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Regresan ocho especies al suelo de conservación del sur de la CDMX
from 06-02-2023
Son linces, coatíes, tlacuaches, cacomixtles, entre otros, que muestran la buena salud del bosque, dice el brigadista de la Corenadr, Geovani Rodríguez
Conservación
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Reyna Paz Avendaño reynapazavendano@gmail.com
Animales como linces, coatíes y tlacuaches han regresado a habitar el suelo de conservación del sur de la Ciudad de México, presencias que indican un buen estado de salud del bosque que cuidan durante 24 horas diversas brigadas de ejidatarios asesorados por Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr).
“Colocamos fototrampas en el bosque, las ponemos de manera estratégica y también guiándonos por las huellas que dejan los animales o por sus heces.
9 especies
Tlacuaches de México
Los tlacuaches se caracterizan por tener un hocico puntiagudo, ojos prominentes, orejas membranosas, un par de patas traseras más largas que las delanteras, patas con cinco dedos, cola desnuda y prensil, y un pelaje suave de un color marrón opaco o gris. Algunas especies comen insectos, carne, néctar, o bien, son omnívoros, es decir, comen de todo.
Para México se han registrado nueve especies (Caluromys derbianus, Chironectes minumus, Didelphis marsupialis, Didelphis virginiana, Marmosa mexicana, Marmosa mayensis, Philander oposum, Tlacuatzin canescens y Metachirus nudicaudatus), las cuales presentan una variación que va desde el tamaño de un ratón como el Marmosa mexicana, hasta el tamaño de un gato como Didelphis marsupialis
Las colocamos pocos días, dos o tres en un punto, luego miramos qué captaron, descargamos la información y otra vez las colocamos”, explica en entrevista el brigadista Geovani Rodríguez.
En lo que va del año, las brigadas de monitoreo documentaron la presencia de ocho especies de tamaño medio y grande, es el caso del lince (Lynx rufus), cacomixtle (Bassariscus astutus), coatí (Nasua narica), tlacuahe (Didelphis virginiana), chara copetona (Cyanocitta stelleri), gallina de monte (Dendrortyx macroura), ratón de campo (Peromyscus sp.), conejo silvestre (Sylvilagus sp.)

“Nos gustaría que la zona siga teniendo a estos animales silvestres y que no peligren porque el senderismo irresponsable y la caza son dos problemas que enfrentamos”, asevera Geovani Rodríguez.
Al respecto, Teodoro Zaragoza, comisariado ejidal, lamenta que muchos tengan la mentalidad de vender áreas de conservación. “Si no lo conservamos nosotros nadie lo hará, tenemos la esperanza de que esto se mantenga y el gobierno siga apoyando”.
De acuerdo con Corenadr, de las 88 mil hectáreas de suelo de conservación de la Ciudad de México, 45 mil corresponden a algún tipo de los siguientes ecosistemas: bosque de pino, oyamel y encino; pastizal de alta montaña, matorral y humedales.
Unas 19 mil 204 son apoyadas con el esquema de retribución por beneficios ambientales en 25 núcleos agrarios, quienes —en algunos casos— ejercen el pago por servicios ambientales de hasta 7 mil pesos por hectáreas.
En la parte sur, los ejidatarios trabajan como área de conservación comunitaria, es decir, Corenadr les compra herramientas y materiales para velar por la salud del bosque y paga sus brigadas.
“Es un esquema especial porque nosotros les otorgamos recursos, no les decimos qué hacer con su territorio, ellos proponen el trabajo, pueden contratar brigadas o comprar equipos. En esa zona hay brigadas que combaten incendios, reforestan y realizan monitoreo”, explica Demián Vázquez, encargado de estadística de Corenadr. que el material que estudia es biocompatible con la piel.
Esa observación a través de fototrampas inició en noviembre del 2022 y los expertos se asombran de la rapidez de los registros.
“Nos sorprendió bastante porque en dos días encontramos cinco especies y son un indicador de buena salud porque en el caso de los mamíferos medianos y grandes necesitan una buena extensión de bosque para que puedan desarrollarse, contrario a lo que pasa en zonas aisladas donde ya no vemos, por ejemplo, linces o cacomixtles”, detalla Demián Vázquez.
El investigador comenta que trabajan en un plan de manejo para este ecosistema.
“Haremos una estrategia integral que no sólo incluirá el bosque, también parcelas productivas para establecer sistemas agroforestales. El ejido ha hecho un buen trabajo porque ya no dejan subir a nadie, hace años se extraía tierra y había un turismo descontrolado”, señala.
Sobre las afectaciones que se generan por el cambio climático, la asistente ambiental Marcela Rosas detalla que se han reducido poblaciones de arbolado.
“Se ha visto que especies de altitudes mayores están sufriendo por efecto del cambio climático, por ejemplo, el oyamel que vive por encima de los 3500 metros y algunos pinos. Llegará un punto en que el estrato superior altitudinal ya no tendrá a dónde recorrerse”, explica.
Una de las especies que peligran es el falso maguey (Furcraea parmentieri) y que aparece en la lista de especies amenazadas en la NOM-059. Actualmente Marcela Rosas realiza vuelo con drones para identificar poblaciones de este falso maguey que es extraído para su uso de ornato .