Sr de los milagros

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Libro 5to, cap. 3) . A decir, que Pachacámac –el Creador del Cielo y la Tierra– equivalía al Ignoto Deo de San Pablo cuando este le dice a los atenienses “al que vosotros veneráis sin conocerle, ese es el que yo os predico”. 21. Giovanni Anello Oliva S. J. Historia del Reino y Provincias del Perú. Edición, prólogo y notas de Carlos M. Gálvez Peña. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 1998, p.160-161. Las lecturas simbólicas expresadas en los mitos andinos no son narraciones estáticas o atemporales que se mantienen ajenas a la historia. Más bien suelen incorporar en sus relatos los acontecimientos históricos que modifican la vida de sus comunidades, y no por ello sus “fabulaciones” son menos originales. Aún queda por estudiar y contextualizar las tradiciones orales recogidas por el padre Francisco de Ávila, tan cercano a los jesuitas, en el manuscrito quechua transcrito a pedido suyo en la provincia de Huarochirí a fines del siglo XVI. Con relación al gran dios oracular prehispánico se dice: “Estas son las verdades que sabemos de Pachacámac, a quien llaman “El que mueve el mundo”. Dicen que, cuando él se irrita, el mundo se mueve; que también se estremece cuando vuelve la cabeza a cualquier lado. Por eso tiene la cabeza inmóvil. “Si rotara todo el cuerpo, al instante se acabaría el universo”, decían los hombres” en Dioses y Hombres de Huarochirí. Traducción y prólogo de José María Arguedas. Siglo Veintiuno editores, México, 1966, pp. 100-101. Quiero agradecerle a Carmen María Pinilla por esta referencia. Me refiere Cesar Itier por carta que: "según los apuntes que tengo sobre Pachacámac, la única fuente que menciona claramente a Pachacámac como dios de los temblores es en efecto el manuscrito de Huarochirí [...]. Francisco de Jerez escribe algo que podría interpretarse también en este sentido: “Hase averiguado con muchos señores desta tierra que desde el pueblo de Catamez, que es al principio deste gobernamiento, toda la gente desta costa servia á esta mezquita con oro y plata y daban cada año cierto tributo [...] aquel ídolo los hace entender que es su dios y que los puede hundir si le enojan y no le sirven bien, y que todas las cosas del mundo están en su mano” (Francisco de Xerez,Verdadera Relación de la Conquista del Perú, según la primera edición impresa en Sevilla en 1534, Madrid, 1891: 132). Sin embargo, me parece más plausible interpretar esta frase de otra manera: Pachacámac “traga” a los que lo enojan. En efecto, varias otras fuentes, relativas a la sierra, atribuyen a la tierra (pacha) la capacidad de “tragar” a la persona que actúa mal (en particular a la que no cumple su promesa). En mis fichas tengo registrado lo que dicen Pedro Sancho, Cristóbal de Mena, Miguel de Estete, Las Casas, Pedro Pizarro, Betanzos, Cieza de León, La Gasca, Zárate, Garcilaso, Huaman Poma y Acosta, y ninguno de ellos menciona temblores. Pero habría que verificar si Calancha (que no tengo aquí) u otros autores que no he fichado no lo mencionan como autor de los temblores. Francisco de Jerez escribe algo que podría interpretarse en términos análogos a lo mencionado por Avila en el manuscrito de Huarochirí : “Hase averiguado con muchos señores desta tierra que desde el pueblo de Catamez, que es al principio deste gobernamiento, toda la gente desta costa

