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La consulta es sobre el petróleo, no sobre el ITT

Quienes proponen dejar el crudo del ITT en el subsuelo buscan suavizar la gravedad de su propuesta. Por un lado, minimizan el impacto económico; por el otro, astutamente, sugieren que la consulta no afecta ni al Yasuní en su conjunto, sino apenas a un bloque. De esa forma, están logrando que el debate se reduzca a una torpe polémica de contabilidad pública y a una discusión logística, cuando está en juego algo mucho más grave: la posición del Ecuador ante los combustibles fósiles.

Si la consulta triunfa —en un momento en que la producción hidrocarburífera está en descenso y requiere inversión y cambios en normativa para resurgir, y en que el mundo empieza a dividirse en bloques según posturas irreconciliables con respecto a energía— el sector petrolero estará herido de muerte; el pueblo ecuatoriano le habrá declarado formalmente al mundo que quiere un futuro al margen de los combustibles fósiles

Esa es una decisión política; no tiene nada de económica ni, menos aún, de humanitaria o inevitable. Tiene que ver con a qué grupos se dará prioridad en el desarrollo futuro y a qué bloques económicos internacionales se prefiere servir. Por un lado, tres mil millones de personas ascenderán en un futuro cercano a la clase media y requerirán hidrocarburos, mientras las alternativas energéticas no logran generar ni la quinta parte. Por el otro, detrás del discurso apocalíptico verde se esconden inmensos intereses económicos que le apuestan a sembrar dependencia de otros mercados y de otras tecnologías. Ni el petróleo tiene nada por lo que pedir perdón, ni el ambientalismo tiene nada de ‘puro’.

Vertederos de basura

Laaparición de las redes sociales obedece en buena manera a la necesidad, unida al avance de la tecnología, de los seres humanos de comunicarse, y hacerlo sin los limitantes que antes suponía la distancia y también con la inmediatez que esa misma tecnología proporciona.

Las redes cumplen un papel comunicacional, —¿qué duda cabe?—, pero al mismo tiempo se han convertido en un vertedero de basura, en el que se expresan las más bajas pasiones, llegando al desenfreno de los lenguajes ofensivos, a la falta de existencia de empatía, a la ausencia de la mesura que debería primar en sociedades que respetan la calidad humana, los derechos humanos.

En muchas de las expresiones que se leen en las redes, no existe ni siquiera el filtro que la razón proporciona. Se actúa de manera visceral, se utilizan palabras soeces, se descalifica sin siquiera meditar en el daño que se puede causar y se expresan comentarios o frases hirientes tan solo por el placer de soltar palabras que desacreditan y deslegitiman.

Esto habla muy mal de la cultura de un pueblo, sin distingos de edad o de sexo, en la que la palabra cobarde y soez encuentra la cabida que seguramente no tendrían diversos sujetos si no tuvieran la mediación de las famosas redes sociales.

En esas redes se puede medir el estado de descomposición social de un pueblo, el nulo conocimiento de la historia, la falta de sindéresis y de mesura, la escasa capacidad de análisis de quienes se dejan guiar únicamente por la capacidad de linchamiento mediático que se encuentra en sus contenidos.

Por todo ello, hay que reiterar y abundar en la necesidad de una educación de calidad que esté basada en valores, que hunda sus raíces en el conocimiento de la historia y que ponga énfasis en el fortalecimiento de una verdadera identidad, sin distorsiones.

ción, vivienda, alimentación y una economía desastrosa que ha llevado al país a perder su libertad, autonomía y democracia ante la demagogia populista incrustada en el socialismo del siglo XXI.

Todos tenemos la libertad de pensar y decidir lo que queremos hacer, actuar conscientemente sin someternos al juicio de alguien que, sintiéndose dueño de la verdad, se permita expresar lo que sentimos como producto de ‘nuestra realidad’ individual y social. No nece- sitamos que nos den pensando. Pretender romper la realidad entre el yo y el mundo que nos rodea es despersonalizar al ser humano.

El concepto, el juicio y el razonamiento son funciones psíquicas del pensamiento del hombre: del análisis y la síntesis nacen los conceptos; el juicio se forma cuando encontramos la verdad y el razonamiento nos permite llegar a conclusiones. Cuando a través de la corrupción, la mentira, el engaño o la traición se llega a ostentar el poder -amarga experiencia del país con la llegada del populismo- se producen conflictos de gran magnitud que descubre graves problemas de personalidad, que pueden ser advertidos por todos quienes no practicamos la sumisión ni tenemos miedo a decir lo que pensamos. El hombre es libre mientras su pensamiento y sus reacciones emocionales se encuentren bajo el control de su propia razón, y si estos llegaren a ser superados por el discurso-oferta del engaño donde los viejos esquemas ideológi- cos siguen presentes ocultando la ignorancia y pobreza de pensamiento de la gente que sigue creyendo en las dádivas como forma de vida. Muchos ejemplos existen en el mundo, donde los pueblos engañados no han podido salir del régimen dictatorial que los oprime y los mantiene en la miseria. Caravanas de migrantes recorren Centroamérica y México en busca del sueño americano, o de algún país que los acoja para poder sobrevivir ante el hambre y la miseria que los agobia.

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