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La mentira del eterno tesoro

Muchas veces, la relación entre políticos y electores en nuestro país se fundamenta en mentiras convenientes para ambas partes. Pocas falacias son más seductoras, al momento de conquistar votos, que aquella de que el país ya es rico, pero que su riqueza está secuestrada por algún villano. En una especie de transacción comercial, el candidato promete recuperar esos recursos para el ‘pueblo’ y, a cambio, la muchedumbre marca su nombre en la papeleta. Esa idea nos ha acompañado a lo largo de toda nuestra historia republicana; solo cambia el villano de turno. Un tiempo era la Iglesia, los terratenientes, las mineras y petroleras extranjeras, o las corporaciones creadas por la dictadura; se creía que bastaba con expoliarlos y repartir el botín para que todos los ecuatorianos salieran de la pobreza. Así se hizo, pero poco cambió. Luego, en tiempos más recientes, se hablaba de la ‘plata ociosa’ de los fondos petroleros y del IESS; se echó mano de ellos y lo único que quedó fue más deudas. Se empezó después a hablar de inmensas riquezas que supuestamente yacen en paraísos fiscales, de miles de millones en impuestos pendientes o de que bastaría acabar con la corrupción para distribuir la riqueza. El más reciente mito, en esa misma línea e igualmente erróneo, es el de la reserva internacional. Esa es una idea nociva. Hace que nos mentalicemos en ser criaturas rapaces, siempre atentos a qué arrebatar o ‘recuperar’, en lugar de generar. Las necesidades insatisfechas de los ecuatorianos solo se arreglarán con mayor productividad —educación, organización, instituciones, gestión—, no arranchando. Decir esa incómoda verdad —desgraciadamente— cuesta votos.

PA b LO Esc AND ó N mONTENEGRO pescandon@gmail.com

La serie ‘El amor después del amor’ es un gran ‘flashback’ para evocar las apariciones en las décadas de los ochenta y noventa cuando esos músicos aparecían esporádicamente en las pantallas de la televisión nacional. También es un descubrimiento para las generaciones que nunca los vieron y encuentran que el rock latinoamericano es riquísimo, está lleno de obras cumbres y de clásicos que nunca perderán vigencia.

La serie de Fito, como historia narrada, es obviamente una biografía al antojo de su protagonista, para que se lo vea como una víctima, como un hombre muy inocente frente a todo lo que le pasa. Nada más lejano de lo que realmente es una estrella de rock en esos años.

Pero también están las series juveniles, esas que están en otra plataforma de streaming y también en el canal de cable, en las que los éxitos de décadas anteriores se incluyen como elementos narrativos que sitúan a los personajes y que transmiten tradición no solo cultural, sino afectiva y de intención.

Sirvan las series argentinas para que la cultura del rock latinoamericano se afiance y muestre sus raíces y vínculos más allá de mostrar excentricidades o mitológicos héroes que, si bien son necesarios para nuestros ritos y religiones urbanas, es más importante conocer su obra y su relación con la coyuntura histórica.

Las mediatizaciones son importantes para nuestra cultura, pues el rock y la música se viven en lo audiovisual. Es importante que se hagan libros sobre autores y su trayectoria, pero sus temas, al permear en el audiovisual, indican que su biografía no es lo importante, sino cómo la procesaron en ese momento y cómo la relacionaron con los sucesos que ahora son hitos históricos.

Sirvan estas series y películas para contar un momento histórico que no llega a nuestras clases de historia ni de ciencias sociales, porque contar desde el arte y la cultura popular no está en el radar de los historiadores.

Todos los candidatos están directa o indirectamente vinculados al narcoterrorismo internacional, autodenominado socialismo del s.XXI.

La candidata a vicepresidente, de Sonnenholzner, es globalista, impulsora de la ideología de género en la educación. Además, en cuarta fila, vinculada al socialismo del s.XXI.

La candidata a vicepresidente, de Topic, en sexta fila, vinculada al socialismo del s.XXI.

El candidato que genera ilusiones en ciertas personas, está aliado a Romo, vinculada en primera fila, al socialismo del s.XXI, corresponsable de la tabla de consumo de drogas, de la despenalización del robo menor a 600 dólares, lo que es peor, de la instauración del narco-Estado en Ecuador, causante del alto índice de inseguridad, corrupción generalizada, fraude electoral, infiltración del hampa en las instituciones públicas. Ninguno de los candidatos sabe qué hacer para desarmar el narco-Estado vigente. Ningún candidato caracteriza al actual régimen jurídico como narco-Estado, pese al evidente sometimiento del Ecuador, a leyes diseñadas para favorecer el delito, proteger a los criminales, anteponiendo los derechos humanos de infractores, delincuentes, terroristas, al interés general de la sociedad ecuatoriana, constituyéndose el tráfico de narcóticos en el delito de mayor incidencia.

Mientras desconozcan ésa realidad jurídica, más nos alejamos de la solución a nuestros problemas, porque nos concentramos en los efectos: inseguridad, fraude electoral, corrupción generalizada, injusticia, impunidad; descuidando atacar la causa que los provoca, que está en la estructura funcional e institucional que instaura el narco-Estado, contenida en la Carta Chávez. No hay por quién votar.

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