Obras de Bakunin tomo II

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OBRAS DE MIGUEL BAKUNIN

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B IB L IO T E C A U N IV E R S A L D E E S T U D IO S S O C IA L E S

N.° 2

Obras dé

MIGUEL BAKUNIN

II F R Ó L O S O DE MAX NETTLAU. . TRAD. D. A. DE S A N T I U A N

E D IT O R IA L T IE R R A Y L IB E R T A D -B A R C E L O N A 1938


T IPO G R A FIA O L Y M PIA .— Rda. R icardo Mella,

4 2 — B arcelona


PRÓLOGO i Los tre s p rim ero s escrito s de este volum en c o n stitu y e n p arte del esfu erzo lite ra rio de B ak u n in su scitad o por la g u erra fran coalem ana de 1870-71 desde ag o sto de 1870, s i­ gu ien d o los aco n tecim ien to s h asta después de la C om una de P arís, o sea, h asta el verano de 1871; el cu a rto esc rito lo hace ap a rec er com o co n fere n cian te en m edio de los obreros del J u ra , en la p rim avera de 1871. S us esc rito s de agosto de 1870 a ju n io -ju lio de 1871, tie n e n las m ás d iv ersas fo r­ mas, p ero el m ism o f in : c o n trib u ir en la m edida de sus fu erzas a d ar a los aco n tecim ien to s u n c a rá c te r rev o lu cio ­ nario, y cuando esto no fué posible p ara él, d ar una voz a su c rític a rev o lu cio n aria y p re se n ta r en esa ocasión el co n ­ ju n to de sus id eas an te el público europeo. P rim ero , las ca rtas co n c ern ien te s a u n a ac ció n ; el fo lle to de actu alid ad , lu e g o ; después, el fo lleto o el libro de c rític a p o lític a re ­ tro sp ec tiv a , h istó rica, el libro de c rític a filo só fic a y la ex ­ po sició n de las bases de sus ideas ta n p ro fu n d am en te a n ­ tirre lig io sa s. C uando el gran ac o n te cim ie n to de la C om una de P a rís in terv in o , o tra vez la c rític a ac tu al, so cialista y rev o lu cio n aria. De todo eso hay en a lg u n a s publicaciones de la m ism a época, en o rig in ales m ás num erosos sacados de los m a n u sc rito s p a ra las O eu vres de la ed ició n de P a rís (1895-1910) y aún m ás, en los frag m en to s in éd ito s que no fu e ro n an alizad o s m ás que en m i B io g ra fía de B ak u n in , en 1899. L e fué im posible a B ak u n in h a lla r u n cuadro lite ra rio , una form a de p u b licació n baBtante am plia, rá p id a y fu n ­


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d ad a sobre u n a base m ateria l sólida p a ra ex p o n er ante el pú b lico todo lo que q u e ría decir, y h asta le fu é im posible co o rd in a r esa m asa de m ateria le s que prodigaba. P a rtie n d o de la actu a lid a d , de su m archa de L yon y de su ca rta a P a lix del 29 de noviem bre, fué absorbido en su c rític a del m om ento p o r lo que veía aco n tecer en F ra n c ia : hace la c rí­ tic a de los alem anes, llega a los co m u n istas a n tia u to rita ­ rio s, lu ego a los filó so fo s d o ctrin a rio s, consigue d ar el fo n ­ do de su s ideas a n tirre lig io s a s en u n e sc rito que separa del co n ju n to com o apéndice, a p a rta aún o tro s m ateria le s p a ­ ra u n A p é n d ic e germ anoesJavo ; pero a n te s de hablarnos de sus id eas sobre socialism o y an arq u ía, la C om una de P a rís lo vuelve a la actu a lid a d , y no nos dejó sólo u n busto, sino to d o un ta lle r lleno de buBtos. E s lam entable desde el p u n to de v ista lite ra rio , pero tenem os al m enos en los nu m e­ rosos frag m en to s elaboraciones p recisas de m uchas series de sus ideas, que podem os exam inar a n u e stro gusto, lo que es p re fe rib le a en c o n trarlas, de una m anera re d u cid a q u i­ zás, ad a p ta d as al cuadro siem pre re s trin g id o de un solo libro. B ak u n in carecía de tiem po para p ro d u c ir lib ro s bien p ro ­ p o rc io n a d o s; tam poco tuvo p ro b ab ilid ad para ello en el in v iern o de 1870-71, en co n tró dem asiado poco reposo. No estaba m uy c o n ten to de la m anera com o Jam es G uillaum e h abía sacado de sus ab u n d a n te s m an u scrito s el pequeño fo lleto (43 p ág in as) de las L e ttr e s à un F rançais; quería pasar sin G uillaum e y no le quedó m ás que G inebra, donde el trab a jo de im p resió n fu é m uy m al h ec h o ; la ú n ica base m ateria l era la g a ra n tía de un e stu d ia n te ru so de p ag ar una e n tre g a (505 fra n c o s), lo que hizo. R ecu rrió de nuevo a G uillaum e, p ero no había d in ero p ara im p rim ir o tra cosa. B ien p ro n to , en ju lio , elim in aro n com pletam ente el p ro ­ y ecto p re sen te o tro s tra b a jo s p ara la In te rn a c io n a l y co n ­ tra M azzini. A p esar de ta le s adversidades, su aislam ien to y su s g ra n ­ des p re o cu p acio n es m ateria le s d u ra n te dicho inv iern o , fué incan sab le en ese tra b a jo y a él se dedicó con su m ejor e sfu e rz o : las p a rte s titu la d a s m ás ta rd e D ios y el E sta d o — ap a rec erá n en su cu ad ro o rig in a l en el tom o IV de esta ed ició n — dan fe de ello. A unque esos m eses de noviem bre de 1870 a m arzo de 1871 fueron, desde hacía m uchos años,


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la época m ás tra n q u ila de la ^ id a de E n k u n in , en la que no se tra tó de acción y de p ropaganda, sino solam ente de e s tu ­ dios, de le c tu ra s y de elaboración sucesiva de m uchos m a­ n u scrito s, vale la pena, p o r co n sig u ien te, ocuparse de ese tra b a jo de su p en sam iento aquí. No es u n esp ectácu lo dem a­ siado frecu e n te , p o r desgracia, v er a un an a rq u ista rem over to ta lm e n te su s id eas después de g ra n d es aco n tecim ien to s h istó rico s, tra ta n d o de re la cio n arla s con la acción que ve a su alre d e d o r en el m undo p ro fu n d am en te conm ovido. No dig o que B ak u n in h ay a en co n trad o el buen cam ino y haya sid o in fa lib le en su s ap reciac io n es; p ero lo in te n tó al m e­ nos e hizo u na v asta labor in te le c tu a l, y siem pre es in te ­ re san te se g u ir de cerca u n tra b a jo serio.

II De re g reso en L ocarno, en los ü ltim o s días de octubre de 1870 (1 ), debió de en ten d e rse con sus am igos ru so s de G inebra, el viejo O g a re f y O zerof, p ara h acer im p rim ir en la Im p re n ta C ooperativa su tra b a jo p ro y e ctad o en e n tre g a s que fo rm a rían g ra n d es folletos. N os queda sólo u n a carta e sc rita el 19 de noviem bre a O g aref, donde dice en lengua ru s a : M i querido y viejo am igo A ga: T e has vuelto excesivam ente avaro en cartas. ¿ E s que bebes de nuevo? Cuidado, hermano, abstente. B eb e con m oderación pora no p erderte y olvidarte de ti m ism o, de ¡os am igos y aun de la causa. V eo por tu últim a m isiva que lees m is cartas m u y distraídam ente y es probable que no las leas hasta el fin . M e escribes que reci­ b iste de m i el fin a l del fo lle to , pero te escribía que enviaba la últim a rem esa, que enviaré todavía m uchas, m uchas hojas, de su er­ te que no resultará un fo lle to , sino todo un libro. Tengo ya cua­ renta páginas listas y esto no es el fin , fa lta m ucho, y si no ¡as envío es porque m e es indispensable tenerlas cerca de m í para te r­ m inar una cuestión d ifícil. P or favo r, m i querido am igo, ocúpate seriam ente de este asunto y no de un m odo cuaiquiera, porque si haces esto de una m anera sucia, no saldrá una cosa, sino una su cie­ dad. P rim eram ente, yo no tengo fie b re ni en general e sto y apre­ surado por im p rim ir lo m ás pronto posible, com o O zero f procede. M e habría apresurado com o él si hubiese tenido la in ten ció n de escribir un fo lle to para in flu ir lo m ás pro n to p o sib le sobre la (1 )

V é a s e e l p r á io g o d el p rim e r to m o d* e s ta s O b ra s .


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OBRAS DE M IGUEL B A K U N IN

opinión pública. Pero no tengo ese p ropósito por ahora; no lo tengo porque no tengo ya fe en los fo lle to s, cualesquiera que sea n ; ni aun con las em presas y actos prácticos inm ediatos se puede m o d ificar ahora la marcha de los a contecim ientos■ S egún m i opi­ nión, el sistem a m entiroso de G am betta ha ganado ya en la prác­ tica una fu erza tal y hn vencido y logrado despojar hasta tal grado nuestro sistem a que, si G am betta incluso quisiera cam biarlo ahora, no sucedería nada m enos que la pérdida d efin itiva de Francia. Su sistem a se ha hecho más fu e rte que él m ism o y bien o mal debe seguir su curso inevitable y dar todos sus fru to s antes de que sea posible derribarlo. P or esto razón, no esto y de ningún m odo im pa­ cien te por im prim ir. E scribo un esbozo patológico de la Francia p resen te y de Europa, para edificación de los hom bres de acción más p róxim os del porvenir, y tam bién para ju stific a ció n de m i sistem a y de m i m odo de obrar. Y por tanto, quiero escribir algo com pleto y to ta lm e n te integro. N o aparecerá un fo lle to , sino un libro, i S e sabe esto en la Im prenta C ooperativa? A causa de ello, evid en tem ente, deben m odificarse las condiciones, y os he escrito sobre eso, a ti especialm ente. O zero f m e escribe que las pruebas las leerás tú solo. T e ruego, querido am igo, que to m es por asis­ ten te a J u k [Ju k o w sk i] que, esto y convencido, no rehusará ni a ti ni a m i el ser tu colaborador en este asunto. Un esp íritu , un ojo, y especialm ente el tuyo, son buenos; pero dos valen todavía más. S i él está de acuerdo, estaré tranquilo; sin eso pediré que me en­ víes una segunda prueba p ara la im presión definitiva. H az esto, te ruego, viejo Aga, y rem ítele inm ediatam ente la carta adjunta. A p ropósito: ¿adonde ha ido O zero f con su m u je r ? T ú escribes que m archó; pero a dónde, con qué fin y por cuánto tiem po tú no m e lo dices y m e es indispensable saberlo■ Yo lo espero. E scribe sobre él todo lo que sepas y dale o envíale m i últim a carta, aña­ diendo las dos cartas de Z urich que espero no habrás extraviado. E scribe pronto, viejo A ga, y por consideración a nuestra am is­ tad, a nuestro honor com ún, a la causa m ism a, te ruego que bebas con m oderación. T u inalterable, M . B. T ú lees m i escritura m uy mal, de manera que, si corriges solo las pruebas, resultará sin duda una confusión. M e obligarás a decir otra cosa [que he escrito ya] y eso m e llevaría a la desesperación. E s necesario para m í que el fo lle to o el libro esté im preso correc­ tam ente, y a causa de eso rep ito : un espíritu es bueno; pero dos valen más. Abraza a M aría por mí.

Se ve que B ak u n in no se hacía ilu sio n e s sobre el débil apoyo que le p re s ta ría O g aref, y tam bién la delicadeza con que m anejaba al viejo, que estaba m ás o m enos en descom ­ p o sición física e in telectu al. R ecibí en o tro tiem po de J u ­ kow ski com unicación de la c a rta d irig id a a él, en ruso tam b ién :


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19 de noviem bre de 1870. Locarno. Q uerido J u k : H e recibido tu carta [que debió de lleg arle de M ar­ sella, donde se encontraba Jukow ski después de la m archa de Bakunin, y donde M roczkow ski y su m u je r se hallaban tam bién en to n ­ ces]. E n v ié la carta de Z . S ■ [la señora O bolenska] a G am buzzi [que aten d ía sus asuntos en I ta lia ], el cual, cediendo a m is p er­ suasiones, ha vuelto a N ápoles de la m itad del camino [q u ería ir a F ra n cia tam bién] y probablem ente será elegido diputado [lo que no sucedió]. E spero ¡a carta más extensa que m e p ro m etes [so b re los acontecim ientos de M a rse lla ]; tam bién A le rin i, de M arsella, m e p ro m ete una carta sem ejante [A lerini, en efecto, escribió una ca rta m uy detallada, desde el 9 al 12 de noviem bre, inform ando a B akunin sobre el m ovim iento desencadenado por las n o ticias de la cap itulación de M etz. H e reproducido largos ex tra cto s en la B iografía, págs. 517 a 520]. ¡ Y ahora al grano! E scribo y publico en este m om ento, no un fo lle to , sino todo un libro, de cuyas correcciones y publicación se ocupa O garef. P ero él solo no tiene fu erza para ello. A yúdale, te lo ruego, en nom bre de nuestra vieja am istad que, aunque ú lti­ m a m ente un poco oscurecida por nubes, a pesar de todo — hablo juzgando según m i opinión—, no ha term inado, y por consiguiente te ruego ayudes a Aga en la publicación, la im presión y las p ru e­ bas. O garef te com unicará todos los detalles, y cuento con tu apoyo y espero tu larga carta. Tu M . B.

T am b ién J u k o w sk i p re stó sólo un débil apoyo, y no fig u ­ ra en la co rresp o n d en cia de B ak u n in en enero y feb rero de 1871. E n co n tra m o s allí a O g a ref y a O zerof, y a p a rtir del 9 de feb rero los envíos del m an u scrito son hechos a G uillaum e [N e u c h á te l], del cu al B ak u n in anota, el 12 de feb rero , u n a “buena c a rta ”, pero que no se ocupó tam poco de la im p resió n h ech a en G inebra h asta que fué dem asiado tard e. N o hubo d u ra n te ese in v iern o n in g u n a com unicación e n ­ tre B ak u n in y los ju rasian o s, aunque G uillaum e fué in fo r­ m ado sobre el libro que p rep arab a B akunin. E l 17 de enero, uno de los cam aradas ju ra sia n o s m ás activos, el grabador A. S ch w itzg u éb el, escribió a Ju k o w s k i p ro p o n ién d o le la p u b licació n de una serie de fo lle to s que co m p re n d ía: E l capital y e l trabajo, E i patronado y el salariado, L a s h u e l­ gas y las cajas de resistencia, D e la cooperación, D e la p ro ­ piedad, D e la organización com unal y de la fed era ció n de las com unas, D e la in stru c c ió n in teg ra l, D el proceso h is tó ­ rico e n tre la burguesía y el proletariado, o Ja revolución so­ cial, y el 22 de enero G uillaum e le escrib ió que esa idea le


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p arecía ex celen te. “J u s ta m e n te hem os hablado últim am en te con él y O z ero f de la necesidad que había de exponer en u n a obra, que sería la c o n tra p a rtid a de E l C apital, de M arx, n u e s tra te o ría a n a rq u ista y rev o lu cio n aria. Sólo que hacer u n gran volum en exige dos co sas: un e stu d io m u y p ro fu n do de to d o s los d e ta lle s de la cu estió n social, estu d io que es m uy d ifíc il que haga un hom bre com pletam ente solo, desp u és de m ucho tiem po. Así, la realizació n de este plan me p areció im posible. P o r lo dem ás, " M ig u e l” escribe en este m om ento un lib ro que parece resp o n d er h asta cierto p u n to al deseo expresado. P ero la idea de S chw itzguébel d esc arta las d ificu ltad es. E n lu g ar de u n g ran libro, obra de uno solo — obra n ecesa­ riam e n te d efectu o sa y débil en v ario s p u n to s— , en lu g ar de u n volum en, que cu e sta caro, re p a rte la m a te r ia : se co n ­ v iene un plan, u na serie de c a p ítu lo s que form an una serie de fo lleto s a la vez in d ep en d ie n te s u nos de o tro s y com ple­ m en tario s. E s to s fo lleto s serán e sc rito s to d o s según los m ism os p rin cip io s, por hom bres que estén de acu erd o en la teo ría, y sin em bargo h abrá v ariedad, y serán obra de espe c ia listas que tra ta rá n cada uno el asu n to que les es fa ­ m ilia r.” A d v ierte aú n con qué cuidado h abría que ex am in ar la d iv isió n de la tarc a y d ice: “ No sería de o p in ió n que se p id iese la co laboración de los fran ceses y de los belgas en g e n e ra l; prim ero , no es fácil que e stén de acu erd o con nos­ o tro s ; después, puede suceder que no sean capaces de a y u ­ darnos, y au n es posible que no estén “ d isp u esto s” a h a ­ cerlo. P ro p o n d ría que se hab lara de la cosa sólo a R obin y a De Paepe. E ste ú ltim o p o d ría tr a ta r con m ano m aestra las re lacio n es e n tre las cien cias y el socialism o, m o stra r la n ecesidad h is tó ric a y n a tu ra l de la ig u ald ad . R obin po d ría tr a ta r la in stru c c ió n in te g ra l, que es su especialidad. T ú [J u k o w s k i], S ch w itzg u éb el y yo h aríam os lo dem ás. P ien so que S en tiñ o n [m édico de B arcelona] está dem asiado ocu­ pado p ara ay u d arnos...” G uillaum e debió de saber por O zero f el tra b a jo que re a li­ zaba B akunin, e incluso que éste se hallaba de nuevo en Locarno h acía m eses, porque cuenta (U In te r n a tio n a le , II , p ág in a 131) que h a sta enero había ig n o rad o dónde estaba B akunin. S egún él, h ab ría esc rito en to n ces a B ak u n in afee-


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tilosam ente, o frecién d o le sus serv icio s p ara v ig ila r la im ­ p resión. E l d iario de B ak u n in Jno an o ta esa p rim e ra carta, pero esas n o tas de cada día no tie n e n la p re te n sió n de ser com pletas. E n todo caso, el aislam ien to de B ak u n in en esa época re s a lta tam b ién de lo que G uillaum e escrib ió e n to n ­ ces y desp u és sobre ese período. Sólo A. R oss [S a y in ], que había ido a v erlo a L ocarno en noviem bre, le p ro m etió re ­ u n ir d in ero p a ra el lib ro e n tre los e stu d ia n te s rusos, y halló pro b ab lem en te a A lejan d ro S ib iriak o f, que pagó en efecto la fa c tu ra del 19 de ab ril, que se elevaba a 505 francos. H e ah í en qué c irc u n sta n c ia s de aislam ien to y de coope­ ració n p re c a ria com puso B ak u n in su lib ro en tre v isto , so ñ a­ do, p ero no concluido.

III P one u p arte p rim ero el m an u scrito de 114 páginas sobre la situ ació n p o lítica en F ran c ia , e sc rito en M arsella, y que se e n c u e n tra en el tom o I de esta edición. Da tam bién a su nuevo m an u scrito (hab lo del te x to im preso) la form a de u n a c a rta a u n am igo francés. E n las p rim era s o ch en ta h o ­ jas, prom ueve c ie rta s cu estio n es que d is c u tirá m ás t a r d e : las razones que no le p erm ite n ex a lta rse p o r el su fra g io u n i­ v ersal — las razo n es de la decadencia ab so lu ta del re p u b li­ canism o b u rg u é s— el in cid en te de L yon, d u ra n te el cual el fam oso re p u b lic an o A n d rie u x puso en lib e rta d a lo s fu n ­ cio n ario s y p o licías b o n a p a rtista s a rrestad o s, y la so lid a ri­ dad en el crim en e n tre los b o n a p a rtista s y su s predecesores, los asesin o s del p ro le ta ria d o en ju n io de 1848. Y en toda la ú ltim a p arte , que se ocupa a ú n de F ra n c ia (h o ja s 85-87), d en u n c ia el cálculo de los b o n a p a rtista s de volver a N apo­ león I I I p o r el triu n fo d e fin itiv o de los alem anes, realizado p o r la p aralizació n de to d o s los e sfu erzo s “p a trió tic o s y n ecesariam en te re v o lu c io n ario s”, a lo cual lle g a ría n p o r el cam ino m ás corto y m ás seguro, “p o r la convocación inm e­ d ia ta de u n a A sam blea c o n s titu y e n te ” ; habría, pues, d isc u ­ tid o ru d am en te la A sam blea N acional eleg id a el 8 de fe ­ brero. D esp u és de h ab er llegado a la p ág in a 80 de su m an u s­ c rito , vacila. A caba de p re g u n ta rse p o r qué J u lio F avre,


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del G obierno provisional, no em plea co n tra los bon ap artistas esa fero cid ad despiadada que m an ifestó en ju n io de 1848 co n tra los obreros socialistas. E n el m an u scrito que se im p rim ió lleg a a la conclusión de que esc G obierno, por odio a la revolución, e n tre g a o hace e n tre g a r F ran c ia a los pru sian o s. C opia casi tex tu alm en te, sin te n e r en cuenta el anacronism o, un p á rra fo del m an u scrito de M arsella con una fecha de los p rim ero s días de octubre ( “H e aquí p ro n ­ to un m es”...) (1), pero pasa en seguida a una nota sobre E m ilio de G irard in . E scrib ió esa n o ta el 23 de enero ( “por la noche un poco m ás [del esc rito ] a rreg lad o E m ilio de G ira rd in ” ) ; había anotado el 22: “de nuevo vuelve a co­ m enzar el fo lleto a p a rtir del im p reso ”, y el 23 por la m a­ ñ an a : “ fo lleto poco” [e sc rito ]. Se puede d ed u c ir de eso que el tex to fué com puesto p rim eram en te hasta la p á g i­ na 80 del m an u scrito (pág. 69 del fo lleto ) y que el trab a jo se había d eten id o a llí d u ra n te b astan te tiem po, desde n o ­ viem bre probablem ente. E sta s diez sem anas sirv iero n para hacer estu d io s y para la redacción de m an u scrito s cu idado­ sam ente elaborados, pero desechados por el au to r. G uillaum e (O e u vres, tom o I I I , 1908, pág. X II, nota 1) cree que esto s tra b a jo s están p e rd id o s; habría podido ver las p ág in as 534 a 538 que se conservaron en p arte , en g ru ­ pos de h o jas que el au to r quiso conservar, aun d estru y en d o probablem ente una ca n tid a d de h ojas in term ed ias a las que no atrib u y ó n in g u n a im portancia. A sí, hay “ un m an u scrito de las p áginas 81 a 93” que d is­ cu te el G obierno p ro v isio n al m ás o m enos como el tex to im p reso ; luego pasa a los b o n a p a rtista s : su único m edio es la co rru p ció n . E l a u to r expone que to d a m ala acción, m ien­ tra s el in d iv id u o perm anece fiel a los in tere se s de su clase, no es corru p ció n . Da como ejem plo las c u a d rilla s de b an d i­ dos, los je s u íta s y A n d rieu x , el p ro c u rad o r b u rg u é s que a c ­ tuaba como reaccionario bajo la R epública. P ero traic ió n y co rru p ció n ex isten cuando un obrero elegido vuelve la es­ p ald a al pueblo, como lo hizo B rialou, de L yon. P asa a observaciones h istó ricas sobre la co rru p ció n y d iscute las b andas de m ercenarios, el individualism o y las ciudades de la E d ad M ed ia; habla m ucho de Ita lia , la m adre de la civi(1 )

C onfrontar la s p á g in a s 198 d el tom o I d e esta e d ic ió n y 115 d el p resen te.


