7 minute read

Conciencia solidaria

No somos lo que tenemos, somos lo que damos. Lo que damos es lo que recogemos y lo que recogemos construye lo que somos.”

El escepticismo por la seguridad social, laboral, familiar, financiera, etc., y sus efectos colaterales son consecuencia de la globalización de la inconciencia solidaria en todos los aspectos de la vida diaria, y que, el ser humano ya ha advertido, especialmente, la desconfianza en los gobiernos de turno. El apoyo incondicional a causas complicadas unifica el corazón, eso se llama calidad humana, sabiduría interna iniciada en la conciencia con su mensaje de respeto y atención a las necesidades del otro. Esta es la verdad del sentimiento humano contactándose de corazón a corazón y disfrutar de los sentimientos superiores, que alimentan el alma y pone a distancia a resentidos sociales, que necesitan educación en valores, porque, si la patria, la sociedad está contaminada de envidia, resentimiento, de odio, complejos celebrando la muerte de otro ser humano del cual nada entienden, por ser de un alto valor vivencial en favor de la comunidad. Un país sin alma, empatía, sentido común no logrará la superación, por tanto, fomentar la solidaridad y convivencia basadas en ayuda, apoyo, respeto y paciencia en todos los espacios de vida, desarrolla valiosas relaciones de amistad, familiares, sociales. Los derechos bien entendidos por el pueblo optimizan su desarrollo, contemplan garantías al ser humano para resistir las adversidades a lo largo de la vida. Ha advertido Edgar Morín: ¿Quién se hace cargo del futuro si la humanidad está amenazada por la Inteligencia Artificial? “Solamente la determinación firme y perseverante por el bien común, es el bien de todos y cada uno, para que todos, seamos realmente responsables de todos” Juan Pablo II.

Imprevisión y ansia de poder

Medio de comunicación liberal, laico, agnóstico e inclusivo. Respetuoso y defensor de los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y la Democracia.

Editor General: Jean Cano

Editor Regional: Fabricio Cevallos Chávez

Redacción: editorgeneral@lahora.com.ec

Publicidad: publicidad@lahora.com.ec

Año: XXXIX No. 10.609

La anterior semana titulé esta columna Urge la abducción alienígena, y confieso que fue toda una insensatez de mi parte. No por lo de los aliens -miedo que poco a poco se vuelve esperanza- sino por eso de la urgencia. La Corte Constitucional ha sido clarísima que, a la luz de nuestra Carta Magna en el territorio nacional no hay tal cosa como la urgencia y por lo tanto la necesidad imperiosa de ciertas reformas resulta un acto desesperado del gobier- no, incomprensible y fuera de lugar. Siento una envidia malsana por esa noción tan objetiva, racional y prístina que puede separar la paja del heno y asumir con paciencia o resignación cristiana que no hay nada apremiante, imperioso o cómo mínimo acuciante en nuestra realidad desangrada. *Nótese la sátira. Con qué coraje se puede negar la urgencia de un país como el nuestro, con qué sentido de la institucionalidad o dureza en el gesto se permitieron dar pie a un juicio político sin necesidad de valorar el fundamento de las causales, pero negar los decretos económicos urgentes por entrar, con todo derecho qué duda cabe, a calibrar la urgencia de nuestra miseria.

La Corte Constitucional

¿Necesitamos un dictador?

La inseguridad, el crimen organizado, la corrupción, el narcotráfico y el desangre en las calles, parecería ser el caldo de cultivo perfecto para que llegue a considerarse que necesitamos de un régimen autoritario; uno que sin talante democrático, como el mejor de los caudillos, disponga sobre el destino del país. Ante el desgobierno de los últimos años, acrecentado en el último período presidencial, hay quienes mantienen y se ratifican en el criterio de la necesidad de una dictadura. Desde su muy particular óptica, no hay ninguna otra fórmula democrática que pueda recomponer y enderezar el futuro nacional.

Llegar a esa conclusión, del todo antojadiza y sin sustento, ratifica el sentimiento popular de que de alguna forma el país es ingobernable. Es, también, una

Sostenía

Aristóteles que los seres humanos se dividen en dos clases: quienes son capaces de prever y de gobernarse a sí mismos y quienes son incapaces de ello; estos últimos deben ser considerados como siervos por

CARLOS FREILE naturaleza y jamás podrán ocupar un sitial en la conducción de la comunidad política. Los ecuatorianos hemos sido testigos de la negativa de la Corte Constitucional de dar paso a ciertas medidas de urgencia propuestas por el presidente de la República por considerar que no existe tal urgencia. Más allá de los tecnicismos legales y de la interpretación estrictísima de la ley, tema en el cual este cronista es lego (pero recuerda el axioma ciceroniano de que “Summum ius, summa ha sido uno de los eslabones más rescatables de nuestro Estado, de hecho, lo ha sostenido en momentos delicados. No obstante, hay decisiones que parecen horadar la llaga en lugar de curarla. Supongo que será mi exceso de sesgo o quizás la desesperación que a mí sí me inunda como ecuatoriano que siente la urgencia, aunque al parecer, no hay razón para creer que exista todavía. Yo sí nos veo urgidos de reformas que mejoren la economía, la inversión, el alivio tributario, las perspectivas de crecimiento y se traduzcan en salud, educación, empleo. Pero no, primero nos urge la urgencia. ¿Cuándo llegará lo urgente? Parece pregunta poética, pero ha tomado rumbos existenciales.

