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CAPITAL
OpiNióN
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juEvEs 22 dE ABriL dE 2021 La Hora ECuAdOr O
Mis pacientes sufren de falta de sentido y vacío en su vida; es la neurosis genérica de nuestra era.”
CARL GusTAv juNG (1875-1961) PsiCOANALisTAYPsiQuiATRA; suizA.
Trabajas toda la noche preparando interminables documentos en respuesta a otros interminables documentos.”
DAviD R. KiNG PROfesORYAbOGADO; ee.uu.
KLébeR MANTiLLA CisNeROs
¿Contralor y jefe de corrupción?
Uno de los problemas más acuciantes del país se centra en desmantelar las redes de delincuencia organizada forjadas durante 14 años por el hediondo correísmo.
El presidente electo Guillermo Lasso, que parece un libérrimo renovador y modernista pasteurizado, tendrá que aniquilar el saqueo público, lograr la devolución de lo robado y apresar a los corruptos.
La justicia de EE.UU. confirmó delitos de lavado de activos en Petroecuador, Seguros Sucre, pagos de Odebrecht y el desvío de fondos del Instituto de Seguridad de la Policía. Sin embargo, falta completar la investigación en torno al tráfico de influencias en la secretaría de la Presidencia, municipio de Quito y prefectura de Pichincha; además, la conspiración desde la rectoría de universidades seudo-privadas como UTE y la Pontificia Católica que funcionaron como unidades de adoctrinamiento y censura del ‘Socialismo del Siglo XXI’. La una con deudas millonarias con el IESS e ISSPOL; la otra, en claro utilitarismo religioso.
El caso del apresamiento del contralor Pablo Celi y del secretario presidencial, José Augusto Briones, junto a otra red de corrupción por contratos entre Petroecuador y la empresa Nolimit S.A. serían un detonante inicial. Una mecha encendida para activar el segundo paso judicial que exige la reparación económica del atraco.
De ahí la importancia no solo de destituir al alcalde Jorge Yunda por su vinculación con el crimen organizado en Quito sino la necesidad de establecer políticas de compensación a corto y mediano plazo.
El posible delito de lesa humanidad por el pésimo manejo de la pandemia, con un desborde inusitado de víctimas por ineptitud administrativa y el enriquecimiento mafioso no justificado encienden un hilo conductor para la rendición de cuentas que tendrá que trabajar el nuevo gobierno. Más que nunca la corrupción, el lavado de dinero y la evasión fiscal requieren de una postura fija, planificada y consensuada.
@kleber_mantilla
Mantenernos a flote
A trece meses de la pandemia despertamos ante la realidad de que el virus no se detendrá en el corto plazo. El panorama era más alentador hacia fines de 2020, cuando el mundo celebraba la aprobación y producción de las vacunas contra el coronavirus, pero el contagio no da tregua.
El SARS-CoV-19, un virus implacable y astuto, genera variantes nuevas que aceleran el contagio y, al cobrar nuevas víctimas, ha colapsado la capacidad hospitalaria y sanitaria con especial vehemencia en países de menores recursos como Ecuador.
El director de la Organización Panamericana de la Salud, Jarbas Barbosa, reiteró que para lograr inmunidad colectiva, la vacuna debe aplicarse al menos al 60% de la población, lo cual representa casi el 90% de los adultos. En Ecuador, esto no sucederá en 2021 y, por tanto, debemos prepararnos para vivir al menos un año más entre confinamientos y con estrictas medidas de bioseguridad.
El Estado debe gestionar una política de vacunación en la medida de sus capacidades y limitaciones, así como incrementar la capacidad hospitalaria y asegurar el suministro de insumos y medicinas, algo que no ha hecho en el último año.
Las medidas de confinamiento, restricción a la circulación y uso de espacios públicos podrán mitigar la transmisión del virus en cierta medida. Pero está claro que la economía no puede volver a entrar en cuarentena. El gobierno que se conformará hasta el 24 de mayo debe instrumentar lo que será quizá no un plan de reactivación, sino uno de supervivencia y sustento para miles de familias y negocios, en lo que ya es el segundo año de la pandemia.
