Revista N° 3, Diciembre 2011

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Editorial “Con frecuencia recibo convites para asistir al entierro del capitalismo. Bien sabemos, sin embargo, que vivirá más de siete vidas este sistema que privatiza sus ganancias pero tiene la amabilidad de socializar sus pérdidas, y por si fuera poco nos convence de que eso es filantropía”, enunciaba Eduardo Galeano hace unos años.

incluso la apertura a una “reforma tributaria” por parte de personajes como Luksic, traspaso de recursos del sector estatal al privado en forma de “incentivos y regulación” y por qué no más, si el Transantiago se ha transformado en el foco de la precarización en el trato locomotor y sus alzas no dan para más.

A seis meses de movilizaciones estudiantiles, paros en salud, transporte y el sector público, además de las constantes manifestaciones sociales y la irrupción misma del espacio público, develan un aspecto fundamental del modelo económico capitalista: la constante miseria material y espiritual en la que tiene sumergida a la mayoría trabajadora de este país, cuasi integrada a las diversas redes sociales y anexada en forma de documentos sin destinatario – un número más – cuyas consecuencias son finalmente sufridas por sus familias y quienes los rodean.

Bajo el conjunto de servicios públicos hoy todos en vías de privatización o ya convertidos - somos meros clientes de un sistema in-humanizador, con altos costos, pero sobretodo, enajenante. Al estar a la merced del mercado, el acceso a disfrutar de la ciudad se restringe, se vuelve costoso. Es este costo la manera ejemplar en que el acceso se ve afectado ya que, como en cualquier servicio que resulta estar bajo la oferta y la demanda, se discrimina por condición económica. Educación, trabajo, transporte, salud, satisfacción para unos, decadencia, miseria y marginación la mayoría.

Expresar esto en la contradicción capital/ trabajo, no es hablar de un mero constructo social, ni de una abstracción sin arraigo en la realidad. Es fruto de la dinámica social que hoy impera.

Los grupos que tienen el control económico y político de este sistema han querido arrancar la política del espacio público. Aquella es la herramienta que tiene el pueblo es necesario re-constituirla, hacerla propia, entendiéndola más allá de las lógicas mercantiles, transformando nuestros espacios.

Asistimos constantemente al intento permanente de conciliar los más negativo del capitalismo y las condiciones de vida de nuestro pueblo. En su forma política observamos recomposiciones constantes en el bloque dominante, en lo económico

Directora: Nathalie Zamorano Equipo Editorial: Pedro Abarca

Christopher Aguilar

Sí, la revolución es posible... y a cada paso más necesaria.

Diego Calderón Camilo Jaramillo José Jorquera Jaime Labra Luis Silva Erick Valenzuela

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Reportaje

Balance de las movilizaciones: Por Equipo La Chispa

Voces triunfales frente a una movilización limitada

El análisis político de las movilizaciones estudiantiles nos exige considerar tanto la conducción política como la dirección del movimiento estudiantil. Esta última, dice relación con el elemento aglutinador de la masa en torno a objetivos políticos más o menos definidos, cuyo énfasis está puesto en el cumplimiento de ellos. De forma más amplia, la conducción política exige la adición (además de la dirección) del elemento organizativo e ideológico. Es a partir de este prisma que analizamos la movilización y los matices de esta. 1° Desde el anuncio de Lavín el 2010 donde proclama que este año era el de la gran reforma en educación superior (reformas principalmente al sistema de becas y créditos tanto del área estatal como privado). Ya el 2011 comenzamos con los primeros problemas derivados de estos anuncios sumados. Se alzaron los primeros llamados a “frenar la reforma privatizadora” (algo extraños en tanto nuestra educación ya está bastante privatizada) y las incipientes movilizaciones, sin mayor claridad, se fueron desarrollando en miras al ícono anual del 21 de mayo.

por la Educación (G.A.S.E), aglutinando bajo el cartel de Educación Gratuita a la CUT, ANEF y CONFUSAM. 3° El 4 de agosto marca un antes y un después en las movilizaciones: aflora la represión – se terminan las marchas por Plaza Italia, comienzan los enfrentamientos más directos, caen 2 compañeros – y la animosidad da cuenta de un activo masificado que cambia sus formas de protesta. Los cacerolazos y la protesta callejera toman un carácter mucho más relevante, además la legitimidad de las formas de manifestación se mantuvo más o menos constante por un mes.

2° A partir del primer llamado a Paro Nacional del Confech y la elaboración del ¡primer pliego de demandas! - hay muchos - en conjunto a las tomas masivas de los distintos establecimientos de educación secundaria y superior, la masividad comienza a hacerse patente, y aún más, surge “la nuevaformadeprotestar”expresadoenlosflashmov, jornadas culturales, corridas, etc. Acá destaca el Gran Acuerdo Nacional por la Educación (G.A.N.E), que omo contraparte se levnata el Gran Acuerdo Social

4°, A inicios de septiembre Piñera propone una reunión en la Moneda. La Confech entra en un tira y afloja decidiendo, al igual que el Colegio de Profesores y los secundarios, quebrar mientras no exista real “voluntad de diálogo”. Referencia aparte merece la Huelga de Hambre con 50 días de avance para la incorporación de la ACES a las Mesas. Marca el fin de este periodo el ingreso al Congreso de la Ley de Presupuesto.

Para llegar a la etapa actual de las movilizaciones destacando la postura de no-diálogo por parte del Gobierno, cerrándose la discusión sobre las movilizaciones en las glosas del presupuesto en el congreso. Además, en la Universidades del Confech, la baja de las Tomas y los Paros ya es un hecho; se manifiesta de forma más clara y visible el proceso de desgaste y desbande que se comienza a gestar por lo menos un mes antes.

Muchas veces se piensa que coyunturas como esta ayudan a crear, fortalecer o multiplicar el tejido social existente, y claro…avances se pueden ver en este sentido pero ¿qué tan profundos y permanentes son estos? Así, en base a este cuestionamiento, rechazamos la idea de que nos encontramos con un tejido social recompuesto en términos organizativos, en su defecto, creemos en la necesidad de seguir trabajando en ese horizonte


para generar una fuerza social capaz de levantar y sostener transformaciones estructurales.

A Recuperar la Soberanía de Nuestras Vidas Hace un par de días asistí al cierre de una escuela políticosindical de los obreros del Movimiento De Trabajadores Clotario Blest en una humilde sede vecinal de la Villa Metal en La Florida. Hicimos un análisis acerca de las características de este movimiento estudiantil, las experiencias del dos mil dos, dos mil seis, además de todo el camino recorrido durante estos seis meses que los estudiantes secundarios llevamos movilizados. Probablemente nos encontramos en un proceso de cierre de la movilización en que la prensa, -eternamente al servicio de los empresariosha ignorando al máximo el conflicto social más cotizado a nivel internacional y probablemente ahora si es que no lo hicieron ya, los sectores burócratas se encuentran negociando por debajo de la mesa con el gobierno, para que en dos o tres semanas, todos los rostros de la burocracia, cierren por segunda vez con abrazos y apretones de manos, un amplio periodo de movilizaciones sociales. Pero este año, una cantidad no menor ha optado por rechazar que se juegue otra vez con los intereses de las clases populares, y se ha volcado de lleno a otro proceso. Inexorablemente debemos preguntarnos, ¿cuál es este proceso del que tanto hablamos? Sin duda alguna es algo que aún está por definirse. Desde los secundarios hemos decidido denominarlo como la

‘’alternativa revolucionaria’’. Cuando vemos que el tramo movilizador esta en sus últimos cincuenta metros, y que no hay una salida al conflicto de la educación, debemos obligatoriamente volcarnos a la construcción popular en nuestros espacios. Territorializarnos. Construir con el poblador en lucha por la vivienda, con el obrero en lucha por salario digno, con la mujer explotada en el hogar y cansada del patriarcado. El conflicto estudiantil sobrepasó las vallas de lo reivindicativo, pasó sin duda a ser un proceso de generación de poder popular y a eso debemos dedicarnos. Hoy los estudiantes de las universidades y los liceos populares tienen que construir con los pares de nuestra misma clase, porque lo que apremia a nuestra sociedad no es una educación digna, es un conflicto mucho más amplio y tiene que ver con derribar la sociedad del espectáculo, con alcanzar la vida digna, que nosotros seamos los dueños de nuestras vidas. Por Andrés Vielma Vocero de la Asamble Coordinadora de Estudiantes Secundarios, estudiantes del Liceo Amunategui.

