Documento del 4 de noviembre de 1975 en el que consta la primera adquisici贸n de arte moderno del Museo Antropol贸gico de Guayaquil Archivo Museo Antropol贸gico y de Arte Contempor谩neo Ministerio de Cultura y Patrimonio
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Francisco Velasco Andrade Ministro de Cultura y Patrimonio Jorge Luis Serrano Salgado Viceministro de Cultura y Patrimonio Jorge Saade Scaff Director Cultural Guayaquil Sara Bermeo Chávez Coordinadora de la Exposición Enrique Túarez Rivero Montaje y Logistica General María Elena Bedoya Hidalgo Texto Pamela Cevallos Salazar Fotografía y diseño Hominem Editores Impresión Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo - MAAC Guayaquil, 2014 Proyecto seleccionado en el “Concurso Nacional para el Fomento y Circulación de las Artes 2013-2014”, Ministerio de Cultura y Patrimonio. Agradezco la colaboración de los curadores y funcionarios del Ministerio de Cultura y Patrimonio en el proceso de investigación y en la coordinación de la muestra, especialmente a Sara Bermeo, Enrique Túarez, Carolina Jervis y Adriana Díaz. A Malena Bedoya por sus reflexiones sobre este proyecto. A Oscar Enríquez y Nancy Salazar por su apoyo incondicional.
La venus y el sol Registro fotogr谩fico Archivo del taller de restauraci贸n 2014
LA APERTURA DEL ARCHIVO Y EL DEVENIR DEL OBJETO Sobre el proyecto (1975) y práctica artística de Pamela Cevallos
María Elena Bedoya H. La experiencia del pasado es la de un mundo sin mí, un mundo del que estoy ausente y del que sólo me llega el eco. Sylviane Agacinski, 2009 Guayaquil, 4 de noviembre de 1975: Un papel, un memorando. Firmas, detalles, acuerdos económicos. Son documentos de archivo, son papeles de gestión. Cuando Roger Chartier (1999) señaló las implicaciones del “poder sobre la escritura” desplegado en sus competencias, formas y usos efectivos en la vida social, y lo diferenció del “poder de la escritura”, representado en las prácticas de la burocracia que posibilita acciones consideradas como legítimas en el seno del Estado, no solo que complejizó el universo de lo escrito, sino que ancló, desde estas perspectivas, distintos debates en torno a la existencia misma de estos “objetosescritos”. Este texto pretende entrar en las huellas de la gestión y las maneras en que desde la práctica artística, varios sentidos pueden ser abiertos, auscultados e interpelados.
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Domat con agujeros Registro fotogr谩fico Archivo del taller de restauraci贸n 2014
ACERVOS INQUIETOS E INQUIETUD SOBRE ACERVOS El historiador Raphael Samuel, en su clásico libro Teatros de la memoria, pasado y presente de la cultura contemporánea, nos presentó un recorrido sobre las distintas configuraciones de la “cultura histórica” o del persistente “culto por lo histórico” de las sociedades actuales y, particularmente, del caso británico. Sus potentes reflexiones ponían en primer plano la compleja trama a través de la cual circulan los objetos, los documentos y las tecnologías, permitiéndonos descubrir, reconocer o asumir un “pasado” inherente a ellos en su sentido patrimonial y nacionalista. El pasado, desde esta perspectiva, no solo es un lugar en el tiempo, ni su interpretación, sino todo un entramado de relaciones, discursos y prácticas que se activan y operan bajo su representación: la construcción del pasado como un “Otro” que revela una alteridad para el presente. Este ejercicio analítico ubica críticamente la carga impuesta hacia la figura de quienes van al acecho de estas huellas del pasado, y particularmente, en un primer caso, el de los historiadores: “la historia no es prerrogativa del historiador, ni tampoco, como afirman los adalides de la posmodernidad, una ‘invención’ de su cosecha. Se trata más bien de una forma social de conocimiento; la obra, en toda circunstancia, de un millar de manos.” (Samuel 2008:26)
Este posicionamiento merece una pausa. Más allá del relato de la historia nacional apoyado en la pedagogía de una conciencia sobre “lo nacional”, existe una posibilidad abierta que trastoca este ethos del pasado, al establecer una mirada crítica sobre los archivos. En nuestro caso, cuando nos acercamos a la comprensión de los llamados “acervos patrimoniales” que tienen su acogida en museos e instituciones culturales, surge la necesidad de entender la constitución misma de éstos al amparo de lectura crítica del tipo de narrativa identitaria, así como de las fisuras y recursos inconexos al interior de su constitución dentro de la colección. Además, este “millar de manos” señalado por Samuel (2008) es un escenario que ha sido desvanecido por la racionalidad y la performativa impuesta en la práctica museística moderna1. Ésta ha sido construida desde la calidad
“expositiva-contemplativa” y la representación museográfica como prácticas asociadas que dan cuenta de la existencia misma de los acervos y justifican su quehacer desde ellos. El ejercicio de “contemplación de la apariencia” separada de su verdad, como lo menciona Rancière desde su lectura de Debord, “lo que el hombre contempla en el espectáculo es la
1 Es importante las aperturas que ha permitido la museología crítica en este campo, no obstante, hemos querido ubicar el ejercicio crítico de Cevallos en el entramado de relaciones que nacen de la conformación de colecciones modernas en el país a partir de la segunda mitad del siglo XX.
