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Anular el voto para luego quejarse

Hablar de las pequeñas cosas

Parecería

‘no desperdiciar ’ el voto. Aquí hay que preguntarse a quién están queriendo favorecer. Seguramente son sus intereses los que peligran; no los tuyos, n o los nuestros. ¿Recuerdas cuando nos pedían que votemos por el señor Lasso porque de lo contrario nos convertiríamos en Venezuela? Bueno, no somos Venezuela. Somos un país donde cada día más personas emigran; donde los presos tienen el control de las cárceles; donde los adultos mayores tienen

–literalmente que mendigar afuera de los hospitales públicos para poder comprar las medicinas que les niega el Estado; donde unos asambleístas piden dinero en efectivo al P residente de la República, él se enoja, denuncia, quita la denuncia y termina por no pasar nada; somos un país donde el Presidente llegó al poder con la frase “Andrés, no mientas otra vez” y él miente sin descaro en las entrevistas que le hacen; donde la corrupción sigue campeando como Juan en su casa.

Sí, ventajosamente no nos convertimos en Venezuela.

Muchos de esos que te invitan a no desperdiciar el voto y a votar ‘útilmente’, defienden claramente sus intereses. Entonces la fórmula para votar en el país entero es apelar al ‘historial’. Los políticos se dejan ver por las cosas que hacen más que por las cosas que dicen. Ellos tienen la capacidad de insultar, denigrar, acusar y no demostrar… y aquí no ha pasado nada.

Por favor, no votes por miedo a que

Todos quienes ahora se quejan de que ningún candidato los representa tuvieron por lo menos cuatro años para hacer algo. Esto no ha sido sorpresa: los candidatos hoy opcionados son de sobra conocidos y desde hace un buen tiempo se sabía quiénes estarían, y quiénes no, en las papeletas. ¿Por qué, entonces, esos que hoy se enorgullecen de votar nulo no intentaron cambiar las cosas? ¿Por qué no crearon otros movimientos, apoyaron a nuevas figuras, presionaron a los políticos o articularon propuestas? ¡Cuatro años alcanzan!

El nulo es un voto absolutamente estéril. Para lo único que sirve es para facilitar más las cosas a quienes sí eligen, confabulan y participan. Los defensores del nulo creen que su voto es una vehemente protesta contra nuestro sistema, pero a los políticos no les quita el sueño —jus- tamente porque el nulo no importa ni influye—. Creen que votando así incomodan a los seguidores de los candidatos tradicionales, cuando en la práctica tendrán que resignarse a verlos encaramados en el poder, dando órdenes y gozando de sus recursos.

El nulo no cambia nada porque, por definición, no propone nada. El vacío no es ni puede ser una alternativa.

El voto nulo es una opción irresistible para los narcisistas. Les concede a los que optan por él una sensación de superioridad moral, junto con la oportuna excusa de ‘yo no voté por él/ella’ cuando las cosas salen mal. Es una ilusión boba, porque ni la superioridad ni el aislacionismo evitan que quienes votan nulo también sufran las consecuencias de los actos y decisiones de los ganadores. No seas cobarde. No votes nulo. Ten el coraje de decidir tú mismo. que, en medio de las urgencias de la vida, de la lucha por los espacios de poder, por las algarabías de las que la vida está inundada, nos olvidamos de lo verdaderamente importante que generalmente está representado por las que denominamos ‘pequeñas cosas’.

Esas pequeñas cosas que le dan sabor a la vida, que la vuelven trascendente, que son parte fundamental de las familias, de las amistades, de las personas que tenemos en nuestro entorno. En este sentido vale la pena reflexionar por ejemplo sobre e l valor del diálogo, la necesidad de conversar, de hacer que el espacio común de la mesa donde nos servimos los alimentos se vea libre de la contaminación de los elementos tecnológicos, para que podamos enterarnos de lo que sienten, de lo que hacen los demás.

Parecen cosas simples, pero en realidad son trascendentes, tienen que ver con la capacidad de diálogo y de mutua comprensión, con solución a problemas y controversias, con un mundo más llevadero y solidario.

También es importante aprender a escuchar, no solamente pensar en que lo que uno dice es válido y tiene trascendencia, sino saber asimilar las diferencias, llegar a acuerdos, comprender las situaciones de los otros, ponernos en sus zapatos, en suma.

El diálogo vincula, hace más llevaderos los problemas y aporta a soluciones. Muchas veces las palabras no dichas, la atención no prestada, desencadena conflictos y malos momentos.

Por ello recomiendo prestar atención a

‘se queden’ , a que

‘vuelvan’ , a que nos convirtamos en Haití o cualquier otra estupidez. Vota por las razones que tú estimes que son las correctas. Así nomás es.

RODRIGO CONTERO PEÑAFIEL rcontero@gmail.com

Razona tu voto

Durante mucho tiempo los ecuatorianos hemos sido engañados por un populismo irresponsable, que se ha encargado de poner valor a la vida de los ecuatorianos; nuestros hijos, nietos, sobrinos y más familiares ya nacen endeudados. Todos los ecuatorianos y las futuras generaciones deberemos pagar lo que se desvía en coimas, desfalcos, negociados, gratificaciones, sobreprecios y más formas de corrupción; nuestros impuestos serán los encargados de cubrir estas anomalías.

Todos tenemos la obligación de darle sentido a nuestra existencia, basados en los valores morales, éticos y espirituales que como seres humanos tenemos y, que, de alguna manera han sido cuestionados por el Estado de propaganda que hemos vivido en los últimos años, pretendido desmerecer el valor de la vida humana p or la viveza criolla de quienes disfrutan del dinero mal habido dentro y fuera del país. Kant ya lo manifestó hace mucho tiempo: “si bien todas las cosas tienen su valía, el ser humano tiene su dignidad y razón por la cual nunca debería ser tratado como un medio, sino como un fin en sí mismo”.

Un nuevo proceso electoral está cerca y debemos decidir sobre nuestra existencia. Los valores morales, la dignidad y el honor de las personas están en juego; seguimos como antes o cambiamos el futuro. Hay que identificar y sepultar en las urnas a quienes han hecho de la corrupción su modo de vida, a los codiciosos que juegan con la vida de la gente. Planes, programas y proyectos fracasan por la incapacidad intelectual que domina el instinto populista, cuyos rezagos aún se conservan en la administración pública. La sensatez nos permite recordar el vergonzoso pasado de quienes destruyeron el país y, no volver los detalles, a lo que puede hacer amable la vida, a lo que llena de emociones los corazones y nos empuja a seguir viviendo, trabajando, siendo solidarios, respetuosos y considerados. a confiar en quienes dicen tener la solución para todo porque jamás les importa el bienestar de la parroquia, la ciudad, la provincia y el país.

Debemos recordar siempre que el honor y la dignidad no tienen precio, pero el socialismo lo ha tarifado, tampoco se puede perder la esperanza y la posibilidad de hacer escuchar nuestra voz ante la injusticia para contrarrestar la presencia de algunos individuos que no merecen otra oportunidad. Nuestro voto decide el futuro.

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