades están al noreste de la capital de su respectivo país, hasta en ese dato absolutamente fortuito se parecen. Las dos son capitales provinciales de regiones que siempre han resentido al “centro” nacional, siempre clamando autonomía y en algunas épocas hasta soberanía e independencia. Ambas han intentado separarse del país al que pertenecen. Ambas hacen ondear sus banderas locales en fábricas y –en tiempos de tumulto- hasta en edificios públicos. Ambas se enorgullecen de su lengua regional; en una es un idioma propio, en la otra su lengua –aunque es la misma que el idioma nacional- está tan llena de regionalismos y acentos particulares que constituye casi en un idioma aparte. Ambas ven al mar, ambas apuestan al comercio, ambas han sido -desde hace siglos- polos regionales de golfos y mares del intercambio económico. Las dos ciudades proclaman su belleza arquitectónica, ambas

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cheilá, se dieron tres incendios entre los años 2000 y 2012. En cada ocasión volvió a sembrar, esperando que las plantas llegaran a la madurez. Campos Casares fue un destacado violinista, integrante de la Banda de Música del Estado y de la Orquesta Sinfónica de Yucatán (OSY) de 1975 a 1982 y su esposa fue hija del rector interino de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), Maximiliano

Peniche Vallado. Eran las 15:30 horas del 5 de mayo pasado. Los cuerpos de seguridad fueron alertados del hallazgo de dos cadáveres en el interior de la quinta Santa Cecilia, ubicada en la avenida Colón entre las calles 60 y 62 de la capital yucateca. A las pocas horas se supo que se trataba del matrimonio conformado por Juan Campos Casares, de 91 años de edad, y Lucely Peniche Pasos, de 87, quienes a

Mérida Barcelona TABACÓN B. LINUS le han dado arquitectos de renombre a sus respectivos países. Si se trata de músicos y cantautores, las dos tienen juglares que nacieron dentro de las fronteras de la ciudad, las dos son emblemáticas del país entero, las dos cantan en sus idiomas nacionales y en su lengua materna regional. Si se trata de pintores, las dos ciudades pueden presumir creadores de gran calibre, que nacieron en la urbe. Y en las letras ambas tienen poetas y escritores para envidiar. Claro que si hablamos de la cocina -de la comida regional- las dos reclaman una cocina que piensan y sueñan como entre las mejores del mundo y, claro, han tenido su generación de chefs para presumir. Vamos, las dos –y eso es especialmente cruel- se parecen hasta en el rango de su población, entre el 1.2 millones de habitantes para una, y el 1.5 millones de almas para la otra. Las dos apuestan a ser capitales del diseño, la cultura, el arte y la in-

novación (bueno, una ya lo es). Las dos quieren ser capitales de la intelectualidad, la ciencia y la tecnología, quieren tener casas editoriales de gran calibre (de nuevo, una ya lo es). Esas ciudades tan parecidas y tan distintas, son Barcelona y nuestra Mérida. Los nombres que nos vienen a la mente son Armando Manzanero, Joan Manuel Serrat, Joan Miró, Fernando Castro Pacheco, Xavier Domingo, Ermilo Abreu Gómez, Ferrán Adriá y muchos más en distintas categorías. Y ahí, justo ahí, se acaban las comparaciones. No hay manera de comparar la Barcelona cosmopolita, ordenada, limpia, con altísimos niveles de prosperidad y orden urbano con la Mérida de expansión caótica y contrastes sociales disfuncionales. No podemos comparar a Barcelona con la Mérida del surprofundo, de la contaminación del manto freático por sumideros y ausencia de drenaje, de trá-

fico de 600 mil vehículos (1 por cada 2 habitantes), de ausencia de un transporte urbano decente (ya no digamos envidiable como el Metro de 164 estaciones de Barcelona o su Tren de Cercanías) y un caos urbano en el que la autoridad brilla por su ausencia y permisividad, donde sólo el INAH intenta -como puede- mantener la línea de preservación y vocaciones urbanas lógicas. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Por qué nuestras posiciones son tan diferentes, si el resto parece tan similar? Las explicaciones pueden ser muchas, pero hay una que vale la pena señalar. Mientras Barcelona apuesta a compararse con las mejores ciudades del mundo, aquí a veces nos gana el regionalismo tan nuestro y nos conformamos con ser la ciudad más segura de México, cuando el país está en llamas y la comparación es fácil. Nos conformamos con ser la ciudad con mejor calidad de vida a nivel nacional, cuando es obvio

Tras la muerte de la pareja, sus familiares han guardado silencio. Solamente se conoció de manera pública la versión de una de la sobrinas, la doctora Sandra Peniche, quien manifestó su pena en su cuenta personal de Facebook. En el texto se establece que no era la primera ocasión en que la pareja sufría un hecho delictuoso en la quinta Santa Cecilia. “En esa conversación, mi tía Lucely le dijo a mi mamá que era la segunda vez que les robaban, esta vez, fueron 35 mil pesos que le acababan de pagar a mi tío. Que ellos estaban durmiendo en otra recámara, que habían entrado por la puerta de atrás”, estableció. Indicó tras ese robo, el hoy finado no quiso poner denuncia penal debido a que no confiaba en la justicia yucateca. “No había querido mi tío Juan interponer denuncia, pues desconfiaba del sistema de justicia ya que en su experiencia, no hacían nada y sólo era una sacadera de dinero. Que estaban dispuestos a defenderse si volvían”.

que la administración local y municipal en el resto del país está rota. Nos conformamos con que nuestras universidades sean de las mejores de la región, cuando en ésta no hay mucha competencia. ¿Qué pasaría si en lugar de compararnos con los que están abajo o mal –que es fácil- nos comparásemos con los que están arriba o mejor? ¿Qué pasaría si viéramos más allá de México? Nos merecemos alzar la vista. Barcelona nunca pensó simplemente en ser mejor que Navarra, Valencia, Murcia o Aragón y sus respectivas ciudades. Si hubiera hecho eso, no estaría donde está. Son dos ambiciones y proyecciones distintas: el de la comparación cómoda o el de construir algo mejor con las oportunidades y características únicas que se tienen. Esa es la Historia de dos ciudades que, siguiendo en el parafraseo de la novela de Dickens, están en el mejor y en el peor de los tiempos, en la era de la luz y las tinieblas, cuando caminábamos derecho al cielo y nos extraviamos por el camino opuesto. Dos ciudades tan parecidas y tan diferentes. tabacon.b.linus@gmail.com


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