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actividad que le ha sido sustraída, es su propia esencia, convertida en algo ajeno, vuelta contra él, organizadora de un mundo colectivo cuya realidad es la de este desposeimiento” (Rancière 2010:14). Esta circunstancia ha convertido al museo en un lugar en el que se “ven” cosas que fungen una actividad en el tiempo de un discurso histórico o estético que les precede a su existencia: ajustar su vida y organizar sus huellas bajo la égida de una techné 2: inventariar, conservar, restaurar y valorar. Los museos modernos exhiben objetos y construyen valores, de esta manera, los visitantes de estos espacios interactúan y deambulan entre los dispositivos museográficos creando varias legitimidades sobre el saber histórico y taxonomías que determinan la existencia física y conceptual de los mismos. Este “performance del pasado” se constituye así en la fundación política de lo patrimonial, es decir, el arte de utilizar a los muertos en beneficio propio (Morales 2003). Como lo sugiere Morales, las coordenadas del museo se constituyen en su práctica de “exhibir ocultando (permitir prohibiendo) y mostrar representando”.
Octubre 20 de 1949 (detalle) Óleo sobre tela 140 x 120 cm 2014
En este punto entraremos entonces al trabajo de la artista Pamela Cevallos y su proyecto artístico. Más allá del ámbito de la exposición y el despliegue museográfico, ¿qué potencialidades tiene el uso de los archivos del museo?: esos papeles, recibos, transacciones, vestigios, registros fotográficos, etc., que aparecen como accesorios técnicos son pensados, reflexionados e interpelados. Hemos inquietado su apacible y cómplice existencia en el universo de lo cultural. 2 Desde principios del siglo XIX ya se consideraba la actividad de profesionales vinculados a la conservación y restauración de monumentos que se valoraba con carácter histórico. Este campo de acción fue perfeccionándose y es parte del aparataje técnico que funciona para la protección de los objetos (vistos como monumentos) patrimoniales y sitios que acogen esta denominación. Revisar: Choay, Françoise, Alegoría del patrimonio, 1992.
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ARCHIVOS Y OBJETOS EN JUEGOS DE TENSIÓN Toda pasión bordea el caos; la del coleccionista, el caos de los recuerdos. Walter Benjamín, “Desembalo mi biblioteca”.3 Los archivos de los museos son, sin duda, registro de lo político y a la vez son huellas de la política. Su apertura nos abre a la posibilidad de hurgar en la gestión cultural, no como un lugar etéreo e inaprehensible, sino en las transparencias de su acción y la potencia de la escritura: actos que ocurren y se materializan en la trama museística. Varios discursos en la contemporaneidad reclaman por la existencia de políticas culturales en distintos ámbitos, empero, la política como práctica existe y ha existido soterradamente al reclamo público de estos últimos años.
Bureau (detalle) Instalación Dimensiones variables 2014
El espacio del archivo puede mostrarnos estas agencias que parecen desvanecerse en la urgencia y emergencia el devenir actual del escenario cultural, paradójicamente, sus huellas son las más desconocidas y menos apreciadas en el medio, forman parte de aquellos “papeles viejos” que parecen esperar al azar de la historia y del historiador 3 Benjamín citado por Blom, Philipp, El coleccionista apasionado. Una historia íntima, 2002.
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para ser develados. En este caso, están vinculados a la agencia misma de la artista, desde su práctica y su lugar de enunciación como investigadora.