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lización m o d ern a ; de M aquiavelo y del E sta d o ; de la cen­ tra liz a c ió n ; en fin, de In g la te rra y de A m érica. F a lta la co n tin u ació n del m anuscrito. Se sabe que ex iste “aún o tra v ersión m an u scrita de estas p ág in as a p a r tir de la 81”, donde el a u to r com ienza el n u e­ vo te x to con estas p alab ras: “ L a revolución, por lo dem ás, no es ni v in d icativ a ni san g u in aria. No exige ni la m u erte ni la d ep o rta ció n en masa, ni siq u iera individ ual, de esa tu rb a b o n ap a rtista ...” Y c o n tin ú a : “ L a revolución, desde que re v iste el carác te r socialista, cesa de ser san g u in aria y cruel. E l pueblo no es cruel de n in g ú n m odo, son las clases p riv ileg iad as las que lo son.” “ H e m ostrado el fu ro r de los b u rg u eses en 1848. Los fu ro re s de 1792, 1793 y 1794 fu e ­ ro n ig u alm en te, exclusivam ente, fu ro re s b u rg u e ses”, y prueba esta p ro p o sició n con ex tra c to s de M ichelet, una fu e n te sobre la cual G uillaum e ( O euvres, I I I , pág. 189, n o ­ ta ) hace re stric cio n es m uy juiciosas. E l aspectp p o p u lar de la rev o lu ció n francesa, que tan to fascinó a K ro p o tk in , era ig n o rad o en tiem pos de B akunin, quien afirm a de la rev o lu ció n de 1793: “ d ígase lo que se q u iera [haciendo a lu ­ sión quizás a L e s H e b e rtiste s, de G ustavo T rid o n , 1864, y a o tra lite ra tu ra sem ejante del 60], no era ni so cialista ni m aterialista... F u é esencialm ente bu rg u esa, jacobina, m eta física, p o lític a e id e a lista ”. Soñaba lo im posible, “el e sta ­ b lecim ien to de u n a ig u ald ad ideal, en el seno m ism o de la d esig u ald ad m a te ria l”, y B ak u n in dem u estra que “ la ex p lo ­ tació n ex clu y e la fra te rn id a d y la ig u ald ad ” . D iscute esto larg am en te, después pasa a la “lib e rta d ” y llega a esa larg a d isertació n , todo un libro, al cual dio m ás ta rd e el títu lo de C onsideraciones filo só fic a s sobre el fantasm a d ivin o , sobre e l m u n d o real y sobre el hom bre, pág in as 105 a 254 del m an u scrito , que perm aneció inconcluso. E ste m anus­ crito está im preso en O euvres, I I I , págs. 183 a 405, y h a­ llará su p u esto en el tom o I I I de la edición p resen te, al lado de A n tite o lo g is m o , con el cual se relaciona. Se com ­ pren d e cu án to tiem po llevó a B ak u n in ese trab a jo en los ú ltim o s m eses de 1870; aceptó, sin em bargo, ese tex to en su obra como ap én d ice y habla com o tal de él en la con­ tin u ació n del m an u scrito p rin c ip a l (que se h a llará en el tom o I I I de esta ed ició n ). E n el te x to im preso del Im p e rio kn u to g erm á n ico , la p a r­


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te fran cesa se in terru m p e bruscam ente después de la p ro ­ m esa de m o stra r el ca rác te r reaccionario de la convocación in m ed iata de una A sam blea c o n stitu y e n te , con las p ala­ b ra s: "P e ro p rim ero creo ú til d em o strar que los p ru sian o s pu ed en y deben q u erer el resta b le cim ie n to de N apoleón I I I en el tro n o de F ra n c ia ” —tesis que la H isto ria, tal como la conocem os ahora, no ha confirm ado, pero que un a u to r que escrib ió en la te rc e ra década de enero de 1871 ha podido m uy bien c o n s tru ir y m otiv ar— . S igue la p a rte in titu la d a p or G uillaum c, en 1871, “ La A lianza ru sa y la ru sofobia de los alem anes” (lo que qu iere d ecir la alianza ru sa de los ale­ m anes y su ru so fo b ia ) y la p a rte h istó rica, “H isto ria del lib eralism o alem án”, term in ad a en d etalle h asta el si­ glo X V I y co n tin u ad a h asta el tiem po p re sen te por n o tas g enerales, concluyendo a s í : “ Si se quisiese ju z g a rla [a A le ­ m an ia], al co n trario , según los hechos y los gestos de su b u rg u esía, deb ería co n sid erársela com o p re d estin a d a a re a ­ lizar el id eal de la esc la v itu d v o lu n ta ria ”. E sta s p a rte s (págs. 87 a 138 del m a n u sc rito ) fu ero n en ­ v iad as a G uillaum e el 9, el 11 y el 16 de feb rero (págs. 81 a 138); para fe ch arla s no hay m ás que estas in d icacio n es: “ F o lle to alem anes” (26 de en ero ) y “ L a lite ra tu ra m oderna de A lem an ia” (28 de e n e r o ) ; esta últim a observación, según yo creo, se ap lica a las p áginas que preceden la “H is to ria del lib eralism o alem án”. E n el m an u scrito precedente, este asu n to fué igualm ente tra ta d o , a ju z g a r p o r las n otas desde 1.° de e n e ro : “acabado cu ad ro s h is tó ric o s ” ; éstos son los cuadros cronológicos de los p ro g reso s hum anos y de los p rin cip a le s acontecim ientos h istó rico s. B ak u n in los elaboró m uy ex ten sam en te según el conocido lib ro de Kobb sobre la H is to ria de la c u ltu ra ; e x isten en m an u scrito , pero es posible que h ag a alusión aquí a los e x tra c to s de esos cuadros hechos para el cap ítu lo h istó ric o que m editaba. E l 2 de e n e ro : “fo lleto , A lem ania, h is to ria ”. “ N o ta m uy la rg a ”. E l 5: “ in v estig acio n es h is tó ri­ cas sobre A lem an ia”. E l 10: “ fo lleto b astan te bien — A le­ m anes”. T ra b a ja en él to d o s los días, claro está, y el 22 an o ­ t a : “ fo lleto — lib e rta d ” ; pero p o r la noche de ese d ía reinicia todo ese tra b a jo : “de nuevo recom ienza fo lle to a p a rtir de lo im p reso ” y se dedica al te x to d efin itiv o . U n frag m en to m an u scrito (pág. 97 a 140), in terru m p id o


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en esta ú ltim a página, red actad p en form a de nota, es q u i­ zás lo que llam a, el 2 de enero,~“n o ta m uy la rg a ”. La p ro s ­ p erid ad m aterial, el desenvolvim iento y la lib e rta d in te le c ­ tual y m oral..., to d o debe ser sac rificad o al solo fin de la grandeza, exp an sió n y om nipotencia del E s ta d o : “tal es el nnico sen tid o “o fic ia l” de la p alabra p a trio tism o en el Im ­ perio de to d as las R u sia s”. “H e ah í esa R u sia de quien los eslavos a u stríac o s esp eran aú n hoy to rp em e n te su lib e ra ­ ció n ” (B a k u n in no d eja n u n ca de z a h e rir la ru so la tría de Ion p o lítico s checos, de los P alack y , R ieg er, B ra u n e r y o tro s que, en 1867, en la época de la m ayor re p resió n de los polacos, habían hecho la llam ada “p e re g rin a c ió n ” de M os­ cú). ^asa luego a la c a rta de M arx en el p eriódico ruso Nalo iln o e D yclo (1870), que d iscu te tam bién en el te x to d e­ finitivo. Dcapuéa d iscu te el p ro te sta n tism o en In g la te rra (C rom w rll) y rn A m érica y sus efectos en F ran cia. H abla de las p u n ía n «Ir !<>• cam pesinos alem anes, polem izando co n tra una opinión em itida por Lnssalle. ICiiln, al p a r r a t, term ina una discusión “del siglo X V I”, poique pasa al desenvolvim iento in te le c tu a l de F ran c ia “rn el mI}'lo X V I I ”, G assendi, etc.: de ah í se deriv a la l'ia u c ia m oderna. Sus relaciones con H olanda, Suiza e In g la te rra . La in cip ien te in d ep en d en cia del e sp íritu in g lé s; llobbes, H um e, Gibbon. D esenvolvim iento sem ejante en Italia. Sólo A lem ania y E sp añ a quedan en teram en te fu e ra de esa so lid arid ad in tern a cio n al, de la op in ió n pública que se form a. E sp añ a, por su cato licism o ; A lem ania, p o r su pro testan tism o . C o n tin ú a sobre F ran c ia , sobre los jan sen istas, etc. “N o tenem os que o cu p arnos de E spaña. P ero debem os hablar de A lem ania. P rim ero , analicem os los hech o s”. D espués sigue una p rim era v ersió n de la “H is to ria del liberalism o alem án” (sin este títu lo ), b a stan te sem ejante al te x to d efin itiv o , pero m ás e x p líc ita sobre el asu n to de los eslav o s: u n largo pasaje sobre el e sp íritu de la raza eslava. “ E n m i calidad «le eslavo, no puedo h ab lar de la in su rre cció n m em orable de los eslavos de B ohem ia, en el siglo X V , sin u n sen tim ien to de ju s ta a ltiv e z ”, etc. P ro sig u e sobre los cam pesinos p o la­ cos, sobre el odio e n tre alem anes y eslavos, sobre el pangerm anism o después de la g u erra, sobre las ten d en cias p a­


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trió tic a s de los so cialistas alem anes, sobre las calum nias del V o lkssta a t co n tra B akunin. H abla del C ongreso eslavo de P rag a en 1848, de sus ideas sobre los eslavos austríacos. E n fin, alude a los obreros alem anes y a sus persp ectiv as revolucionarias, n u las en aquel entonces. O tro frag m ento, p áginas 98 a 122, tra ta del sistem a que ha pu esto a F ra n c ia en su posición te rrib le , de la cual no puede sa lir sino por m edio de la revolución so cial: “...es el sistem a que el triu n fo del p ro testan tism o ha hecho ase n ta r en A lem ania sobre las ru in as del viejo Im p erio germ ánico; porque la acción de la reform a religio sa, em ancipadora y estim u la n te en todas partes, ha prod u cid o en ese país de resp etu o sa su b ordinación y de piadoso quim erism o un e fec­ to sin g u la r: p aralizó en él com pletam ente, d u ra n te dos si­ glos p o r lo m enos, el flo recim ien to de los e sp íritu s, y e sta ­ bleció d e fin itiv a m e n te la re lig ió n del po d er tem poral, el cu lto a la au to rid a d de los p rín cip e s y a los em pleados dél E stad o ...” E s un p rim er esbozo de esa idea y el te x to está in te rru m p id o (pág. 99), corresp o n d ien d o en p a rte al tex to im preso y conservado h asta una d iscusión del clero ru s o ; el re sto falta. O tra página d iscu te las consecuencias del p ro te sta n tism o para A lem an ia: “ ...lo que se d em uestra p or la in m ovilidad casi absoluta del e sp íritu alem án y por la ausencia casi com pleta de toda in iciativ a nacional, tan to p o lítica como com ercial e in d u stria l, d u ra n te los dos siglos y cu arto aproxim adam ente que han seg u id o a las p rim eras m an ifestacio n es triu n fa n te s del m ovim iento al p rin cip io co m pletam ente p o p u lar de la R efo rm a”. A ñade en n o ta: “ ¿N o es, en efecto, una cosa d ig n a de ser no tad a que el p ro ­ testan tism o , que en todas p a rte s ha p ro d u cid o un e sp íritu de lib ertad ...” etc. “ (en H o la n d a )? ”, etc. E n dos frag m en to s (págs. 107 a 120 y págs. 108 a 111) señalados A lem ania 2 y 1, se tra ta de R usia, que no habría n unca am enazado a A lem ania ni ejercid o una in flu en c ia re accio n aria sobre ella. E l cen tro de la reacción era M ettern ich (A u s tria ), m ás ta rd e fué P ru sia. D iscute el período desde A lejan d ro I (p rim e r cu a rto del siglo X IX ). N esselrode, el can ciller ruso, estuvo a sueldo de A u s tria ; M ettern ich im pidió a A lejan d ro I d ar una co n stitu ció n a R usia, como ah ora im pide B ism arck a A lejan d ro I I h a c e rlo ; la reacció n re in a en R u sia desde 1819.


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I.ucgo se re fie re a A u stria , su d isg reg ació n inm ediata, I«« nacio n alid ad es que com ponen ese país. P olem iza co n tra •I d o cto r R ieg er (je fe p o lítico entonces de los checos) y el E stad o checo. M enciona a los je fe s checos en 1848, que •slttban “ d esg raciadam ente form ados en la doble escuela ilr lo» jesu íta s a u stría c o s y de la ciencia po lítica, b u ro c rá ­ tica, ju ríd ica e h istó ric a de los alem anes” ; recu erd a su peir^ iin a c ió n a M oscú, en 1867, al “ Im p erio tártaro -b izan tin o j:< m i.ínico de to das las R u sias”. O tro s frag m en to s (págs. 110 a 123 y 124 a 130) se ocupan de los lib erales alem anes de 1830 y 1840 y de 1848. H ace la critica del p arlam en to de F ra n c fo rt (1848-49), y habla solue las in su rre ccio n es de m ayo de 1849 (a las cuales p re stó H minino mi apoyo en D resd e) cuando la “ ...B aviera renana v e l (it.m D ucado d e Haden, al iniflmo tiem po que una p arte «IrI reino «Ir Sujonia y alg u n as ciudades de P ru sia, m ovidas |ioi mi nlilino «nln« i /o «leí IM itldo D em ocrático, se habían Itiriiii i im • (oiiík Io . |ni|o e l |ti r tr x to «Ir apoyar las resoluciones <li lu A«wiinlilra Nticlounl «le rn in c f o rt...”, y sobre los aleihhih * «mi fcjrm inl. «|ur no poseían la “jib a ” de la rebelión, 1«ni t ti ni lo que Ion obre ron alem anes de N orteam érica eran fi*ui lil n Im ili Ion dem ócratas, es decir, del p artid o esclavlntii, y «|iie Ion co lonizadores alem anes en R usia no se rebel . i l i . m ¡ u m < U . ( A esto se p o d ría re sp o n d er que la participaclAn «l< Ion alem anes en la g u erra civil de N orteam érica, en I o n r jé ic ito s del N o rte, su lucha co n tra los esclavistas, es un hecho dem asiado conocido para ser descuidado, y que I o n cam pesinos alem anes in m ig rad o s a R u sia para fu n d a r allí aldeas, bien p ro n to flo re cien tes y que gozaban de una c ierta autonom ía, abandonados a su tra n q u ilid a d después d e haber hecho los pagos concedidos y conservando su id io ­ ma, se ab sten ía n de p a rtic ip a r en la vida p ública y m ás aún en la vida rev o lu cio n aria del pueblo ruso, fenóm eno no m uy e x tra o rd in a rio ; pero no d iscu to aquí las observaciones de H akunin.) Según él, en ese m an u scrito , los alem anes reúnen cualidades que no se h allan ju n ta s h a b itu a lm e n te : trabajo, h o ­ n estid ad y esclav itu d , valor, in telig e n cia, ciencia y obe­ d iencia resig n ad a. E so los hace tan p elig ro so s para la lib e r­ tad ; “ son in stru m en to s n ato s del E sta d o ” . B ism arck com ­ prende que el que da a los alem anes la u nidad, puede traOhrnn de B akunin. - I I

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tarlo s como esclavos. H abla de B ism arck, N apoleón I y I I I , de la F ra n c ia p o ste rio r a ju n io de 1848 y diciem bre de 1851, de la b u rg u e sía desde 1830, de G uizot, de C ousin, del ju sto m edio tam b ién en la lite ra tu ra , de la ten d en c ia aristo crático b u rg u esa de esa lite ra tu ra fran ce sa de entonces, que ponía su m ás alta asp ira ció n en ser acep tad a en los salo­ nes “...A un en la bohem ia a rtís tic a y lite ra ria —cuya m ise­ ria espantosa, parece, habría debido a b rir el e sp íritu y el corazón— esa in d ife re n c ia y esa h o stilid a d [se re fie re al m ovim iento ascen d en te y a las asp ira cio n es p ro g resiv as de las m asas p o p u lares] eran ta n com pletas como en los m ás célebres re p re se n ta n te s de la lite ra tu ra y de las a rte s ../’ (A q u í habla de lo que pudo observar él m ism o en P a rís, de 1844 a 1847, en los años del suprem o triu n fo de la clase b u rg u esa.) D ejo de lado alg u n o s frag m en to s m ás pequeños y llego a las p ág in as 124 a 140, esc rita s to d as en n o ta (a las p á g i­ nas 112 a 123) y que com ienzan a s í: “ Los teó rico s del co­ m unism o alem án, F e rn a n d o L assalle y m uchos otros, im ­ pu lsad o s por su a n tip a tía sin g u lar —pero sistem ática y que descubre su in s tin to b u rg u é s— co n tra tod o m ovim iento re ­ v o lu cio n ario de cam pesinos o de tra b a ja d o re s de la tie rra , han en u n ciad o esta idea b arro ca : que la d erro ta de los cam pesinos in su rre c to s de F ran c o n ia en 1825... fué de una inm ensa v en taja desde el p u n to de v ista del desenvolvi­ m iento racio n al y norm al de la lib e rta d y del socialism o para A lem ania, porque los cam pesinos — dicen— ten d ien d o ento n ces como hoy a la p ro p ied ad in d iv id u al, re p re se n ta ­ ban y c o n tin ú an re p resen ta n d o aú n el elem ento a risto c rá ­ tico, feudal, a g ra rio ; m ien tras que las ciudades...”, etc. E sta concepción es com batida y pasa al asu n to de la b u rg u e sía y del p ro leta riad o , de N apoleón y de B ism arck, etc. E l au to r observa que fué siem pre ad v ersario de la “es­ cuela h istó ric a fa ta lista y o p tim ista a la vez” , que re p re ­ sen ta los aco n tecim ientos, no sólo como inevitables, sino tam bién como útiles. Cree que todo no ha podido suceder de o tro m odo a como ha sucedido, pero no reconoce por eso que las cosas m ás abom inables hay an sido necesarias, buenas, ú tiles, y nunca será su apologista. A lg u n as veces, puede rcn u ltar lo bueno del mal, porque no hay nada que


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abito hitam en te malo. ¿Q ué es lo bueno y lo m alo en la »linio?

tan n In «libertad», y eso nos re cu erd a que an o ta esta “ fo lleto -lib erta d ” por la m añana del 22 de enero, w> día que recom ienza de nuevo su m an uscrito. E ste ir.inm to, que no term in a, m arca, pues, al lado del ú ltim o Ig in m to (prtR8. 132 a 148 y 149 a 159), el ú ltim o período mu tan teo an tes de la redacción d efin itiv a. ’•Por libertad» — dice— no en tien d o el libre albedrío. E l in alb ed río cb una im posibilidad, una insensatez, u n a invi’in I6n de la teo logía y de la m etafísica que nos lleva deMlin m rn tr .il deupotiHino divino, y del despotism o celeste (nil.iM \an troloKÍni» de In tie rra , la consecuencia es nece­ a n i»! Ahí, to d o s lo» tirano* de la tie rra , to d o s los i un titu lo (iunli|iilern p reten d en im ponerse a la soiiiuiiiuri i.nuil ^niiorunntnH..." e tc,; a esta concepción I “ im Imv 1Mii r albedrío, no se puede m ás que tPiiiU m ni 1(1« lry rn de Im naturaleza...” I* un tim e . purM, pro p iam en te m ás que u n ! il l l h m n h ir lio puede, no debe, no quiere ser que «iilr Ion olio« hom bres, tom ados aislada o co­ mí. n tr T oda nú lib e rta d consiste, pues, en esto : en no in d i que a huh p ro p ias convicciones, a su p ropio lem iam iento, n hu p ro p ia volu n tad , y en no dejarse deteriiirti por lan convicciones, p o r el p ensam iento y por la voluntad ajenos, m ie n tra s no los haya hecho suyos. De donilr resu lta que el hom bre no es, no puede lle g a r a ser lib re • muirlo he en c u en tra ya en relacio n es con sus sem eja n te s; i|iir l.i lib ertad hum ana ú n icam en te ha podido nacer en la sociedad hum ana, y que, p o r co n sig u ien te, ésta ú ltim a ha «Ido por fuerza .in terio r a la p rim e ra ” (la lib e rta d hum ana). Aflnde o tra prueba y co n c lu y e : “ P o r tan to , no fue, al com ienzo de la H isto ria , la lib e rta d q uien creó a la socie­ dad, niño, ni co n trario , es la sociedad la que crea sucesiva­ m ente la lib ertad de sus m iem bros, org án icam en te un id o s en nii seno p o r la n atu raleza, in d ep en d ie n te m e n te de todo co ntacto, de to d a p re m ed itació n y de to d a v o lu n tad de su p a rte ” . E h p reciso co n sid erar la “ sociedad h u m ana” como “ un ser co lectiv o n a tu ra l fata lm e n te p ro d u c id o por la natu rn lr/a c im p u esto com o tal a cada in d iv id u o hum ano m m o base ún ica de su e x isten c ia” . ¿Q ué ley fu n d am en tal i Ih .«;