Urgidos, pero de estarlo Sea de verdad

No sé si está de acuerdo usted, estimado lector, que existen días en los que uno mira alrededor y parece que nada tiene sentido de repente (al menos bajo el sentido que hemos proyectado sobre alguna situación, cosa o persona). Pero es que deberíamos empezar por el hecho de que es usted el que no tiene sentido.

Vivimos atrapados bajo el epicentro de nuestra propia perspectiva, aplastados bajo la gravedad de nuestro egocentrismo; uno que, si me lo permite, he de comentar… está basado en la mentira que nos hemos acostumbrado a creer sobre nosotros mismos.

perspectiva muy cómoda y benevolente sobre los ciudadanos, bajo la premisa de que los políticos son los únicos que contribuyen al desastre nacional. Lo uno y lo otro, nos aleja del verdadero debate: rescatar al Ecuador desde la democracia. Sí, seguramente usted habrá perdido la esperanza y cree cada vez menos en el poder de los votos y la representación política; mucho más ahora que estamos a escasos días de volver a acudir a las urnas. Lo entiendo y tiene todo el derecho de sentirse así, la experiencia histórica reciente no ha hecho más que ratificar que pese a la existencia de instituciones, ninguna es garantía para nuestro desarrollo. Sin embargo, me niego a pensar que lo más idóneo para el país, sea entregarlo a un único y omnipresente personaje, que mueva los hilos a su antojo y que, sin favor, ni temor, a cualquier costo, acabe con los males que hoy nos aquejan. ¿Es necesario un dictador para repensarnos como sociedad? ¿Está usted realmente dispuesto a ceder su libertad y el ejercicio de sus derechos?

La violencia puede y debe iniura” –“El derecho llevado al extremo provoca una suprema injusticia”-), el sentido común obliga a pensar que la urgencia no solo se presenta por hechos del pasado sino también por posibles acontecimientos del futuro que es prudente prevenir. La moraleja de esta anécdota verdadera cae por su propio peso: ciertas personas con capacidad de decisión pero no de previsión no deberían regir ningún aspecto de la república.

La segunda reflexión de acabar, no es tan solo un anhelo de todos, sino también, una exigencia ciudadana para el próximo gobierno. No es secundario, ni un tema que debamos esconder debajo de la alfombra, dada la histeria colectiva por lo que vivimos; pero es igual de relevante que entre todo lo que pasa, al menos mantengamos los valores democráticos que, aunque desgastados, nos identifican y representan como nación. ¿O acaso usted se ve viviendo sin libertad de expresión, separación de poderes y derechos humanos? No hace falta un dictador, pero si un gobierno que demuestre la templanza necesaria para enfrentar a la criminalidad y paralelamente, que tenga el deseo de vencer a la pobreza, la desnutrición, el analfabetismo y nos conduzca a la senda de la paz y del progreso. ¿Vivir sin miedo al futuro? Sí. ¿A cualquier costo? No. La democracia, al igual que la paz en las calles, es un insumo que debemos recuperar. El 20 de agosto es una buena oportunidad para empezar a hacerlo.

@ItaloSotomayor italosotomayormedina@ gmail.com este artículo se refiere a las palabras que Sancho Panza dirigió en cierta ocasión a Don Quijote, según nos cuenta Cervantes: “Señor, tengo para mí que es bueno mandar, aunque sea sobre un hato de ganado”. No es necesario ayudar al lector con el cambio de “ganado” por “borregos” para aplicar la sentencia a nuestra realidad. Conocemos a diversos políticos que, sin ningún rubor, proclaman su deseo de ser elegidos para gobernar un rebaño de obedientes y sumisos borregos, así satisfará su apetito de poder, pero también hundirán cada vez más a la sociedad en el abismo del conformismo, de la cobardía y de la sumisión voluntaria. Moraleja: Quien escoja a un autoproclamado pastor de borregos merecerá sin piedad ser tratado como ganado.

Es que nos la repetimos todo el tiempo… la mentira, digo. Por ello debo repetirle que usted, no es el centro de la tierra y, sobre todo, no es el personaje principal de ninguna vida, ni siquiera la suya propia porque… como verá, no es ni siquiera suya. Si es confeso de alguna fe, su vida le pertenece al “De-Arriba” y, si no lo es, su vida es una mera coincidencia en el incansable espacio vacío del universo. Lo certero es, que ni usted ni yo somos nadie y todos tenemos un tiempo determinado.

Incluso, dentro de varias décadas, nadie se acordará de quién fue, ni lo que hizo… a menos que sea famoso claro, en vez de varias décadas, la gente se olvidará de usted en varias muchas décadas… pero nos olvidarán. Seremos solo polvo dispersándose por las estrellas.

Ahora, se preguntará: ¿Qué propósito tiene todo esto, estar vivo? Aun así, evítese la molestia de caer en nihilismos absurdistas, el mero hecho de que ni usted ni lo que le rodea tenga sentido, le abre un abanico de posibilidades para apreciar este mismo momento, en el que usted está consciente de que vive y que existe… de que usted es… meramente… es.

Por ello, afronte la vida con valor, hoy en día se necesita valor para ser feliz. Tenga valentía para adentrarse usted mismo en el camino del conocimiento personal, esto le ayudará a encontrar la maravilla del momento y a aprender cómo utilizar el arma de la compasión, la amabilidad, la empatía y el respeto hacia las personas que tiene alrededor. No desperdicie el poco tiempo que tiene pensando que es algo que no es, simplemente, como le he dicho… sea de verdad, auténtico, libre y valiente.

Existe una posible dolorosísima conclusión a estas dos premisas: a lo mejor algunos seres humanos incapaces de prever han aceptado ya, de forma tal vez implícita o secreta, el ser ovejas y han bajado la cerviz.

This article is from: