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En Valencia se ‘respira’ miedo
La muerte de un estudiante mantiene en vilo a los habitantes que piden respuestas y justicia. Autoridades indican que adoptan medidas para contrarrestar los índices delictivos. 4 directora nacional Gabriela Vivanco Salvador editor general: Jean Cano redacción: editorgeneral@lahora.com.ec editor los ríos: Jorge Orozco Triviño e-mail: editorlosrios@lahora.com.ec publicidad: gerencialosrios@lahora.com.ec año: XXIV no. 13670 los escritos de los colaboradores solo comprometen a sus autores y no reflejan el pensamiento del medio, que se expresa en su editorial.




Medio de comunicación liberal, laico, agnóstico e inclusivo. Respetuoso y defensor de los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y la Democracia.
Franklin Barriga lópez editorial f-barri@uio.satnet.net
Pensador liberal Vale, tía
Entro a una tienda a pedir medias y me muestran mallas hasta la cintura. “Medias cortas”, les digo, me rectifican, “calcetines”. Confieso que me enoja un poco la rectificación, también cuando, a veces, me dicen que “celular” es “móvil” y “computadora” es “ordenador”. Me dan unas ganas locas de hablar más “ecuatoriana” que nunca como una forma de protesta ridícula: nunca he sido patriota. Le huyo a los nacionalismos.
Me acuerdo “clarito” cuando me mudé a Buenos Aires y en el “kiosko” cerca de mi casa pedí que me “regalaran” un paquete de chicles. “Si me los comprás mejor”, me dijo el kioskero que me había entendido, pero quería hacerme chiste. ¡Ay! ¡Qué correcta y apegada al ‘buen lenguaje’ sería si no me acordara de los chicles del kiosko!. O de que mi propio abuelo llegó a Ecuador sin hablar gota de español, y hasta sus últimos días, aun con acento alemán, decía palabras como “chuta” o “achachai”.
“No volverás españolizada como esos ‘ecuatorianazos’ que se van a España”, me advertían los que se burlan de los ecuatorianos que han vivido en España por más de veinte años porque regresan diciendo “tía” o “vale”. Más fácil es burlarse que pensar que si no se dice “calcetín” en vez de “medias”, o “tú” en vez de “vos”, quizá no se consigue el trabajo que alimentará a la familia que quedó “allá” (ese allá que entendemos todas las personas migrantes). O que después de veinte años de vivir añorando ese “allá”, no sea tan raro que se empiece a decir “tía”, o “vale”, u “ordenador” o “móvil”.
Esa lengua “extra ñ a” que utilizamos las personas migrantes, esa que es bien mestiza y da cuenta de un ‘allá’ y un ‘aquí’, forma parte de una trayectoria vivida. La lengua es viva, y se enreda y expande. Ya decidiré yo cómo quiero hablar, y encontraré un lenguaje que me nombre allá, aquí, y en la Conchinchina. ¡Joder!
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El mundo del siglo XXI
Terminada la guerra mal calificada como ‘fría’, que ocasionó enorme sufrimiento a la mayoría de los pueblos, especialmente en los países denominados como del ‘Tercer Mundo’,