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la dom ina? “ E s la c o n stitu ció n del orden o de su o rg a n iz a­ ción in te rio r p o r el desenvolvim iento cada vez m ás am plio de la lib e rta d de sus m iem bros” . C ita en to n ces alg u n as pág in as del A n tite o lo g is m o (in é d i­ to to d av ía; O euvres, I, págs. 136-139) y se da el p lacer de m en cio n ar el fam oso pasaje a n a rq u ista de las U ntersuchung er über T h ie rsta a te n , del n a tu ra lis ta C arlos V ogt, su an ­ tig u o am igo, lib ro publicado en 1851, reim p reso de la re v is­ ta alem ana D e u tsc h e M o n a tsc h rift ( S tu ttg a r t; enero de 1850, págs. 129-131), donde apareció ese pasaje. Se re im p ri­ m iero n esas n o tas de B ak u n in y la cita lib e rta ria de V ogt en el su p lem en to de La R é v o lte , enero de 1893. B akunin, que quiso h acer ese h onor a su am igo — o m ás b ien a su ex am i­ go, porque V o g t y él no estaban ya en relacio n es— hace, p o r lo dem ás, re stric c io n e s a las op in io n es dem asiado in d i­ v id u a lista s p ro p u e sta s por V ogt. Se ap lica a d em o strar los lazos de so lid arid ad ab so lu ta que lig an a cada individuo con la s o c ie d a d ; no se tien e m ás que p en sa r en los dos in s­ tru m e n to s m ás poderosos del desenvolvim iento del hom bre, en el “ p en sam ien to ” y en la “ palab ra” . E l pensam iento p re ­ supone la p alabra, el idiom a es un p ro d u c to colectivo. D es­ p ués de alg u n as polém icas c o n tra las ten d en cias lib e rtic i­ d as de un V o lk ssta a t y co n tra esa lib e rta d in d iv id u a l p reco ­ n izad a p o r los p ro u d h o n ian o s ex trav iad o s y por los p o s iti­ v istas en el C ongreso de B asilea de la In te rn a c io n a l (1869), term in a con las sig u ie n te s p alab ras: “N o so tro s querem os • la em ancipación u n iv ersa l de todos los in d iv id u o s hum anos, la lib ertad ín te g ra y com pleta de cada uno, igual, no sólo en cu an to al derecho, sino tam bién en cuanto a los m edios de su re alizació n p ara todos. Y esa lib e rta d únicam ente po­ d rá ser o b ten id a cuando no haya ni derecho, ni pro p ied ad ju ríd ic a , n i gobierno político, ni E sta d o ; cuando la hum a­ n id ad se h ay a lib ertad o , en fin, para siem pre, de todos sus g o b ern an tes y tu to re s. E n una palabra, como el señor C ar­ los V o g t, querem os la an a rq u ía ”. Si no ex istiese la n o ta “ fo lle to -lib e rta d ” del 22 de enero, se creería que el m an u scrito sig u ie n te fué escrito d esp u és; en to d o caso, m arca el últim o p u n to alcanzado p o r las te n ­ ta tiv a s lite ra ria s que preced en a esa fecha. E sta s son, en p aq u etes separados, las pág in as 132 a 148 y 148 a 159. Al dorso de la h o ja 136 se en c u en tran notas sobre el c o n te n id o :


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U estam ación. R om anticism o. L ite ra tu ra burguesa. Soi«* Libertad". ,» A pología do la esc la v itu d h is tó ric a ”. R evueltas de los cam pesinos alem anes. San B arto lo i i» uelti fatalista”, ñ u u m ti a allí la ú ltim a p a rte de u n a descrip ció n del iIímiiki han een de los años a n te rio re s a 1848, las pri«n pnlaI»iJim conservadas son: “ de F o u rie r, de Considéi, 'l. re d r o L eroux, de Cabet, de L u is B lanc y de (•Ilion I )espucs dice que la in flu e n c ia m ás grande I» Iti 111 v* ndid lu<- ejercid a entonces por L am ennais, pero I•«*i M ichelel y por Q u in et, de lo cual da una I6n. ido de la ( m i lavitwd, dice e n tre o tras cosas: «I«>1111c- hay re fle x ió n hay rebeldía, tm « a» y han sido siem pre excepl( hIvos. m uy sabios, y a p e­ ía v Iireco n ciliab lem en te ap e­ lan j;tii «es alem anes y hablem os del e* 1•■" lorm al, en el que se desarroIiimimi nti . I ti<iit (m iento de mi esclav itu d penosa, ■.■I!,, ni ¿uno y el in stin to , el pensam iento, la ln santa rebeldía". »1)1« de Com te, del E stad o p opular, de la nota r las g u erras de los cam pesinos en Alem aIoh cam pesinos y la R evolución francesa, que Lasle c lia /a r tam bién, porque dió la tie rra a los cam((•111*1 p ro p ied ad privada. Se h alla la o b serv ació n :, lejos de ser un ad m irad o r absoluto de Suiza. E nen ella, desg raciadam ente, m uchas estrech eces y has m iserias. P ero , com parada con A lem ania, es u n p a­ lle hom bres altiv o s, de hom bres lib re s ; m ie n tra s A le­ lí. i no p re sen ta hoy m ás que u n in fie rn o de esclavos”. íin , llega a la “escuela fa ta lista y o p tim ista ” (com o el m an u scrito an te rio rm e n te c itad o ). A u g u sto C om te es, Mvu-límente, de ese n ú m ero ; se d etien e al d isc u tir este isunto. lie ahí, pues, una ca n tid a d de tra b a jo s in éd ito s que h a ­ brían debido h allar u n pu esto e n tre las dos g ra n d es p arte s que com ponen E l im p erio k n u to germ ánico, la p a rte que cri-


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O B R A S D E M IG U E L B A K U N I N M

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tic a lo que pasó en F ra n c ia desde el 4 de sep tiem b re, y la p a rte que d iscu te el a su n to p rim e ro : alem anes y rusos, y que lu eg o hace u n proceso h istó ric o de los alem anes. P a ra ju z g a r p ro p iam en te el acta de acusación de in fe rio ­ rid a d h is tó ric a y casi n a tu ra l co n tra los alem anes, sería p reciso conocer to d o s los m a te ria le s ad icio n ales envueltos en estas p ág in as in éd ita s de que no he in d icad o apenas m ás que el co n ten ido. E sp e ro po d er p u b licar la m ayor p a rte posible alg ú n día. E s te a c ta de acusación fu é e sc rita e n tre el 22 de enero y el fin de dicho m es; por tan to , alg u n o s días después de la p roclam ación del Im p erio alem án en V ersalles, el 18 de en ero de 1871, y poco a n te s o d u ra n te la c a p itu lac ió n de P a rís, en u n m om ento, por co n sig u ien te, en que ese nuevo im p erio te n ía las ap arien cias del m ás fu e rte , p o r el m om en­ to, y en el que ag rad ó m ás a B ak u n in lan za r un desafío ap la sta n te al vencedor, lo que hizo. Su m anera de in s tru ir ese proceso h istó ric o es un buen ejem plo de su verbo, de su so lid a rid a d con los m ás d ébiles de la h o ra ; pero, según m i o p in ió n al m enos, eso es todo. Su c rític a co n tien e in d icacio n es in te re sa n te s que v erd a­ dero s estu d io s h isto ríe o s p ro fu n d iz a ría n y v erific aría n , o a l co n tra rio , seg ú n el caso; pero eso no es h is to ria ni m é­ todo c ie n tífic o ap licad o a la h isto ria . L ibelos sem ejantes han sido esc rito s en enorm e ca n tid a d en to d o s los pueblos. E n cada p erío d o de g u e rra o de tira n te z de re lacio n es en tre E stad o s, p u lu la sem ejan te lite ra tu ra ; jc u á n to s lib ro s no hay en In g la te rra sobre las m alas acciones de F ran cia, en F ra n c ia sobre las de In g la te rra y de R usia, y así p o r el estilo ! E l nom bre y el p re stig io de B ak u n in no debieran, pues, c u b rir esa m anera de en v ilecer a u n pueblo con un libelo apasio n ado esc rito d u ra n te sem anas de g ra n e x c ita ­ ción. B ak u n in lanzó su desafío al m ás poderoso de la hora, m uy b ie n ; p ero ¿co rre sp o n d ía a u n in te m a c io n a lista sem ­ b ra r así el odio n acio n al? N o podía o b ra r de o tro m odo; d ijo ab so lu tam en te lo que pensó to d a su vida y lo que dijo y escrib ió en m uchas ocasiones a n te s y después. P e ro el le c to r m o derno que se in sp ire en su e sp íritu socialista, lib e rta rio y rebelde, no tien e n in g u n a razó n para seg u irle tam bién en sus p re d ile ccio n es y en sus p re ju ic io s, que le son p ro p io s como a todo hom bre, pero que sería p e rju d ic ia l


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t i r ciegam ente, sin a b rir los o jos crítico s. E n una palato m o toda ap reciació n rá p id a sen tad a en las luchas de dia, así esta p a rte de ap a rien cia “ h istó ric a ” en la obra Mitltunin exige u n e sc ru tin io “ c rític o ” p ara sep arar lo ni válido de las p a rte s en que la p asión del día falsea Juicio sobrio (1). IV L hh o tra s p a rte s del g ran m an u scrito serán analizadas Cuando se p u b liq u en en los tom os I I I y IV de la edición proNcnte. E l 25 de febrero, al ex p e d ir a G uillaum e las p á­ ginas 149 y 169 del te x to d efin itiv o , le e s c rib ió : “T e ruego, «|it(rido am igo, que envíes todo el m an u scrito co rreg id o a O /.erof, que lo pide a gran d es g rito s. E n to tal, con esto te envié 89 p ág in as (81-169)”. No se tenía, pues, siem pre o ri­ ginal en G inebra p ara c o n tin u ar la com posición; pero un poco m ás tard e , en ab ril, B ak u n in debió lu ch ar para que no uc su p rim iese su seg u n d a p a rte (alem an a), lim itan d o el fo lleto a cinco pliegos. lie aquí sus c a rtas de la época, las ú n icas que se conocen y que dan una m u e stra viva de sus im p resio n es de la Co­ m una de P a rís, que luchaba entonces co n tra los versalleses. 101 5 de ab ril, escribió a O g aref, a O zero f y a V a rlin ; al p rim ero le d ice: Y bien, amigo Aga, escríbem e tú tam bién aunque no sea más que untt línea. ¿Q ué piensas del m ovim ien to desesperado de París? Avnbnrá com o pueda, pero, es preciso decirlo, son atrevidos. E n París se ha encontrado precisam ente lo que nosotros hem os busim ío en vano en L yo n y en M arsella: una organización y hom bres d tc id id o s a ir hasta el fin. [Se refiere a la G uardia N acional y a nii Com ité central, organizaciones creadas prim eram ente para la drlriiH.'i de P arís, pero que habían perm itido a los republicanos «vunzudos y a los o breros socialistas estar en contacto constante con el pueblo, lo que fac ilitó una acción colectiva el 18 de m arzo (I) Una carta d e su m u jer, carta d e la q u e no c o n o z c o m ás q ue u n resu m en , IiuIiIh dr Ib gra v e c r is is m a te r ia l que su fr ía B a k u n in en to n ces. D ic e , e l 25 d e •tir m de 1871: M . B . s e en c u e n tra en un e s ta d o m u y a b r u m a d o ; d ic e ; " ¿ Q u é v f r t S o y d e m a s ia d o v i e jo p a r a c o m e n z a r a ga n a r m i p a n , no m e q u ed a m u ch o llm il'u ilr v id a " ; la c u e s tió n e c o n ó m ic a l e a b ru m a d e ta l m o d o q u e p ie r d e to d a *H n i n i i l » y s e m a ta m o r a lm e n te , y to d o eso d e s p u é s d e h a b e r s a c r iñ c a d o s u V(rf# « I» lib e r ta d y a la h u m a n id a d , o lv id á n d o s e d e s í m is m o . L o s h e rm a n o s han pf>> lo s ie m p r e in d if e r e n te s , in a c tiv o s h a s ta e l c r im e n ; M . B . p ie n s a » h liin i ii lo s h e rm a n o s a d a r le s u p a r te d e la h e re n c ia .


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y después.] P robablem ente serán vencidos. P ero es probable tam ­ bién que para Francia no haya en lo sucesivo ninguna existencia exceptuada la revolución social. E l E stado francés está perdido para siem pre. A llí, los revolucionarios son más terribles que lo s cinco m il m illones, / y cuán diversas naciones! 1) los cam pesinos, 2 ) los obreros, 3 ) la pequeña burguesía, 4 ) la gran burguesía, 5 ) los nobles que salen del otro m undo, 6 ) los etern o s vam piros de la som bra, los sacerdotes, en fin , 7) el m undo de la burocracia y 8 ) el proletariado de la plum a. E n tre estas naciones no ex iste ninguna solidaridad m ás que la del odio m utuo y la frase patriótica. Con L., tam bién esto y m u y contento. H e desenterrado en él un viejo am igo; el m ism o caballero, el m ism o ú ltim o de lo s m ohicanos entre los nobles; sólo que ahora se preocupa por la coopera­ ción. Tam bién se ha ocupado calurosam ente, sinceram ente y de buena gana de m i asunto y tiene la esperanza de que se arre­ glará (1 ). T ú tam bién, m i viejo amigo, escríbem e. H o y te teleg ra fié p idien­ do me envíes contra reem bolso dos libras de te. E nvíalas, pues. ¿ Y qué hace m i ángel M aría? [M ary S u tterla n d ] ¿ Cómo va su salud y la tuya tam bién? E scrib e pronto. T u

M. B . L ee m i carta a V arlin y di tu opinión. * * *

Para Juan [O z ero f]. 5 de abril de 1871. Locarno. H e aquí para ti una carta para Varlin. T e la envío ahora para el caso en que, incitado por nuestro im paciente am igo R oss, te hayas decidido a ir a París antes de que las circunstancias m e perm itan ir a tu casa [B akunin no salió de L ocarno h asta el 25 de a b ril]. Sobre esto te escribí a ti y a R o ss [de los cuales había recibido ca rta ese m ism o día]. R e m ite esta carta a V arlin, no de otro m odo que en sus propias manos. Según todas las probabilidades, los prusianos perecerán; pero no perecerán en vano, habrán hecho algo; que arrastren con­ sigo al m enos la m itad de París. L as ciudades de p ro vin cia s: L yo n , M arsella y otras, están desgraciadam ente m al com o hasta aquí, al m enos a juzgar según las noticias que m e llegaron. L o s viejos jacobinos m e inquietan tam bién m ucho; los D elescluze, lo s F lourens, los P ya t y aun B lanqui, que se han hecho m iem bros de la Comuna. T em o que tiren sobre el antiguo carril cabezas quemadas, (1 ) S e tra ta de u n ru so lla m a d o L u n ig u in que B a k u n in a ca b a b a d e en con ­ trar, en m arzo, en F lo r e n c ia y q ue h a b ía p ro m etid o c o m u n ic a r se en R u s ia co n s u s h erm an os sob re e l a su n to d e la h ere n c ia . H a d eb id o de record ar a B a k u n in otra p erso n a q u e é l y O g a r ef c o n o c ía n . E n 1836, a p a rec ió en P a r ís u n fo lleto , L e s A r te l e s e t Je m o u v e m e n t c o o p e r a tif, por W . L u n ig u in , q u ien d ic e en é l: “h e v iv id o y ob rad o en e s e m e d io d e co o p e r a c ió n ” . (Este es, s in duda, e l m ism o de q u e h a b la B ak u n in .


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t» aliviándoles los bolsillos. E ntonces, todo estará perdido. Una tuli visible, eso lo arruinará todo y ante todo a sí m ism os. Todo n itrito de esta revolución consiste propiam ente en que es una m tluvión de los trabajadores. H e ahí lo que trae la organización. ílflfi'o.s am igos, en la época del asedio, han logrado y sabido orn im i y han fundado así una fuerza enorm e; pero los nuestros, L yo n y en M arsella, han quedado como antes. E n París, se conUitio un núm ero de hom bres bastante grande, capaces y enérgicos, mto, que tem o que se m olesten los unos a lo s otros. S i hay aún iffftipo, es preciso in sistir para que vaya de París el m ayor núm ero Úp delegados sinceram ente revolucionarios a provincias. ¿Cóm o VMyó C luseret en el C om ité? ¿ E s verdad? Sería sim p lem en te un Ultraje, si fuera cierto. [B akunin había concebido en Lyon, en el turno de los acontecim ientos del 28 de septiem bre, una m ala opi­ nión de C luseret que, en efecto, fué uno de los je fe s m ilita re s de In Com una.] ¡Q ué posición m ás diabólicam ente d ifíc il! P o r una p aite, la cohesión policíaca de los prusianos cun la reacción fra n ­ cesa; p o r otra, la estupidez de las provincias. Sólo las m edidas más desesperadas y el estar dispuesto a destruirlo todo consigo pueden salvar la causa. T e ruego que escribas todo lo que sepas de L yon y de M arsella, pero tam bién sobre P arís. Jam es, ¿m archó 0 no? [Jam e s G uillaum e explicó él m ism o que debía h ab er ido ya on febrero, de acuerdo con una proposición que le fué hecha por F ernando Buisson, a P arís, com o m aestro del o rfelin ato fundado por Buisson durante el asedio, al mismo, en B atignolles, del que 1i ó el O rfelin ato P re v o st, en el que P ab lo R obin realizó más lurde algunas de sus ideas pedagógicas. E ste v iaje no ten ía nada que ver con la Com una y fué abandonado po r causas privadas.] ¿P or qué m i libro se im prim e en papel tan gris y sucio? Q uisiera darle otro títu lo : E l im perio knutogerm ánico y la revolución social. S i no ha sido hecha aún la im presión d efin itiva , cam biad eso. Y si está ya enteram ente im preso, entonces que quede vuestro tí­ tulo del libro [ “L a revolución social o la d ictad u ra m ilita r” ]. Te ruego m e envíes inm ediatam ente todos los pliegos im presos en 20 ejem plares, y envía ejem plares a A lerini, de M arsella, a algu­ no de L yo n , es decir, a R ichard ( 1 ) o a la señora B lanc, a Sen tiñ o n y a Farga P ellicer, de B arcelona. Su s direcciones y tam bién la de A lerini las tom arás de casa de Juk. Y Ju k y U tin, ¿no irán a París? E nvía L ’E g alité. ¿ Y qué hay io n La S o lid arité? [La Solidarité, redactada por Jukow ski, ap a re­ cía entonces en G inebra, a p a rtir del 28 de m arzo, 4 núm eros.] S i partes, la amiga Sasha [la m u jer de O zerof] perm anecerá sin duda por algún tiem po en Ginebra. E spero una respuesta con im ­ paciencia. V L azaref, ¿dónde vuela con su m áquina? ¿N o sabes nada de P.? 1 | U uniguin?] dice que pronto habrá en R usia más de dos m illo ­ nes de soldados, y que están todos arm ados; lo s soldados, disci-

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plinados según el nuevo sistem a prusiano, y los oficiales, excelen­ tem en te instruidos. ¿ Y qué es lo que se espera de N e tc h a ef y com ­ pañía? A prende a leer m i carta a V arlin y léesela tú m ism o, si es p o si­ ble con algunas otras cartas [aquí falta una palab ra]. Y sería bueno que pudiésem os vernos antes de vuestra m archa. E nviad dinero. I r é después del 13 ó el 15 de abril.

E l 7 de ab ril lleg a una c a rta de O zerof, entonces en el J u r a ; la resp u esta, del m ism o día, se perdió. E l 9, escribe B ak u n in a O g a re f: 9 de abril de 1871. Locarno, dom ingo de Pas­ cua; entre nosotros, [en R u sia], parece que to ­ davía no. M i querido A ga: H e recibido el te ; gracias. Y , según parece, gratis, com o ofrenda am istosa; dos veces gracias por eso. E spero con im paciencia cartas de ti y de O zerof, una respuesta a tres cartas [4, 5 y 7 de a b ril]. N o rep etiré lo viejo. P ero quiero d iscu tir contigo sobre la prim era entrega de m i libro. N u estro pobre am igo O zero f delira ahora con los am igos de las m ontañas a propósito de P arís y de Francia, y no se puede pensar que, a pesar de toda su buena voluntad, dedique algún pensam iento a este producto de m i plum a. Y o tam bién he tenido el delirio, pero no lo tengo ya. V eo dem asiado claram ente que el juego está perdido. L o s franceses, aun los obreros, no están bastante penetrados de ello, pero la lección ha sido terrible. S in em bargo, fu é todavía poco. Se necesitan más calamidades, sacu­ didas más fu ertes. Las circunstancias son tales, que eso no faltará, y entonces quizás se despierte el diablo. Y antes de esa época sería crim inal y estúpido, perder nuestros pobres m edios y nuestros p o ­ cos hom bres. E sta es m i opinión d efin itiva . M e esfu erzo — y es­ fu é rza te tú tam bién— con todas m is energías por retener a nuestro amigo, a nuestros am igos O zero f y R oss, y tam bién a nuestros a m i­ gos de las m ontañas. E n ese sentido escribí ayer a A dhem ar. L Schw itzguébel; c a rta com enzada el 6 y enviada el 8 de a b ril]. D íselo a O ze ro f; p or lo dem ás, él leerá esta carta, que se re fiere exactam ente tanto a él com o a ti. Y ahora vuelvo a m i lib ro : L a prim era entrega debe com ponerse de ocho pliegos. [C om ­ prende 119 páginas, por ta n to , i y 2 pliegos.] Prim era pregunta: ¿ T en éis m aterial para ocho pliegos? S i no, que se haga el cálculo en la tipografía sobre el núm ero de páginas de m i m anuscrito que faltan aún. Las enviaré inm ediatam ente. 2. ¿Se continúa im prim iendo, o no hay bastante dinero para pagar ocho pliegos? Y si no, ¿qué m edidas fueron tomadas para tener ese dinero? 3. Tú, viejo am igo, atiende para que se im prim a el libro sin fa l­ tas. ¿N o se puede em plear el francés que ha corregido tan bien en otro tiem po las pruebas en casa de C zerniecki, o, s i no está ahí, algún otro?


