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Corrupción, nueva burocracia y nuevos chivos expiatorios

Se ha intentado de todo contra la corrupción — endurecimiento de penas, reformas a las leyes de contratación pública y de organismos de control, mejoramiento de sueldos en el sector público—, pero el problema sigue allí. Ahora, en el contexto de la campaña presidencial y de la reciente declaración de parte del Consejo de Seguridad Pública y del Estado cobran fuerza otros enfoques. Se enfatiza la lucha contra la corrupción como una iniciativa que requiere cooperación entre Estados y que debe ser capitaneada por organismos multilaterales y organizaciones no gubernamentales. Este enfoque, que guarda alarmantes similitudes con el de la lucha antinarcóticos, corre el riesgo de generar una nueva burocracia internacional anticorrupción que, además de costosísima, tienda a expandirse y perpetuarse . También se busca transferir la responsabilidad al sistema educativo. Esto es incoherente. Un Estado es producto y reflejo de los valores de un pueblo. Es el pueblo el que inculca su moral al Estado, no al revés. Al sugerir que la culpa es de la ciudadanía y que la solución es el adoctrinamiento, la clase política se lava convenientemente las manos. El problema con la corrupción en nuestro país es que la población —honesta en su inmensa mayoría— simplemente no entiende ni conoce los mecanismos de saqueo que emplean los malos elementos en el sector público. Si los políticos quieren cambiar eso, bien podrían empezar, con el discurso y el ejemplo, por hacer pedagogía ciudadana sobre cómo opera la corrupción y cómo se procede con honestidad.

La mayoría de políticos no sirven al pueblo, se sirven del pueblo y sirven a grupos de poder que financian sus campañas electorales. Dicho esto, el “ejercicio de la razón” es lo que más y mejor nos puede liberar de la estupidez, solo así lograríamos utilizar nuestros mejores esfuerzos para lograr metas que tengan trascendencia, sin importar lo que coyunturalmente convenga a ciertos intereses personales.

La pregunta va dirigida al porqué siempre tienen que sufrir los más pobres e indefensos si son ellos el caballo de batalla de todos los políticos que llegan a los cargos públicos luego de elecciones que despiertan dudas por la serie de “apagones”, luego de los cuales “se les aparece la luz” a los que están perdiendo en las urnas. Corruptos que se han acostumbrado a mentir sin ruborizarse y a defecarse en el pueblo casi sin pujar.

El descuido en la educación de niños que viven en barrios marginados y ciudades pequeñas, ha inducido a que crezcan la desidia y la apatía, mientras los grupos de poder se multiplican como ratas que crecen en la frivolidad del goce del dinero fácil. Las “empresas electorales” están repletas de mentes de alquiler, con “robots orgánicos” que, sin oficio ni beneficio, no piensan y solo obedecen.

La destrucción de los seres humanos es de las primeras acciones que se produjeron luego de haberse creado el “Edén” en tiempos que Caín asesinó a su hermano Abel y, esto no ha cambiado. Ecuador, que podría ser un paraíso por la cantidad de recursos naturales, flora, fauna, está permanentemente enfrentado en guerras electorales fratricidas y nos estamos liquidamos de muchas formas, no solo con violencia física, sino con la agresión psicológica de una propaganda política tóxica que junto con la droga, envenenan a una juventud que ve en la política no la oportunidad de servir a la gente, sino la manera más rápida de salir de la pobreza, porque observan que prevalece la mediocridad y la impunidad.

Quien conduce un vehículo debe estar debidamente capacitado en materia de tránsito; que su licencia de conducir se obtenga previo el curso correspon- diente, donde haya aprendido los reglamentos que deben ser puestos en práctica; pues la vida de los seres humanos no puede estar en manos de quien adquiere una licencia de forma irregular , sin tener el más mínimo conocimiento de tránsito y sus preceptos. Así mismo, las escuelas de capacitación deben cumplir con su función con absoluta responsabilidad, capaz de obtener en el conductor destreza, pericia y sobre todo dis - ciplina; que en los colegios y universidades se dicten clases de la materia de tránsito , con el objeto de concienciar a conductores y peatones sobre el respeto a esta ley ; que se revise de manera responsable el estado de los vehículos y su periódico mantenimiento al ser matriculados; en caso contrario deben ser retirados de la circulación. Un vehículo en mal estado es un riesgo no solamente para sus ocupantes sino también para los peatones.

Es obligación del Gobierno Nacional y particularmente del Ministerio de Obras Públicas, así como de gobiernos seccionales, la construcción de vías aptas para la circulación, con las técnicas modernas e internacionales del caso, la adecuación y el arreglo permanente de las mismas, con sus respectivos parterres, muros de contención, bermas, espaldones, señalética, zonas para ciclistas, peatones, etc.

Por otra parte, conducir en estado de embriaguez y a velocidades extrema s son las principales causas de los accidentes de tránsito en los que se han perdido valiosas vidas y se han teñido de rojo las carreteras, cuya pena por muerte en estas circunstancias es de 10 a 12 años de cárcel.

Recuerde que el consumo de un vaso de cerveza o una copa de vino ya le impiden conducir. No se arriesgue, pues puede ser fatal.

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