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Farándula
Nada ha movido más la lengua de toda la población que la tiradera de Shakira contra su ex, Piqué. Más allá de ser shakiristas o piquetistas, estamos frente al descubrimiento desembozado de que a todos nos encanta la noticia de farándula y el melodrama que ello trae. Sino, ¿por qué creen que los segmentos de farándula son tan populares?
A todos nos interesa conocer sobre la vida de los demás porque nuestros trapos sucios se lavan en casa y no son tan importantes o tan “bullangueros”. Nadie en la cuadra nos conoce, entonces es mejor comentar de la vida de quienes sí son conocidos
Frente a ellos y ellas, nuestras penurias no son nada, porque nuestros sufrimientos son propios y no conmueven, mientras que una rotura de uñas o de pestañas o un mal ‘outfit’ pueden ser el acabose para esa figura, hombre o mujer, que viven de eso, que viajan al extranjero para confirmar su éxito.
Sus vidas son ejemplares pues siempre han estado allí en el mostrador, en el escaparate para que comentemos, para que seamos o no de su bando, para que los reconozcamos cuando pasan frente a nosotros y les podamos pedir una selfie. Los necesitamos para no sentirnos humilladamente anónimos.
La farándula es necesaria para nuestra sociedad, pues sin ella, no podríamos echarle la culpa de nuestros males, pues son ellos, actores y actrices de los melodramas, a quienes queremos emular y cuando no lo logramos los odiamos o les endilgamos nuestras frustraciones, así como cuando nos miran, nos sentimos identificados y gratificados.
Nacional o extranjera, la farándula está allí para que le otorguemos glorias y desgracias como propias, para que la enjuiciemos por ser el reflejo de nuestros anhelos y frustraciones. En fin, porque somos seres humanos necesitamos de chivos expiatorios con quienes compartamos lo que queremos ser: shakiras o piqués, sharons o jotas jotas.
JAIME LÓPEZ