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Seiiu bueno que la prim era entrega constituyera un conjunto, ■“ lunar de estar interrum pida en m edio de una frase. ■i He rogado a O zero f que m e envíe 20 ejem plares de lo s pliegos ttit'SDü y que envíe algunos ejem plares a las direcciones indica|N, Os ruego que bagáis esto lo antes posible. T e abrazo a ti y a tu M aría. E scríbem e sobre tu vida, t$ lo que haces. A n to n ia [la m ujer de B akunin] os saluda. T u M . B.

E n tre el 9 y el 16, B ak u n in ex p e rim en ta nuevas m olestias lü b rc su lib ro y es p reciso que p onga o tra vez las cosas rn o rd e n ; es la ú ltim a c a rta re la tiv a a él que conocem os. H ela a q u í: 16 de abril, 1871. M i querido A ga: A y e r he recibido tu carta; hoy respondo. T ú, m i viejo am igo, no lo dudes, tus cartas no se pierden, llegan exactam ente y yo pienso y respondo explícitam ente a todas las observaciones y cuestiones. Tú escribes ahora que decidieron publicar la prim era entrega com puesta de 5 pliegos. T ú m e escribes esto antes de haber reci­ bido m i últim a carta donde im ploro, aconsejo, pido, en fin , exijo que la prim era entrega com prénda tam bién toda la historia ale­ mana, hasta el m o vim ien to de los cam pesinos in clu sive, y que acabe exactam ente antes del capítulo que he bautizado: S o fism a s históricos de los com unistas alemanes. [E s lo que se hizo en electo.] A ñadí además que ese títu lo ha sido cambiado por Guillaurtif quizás, borrado p or él, pero no sin duda hasta el grado de ha­ berse hecho ilegible. E n una palabra, el fin debé estar a llí donde com ienzan propiam ente, o más bien antes de su com ienzo, las con­ sideraciones filo só fic a s sobre la libertad, el d esen vo lvim ien to del hom bre, el idealism o y el m aterialism o, e tc . T e ruego, O garef, y os ruego a todos los que tom áis parte en la im presión del lib ro , que hagáis exactam ente com o os lo ruego; es indispensable para m í. De este m odo, si toda la historia alemana, con la guerra de los < im pesinos, está com prendida en la prim era entrega, esta entrega tendrá 6 ,7 ó aun tal ve z 8 pliegos. [T ien e 7*^.] No puedo d eterm i­ nar eso aquí, vosotros podéis hacerlo. Nada im porta que resu lte m ayor de lo que habéis propuesto, ya que escribes tú m ism o que hay dinero para diez pliegos. P ero puede suceder que la copia dvstinada por m í para la prim era entrega sea in su ficien te para lle ­ nar el últim o pliego, el sexto , séptim o u octavo. E n este caso ha­ ced esto: 1. E nviadm e en seguida todo el resto del m anuscrito, es decir todo lo que no entra en la prim era entrega hasta la página 285 in ­ clusive. [E s ta s últim as páginas, 273 a 285, habían sido enviadas por rl au to r el 18 de m arzo, el día antes de su p artid a p ara F lo ren cia.] 2. E nviad igualm ente la últim a página de la p arte que debe enIm r cu la p rim era en treg a (en original, o en copia, con indicación ilel núm ero de la página, si alguno quiere tom arse el trabajo de tra n scribirlo) a fin de que pueda añadir una, conclusión. Y pedid


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que se haga un cálculo en la im prenta sobre el núm ero de páginas necesario para term inar el pliego. A ñadiré inm ediatam ente todo lo que sea preciso y en dos días, nada más, os enviaré de nuevo el m anuscrito. Sólo que no debes olvidarte de enviarm e esa últim a página, sin la cual es im posible escribir una continuación. T e ruego, O garef: In clín a te graciosam ente a m i ruego y a m i legítim a demanda y haz exactam ente y pronto todo lo que pido y exactam ente com o lo pido. Todavía otra v e z: eso m e es indispen­ sable; pero por qué eso es indispensable, te lo diré cuando nos veam os, lo que espero debe ocurrir pronto. P ides siem pre que te dirija la conclusión. M i querido am igo, en­ viaré inm ediatam ente m aterial para la segunda entrega de ocho p liegos; pero eso no será todavía el fin . Com prendo que he com en­ zado un fo lleto , y que lo he term inado com o un libro. E sto no tiene form a, pero no hay nada que hacer, y o m ism o so y am orfo, y aunque am orfo, el libro será sólido y vivien te. L o he escrito ya casi co m ­ pletam ente. N o hay más que poner el todo en orden. E s m i prim ero y m i últim o libro, m i testam ento espiritual. P or lo tanto, querido amigo, no pongas obstáculos. T ú sabes que es im posible renunciar a un plan fa v o rito , a un últim o pensam iento, ni m odificarlo s i­ quiera. A rrojad lo natural, vuelve al galope. Se trata del dinero. E n total no se reunió m ás que para diez pliegos y no habrá m enos de veinticuatro. N o te preocupes, he tom ado ya m edidas para re­ unir la suma necesaria. La cosa principal es que haya dinero para la prim era entrega de 6, 7 u 8 pliegos; im prim id , pues, y publicad atrevidam ente la prim era entrega exactam ente en las dim ensiones queridas por m í ( y no en las fijadas por vo so tro s). D ios da el día, D ios da tam bién el pan. [P ro v e rb io ruso.] E s claro, creo yo, y ahora haced com o os pido, exactam ente y pronto y todo irá bien. S i dependiera de mí, no dejaría a R o ss ni al del lago [el hom ­ bre del lago de N euchátel, es decir, Jam es G uillaum e] ir a París, sobre todo a este últim o [que habría ido por razones privadas, p ro ­ yecto ya abandonado]. Pero respeto la libertad de m is am igos y cuando esté convencido de que la decisión de m archar es in a lte­ rable, no seré un obstáculo. R o ss ha marchado ya. T em o que caiga en lances no am istosos antes de llegar a P arís; los hijos de perra están ahora exasperados contra todos los extra n jero s; en M a rse­ lla, han fusilado garibaldinos con particular delicia. M ientras no haya un m o vim ien to serio en provincias, no veo salvación para París. V eo que París está fu e rte y decidido, gracias a los dioses. E n fin, han pasado del período de la frase al de la acción. Cual­ quiera que sea el fin , han establecido sin embargo un hecho h istó ­ rico enorme. M as para el caso de un fracaso, m e quedan dos vo to s que hacer: 1) que los versalleses no venzan a París de otro m odo que con la ayuda directa de los prusianos, 2) que lo s parisienses, al perecer, hagan perecer ju n to con ellos la m ita d de París por lo m enos. E n to n ces la cuestión de la revolución social, a despecho de todas las victorias de la guerra, se planteará com o un hecho enor­ m e irrefutable.


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¡ no puede hacer todavía el cambio, titulad m i libro así: El im|n knutogerm ánico y la revolución social. T u M. B.

|U ¿ ta rd e p ara cam biar el títu lo , p u esto que la p rim era “Ja, ya im presa entonces, pero que B ak u n in no había visto, jln tien e el títu lo an tig u o (que según la c a rta del 5 de abril, ¿no h abría sido dado p o r B ak u n in m ism o?) L a revolución i ocial o la dictadura m ilita r (1). P e ro se conform aron a las dem ás in stru ccio n e s de B ak u n in que, como se ad v ierte, d e­ bió tom arse u na m o lestia in creíb le para que sus a u x ilia re s de G inebra llevaran a buen fin u n trab a jó sin em bargo b as­ tan te sencillo. A p esar de todas las dilaciones y una c o rre s­ p ondencia co n tin u a e n tre el a u to r y O g a ref y O zerof, nadie tuvo la id ea de env iarle u n a prueba, y se h o rro rizó con justa razó n y se e n fu rec ió cuando vió el tex to estropeado <1<: la edició n en rú s tic a p ro n ta a ap a rec er así con una tap a win títu lo . N o quiso tra ta r m ás con la Im p re n ta C oopera­ tiva e hizo im p rim ir en N euchátel, en la im p ren ta de G ui­ llaum e, u n a lis ta de e rra ta s com pletada aú n por G uillaum e. Se im p rim ió tam bién allí una nueva cu b ierta que lleva en fin el títu lo que se conoce. Se h abían im preso 1000 ejem ­ p lare s; la fa c tu ra de 505 fran co s calcula 480 francos por H pliegos, p recio au m entado “en razón de la copia casi ile ­ gible” (d ice la f a c t u r a ) ; se pagó, pues, m ás caro el lodazal <|ue se hizo con el te x to de u n au to r que había ten id o dema«iado co n fian za en los cuidados y la com peten cia de sus am igos. Se h abía com puesto, adem ás, u n a p a rte de la se­ cu n d a en treg a, p o r 102 francos, y adem ás los gastos de N euchátel ascen d iero n a 80 francos. E l d in ero fu é pagado, p rin cip alm en te con la ayuda de un e stu d ia n te ruso, Sibiriakof, en to n ces en M unich. Se contaba con éste para suI la g a r los gastos de una segunda en tre g a, im presa en Neuchatel, 8 p lieg o s p o r 512 fran co s; pero S ib iria k o f escribió, t i 2 de ju n io , que no podía p ro m eter nada, lo cual hizo in te ­ rru m p ir la p u blicación. E s verd ad que B ak u n in conservó todavía la esp eran za; cucribió, el 10 de ju n io, a Jam es G u illau m e: (1 ) S e en cu en tra n en la p a rte e s c r ita a fin es de feb rer o la s p a la b ra s: “ E l i (i 11>r i ¡ii p iw xogerm án ico o k n u to g e r m á n ic o que el p a tr io tism o a le m á n le v a n ta Iiiiv’ nol>re las ru in as y en la sa n g r e d e F r a n c ia ” . H e aqut el o r ig e n d el tit u lo iliMiilr r | a d je tiv o k n u to re em p la za , p u e s, en la in te n c ió n d el autor, el a d je tiv o i/.«», y por c o n s ig u ie n te nada tie n e que v er con R u sia (c o n e l k n u t r u s o ).


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OBRAS DE M IGUEL B A K U N IN

Q uerido am igo: T e envío la carta de S ib iria ko t [del 2 de ju n io ]; adjunto una carta que, s i tú crees útil, puedes enviar. S in duda has recibido la que escribí el 5 de este m es y que te he enviado, com o habíam os convenido, para el amigo de Z urich [el estu d ian te ruso P o n o m aref]. ¿Q ué piensas del arreglo que te p ro p u se? M e parece realizable. S i venden 40 ejem plares [de E l im perio knutogerm án/co] en S a in t-Im ier, La Chaux-de-Fonds, L óele, lo que no m e pa­ rece im posible, eso dará 60 francos; con los SO francos enviados de M unich [ejem p lares para S ibiriakof y sus am igos], eso dará 90. D e ésos, 40 francos para L o d e , otros 40 para S o n villier, 6 que debo com o responsable de L a S o lid a n te [d éficit del p eriódico], 4 francos de gasto de correo [eso quiere decir que B akunin pagó así lo que debía en el Ju ra por el pago de su m an ten im ien to ]. Q ue­ daré debiéndote por dos libras de te, si m e las envías; si no m e las enviaste ya, no lo hagas, porque espero de Ginebra... E n cuanto a la suma necesaria para la segunda entrega, tengo la confianza de que se encontrará pronto, y el m anuscrito de esa entrega no tardará en llegarte com pleto. E l amigo de Z u rich se preocupa po r com pletar la suma y además tendría otros am igos■ E nvíam e lo más pronto posible los 210 ó 200 ejem plares para que los expida a Italia, donde los am igos los esperan ya. T e envié esta mañana p o r el correo, no ocho, sino once vo lú ­ m enes de Grote [H isto ria de G recia] y cuatro volúm enes de A u ­ gusto Com te [C urso de filosofía p o sitiv a]. T e ruego envíes in m e­ diatam ente estos últim o s a F r itz R o b ert, al que se lo s he p ro ­ m etido... H e recibido una carta de R o ss [había te leg rafiad o p rim ero desde Z urich que estaba de reg reso de P arís, donde o tro cam arada, el joven polaco L ankiew icz, había m uerto en los com bates]. L e in cito a que escriba su diario lo más detallado y lo más severam ente v e rí­ dico [sobre la Com una; no lo hizo]. N osotros lo traducirem os, prim ero para los am igos íntim os, porque toda la verdad no puede decirse en público. N o debem os dism inuir el p restig io de ese hecho inm enso, la Comuna, y debem os defender incondicionalm ente en este m om ento incluso a los jacobinos que han m uerto por ella. H echa la traducción, tú verás la parte que se puede sacar para el público. ¿N o es a sí? E spero con im paciencia tu carta. T u abnegado M . B.

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S egún u n a n o ta que había conservado G uillaum e y que m e com unicó, recib ió de G inebra 376 ejem p lares en rú s tic a ; O zero f recibió 124 para in tro d u c irlo s en Saboya y en F ra n ­ c ia ; 250 ejem p lares fu e ro n enviados a Ita lia ; he aq u í 750 ejem p lares; la su e rte de los o tro s 250 m e es desconocida. E l volum en en tró m uy poco en la circu lació n g e n e ra l; d u ­ ra n te m ucho tiem po hubo depósitos, pero desde hace bas­ ta n te s años todo h a desaparecido y se ha hecho m uy raro, aunque no tan to com o u n g ran núm ero de los dem ás es­ c rito s de B ak unin en ediciones originales.


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l)c re g reso en L o carno el 1 de ju n io , d espués de su v iaje por el J u ra , de lo que se h ablará aún, B ak u n in recibe noticlti de la g randeza d el desastre de P a rís, de la m atanza de Ion co m b atien tes de la Com una. Su d iario anota, el 3 y el 4: " T ris te s n o ticias de P a rís .” E l 5, se sien te im pulsado, se diría, a re iv in d ic a r la causa, vencida p o r el m om ento, de la Comuna, y h abla de ella en u n preám bulo para la segunda « n treg a de E l im p erio k n u to germ ánico (véase c a rta a Guillttume del 10 de ju n io ) que prepara. E scrib e lentam ente, por lo dem ás, con in te rru p c io n e s y m ucha co rresp o n d en cia n <|i«é aten d er, h asta el 23 de junio, catorce hojas. E sa in tro ­ ducción al lib ro lleg a p ro n to a su asu n to p rin c ip a l: “ E l so-í tialism o re v o lu cio n ario acaba de in te n ta r u n a p rim era m a-l n ifestació n b rilla n te y p rá ctica en la C om una de P a rís ”, y f c o n tin ú a : “ Soy u n p a rtid a rio de la C om una de P a rís ”, etc. ICstas p ág in as fu e ro n sacadas p o r p rim e ra vez de los pap rles de B ak u n in p or E liseo R eclus, q uien las publicó en 1« rev ista an a rq u ista g in eb rin a L e T ravailleur, en ab ril de IH78 (págs. 6-15), bajo el títu lo por él creado de L a Comuna <lc París y la no ción d el E stado. M ás ta rd e se re m itió el m an u scrito a B ern a rd o L azare, que lo publicó en los E n tretlo n s P o litiq u e s e t L itte r a ire s (P a rís, núm . 29, agosto de 1H()2, págs. 59-70), edición m ás co rrec ta que la p rim era im ­ p resió n ; pero, d esg raciad am en te, el m an u scrito o rig in a l no nr ha v u elto a e n c o n tra r desde entonces. E sta ap reciación <1r la C om una fu é frecu e n te m e n te reim p resa y trad u c id a «leude esa época en fo lle to ; u n a tra d u c c ió n ru sa (G inebra, IK<>2, 20 p ág in as) está acom pañada de una c a rta de P. K ro ­ p o tk in que sería in te re sa n te recoger. Kh lástim a que este m an u scrito no haya sido continuado, y vnle la pena ex am in arlo con g ran atención, ten ien d o en cuenta lo que hem os ex p e rim en tad o de las luchas sociales «le n u estro tiem p o y lo que vam os a v er todavía y q uizás a vivir n o so tro s m ism os. No se ha aprovechado b astan te la ex p erien cia de la C om una, que re u n ió en su seno precisam rn te las m ism as dos ten d en cias, la a u to rita ria y la lib e r­ tar 1«, que e n c ie rra n los m ovim ientos de n u e stro s días y que, «*n rI fondo, son lo s com ponentes in ev itab les de todo m ovi­ m iento re v o lu cio n ario : habrá siem pre en ellos lib e rta rio s;


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OBRAS DE MIGUEL BA K U N IN

J pero, d esg raciadam ente, p o r m ucho tiem po aún, la m ayoría . será de los a u to rita rio s. E n la Com una, los dos grupos se j llam aban m ayoría y m inoría, jacobinos e in tern acio n ales. P ero el d esastre de la Com una, la espantosa ca rn icería de la sem ana de mayo, las p risio n es, la dep o rtació n , el d estie ­ rro —y tam bién el v alo r y la en erg ía ig u ales de los p a r ti­ d arios convencidos de am bas ten d en cias— los rodeó a todos con la m ism a aureola de lu ch ad o res y de m á rtire s y la c rí­ tic a se im puso silencio. B ak u n in dice eso en la c a rta a G uillaum e, el 10 de ju n io , y lo p ra c tic a en su m an u scrito , que no o cu lta su p u n to de v ista lib ertario , lejo s de eso, pero que se co n fo rm a a las exigencias com pletam ente n atu ra les de la so lid arid ad revolucionaria. Se ten d rá n en cuenta este hecho in ev itab le al leer sus páginas, como la m ayoría de las ap reciacio n es c o rrie n te s sobre la Com una. Si la c rítica seria (no la polém ica personal, que no ha fa lta d o ) sobre la Co* m uña de P a rís hubiese tenido m ás v igor —sin descu id ar por eso el deber de so lid arid ad co n tra la b u rg u e sía y los go­ b iern o s— , se h ab ría estado m ejo r p rep arad o para re c ib ir los aco n tecim ien to s de 1917 en R u sia y en o tras p a rte s ; se hab ría p o d id o obrar en lu g a r de ser deslum brado, m al in fo r­ m ado, v acilan te, ingenuo y cu alq u ier o tra cosa m enos ac­ tivo, y los años p o sterio re s no se h ab rían sucedido en E u ­ ro p a en el caos in telectu al, por d ec irlo así, del m undo rev o ­ lu cio n ario . N unca es dem asiado ta rd e para saber, y la c r í­ tic a de B ak u n in , aunque esté velada, es siem pre d igna de atención. P o r lo dem ás, la Com una no es el asu n to p red o m in an te m ás que en la pequeña p arte de ese preám bulo que se e s c ri­ bió. E l a u to r lleg a p ro n to a una te sis m ás g e n e ra l: “ La abo­ lició n de la Ig le sia y del E stad o debe ser la condición p ri­ m era e in d isp en sab le de la lib eració n real de la so cied ad ; después de eso, sólo ella puede y debe o rg an izarse de o tro modo...”, y e n tra en el vasto a su n to de la em ancipación relig io sa, m uy bellas páginas in te rru m p id a s en las p alab ras: “ Si el p ro g reso de n u estro siglo no es un sueño m entiroso, debe te rm in a r con la Ig le sia ”. Según su s n o tas diarias, estaba b astan te ocupado en los últim os días, cuando trabajaba en ese e s c rito ; an o ta tre s v eces: “ P reám bulo, poco” (el 20, 21 y 23 de ju n io ); recibe la v isita de F a n e lli (d e l 19 al 2 6 ); escribe u n a “ larga c a rta


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c ifrad a a S o n v illier”, que envía p o r Z u ric h (p a ra Schw itzjmu IicI, p o r P o n o m a re f ); una la rg a ca rta a R o ss; le ocupan co rresp o n d en cias p ara I ta lia y E spaña, etc. E l 25 a n o ta : "R ccom ienza a d v e rte n c ia ”. ¿ V ió que la p arte teó ric a del “ P reá m b u lo ” tom aba g ra n ­ de« p ro p o rcio n es y se ap artab a dem asiado del contenido del libro? (1) ¿O buscó de nuevo el asu n to de m ás actu alid ad , el enem igo v icto rio so de la hora, para com batirlo de fre n te ? E ste enem igo no fu é ya en p rim er grado, en ese m om ento, A lem ania p o r su triu n fo m ilita r efím ero, n i la b u rg u esía fran cesa p erso n ific ad a en T h ie rs, que hab ía ap lasta d o la Com una de P a rís ; lo fu é esa b u rg u esía, la “b u rg u e sía run il”. la a n tig u a aristo cracia , y con y tra s ella la “ Ig lesia, Roma”, la ete rn a esc la v itu d religiosa, y c o n tra eso es con­ tra lo que la A d v e rte n c ia , e sc rita del 25 de ju n io al 3 de julio (48 p ág in as de m a n u sc rito ), está d irig id a en p rim er lu g ar. L a b u rg u esía de las ciudades, p o r odio al socialism o, <lrjó d eg o llar al pueblo de P a rís, y abdicó p o r eso m ism o de todo ca rá c te r agresivo, y la “ b u rg u esía ru r a l” (los “ru r a ­ les”, como todo el m undo decía en to n ces) se co n v irtió en "la clase realm en te dom inante en F ra n c ia ” ; pero no era más “que u n in stru m e n to pasivo y ciego en m anos del cle­ ro ”. Será, pues, “ la in trig a u ltra m o n ta n a ”, “ será la Ig le sia <le Roma, en un a palabra, la que se en c arg a rá en lo sucesivo del gobierno de F ra n c ia y la que, form ando u n a alianza d en fen siv a y o fen siv a con la razón del sable y la m oralidad de la bolsa, la te n d rá en sus m anos h asta la h o ra m ás o m e­ nos cercana en que triu n fe la causa de los pueblos, la de la hum anidad, re p re se n ta d a p o r la revolución social”. H ace, pues, lo que llam a “n u e stro s estu d io s h istó ric o s sobre el <W^envolvim iento del p a rtid o del orden en F ra n c ia ”, en es­ liera de la h o ra de la lib eració n p o r la revolución social. Son p ág in as b rilla n te s en que zahiere ese h o rrib le “ p a r­ tido del o rd e n ” que conocem os ta n bien en n u e stro s días. 11) C abe aún la p o sib ilid a d de g u e h a y a e x is t id o una p a rte im p o rta n te ilrl m a n u scr ito y se- en cu en tre p erd id a h a sta e l p r e se n te . C on o zco u n a ca rta ■I Kllv.'-o R e c lu s a la m u jer de B a k u n in , d el 13 de ju n io d e 1878, d ond e d ice t|Hn «rundes o b stá c u lo s e c o n ó m ic o s im p id en la co n tin u a c ió n de la r e v is ta L e T r u v /iillru r , “ pe-ro e s o no n o s im p ed ir á preparar para la im p r e sió n lo s a r tíc u lo s I Hnkunln. E l fin d e l a r tíc u lo ... es tá lis t o . H a lla re m o s lo s m e d io s de p u b lii ni 111". E s, p u e s, p o sib le q ue el m a n u scr ito de B a k u n in que se h a b ía co p ia d o , "lii tlmln, en e sa o c a s ió n , h a y a s id o e x tr a v ia d o e n to n c e s. R e c lu s n o v e r ific ó mi id p u b lic a c ió n d esd e e n to n ces h a sta la im p r e sió n de D io s y e l E s ta d o , en 1882. O h i«« d« B a k u n in . • I f