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El sentido “archivístico” de la memoria asentado en la dinámica del registro y las prácticas asociadas a la conservación de la materialidad de la huella suponen una serie de ejercicios que son parte de la propia constitución de una institucionalidad. Por ello, el principio de “políticas de adquisición” ha sido una de las coordenadas de institucionalización del discurso del museo moderno. Un museo dice acoger un acervo patrimonial-nacional identificado en su potencialidad, es decir, el de dar cuenta de las tramas bajo las cuales se ha determinado la existencia de un “nosotros”, amparado en una suerte de teleología que justifica los devenires nacionales. A partir de la práctica artística de Cevallos estas huellas encuentran otro lugar abriendo las oscuras reservas y encarando estos sentidos patrimoniales: ¿qué líneas y fronteras de tensión en el mercado operan?, ¿qué historias veladas guardan?, y ¿ qué sentidos guardan en sus propias configuraciones?, estas y otras preguntas deambulan en el proyecto de Cevallos. El trabajo de la artista activa al archivo del museo desde su potencia para comprender al objeto en su configuración. Esta potencia, como lo sugiere Agamben (2007) es el sentido del “yo puedo” que precisamente no
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se refiere, como diría el autor, a ninguna certeza ni a ninguna capacidad específica, sin embargo, “lo empeña y lo pone completamente en juego. Este “yo puedo” más allá de toda facultad y de todo saber hacer, esta afirmación que no significa nada, pone al sujeto inmediatamente frente a la experiencia quizá más exigente –y no obstante ineludible– con que le es dado medirse, la experiencia de la potencia.” (Agamben 2007:352) De esta manera, la colección atesorada en su reserva aparece en un sentido proyectado sobre su función y uso en el universo social. En este punto la cuestión “arcóntica” derridiana de la “localización” y “consignación”, en un lugar donde es posible una reunión de signos en una especie de “corpus”, como principio generador del archivo aparece en su sentido instituyente y conservador (Bedoya 2010:227). Surge así la posibilidad de develar las conexiones amparadas en el quehacer museológico y en su política concebida como una facticidad, fundada en la duda del hacer o no hacer, el proceder o no proceder.
Bureau (detalle) Instalación Dimensiones variables 2014
Esta apertura logra una tensión dialógica entre las nociones de patrimonio y colección (en sus sentidos procesuales) y le ha permitido a la artista interpelar y poner en evidencia una compleja red de relaciones y vínculos del museo, en tanto institución, con la sociedad civil: protagonistas de carne y
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hueso, superando la apreciación y justificación telúrica de la identidad sin nombres. Más allá de revelar significados contenidos en los resquicios de información contenida en fichas, diarios, etc., Cevallos apunta a mirar en la complejidad de la gestión cultural y trámite de acervos, a través del ejercicio en escena de “crítica institucional” en las dinámicas mismas de la institución y sus intereses.
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La práctica artística de Cevallos, indaga en los ejercicios previos a la proyección pública de aquellos objetos desde la performativa museística, pone e interpela desde el ejercicio plástico una doble expresión: la posesión legitimada en tanto “huella” de la nación y la posibilidad de argumentar su “acogida” desde apoyada en el discurso científico y/o su facultad estética. En este punto, la revelación parece un caos del recuerdo, los objetos de intercomunican entre ellos desde la acción del discurso científico o artístico, a partir y desde él constituye su valor: los objetos viajan en fundas, en transportes públicos, en pequeñas notas de agradecimiento y de valoración “estimada”, el escenario aparece frágil y va constituyéndose en la transacción generada en ejercicio del bureau. Su justificación se configura y justifica a la par del surgimiento de su legitimidad en diversas escalas. Así, en la práctica artística de Cevallos el juego con el formato burocrático a partir del cual se construye un contexto y un valor desde un “lenguaje-formato” –la figura
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del memorando– busca racionalizar unos intereses específicos. Según la artista, las referencias a los objetos “artísticos” desde su materialidad (cantidad, peso, forma, procedencia) y la relación arte (moderno) evocado en el lenguaje pictórico con la proliferación del coleccionismo y mercado de arqueología, son relaciones clave para un acercamiento a las dinámicas de colección del Estado y a la gestión cultural de una institución específica en sus inicios y hasta los años ochenta. El ejercicio de visibilizar la diversidad de registros de papel entremezclados con imágenes presentadas como borradores en acuarela inacabados de
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“objetos” arqueológicos, pone en tensión las complejas y contradictorias relaciones vinculadas a su adquisición. Este juego evidencia el entrecruce de los discursos, tanto disciplinares, como el de la Historia del Arte, y la conservación y rescate de los objetos. La secuencia presentada de estas 200 imágenes –construidas a partir de dibujos, texturas y sobre posiciones– en la obra de Cevallos está en estrecha correspondencia de su existencia visual en el clásico libro, Arte Ecuatoriano publicado por Salvat en el año de 1977. Apreciaciones, fragmentos explicativos de las piezas forman parte de un todo lúdico donde emergen estas otras lecturas que complejizan las acciones al interior de la práctica museística. En la muestra nos acompaña una reproducción de gran envergadura de una fotografía tomada y publicada en los diarios capitalinos en secciones privilegiadas. La visita del presidente Velasco Ibarra con su esposa y otras personalidades a la inauguración del museo, es el día 1 de diciembre de 1969. La imagen realizada en gran formato por la artista acoge con un espíritu vigilante el escenario en donde está presentado
Bureau (detalle) Instalación Dimensiones variables 2014
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el resto de la muestra. Podríamos decir, siguiendo a Louis Marín (2009), que Cevallos apela al vínculo entre la representación, el poder y la imagen. Así, la obra de grandes dimensiones que propone la artista –copia de la copia del periódico, en la posibilidad de reproductibilidad de la fotografía– juega con la representación no es su valor de sustitución o de la representación transitiva, sino en su valor de intensidad, frecuentatividad: representarse como representante de algo (Marín 2009:3).