Una de las características del movimiento actual dice relación con su tendencia hacia el economicismo, que se expresa en su forma peticionista en cuanto la relación con el Estado se transforma en la relación con un otro, una suerte de patrono de la expresión social. Así, el problema que persistente en la movilización es la poca o nula perspectiva política, que para nosotros es la identificación con lo popular haciendo referencia a un proyecto histórico de corte clasista, cuyo eje fundamental es el poder como elemento dinamizador y a re-apropiar; tiene que ver con la necesaria desconstrucción del Estado y no la adaptación de este. Es en ese marco donde insertamos un objetivo, la construcción de fuerza social organizada, cuya relación con el poder es insoslayable. El Estado es la cristalización de las relaciones entre clases y fracciones de estas, el tema, entonces, es que el Estado es un campo de lucha, no un “actor” en la lucha ni “arbitro” ni tampoco es externo, por tanto, las movilizaciones sociales en su génesis buscan o deberían buscar el desarrollo de su propia fuerza social organizada, en virtud de desequilibrar la balanza a su favor en esta relación entre clases. El conflicto se vuelve lo principal, el antagonismo sale a escena. Hablamos que la organización se tornaba indispensable, sin embargo la organización a secas o como consigna se torna vacía, de la organización que hablamos es distinta, es

una organización con un sentido rupturista, imbuida de un perfil estratégico, que sea síntesis de la memoria colectiva y de la experiencia dirigida. La tarea está pendiente, pues el escenario general nos habla de esfuerzos focalizados, muchos sin perspectiva más allá de la coyuntura. En cuanto al elemento ideológico, se trata de disputar el sentido común, hegemonizarlo, pero no desde el ciudadanismo que se ha querido instalar este año, sino desde un carácter de clase. Es la constitución del sujeto estudiantil en tanto parte de lo popular, como movimiento, en tiempo, espacio y niveles de conciencia. En torno a la masividad y el ciudadanismo democrático Un elemento que es necesario denotar en estas movilizaciones gira en torno a la movilización callejera - más de 40 marchas en los últimos 7 meses - donde lo que más destacó a diferencia de otros años es la masividad y el sentido carnavalesco que estas alcanzaron. ¿La masividad es un criterio adecuado para evaluar estas movilizaciones? ¿Qué falencias presenta centrarnos en ella? ¿Permite medir los avances en términos organizativos y en conciencia? ¿Qué tanto de contingencia o de crecimiento tiene? Pensar en la cantidad nos puede nublar el análisis. El centro debe ser el carácter cualitativo, es decir, el impacto real en cuanto al carácter de disputa que engeneran las protestas, así en cuanto el criterio de la masividad se convierte en un elemento a preservar y resguardar en sí mismo por encima incluso de la necesaria ruptura del orden en los espacios públicos, limitamos el acance de nuestro análisis. En el momento actual, la cantidad no pierde sentido político, es importante, pero más importante aún es la cualidad: sujetos emporados y politizados con objetivos estratégicos claros que permitan evitar que las cúpulas


utilicen al movimiento como mera “masa de maniobra” para intereses institucionales y funcionales al orden actual. En complemento a lo anterior, la condición actual de movimiento estudiantil da cuenta de un discurso que se ha instalado desde hace unos años y del hoy sentimos su expresión, es el perfil ciudadano y democrático. Lo ciudadano homogeniza (de forma falsa) el conjunto de relaciones sociales, ocultado en ellos los profundos conflictos sociales que le subyacen a la dinámica social. Sus alcances tienen que ver por una parte, con la constante búsqueda de un interlocutor y hacedor de demandas que en poco sentido genera una ruptura del marco institucional; por otra parte, se vincula con ma ni fe s t a c i o n e s contra la violencia, respeto del proceso formal en desmedro del trasfondo político, y en conjunto, la movilización social se encuentra regida por determinados marcos prefijados que direccionan su andar a una expresión acotada en el aparataje del modelo económico y social, es decir un movimiento como mero grupo de presión para ir ajustando los requerimientos del Estado capitalista neoliberal, tanto en su dinamismo propio, como por la necesidad de ir oxigenándose, a través de la cooptación de los procesos de lucha social independiente. Limitación de las demandas y la posición frente a otros actores. Analizar la profundidad y alcance de la demandas está en directa relación con abordar el conjunto de grupos y estratos

sociales a los que es capaz de incluir o hacer parte de las reivindicaciones que enarbola. En ese sentido, vemos como incluso la bullada demanda de Educación Gratuita no trajo consigo un giro en el perfil de la movilización, se mantiene la marginación de los sectores populares en términos de movilización activa, sino que el activo movilizado creció (siendo esto incuestionable) en torno a los sujetos que ya se encuentran inmersos en el sistema educativo superior o que, en definitiva, estando en el sistema secundario, tenían muchas más posibilidades de ingresar.

Si el proceso sectorial reivindicativo no permitió un proceso de construcción o avance a nivel de correlación de fuerzas, menos lo hizo en su lógica más básica: el cumplimiento de las demandas. De agitar educación gratuita terminamos en un ajuste burocrático de partidas presupuestarias que a pesar de dar más dinero vuelven a reproducir la lógica mercantil y subsidiaria que prima en el modelo de ESup actual. Creemos que esto se debió a dos factores: a) Un pliego de demandas que tendió a diluirse en consignas maximalistas incapaces de concretizar en una plataforma de lucha concreta y b) en una lógica programática falta de un proyecto de educación transformador, que no apueste a los ajustes de la universidad

neoliberal, sino que a cambiar el modelo societal en su conjunto, es decir en la instalación de un proyecto revolucionario de educación, única garantía de poder solucionar de forma real los problemas educativos. En base a este proyecto un programa específico (de partidos o del movimiento en conjunto) puede darle direccionalidad real a una plataforma de lucha concreta y específica para la fase actual de la lucha estudiantil. En virtud de esto, la posición del movimiento estudiantil frente a otros actores tuvo un carácter formal, mediático y artificial, puesto que no era la expresión de una convergencia política, mucho menos programática, sino la expresión de un apoyo más bien contingente y con el objetivo de un mutuo posicionamiento en la llamada “agenda política”. No desmerecemos con esto iniciativas de asociación directa como las asambleas territoriales o las coordinadoras, sin embargo, en lo sustantivo, aún hoy constituyen espacios en donde no se pueden apreciar una densidad suficiente para caracterizarlos como plataformas desde donde posicionarse, en lo inmediato. En torno a lo último existen problemas teóricos y prácticos que tienden a determinar la caracterización del sujeto estudiantil actual. Se sigue pensando que los estudiantes representan a la pequeña-burguesía ilustrada, o a las (sociológicamente llamadas) clases medias, por fuera de un proceso de constitución y construcción popular y que deben ser solamente el sostén intelectual de otros sectores ajenos. Creemos que hoy día la gran masa de estudiantes universitarios del país es