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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

de u n te x to com pleto y correcto. L a edición dé 1895 fué tra d u c id a v aria s veces, e n tre o tra s a l español, en E l E scla ­ vo (T am p a, F lo r i d a ) ; pero, evidentem ente, todas esas e d i­ ciones h ab ría que m o d ificarlas de acuerdo con el te x to com ­ p leto de O euvres (t. V, págs. 298-360,1911). B ak u n in , como se sabe, fué so rp re n d id o p o r el m oviifliento p u ram en te local de P a rís del 18, de m arzo, como todo el m undo. E stab a absorbido entonces —como se verá en d e ta ­ lle en el p rólogo del tom o I I I — p o r las p a rte s m ás ab stra c­ tas y d ifíc ile s de su lib ro pro y ectad o , y al lado de eso los esfu erzo s para a rre g la r su situ ació n m ateria l desesperada h iciero n n ecesario un viaje a F lo ren cia para v er a ciertas p erso n as; p a rtió el 19 de m arzo y volvió el 3 de a b ril a L ocarno. E n to n ce s fué cuando recibió n o ticias de sus ín ­ tim os cam aradas rusos, O zerof y Ross, d isp u esto s a p a rtir p ara P a rís, y escribió el 4 u n a ca rta a V a rlin , que O zerof deb ería re m itirle en p ro p ias m anos, pero O zero f fio llegó a P a rís entonces. Ya el 9 de ab ril, escribió a O zero f que h abía com enzado a d e lira r (com o él d ice) lo m ism o que sus am igos, p ero que volvió en sí y co n sid eró p e rd id a la causa de P arís. E scrib e en este sen tid o a S chw itzguébel (c a rta del 8 de a b ril). E n la c a rta del 16, ad m ira la firm eza de P a rís, p ero la ab stención de las p ro v in cia s le hace d ese sp erar de la salvación de la C om una parisiense. S egún lo que me d ijo G uillaum e, no ex istía hasta en to n ­ ces n in g ú n p ro y e cto co lec tiv o ; no se trata b a m ás que de la m archa de los cam aradas m ás a rd ie n te s a P arís, lo que B ak u n in p udo a le n ta r al p rin c ip io ; después p revino a sus am ig o s; p ero re sp etó su lib e rta d y los dejó hacer. E x is tía in d ep en d ie n te m e n te de él, en G inebra, el plan todavía ru d i­ m en tario de fo rm ar u n cuerpo de g u errille ro s, com puesto sobre to d o de garibaldinos, que h ab ría p en e trad o en F r a n ­ cia para sem brar la reb elió n en favor de la Com una, p ero no h abía dinero. Ja m e s G uillaum e, que estaba p a rtic u la rm e n te lig ad o a V a rlin , supo com unicarse con éste p o r m edio de u n obrero de Lóele que se d irig ió a P a rís y logró re m itir a V arlin u n a pequeña n o ta de G uillaum e. E ra todavía en la época del C om ité cen tral, en las p rim era s sem anas después del 18 de m arzo, y el contenido de la re sp u esta de V a rlin fu é “que no se tra ta b a de u n a revolución social, com o se im ag in ab an ; que no había m ás que u n m ovim iento espontá-


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c in esperado de la G uardia N acional en favor de u n n tc jo m unicipal, u n asu n to "com pletam ente lo cal: P a rís dem anda la C om una «elegida».” V a rlin creía que se estaba en vías de a rre g la rse p a c ífic a ­ m ente con el G obierno, que después de las elecciones p ró x i­ mas el C om ité c e n tra l p re se n ta ría su dim isión y que todo lu b ría acabado. S ería lo cu ra q u erer h acer u n a revolución »cria con los p ru sia n o s a las p u e rta s de P arís. E n cu an to a Hostener el p ro y ecto m encionado con dinero, no había que pen sar en ello ; e x is tía una co n tab ilid ad re g u la r y la idea de en v iar diez o v ein te m il francos sería ro m án tica e irre a ­ lizable. Se pensaba en to n ces que se te n ía n los m illones de la B anca de F ra n c ia “para p ro te g e rlo s y no para d erro ch a r­ los”. T ale s sen tim ie n to s anim aban a los m ejo res en P a rís h asta que fué dem asiado ta rd e ; alg u n as sem anas después, m iando los v ersalleses se re fo rz a ro n e h iciero n la g u e rra ab ierta a la C om una para ex term in a rla, hubo alg u n o s em i­ sarios de P a rís que fu e ro n h asta G inebra, desde donde se estaba en relacio n es con los ly o n eses; ésto s p re p ara ro n m o­ v im ien to s parciales, p ero ab o rtaro n . L os cam aradas de B a­ kunin, J u k o w sk i y o tro s p re sta b an su concurso, pero todos estos esfu erzo s carecían de v erd ad ero ím petu. B ak u n in estaba, sin duda, al c o rrien te de las cosas lyonesas m ed ian te un a co rresp o n d en cia fre c u e n te con O zerof. IS1 13 de ab ril, a n o ta : “c a rta de O zero f—an u n cia llegada de P a rra to n a G inebra (uno de los ly o n eses del 28 de sep ­ tiem bre de 1870); el 17: “c a rta de C am ilo Carnet. C arta a Carnet y a O zero f, env iad a”. Cam ilo Carnet, perm aneció en Suiza, 1872, y en E spaña, 1873, en el m edio íntim o a n a r­ q u ista de entonces. Ju k o w sk i conservó esta n o ta del 17 de abril, d irig id a a C arnet: E ste 17 de abril de 1871. Locarno. M i querido am igo: E s to y m u y contento de saber que aun está con vida y libertad y espero que tam bién con buena salud. S ólo vstoy asom brado de que no baya buscado ni encontrado a nuestro mitigo Juan [O z e ro f] que se halla en Ginebra (pida su dirección a M. Z a m perini [u n in te m a cio n a lista ita lia n o ], 12 en la C luse) y que se habría alegrado de verle. H abría podido darle todos los detalles Mobre lo que a m í se refiere. E scríbam e en seguida a la dirección ninuiente: L ocarno, cantón del Tesino. Señora Teresa P edrazzini. I ’.ir.i la señora A ntonia, f'spero con im paciencia su carta. M . Bakunin.


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E l 25 de abril, pues, B ak u n in p artió , se re u n ió con Guillaum e el 27 en N e u ch átel y a p a r tir d el 28 se estableció en S o n v illier, en casa de S chw itzguébel, su p rim era v isita a esa p a rte del J u ra , aunque conocía desde 1869 la re g ió n n eu c h atelen se de las m ontañas. G uillaum e cu en ta que fué a v erle un a vez ( L ’In tern a tio n a le, tom o I I , pág. 151) y “co­ m enzaba a h astiarse , y me lo dijo. Si e n tre los obreros hay alg u n as n a tu ra le z a s de “ é lite ”, un g ra n n ú m ero de ellos carecen de la solidez de ca rácter, que es lo único que puede h acer re v o lu cio n ario s serios y se g u ro s; los “ g rita d o re s” y “beb ed o res”, com o d ijo [en las ú ltim as p alab ras de la t e r ­ cera co n fere n cia], p o d rían m uy b ien ser a rra stra d o s a u n ac to de re b eld ía en u n m om ento de ex a lta ció n pasajera, p ero no eran capaces de acción re flex iv a, v o lu n ta ria y p ro ­ fu n d a ”. E n abril, an tes de la lleg ad a de B akunin, S ch w itz­ guébel escrib ió a J u k o w s k i: “T uvim os fie sta esto s días p a sa d o s; alg u n o s de n u e stro s m iem bros se e x a lta ro n bebien­ do y h an ten id o ideas que p e rju d ic a rá n m ás que b en e ficia­ rán. P ero los ac o n tecim ien to s h a rá n o lv id ar esa to rp e s a li­ d a”. T a le s d etalles ex p lica n la lig e ra c rític a que en cierran las ú ltim as p alab ras de las conferencias. D e estas sem anas d ata la fo to g ra fía de B ak u n in hecha p o r S ilvano C lem cnt, de S a in t-Im ie r (el m ism o de quien hab la en la segunda c o n fe re n c ia ); le m u estra m u y viejo, co m p letam ente cano, en g ran c o n tra ste con la fo to g ra fía m u y p o p u lar h echa en G inebra en el otoño de 1867. “ A m ediados de m ayo — co n tin ú a G uillaum e—, salió del v alle de S ain t-Im ier para volver a d eten e rse en L ó ele [H o ­ te l des T ro is R o is], donde debía h a lla r o tra vez u n m edio conocido p o r él [d esd e 1869] y d o n d e adem ás estab a m ás cerca de la fr o n te ra fran cesa. Se h a b ía n poco a poco pre* cisado p ro y e cto s de acció n en n u e s tro s e s p íritu s : el p en ­ sam iento de d e ja r lu c h a r solos a n u e stro s herm an o s de P a rís, sin p ro c u ra r ir en su ayuda, n o s era in so p o rtab le. N o sabíam os lo que nos sería posible h acer, pero resu elta m en te queríam os h ac er algo.” Según lo que me c o n taro n los cam aradas ju ra sia n o s de e sta época, uno de los plan es fué el de e n tra r en F rancia» en banda, con O z ero f a la cabeza, ir de pueblo e n pueblo como una avalancha para cre a r u n a fu erza de apoyo a Pa-


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PROLOGO

tí». O tro p lan era el de un m ovim iento local parecido al de hi C om una si ésta se m antenía. (iu illau m e in fo rm a de o tro pro y ecto m ás de que da fe Una ca rta de B ak u n in a él (19 de m ayo), que re p ro d u c e : ...Te prevengo que A dhem ar ha escrito a... [B esançon] y que es posible que un amigo de allá vaya a tu casa mañana, sábado [20], i» el dom ingo [21], a la dirección directa que A dhem ar [Schw itzKiiébel] le envió.

Y añ a d e: N o so tro s irem os, naturalm ente, el dom ingo, los loclenses y yo t on el p rim er tren de L ó ele [a N euchátel]. S i no puedes ven ir tú m ism o a recibirnos en la estación, envíam e a tu herm ano y d ile el nom bre del hotel en el que, conform e a m i ruego, has hecho conservar una habitación para m í y para O zerof, a fin de que pueda transportar allí inm ediatam ente m is cosas. H asta pronto. T u yo M. B.

E s ta re u n ió n se ocupó de los asu n to s de la In te rn a c io n a l ju ra s ia n a ; p ero — dice G uillaum e— fu é tam bién d iscu tid o el m o v im ien to p ro y e c ta d o ; “y entonces fu é cuando se d eci­ dió que T re y v a n d y yo fuésem os a p re p a ra r el te rre n o ”. N o es seg u ro que B ak u n in haya asistid o a esa reunión. T o d o s estab an v ig ila d o s en tonces p o r la p o lic ía ; B ak u n in y O ze­ ro f se h ab ían alo jad o en u n h o te l cerca de la estació n y —cu e n ta G u illaum e— “el te n ie n te de la gen d arm ería Chatela in se in staló en el p iso bajo del h o tel, en donde tom aba los n o m bres de cu an to s iban a v is ita r a los dos ru so s”. A lg u n o s so cialistas, re lo je ro s de B esançon que te n ía n re lacio n es con los ju ra sia n o s p ara el co n trab an d o de impre* sos, h ab ían p ro p u e sto a ésto s ir h ac ia dich a lo calid ad a lg u ­ nos c e n te n are s y p ro clam ar allí la C om una con ayuda de los cam aradas locales. Se h ab ría ido con arm as, en tre s o cu a tro g ru p o s. G uillaum e era m uy p e sim ista ; esas eran operacio n es m ilita re s en las que les fa lta b a la experiencia, y la p o b lació n de B esançon no era com parable a la de P arís. P rev e ía u n a ca tá stro fe , pero no se h ab ría ab sten id o p o r eso. B ak u n in no prom ovió objeción alg u n a co n tra el proyecto. No hubo ap resu ram ien to , porque no se te n ía n in g u n a id ea de que la caída de la C om una fuese inm inente.


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OBRAS D E M IGUEL B A K U N IN

Lo fué en efecto, p orque el m ism o dom ingo que se d e li­ beró en N eu ch atel, en trab an los versalleses en P a rís (21 de m ay o ). E l v iaje a B esançon no tuvo, pues, lu g ar. Se des­ arro lló la sem ana sa n g rie n ta y llegaban día a día con una in ten sid ad crecien te n o ticias de la m u erte de sus cam ara­ das y am igos, de la m atanza general, de los incendios que c o n v ertían en ru in a s una p arte de P arís. “ B ak u n in —cu en ta G uillaum e— no tuvo debilidad. E sp e ­ raba la d e rro ta ; no tem ía m ás que una cosa, o sea, que en la c a tá stro fe fin al los com unistas careciesen de audacia y de energ ía. P e ro cuando supo que se d efen d ían com o leones y que P a rís estaba en llam as, lanzó un g rito de triu n fo : “ ¡ M uy bien ! ¡ Son hom bres !”, dijo a S p ich ig er, al e n tra r bru scam en te en el ta lle r cooperativo, golpeando con su bas­ tó n sobre la m esa”. S egún lo que se me contó, había dicho a n te s que sería n ecesario que las T u lle ría s ard iesen , y cu an ­ do sucedió esto e n tró a gran d es pasos en el ta lle r coope­ rativ o , golp eando con su bastón la m esa y g rita n d o : “ ¡M uy bien, am igos m íos, las T u lle ría s ard e n ! O s pago a to d o s u n p o n ch e”. E stab a lleno de en tu siasm o ; sus c a rta s a O g a ref co n firm an p o r lo dem ás estos recuerdos. Q u e ría en la rev o ­ lución la d estru c ció n com pleta, el hecho realizado, co rtad as las vías de regreso, y, si era preciso m o rir, la m u erte de Sansón, d estru y e n d o a sus enem igos al m atarse. Se vió aún con los ju ra sia n o s m ilita n te s en su v is ita se­ m anal en C ouvers, el 28; pasó u n a noche en casa de G ui­ llaum e, en N eu ch átel, el 29, donde se m o stró u n conversa­ dor am eno en u n m edio fa m iliar, re la tan d o su v id a y sus v ia je s; p artió el 30 p a ra L ocarno, adonde llegó el 1 de j u ­ nio. S en tía v encida la revolución, p o sterg a d a por larg o tiem po, sabía que no la v ería m ás, lo que no le im p id ió t r a ­ b a ja r p o r ella como h a sta en to n ces todo el re sto de su vida. H e aquí en estas dos in tro d u cc io n e s de los tom os I y I I de esta edición casi u n año de la vida de B akunin, desde ag o sto de 1870 h a sta ju n io de 1871. H izo todo lo posible p o r p asar de la idea a la acción, p ero sus fu erzas y las de sus cam aradas eran to d av ía dem asiado débiles p ara h ac er algo m ás que to c a r som eram ente el cu rso de los ac o n te ci­ m ientos. P ero nos h a dejad o sus ideas, re u n id a s en esto s dos volúm enes y en o tro s dos que seg u irán . E stu d ie m o s esas ideas con e sp íritu crítico , y que se realice p o r fin lo


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PROLOGO

que aun queda de v álido con los m edios m ucho m ás g ra n ­ des ah o ra d isponibles. Se ven en estos relato s, no a d u lte ra ­ dos p o r la exageración, la d eb ilid ad de los m edios m ate­ riales de B ak u n in para obrar y el po d er de sus ideas, j Q ue se m ed ite un poco sobre lo que h ab ría in ten tad o , soñado si se quiere, hacer con las m asas y las fu e rz a s de que d isp o ­ ne el m ovim iento obrero de n u estro s días y lo que n o so tro s hacem os! Al re c o rre r estos volúm enes con la a y u d a de n u e s­ tra ex p erien cia actual, en contrarem os m uchos m otivos de re fle x ió n seria y de in te ré s siem pre vivo. M a x N e ttla u 28 de o ctu b re de 1923.



EL IMPERIO KNUTOGERMÁN1CO Y LA R E V O L U C I Ó N S O C I A L P R IM E R A E N T R E G A (L o carn o , m e d iad o s d e n o v ie m b re de 1870 a m e d iad o s de m arzo d e 1871)



EL IMPERIO KNUTOGERMÁNICO Y LA R EVOLUCIÓN SOCIA L P R IM E R A E N T R E G A 29 de septiem bre de 1870, L yon. Q u erid o am ig o : N o q u iero m arch ar de L yon sin h ab erte dicho m i ú ltim a palab ra de despedida. La p ru d en cia me im pide ir a e s tre ­ c h a rte la m ano o tra vez. No ten g o nada m ás que hacer aquí. H abía venido a L yon para com batir o p ara m o rir con vos­ otros. H ab ía venido porque ten g o la suprem a convicción de que la causa de F ra n c ia se ha co n v e rtid o hoy en la de la hu m an id ad y de que su caída, su som etim iento al régim en que le será im p u esto por las b ay o n etas de los prusianos, será la m ay o r d esg racia que, desde el p u n to de v ista de la lib e rta d y del p ro g reso hum ano, p u ed a su cederle a E u ro p a y al m undo. H e tom ado p arte en el m ovim iento de ay er y he firm ad o con m i nom bre las reso lu cio n es del C om ité C entral de S al­ vación de F ran cia, porque, para mí, es ev id en te que, después de la d estru c ció n real y com pleta de to d a la m áquina adm i­ n is tra tiv a y g u b ern am en tal de v u estro país, no queda otro m edio de salvación p ara F ra n c ia que la sublevación, la o rg a ­ n izació n y la fed eració n espontánea, in m ed iata y re v o lu c io ­ n a ria de su s com unas, fu e ra de to d a tu te la y de toda d ire c ­ ción oficiales. T o d o s esos pedazos de la a n tig u a A d m in istració n del país, esas M u n icip alid ad es com puestas en g ra n p a rte de b u r­ gueses o de obreros co n vertidos a la burg u esía, gen tes r u ­ tin a ria s si las hay, d esp ro v istas de in telig e n cia, de en e rg ía y de b uena fe ; to d o s esos p ro c u rad o re s de la R epública, esos p re fe c to s y esos su b p re fecto s —y p rin cip a lm en te esos com isarios e x tra o rd in a rio s p ro v isto s de plenos p o d eres mi-


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OBRAS DE MIGUEL B A KU NIN

lita re s y civiles, y a los que la a u to rid a d fabulosa y fa ta l de ese pedazo de G obierno que resid e en T o u rs acaba de in v e stir en este m om ento con una d ictad u ra im potente—, to d o eso no vale m ás que para p a ra liz a r los últim o s e sfu e r­ zos de F ra n c ia y para e n tre g a rla a los prusianos. E l m ovim iento de ayer, si hubiese triu n fa d o — cosa que h ab ría aco n tecid o si el general C luseret, dem asiado a fic io ­ nado a a g ra d a r a todos los partid o s, no hubiese abandonado la causa del pueblo tan p ro n to — ese m ovim iento que habría d errib ad o la in e p ta M u n icip alid ad de L yon, im p o ten te y reaccio n aria en sus tre s cu a rtas p arte s, y la h ab ría reem ­ plazado p o r un com ité revolucionario, o m n ip o ten te como ex p resió n in m ed iata y real, no fic tic ia , de la v o lu n ta d p o p u ­ la r; ese m ovim iento, digo, h ab ría podido salvar a L yon y con L yon a F ran c ia . H e aquí que h an tra n sc u rrid o v ein ticin co días desde la p roclam ación de la república. ¿Q ué se h a hecho para p re p a ­ ra r y o rg a n iz ar la d efen sa de L yon? N ada, ab solutam ente nada. L yon es la segunda ca p ita l de F ra n c ia y la llave del M ediodía. A dem ás de la m isión de su p ro p ia defensa, tien e un doble deber que c u m p lir: el dé la o rg an izació n de la sublevación arm ada del M ediodía y el de lib e rta r a P arís. P o d ía hacer, puede aún, lo uno y lo o tro . Si L yon se suble­ va, a rra s tra rá necesariam ente con él todo el M ediodía de F ran cia. L y o n y M arsella se c o n v e rtiría n en los dos polos de u n m ovim iento n acional y re v o lu cio n ario form idable, de u n m ovim iento que, al sublevar al m ism o tiem p o los cam pos y las ciudades, lev an ta ría ce n ten ares de m illa re s de com b atien tes y o p o n d ría a las fu e rza s m ilita rm e n te o rg a n i­ zadas de la invasión la om nipotencia de la revolución. P o r el co n trario , debe ser ev id en te para todo el m undo que si L y o n cae en m anos de los pru sian o s, F ra n c ia estará irrem ed iab lem en te perd id a. D esde L yon a M arsella, no en ­ c o n tra rán obstáculos. ¿Y entonces? E n to n ces, F ra n c ia se c o n v e rtirá en lo que fu é Ita lia ta n to tiem po fre n te a v u es­ tro em p erad o r: un vasallo de Su M ajestad el E m p era d o r de A lem ania. ¿ E s posible caer m ás bajo? Sólo L y o n puede a h o rra rle esta caída y e sta m u e rte v e r­ gonzosa. P ero es n ecesario para eso que L y o n se d esp ierte , que obre sin p erder un día, sin p e rd e r u n in stan te. D esgra-


