LaCarne Magazine N42

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Los sonidos de la fiesta. el caso

L

as fiestas son un ejemplo claro de manifestación cultural, en la que la música y los sonidos en general cobran una especial relevancia. No hay fiesta sin música y no hay música sin músicos. Para ilustrar lo dicho, vamos a servirnos del ritual festivo de Jarramplas, aunque podríamos hacerlo de cualquier otro de los muchos que se desarrollan a lo largo del año. Dentro de la fiesta de Jarramplas, que se celebra en Piornal (Cáceres) los días 19 y 20 de enero, la música es esencial. De hecho, es difícil entender Jarramplas sin sus músicas. En estas fiestas dos son las tonadas principales: las Alborás y la Rosca de San Sebastián. Además de estas dos, en cada edición de Jarramplas se pueden escuchar varias rondas ritualizadas. Luego están los diferentes toques de tamboril que acompañan a cada acto. A toda esta música hay que añadir otras canciones jarrampleras aparecidas en las últimas décadas, en contextos de rock, folk, folklore y flamenco pop. Veamos un poco de cada una de ellas.

Alborás de Jarramplas

Las Alborás constituyen el canto que más se repite a lo largo de la fiesta, siempre en ritos de carácter religioso. La interpretación de cada estrofa de las Alborás es iniciada por un grupo de mujeres, y continuada por todas las personas asistentes al acto que así lo deseen. Se trata de un canto colectivo y monódico, integrador, acompañado constantemente por un ostinato rítmico ejecutado por el tamboril. Las Alborás constituyen el canto de carácter más étnico e identitario de todo el repertorio tradicional piornalego. Musicalmente estamos ante una tonada con esa forma de sonar característica de los antiguos sistemas melódicos modales. De estructura estrófica simple, se ajusta rítmicamente al compás de 4/4, que mantienen hasta el final, y que se adapta muy bien al desplazamiento andado en el que suenan. Para facilitar el canto colectivo en un contexto procesional y la posibilidad de que personas que participen en él por primera vez se puedan unir al canto, las Alborás cuentan con características musicales como: la presencia de un movimiento ondulante en la melodía asentado esencialmente en intervalos de 2ª y 3ª, la ausencia de cambios de compás, una forma simple o estrófica, la ampliación melódica que permite la repetición dos veces de los dos primeros versos y tres veces del cuarto en una misma copla, el canto de esta canción en diferentes momentos del ritual y la repetición de estrofas de texto. Hay que señalar que la última estrofa, que da fin al canto y al rito, se interpreta con la música de la Rosca de San Sebastián. Son las Alborás una canción cuyo límite temporal viene marcado por la duración del rito en el que suenan, en torno a media hora, de tal manera que se repite una y otra vez la tonada hasta que las cantoras creen conveniente parar. Las Alborás están constituidas por una tirada de estrofas o coplas, cada una de las cuales consta de cuatro versos de métrica regular, con siete sílabas los impares y cinco los pares, y rima

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