Ladosis #34

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IVÁN GABALDÓN de manera abrupta por la única razón de la salida de Héctor. Respetando la decisión de Héctor de abandonar el grupo, creo que lo hizo de manera destructiva y creo también que Cayayo y Sebastián no supieron entender lo mucho que tiraban por la borda al decidir no buscar un nuevo bajista para continuar trabajando. Después de todo Dermis Tatú era sobre todo expresión de la personalidad musical de Cayayo; los otros dos músicos hicieron aportes importantes pero eran perfectamente reemplazables. Creo que darle continuidad a Dermis Tatú hubiese sido lo mejor para Cayayo, ciertamente mejor que la vía que tomó. Pero la decisión era suya y así son los pasos del destino.

En perspectiva, ¿cómo evalúas la importancia del único disco de Dermis? Cayayo escribiendo en la casa de Dermit Tatu en Long Beach, California. 1997. Foto: Iván Gabaldón

De admirador de Sentimiento Muerto a manager, fotógrafo y documentalista de Dermis Tatú. Varias de sus fantásticas fotos pueden ser vistas en este reportaje. Otras permanecen inéditas, así como los diarios audiovisuales de la estadía en California. Actualmente vive en México, donde trabaja como fotógrafo naturalista en Yucatán. ¿Quién fue para ti, Cayayo?

Antes de conocerlo, era para mí el guitarrista del grupo que me hizo sentir por primera vez que sí existía una banda de rocanrol original y emocionante en Venezuela: Sentimiento Muerto. Después de conocerlo, el artista siempre auténtico, fue el pana de incontables jodederas y fiestas, el amigo verdadero y el compañero de mil batallas, siempre indoblegable en su misión auto impuesta de hacer música y arte con total honestidad, a pesar de todos los obstáculos y en un entorno cultural y económico frecuentemente adverso. Como guitarrista y compositor, Cayayo fue un músico de verdad con indiscutible personalidad propia.

¿Cómo describirías tu experiencia al lado de Dermis Tatú?

Muy difícil resumir mi experiencia con Dermis Tatú. Fueron casi siete años de vivencias. Mi camino junto a la banda fue siempre el de documentalista, comenzando con el final de Sentimiento Muerto en Colombia y continuando luego como amigo y admirador del trabajo de Dermis. Sin darme cuenta me fui convirtiendo también en una especie de consejero, los

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acompañaba haciendo fotografías y video en largas horas de ensayo y comenzaron a preguntarme qué pensaba sobre cosas relativas al grupo. De allí el destino me llevó por el camino de convertirme en mánager y en el cuarto socio fundador de nuestra mini-disquera, Tas Sonao Records, cosas que no estaban en mis planes pero que decidí asumir porque existía una necesidad imperiosa de organizarse y creí que podría hacer aportes útiles al éxito del proyecto.

¿Qué momentos rescatarías?

Entre los momentos que rescataría incluyo muchos durante la gira final de seis meses en California, la cual financié, y también algunos momentos en un viaje previo a Nueva York y Miami en 1995. En esos viajes tuve la satisfacción de ver cómo otros músicos y personajes de la industria musical, con oídos realmente entrenados en el rocanrol, asentían con la cabeza, se sacudían y sonreían admirados al escuchar a Dermis Tatú. Otra cosa que siempre disfruté: viajar por las carreteras de Venezuela oyendo buena música con unos panas que la entendían y apreciaban tanto como yo. Y aquellos conciertos apretados y sudorosos en pequeños bares de Caracas y el interior, mal equipados pero repletos de un público que ya en aquella época entendía de qué iba la cosa.

¿Si pudieras cambiar algo, que sería?

En cuanto a cambiar algo, no se puede cambiar el pasado. Pero siempre he creído que Dermis Tatú prometía mucho más de lo que pudo dar y sigo creyendo que fue un gran error dar por terminado el grupo

Es ante todo un disco lo suficientemente bueno y emocionante como para seguir escuchándolo años después. La mejor prueba de eso es que se ha convertido en un disco de culto que sigue encontrando público entre las nuevas generaciones. Fue un disco cargado de fuerza y autenticidad que definió la personalidad musical de Cayayo más allá de Sentimiento Muerto. Creo que también era sobre todo una promesa, hay que tener en cuenta que se grabó en veinte días durante la etapa inicial del grupo, fue como el llanto de un bebé que acaba de nacer. A mi manera de ver, una tragedia que se repite una y otra vez en el rocanrol venezolano es que muchos buenos proyectos no logran tener un desarrollo en el tiempo que les permita crecer, evolucionar musicalmente, profesionalizarse y acumular experiencias que enriquezcan su arte. Creo que DT es un claro ejemplo de eso. Las maquetas que produjimos antes de viajar a California (las cuales yo financié y a las que la gente se refiere hoy equivocadamente como “el segundo disco de Dermis”), apuntaban hacia esa evolución del grupo y del talento de Cayayo. Un buen ejemplo de eso, en mi opinión, es el tema “Artificial”.

¿Qué crees que significa realmente la figura de Cayayo dentro del rock y el imaginario colectivo?

Como pasa siempre con el buen rocanrol y con el arte en general, Cayayo conecta de distintas formas con distintas personas. Quizás muchos se identifican con su honestidad artística y con su personalidad indiscutiblemente propia. Allí están también su talento innegable como guitarrista y las canciones cargadas de sentimiento que nos dejó. Y claro, también se manifiesta esa necedad tan tristemente asociada al rocanrol de celebrar la muerte


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