Una vida por un ideal - Severino Campos

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SEVERINO CAMPOS CAMPOS UNA VIDA POR UN IDEAL hasta ese momento ninguna actuación molesta. No obstante, la sospecha nos indujo a hacer algún registro, con el fin de ver si hallábamos algún testimonio de preparación agresiva contra los que se habían manifestado antifasistas; entramos a registramos en casa de cinco de los grandes propietarios, los vimos preocupados por nuestras visitas, para nada hallamos como recursos de colaboración armamentista de lo que estaba pasando en muchas partes de España; pero sí que nos enteramos de que en Llombay, pueblo de la comarca, había ocurrido algo grave, pero no teníamos vehículo para trasladarnos a esa distancia; y ante esa situación es cuando uno de los nuestros, Serilet, ofrece un Volks Waguen para lo que se necesitara, conduciéndolo él, y así lo hicimos. En dirección a Llombay pasamos por Montro y Real, donde nada había pasado; en Llombay hubo dos conatos, pero ya la cosa, a favor de los antifascistas, se había calmado. Recorrimos pueblos cercanos: Catadau, Alfarb, Algemesí, Carie, Alcudía, que todavía estaban en situación tranquila, por lo que desistimos de continuar por allí, y nos fuimos a Valencia, a la Plaza Pellicer, donde estaba la Federación Local de Sindicatos. Estando allí, sin tener noción de que por allí andaban, se me presentan tres compañeros de Barcelona, uno de los cuales Gregorio Jover, que también pertenecía al Grupo Eurelka; ellos iban armados. Y me pregunta Jover; ¿qué haces por aquí', y lo hablo del recorrido que habíamos hecho por la Comarce Montserrat Carie, y que me indica que a la mayor brevedad me vaya a Barcelona, que allí me estaban esperando, pero todo el transporte estaba parado; pensando en cómo me las arreglaría para trasladarme a Barcelona, se presenta Evangelista, abrimos conversación, y le digo lo que me estaba pasando; él era uno de los que se movía por aquel lugar pregunté si tenía en perspectiva alguna posibilidad para lo que yo necesitaba. Me respondió que no sabia, pero que iba a indagar, y al vernos por la tarde me dijo que, al día siguiente a las 8, salía de Valencia un tren que tenía que llegar hasta Portbou, y con ese tren nos fuimos. Al entrar en casa nos recibió Antonio, el suegro, y nos dice algo en broma: Caramba, ya pensábamos si estarías enterado y añade que me habían telefoneado, y que Federica había estado dos veces a buscarme, dejando el encargo que fuera donde se habían instalado los Comités de la Organización, en el Edificio de Cambó, de la vía Layetana. Me fui hacia allí en seguida, y fue en el momento que iniciaba reunión el Comité Peninsular de la F. A. I., que ya estaba compuesto por

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