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Una pausa a nuestra era de los extremos

Una vez más, el electorado ecuatoriano demuestra, en la elección del Ejecutivo, una prudente cautela ante los extremos. Al menos en la primera vuelta, la amplia mayoría de los ecuatorianos ha insistido en no darle su voto a Luisa González, pese a la potente irrupción de los jerarcas de su partido en la campaña y a un discurso que insistía mucho en el país y el mundo de hace una década. Tampoco resultaron suficientemente premiadas las propuestas centradas en el combate, sea la de la lucha contra las llamadas ‘mafias’ —en el caso de Christian Zurita—, como la de una ‘nación en armas’ planteada por Jan Topic. Entre las diversas ofertas del centro, primó Daniel Noboa, aquel que menos estigmas asociados con hechos polarizantes arrastraba, Otto Sonnenholzner no pudo ordenar su estrategia comunica- cional y sacudirse de su asociación con el régimen de Lenín Moreno, y Yaku Pérez de su vinculación con un movimiento indígena cuyo voto no está claro a dónde migró. Queda claro que, antes que justicia a ultranza o seguridad a cualquier costo, los ecuatorianos quieren orden, trabajo, unidad y bienestar. Ojalá los dos candidatos que han sido premiados con la confianza ciudadana sepan reconocer ese llamado. El Estado ecuatoriano, urgido de reformas, atraviesa un momento de extrema debilidad que, con la victoria del ‘sí’ en la consulta sobre el ITT, se agravará, al menos momentáneamente. No está de más esperar que, al menos esta vez, tras el magnicidio no esclarecido aún de Fernando Villavicencio y con todos los riesgos que conlleva un Gobierno saliente, los candidatos sean capaces de llevar a cabo una transición ordenada.

Son tiempos difíciles con incierto futuro en los que la crisis económica, política y social es la constante. El próximo presidente, si no proviene de las derechas antipatria, en un año y medio de gestión, deberá enfrentarla y bu scar todos los mecanismos que imposibiliten rodar hacia el abismo de la incertidumbre, en la que el pueblo siempre es el perdedor y el sacrificado. Luchar contra la extensión e incremento de la pobreza y extrema pobreza, debe ser un objetivo fundamental que evite superar los actuales límites, que señalan que los pobres superan la tercera parte de la población nacional. La pobreza extrema es alarmante y cada día tiende a incrementarse para sobrepasar el 25% en el área urbana y el 50% en el área rural. El Instituto Nacional de Estadística y Censos -INECsostiene que se considera a una persona pobre por ingresos, si percibe un ingreso familiar per cápita menor a 89,29 dólares mensuales y pobre extremo si percibe menos de 50,32 dólares.

La realidad es que Ecuador es inmensamente rico con una población mayoritariamente pobre debido al sistema de explotación que genera honda e injusta desigualdad socioeconómica. Existen miles de seres humanos que viven de la caridad pública y que, además, obligan a sus hijos y menores de edad a pedir caridad en calles, plazas y parques de las ciudades. Se ha denunciado que existen personas tan indignas que alquilan a sus hijos a gente que vive de los negocios de la caridad.

Es tarea urgente combatir la pobreza en campos y ciudades para suprimir la miseria material y moral que agobia a los pueblos, pero hasta los candidatos callan frente a esta problemática. La dignidad personal y social debe rescatarse desde el Gobierno y la población nacional con planes de creación de puestos de trabajo.

Poder y Privilegio

Reviso

un preciado libro de mis lecturas juveniles: ‘Poder y Privilegio’, ‘Teoría de la estratificación social’ de Gerhard E. Lenski. El autor busca responder la pregunta: ¿Quién obtiene qué y por qué? en los distintos sistemas políticos. Los temas principales de su profunda y esclarecedora investigación son el poder, el privilegio y el prestigio. En un mundo de demandas crecientes y bienes escasos “se librará una lucha por recompensas en toda sociedad humana… las clases, partidos facciones y grupos de interés contienden sin cesar para lograr ventajas”. Son los fines “hacia los cuales se dirigen los esfuerzos más o menos coordinados del conjunto, independientemente del daño que puedan ocasionar a muchos miembros individuales y aún a la mayoría”. También reconoce que “la ciudadanía es un recurso muy semejante a otros tipos de posesión y propiedad, puesto que ella también garantiza ciertos derechos de los individuos y, por lo tanto, es una forma de poder”.

Sobre la base de las consideraciones anteriores, se puede analizar más objetivamente los intereses que se encuentran en competencia en el actual proceso electoral, en un ambiente de grave descomposición política e incertidumbre social ocasionada por el terrorismo delin - cuencial que puede obnubilar la mente del elector, al momento de seleccionar una de las opciones presentadas. Es cierto que grupos económicos poderosos han apoyado financieramente a candidatos alineados con sus intereses legítimos o no y también que organizaciones criminales han sido actores políticos en muchos países y diferentes épocas financiando campañas electorales a cambio de impunidad; esto ha sucedido también en nuestro país desde cuando dineros de la narcopolítica colombiana financiaron una victoriosa campaña presidencial. El gran patriota Francisco Huerta Montalvo advirtió entonces que el Ecuador se estaba convirtiendo en un narco Estado. Los hechos posteriores lo han confirmado.

Cuando se publique esta nota se conocerán ya los resultados de las elecciones. Es de esperar que el poder ciudadano se haya ejercido bien, eligiendo a los mejores candidatos para que, en el corto lapso de ejercicio de su poder, puedan sentar las bases de un Ecuador justo, seguro y desarrollado.

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