E L I M P E R I O K N U T O G E R M A N ICO

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n u d am en te , los p ru sian o s no p ierd e n el tiem po. Se han olvidado de d o rm ir: sistem áticos, como lo son to d o s los a le ­ m anes, sig u ien d o con una desesp eran te p recisió n sus p la­ nes sabiam ente com binados, y unien d o a esa an tig u a cu a li­ dad de su raza, u na ra p id e z de m ovim ientos que se había co n siderado h asta aquí p atrim onio exclusivo de las tro p a s francesas, avanzan re su eltam en te, m ás am enazadores que nunca, h acia el corazón de F ran cia. M arch an sobre L yon. ¿Y qué hace L yon p ara d efen d erse? N ada. Y sin em bargo, desde que F ra n c ia existe, nunca se en ­ co n tró en un a situ ació n m ás desesperada, m ás terrib le . T o ­ dos sus ejé rc ito s están d estru id o s. L a m ay o r p a rte de su m aterial de g u erra, g racias a la ho n rad ez del G obierno y de la A d m in istració n im perial, no e x istió n u n ca m ás que en el papel, y el resto , g racias a su p ru d en cia, fué ta n b ien e n ­ terrad o en las fo rta le z a s de M etz y E stra sb u rg o que p ro b a­ b lem ente serv irá m ás al ejé rc ito de la invasión p ru sian a que al de la d efen sa nacional. E ste ú ltim o carece de cañones, de m u niciones, de fu sile s en todos los p u n to s de F ran c ia , y, lo que aú n es peor, carece de d in ero para com prar todo eso. No q u iero d e c ir que el dinero fa lte a la b u rg u e sía de F ra n ­ cia; al co n trario , g racias a las leyes p ro te c to ra s que le han p erm itid o ex p lo ta r am pliam ente el tra b a jo del p ro letariad o , 6us b o lsillo s están repletos. P ero el dinero de los b u rg u eses no es p atrió tic o , y p re fie re o sten sib lem en te hoy la em ig ra­ ción, h asta las req u isas forzadas de los p ru sian o s, al p e li­ gro de ser in v ita d o a co n c u rrir a la salvación de la p a tria en la m iseria. E n fin, ¡qué no podré d ecir!, F ra n c ia no tie ­ ne ya A d m in istració n . La que ex iste aú n y el G obierno de D efen sa N acio n al ha ten id o la d eb ilid ad crim in al de conservar, es una m áquina b o n ap a rtista , creada p ara el uso p a rtic u la r de los bandidos del 2 de diciem bre y, como lo d ije ya en o tra p arte , sólo capaz, no de o rg an izar, sin o de tra ic io n a r a F ra n c ia h asta el fin y de e n tre g a rla a los p ru ­ sianos. P riv ad a de cuanto c o n stitu y e la p o ten cia de los p ru s ia ­ nos, F ra n c ia no es ya u n E stado. E s un inm enso país, rico, in telig e n te, lleno de recu rso s y de fu e n te s n atu rales, peit» co m p letam en te desorganizado, y condenado en m edio de esa d eso rg an izació n espantosa a d efen d erse co n tra la in v a­ sión m ás asesin a que jam ás h ay a acom etido a u n a nación.


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OBRAS DE MIGUEL BAKU NIN

¿Q ué pu ed e oponer a los p ru sian o s? N ada m ás que la o r­ gan izació n esp o n tán ea de u n a inm ensa sublevación p o p u ­ la r: la revolución. A q u í oigo g rita r a todos los p a rtid a rio s del o rd en p ú b li­ co, a los d o ctrin a rio s, a los abogados, a to dos esos e x p lo ta ­ dores de g u an te am arillo del rep ublicanism o b u rg u é s, y a u n g ra n núm ero tam bién de sed icie n te s re p re se n ta n te s del pueblo, com o v u estro ciudadano B rialo u , p o r ejem plo, trá n s ­ fu g as de la causa popular, y a quienes u n a am bición m isera­ ble, nacida ayer, im pulsa hoy al cam po de los b u rg u e ses: “ j L a re v o lu ció n ! {Pensad en ello ; se ría el colm o de la d esg racia para F ra n c ia ! j S ería un d esg a rram ien to in te rio r, la g u e rra civil en presencia de un enem igo que nos aplasta, que nos abrum a! L a confianza m ás ab so lu ta en el G obierno de D efen sa N acional, la m ás p e rfe c ta obediencia a n te los fu n c io n a rio s m ilita re s y civiles en quienes haya delegado el p oder, la u n ió n m ás ín tim a e n tre los ciudadanos de o p in io ­ n es p o líticas, re lig io sas y sociales m ás d ife re n te s, en tre to ­ das las clases y todos los p a rtid o s : he ahí los ún ico s m edios p ara salv ar a F ra n c ia ”. * * * La confianza produce la unió n , y la unión crea la fuerza. H e ahí, sin duda, verdades que nadie in te n ta rá negar. M as p ara que sean v erd ad son necesarias dos cosas: es preciso que la co n fian za ño sea una to n te ría y que la unión, ig u a l­ m en te sin cera de todas las p arte s, no sea una ilusión, una m en tira, o un a ex p lo tació n h ip ó c rita de u n p a rtid o por otro. E s preciso que los p artid o s que se unen, olvidando com ple­ tam en te, no p ara siem pre, sin duda, sino p a ra el tiem po que deba d u ra r esa unión, sus in te re se s p a rtic u la re s y necesariam e n te 'o p u e sto s — in tereses y fin e s que en tiem pos o rd in a ­ rio s los d iv id en —, se d ejen absorber ig u alm en te en le p ro ­ secución del fin com ún. De o tro modo, ¿qué sucederá? E l p a rtid o sincero se co n v ertirá n ec esaria m e n te en la víctim a y en el en g añ ad o del que lo sea m enos o del que no lo sea ab so lu tam en te nada, y se verá sacrificad o , no al triu n fo de la causa com ún, sino en d etrim en to de esa causa y en b en e­ ficio exclusivo del p artid o que haya ex p lo tad o h ip ó c rita ­ m en te esa unión.


EL IMPERIO KNUTOGERMANICO

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P a ra que la u n ió n sea real y posible, ¿no es necesario por ¡ lo m enos que el fin en nom bre del cual los p a rtid o s deben j u n irse sea el m ism o? ¿S ucede eso ho y ? ¿P u ed e decirse que la b u rg u e sía y el p ro leta riad o q u iere n en absoluto la m ism a cosa? De n in g ú n modo. L o s obreros fran ce se s q u ieren la salvación de F ra n c ia a < to d o p re c io : au n q u e se debiese, para salvarla, hacer de F ra n c ia un d esierto , h acer s a lta r to d as las casas, d e s tru ir e in cen d ia r to d as las ciudades, a rru in a r todo lo que es tan q u erid o p o r los b u rg u e s e s : p ropiedades, capitales, in d u stria i y co m ercio ; c o n v e rtir, en una palabra, el país en tero en una inm ensa tum ba para e n te rra r a los prusianos. Q u ieren la g u erra in co n d icio n al, la g u e rra b árb ara, a cuchillo si es preciso. N o ten ien d o n in g ú n bien m ateria l que sac rificar, dan su vida. M uchos de ellos, y precisam en te la m ayoría de los m iem bros de la A sociación In te rn a c io n a l de los T r a ­ bajad o res, tie n e n la p len a conciencia de la alta m isión que incum be h o y al p ro leta riad o de F ran cia. Saben que si F r a n ­ cia sucum be, la causa de la h u m an id ad en E u ro p a se p e r­ derá al m enos p o r m edio siglo. Saben que son responsables de la salvación de F ran c ia , no tan sólo an te F ran c ia , sino an te el m undo en tero. E sta s ideas no están d ifu n d id as, sin duda, m ás que en los m edios ob rero s m ás avanzados, pero to d o s los obreros de F ran c ia , sin d istin c ió n alguna, com ­ p re n d en in stin tiv a m e n te que el so m etim ien to de su país al yugo de los p ru sian o s sería la m u erte de todas sus esp e­ ran zas en el p o rv e n ir; y están re su e lto s a m o rir an tes que le g a r a su s h ijo s u n a e x isten c ia de m iserables esclavos. Q u ieren , pues, la salvación de F ra n c ia a todo precio y a p esar de todo. L a b u rg u esía, o al m enos la inm ensa m ayoría de esta re s­ p etab le clase, q u iere ab so lu tam en te lo co n trario . Lo que le in te re sa a n te todo y a pesar de todo, es la conservación de su s casas, de sus p ro p ied ad es, de sus ca p ita le s; no tan to la in te g rid a d del te rr ito r io n acional como la in te g rid a d de sus b o lsillo s, que llen ó el trab a jo del p ro leta riad o p o r ella ex p lo tad o bajo la p ro tec ció n de las ley es nacionales. E n su fu ero in tern o , y sin atre v erse a co n fesarlo en público, qu iere, p u es, la paz a cu a lq u ie r precio, aunque deba com ­ p ra rla con el em pequeñecim iento, la decadencia y la sum i sión de F ran c ia . O b r a s d e B a k u n in . - I I

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n ecesaria su u n ió n con los b o n ap a rtista s en una com ún reacció n (1). * * * L os b o n ap a rtista s, p rim ero excesivam ente espantados, se p e rcataro n p ro n to de que ten ían en el G obierno de D efensa N acional y en esc m undo casi republicano y o ficial nuevo, im p rovisado p o r dicho G obierno, aliados poderosos. D ebie­ ro n de asom brarse y re g o c ija rse m ucho —ellos, que a fa lta de o tra s cu alid ades tie n e n al m enos la de ser hom bres re a l­ m ente p rá ctico s y la de q u e re r aprovechar los m edios que conducen a su fin — v iendo que ese G obierno, no co ntento con re s p e ta r sus personas y d ejarles gozar en plena lib e r­ tad del fru to de sus rap iñ as, había conservado, en toda la A d m in istració n m ilita r, ju ríd ic a y civil de la nueva R epú­ blica, los v iejo s fu n c io n a rio s del Im p erio , con ten tán d o se solam ente con reem p lazar los p re fec to s y los su b p refecto s, los p ro c u rad o re s g en erales y los p ro c u rad o re s de la R ep ú ­ blica, pero d ejan d o to d as las o ficin as de las p re fe c tu ra s, lo m ism o que los m in isterio s, re p le to s de b o n ap a rtista s, y la inm ensa m ay o ría de las com unas de F ra n c ia bajo el y ugo c o rru p to r de las M u n icip alid ad es nom bradas por el G obier­ no de N apoleón I I I , de esas M un icip alid ad es que h iciero n el ú ltim o p leb iscito y que, b ajo el m in isterio P alik ao y bajo la d irecció n je su ític a de C hevreu, h iciero n en el cam po una pro p ag an d a tan a tro z en favor del infam e. D eb iero n de re írse m ucho de esta to n te ría v erd ad eram en ­ te inconcebible en los hom bres de in te lig e n c ia que com po­ n en el G obierno p ro v isio n al actual, que les hizo esp e rar que, desde el m om ento en que ellos, republicanos, estu v iera n al fre n te del P o d er, to d a esa A d m in istració n b o n a p a rtista se h a ría rep u b lican a tam bién. L os b o n ap a rtista s obraro n de o tro m odo en diciem bre. Su p rim er cuidado fué a rro ja r h a sta el m ás pequeño fu n c io n a rio que no quiso d ejarse co­ rro m p er, ex p u lsar to d a la A d m in istració n re p u b lic an a y co­ lo car en to d as las funciones, desde las m ás elevadas hasta (1) B a k u n i n c o n s e r v a h a s t a a q u í la f o r m a e p i s t o l a r c o n q u e h a b í a c o m e n ­ z a d o : e n lo s u c e s i v o n o s e t r a t a y a d e u n a carta, s i n o d e u n a e x p o s i c i ó n d e la s i t u a c i ó n h i s t ó r i c a e n q u e n o s e t i e n e e n c u e n t a al p r e s u n t o a m i g o . ( N o t a d e l traductor.)


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las m ás in fe rio re s y m ínim as, ad ep to s de la b an d a bonapartista . E n lo que resp ecta a los re p u b lican o s y a los rev o lu ­ cionarios, d ep o rta ro n y en carcelaro n en m asa a los últim os, y ex p u lsaro n de F ra n c ia a los prim eros, no d ejan d o en el in te rio r d el país m ás que a los inofensivos, a los m enos re su elto s, a los m enos convencidos y a los m ás tontos, o bien a los que de un a m an era u o tra habían con sen tid o en venderse. A sí es como lleg aro n a ap o d e rarse del país y a m a ltra ta rlo sin n in g u n a re siste n c ia de su p a rte d u ra n te m ás de v ein te años, pu esto que, como he observado ya, el bonap artism o pro ced e de ju n io y no de diciem bre, y el señor J u lio F av re y sus am igos, rep u b lican o s b u rg u e ses de la A sam blea C o n stitu y en te y L eg islativ a, h an sido los v e rd a ­ dero s fu n d ad o res. E s preciso ser ju sto para todo el m undo, au n para los b o n ap a rtista s. E sto s son cobardes, es verdad, pero cobardes m uy práctico s. H an tenido, lo vuelvo a re p e tir, el conoci­ m ien to y la v o lu n tad de ap ro v ech ar los m edios que co n d u ­ cían a b u fin, y bajo esc aspecto se han m o strad o in fin i­ tam en te su p erio res a los rep u b lican o s que p re te n d e n gober­ n a r a F ra n c ia hoy. E n este m om ento m ism o, después de su d erro ta, se m u estran su p erio res y m ucho m ás poderosos que tod o s esos rep u b lican o s o ficiales que ocu p aro n sus puestos. N o son los rep u b lican os, son ellos los que go b iern an a c tu a l­ m en te a F ra n c ia todavía. R easegurados por la g en ero sid ad del G obierno de D efensa N acional, consolados al ver re in a r en to d as p artes, en vez de la revolución que tem en, la reac­ ció n g u b e rn a m e n ta l; volviendo a en c o n trar en to d as las p a r­ tes de la A d m in istració n de la R ep ú b lica a sus v ie jo s am i­ gos, sus cóm plices, que les están in d efe ctib le m en te enca­ denados p o r esa so lid a rid a d de la in fa m ia y d e l crim en de que hablé ya y sobre la cual volveré aún, y conservando en sus m anos u n in stru m e n to te rrib le , la inm ensa riq u eza que han acum ulado en v ein te años de h o rrib le saqueo, los bona­ p a rtis ta s h an v u e lto a lev an ta r d ecididam ente la cabeza. Su acción o c u lta y po ten te, m il veces m ás p o te n te que la del re y de Y v eto t co lectivo que gobierna en T o u rs, se siente en todas p artes. Sus p eriódicos, L a P atrie, L e C o n stitu tio n nel, L e P a ys, L e P eu p le del señor D uvernois, L a L ib e rté del señor E m ilio de G ira rd in , y m uchos o tro s aún, c o n ti­ n ú an ap arecien d o . T ra ic io n a n al G obierno de la R epública O b r* $ ¿ e B s k u u in , - I I

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y h ab lan ab iertam en te, sin tem or n i v ergüenza, como si no h u b iesen sido los tra id o re s asalariados, los co rru p to res, los v endedores, los se p u ltu re ro s de F ran c ia . E l señ o r E m ilio de G ira rd in , que había enm udecido en los p rim ero s días de sep tiem b re, ha v u elto a e n c o n tra r su voz, su cinism o y su incom parable locuacidad. Como en 1848, propone generosa­ m ente al G obierno de la R epública “ una idea por d ía”. N ada le turb a, nada le asom bra; desde el m om ento que oyó que no se to cará ni a su persona ni a su bolsillo, se reaseguró y se sien te de nuevo sobre tie rra firm e. “ E stab leced sola­ m ente la R epública —escrib e— y v eréis las bellas reform as p o líticas, económ icas y filosóficas que os p ro p o n d ré”. Los p erió d ico s del Im p erio m oldean ab iertam en te la reacción en provecho del Im perio. Los órganos del jesu itism o com ien­ zan o tra vez a h ab lar de los b eneficios de la relig ió n . L a in trig a b o n a p a rtista no se lim ita a esa p ro p ag an d a de la p rensa. Se ha hecho o m n ip o te n te en los cam pos y en las ciudades tam bién. E n los cam pos, so sten id a por una m u l­ titu d de g ra n d es y de pequeños p ro p ie ta rio s b o n ap a rtista s, p o r los señores curas y por to d as esas an tig u a s M u n ic ip a li­ dades d.el Im p erio , tie rn a m e n te conservadas y p ro teg id a s p o r el G obierno de la R epública, p red ica m á B ap asio n ad a­ m ente que nu n ca el odio a la R epública y el am or al Im p e ­ rio. D esvía a los cam pesinos de to d a p artic ip a ció n en la d efen sa nacional y les aconseja, al c o n tra rio , aco g er bien a los pru sianos, esos nuevos aliados del E m perador. E n las ciudades, apoyados por las o ficin a s de las p re fe c tu ra s y su b p re fectu ras, si no p o r los p re fe c to s y su b p re fecto s m is­ m o s; p or los ju eces del Im perio, si no p o r los abogados g en erales y por los p ro c u rad o re s de la R ep ú b lica; p o r los g en erales y por casi to d o s los o ficiales su p erio res del e jé r­ cito, si no por los soldados que son p atrio tas, pero que están encadenados p o r la v ieja d isc ip lin a ; apoyados tam bién por la g ran m ayoría de las M unicipalidades, y por la inm ensa m ay o ría de los g randes y de los pequeños com erciantes, in ­ d u striales, p ro p ie ta rio s y ten d ero s; apoyados tam bién por esa m u ltitu d de rep u b lican o s burgueses, m oderados, tim o ­ rato s, an tirre v o lu cio n ario s en todas las ocasiones y que, no h allan d o en erg ía m ás que co n tra el pueblo, hacen el negocio del b o n ap artism o sin saberlo y sin q u e re rlo ; sosten id o s por to d o s esos elem entos de la reacción in co n scien te y cons-


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cíen te, los b o n a p a rtista s p aralizan todo lo que es m ovim ien­ to, acción esp o n tán ea y o rg an izació n de las fuerzas p o p u la­ ría, y p or eso en tre g a n in co n testab lem e n te las ciudades lo m ism o que los cam pos a los p ru sian o s y p o r m edio de los p ru sian o s al je fe de su banda, al E m p erad o r. E n fin , ¿qué d iré?, en tre g a n a los p ru sian o s las fo rta le z a s y los e jé rc ito s d< F ra n c ia ; ah í están com o pruebas las ca p itu lac io n e s infa* m es de Sedán, de E stra sb u rg o y de R uán (1). M atán a F rancia. * * * E l G obierno de D efensa N acional, ¿d eb ía y p o d ía to le ­ ra rlo ? M e parece que a esta p re g u n ta no puede c o rresp o n ­ d er m ás que una re s p u e s ta : no, m il veces no. Su p rim er, su m ás g ran d e deber desde el p u n to de v ista de la salvación de F ran c ia , era e x tirp a r h asta su raíz la co n sp iració n y la ac­ ción m alh echora de lo» b o n ap a rtista s. ¿P ero , cómo e x tirpnrla? No había m ás que un m edio: hacer a rre s ta r y e n c ar­ celar p rim eram en te a todos, en m asa, en P a rís y en p ro v in ­ cias, com enzando p o r la e m p eratriz E u g e n ia y su séquito, to d o s los a lto s fu n c io n a rio s m ilita re s y civiles, senadores, co n sejero s de E stad o , d ip u tad o s b o n ap a rtista s, generales, coroneles, ca p ita n es en caso de necesidad, arzobispos y obispos, p re fe c to s y su b p refecto s, alcaldes, ju ece s de paz, todo el cu e rp o ad m in istrativ o y ju d icial, sin o lvidar la p o li­ cía, to d o s los p ro p ie ta rio s n o to riam en te ad icto s al Im p erio , todos los que, en u n a palabra, c o n stitu y e n la banda bonap a rtis ta . ¿ E ra p o sib le ese a rre sto en m asa? N ada m ás fácil. E l G obierno de D efensa N acional y sus delegados en p ro v in ­ cias no te n ía n m ás que hacer u n signo, recom endando sin em bargo a las poblaciones que no m a ltra ta se n a nadie, y se p o día e s ta r seguro de que en pocos días, sin m ucha v io len ­ cia y sin m u cha efu sió n d e sangre, la inm ensa m ayoría de lo s b o n ap a rtista s, sobre todo los ricos, los in flu y e n te s y los n o tab les de ese p artid o , h ab rían sido d eten id o s y en carce­ lados en to d a la su p erficie de F ran c ia . ¿N o habían d eten id o a m uchos la s poblaciones de los d ep a rtam en to s p o r su pro(1) S e g ú n G u l l l a u m e , las p a l a b r a s ‘ ‘ y d e R u á n ” n o a s t & n e n el m a a n s c r i t o y f u e r o n a f l a d l d a s e n la p r u e b a . R u á n c a y ó e n p o d e r d e l o s p r u s i a n o s «1 8 d e d i c i e m b r e d e 1870. ( N o t a del traductor.)


