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Las reformas pendientes al Código de la Democracia

Esta campaña nos recordó las urgentes reformas que requiere el Código de la Democracia. De nada sirve esperar a estar a las puertas de un nuevo proceso. Le corresponde ahora a la ciudadanía exigir cambios porque la clase política jamás procederá, por sí misma, contra sus propios intereses.

En los últimos meses, el país observó impotente cómo pulularon candidaturas con financiamiento misterioso. Por vacíos legales y falta de claridad en la asignación de competencias –¿y voluntad?–, la Justicia y la Función Electoral no actuaron a tiempo.

Como siempre, vendrá el CNE tras la elección a patalear, cuando el daño a la democracia ya está hecho; se requieren reformas que detengan y sancionen desde un inicio a los infractores.

Tampoco se puede continuar operando con límites de gasto, financiamiento público y esquemas de control pensados para la política del siglo pasado. Se necesita un control real del origen del dinero utilizado en la calle, medios y plataformas; un financiamiento más libre, pero con minuciosa fiscalización.

Quizás sea el momento —en nombre de la legitimidad— de imponer requisitos más rigurosos para las candidaturas de alcaldes y prefectos, incluir una segunda vuelta o dividir los grandes distritos en varias alcaldías. Por último, se requiere un Tribunal Contencioso Electoral más transparente, resuelto y competente. Es intolerable que la máxima autoridad en tiempos de campaña haya hecho tanto por manchar su credibilidad, como aguantar la decisión sobre los derechos políticos de Jorge Yunda, en Quito, mientras se bajó de un tumbo a Yadira Bayas en Santo Domingo, a 17 días de las elecciones.

La democracia es perfectible, pero no se arreglará sola ni lo harán quienes lucran de ella.

Petróleo al desnudo

La riqueza petrolera es potencial de creación y desarrollo. En algunos países funciona para beneficio de los ciudadanos, como en Noruega, México, Nueva Zelanda, etc.; en otros, crea magnificencia y lujo, en otros se diluye en armas y guerras, tragedia que produce también este mineral.

En la Amazonía comenzaron los problemas desde el inicio de la exploración. Nacieron conflictos con sus habitantes, gente de culturas ancestrales que viven en esas selvas que por lógica legal debe reconocérseles como propietarios sin escrituras. La ley sostiene que quien habita o vive en un territorio por más de 20 años adquiere la posesión, independientemente que tenga o no títulos.

Es el caso de los Waorani y otras etnias y pueblos que moran allí; sin embargo, el Estado, buscando aprovechar la riqueza, tomó esas tierras rompiendo el equilibrio del bosque. Ciudades como Orellana y Nueva Loja no existían. Comenzaron como campamentos petroleros. Los nativos reclamaron compensación por la destrucción del bosque y se hicieron tratos para proveerles algunos pequeños beneficios.

El conflicto del bloque 16 se da por incumplimiento del Estado al no honrar un acuerdo que ellos tienen desde tiempos de Maxus, para que la comunidad reciba algunos beneficios en compensación al daño ambiental. Petroecuador, actual operador, no cumplió y creó el conflicto. Así es como una pequeña historia olvidada aparece en la prensa como un conflicto donde los Waorani llevan la parte negra.

La mayoría de ciudadanos desconocen esto, que implica que los habitantes ancestrales del ‘Sacha’ están de vuelta y reclaman sus derechos, lo que insinúa un escenario de complejidad para los mestizos de diferentes cruces incluidos europeos. No debemos soslayar lo que está ocurriendo y donde los derechos de los nativos están siendo visualizados con intensidad.

somos un “pueblo aburrido”, es necesario reflexionar, sobre el Ambato pensado; que de hecho tomará diferentes imágenes, dependiendo las mismas, del locus de enunciación, es decir, el lugar desde el cual se habla, o dice la historia personal del sujeto hablante.

dos, desfiles, carros alegóricos, aplausos; es decir, se opera en ese pensamiento el ideal de la fantasía que ayuda a enfrentar las dinámicas más ásperas de la realidad, y más recrudecidas en tiempos de campaña electoral.

Apropósito

de la polémica, desatada por las interpretaciones que se hiciera a un medio de comunicación, a propósito de una entrevista a las candidatas a Reina de Ambato, antes que ofenderse por que nos hayan dicho que

Por lo tanto, el Ambato pensado, para las señoritas candidatas a reina, será una ciudad idealizada con súbditos, vergeles, palacios, asistentes, asesores, espectáculos, visitas, horarios, fotografías, visita de medios, trajes vistosos, peina-

El Ambato pensado, para el migrante, será la magnificación que la ciudad pensada alberga la esperanza del retorno, se volverá por momentos el faro y guía, la luz insustituible, para iluminar los recuerdos nobles y conjurar las circunstancias difíciles. Muy difícilmente, se podrá tener un Ambato pensado como un objetivo común de una ciudad para vivir en la alegría que da la seguridad y el orden. Parecería exagerado decir, que la construcción del Ambato pensado, no está en las manos de candidatos políticos, o los ganadores en las urnas; como ya nos demostraron que, en estos últimos tiempos de crisis, cuando blandieron actos de agresión inmisericorde a la vida, a la economía de los ambateños. Es urgente pensar en un

Ambato con memoria, que se pueda reconocer históricamente, que más allá de las gazmoñerías trasnochadas de cómo nos llamen, un Ambato soñado pueda posicionarse con total temple en la actualidad; y sin recelo alguno verse en retrospectiva por los momentos duros por los que ha atravesado, hasta convertirse en un escenario con demandas sociales urbanas, que requieren establecer las prioridades de inversión que hoy por hoy las ciudades y las lógicas de urbanización requieren.

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