21 de mayo de 2016
12
AL RESCATE DE LA LITOGRAFÍA MEXICANA pusiera a trabajar. Así, cuando me di cuenta que el mármol mexicano es un buen sustituto de la piedra alemana y un soporte fantástico para hacer litografías, lo comencé a usar en mi taller. Y pronto me percaté de que esto era benéfico no sólo para mí sino para un montón de personas. Cuatro años después, en 2002, lo propuse en una exposición en el Museo del Chopo e invité a 16 artistas a que realizaran obra en este material con prensas que yo mismo había llevado. Fue una fiesta, se realizaron más de 30 ediciones en seis semanas; trabajamos intenso, los artistas invitados quedaron fascinados y se hizo mucha obra la mayor parte de ella en gran formato; fue la primera vez en que se dieron a conocer realmente las soluciones al problema de hacer litografía en México. “Primero hice todo esto modestamente en mi taller personal, que estaba en La Pitaya, aquí entre Xalapa y Coatepec, y luego, cuando ya se formó La Ceiba Gráfica, en 2005, se hizo con más instrumentación, con más sistematización.
G
racias a sus esfuerzos de autoabasto y sustentabilidad inspirados en las estrategias campesi-
costos muy elevados, además de que la prensas eran escasas. Y a eso se acumuló una serie de errores y omisiones cometidos en las escuelas de arte del país. Así, la litografía declinó rápidamente entre 1970 y 2000 o incluso hasta 2010. Estaba prácticamente muerta.
nas, Per Anderson y La Ceiba Gráfica han sido claves para el resurgimiento de la litografía en México. Esta disciplina de las artes gráficas padecía un alto grado de dependencia, pues se importaban todos sus materiales, desde la piedra litográfica hasta la maquinaria, el papel y la tinta, lo que implicaba
FOTOS: Tomadas del libro La Ceiba Gráfica. Una década de arte sustentable y comunitario
Si quieres algo hazlo tú mismo y si para hacer una litografía necesitas la piedra, lápices y crayones grasos, una imprenta, tinta y papel, fabrícalos o consíguelos en tu entorno.
La Ceiba Gráfica, dice Per Anderson, “es una utopía que busca realizarse, que quiere articularse, es casi como un sueño para un artista, para un grabador: ‘yo quisiera que nunca me faltaran piedras, que no se me acabara la tinta, que no tuviera nunca escasez de papel, en fin, que no se me cortara la posibilidad de producir por falta de los recursos necesarios’”. Esa utopía se está cumpliendo, y lo mejor, se está cumpliendo en la provincia mexicana, en Coatepec, con repercusión en otros lugares del país. Per relata así esta historia: “La litografía en México siempre había estado dependiendo de importaciones. La tinta venía de Chicago o París; los rodillos y las planchas, de Estados Unidos; las piedras, de Alemania, y esto sumaba exorbitantes costos para establecer un taller y creaba dependencias. “Ver de frente la ausencia de muchas cosas en México hizo que me
“Descubrir que el mármol mexicano es útil para hacer litografía rompe aquel mito de que la piedra litográfica tiene forzosamente que ser traída desde Alemania. Hay como una cuadratez en la mente y siempre cuesta romper viejas estructuras, mitos que han durado 200 años. Pero aquí se logró el cambio. La piedra era el obstáculo mayor. Entonces había que trabajar con la prensa y el rodillo. Y me aventé a la tarea de construir una prensa. Sin ser ingeniero ni nada de eso, lo hice. Mi experiencia fue parecida a la del inventor de la litografía, el alemán Alois Senefelder. Él tampoco era ingeniero, ni siquiera carpintero, sin embargo para hacer impresiones construía sus propias prensas de un modo muy rústico. Yo estuve apoyado con materiales más modernos como baleros, láminas de acero, hojas de acrílico muy uniformes… he tenido muchas ventajas que él no tenía. Logré construir la prensa, y no era tan difícil, era casi como armar una bicicleta. El rodillo me dio más guerra, tomó varios años. Es de un cuero grueso, ¿cómo podía hacerlo con una costura tan perfecta que rodara sobre una superficie de tinta y que no se percibiera esa costura? Me costó trabajo entender cómo, pero finalmente lo logré. El cuero es fibroso y tiene una porosidad con huequitos pequeños que guardan un poco de humedad. Es el instrumento ideal para la litografía. “Entonces resueltos problemas tan serios como el mármol mexicano procedente de canteras veracruzanas, las prensas y el rodillo, pensé ¿y la tinta? Híjole, es un coco bien duro eso, pero estudio, veo recetas y comienzo a obtener resultados.
Primero una tinta pinche, pero sigo viendo recetas y finalmente ya tenemos una tinta muy chingona. “Todo esto transcurrió en varios años, se fueron juntando las soluciones en un periodo de 12 años, más o menos. Es así que se iluminó el futuro de nuestra la litografía. Y ya que estaba listo todo aquello, ¿qué faltaba?, el papel. Atorarle al papel es un problema serio. Comencé a investigar y a hacer pruebas, tenía la ilusión de que las toallas viejas –sí, con todo y sus exudados corporales–iban a transformarse en papel. Y se logró. Pero ahorita estoy muy animado, pues con insumos diversos más allá de las toallas de algodón, llevamos varios años de hacer papel y con él hemos logrado buenas impresiones. “Podemos hacer nuestro propio papel, y como el papel, todos los demás ingredientes de la litografía. En La Ceiba tenemos el plan de alcanzar no un cien por ciento de autoabasto, sino 110 por ciento.