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pió im pulso en la p rim era m itad de sep tiem b re y, n o tad lo bien, sin h ac er m al a nadie, del m odo m ás co rté s y m ás h u ­ m ano d el m undo? L a cru eld ad y la b ru ta lid a d no están en las co stu m b res del pueblo francés, sobre todo no están en las costum bres d el p ro leta riad o de las ciudades de F ran c ia . Si quedan a lg u ­ no v estig io s, h ay que b u scarlo s en p a rte e n tre los cam pesi­ nos, p ero sobre todo en la clase tan estú p id a como num erosa de los ten d eros, ¡A h , éstos son v erd ad eram en te fero ces! Lo h an dem o strado en ju n io de 1848 (1) y m uchos hechos p ru e ­ b an que no h an cam biado hoy de n atu raleza. L o que sobre todo hace al ten d ero tan feroz es la cobardía, al lado de su estu p id ez d esesp eran te, es el m iedo y su insaciable avaricia. Se v en g a del m iedo que se le hace e x p e rim e n ta r y de los riesg o s que se han hecho co rrer a su bolsa, que co n stitu y e, como se sabe, ju n to con su g ran vanidad , la p a rte m ás sen­ sible de su ser. N o se v en g a sino cuando puede h acerlo sin el m en o r p elig ro p a ra él m ism o. ¡ Oh, p ero en to n ces no tie ­ ne p ied ad ! E l que conozca los obreros de F ra n c ia sabe que si los v erd ad ero s sen tim ie n to s hum anos, ta n fu e rte m e n te dism i­ n u id o s y sobre todo ta n considerablem ente falseados en n u e stro s días por la h ip o cre sía o ficia l y p o r la sen sib lería b u rguesa, se h an conservado en alg u n a p arte , es e n tre ellos. E s la ú n ica clase de la sociedad de q uien se puede d ec ir que es realm en te generosa, dem asiado generosa por el m om ento, (1) H e a q u í e n q u é t é r m i n o s d e s c r i b e el s e ñ o r L u i s B l a n c el d í a s i g u i e n t e d e la v i c t o r i a o b t e n i d a e n j u n i o p o r la G u a r d i a N a c i o n a l b u r g u e s a s o b r e los obreros d e París: “N a d i e p o d r í a p i n t a r la s i t u a c i ó n y el a s p e c t o d e P a r í s d u r a n t e las h o r a s q u e p r e c e d i e r o n y s i g u i e r o n i n m e d i a t a m e n t e al fin d e e s e d r a m a i n a u d i t o . A p e ­ n a s d e c l a r a d o el e s t a d o d e sitio, los c o m i s a r i o s d e p o l i c í a f u e r o n e n t o d a s d i r e c c i o n e s a o r d e n a r a los t r a n s e ú n t e s q u e e n t r a r a n e n s u s d o m i c i l i o s . |Y d e s g r a c i a d o del q u e reapareciese hasta n u e v a decisión e n el u m b r a l d e s u p u e r t a ! S i el d e c r e t o o s h a b í a s o r p r e n d i d o v e s t i d o d e p a i s a n o lejos d e v u e s t r a m o r a d a , erais r e c o n d u c i d o d e p u e s t o a p u e s t o y o b l i g a d o a encerraros. H a b í a n sido d e t e n i d a s a l g u n a s m u j e r e s q u e l l e v a b a n m e n s a j e s ocultos e n s u s cabellos y s e d e s c u b r i e r o n c a r t u c h o s o c u l t o s e n los p l i e g u e s d e l a s c a r r o c e r í a s d e al­ g u n o s c o c h e s d e p u n t o ; p o r lo t a n t o , t o d o f u é m o t i v o d e s o s p e c h a . L o s fér e t r o s p o d í a n c o n t e n e r p ó l v o r a : s e d e s c o n f i ó d e los entier r o s , y los c a d á v e r e s , « n el c a m i n o del e t e r n o reposo, f u e r o n i n d i c a d o s c ó m o so s p e c h o s o s . L a b e b i d a d a d a a los s o l d a d o s ( d e la G u a r d i a N a c i o n a l , c l a r o e s t á ) p o d í a e s t a r e n v e n e n a d a : s e d e t u v o p o r p r e c a u c i ó n a los p o b r e s v e n d e d o r e s d e l i m o n a d a y los v i v a n d e r o s d e q u i n c e a ñ o s s e a m e d r e n t a r o n . S e p r o h i b i ó a los c i u d a d a n o s a s o m a r s e a las v e n ­ t a n a s y d e j a r las p e r s i a n a s a b i e r t a s : p o r q u e el e s p i o n a j e y la m u e r t e e s t a b a n allí, sin d u d a , al a c e c h o . U n a l á m p a r a a g i t a d a d e t r á s d e u n v idrio, l o s reflejos d e la l u n a s o b r e la p i z a r r a d e u n t e j a d o , b a s t a b a n p a r a d i f u n d i r el e s p a n t o . D e p l o r a r el e x t r a v í o d e l o s i n s u r r e c t o s , llorar e n t r e t a n t o s v e n c i d o s a los q u *


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y dem asiado olv id ad iza de I q s crím en es atro ces y de las tra ic io n e s odiosas de que fué ta n frecu e n te m e n te víctim a. E s in capaz de crueldad. P e ro tien e al m ism o tiem po u n in s tin to ju s to que le hace m arch ar derecham ente al fin , un buen sen tid o que le dice que cuando se qu iere poner fin al m al es n ecesario d eten e r y p a ra liz a r p rim eram en te a los m alhechores. E sta n d o F ra n c ia ev id en tem en te traicio n ad a, era p reciso im p ed ir a los tra id o re s que c o n tin u aran tra ic io ­ nando. P o r esto en casi to d as las ciu d ad es de F ran cia, el p rim er m ovim iento de los obreros fué la deten ció n y el en ­ carcelam ien to de los b o n ap a rtista s. E l G obierno de D efen sa N acional los hizo poner en li­ b erta d in m ed iatam en te en to d as p artes. ¿ Q u ié n erró el ca­ m ino, los ob reros o el G obierno? Sin d u d a este últim o. No hubo so lam ente erro r, se com etió un crim en al h acerlo s p o ­ n er en lib ertad . ¿ P o r qué no ha hecho po n er en lib e rta d al m ism o tiem po a to d o s los asesinos, los lad ro n es y los c r i ­ m inales de toda ca teg o ría que están d eten id o s en las cárce­ les de F ra n c ia ? ¿Q ué d ife re n c ia hay e n tre ellos y los bona­ p a rtis ta s ? L o s p rim ero s han robado, atacado, m altratad o , asesinado ind ividuos. U na p a rte de los ú ltim o s han com etido lite ra lm e n te los m ism os crím enes, y todos ju n to s h an saqueado, violado, deshonrado, traicio n ad o , asesinado y; v en d id o a F ran c ia , a u n pueblo entero. ¿Q ué crim en es ma* y o r? S in du d a el de lo s b o n ap a rtista s. s e h a b l a a m a d o , n a d i e s e h u b i e s e a t r e v i d o a h a c e r l o i m p u n e m e n t e . ¡ S e iu s iió a u n a jo v e n p o r g u e h a b ía h e c h o v e n d a s e n u n a a m b u l a n c i a d e i n s u r r e c t o s , p a r a s u a m a n t e , quizás p a r a su esposo, para su padre) ”L a f i s o n o m í a d e P a r t s fué, d u r a n t e a l g u n o s días, la d e u n a c i u d a d t o m a d a p o r asalto. E l n ú m e r o d e l a s c a s a s e n r u i n a s y d e l o s edificios a los c u a l e s el c a ñ ó n h a b f a h e c h o b r e c h a s te s tim o n ia b a e lo c u e n te m e n te la p o te ric ia d e l g ra n e s fu e r z o d e u n p u e b lo a c o r r a la d o . F i l a s d e b u r g u e s e s u n i f o r m a d o s c o r t a b a » l as calles; patrullas azoradas azotaban el p a v i m e n t o . . . ¿Hablaré de la r e ­ presión? “j O b r e r o s ! ” y t o d o s los q u e t e n é i s l e v a n t a d a s l a s a r m a s c o n t r a la R e p ú ­ b l i c a : U n a ú l t i m a v e z , e n n o m b r e d e t o d o lo q u e h a y d e r e s p e t a b l e , d e s a n t o , ”d e s a g r a d o p a r a l o s d o m b r e s , d e p o n e d las a r m a s ! L a A s a m b l e a N a c i o n a l , la ’ ’ n a c i ó n e n t e r a o s l o p i d e n . S e o s d ic e q u e o s e s p e r a n c r u e le s v e n g a n z a s : s o n " n u e s tr o s e n e m ig o s , lo s v u e s tr o s , q u ie n e s h a b la n a s i. V e n i d a n o s o t r o s , v e n i d ’ ’ c o m o h e r m a n o s a r r e p e n t i d o s y s u m i s o s a la l e y y l o s b r a z o s d e la R e p ú b l i c a •’ e s t á n d i s p u e s t o s a recibiros”. ’ ’ T a l e r a la p r o c l a m a q u e el 2 3 d e j u n i o d i r i g i ó el g e n e r a l C a v a i g n a c a los i n s u r r e c t o s . l E n l a s e g u n d a p r o c l a m a , d i r i g i d a el 2 6 a la G u a r d i a N a c i o n a l y al ejército, d e c i a : “E n P a r í s v e o v e n c e d o r e s y v e n c i d o s . Q u e m i n o m b r e s e a ’ ’ m a l d i t o si c o n s i n t i e s e q u e h a y a v í c t i m a s ”. ’ ’ Seguramente nunca u n m o m e n t o semejante. j u s t o Cielo!...

habían sido p r o n u n c i a d a s pal a b r a s m á s Pero ( q u é l e úos e s t u v o e s a p r o m e s a d e

hermosas en ser c u m p l i d a ,


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OBRAS D E MIGUEL B A K U N IN

¿O p ien sa que los obreros que reclam an su derecho a la vida, a las condiciones de una e x isten c ia hum ana, que p id en con las arm as en la m ano la ju s tic ia igual para to ­ dos, son m ás culpables que los b o n a p a rtista s que asesinan a F ra n c ia ? ¡ P u es bien, s í 1, tal es, innegablem ente, no el pensam iento e x p líc ito — tal p ensam iento no se atre v e ría a confesárselo a sí m ism o— , sino el in stin to p ro fu n d am en te b u rg u és —y a causa de eso, u nánim e— que in sp ira todos los d ecreto s del G obierno de D efensa N acional, lo m ism o que los actos de la m ayor p a rte de sus delegados p ro v in c ia le s: com isarios g enerales, p re fec to s, su b p refecto s, p ro c u rad o re s g enerales y p ro c u rad o re s de la R ep ú b lica que, p erten ecien d o , sea al colegio de abogados, sea a la p ren sa rep u b lican a, re p re se n ­ tan , por d ec irlo así, la flo r del radicalism o b urgués. A los ojos de esos a rd ie n te s p a trio ta s, lo m ism o que en la opinión h istó ricam en te com probada del señor J u lio F avre, la revo­ lu ció n social c o n stitu y e para Francia un p elig ro m ás grave todavía que la invasión ex tra n jera m ism a. Q u iero creer que, si no todos, al m enos la m ayor p a rte de esos dig n o s ciu d a­ danos h a ría n de buena gana el sac rificio de su v id a por sal­ var la g loria, la in d ep en d en cia y la g ran d eza de F ra n c ia ; p ero estoy ig u alm en te m ás seguro, por o tra p arte , de que un a m ay o ría m ucho m ás considerable todavía de ellos p re ­ fe rirá ver m ás bien a esta noble F ra n c ia s u frir el yugo tem ­ p o ral de los p ru sian o s que deber su salvación a una fran ca rev o lu ció n p o p u lar que dem olerá in ev itab lem en te del m is­ mo golpe la dom inación económ ica y p o lític a de su clase. De ah í su in d u lg en cia rep u lsiv a, p ero obligada, hacia los p a rtid a rio s ta n n um erosos y d esgraciadam ente to d av ía ta n p o te n te s de la tra ic ió n b o n ap a rtista , y su sev erid ad apasio­ nada, sus p ersecu cio n es im placables co n tra los so cialistas rev o lu cio n ario s, re p re s e n ta n te s de esas clases o breras que son las que to m an ú n icam ente hoy en serio la liberación del país. E s ev id en te que no son vanos escrú p u lo s de ju stic ia , sino el tem o r de provocar y de an im ar la revolución social, lo que im p id e al G obierno p ro ced er c o n tra la co n flag ració n ev id en te d el p a rtid o b o n ap a rtista . De o tro m odo, ¿cómo e x p lica r que no lo haya hecho ya el 4 de septiem bre? ¿ H a p o d id o d u d ar u n solo in sta n te , él, que se atre v ió a tom ar la


E L I M P E R IO K N U T O G E R M A N ICO

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te rrib le re sp o n sab ilid ad de la salvación de F ran c ia , de su derecho y de su deber de re c u rrir a las m edidas m ás e n é rg i­ cas c o n tra los in fam es p a rtid a rio s de u n rég im en que, no co n ten to con h aber sum ido a F ra n c ia en u n abism o, se esfu erza tod av ía p o r p a ra liz a r su s m edios de defensa, en la esperanza de p o d er re sta b le cer el tro n o im p erial con la ayuda y bajo el p ro tec to rad o de los pru sian o s? Los m iem bros del G obierno de D efensa N acional d e te s­ ta n la revolución, sea. P e ro cuando se sabe y se hace de d ía en d ía m ás evidente que en la situ a c ió n desastro sa en que se e n c u en tra colocada F ra n c ia no le queda o tra a lte rn a ­ tiv a que e s ta : ó la revolución o e l y u g o de lo s p ru sia n o s; no co n sid eran d o la cu estió n m ás que desde el p u n to de v ista d el p atrio tism o , esos hom bres que h an asum ido el poder d ic ta to ria l en nom bre de la salvación de F ran c ia , ¿no serán crim in ales, no serán ellos m ism os tra id o re s a su p a tria si p o r odio a la rev o lu ció n en tre g a n a F ran c ia , o la dejan solam ente e n tre g a r a los pru sian o s? (1 ). * * * H e aquí p ro n to u n m es que el ré g im e n im p erial, d e r ri­ bado p o r las b ay o n etas p ru sian a s, h a ro d a d o p o r el lodo. U n G obierno p ro v isio n al com puesto de b u rg u e ses m ás o m enos ra d ic ales h a ocupado su pu esto . ¿ Q ué h acer para sa l­ v a r a F ra n c ia ? T a l es la v e rd ad era cuestión, la ú n ica cuestión. E n cuan­ to a la de la le g itim id a d del G obierno de D efensa N acional y de su d erecho, d iré m ás, de su deber de a c e p ta r el P o d e r de m anos del pueblo de P arís, después que este últim o b a­ rrió p o r fin la p o dredum bre b o n ap a rtista , fu é p lan tead a al d ía sig u ie n te de la vergonzosa c a tá stro fe de S edan p o r los cóm plices de N apoleón I I I , o, lo que quiere d ec ir lo m ism o, (1) A l l l e g a r a q u í s e b i f u r c a el m a n u s c r i t o <!e B a l c u n i n ; c o n t i n ú a p o r u n a p a r t e e n lo q u e tituló A p é n d ic e ; C o n sid e r a c io n e s filo só fic a s s o b r e e l fa n ta s m a d iv in o , s o b r e e l m u n d o r e a l y s o b r e e l h o m b r e , y p o r o t r a e n l o q u e s e r e p r o ­ d u c e a c o n t i n u a c i ó n . P e r o c o m o las p r i m e r a s h o j a s d e l A p é n d ic e p r o s i g u e n el m i s m o t e m a d i s c u t i d o e n e s t e libro, las i n c l u i m o s e n el p r e s e n t e v o l u m e n , d e ­ j a n d o l a s C o n s id e r a c io n e s p a r a el t o m o III. P o r c o n s i g u i e n t e , el o t r o p r i n ­ c i p i o d e la b i f u r c a c i ó n s e h a l l a r á al final d e l p r e s e n t e t r a b a j o ( N o t a d e l t r a ­ ductor.)


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

p o r los en em igos de F ran c ia . E l señor E m ilio de G ira rd in estu v o n a tu ra lm e n te e n tre ellos (1). Si el m om ento no hubiese sido ta n te rrib le , se habría po dido re ír m ucho al v er el descaro incom parable de estas g en tes. S obrepasan hoy a R oberto M acairc, el je fe e sp iri­ tu a l de su iglesia, y a N apoleón I I I , que es el je fe visible. ¡C óm o! H an m atado la R epública y hecho su b ir el digno em p erad o r al tro n o por los m edios que se sabe. D urante vein te años consecutivos, han sido los in stru m en to s in te re ­ sados y v o lu n ta rio s de las m ás cín icas violaciones de todos los d erechos y de to d as las leg itim id ad e s p o sib les; han co­ rro m p id o sistem áticam en te y desorganizado a F r a n c ia ; han atra íd o p or fin sobre esa desgraciada víctim a de su avaricia y de su verg o nzosa am bición d esg racias cuya inm ensidad so brepasa todo lo que la im aginación m ás p esim ista haya po d id o p rev er. E n presen cia de u n a c a tá stro fe ta n h o rrib le y de la que h an sido los ac to res p rin cip a le s, ap lasta d o s por (1) N a d i e p e r s o n i f i c a m e j o r la i n m o r a l i d a d p o l í t i c a y s o c i a l d e la b u r g u e ­ sía a c t u a l q u e el s e ñ o r E m i l i o d e G i r a r d i n . C h a r l a t á n i n t e l e c t u a l b a j o l a s a p a ­ r i e n c i a s d e u n p e n s a d o r serio, a p a r i e n c i a s q u e h a n e n g a ñ a d o a m u c h a s p e r s o n a s — h a sta al m i s m o P r o u d h o n , q u e t u v o l a i n g e n u i d a d d e c r e e r q u e el s e ñ o r G i ­ rardin p o d í a asociarse d e b u e n a fe y p o r c o m p l e t o a u n principio c u a l q u i e r a — el e n o t r o s t i e m p o s r e d a c t o r d e L a P r e n s e y d e L a L i b e r t é , e s p e o r q u e u n sofista, e s u n f a l s ificador d e t o d o s l o s p r i n c i p i o s . B a s t a q u e t o q u e la i d e a m á s simple, m á s verdadera, m á s útil, p a r a q u e s e a i n m e d i a t a m e n t e adulterada y e n v e n e n a d a . P o r o t r a parte, n o i n v e n t ó n a d a n u n c a , p u e s s u n e g o c i o c o n s i s t i ó e n falsificar s i e m p r e las I n v e n c i o n e s a j e n a s . B e le c o n s i d e r a , e n u n c i e r t o m u n d o , c o m o el m á s h á b i l c r e a d o r y r e d a c t o r d e p e r i ó d i c o s . C i e r t a m e n t e , s u n a t u r a l e z a d o e x p l o t a d o r y d e f a l s ificador d e las i d e a s d e l o s d e m á s , y s u d e s c a r a d o c h a r ­ l a t a n i s m o , h a n d e b i d o d e h a c e r l e m u y a p r o p i a d o p a r a e s e oficio. T o d a s u n a t u r a ­ leza, t o d o s u ser, s e r e s u m e n e n estas d o s palabras: r é d a m e y c h a n ta g e . D e b e s u f o r t u n a al p e r i o d i s m o ; y p o r m e d i o d e la p r e n s a n o s e h a c a u n o r i c o si p e r m a n e c e h o n e s t a m e n t e b a j o la m i s m a c o n v i c c i ó n y la m i s m a b a n d e r a . N a d i e c o m o él l l e v ó t a n l e j o s el a r t e d e c a m b i a r h á b i l m e n t e y a t i e m p o s u s c o n v i c ­ ciones y sus banderas. H a s i d o s u c e s i v a m e n t e orleanista, r e p u b l i c a n o y b o n a partista, y e n c a s o d e n e c e s i d a d s e h a b r i a h e c h o l e g i t i m i s t a o c o m u n i s t a . S e d i r í a q u e e s t á d o t a d o d e l i n s t i n t o d e l a s ratas, p o r q u e h a s a b i d o a b a n d o n a r s i e m p r e el b a r c o d e l E s t a d o e n l a v í s p e r a d e l n a u f r a g i o . A s í v o l v i ó l a s e s ­ p a l d a s al G o b i e r n o d e L u i s F e l i p e a l g u n o s m e s e s a n t e s d e la r e v o l u c i ó n d e f e b r e r o , n o p o r las r a z o n e s q u e i m p u l s a r o n a F r a n c i a a d e r r i b a r el t r o n o d a julio, s i n o p o r r a z o n e s p a r t i c u l a r e s , y e n t r e las c u a l e s las d o s p r i n c i p a l e s f u e r o n , s i n d u d a , s u a m b i c i ó n v a n i d o s a y s u a m o r al l u c r o . A l d í a s i g u i e n t e d < f e b r e r o , s e h i z o r e p u b l i c a n o a r d i e n t e , m á s r e p u b l i c a n o q u e los r e p u b l i c a n o s d e la v í s ­ p e r a , p r o p u s o s u s i d e a s y s u p e r s o n a : u n a i d e a p o r día, n a t u r a l m e n t e r o b a d a a alguno, pero preparada, t r a n s f o r m a d a po r E m i l i o d e Girardin m i s m o , d e m o d o q u e e n v e n e n a s e a q u i e n la a c e p t a r a d e s u s m a n o s ; u n a a p a r i e n c i a d e v e r d a d , c o n u n i n a g o t a b l e f o n d o d e m e n t i r a ; y s u p e r s o n a , q u e l l eva n a t u r a l m e n t e e s a m e n t i r a , y c o n ella el d e s c r é d i t o y la d e s g r a c i a s o b r e t o d a s las c a u s a s q u e a b r a z a , i d e a s y p e r s o n a f u e r o n r e c h a z a d a s p o r el d e s p r e c i o p o p u l a r . E n t o n c e s , el s e ñ o r G i r a r d i n s e h i z o e n e m i g o i m p l a c a b l e d e la R e p ú b l i c a . N a d i e c o n s p i r ó t a n m a l v a d a m e n t e c o n t r a ella, n a d i e c o n t r i b u y ó tan t o , al m e n o s c o n la i n t e n c i ó n , a s u c a í d a . N o t a r d ó e n c o n v e r t i r s e e n u n o d e los a g e n t e s m á s a c t i v o s y m á s i n t r i g a n t e s d e B o n a p a r t e . E s t e p e r i o d i s t a y e ste e s ta d is ta e s t a b a n h e c h o s p a r a


EL IMPERIO KNUTOGERMANICO

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b rem o rd im ien to s, p o r la v ergüenza, p o r el te rro r, por el tem or de un castig o p o p u lar m il veces m erecido, habrían debido e n terrarse, ¿no es así?, o re fu g ia rs e al m enos como b u amo bajo la b an dera de los pru sian o s, la ú n ica que hoy es capaz de cu b rir su suciedad. P u e s bien, n o ; reasegurados por la in d u lg en cia crim in al del G obierno de D efensa N a­ cional, h an quedado en P a rís y se h an esparcido por toda F rancia, clam ando en a lta voz c o n tra ese G obierno que declaran ileg al e ileg ítim o en nom bre de los derechos del pueblo, en nom bre del su fra g io un iv ersal. E l cálculo es ju sto . U na vez c o n v e rtid a la decadencia de N apoleón I I I en u n hecho irrevocablem ente, realizado, no

