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¿Me preguntas qué he aprendido?

¿Me preguntas qué he aprendido?

Ay, mi niño...

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Pocas cosas he aprendido de este mundo de caos y confusión, pero de una estoy segura: buscamos un significado, una solución.

Pero cada respuesta que parecemos encontrar, solo trae más preguntas. Luchamos por un propósito, buscamos saber, pero en esta inmensidad, ¿a donde vamos?

Nos aferramos a la razón, para darle sentido a todo, pero a veces la vida se siente tan pequeña

Lo absurdo se cierne con cada giro, mientras enfrentamos nuestra existencia, y lo que hemos aprendido

Nos obliga a enfrentar nuestro destino y cuestionar las decisiones que tomamos.

Pero a través de este viaje de autodescubrimiento, encontramos una verdad, una aterradora: que la vida no tiene un significado inherente, y depende de nosotros crear nuestro ser.

O, ¿es así? Desde que te conocí, he visto un propósito inherente a nuestra condición como seres humanos: el amor.

Esta fuerza primigenia que nos llama para unirnos y colaborar, aliviar nuestra soledad y compensar nuestros defectos con las virtudes del otro.

Esa fuerza biológica que nos hace sentir vivos

El principio unificador que convierte a las multitudes en comunidades.

Esa gravedad metafísica que nos une a otros seres humanos y nos hace colaborar, y que nos hace crecer contra el infinito mar de entropía que nos rodea.

No lo sé, abracemos esta difícil situación existencial, pero hagámoslo juntos, y hagamos nuestro propio propósito, con todas nuestras fuerzas.

He aprendido que, aunque la vida parezca absurda, siempre que tengamos espíritu, todo estará bien

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