RODRiGO CONTeRO PeñAfieL
Aprender a decidir
Muchas veces se posterga la toma de decisiones por el miedo a actuar con frontalidad, por recelo a perder la confianza de la gente o para no tener que arrepentirse de consecuencias futuras.
No es fácil darse cuenta de lo que cada uno representa en la vida de las personas, muchos pueden haber cambiado y sus acciones no ser tan nobles y asertivas como lo fueron antes. Es necesario hacer un recuento de nuestra vida para no optar por decisiones precipitadas.
Podemos decir con certeza que conocemos a una persona cuando mantenemos contacto con ella por algún tiempo, sabemos de sus triunfos y fracasos, afectos y desafectos, su vida familiar, compañerismo o amistad, podríamos hasta pensar que la conocemos casi como a nosotros mismos.
Hay personas que ingresan a nuestra vida de manera circunstancial y forman parte de nuestro círculo de amistades, que en muchas ocasiones funciona mejor que el ambiente familiar; si conseguimos que aporten con su experiencia y conocimientos, estamos seguros que podremos proceder con más seguridad y confianza.
Resolver problemas es un privilegio que nos confiere muchos beneficios. En la libertad de decidir debe haber una reflexión previa, un deseo sincero y un propósito noble. Cuando se toman malas decisiones, sienten que el mundo se les viene encima y habrá que aprender a controlarse para no caer en la angustia y la decepción por los errores cometidos, pero queda un aprendizaje, que se llama “experiencia”. Todos nuestros actos deben estar orientados a la felicidad, la salud, la familia y la sociedad.
Hay que aprender a soltar las cargas emocionales que impiden decidir por nosotros mismos. El afán desmedido de pensar siempre en el “yo” obstaculiza la estabilidad emocional necesaria para abandonar el peso de los problemas.
Tomar decisiones acertadas y a tiempo beneficia a todos, ya que permite entenderse con las personas que uno quiere y se pone un alto saludable al origen de la ansiedad, la intranquilidad y la frustración. Una buena actitud es fundamental para tomar decisiones correctas en cualquier circunstancia de nuestra existencia, lo contrario se llama fracaso.
rcontero@gmail.com
La necesaria independencia
La democracia tiene entre sus principios consagratorios el de la división de poderes, el balance de un sistema de “pesos y contrapesos” que evita la interferencia de un poder del Estado en el otro, que propicia un equilibrio con controles mutuos para evitar el autoritarismo y que se cometan los abusos que se generan en gobiernos unipersonales, que se creen con un llamado mesiánico a gobernar y a salvar a sus pueblos, cuando lo único que consiguen es acumulación de poder y el predominio de la corrupción.
El nuevo gobierno tiene tareas fundamentales, luego de diez años de un régimen autocrático, seguido por uno de transición que duró cuatro años y que se mantuvo en medio de crisis continuas.
Un elemento diferenciador de la democracia es precisamente la división de los poderes clásicos: ejecutivo, legislativo y judicial. Por más que en nuestra Constitución del 2008 se crearon otros dos, cuestionados desde sus inicios, más aún el de transparencia y control social, representado por lo que se ha denominado el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Hoy, buena parte de la ciudadanía demanda su extinción, tanto por el mal desempeño como por la injerencia notoria del poder ejecutivo.
El pueblo apreciará que la división de poderes sea clara, que el poder legislativo se dedique a hacer leyes y a fiscalizar, que el judicial tome en serio su independencia para evitar que los otros sectores interfieran en su trabajo de juzgar, así como el ejecutivo, dentro de nuestro sistema presidencialista, planifique y ejecute obras, dejando a otros el control y fiscalización.
Si cada uno hace lo que le corresponde, si el Estado crea las condiciones adecuadas que garanticen educación, salud, seguridad y empleo digno, podemos avizorar un futuro luminoso para el país. Para ello hay mucho que enmendar, muchas cosas deben ser encausadas y en esa tarea sustancial debemos todos estar comprometidos.
rosaliaa@uio.telconet.net
Medio de comunicación liberal, laico, agnóstico e inclusivo. Respetuoso y defensor de los Derechos Humanos, el Estado de Derecho y la Democracia.
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