Pasion Italiana - Adaptacion

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recogerlo, tuvo que ir en taxi. Desgraciadamente, había muchos atascos en el camino al aeropuerto, por lo que tuvo que correr cuando llegó a la terminal para llegar al vestíbulo de llegadas. Cuando vio a su marido, el corazón le dio un vuelco de alegría. Entonces, de repente, surgió Tannya. Bella se detuvo en seco al ver que la hermosa rubia hacía todo lo posible por interceptar a Edward y llamar su atención. Ella decidió permanecer en un segundo plano, destrozada por la repentina aparición de la modelo. Llegó a la conclusión de que aquel encuentro no había podido ser por casualidad. Con idéntica rapidez a la que la había llevado allí, Bella se dio la vuelta y se dirigió a una cafetería. Mientras se tomaba un café, decidió que no volvería a casa hasta que se hubiera calmado, pero no podía dejar de preguntarse cómo había averiguado Tannya dónde encontrarlo. Para cuando regresó a su casa, ya era muy tarde. Mientras cruzaba el vestíbulo, Edward apareció en la puerta de la biblioteca. En mangas de camisa y con el pelo revuelto parecía menos compuesto que cuando lo había visto en el aeropuerto. —¿Dónde has estado toda la tarde? —le preguntó Edward, de un modo que la desconcertó. —Por ahí... —mintió. —Sarah me ha dicho que fuiste a buscarme al aeropuerto. —Sí, pero no volveré a cometer ese error —le espetó Bella—. Dime: ¿es esta casa una zona a la que Tannya no tiene acceso o puedo esperar encontrármela también en cualquier momento? Después de todo, parece ser bienvenida en todos los demás lugares, de hecho, mucho más que yo. —Así que me viste con Tannya en el aeropuerto —dijo él, muy tenso. —¡Dios mío! ¡Pero qué perspicaz eres! —¿Te das cuenta de lo preocupado que he estado por ti? Llegué a casa a las siete y ahora son más de las once. —¡Tienes suerte de que haya regresado! —¿De verdad? Bueno, pues no pienso quedarme aquí y discutir contigo en el vestíbulo —afirmó Edward, indicándole que entrara a la biblioteca. —¿Es que está insonorizada? —preguntó Bella, llena de sarcasmo. Entonces, hizo lo que él le había pedido. —¿Que diablo se te ha metido en el cuerpo? —quiso saber Edward, tras cerrar la puerta


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