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Museo arqueolóGiCo de santiaGo (Mas

Historia y proyectos

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Ciento cincuenta piezas precolombinas expuestas fue la muestra con la que la Galería de Arte Precolombino Nacional abrió en octubre de 1981. Hasta entonces, éstas permanecían como parte de la así llamada Sociedad de Arte Precolombino Nacional, una sociedad limitada sin fines de lucro, levantada a partir de la colección privada que Manuel Santa Cruz y Hugo Yaconi, fueron conformando con la asesoría de arqueólogos, antropólogos, conservadores, restauradores y especialistas en estética. Aunque no existían entonces referentes locales para una idea similar, ambos coleccionistas buscaron el modo de poner estos testimonios ancestrales a disposición de la comunidad. Fue entonces que surgió la idea de un museo.

En los estatutos fundacionales de aquella primigenia Sociedad de Arte Precolombino Nacional se establecían como objetivos «la investigación, recolección y exposición de toda clase de objetos y especies provenientes de las diferentes culturas y civilizaciones producidas en el territorio nacional, en todas sus épocas históricas sin limitación alguna, como asimismo la difusión hacia la comunidad nacional o internacional del contenido histórico, arqueológico, antropológico, estético, plástico y arquitectónico de estas culturas y cualesquiera otra materia relacionada con lo anterior». Idear un espacio público en el que concretar este encuentro de arqueología y comunidad fue la motivación que dio inicio a lo que más tarde se conocería como Museo Arqueológico de Santiago (MAS).

El acondicionamiento especial de sesenta y cinco metros cuadrados del sector surponiente de la Plaza, en el tercer piso de la construcción, permitió integrar salas de exhibición, biblioteca, laboratorio y sala audiovisual. El escultor Hernán Puelma quedó a cargo del concepto y de enriquecer la muestra abierta al público (para lo cual realizó un viaje a Arica junto al arqueólogo José Miguel Santana).

Su gestión dio inicio a una cadena de trabajo de excelencia: las piezas llegaban a las manos de los restauradores Patricio Taulis y Javier Canedo, quienes luego de tratarlas para prevenir su deterioro las entregaban al especialista en arte indígena Carlos González, encargado de descifrar los símbolos de cada objeto, y clasificarlos según su origen y utilidad. Entonces, el museógrafo Santiago Aranguiz diseñaba el recorrido en que éstos se presentarían al público, de acuerdo a un guión de exposiciones que debía cambiar cada seis meses.

Sólo luego de este minucioso trabajo mancomunado surgió el MAS, hasta hoy abierto al público como el principal espacio en el país para la exhibición de piezas precolombinas arraigadas al territorio geopolítico específico de Chile. Días después de su inauguración, destacaba la revista Qué Pasa:

«Por primera vez en nuestro país se presenta la obra arqueológica con un criterio estético —de modo que el público “sienta” los objetos y aprecie sus simbolismos— y no sólo desde un punto de vista histórico o cronológico, como es lo frecuente1 »

La primera muestra organizada allí fue «Testimonio plástico de nuestras culturas precolombinas», en 1981; seguida al año siguiente por «La piedra en el arte precolombino chileno» y por «Arica prehispánica».

En aquellas exhibiciones y en los primeros videos que fueron realizándose por gestión del Museo —destacan los tres documentales para la serie “Expedición andina” así como el de Isla de Pascua, en convenio con Televisión Nacional— fue posible dar a conocer vestigios prehistóricos e históricos que servían como testimonio real de las técnicas de elaboración empleadas alguna vez en nuestro territorio, así como de tradiciones y costumbres ya desaparecidas.

1 «Encuentros del pasado con la creación», Qué Pasa noviembre de 1981. Nota de Consuelo Larraín.

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El museógrafo y artista Santiago Aranguiz, asesor de varias muestras, destaca cómo el museo se fue convirtiendo rápidamente «en un lugar único donde hablar sobre patrimonio, sobre el reconocimiento de los pueblos originarios, sobre lo que estaba sucediendo en la arqueología. Instaló una reflexión que aún no existía en el país». Aplaude, además, su audacia: «Museográficamente hablando, éste era como un laboratorio donde se ensayaban fórmulas. Pintábamos de colores las vitrinas, usábamos artefactos nuevos para sostener las piezas... experimentábamos. Todos los involucrados trabajábamos con una mezcla de energía, atrevimiento y de locura, que contagiaba».