parte objetiva del pueblo trabajador, tanto por su condición familiar, como por los mecanismos de explotación directa e indirecta que existe en base las dinámicas financieras que predominan en la estructura misma del modelo terciario. Esta potencialidad objetiva es la base del proceso de constitución del movimiento estudiantil (y de una tendencia política acorde a estas tareas) como parte del pueblo organizado, y no como mera masa auxiliar, paternalista y clientelar (como pregona el progresismo populista y su lógica de los voluntariados) o subordinada (como plantea un falso clasismo que oculta las condiciones de un “sujeto estudiantil explotado”). Lo que se viene… Mucho se ha proyectado en torno a la coyuntura, se ha agitado un engañoso y oportunista discurso triunfalista en base a ganancias morales que sólo pueden medirse en el pequeño núcleo de la izquierda institucional, pero que han desalojado a la gran masa estudiantil de soluciones reales a sus problemas; ¿O acaso puede medirse la visibilidad de Camila Vallejos, o la inclusión definitiva del PC en la institucionalidad capitalista, como ganancias para el movimiento estudiantil? ¿Puede leerse el anclaje de un discurso ciudadano y moderado como avances ideológicos para una proyección política de un movimiento estudiantil transformador?, claramente la respuesta a estas preguntas es no. A pesar de las debilidades manifiestas el sector universitario tiene un dinamismo importante, en donde las coyunturas nacionales son parte de su proceso

constitutivo propio. La tarea no consiste en hacerse a un lado de estas, sino que en cambiarle su lógica de forma radical. Los estudiantes no podemos seguir siendo ni masa de maniobra, ni un mero grupo de presión para que luego capitalice el empresariado y su bancada de políticos corruptos. Debemos de una vez por todas levantar un proceso de re-articulación y recomposición de los explotados como fuerza social y política, que no vea a la política como algo ajeno o critique los “intereses políticos” de grupos y organizaciones, sino que los haga parte de una dirección colectiva capaz de transformar la educación y la sociedad de forma revolucionaria. Para esto creemos necesario los siguientes pasos, tanto coyunturales como orgánicos:

alternativa política, por fuera de la institucionalidad dominante, sea cual sea su espacio (Gobierno, parlamento, municipios, etc.)

a) Reconocer la derrota política sufrida por parte del movimiento estudiantil y por tanto reconocer los elementos que aún son débiles y necesarios de superar de forma urgente…

e) Es nuestro deber aportar a la articulación y materialización de una alternativa revolucionaria en la U. de Chile, que permita ir haciendo converger el trabajo de base diario con las proyecciones de construcción hegemónica en nuestra universidad.

b) Debemos constituir una fuerza propia, pero sin instalar un discurso autonomista y gremialista que niegue la importancia de que el pueblo pueda ir construyendo su

c) La tarea sigue estando en superar la etapa actual de desarticulación y desorganización del movimiento estudiantil, para construir una correlación de fuerzas distintas que avance en la instalación del pueblo trabajador, y por tanto del movimiento estudiantil, en una disputa por condiciones y proyectos de vida distintos, pero en el escenario de conflicto abierto y no mediados por el bloque político dominante. d) Debemos superar el actual sentido común individualista y todos los elementos de inclusión ideológica al modelo actual, para ir construyendo una cultura de la organización, del compañerismo y de la acción colectiva, tanto en nuestros estudios como en nuestro accionar político. A esto debemos agregar la necesidad de superar la ideología política del ciudadanismo p ro g re s i s t a e instalar un verdadero sentido transformador en base a un proyecto de carácter popular y revolucionario.

Este proceso unitario es urgente, pero sólo si es en base a una real confluencia, que nazca del trabajo constante y no sólo del pegoteo coyuntural.



Los estallidos

sociales del Chile

del Siglo XX

Por Camilo Espinoza Mendoza

En su libro “Qué hacer”, Lenin decía que los únicos principios de organización serios son “la más severa discreción conspirativa, la más rigurosa selección de los afiliados y la preparación de revolucionarios profesionales”. No obstante, años después, nuestro calvo personaje le reconocerá a un comunista noruego que “de ninguna manera podemos prescindir del romanticismo”. Los estallidos, por ejemplo. Las rebeliones, las pobladas abalanzándose sobre las ciudades suelen demostrarnos un potencial de las que no han estado exentas las movilizaciones de este año: El corte de rutas de acceso a las minas de Collahuasi, los pobladores de Dichato realizando barricadas por una reconstrucción a medias, colectiveros metropolitanos instalando sus autos en Américo Vespucio. Los estudiantes tampoco se han quedado atrás cuando se incendian micros en las proximidades de Macul con Grecia o se utilizan vallas papales para cortar la Alameda a unas cuadras del palacio presidencial. En esta crónica revisaremos dos experiencias históricas de aquellos momentos, cuando el pueblo se manifiesta y sólo la masacre lo puede detener. El precio de la carne y los albores de la insurrección Corría el año 1905 y el país lo presidía el abogado Germán Riesco. Este señor contaba con un currículum notable: salió electo con un total de 184 votos y sus ministros duraban 3,5 meses en el cargo en promedio. Flor de crisis política que configuraban el ocaso de la República oligárquica que fundó Diego Portales y su última fase: el parlamentarismo. En ese período el movimiento popular tenía una organización germinal y lo más cercano a un partido de izquierda era el partido demócrata, donde precisamente militaba un joven Recabarren. Además de las duras condiciones en la que trabajaban los mineros del salitre, la inflación de esos años comenzaba a hacerse notar en todo el país, encareciendo aún más el costo de la vida de los trabajadores. Bajo ese contexto tuvo lugar uno de los estallidos sociales más fuertes que haya ocupado un lugar en la historia: “el mitin de la carne”. Dentro de los alimentos afectados por el alza de los precios estaban las carnes importadas, principalmente la argentina. Algunas sociedades obreras convocaron a una concentración contra el alza para el 22 de octubre de ese año. El partido demócrata se desmarcó de la convocatoria y por las características de la demanda no se preveían mayores problemas para el circular cotidiano del entonces centro de la capital. Eso sí, la convocatoria contó con el curioso apoyo del periódico “El Chileno”, conocido entonces como “el diario de las cocineras” por su notable capacidad de cautivar a las dueñas de casa, quienes según el periodista Carlos Silva “al volver del mercado cada una de ellas llevaba en la canasta sobre las cebollas y lechugas un número de El Chileno”. En un Santiago que aún no alcanzaba el medio millón de habitantes y el analfabetismo del país alcanzaba el 68%, el diario alcanzaba a sacar cerca de 70 mil ejemplares los días festivos. Llega el esperado día y para sorpresa de las proyecciones burguesas, la ciudad fue inundada con más de 40 mil manifestantes aglutinados en un mitin que llegó hasta La Moneda para entregarle un pliego de peticiones al presidente. Sin embargo, Riesco no se encontraba en el palacio. Los personeros de gobierno comienzan a hacer las diligencias para ir a buscarlo a su casa. En esos momentos de espera. Los dirigentes llegaron hasta la casa de Riesco, donde éste los recibió y prometió estudiar el documento. Pero ya era tarde. Ese


