Revista Huellas 20aniver. Ago2018

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enfoquehuellas Por. Luduing Rodríguez Fotos. Fuente externa

Sociedad en reversa

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os seres humanos tenemos una predisposición a vivir en sociedad, quizá por instinto de supervivencia como especie. Empezamos formando clanes, luego fuimos avanzado a aldeas y tribus, según nos esparcíamos por nuevos y desconocidos territorios. Posteriormente progresamos a sociedades más grandes y construimos ciudades, delimitamos países y nombramos continentes para poder etiquetarnos y discriminarnos, según nuestro origen de nacimiento. Lo anterior es un resumen, exageradamente simplista, del avance del ser humano en su historia general, con el propósito único de hacer notar que, según avanza el tiempo, las sociedades humanas tienden a crecer y expandirse. Así ha sido durante toda la historia conocida hasta hoy. O al menos, eso parece. Según los historiadores, hace milenios, el hombre, para poder sobrevivir, debía viajar siguiendo las manadas de animales a los que solían cazar y esto les impedía quedarse en un lugar fijo. Al descubrir la agricultura, dejó de

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depender totalmente de perseguir a las manadas, así pudo irse acomodando y también aumentando su calidad de vida.

necesariamente de la tecnología, que hace que una carta enviada desde Francia a Nueva York, en lugar de viajar durante varios días, ahora llegue en menos de 1 minuto; o esa tecnología que nos permite irnos a miles de kilómetros de nuestro hogar y desde la distancia, hablar con nuestros familiares como si estuviésemos ahí, incluso con la opción de vernos las caras mientras hablamos; tecnología para cambiarnos el color de piel, para pedir un taxi sin hacer una llamada; tecnología para todo, tanto para lo necesario como para lo que no (para estos casos, existe el “marketing”, que es bastante efectivo).

En la época actual, parecería que desde hace siglos, las necesidades básicas están resueltas. En teoría eso es cierto, aunque en realidad no es así en todo el mundo, puesto que nos manejamos con sistemas socio económicos que no buscan como objetivo principal satisfacer las necesidades de la población, sino, el crecimiento económico, sin importar si esa economía se distribuye de manera equitativa o si un 1 % de la población maneja el 99 % la riqueza.

¿Acaso habremos alcanzado un exceso de “soluciones” en nuestra sociedad? Basta con mirar cómo eran las cosas cuando nuestros abuelos. Recuerdo en mi niñez que acompañaba a mi abuela en el campo, a lo que ella llamaba “visitar altares”, que consistía en visitar las casas de sus viejas amistades. Cuando salíamos a visitar, mi abuela siempre cargaba un bulto con distintas cosas, normalmente comestibles (comida enlatada, leche condensada, botellas de malta alemana, etc.) y en cada casa, le entregaba algo de eso, sobre todo si había alguien enfermo en la casa que entrábamos. De igual forma, si visitamos a alguien que tenía un conuco y había cosechado algo, era muy habitual que nos dieran víveres o frutas o cualquier cosa disponible. Recuerdo que regresábamos siempre cargando algo.

De cualquier manera, nos enfocaremos en los avances existentes y de alguna manera disponibles hoy día, sin contemplar a aquellos que no tienen acceso a esos avances. Hablaremos

Para cuando yo crecí, en muchas de las casas habían instalado teléfonos, por lo que las visitas se fueron reduciendo hasta casi eliminarse. Solamente se hacían visitas cuando alguien estaba

Podemos enumerar muchos más éxitos posteriores, como la domesticación de animales, el almacenamiento de alimentos, entre muchísimos otros, todos dando como resultado una mejoría para la vida de todos. Cuando las necesidades básicas estaban cubiertas, creamos la cerveza.

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edición especial 20 aniversario • julio - agosto 2018


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