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La sangrienta estela de la impunidad
El asesinato de Agustín Intriago deja en claro que el país ha llegado a un punto en el que nadie, absolutamente nadie, está a salvo. Alcalde de una de las ciudades más importantes y uno de los políticos con mayor índice de popularidad, su trágica muerte dejará una incógnita perpetua sobre el futuro político que le aguardaba.
Su asesinato es el último de una larga cadena de atentados —que siguen sin esclarecerse— contra autoridades locales, cada vez más relevantes. El asesinato del candidato a concejal Gerardo Delgado, también de Manta, culminó solo con la sentencia de los dos autores materiales, y la investigación del de Julio César Farachio, candidato a alcalde de Salinas, se estancó tras una detención. El de Omar Menéndez, candidato a alcalde de Puerto López, carece aún de respuestas, al igual que el del con- cejal de Esmeraldas, Jairo Olaya. El atentado contra Luis Chonillo, alcalde de Durán, en el que fallecieron tres personas, también permanece impune.
Las autoridades y la comunidad no tienen cómo defenderse si ni siquiera saben quiénes son los causantes de la violencia ni sus motivos. Al tolerar que crímenes de esta envergadura queden sin esclarecerse, la Justicia da espacio a injustas especulaciones y rumores que, a la larga, colocan la culpa sobre las propias víctimas y sirven de pretexto a las autoridades para no buscar respuestas. Esto abona a la impunidad y sirve de aliciente para que los criminales sigan actuando con osadía cada vez mayor.
Lo único de lo que podemos estar seguros este momento con respecto al asesinato de Intriago es que, si no se hace nada, sobrevendrán otros de la misma escalofriante magnitud.
FRANKLIN BARRIGA LÓPEZ
f-barri@uio.satnet.net
Gestas nacionales
Loshechos heroicos, que constituyen referentes de identidad y ejemplo, deben ser recordados, para afianzar el orgullo patriótico, el sentido de pertenencia, la motivación hacia la superación y el triunfo. Las proezas de los antecesores no tienen que caer en el olvido, por elemental consecuencia cívica y responsabilidad social. No es fruto del acaso el Estado ecuatoriano, sino de una serie de sucesos que costaron enormes sacrificios. Las luchas por la Independencia reflejan acciones nada fáciles, muchas de las cuales llegaron al campo de la epopeya. Enaltecer estos acontecimientos es obligación ciudadana, gran incentivo para amar a nuestro país y no desfallecer ante las desventuras, condenar a los malos gobernantes que ignoraron la lección de los próceres y llenarse de esperanza para un futuro mejor.
La Batalla de Ibarra, la única en la que participó Simón Bolívar en nuestros territorios, tuvo lugar el 17 de julio de 1823 y consolidó la Independencia alcanzada en las faldas del volcán tutelar de Quito, el 24 de Mayo de 1822. Los realistas, desde Pasto y al mando de Agustín Agualongo, armaron un ejército con el cual pretendieron llegar a Quito y desbaratar lo alcanzado en Pichincha. Fueron detenidos en la Ciudad Blanca por el Libertador, quien, al mando de sus fuerzas republicanas, les propinó memorable derrota y, con ello, se produjo un verdadero hito en la trayectoria nacional.
En homenaje al Bicentenario de este acontecimiento, en el Salón Máximo de Posgrados de la Universidad Técnica del Norte, se llevó a cabo, el 7 del presente mes, un acto de gran significación: la Sesión Solemne organizada por la Academia Nacional de Historia, el mencionado centro de estudios superiores y la Sociedad Bolivariana del Ecuador: se pronunciaron discursos de solidez histórica y visión futurista por parte de los directivos de estas instituciones. Se honró debidamente a una de nuestras principales gestas.
uchas cosas se dicen sobre lo que debería tener o hacer el candidato ideal a asambleísta, bastante de esas opiniones bien del sentido común y, poca evidencia empírica o peor aún modelos comparados de otras legislaturas. Aquí resumiré un poco de lo que funciona otras latitudes, como punto de partida -inexistente en nuestro país- es que existan partidos políticos, porque son los que conforman el bloque parlamentario y de su seno se suele designar un portavoz, que es quien presenta las posiciones de partido, en 2020 se reformó el código de la democracia y, actualmente votamos en listas cerradas o comúnmente llamado voto en plancha, esto refuerza esta idea del voto por el partido y no por el individuo que encabeza o integra la lista, votamos por una forma de ver la realidad y ahí viene el segundo requisito, que es la ideología, que no es más que el cúmulo de ideas, opiniones y posiciones frente a la vida que tiene un político y su partido, todas nuestras sociales se organizan en forma de ideología, unas más a la izquierda y otras a la derecha, conservadoras o progresistas nos permiten entender el mundo.
Ya cumplido que el candidato tenga claras sus ideas y forme parte de un proyecto político, queda que sepa tener las virtudes de un político, que son gestionar las necesidades que se presenten a partir de las herramientas institucionales y constitucionales a su disposición, es tener habilidad para solucionar los problemas que se presentan dicho de otra forma y para eso, hay que saber interpretar las necesidades de las personas y, actuar con diligencia para entre todos el complejo sistema burocrático hallar soluciones.
Finalmente, la ética política no es cosa menor, hablamos de honestidad y algo sentido de la moral pública, que te permita gestionar con mesura y sin bendiciones personales los recursos que nos pertenecen a todos, esto que está venido a menos por nuestros ex legisladores que negociaron sus votos a cambio de gobernadores y gerencias de la banca pública. Esos son los mínimos, luego su formación académica, experiencia profesional o liderazgo probado suma pero, no es lo sustancial.