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Madurez ante la histeria

Gran parte de la clase política ecuatoriana —junto con algunos acólitos en el activismo y la sociedad civil— intenta implantar un discurso apocalíptico. Buscan convencer a la ciudadanía de que el país atraviesa un escenario catastrófico y que cualquier medida extrema es justificada. Semejante llamado a la histeria debe ser enfrentado con escepticismo y madurez.

El momento actual requiere ponderar con ecuanimidad los hechos y, sobre todo, tener claras algunas consideraciones. La principal preocupación de los ecuatorianos en este momento es, de largo, la seguridad —en su acepción más básica, la que se refiere a la protección de la integridad física, la vida y la propiedad—. Se trata de un tema ante el que casi no existen divergencias ideológicas y que constituye, a largo plazo, una amenaza para todos y para todo. Usarlo como munición en la pugna política y como excusa para trastocar el sistema, en lugar de cooperar en su solución, es una actitud irresponsable. Al mismo tiempo, los indicadores muestran que el país va mejor de lo que la propaganda efectista y la retórica sentimental de cierta oposición deshonesta sugiere. obsoletas que el Estado les otorga para realizar un trabajo complejo y a la vez muy peligroso. Estos deben enfrentar una delincuencia muy agresiva y decidida a matar.

Sembrar el pánico, la prisa irracional y la desesperanza entre los ecuatorianos en momentos como estos es, además de injusto, contraproducente. Ello significa crear un clima de pesimismo y desconfianza del que luego será muy difícil salir y que terminará perjudicando también, en sus proyectos futuros, a esos sectores de la oposición que hoy azuzan el sentimiento de desesperación. Ecuador ya se ha autoflagelado suficiente durante décadas; es mejor pensar en diagnósticos y soluciones sin tantos lamentos ni superlativos.

Mientras los ciudadanos han perdido toda esperanza en el gobierno, las embajadas demuestran mayor capacidad que la propia “inteligencia” nacional, sin embargo, esto no nos sorprende, ¿Qué podemos esperar? Si los servidores públicos que se encuentran en la obligación constitucional de resguardar a la población demuestran su ineptitud en un video disparándose entre ellos y solicitando con total calma colocar chalecos antibalas a los pequeños cuando toda esa energía debería enfocarse en hacer su trabajo correctamente.

Junto a ellos su complemento, gestores mediocres burocráticos de manera general y políticos sinvergüenzas que se encuentran en el poder. A fin de cuentas, ¿qué podemos esperar? Si el ejecutivo vive en épocas de vacunación exitosa mientras han muerto 1500 personas de manera violenta en lo que va del año, pero eso sí, jamás falta una justificación para todo error del gobierno, donde se preocupan mucho más por comprar votos en el legislativo que por servir correctamente al país y actuar de manera contundente.

Mientras la oposición de siempre, llena de mediocres y economistas con “lapsus estúpidus” dando una “brillante” cátedra en televisión extranjera junto a sus mediocres amigos ideológicos, qué pena de este país . Lo que nos queda por hacer es resistir y mientras todo este barco se hunde o no, preparar un plan B. Es hora de que la gente identifique que tipo de país es necesario y quienes son las personas indicadas para tomar las riendas, para cuando el momento democrático llegue, responder responsablemente con el país. No solo basta un líder con carácter, es necesario que sus ideologías no sean históricamente un fracaso.

Me sumo a la ola de indignación nacional, todos aquellos que puedan generar un cambio actúen con severidad, respondan con valentía que la historia les agradecerá. Al gobierno, burócratas y “autoridades”, basta de justificaciones y de eludir responsabilidades, en este punto la nación no pide, exige hagan su trabajo.

Sin embargo, hay que aceptar, evidentemente, que la mayoría de los policías no están bien entrenados, ya hemos evidenciado desde hace mucho tiempo; conviene recordar el caso del venezolano que apuñaló a la chica en presencia de dos policías en la Sierra antes de que estos pudieran capturarle. Así se han venido dando muchos casos análogos, como el último suscitado en el cantón Valencia, donde un sujeto con un cuchillo se les escapó de las manos y pasó a mayores cuando un tercer policía tuvo que actuar y uno de ellos salió herido de bala en una de sus piernas.

Es fácil darse cuenta de que están fallando en la actuación policial; pero al margen de ello, no actúan de forma contundente, aunque les sobra valor para hacerlo; porque también sienten inseguridad, ya que la ley no los respalda en su peligrosa actividad y en el uso progresivo de la fuerza. Es evidente que existe un desfase entre la agresividad y los cambios que los delincuentes están optando, cambios muy dinámicos en utilizar mecanismos y estrategias para lograr su cometido que asombran al mundo. La perversión maquiavélica sin un mínimo de pudor; pues en este orden de cosas, el Gobierno y la Asamblea Nacional deberían adoptar, por un lado, medidas modernas suficiente para una actuación dinámica y profe - sional, acorde con la actuación innovadora y perversa de los enemigos de la ciudadanía. Por otra parte, los legisladores deberían promover leyes modernas sagaces y prácticas como corresponde al nivel del desbordante crecimiento y variado orden mafioso del crimen organizado. La sociedad cree que es hora de actuar con inteligencia y premura por parte de quienes tienen la potestad de hacerlo y, obviamente, cambiar las leyes penales. Hasta que ello suceda, que Dios nos ampare.

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