Entre 1983 y 1997 se sucedieron las exhibiciones «El hombre: 14.000 años de presencia en Chile», «Isla de Pascua», «Cultura Tumaco-La Tolita», «El Inka en Chile», «Habitantes del confín del mundo», «Plata del Perú», «El diseño en Chile prehispánico», «El adorno en el mundo precolombino», «Chonos: un mundo ausente», «Chile indígena» y «Magia y chamanismo».

Las exposiciones, charlas, cursos y videos arqueológicos y antropológicos concebidas por su equipo prestigiaron al museo en Chile y el extranjero. Se establecieron convenios con grandes instituciones, como el Ministerio de Educación, la Dirección de Asuntos Culturales (DIRAC) del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Departamento de Antropología de la Universidad de Chile y el Museo del Oro de Colombia. El proyecto «Chile indígena» viajó entre 1992 y 1994 por once países europeos, y, entre 1998 y 1999 recorrió asimismo otros siete países del Asia Pacífico. Se trató de la muestra más completa organizada hasta entonces en el país en torno a las culturas aborígenes presentes en Chile (tanto las actuales como sus ancestros precolombinos).

Fue preparada íntegramente por el Museo Arqueológico de Santiago en el contexto del quinto centenario de la Conquista española, como recuerdo y homenaje a las culturas americanas aborígenes.

Los trabajos de construcción del Museo de Artes Visuales (MAVI) obligaron en 2001 al cierre temporal del MAS, que en una pausa de casi cuatro años aprovechó de repensarse. Se determinó entonces un nuevo espacio hacia el sur de la Plaza, mucho más amplio que el anterior (175 mt.²) y con los suficientes soportes para mostrar más del doble de piezas. Se fue preparando así, con la debida calma, una remodelación a la única institución del país que hasta hoy alberga vestigios precolombinos y etnográficos sólo asociables al origen chileno, y que con el paso de los años fue creciendo hasta superar las tres mil trescientas piezas.

La peculiaridad de esta remodelación estuvo sobre todo dada por la conexión directa entre ambos museos, que de entonces en adelante quedaron en una suerte de diálogo entre pasado y presente. Se ideaba un espacio inexistente en Chile, un «macromuseo» de espacios autónomos pero conectados entre sí capaz de poner en una misma línea estética lo precolombino y el arte contemporáneo, fusionando los orígenes con la proyección. El MAS quedó así como la culminación del recorrido del visitante al MAVI, simbolizando su condición de raíz referencial para el arte moderno.

«Así como hay gente que se siente feliz coleccionando, nosotros nos sentimos gratificados creando las instancias para que otra gente pueda enriquecerse culturalmente» (Manuel Santa Cruz).

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El MAS reabrió en 2005 con la exposición «Chile ancestral», a cargo de la artista visual Nury González, la arqueóloga Joefina González y el museógrafo y conservador del Museo Precolombino Luis Solar. Pudieron verse entonces sobre pequeñas plataformas apernadas a los muros de madera keros ceremoniales, cucharas de madera, cuchillos líticos del Norte Grande, anzuelos de la costa de Arica, costureros de espina de Pica, piedras horadadas de la Zona Central, adornos de combarbalita y cestos. «Todo un recorrido geográfico y cultural que se inicia el año 7.000 antes de Cristo y que se expone de novedosa manera, con detalles como que en algún rincón de las vitrinas se luzcan los mismos objetos en versión contemporánea», destacó entonces el diario El Mercurio. «Una sutileza con fin estético que a la vez hace el contrapunto entre las antiguas piezas y la cultura de nuestro tiempo». Los pisos de piedra pizarra y las paredes negras consiguieron imponer un ambiente intimista y elegante.

El MAS mantiene hasta hoy su colección abierta al público, y exhibe muestras de renovación anual. Durante el 2012, en una actitud de filantropía coincidente con el espíritu que lo anima, el directorio de la Fundación Plaza Mulato donó el total de tan importante colección al Museo Chileno de Arte Precolombino, el cual trasladó parte de ésta a sus depósitos.

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