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Sí se puede alcanzar la estabilidad

IESS S.A.

Hemos

vivido meses de debate sobre si votar ‘sí’ o ‘no’ en la consulta popular propuesta por el Gobierno. Por un lado, existe la visión de que la consulta es ‘una trampa’, que existen preguntas con intenciones escondidas, como apoderarse de los organismos de control. Por otra parte, está el argumento de que la consulta será una gran herramienta para luchar contra el crimen organizado y el narcotráfico.

Sin duda alguna, es difícil confiar en quien aboga por un ‘todo sí’ o un ‘todo no’, ya que son 8 preguntas distintas y cada una podría analizarse individualmente. Sin embargo, una reflexión más profunda es si, en efecto, la existencia de la consulta —independiente de su resultado— y los debates que se han generado alrededor de ella realmente aportan para un futuro mejor.

Y digo independiente de su resultado porque, así gane el sí o el no, uno de los mayores problemas de la consulta es que no propone cambios cruciales para el país , o al menos no en los aspectos que más se necesitan. Por tomar como ejemplo la primera pregunta: la extradición, aunque se apruebe, no opera sola, y por tanto, no es que el país unilateralmente vaya a poder ‘expulsar’ a narcocriminales cuando así lo quisiera. Además, poco aporta la extradición al mejoramiento de la Justicia y de la Función Judicial en general, que es lo que efectivamente se necesita trabajar.

Así también, la reducción del número de asambleístas, o el cambio en la designación de los fiscales y demás autoridades de control tampoco nos aseguran un mejoramiento en la calidad del trabajo de dichas funciones o una disminución de la corrupción que se vive en las mismas.

Por lo tanto, existe una gran posibilidad de que este proceso de consulta ciudadana solo sea una pérdida de recursos y de tiempo, que nos aleje de poder enfocarnos en lo verdaderamente importante.

28 años

Enel año 1941, la provincia de El Oro fue invadida por un ejército de 15 mil efectivos peruanos armados y equipados con lo más moderno de la época. Las ciudades fueron bombardeadas desde el aire y tierra. Paracaidistas saltaron y ocuparon Puerto Bolívar. Buques de guerra y submarinos navegaban hacia el

Desde el inicio de su mandato, el presidente Guillermo Lasso y su equipo económico persiguieron la mejor relación posible con el capital internacional. Toda esa disciplinada labor desembocó en un valioso descenso de 800 puntos en el riesgo país. Sin embargo, pese a ello, Ecuador sigue teniendo el cuarto riesgo país más elevado de Latinoamérica —solo inferior al de Venezuela, Argentina y El Salvador—. Nuestro indicador duplica al promedio de la región, una zona de riesgo elevado en sí; por ejemplo, quintuplica al de Perú y Panamá, o es diez veces mayor al de Uruguay, países muy estables.

Pese a tanto esfuerzo, todavía queda mucho por hacer. Profunda es la desconfianza que genera Ecuador ante los ojos de los mercados internaciona- les, producto de varias décadas de políticas equivocadas. Por ello, la inversión extranjera directa en el país es prácticamente inexistente, resulta muy difícil encontrar financiamiento para proyectos públicos urgentes y los préstamos conllevan interés altísimo o severos compromisos de ajuste. golfo de Guayaquil. En la frontera, 2.500 soldados ecuatorianos, con apenas fusiles y algunas ametralladoras, resistieron heroicamente hasta el límite de sus fuerzas. La invasión se extendió a la provincia de Loja y la Amazonía ecuatoriana.

Si el Ecuador logra comportarse durante dos décadas con los mercados internacionales como el régimen de Lasso lo ha hecho en los últimos dos años, vendrán tiempos mucho mejores. No hace falta que el Estado juegue a salvador de la economía; basta con que no lo destroce todo, con que establezca reglas adecuadas y las respete, y la propia ciudadanía se encargará de que el bienestar florezca. Si los políticos aprenden a dejar a inversionistas y financistas fuera de sus maniobras populistas, habrán hecho suficiente.

Drama universal la seguridad de quienes terminan su vida laboral. El caso ecuatoriano tiene problemas desde hace casi 20 años. Desprestigiar al IESS es la conocida estrategia para potencial privatización de los fondos previsionales, botín para “inversionistas” que ofrecen todo.

Las instituciones del Estado sufren la codicia permanente de personas sin escrúpulos vestidas de dirigentes. La ineficiencia y corrupción provienen de estos sectores infiltrados. Lamentablemente, no existe carrera administrativa que asegure funcionarios calificados de inquebrantable ética, que cuenten con respaldo constitucional para no ser reemplazados por ‘panas inteligentes’ del Gobierno de turno que generalmente son origen de la corrupción en el sistema.

Para mejorar la atención de salud, un Gobierno amplió el servicio del IESS a usuarios no cotizantes, lo que desbordó la atención; como solución entraron clínicas privadas, esquema que incrementó costos. Justo cuando el Instituto requería más recursos, el gobierno eliminó su aporte. Sumada la reducción de aportantes, la situación del instituto es crítica. Estos servicios privados hoy tienen retrasos en sus cuentas. Hay una deuda de varios millones con una empresa proveedora se servicios de diálisis, dolencia incrementada a nivel nacional.

La administración del instituto sufre de todo, desde controversiales nombramientos que prendieron la mecha. Ciertamente no es un problema sencillo, pero la solución en parte es devolver los recursos que un Gobierno arrebató al IESS y construir un verdadero equipo administrativo, no gente endilgada por algún padrino.

Los cambios sustanciales en el servicio social al pueblo no pueden estar regidos por hipótesis de una teoría económica que nos está llevando al incendio mundial, donde la democracia como la propusieron sus ideólogos está a punto de desaparecer.

Con los territorios ecuatorianos ocupados, en 1942 se realizaron las negociaciones de paz en Río de Janeiro. El canciller de Brasil conminó al jefe de la Delegación ecuatoriana a admitir las condiciones impuestas. “Si no aceptan esta línea, la

Mediación se retira dejando manos libres al Perú, y entonces Guayaquil será tomada dentro de 5 días”. “¿No tienen una espada quien les defienda?... Entonces tienen que aceptar la situación de l país vencido y darse por satisfechos con la línea que se les ofrece...”. En esas dolorosas circunstancias se firmó el Protocolo de Paz, Amistad y Límites. Al momento de colocar los hitos, surgió un problema en la Cordillera de El Cóndor y quedó un largo trecho de frontera sin demarcarse

Allí se produjeron enfrentamientos en 1981, 1990 y 1995. El Ecuador invitaba a los gobernantes del país vecino para sentarse a negociar los puntos pendientes. La respuesta era siempre la misma. “Con Ecuador no tenemos ningún problema, todo se solucionó en 1942”. Finalmente, después del conflicto armado en las cabeceras del río Cenepa, el gobierno de Fujimori tuvo que aceptar “iniciar conversaciones para encontrar una solución a los impasses subsistentes”. Las negociaciones concluyeron en 1998, con la firma de una paz digna que abrió la posibilidad de una relación positiva y mutuamente provechosa para los dos pueblos. 28 años después, las dos naciones enfrentan, sin éxitos visibles, a sus verdaderos enemigos : el desempleo, la pobreza, la enfermedad y la discriminación, males agravados por la presencia del crimen organizado. Unir fuerzas para mejorar la vida de las mayorías pobres, debe ser el mejor homenaje a los héroes de ambas patrias.

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