Crónica Latinoamericana día de primavera, la masa intentó asaltar La Moneda y la misma casa del presidente. Al fracasar en esta tarea, se dispersaron por todo el centro de la capital, echando abajo todo a su paso. La policía se vio superada y pidió la presencia del ejército, quienes se encontraban en las afueras de Santiago. La revuelta duró tres días, en donde los daños materiales y los cortes de las principales arterias santiaguinas iban en aumento. La orden para los militares era sencilla: restaurar el orden perdido utilizando todos los medios posibles. A cargo del operativo quedó Roberto Silva Renard, un hombre que ya había debutado su mano asesina comandando la masacre de la oficina salitrera de Chile (1904) y desde su escritorio de fiscal militar en la masacre de Valparaíso (1903), cuyo informe concluyó que los militares asesinos eran en realidad víctimas. Años después, el asesinato de más de 3 mil personas al interior de la escuela Santa María de Iquique, lo perpetraron tropas a la orden del mismo coronel Silva Renard. El obrero anarquista Antonio Ramón Ramón intentaría ajusticiar al militar propinándole algunas puñaladas en las cercanías del Parque Cousiño, pero fue rápidamente reducido, recibiendo algunos sablazos en la cabeza y encerrado en la cárcel. En el mismo lugar del atentado, se levantó un monolito el 2007 a la memoria de Ramón Ramón, cuya mano “supo limpiar las manchas de sangre que provocó en el pueblo obrero el general asesino”. Su muerte continúa siendo un enigma para los historiadores. Nos suben el pasaje, les quemamos la micro Entre 1946 y 1952 en el mundo comenzaba la guerra fría y el distanciamiento definitivo de la Unión Soviética y Estados Unidos. En Chile se vivía el tercer gobierno radical y comenzaban a operar la refinería de petróleos Con-con, la Industria azucarera nacional (IANSA), la compañía acero del pacífico (CAP), la Universidad Técnica del Estado (UTE, hoy USACH), la Universidad de minas de Copiapó (hoy Universidad de Atacama). Curioso le queda chico al gobierno de Gabriel González Videla. Sus seis años en el poder son recordados por la promulgación de dos leyes: la ley

maldita (1948) que proscribía al Partido Comunista y la ley que permite el voto de la mujer, en enero de 1949. Estos serían los primeros signos de la cercanía que tenía el serenense con el eje Washington. Años después apoyaría la dictadura militar y se haría íntimo partner de Harry Truman. Sabio, el senador Neruda en ese entonces lo llamaría “rata”. Hacia 1948, González Videla gestó una curiosa enemistad con Juan Domingo Perón, mandatario argentino y padre del populismo latinoamericano. A tal punto que se hicieron las gestiones para derrocar al radical e instalar a Carlos Ibañez del Campo en el poder. Tal complot se denominó “de las patitas de chancho” puesto que los oficiales y suboficiales implicados solían hacer sus reuniones en un restaurant de San Bernardo, cuya especialidad era el causeo de patas de cerdo, plato popular de nuestra gastronomía. El cónsul argentino, Luis Zervino, pasó a ser considerado persona non grata para el Estado chileno. Ibañez sería desterrado tres años y González Videla aumentó el sueldo de los militares en un 20% para evitar conflictos futuros. Pero los conflictos no vinieron esta vez de sectores castrenses. La “revolución o revuelta de la chaucha” tuvo lugar en la quincena de agosto de 1949, cuando la FECH y la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCH) convocaron a una manifestación contra del aumento del pasaje diurno en 20 centavos (una chaucha) producto del alza del litro de gasolina en casi un 30%. El miércoles 16 de ese mes comenzó muy agitado. Los primeros vidrios quebrados los sufrieron los recorridos VivacetaYarur y Vivaceta-La Legua en horas de la madrugada. La movilización central estaba citada para el mediodía, pero se perdió rápidamente la cuenta de la cantidad de gente que empezaba a copar distintas esquinas de todo el casco capitalino. De pronto, una micro Matadero-Palma figuraba tumbada a un costado de la Plaza de Armas y una Pila-Cementerio en plena calle Bandera. Esmeralda, Independencia y Rozas también registraron microbuses volcados.

El vespertino “Las noticias de última hora” habló de “asonada obrero-estudiantil”. Ante mayúscula subversión, la Intendencia y La Moneda cerraron sus puertas. De pronto, un carabinero aparece vestido con gorra y polainas a la altura de Estado con Moneda. Sus compañeros oficiales lo apodaron desde ese día como “Adán”. Los empresarios del transporte comenzaron a retirar sus máquinas, de tal forma que a las 19:30 hrs. ya no quedaba locomoción alguna. Sin embargo, aún quedaron en el centro grupos de hasta 500 personas que comenzaron con la destrucción de vitrinas y el alumbrado público. Se vieron afectados también el club de la Unión y el sindicato y cooperativa de autobuseros, domiciliado entonces en Alameda 1848. Para el segundo día de movilización, el gobierno dispuso de efectivos de la aviación y del ejército para reforzar a Carabineros. Pero eso no amedrentó a los manifestantes y a las 10 de la mañana ya se encontraban agrupados unos 150 obreros en las puertas de la Hilandería Nacional, en el paradero 12 de Gran Avenida. Allí apedrearon la fábrica e intentaron volcar un microbús. Una hora después, alrededor de 120 estudiantes de Derecho interrumpieron el tránsito en el puente Pío Nono, mientras el resto de los estudiantes se parapetaban en la Casa Central. Cerca de las 13 hrs. había cerca de 50 mil personas marchando por la Alameda. Sin embargo, Carabineros apostado en San Diego comenzó a dispersar a la multitud, la que comenzó a buscar refugio en los locales comerciales del sector, llegando algunos hasta la Plaza Bulnes, donde fueron recibidos con tiros de ametralladoras y fusilería. La primera víctima de la jornada se trató de Guillermo Cuellar, cadete de la aviación, quien celebraba en la popular fuente de soda “Don Bosco” sus resultados en unos exámenes. Comenzaron a emerger víctimas que hasta el día de hoy no tiene cifras claras. Los senadores Eduardo Frei y Eugenio González, acompañados del abogado Tomás Chadwick, se dirigieron al Ministerio del Interior a exigir explicaciones. El 18 de agosto, González Videla revocó el alza.


La ciudad: Al final del viaje

Cada día nos sentimos más ajenos a la ciudad. Sus calles, las plazas, o cualquier espacio que pudiese ser público parece ser ajeno a nosotros. Conocemos estos lugares, los usamos de vez en cuando, pero realmente no los sentimos propios. El derecho a la ciudad se esfuma día a día, la ocupación del espacio público se nos ha ido negando no sólo mediante barreras materiales (prohibiciones, accesos difíciles, rejas), sino que nosotros mismos hemos perdido la capacidad de pensarlos como propios, como dignos de ser ocupados. Los usamos, es cierto, pero no los hacemos

nuestros. En otras palabras, los utilizamos para transportarnos, para llevarnos de nuestra casa al trabajo y del trabajo a la casa, pero aún así, no nos sentimos ligados a los espacios por donde nos movemos. La ciudad parece estar reduciéndose al transporte, e incluso éste se ha vuelto ajeno a nosotros. Somos meros

clientes de un sistema de transporte deficiente, con altos costos, pero sobretodo, privado. Al estar este servicio a la merced del mercado, el acceso a la a disfrutar ciudad se restringe, se vuelve costoso. Es este costo la manera ejemplar en que el acceso a la ciudad se ve afectado ya que, como en cualquier servicio que resulta estar bajo la oferta y