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En este sentido, el acto de ir al museo, legitimar el hecho, mostrarse en él, recorrer las salas, asegurar su “cuidado” y protección como las acciones de un jefe de Estado se conjugan en la posibilidad de su mostración mediática. Velasco Ibarra, no solo que firmó el decreto de constitución de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en el año 1944, sino que también estuvo presente en otro hito para el quehacer museístico en la inauguración del museo del Banco Central del Ecuador: su voluntad es representada4. La presencia de este recurso articula de manera eficaz las distintas coordenadas bajo las cuales está organizada y construida la discusión conceptual de su obra. 4 Como lo señala Marín, por ejemplo con el caso de la representación del pasaporte en la frontera: “su poseedor no sólo se presenta realmente en ella, sino que también presenta su presencia legítima por el signo que la autoriza o la permite, e incluso la obliga. La representación se mantiene aquí en el elemento de lo mismo, y lo intensifica al redoblarlo. En ese sentido, es su reflexión, y representar será siempre presentarse como representante de algo.” Así legitima y otorga legitimidad en el acto mismo y en su reproducción mediática. Revisar: Marín, Louis, Poder, representación, imagen, pg. 3
In-augurar (detalle) Carboncillo de sauce sobre cartón 320 x 180 cm 2014
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Pamela Cevallos mira esta puesta en escena de la colección y de estos archivos desde el potencial campo de la memoria, y ubica su práctica artística en el terreno de la historia, “performando” un tipo particular de historiador: “aquel que entiende el pasado como algo vivo, no clausurado, que afecta al presente y opera en nuestro tiempo. El pasado como algo latente que aún no ha muerto y sigue activo. De ahí la necesidad de hacer Historia, de escribir visualmente sobre el pasado” (Hernández-Navarro 2012:42)
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Por último, quisiéramos destacar que su exposición vincula ciertos hilos de su propia práctica artística con sus intereses en el campo académico. Su acercamiento al terreno de la etnografía desde la antropología visual5, en esta especie de “tráficos” (Andrade 2007) entre la práctica artística y la cuestión antropológica, han logrado que se establezca una cierta conexión y apropiación de conceptos que posibilitan una apertura a su ejercicio de “crítica institucional”, desde un soporte que devela la complejidad del campo y la riqueza de excavar y visibilizar la construcción del valor en la configuración misma de colección.
Diciembre 2 de 1969 (Justo Pachay) 5 Nos referimos a su reciente producción editorial: La intransigencia de los objetos. La galería Siglo XX y la Fundación Hallo en el campo del arte moderno ecuatoriano (1964-1979), Fundación Museos de la Ciudad, Quito, noviembre 2013.
Óleo sobre tela Díptico 30 x 60 cm, 50 x 70 cm 2014
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Bibliografía
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Blom, Philipp, El coleccionista apasionado. Una historia íntima, Editorial Anagrama, Barcelona, 2013. Cevallos, Pamela, La intransigencia de los objetos. La galería siglo XX y la Fundación Hallo en el campo del arte moderno ecuatoriano (1964-1979), Fundación Museos de la Ciudad, Quito, 2013. Crespo Toral, Hernán y José María Vargas (coordinadores), Historia del Arte Ecuatoriano, Salvat Editores, Tomo I, Quito, 1977. Chartier, Roger, Cultura escrita, literatura e historia. Conversaciones con Roger Chartier, Fondo de Cultura Económica, México, 1999. Choay, Françoise, Alegoría del patrimonio, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1992.
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