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Salud mental antes que armas
Tras el anuncio del Gobierno de eliminar algunos obstáculos para la tenencia y porte de armas de fuego, el debate sobre la seguridad parece haber perdido momentáneamente el norte. El crimen y la paz social no son cuestión de tecnología ni de infraestructura; las armas en manos de la ciudadanía no bastan para traer de vuelta la calma, pero tampoco es que la violencia en las calles se deba únicamente a los nuevos arsenales del hampa. El verdadero problema es que el país, de un tiempo acá, se llenó de personas dispuestas a matar y eso —un asunto moral y de salud mental, con profundas raíces socioeconómicas— no se cambia con más o menos armas. Somos una sociedad profundamente violenta. La agresividad es omnipresente: desde las relaciones intrafamiliares y de pareja, hasta el deporte y el entre- tenimiento, pasando por la política, el tráfico y la vida pública en su conjunto. La violencia es el nuevo idioma que cada vez más ciudadanos hablan y que, por lo tanto, el resto también tiene que aprender a dominar. ¿Cómo evitar que las armas abonen a ese proceso?
Algunos ciudadanos —principalmente sobrevivientes de la violencia o personas en situación vulnerable— encontrarán una legítima sensación de seguridad y confianza en la tenencia legal de un arma. Pero de nada servirá a la larga si es que el Estado no es lo suficientemente cuidadoso al otorgar permisos y, sobre todo, si no invierte en sanar la salud mental del país . Educación, familia, comunidad, cultura, asistencia psicológica, un sistema eficaz de rehabilitación; son temas menos polémicos y llamativos, pero mucho más importantes.
Arma o amar
y si se requiere, replantear la intervención que realizan los gobernantes La Constitución de la República del Ecuador recoge en algunos fragmentos la evaluación como método. El artículo 85 dispone que las políticas públicas y la prestación de bienes y servicios públicos se orientarán a hacer efectivos el buen vivir y todos los derechos. Así mismo, señala que cuando los efectos de la ejecución de las políticas públicas vulneren o amenacen derechos constitucionales, la política deberá refor- mularse con medidas alternativas que concilien los derechos en conflicto. En línea similar, los artículos 140 y 227 determinan que la administración pública constituye un servicio a la colectividad que se rige por los principios de eficacia, eficiencia, calidad, desconcentración, descentralización, coordinación, participación, planificación, transparencia y evaluación; y, que dentro de las atribuciones de la Función Ejecutiva consta la evaluación de las políticas públicas nacionales. No obstante, estudios indi- can que en Ecuador aún son escasos los procesos de evaluación para medir la eficiencia del gasto público que señalen con claridad la necesidad de continuar, modificar o incluso suspender una política pública en marcha.
Experiencias internacionales nos muestran que la evaluación de proyectos funciona e impacta positivamente la vida de los ciudadanos. Brasil, Colombia, México y España cuentan con leyes que disponen la evaluación de las políticas o programas guberna- el llevar consigo un arma a civiles, es la demostración de una sociedad sumergida en el caos, el desconcierto, impuesto (v.t. imponer) por quienes no tuvieron la capacidad y raciocinio para encontrar un mejor camino que no sea la violencia, el asesinato, porque, les quedo muy grande el liderazgo y la garantía de la seguridad, principio constitucional que el Estado tiene la obligación de adjudicar a sus ciudadanos. Recordemos quienes van a ser los encargados de resolver si fue en legítima defensa el uso de un arma.
Autorizar
Existen mecanismos más idóneos antes de armar a la población, como por ejemplo, generar fuentes de trabajo, educar con conciencia social y principios sólidos de moral y cívica, es decir, infundir el amor y respeto al prójimo, cualidad fundamental del ser humano que toda religión lo pregona, pero que se desvanece en la esfera política por la falta de compromiso y responsabilidad al momento de generar normativas jurídicas. Contrarrestar la violencia con más violencia, es desconocer el camino hacia la paz, la armonía entre iguales, la tranquilidad y buen trato como actores sociales; es decir, salimos del fin existencial para ingresar a la barbarie e insensatez, recordando que procedemos de una cultura pacífica y sosegada que ha priorizado valores connaturales a pesar de haber sido invadidos en dos ocasiones, como lo señala su historia.
A dónde nos están conduciendo ¿a armarnos o amarnos? Esa es la cuestión, porque una sociedad que resuelve sus conflictos con muertes y asesinatos está demostrando la falta de valores e ideales para resolver sus conflictos y, no estamos socapando a la delincuencia que debe ser extinguida, pero con más violencia no se podrá lograr. El gran pacifista, Mahatma Gandhi señaló “No hay camino para la paz, la paz es el camino”; es tiempo de amarse los unos a los otros, no de armarnos, porque lo obtenido con violencia se mantiene con violencia (Martin Luther King).
mentales, y establecen un organismo responsable de evaluar. En Ecuador todavía queda un amplio camino por recorrer. No hay legislación concreta que desarrolle e institucionalice la evaluación y tampoco hay cultura generalizada sobre la importancia de evaluar. Hoy más que nunca es necesario contar con un compromiso ético que brinde certezas a la ciudadanía sobre la correcta utilización de los recursos públicos y particularmente, sobre los proyectos que de verdad funcionan.