Investigación interdisciplinaria la demanda, se discrimina por condición económica. Mientras, los sectores más acomodados tienen la posibilidad de acceder a carreteras de alta velocidad para transitar por la ciudad, las personas que viven en comunas de más bajos recursos deben enfrentarse a diario con calles y tramos urbanos completos que no están diseñados para la conectividad de grandes grupos de gente. Cada persona se ve inmiscuida en esta problemática diaria y finalmente se ve consumida por ella, terminando en un estado de total alienación y cerrando así el ciclo de explotación ejercido por el capitalismo hacia el hombre. Transporte Público El transporte público en Santiago se relaciona directamente con el crecimiento de la ciudad y con el sistema económico que ha decidido reproducir el Estado. Por un lado, tiene una clara incidencia en el sistema de producción, ya que su finalidad apunta a trasladar al trabajador desde su hogar a su lugar de trabajo. Por ello, es que el sistema de transporte no busca la rapidez y la comodidad de su servicio tan solo para satisfacer las necesidades del “usuario”, si no que tiene una incidencia directa en el desempeño del trabajador y en el valor de su fuerza de trabajo (por la intensidad del trabajo). Desde un punto de vista económico neoliberal, el transporte público se presenta

como un mercado donde la competencia esencial no se presenta en sus tarifas, sino más bien en la frecuencia con que pasan de los buses (la gente no está dispuesta a esperar más por pagar un poco menos), de manera que el sistema presenta un precio único pero segmentado (tarifa escolar o adulto). Al mismo tiempo, el precio del pasaje depende de gran manera del precio internacional del petróleo, dado el carácter importador de Chile para este producto, afectando los costos fijos de operación.

Las clases populares todavía no pueden acceder a un sistema de transporte digno y que esté al alcance de sus bolsillos. Las visiones hegemónicas en la discusión del transporte público siguen defendiendo intereses privados Antes del Transantiago Ahora bien, al pensar en el Transantiago cabe preguntarse ¿desde cuándo se piensa este sistema de transporte? Pues bien, en términos prácticos sus inicios podrían considerarse desde principios de los 90, cuando en Santiago tenía que implementarse un sistema de transporte más económico, limpio y cómodo. Las antiguas micros son reemplazadas por nuevas, empieza así una nueva forma de concebir el

transporte público: a través de la licitación. Las bases para la licitación apuntaban en ese momento a ahorrar dinero y mejorar la calidad del servicio, sin embargo ésta última estaba mediada por cuantas máquinas ponía a disposición el empresario. Por otro lado, el servicio tenía que cubrir la mayor cantidad de calles, de tal forma que el “usuario” no tuviera que moverse mucho para tomar la micro que lo llevara a su destino. Además, basaba su funcionamiento en la liberalización del mercado tanto en tarifas como en recorridos, lo que generó una serie de problemas tales como aumentos injustificados de los precios (más que el precio del petróleo), congestión, contaminación, calidad, accidentes, etc. La ciudad mientras tanto crecía a grandes pasos, las políticas de erradicación que se implementaron en dictadura -asociada a las leyes que permiten poner a las órdenes del mercado el suelo- dan cuenta de cómo la ciudad se fue configurando con comunas “para pobres” y comunas “para ricos”. El suelo, que desde 1979 NO es considerado como un bien escaso, que se sustenta con el derecho a la propiedad privada (legalizado desde la Constitución Política), tiene como consecuencias que un sitio determinado estará mediado por el mercado, es decir que no existe restricción en cuanto a la renta y la oferta, por lo tanto se limita a la demanda. En otras palabras, la ciudad en su conjunto será regulada por el mercado y donde la propiedad privada será el sostén de este juego.


En ese sentido, la propiedad tiene un precio: esto se refiere a ubicación, servicios, equipamiento y conectividad, entre otros. Cualquiera sean los elementos que sean considerados, lo importante es entender que todos están conectados. Si una comuna, o un sector dentro de ésta, tiene mayor conectividad con autopistas, quiere decir que su uso apuntará para personas que utilizan mayormente el automóvil para movilizarse dentro de la ciudad. Así también entre mayor sea el ingreso de las personas que habitan la comuna, más impuestos recibirá el Municipio, por lo tanto mejores servicios podrá entregar mejores equipamientos se instalarán en ella.

correcta regulación, por medio de licitaciones en la operación de los buses que se encuentran integrados con las líneas del Metro y mediante una administradora financiera centralizada (el AFT, que se encarga de la tarjeta Bip), cuyo funcionamiento si bien ha sido mejor que las “micros amarillas” en indicadores medibles (tiempo de espera, accidentes, congestión), todavía presenta situaciones que denigran a sus usuarios, perpetuando la diferencia entre el

uso del transporte público. Y por otro, corrigiendo la implementación de un sistema público de transporte que todavía no es capaz de funcionar. Las clases populares todavía no pueden acceder a un sistema de transporte digno y que esté al alcance de sus bolsillos. Las visiones hegemónicas en la discusión del transporte público siguen defendiendo intereses privados, trabando las iniciativas que puedan favorecer a la población como el subsidio al transporte público y

transporte para ricos (privado) y el transporte para pobres (público).

reduciendo la complejidad del problema a cálculos de rentabilidad.

Sin embargo, todavía hay una serie de paradojas en el actuar del Estado. Por un lado se tiene al Estado desembolsando enormes cantidades de dinero en la subvención de carreteras, pensadas y construidas para ser utilizadas por automóviles particulares, que perjudican el

De la transformación particular a la general

El Transantiago Atendiendo lo anterior, es que el transporte público juega un rol fundamental. Los sectores sociales que ocupan mayormente el transporte público son quienes no tienen recursos para movilizarse con un automóvil dentro de ella, y son quienes padecen el azote de un sistema injusto. El Transantiago apuntaba a ser un sistema integrado, que fuera financiado por los privados y donde el Estado es más bien un administrador que ordena el sistema. Este apuntaba, por lo tanto, a integrar al Metro (privado), al MOP (que licita las autopistas) y a las empresas privadas de transporte (las cuales se adjudicaban recorridos por medio de una licitación). Pero en la actualidad el sistema funciona con una mediocre planificación y sin una

La explosión urbana en la periferia, alejada de la mano de la planificación estatal real, genera una fuerte segregación espacial. Mientras las diferencias entre comunas sean tan potentes y tengamos una política


de transporte sin políticas locales, sino, más bien un sistema de alimentadores que realmente no dan conectividad a la localidad, teniendo solo la función de ser meras extensiones de troncales que realmente no mejoran la certidumbre de los trayectos y que no son más que recorridos de distintos sectores agrupados en un solo sistema, la segregación espacial y el acceso a la ciudad seguirán siendo reflejo de la desigualdad económica y social. Los grupos que tienen el control económico y político de este sistema han querido arrancar la política del espacio público. No tenemos el derecho a ocupar la ciudad ni transformarla, no podemos pensar siquiera en apropiarnos de los espacios públicos. Por lo mismo, es necesario empezar a pensar en la transformación de nuestros espacios y en la construcción de ciudad más allá de la lógica mercantil. Al igual que la educación, la salud, el trabajo y la vivienda; el transporte debe ser pensado como un derecho universal y no como una oportunidad de negocios que juegue con la dignidad de las personas. Diego Calderón, FEN. Camilo Jaramillo, Beacheuff. José Jorquera, Sociología. Esteban Nazal, Antropología. Diego Pinto, CECU, Geografía. LEFEBVRE, HENRI. “El derecho a la ciudad”. Ed. Península, Barcelona. 1969 (edición original francesa Ed. Anthropos, 1968). TORRES, MARIO. “Recuperación de la renta urbana: Una tarea ética pendiente”. Revista INVI, Número 58, Vol. 21. Noviembre, 2006. WITTING, ALFREDO. “La lacra de no ser negocio”. Entrevista a Germán Correa, Revista Foco76, Número 2. Septiembre, 2006.

Peñalolén no se vende se defiende. El NO al plan regulador se ha transformado en un movimiento social político y culturnuevo Plan Regulador Peñalolén representa el al

El de proyecto político del bloque neoliberal y en particular es el testamento urbano del alcalde Claudio Orrego, una comuna de ricos y pobres donde cada estrato socioeconómico está debidamente marcado con su respectivo color. La planificación territorial del actual vicepresidente de la DC es el tradicional esquema urbano favorable a la acumulación flexible del capital inmobiliario.

destacar el 22 de septiembre fue aprobado a puertas cerradas pese a la convocatoria plebiscitaria del 11 de diciembre.

La Contraloría General de la República finalmente dictaminó que el plebiscito convocado por los pobladores a través de la recolección de más 5000 firmas es válido y en el Diario Oficial consta para la historia que el Concejo de Movimientos Sociales de Peñalolén fue la organización que logró llevar a las urnas el modelo de desarrollo de la comuna, un nuevo hito en la memoria social de nuestra ciudad llena de batallas por la dignidad. Este plebiscito es el segundo en Chile y el último que se “permite” hasta el 2013.

Pero, ¿qué hay en juego en Peñalolén? Claramente dos miradas de ciudad, una en función de su valor de uso y otra en función de su valor de cambio. Mientras todo el poder político instituido reza por la ciudad neoliberal basada en la venta y acumulación de plusvalía, la segregación, el lucro inmobiliario y la rigurosa disciplina, las fuerzas populares vamos hacia una nueva ciudad sustentable que se pone a la medida de los ciudadano y no al revés, la ciudad por la que luchamos es la de nuestros sueños, la que dibujan los niños y niñas, sin expulsados ni expulsadores.

Ciertamente el dictamen del órgano contralor conjurado por Orrego (DC) le otorga la potestad al alcalde de decidir cuales son las materias o “cuestiones” que se someterán al voto popular, la respuesta era clara, el alcalde decidió mantener una sola pregunta: “Si o No” a todo el plan regulador que, cabe

Los pobladores del Concejo de Movimiento Sociales de Peñalolén llaman a todas las organizaciones de Chile y el mundo a solidarizar con esta pelea por el derecho a la ciudad y la distribución igualitaria de las plusvalías de nuestro territorios. Nuestras armas son la organización popular autogestionada y la memoria de un pueblo que no quiere olvidar su historia.


Vida y obra de don Clotario Blest Riffo (1899 – 1990)

¿De quién es la culpa, Don Clota? Por Patricia Matus de la Parra “¿De quién es la culpa, don Clota?”, le preguntan. “De los trabajadores que han dejado que esto pase”, responde fijando la mirada. Se trata de un mirista con la chapa de “Juan Hernán” quien sigue mirándolo apoyado en la mampara de aquella casa que ha albergado a tantos sobrevivientes durante la dictadura. Jadea porque ha corrido desde la intersección de calle Aysén con Av. Vicuña Mackenna, donde se ha juntado con sus compañeros. Ha quemado todos los libros con las inscripciones del Partido Socialista (PS). De saberse alguno de esos nombres, serán los que estamparán luego los carteles que, apretados contra el pecho de mujeres llorando, digan con letras de dolor: detenidos desaparecidos.

La casa ubicada en la calle Ricardo Santa Cruz fue durante sus últimos años la residencia de don Clota. Allí deja que se junten agrupaciones, socorre a los perseguidos y los defiende mientras en su patio da de comer a las cientos de palomas que llegan todos los días, desplegadas a los pies del naranjo que es a su vez el lugar preferido del “momio”, su perro, apodado así por engordar sin nunca hacer nada. Blest comenzó desde muy joven a buscar formas de hacer de la lucha sindical organizaciones y acciones concretas. Escuchando los primeros discursos de Luis Emilio Recabarren, agitando a la Iglesia Católica con el grupo “Germen” y utilizando el deporte para comenzar a agrupar a los trabajadores fiscales a través de lo que se conoció como la Asociación Deportiva de Instituciones Públicas (ADIP), base de la futura Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) por estar prohibidas en esos años las agrupaciones sindicales. Su pequeña figura que contrarrestaba con la fuerza de su historia, se alzó el 1° de Mayo de


Pensador Latinoamericano 1953 en Plaza Bulnes para vociferar con fuerza y convicción a miles de trabajadores: “¿Quieren o no quieren Unidad?”. La respuesta hacía sonar los huesos con un enorme “¡UNIDAD! ¡UNIDAD!”. Frases que dieron paso al Congreso Unitario de Trabajadores, antesala de la Central Única de Trabajadores (CUT).

historia, así de sopetón, y nos cacheteó la amnesia de no recordar el enorme poder con el que debe contar el pueblo. Clotario Blest: “la clase trabajadora debe despertar de este letargo”

De 1953 a 1973 Blest fue parte de la CUT, período en el que el organismo convocó a doce huelgas generales. Eran tiempos en que se sacaban de a miles a la calle y el noventa por ciento de Chile se encontraba parado en manifestaciones gigantescas, como la Batalla de Santiago el 2 y 3 de abril de 1957. Los negocios cerraban sus puertas. La represión era total, pero no había miedo, porque el compañero que sostenía junto a ti el lienzo, dejaba su vida ahí, contigo. La palabra “Única” que conformaba la sigla de este organismo se ha desintegrado. Incluso hoy ha transmutado a ser “unitaria”. Manuel Ahumada Lillo, presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT) relata: “La CUT estos últimos tres años cometió el error de entregarse al gobierno. Debió ser vigilante del proceso, no un actor que participaba de la toma de decisiones”. Hoy la historia de la CUT es entregada en un DVD auspiciado por el Gobierno de Chile. ¿Dónde quedó el rol fiscalizador, el resguardo, la lucha, la educación de mis pares? Hoy se pelea por legislaciones mínimas: trabajar ocho horas, que paguen en las fechas correspondientes, salas cunas para las madres, ¡que paguen las horas extras! Chocamos con nuestra

Su barba blanca y larga, con el sol de fondo, lo hace ver como un mesías sobre los hornos de Lonquén. En la romería, un 25 de febrero de 1979, alza la voz, diciendo: “no busquen entre los muertos a los que están vivos, levanten la mirada, levanten la mirada hacia el cielo”. Así lo titularía la Revista Análisis en junio de 1990, se trata de “Cien años de lucha y amor para el líder sindical Clotario Blest”. ¿Cómo se vive así? Como se sale a la calle respirando consecuencia todos los días. Vistiendo un overol azul, comiendo una marraqueta y una taza de té en las mañanas

porque así lo hacen los obreros. Creyendo solo en un partido: “el de los trabajadores”. Retirándose antes que los grupos políticos metan la cola. Siendo la consecuencia de la historia. La barba blanca de Blest tuvo la promesa de que se cortaría el día que llegara la democracia, la alegría ya viene se transformó en la alegría ya llegó y de la mano de Pato “en la medida de lo posible” Aylwin, Clota no se convenció y recortó solo las puntas. De estar vivo, marcaría presencia en todas las marchas, asistiendo a cada inauguración de organismos en pos de los derechos humanos y la lucha sindical. Abriendo las puertas de su casa, insistiendo en que los trabajadores no deben obedecer a los partidos de la burguesía, tomando desayuno todos los días en el Sindicato de Panificadores, como era su costumbre. Sentado en la última fila de las reuniones de la CUT desde donde miraría enojado. “Viejo mañoso”, dirían los presentes. Hoy, cuando uno de diez trabajadores está sindicalizado, el principal aprendizaje que tenemos de Blest es entregar la vida entera a la lucha. Sus mañas no respondieron a otra cosa que querer hacer de este continente un lugar mejor para nuestros hijos, para nuestros pares, para nuestros compañeros, para quién nos espera en casa. ¿Cuánta consecuencia aguantan nuestros pulmones? Qué ganas que todos seamos viejos mañosos, un ratito de nuestras vidas… Para empezar, al menos.