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servia á esta mezquita [Pachacámac] con oro y plata y daban cada año cierto tributo [...] aquel ídolo los hace entender que es su dios y que los puede hundir si le enojan y no le sirven bien, y que todas las cosas del mundo están en su mano” (Francisco de Xerez,Verdadera Relación de la Conquista del Perú, según la primera edición impresa en Sevilla en 1534, Madrid, 1891: 132). Sin embargo, me parece más plausible interpretar esta frase de otra manera: Pachacámac “traga” a los que lo enojan. En efecto, varias otras fuentes, relativas a la sierra, atribuyen a la tierra (pacha) la capacidad de “tragar” a la persona que actúa mal (en particular a la que no cumple su promesa). En mis fichas tengo registrado lo que dicen Pedro Sancho, Cristóbal de Mena, Miguel de Estete, Las Casas, Pedro Pizarro, Betanzos, Cieza de León, La Gasca, Zárate, Garcilaso, Huaman Poma y Acosta, y ninguno de ellos menciona temblores". 22. Isabel Cruz de Amenábar, Arte y Sociedad en Chile 1550-1650. Santiago de Chile, Universidad Católica de Chile, 1986, p. 18. 23. Francisco del Castillo evangelizó a los negros en la Plaza Mayor de Lima donde concurrían “tropas de morenos jornaleros de todos oficios”, en las prisiones, en los obrajes a las afueras de Lima, en el Hospital de San Bartolomé – “fundado para la curación de negros libres” y en el Hospital de San Lázaro, donde se encontraban “rebaños de negros pobres” y muy enfermos. También los visitaba en obrajes mineros fuera de la ciudad y en la plaza de la Santa Cruz del Baratillo; p. 153-159. 24. D. José Eusebio de Llano y Zapata, Observación Diaria Critico-Histórico-Metereología, contiene todo lo acaecido en Lima desde primero de Marzo de 1747 hasta el 28 de octubre del mismo […]. Lima, 1748 en Terremotos. Colección de las Relaciones de los más notables que ha sufrido esta capital y que la han arruinado. D. Manuel de Odriozola, Lima 1863, p. 6. 25. Juan Joseph de Salazar, Vida del V. P. Alonso Messía de la Compañía de Jesús, fervoroso Misionero y Director de Almas en la Ciudad de Lima. En la Imprenta nueva de la Calle de S. Marcelo, Lima, 1733, pp. 39-41 26. Joseph de Buendía, Vida admirable y prodigiosas virtudes del venerable y apostólico padre Francisco del Castillo. Madrid: Por Antonio Román, 1693, p. 193. 27. Véase, “Sermón vespertino, con ocasión de un grande terremoto, en que padeció mucho la Ciudad de Lima: descubierto el Santísimo Sacramento” en Sermones Varios. Obra póstuma del padre Gerónimo de Elso, de la Compañía de Jesús, en la Provincia de Lima, Reyno del Perú, que da luz su fiel amigo D. Diego Portales y Meneses. Madrid: en la Imprenta Real, 1731, pp. 114-133. 28. En una misiva del 4 de septiembre de 1679 el clérigo secular Melchor de Liñán y Cisneros (16291708), virrey del Perú (1678-1681), describe un cuadro desolador de los conventos limeños y temía “que [los castigos] que sobrevienen al reino procedan de los pecados de estos monasterios”. En cinco conventos de Lima –La Encarnación, la Concepción, Sta. Clara, la Trinidad y Santa Catalina– vivían entre 700 y 1000 mujeres, contando a las seglares y esclavas que vivían

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en clausura y salían de ella sin la licencia del prelado. Cada religiosa tenía dos o tres criadas, negras o indias y esta “multitud abigarrada” de mujeres se prestaba a rencillas, ocio y amores profanos que corrompían las costumbres. Caso distinto era el del Carmen, Las Descalzas y el Prado donde reinaba la práctica sólida de la virtud; véase, Archivo Vaticano, Roma. Lettere di Vescovi, Tomo 65, fol. 268. 29. Para una reconstrucción interdisciplinaria de este tema véase, Charles F. Walker, Shaky Colonialism. The 1746 Earthquake-Tsunami in Lima, Peru, and its long aftermath. Duke University Press, Durham & London, 2008. 30. Odriozola, op. cit. p. 152. 31. Pablo Emilio Pérez-Mallaina Bueno, Retrato de una ciudad en crisis. La sociedad limeña ante el movimiento sísmico de 1746. Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Pontificia Universidad Católica del Perú, Instituto Riva-Agüero, Sevilla, 2001, pp. 363-367. 32. Fueron variadas las “invenciones de penitencias” públicas que clamaban a Dios por misericordia: “Qué conmoción tan piadosa no causava el ver a las criaturas en trage de penitentes, como si fuesse la inocencia pecadora; vestida la candidez los despojos del dolor, coronadas de espinas las cabeças, soga a la garganta, desnudos de pie, y pierna, con grillos unos, otros arrastrando gruesas cadenas; muchos iban puestos en cruz, ligados cruelmente entre los filos de las espadas los braços. Muchas señoras de calidad, y hermosura, venciendo el espíritu la debilidad de la condición, no rehusaron esta pública demostración de su sentimiento, gravando con pesadas Cruzes sus frágiles ombros; otras, con la violencia de los açotes sangrientas, y desgarradas las espaldas; vestidas otras de ásperos sacos de cilicio, ajada la belleza, y esplendor de los cabellos con la ceniza de que rociaban las cabeças; maltratadas, y ofendidas por el desnudo suelo sus plantas, y todas disfrazando en la austeridad de los trages la delicadeza de mujeres”. Joseph de Buendía, op. cit. p. 167. 33. Josefa de la Providencia, Relación del Origen y Fundación del Monasterio del Señor San Joaquín de Religiosas Nazarenas Carmelitas Descalzas de esta Ciudad de Lima. Lima: en la Imprenta Real de los Niños Expósitos, 1793, pp.76-78. 34. Ibíd, p. 132-133. 35. Ramón Mujica Pinilla, “El arte y los sermones” en El Barroco Peruano. Coordinador R. Mujica Pinilla. Colección Arte y Tesoros del Perú. Banco de Crédito del Perú. Lima, 2002, pp. 224. 36. Giles Constable, “Attitudes Toward Self-Inflicted Sufferings in the Middle Ages”. The Ninth Stephen J. Brademas, Sr. Lecture. Hellenic College Press, Brookline, Massachusetts, 1982, pp. 5.28. 37. Odriozola, op. cit. p. 33; Joseph de Salazar, op. cit. p. 28. 38. Ibíd. p. 74. 39. Ibíd. p. 26. 40. Ibíd. p. 32. En 1735 se imprimió una novena dedicada a esta “Divina Imagen” de Copacabana

historia, devoción e identidad


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