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Al menos ‘Don Naza’
Finalmente se esclarece un caso de peso. Al menos con respecto a Miguel Ángel Nazareno —alias ‘Don Naza’— la sociedad ecuatoriana pudo conocer la verdad y ver a los culpables sentenciados. Las gravísimas implicaciones que habían tenido las maniobras financieras de la víctima, las extrañas circunstancias de su desaparición y hasta la muerte de uno de los sospechosos dotaron al caso de un aura de misterio. Sin embargo, en esta ocasión, el Estado demostró estar a la altura.
En el esclarecimiento de este hecho fue determinante la figura de la cooperación efectiva, que por su laxo empleo en casos de corrupción enfrentó muchos cuestionamientos. También resultó clave el uso inteligente de la tecnología moderna de vigilancia, los sistemas de registro y la abundan- te cantidad de información que se genera en la actualidad. La colaboración de la ciudadanía —testigos que, en un ejercicio de civismo, contribuyeron a la investigación— también ofreció pistas y resolvió dudas. La investigación y la sentencia resultante es una lección de humildad y paciencia para tantos políticos y líderes de opinión que no tuvieron empacho en esparcir las más osadas especulaciones y teorías de conspiración alrededor del hecho. consejera) le llevó a decretar el libre porte de armas.
Ojalá los ecuatorianos lleguemos a tener también respuestas — aunque sean incómodas— sobre los asesinatos de Harrison Salcedo, Efraín Ruales, Gerardo Delgado, Omar Menéndez, Leandro Norero, Carlos Kada, Rubén Cherres, Byron Guatatoca, José Chimarro, Eduardo Mendúa, las matanzas carcelarias y tantos, pero tantos, otros.
Armémonos,sí.Fundemos la Sociedad Ecuatoriana del Rifle, la SER, que deberá tener como insignia una mano divina entregando armas a niños, mujeres, ancianos. Y así acabemos con las dos instituciones que guardan el orden interno y externo del país: Policía y Fuerzas Armadas. Porque si ya nos armamos los civiles, ¿para qué necesitamos militares? En su lugar, los cuarteles y destacamentos policiales deben dar paso a escuelas de defensa civil, en donde sean como gimnasios tipo crossfit pero con campos de batalla, en donde se practique el tiro con armas de fuego; también se debería contar con destrezas para el manejo de cuchillo, puñal y ciertas espadas. Los medios de comunicación deberían promover las formas de saber cómo elegir un arma de fuego. Los espacios infantiles en centros comerciales deben desaparecer; en su lugar deben colocarse islas con balas de cortesía, información para suscripciones de membresías para renovar las armas. Así, cuando renovemos los revólveres o las pistolas por la nueva edición con conexión wifi, las obsoletas se las podremos dar a nuestros hijos para que jueguen con ellas y practiquen con la fauna urbana que está en desmedido crecimiento.
Dios bendiga a mi pistola. Solo en mi AK-47 creo. El Colt es mi pastor, nada me pasará. Así serán las nuevas salmodias y formas de encomendarnos antes de salir de casa, porque estas armas son santas, si las usamos para nuestra defensa y matamos a los malos.
El señor de la guerra ha dado su dictamen, justo antes de entrar a la Semana Santa, pues con ello santifica su decisión y nos envía a la cruzada sagrada de que tengamos ‘el buen juicio’ de abatir delincuentes donde sea.
Gracias al señor de la guerra y sus financistas por darnos una solución ‘inteligente’, que debió, seguramente, ser redactada por inteligencia artificial que sustituye a la estupidez humana, o al revés.
Definitivamente, trasladar la responsabilidad de la seguridad a los ciudadanos y pedirles que se armen para enfrentarse a la delincuencia está lejos de ser una solución para la gente.
Desesperanza,
temor, inseguridad y miedo, son lo que representa Guillermo Lasso, un presidente desesperado al que hacerse cargo de la seguridad nacional le quedó grande. Esa desesperación (mala
El decreto presidencial que permite el porte de armas para defensa debe tratarse con mucho cuidado, pues la línea entre la libertad y el libertinaje es muy fina. La era Lasso en 2021, inicia con una tasa de muertes violentas de 13,7 por cada 100.000 habitantes. En
2022 hubo un incremento del 82,5%, es decir, 25 casos por cada 100.000 habitantes. Para 2023 bordeamos los 17,4 casos diarios, es decir, 34 por cada 100.000 habitantes y la proyección es que cerremos el año con unas 6.300 muertes violentas. Ya se registran 24 secuestros, un 60% más con relación a todo el año 2022 Estos datos llevaron a nuestro país a recibir el vergonzoso reconocimiento de estar en el puesto número 15 de las 193 naciones con mayor presencia de bandas delictivas, según el último reporte del Observatorio de Crimen Organizado
Parte importante de la solución está en manos de los parásitos de la Asamblea. ¡Deberían derogar la Ley de Uso Progresivo de la Fuerza que es un saludo a la bandera y darle verdadero respaldo jur í dico, económico y moral a la Policía Nacional! Es urgente, además, blindar a fiscales y jueces con un sistema de anonimato. Es indispensable contar con una ley de mano justa que tenga como premisa base que ‘el que la hace, la paga’. Y si el objeti- vo es disuadir a homicidas, femicidas y sicarios, debemos abrir la puerta a la pena de muerte en Ecuador. Ojalá que el Presidente de la desesperanza deje de comunicar vía Twitter que esto es una pelea entre “ustedes” y la delincuencia. En la visión libertaria, el Estado debe responder por la seguridad, la salud, la educación y una justicia proba, transparente y libre de corrupción. Es el Estado el que debe eliminar la desesperanza, en lugar de despertarla. ¡Menos Estado, más libertad!