Crisis económica mundial y geopolítica latinoamericana

“La revolución es más necesaria hoy que nunca”

Por Erick Valenzuela

Se podría decir del Dr. Atilio Alberto Borón que no es un politólogo común. Es del tipo argentino que siempre transita atareado entre cátedras, charlas y seminarios, con una especial consideración con organizaciones y movimientos sociales. Se podría decir que más allá de ser un académico consolidado, Borón es un luchador social que emplea los recursos de las ciencias sociales para analizar y desentrañar la geopolítica, el capitalismo, la coyuntura, entregando insumos para la reflexión del movimiento popular. En esta entrevista, quisimos revisar los debates actuales junto a este académico de la Universidad de Buenos Aires y cuestionarnos cómo avanzar en la construcción de una fuerza latinoamericana con mayor cohesión y un horizonte común.

La crisis económica a la que se enfrenta el mundo es una evidencia más de las consecuencias nefastas que el capitalismo genera en su fase neoliberal. Sin embargo, el modelo ha sabido sortear cada crisis, cambiando la faceta de su modelo de explotación. Ante este escenario, ¿Cómo proyecta el proceso de descomposición del neoliberalismo? ¿Qué rol juega la articulación de un proyecto político-económico a nivel latinoamericano? ¿Es UNASUR una alternativa real ante esta situación de crisis o un proyecto de integración de la región debería tener otras características? El capitalismo está en una clara fase de descomposición y decadencia.

Obviamente, esto no significa que su derrumbe está a la vuelta de la esquina. Como lo señalan Immanuel Wallerstein y Samir Amin, dos autores con perspectivas distintas aunque no antagónicas, el sistema ha llegado a un punto en el cual ya no puede procesar y asimilar sus propias contradicciones. Sin que se haya producido una agudización de la lucha de clases se produjo el estallido de la crisis, precipitada por las hipotecas subprime. Es más, fue a causa del estallido de esa burbuja que se desencadenó un proceso ascendente de luchas sociales que

hoy se expresan en los jóvenes que ocupan Wall St., los indignados de España, los sectores que originaron los grandes incendios en Londres y otras ciudades británicas, los huelguistas en Grecia, los que salieron a protestar en Israel y, ¿por qué no?, los universitarios chilenos que luchan por una educación gratuita y de calidad. En este contexto de crisis general, cuyo desenvolvimiento podría demandar un par de décadas, aunque no más que eso, los procesos de convergencia en América Latina tienen un papel muy importante tanto para resistir los


Entrevista embates de la crisis como para encontrar una salida alternativa a la ensayada en los centros metropolitanos, todavía inscripta en el ideario neoliberal. La crisis ha obligado a ampliar y redefinir el proyecto de la UNASUR, a dotarla de un espíritu más propositivo. Si se lograse avanzar en la coordinación de políticas macroeconómicas y se pusieran en marcha mecanismos como el Banco del Sud las perspectivas para nuestra región lucirían mucho más positivas. Pero no hay que desestimar el papel que Estados Unidos está jugando para desactivar y sabotear a la UNASUR, principalmente a partir de la coordinación de esfuerzos de gobiernos muy conservadores, como el de México, Chile y Colombia, y la tibieza hasta ahora mostrada por el de Perú bajo el nuevo liderazgo de Ollanta Humala. La propuesta del “Acuerdo del Pacífico” es un claro intento de dividir y debilitar a la UNASUR, proyecto peligroso por su abierta connotación política y antineoliberal y por su probada capacidad para frustrar dos tentativas de golpe de estado (Bolivia, 2008 y Ecuador, 2010). Ante este escenario de crisis, se buscan explicaciones de toda índole y teorías que ayuden a sortear esta situación. De esta manera, figuras como la de Karl Marx cobran especial relevancia, incluso siendo citados en espacios como el Financial Times. Según su parecer, ¿Cuál es la vigencia e importancia del marxismo hoy? El marxismo es hoy más importante que nunca. De hecho, las previsiones marxistas tal como fueran esbozadas en el Manifiesto Comunista son más acertadas hoy que ayer. El mundo es mucho más marxista luego de la contrarrevolución neoliberal que lo que era a mediados del siglo diecinueve: mayor polarización económica y social, mayor asimetría entre las naciones, más monopolios, mayor salarización a escala universal y carácter más descarado de los estados burgueses, convertidos finalmente en esos

comités que administran los intereses conjuntos de la clase capitalista. En este marco, el marxismo es más que nunca ese “horizonte indispensable de nuestro tiempo” que decía Sartre. Sin el marxismo no hay pensamiento crítico ni crítica radical a la sociedad capitalista. Pero con el marxismo solo no basta, porque otras perspectivas teóricas son necesarias para comprender los fenómenos de la alienación y opresión

En este marco, el marxismo es más que nunca ese “horizonte indispensable de nuestro tiempo” que decía Sartre. Sin el marxismo no hay pensamiento crítico ni crítica radical a la sociedad capitalista.

en el mundo actual. De ahí la importancia del feminismo, del ecologismo, de los estudios poscoloniales. Pero, repito, sin la estructura argumentativa central del marxismo no hay crítica radical al capitalismo. El ecologismo sin el materialismo histórico termina en un lamento inconducente, al estilo de lo que hacen tantas ONGs europeas y norteamericanas; el feminismo y la lucha contra el patriarcado queda como una agenda inconclusa si es que al mismo tiempo no se articula esa demanda con las luchas de las clases explotadas, y así sucesivamente. Para el sociólogo Immanuel Wallerstein existiría aún un debate pendiente para avanzar en las luchas sociales: “De un lado están las propuestas que insisten en la necesidad de ampliar la producción a fin de desarrollar y del otro lado los movimientos que

insisten en la autonomía y cuestionan toda idea de productividad como objetivo.” ¿Considera que estos modelos son complementarios o es necesario definir de manera clara que se entiende por revolución en el siglo XXI? Creo que es un debate que debe darse, pero aún está en ciernes. La autonomía sin un sustento material se desvanece en el aire. La productividad sin autonomía perpetúa el capitalismo. Es el debate que hoy adquiere fuerza en algunos países como Bolivia y Ecuador, pero que debería tomar cuerpo también en otros lugares. Claro que el “buen vivir” de los pueblos originarios es inalcanzable si no se disponen los recursos necesarios para cumplir con sus promesas. Esto quiere decir que durante una fase de transición, que puede no ser tan corta como algunos piensan, el nuevo proyecto social tendrá que convivir con el viejo orden económico capitalista. Esto es algo que el “pachamamismo radical” parece no entender. Evo y Correa lo han explicado varias veces, pero siguen lloviendo las críticas. Por supuesto que hay que respetar a la Madre Tierra, pero si Evo no saca el petróleo y el gas y si Correa no hace lo mismo, nadie va a ayudarlos a financiar el siempre costoso proceso de transición desde un régimen social a otro. Y aquí es donde la idea de revolución es muy importante porque el problema que yo veo en muchos defensores a ultranza


