Fotografía; Arturo Rogel.
Cuando el cielo nos mira.
Al viajar por carreteras o al estar en la azotea de cualquier lugar es relativamente fácil el elevar la mirada del horizonte. Suena más sencillo de lo que es, hacerlo implica un acto completo de coordinación entre el cuerpo y la mente, simplemente por el hecho de querer hacerlo, pensar que no es difícil y sin que el cansancio o la falta de ganas no entorpezcan el acto. Después de realizada la primera parte es necesario poder mirar un punto en el azul profundo del cielo, tarea nada fácil, si no se encuentra un punto en zenit es posible hacer un pequeño paneo, ya sea con el movimiento completo de la cabeza o solo con los ojos. Es recomendable girar en nuestro propio eje. Al hacer esto usted estará viendo el cielo. Busque algo de interés, quizá se sorprenda de lo que puede encontrar. Es más que un acto mecánico-corporal, pues implica en sí mismo una tarea de reflexión, pues además de querer hacerlo no siempre es fácil poder encontrar algo que ver en un azul grisáceo del cielo citadino o en un manto que no siempre es azul y no tiene nubes blancas. Las siguientes fotografías son un acto reflejo y una regresión a la infancia primigenia, donde se podía contemplar el cielo sin descansar o mejor dicho descansando.
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La revista que te aleja del cielo.