del “buen vivir” es que proponen una radical transformación civilizatoria, pero no hablan de revolución ni de superar históricamente al capitalismo. Para mí, la plena instauración del “buen vivir” (o el “sumak kawsay”, en quéchua) es imposible sin una revolución anticapitalista. Desde este punto de vista la revolución es más necesaria hoy que nunca y, probablemente, estemos más cerca que nunca. Por último, la revolución es la sustitución de la clase burguesa por una coalición de clases y capas populares, que la desaloja del poder político e instaura un nuevo orden económico en donde los medios de producción de los sectores estratégicos de la economía pasan a ser propiedad pública. Por eso tenía razón el Che cuando decía: ¡revolución socialista o caricatura de revolución! En una perspectiva histórica, los procesos de cambio implican enfrentamientos y violencia asimétrica, que en su mayoría terminan en derrotas. Atendiendo a ese antecedente, ¿Cuál es la relevancia que

cobran los procesos de autodefensa de los movimientos sociales en la disputa de poder tanto local (territorialmente) como general? desde su punto de vista, ¿Es posible pensar en transformaciones que no impliquen “hechos de violencia” o que tengan la institucionalidad como vía preponderante? Lamentablemente las luchas sociales sólo ocasionalmente están exentas de violencia. Pero hay que decir que esa violencia casi invariablemente procede de las clases dominantes, que no están dispuestas a ceder posiciones y a admitir la creación de una nueva forma social. En ese sentido la experiencia histórica de América Latina arroja importantes lecciones que muestran la ferocidad de la violencia preventiva de los ricos y poderosos en cuanto perciben signos de inquietud social que podrían poner en cuestión sus privilegios; o del baño de sangre que practican cuando un proceso de cambios se afianza en el país, sea por la vía revolucionaria, caso de la Revolución Cubana o la Sandinista, o por la vía institucional, como en el Chile de Allende. Este es un tema que

debe ser cuidadosamente examinado porque casi siempre se oculta que las revoluciones burguesas ejercieron una implacable violencia sobre los agentes sociales del viejo orden. Eso ocurrió en la Inglaterra del siglo XVII, con decapitación de Carlos I incluida; en la Francia revolucionaria, donde la guillotina diezmó a la aristocracia y el clero reaccionario; y en Estados Unidos, donde el norte burgués e industrial destrozó al sur esclavista y agrario. De modo que esos señores no tienen ningún derecho ahora a exigir de las clases y capas populares demasiada moderación, especialmente si ellos procuran desestabilizar esos procesos mediante tentativas de golpes de estado, lock outs patronales, huelga de inversiones, campañas de terror, desabastecimientos selectivos de artículos de primera necesidad y otras tácticas por el estilo. Los que queremos una nueva sociedad queremos justicia, y son las clases dominantes las que ante ese reclamo desencadenan la violencia.


A qué hijos dejaremos este mundo?

Por Jaime Casas

“La escuela de la ignorancia y sus condiciones modernas”. Jean-Claude Michéa, 1999. El autor escribe: …” en septiembre de 1995, bajo la égida de la fundación Gorbachov, quinientos políticos, líderes económicos y científicos de primer orden que se consideraban a sí mismos la élite mundial, tuvieron que reunirse en el Hotel Fairmont de San Francisco para contrastar sus puntos de vista acerca del destino de la nueva civilización. Dado su propósito, el foro estuvo presidido por una voluntad de lograr la más estricta eficacia. Estrictas reglas obligan a todos los participantes a olvidar la retórica. Los conferenciantes solo disponen de cinco minutos para introducir el tema: ninguna intervención durante los debates debe sobrepasar los dos minutos. Una vez definidos estos principios de trabajo, la asamblea comenzó reconociendo, como una evidencia que no merecía discusión, que “en el próximo siglo, dos décimas partes de la población activa serían suficientes para mantener la actividad de la economía mundial”. Partiendo de bases tan sinceras, pudo formularse con todo el rigor el principal problema político al que el sistema capitalista se vería confrontado en las próximas décadas: ¿cómo podría la élite mundial mantener la gobernabilidad del ochenta por ciento de la humanidad sobrante, cuya inutilidad había sido programada por la lógica liberal? Tras el debate, la solución que acabó imponiéndose como la más razonable fue la propuesta por Zbigniew Brzezinski (antiguo consejero de Jimmy Carter y fundador, en 1973, de la Trilateral) con el nombre de tittytainment. Con esta palabra-baúl se trataba simplemente de definir un cóctel embrutecedor y de alimento suficiente que permitiera mantener de buen humor a la población frustrada del planeta. El término “tittytainment” (entetanimiento en español) es la combinación de las palabras “tits” (pechos para los estadounidenses) y “entertainment”. Se refiere al estado de adormecimiento que experimentan los bebés en el momento de la lactancia. Más adelante, Michéa anota una reflexión de Jaime Semprún en su obra L’Abîme se repeuple: “Cuando el ciudadano-ecologista pretende plantearse la cuestión más molesta y se pregunta ¿qué mundo dejaremos a nuestros hijos?, evita plantearse esta otra pregunta, que es realmente inquietante: ¿a qué hijos dejaremos este mundo?”

Cultura en Movimiento En estos momentos cruciales para la juventud chilena, en cuyo movimiento están puestos los ojos de todos los estafados del mundo, el gobierno más ultra capitalista del planeta (el nuestro) con sus socios del Congreso de todos los colores, están a punto de anotarse una victoria más para el sistema que les permite existir: sacar el conflicto de las bases y llevarlo a una mesa de negociaciones.

Todo queda reducido finalmente a costos y beneficios, y olvidado el problema fundamental del movimiento: qué tipo de ser humano estamos formando en las escuelas. También esperan haber limado la agudización política producida por los seis meses en paro que llegó a plantearle al país entero la diferencia entre una población obediente, representada por negociantes, y un pueblo deliberante y resolutivo, dueño de su propio destino. El sistema, advirtiendo el peligro de una escalada en la lucha, movió todas sus fuerzas, armadas, políticas, delictuales, comunicacionales, empresariales, nacionales e internacionales, hasta resucitar a los desacreditados zombis del Parlamento y entregarles la misión de consolidar la más grande de todas las estafas: seguir siendo amamantados, con becas o créditos, sin cerrar la boca desde el jardín infantil hasta el doctorado. Sin embargo hay una importante victoria que algunos ven erróneamente como un consuelo. El mejor resultado de nuestra lucha somos nosotros mismos. Hay algo nuevo que está naciendo de este conflicto. El país está recuperando la memoria y perdiendo el miedo. La historia prohibida ha recuperado la voz en los foros, asambleas y debates, y el ser humano autónomo, deliberante y con voluntad para decidir está comenzando a despertar. Es la victoria subjetiva, el renacimiento del espíritu que el sistema había logrado deprimir. Cuando el pueblo piensa y siente que el Parlamento no lo representa y que las instituciones en su conjunto son parte de la misma estafa, está llegando la hora de confiar en las fuerzas propias, de conocerlas, desarrollarlas y ponerlas en acción. Quedará en nuestra memoria una de las más bellas metáforas de los últimos tiempos: la estudiante subida a una mesa del Senado que apuntaba con el índice al Ministro Bulnes y lo desafiaba a responder a sus preguntas, mientras el Secretario de Estado, exabogado de Paulmann, bajaba la vista antes de terminar huyendo a tropezones de la sala. Este desacato (término que indica la primera expresión de libertad frente al Estado opresor) fue acompañado de un hecho notable: la estudiante estaba parada sobre la mesa, pero tuvo la delicadeza de hacerlo en calcetines para no dañar el barniz.

A esos hijos dejaremos este mundo.



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