Io

e n t e n d e r s e . N a p o l e ó n I I I r e a l i z a b a , e n efecto, t o d o s los s u e ñ o s d e l s e ñ o r d e (•liardln. E s t e e r a al h o m b r e f u e r t e q u e « a b u r l a b a c o m o 41 d a t o d o s los p r i n ­ cipios, y ilotiido d e u n c o i a s ó n limitante a m p l i o c o m o p a r a e l e v a r s e s o b r e t o d o s los v a n o s s n c r d p u l o a d a c o n c i e n c i a , p o r noltre t o d o s l o s e s t r e c h o s y r i d i c u l o s p r e j u i c i o * d a la h o n r a d a s , d a la d e l i c a d e z a , d e l h o n o r , d a la m o r a l i d a d p ú b l i c a y p r i v a d « , poi e n c i m a d a t o d o s los s o n t l m l e n t o s d a h u m a n i d a d , e s c r ú p u l o * , p r e ­ juicio» v s e n t i m i e n t o s g u a n o p u e d m m i m o s «jun o b s t a c u l i z a r la a c c i ó n p o l í tica: r r a rl nonrlire tío la é p o c a , e n u n a p a l a b r a , e v i d e n t e m e n t e l l a m a d o a g o b e r n a r el m u n d o . M u í a n t e los pi h u e r o * d í a s <iue s l g u i o r o n al g o l p e d e E s t a d o , h u b o us( c o m o u n a hiiitna l i v i a n a o n t r a el a u g u s t o s o b e r a n o y el a u g u s t o p e r i o d i s t a , l’ a r o n o f u é o t r a c o s a q u e trn e n o j o d a a m a n t e s , n o u n a d i s i d e n c i a d a p r i n c i p i o s . El seRor E m i l i o d a Gi r a r d i n n o se c r e y ó suficientemente r e c o m p e n s a d o . Sia d u d a a m a m u c h o el d i n e r o , p e r o le h a c e n falta t a m b i é n h o n o r e s , u n a p a r t i c i p a ­ c i ó n e n el P o d e r . H e a q u í l o q u e N a p o l e ó n III, a p e s a r d e t o d a a u b u e n a v o ­ l u n t a d , n o p u d o c o n c e d e r l e j a m á s . T u v o s i e m p r e c e r c a d e él a l g ú n M o r a y , a l g ú n P l e u r y , a l g ú n B i d a u l t , a l g ú n R o u b e r q u e lo i m p i d i e r o n . D e s u e r t e q u e n o f u é s i n o h a c i a fines d e s u r e i n a d o c u a n d o p u d o c o n f e r i r al s e ñ o r E m i l i o d e G i r a r d i n la d i g n i d a d d e s e n a d o r d e l I m p e r i o . S i E m i l i o Ollivier, el a m i g o d e c o r a z ó n , el h i j o a d o p t i v o y e n c i e r t o m o d o la c r e a c i ó n d e E m i l i o d e G i r a r d i n , n o h u b i e s e c a l d o t a n p r o n t o , s i n d u d a h u b i é r a m o s v i s t o d e m i n i s t r o al g r a n p e r i o d i s t a . E l señor E m i l i o d e Girardin fué u n o d e los p r i n c i p a l e s ac t o r e s del m i n i s t e r i o O l l i vier. D e s d e e n t o n c e s , s u i n f l u e n c i a p o l í t i c a s e a c r e c e n t ó . F u é i n s p i r a d o r y c o n s e j e r o p e r s e v e r a n t e d e los d o s ú l t i m o s act o s políticos dal E m p a r a d o r q u e t u v i e r o n l a v i r t u d d e p e r d e r a F r a n c i a : el p l e b i s c i t o y l a g u e r r a . A d o r a d o r e n l o s u c e s i v o d e N a p o l e ó n III, a m i g o d e l g e n e r a l P r i m e n E s p a ñ a , p a d r e e s p i ­ rit u a l d e E m i l i o O l l i v i e r y s e n a d o r d e l I m p e r i o , el sefior E m i l i o d e G i r a r d i n s e s i e n t e d e m a s i a d o g r a n h o m b r e al fin p a r a c o n t i n u a r s u p e r i o d i s m o . A b a n d o n ó la r e d a c c i ó n d e L a L i b e r t é a s u s o b r i n o y d i s c í p u l o , « 1 p r o p a g a d o r fiel d a s u s id e a s , s e ñ o r D e t r o y a t , y, c o m o u n j o v e n q u e s e p r e p a r a p a r a la p r i m e r a c o m u ­ n i ó n , s o e n c e r r ó e n u n r e c o g i m i e n t o m e d i t a t i v o , a fin d e r e c i b i r c o n t o d a l a d i g n i d a d c o n v e n i e n t e el P o d e r t a n t o t i e m p o a m b i c i o n a d o , y q u e p o r fin i b a a c a e r e n sus m a n o s . i Q u é a m a r g a d e s i l usión! A b a n d o n a d o e s a v e * p o r s u instin­ t o o r d i n a r i o , el s e ñ o r E m i l i o d e G i r a r d i n n o h a b l a s e n t i d o q u e el I m p e r i o s e d e r r u m b a b a y q u e e r a n p r e c i s a m e n t e s u s i n s p i r a c i o n e s y s u s c o n s e j o s lo q u e l o i m p u l s a b a n al a b i s m o . N o h a b l a t i e m p o p a r a c a m b i a r d e frente. A r r a s t r a d o e n s u c a í d a , el s e ñ o r d e G i r a r d i n c a y ó d e s d e la a l t u r a d e s u s s u e ñ o s a m b i c i o s o s , e n el m i s m o m o m e n t o e n q u e p a r e c í a q u e s e i b a n a realizar. C a y ó a p l a n a d o y e s t a v e z d e f i n i t i v a m e n t e a n u l a d o . D e s d e el 4 d e s e p t i e m b r e , s e e s f u e r z a e n o r m e * m e n t e , p o n i e n d o e n j u e g o s u s a n t i g u o s artificios, p o r a t r a e r s o b r e si la a t e n c i ó n . N o p a s a u n a s e m a n a s i n q u e s u s o b r i n o , el n u e v o r e d a c t o r d e L a L i b e r t é , lo p r o c l a m e el p r i m e r e s t a d i s t a d e F r a n c i a y d e E u r o p a . T o d o e s o e s inútil. N a d i e lee L a L ib e r té y F r a n c i a tiene otras c o s a s q u e h a c e r q u e o c u p a r s e d e las g r a n ­ d e z a s d e l s e ñ o r E m i l i o d e G i r ardin. E s t a vez, h a m u e r t o d e veras, y D i o s q u i e r a q u e el c h a r l a t a n i s m o m o d e r n o d e l a p r e n s a , q u e é l c o n t r i b u y ó a crear, h a y a m u e r t o i g u a l m e n t e c o n él. ( B a k u n i n . ) ^ _____. _|.____________ _________ ,


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

queda o tro m edio para rep o n erlo en F ra n c ia que el triu n fo d efin itiv o de los prusianos. M as para ase g u rar y para ace­ le ra r ese triu n fo , hay que p aralizar todos los esfu erzo s p a­ trió tic o s y n ecesariam en te rev o lu c io n ario s de F ra n c ia , des­ tr u ir en su raíz todos los m edios de defensa, y para lleg ar a este fin la vía m ás corta, la m ás segura, es la convocación in m ed iata de una A sam blea co n stitu y e n te . Lo dem ostraré. P ero , p rim ero, creo ú til d em o strar que los p ru sian o s pu ed en y deben q u erer el re stab lecim ien to de N apoleón I I I en el tro n o de F ran c ia .

LA ALIA N ZA R U SA Y LA R U SO FO B IA D E LO S A L E M A N E S (1) L a p o sició n del C onde de B ism arck y de su am o el rey G u illerm o I, p or triu n fa d o ra que sea, no es ab so lu tam en te fácil. Su o b jetiv o es e v id e n te : la u n ifica ció n sem ifo rzad a y sem iv o lu n ta ria de todos los E sta d o s de A lem ania b ajo el ce tro re al de P ru sia , que se tra n s fo rm a rá p ro n to , sin duda, en ce tro im p e ria l; la c o n stitu c ió n del m ás poderoso im perio en el corazón de E uro p a. A penas hace cinco años que, en ­ tre las cinco g ra n d es p o ten cia s de E u ro p a , P ru s ia era con­ sid era d a como la ú ltim a. H oy, quiere co n v e rtirse en la p ri­ m era, y, sin duda, va a serlo. |Y cuidado en to n ce s con la in d ep en d e n cia y la lib e rta d de E u ro p a ! (cuidado, sobre todo, con los pequeños E sta d o s que tie n e n la desg racia de p o seer en su seno poblaciones germ ánicas o que fu e ro n g e r­ m án icas en o tro tiem po, como los flam encos por ejem p lo ). E l a p e tito del b u rg u é s alem án es ta n feroz como es enorm e su servilism o, y apoyándose en ese p a trió tic o a p e tito y en ese servilism o co m pletam ente alem án, el señ o r C onde de B ism arck, que no tien e escrú p u lo s y que es u n e sta d ista com o p ara no escatim ar la sangre de los pueblos y re sp e ta r su bolsa, su lib e rta d y sus derechos, será m uy capaz de em ­ p re n d e r la re alizació n de los sueños de C arlos V en b en e fi­ cio de su amo. U n a p arte de la tare a que se im puso, está liquidada. Gra(1) folleto

E s t e título fué p u e s t o p o r J a m e s i m p r e s o . ( N o t a del traductor.)

Guillaume,

pero

no

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el


E L I M P E R IO K N U T O G E R M A N ICO

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cias a la co nnivencia de N apoleón I I I , al que engañó, g ra­ cias a la alian za de A lejan d ro I I , a quien engañará, logró ya a p la sta r a A u stria. H oy, la m an tien e en resp eto por la a c titu d am enazadora de su aliada fiel, R usia. ICn cu an to al Im p erio del Z ar, después del re p a rto de P olonia y p recisam en te p o r ese re p arto , está enfeudado al Reino de P ru sia, com o este últim o está enfeudado al Im p e­ rio de to d as las R usias. N o pueden hacerse la g u erra, a m enos de em ancipar las p ro v in cia s polacas que le fraca sa­ ron, lo que es tam bién im posible para uno como para otro, porque la posesión de esas pro v in cias c o n stitu y e para cada uno de ellos la co n dición esencial de su poten cia com o E s ­ tado. No p u d ien d o h acerse la g u erra, n olens voJens deben ser ín tim o s aliados. B asta que P o lo n ia se m ueva para que el Im perio de R usia y el R eino de P ru sia estén obligados a e x p e rim en tar uno para o tro un acrec en tam ien to de pasión. I'itn so lid arid ad forzosa es el re su ltad o fatal, a m enudo d c iv rn tn jo to y siem pre penoso, del acto de ban d id aje que han p erp e tra d o am bos co n tra esa noble y desg raciad a P o lo ­ nia. P orque no hay que im aginarse que los rusos, aun los o ficiales, q u ieran a los prusianos, ni que estos ú ltim o s ad o ­ ren a los rusos. A l co n trario , se d etesta n cordialm ente, p ro ­ fu n d am en te. P e ro como dos bandidos, encadenados uno a o tro p or la so lid a rid a d del crim en, están obligados a m ar­ ch ar ju n to s y a ay u d arse m utuam ente. De ahí la inefable te rn u ra que une a las co rte s de San P e te rsb u rg o y B erlín y que el C onde de B ism arck no se olvida jam ás de m an ten e r p o r m edio de alg ú n regalo, por ejem plo por la en tre g a de alg u n o s d esg raciad o s polacos de ta n to en ta n to a los v e r­ d u g o s de V arso v ia o de V ilna. E n el h o rizo n te de esta am istad sin nubes se m u estra ya, sin em bargo, u n p u n to negro. E s el problem a de las p ro ­ v in cias b álticas. E sas provincias, se sabe, no son ni ru sas n i alem anas. Son leto n as o fin lan d esas, pues la población ale­ m ana, com p u esta de nobles y burgueses, no c o n stitu y e m ás que una m in o ría ín fim a allí. E sta s p ro v in cias habían p e rte ­ n ecid o p rim ero a P olonia, después a Suecia, m ás ta rd e fu e ­ ro n co n q u istad as p o r R usia. L a m ejo r solución para ellas, desde el p u n to de v is ta p o p u lar — y yo no ad m ito o tro — sería, seg ú n m i o p inión, su v uelta, ju n to con F in la n d ia , no a la d o m inación de S uecia, sino a u n a alianza fe d era tiv a


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ín tim a con ella, a títu lo de m iem bros de la F e d e ra c ió n E s ­ candinava, que ab arcaría Suecia, N oruega, D inam arca y to d a la p a rte danesa del S chlesw ig. Que no d isg u ste a los señ o res alem anes. E sto sería ju sto , sería n atu ra l, y estas dos razo n es b astan para que d esagraden a los alem anes. P e ro p o n d ría, en fin, un lím ite saludable a sus am biciones m arítim as. L os rusos q u ieren ru s ific a r cuas provincias, los alem anes q u iere n g erm anizarlas. U nos y o tro s se engañan. L a inm ensa m ayoría de la población, que d ete sta ig u alm en ­ te a los alem anes y a los rusos, quiere se g u ir siendo lo que es, es decir, fin lan d e sa y letona, y no podrá h a lla r el respeto de su au to n o m ía y de su derecho, ser ella miBma, sino en la C o n fed eración E scandinava. P e ro , como he dicho ya, eso no se concilia de n in g ú n m odo con las av aricias p a trió tic a s de los alem anes. D esde hace alg ú n tiem po, h ay m ucha p reocupación p o r este a su n ­ to en A lem ania. H a sido d esp e rtad a por las p ersecu cio n es del G obierno ru so c o n tra el clero p ro te sta n te , que en esas pro v in cias es alem án. E sas p ersecu cio n es son odiosas, com o lo son todos los ac to s de u n despotism o cualquiera, ru so o p ru sian o . P ero no sobrepasan a las que el gobierno p ru s ia ­ no com ete cada día en sus pro v in cias rusopolacas, y sin em ­ b arg o ese m ism o público alem án se g u ard a bien de p ro te sta r co n tra el desp otism o p rusiano. De todo eso re su lta que para los alem anes no se tra ta , de n in g ú n m odo, de ju stic ia , sino de adq u isició n , de conquista. A m bicionan esas provincias, que les serían efectiv am en te m uy ú tile s desde el p u n to de v ista de su p o ten cia m arítim a en el B áltic o y no dudo que B ism arck alim en te ya en alg ú n re p lie g u e m uy recó n d ito de su cereb ro la in ten ció n de ap o d erarse ta rd e o tem prano, de una m anera o de otra, de ellas. T a l es el p u n to n eg ro que su rg e e n tre R u sia y P ru sia. P o r neg ro que sea, no es capaz de separarlas. T ie n e n de­ m asiada n ecesidad una de o tra. P ru sia , que desde ah o ra no p odrá te n e r en E u ro p a o tra aliad a que R usia —porque to d o s los dem ás E stad o s, sin e x c ep tu ar In g la te rra , al s e n tir­ se hoy am enazados por su am bición, que p ro n to no recono­ cerá lím ites, se vuelven o se volverán tard e o tem p ran o con­ tra ella— , P ru s ia se g u ard ará bien, pues, de p la n te a r aho­ ra u n a cu estió n que necesariam ente debería m alq u ista rla con su ú n ica am iga, R usia. T ie n e necesidad de su ayuda,


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O <ic mu n eu tra lid a d , m ie n tra s no haya an iq u ilad o com ple­ jam ente, al m enos p o r v ein te años, la p o ten cia de F ran« la, d estru id o el im perio de A u stria, y englobado la S uiza alem ana, una p a rte de B élgica, H olanda y toda D in am arca; \a posesión de estos ú ltim o s reinos le es in d isp en sab le para la creación y consolidación de su po ten cia m arítim a. T odo c«o será la consecuencia n ecesaria de su triu n fo sobre F ran cia, si ese triu n fo es d e fin itiv o y com pleto. P ero todo c h o , su p o n ien d o las c irc u n sta n cias m ás felices para P ru sia , 110 p odrá realizarse de u n golpe. L a ejec u ció n de esos p ro ­ y ecto s in m ensos n ec esitará m uchos años y d u ra n te ese tie m ­ po P ru sia te n d rá m ás necesidad que n u n ca del concurso de R u sia ; po rq u e es preciso suponer que el re sto de E uro p a, p or cobarde y estú p id o que se m uestre al p resente, acabará sin em bargo p or d esp e rtarse cuando sien ta el cuchillo en su g arg an ta, y no se dejará acom odar a la salsa prusogerm ánica sin re sisten c ia y sin com bates. Sólo que P ru sia, a u n ­ que triu n fe , «un después tic haber ap lastad o a F ran c ia , será dem asiado d éb il pura lu ch ar co n tra todos los E stad o s de ICuropa reu n id os. Si R usia se volviese tam bién co n tra ella, estaría perd id a. S ucum biría aun con la n e u tra lid a d ru s a ; n ec esitará forzosam ente el concurso efectiv o de R u sia ; ese m ism o con cu rso que le hace hoy u n servicio inm enso ten ien d o en jaque a A u s tria : porque es ev id en te que si A u s tria no estu v iera am enazada p o r R usia, al día sig u ien te de la e n tra d a de los ejé rc ito s alem anes en el te rrito rio de F ran cia, h ab ría lanzado los suyos sobre P ru sia , sobre la A lem ania d esg u arn ecid a de soldados, para re c o n q u ista r su dom inio p erd id o y para o b ten er un b rilla n te desquite de Sadowa. E l señ o r B ism a rck es u n hom bre dem asiado p ru d e n te para m alq u istarse, en m edio de circ u n sta n c ia s sem ejantes, con R usia. C iertam en te, esta alianza debe de serle d esa g ra­ dable b ajo m uchos aspectos. Le im p o p u lariza en A lem a­ nia. E l señ o r B ism arck es, sin duda, dem asiado e sta d ista p ara d a r u n v alo r sen tim en tal al am or y a la co n fian za de los pueblos. P e ro sabe que ese am or y esa co nfianza c o n sti­ tu y en en cie rto s m om entos una gran fuerza, la única cosa, a los o jo s de un p ro fu n d o p o lític o como él, verd ad eram en te resp etab le. P o r co n sig u ien te, esa im p o p u la rid ad de la a lia n ­ za ru sa le m olesta. Debe lam entar, sin duda, que la única


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alianza que queda hoy a A lem ania sea p recisam en te la que rechaza el sen tim ie n to unánim e de A lem ania. * * * C uando hablo de los sen tim ien to s de A lem ania, me re ­ fiero, n a tu ra lm e n te , a los de su b u rg u e sía y a los de su p ro ­ letariad o . La nobleza alem ana no odia a R usia, porque no conoce de R u sia m ás que el im perio, cuya p o lític a b árbara y cuyos p ro ced im ien to s sum arios le ag rad an , ad u lan sus in stin to s, convienen a su p ro p ia n atu raleza. T uvo por el d ifu n to em p erad o r N icolás una adm iración en tu siasta, un v erd ad ero culto. E ste G engis-K an germ anizado, o m ás bien, este p rín c ip e alem án m ogolizado, realizaba a sus ojos el sublim e id eal del soberano absoluto. V uelve a e n c o n tra r hoy la im agen fiel en su rey-coco, el fu tu ro em p erad o r de A lem ania. N o es, pues, la nobleza alem ana, la que se opo n ­ d rá a la alian za rusa. L a apoya, al co n trario , con u n a doble p asió n : p rim ero p o r sim p atía p ro fu n d a h acia las ten d en cias d ep ó ticas de la p o lítica ru sa ; luego porque su re y quiere esa alianza, y en ta n to que la p o lític a real tie n d a a la su m i­ sión de los pueblos, esa v o lu n tad será sagrada para ella. No sería así, claro está, si el rey, re p e n tin a m e n te in fie l a to d as las tra d ic io n e s de su d in astía, d ecretase su em ancipa­ ción. E n to n ces, pero sólo entonces, será capaz de rebelarse co n tra él, lo que p o r o tra p arte no sería m uy peligroso, porque la nobleza alem ana, por num erosa que sea, no tiene n in g u n a p o ten cia propia. No tien e raíces en el país, y no ex iste como casta b u ro c rá tic a y m ilita r sobre todo sino g racias al E stad o . P o r lo dem ás, como no es probable que el fu tu ro em perador de A lem ania firm e n u n ca lib rem en te y p o r su p ro p io im pulso un d ecreto de em ancipación, se puede e sp e rar que la conm ovedora arm onía que ex iste e n tre él y su fiel nobleza, se m an ten d rá siem pre. Siem pre que co n tin ú e siendo un déspota franco, ella será su esclava abnegada, dichosa de p ro ste rn a rse an te él y de e je c u ta r sus órdenes, p o r tirá n ic a s y feroces que sean. N o sucede lo m ism o con el p ro le ta ria d o de A lem ania. M e re fie ro p rin cip a lm en te al p ro le ta ria d o de las ciudades. E l de los cam pos está dem asiado aplastado, dem asiado a n i­ quilado p or su posición precaria, por sus relaciones h ab i­ tu a le s de su b o rd in ació n an te los cam pesinos p ro p ieta rio s,


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(•ni Irf instru cció n , sistem áticam en te envenenada de m entií.i« p o líticas y relig io sas, que recibe en las escuelas prim aHrt«( pitra que p ueda él m ism o sab er cuáles son sus sentiu tlnttn» y sus anhelos. Sus pen sam ien to s raram ente sobre­ pasan el h o rizo n te dem asiado estrech o de su ex isten c ia min* i .iI»I<•. E s n ecesariam ente so cialista p o r posición y p o r naturaleza, pero sin saberlo. U nicam ente la revolución so< itil fran cam en te u n iv ersal, y m uy am plia, m ucho m ás univrm.il y m ás am plia que la que su eñ an los dem ócratas sociaIIlitan de A lem ania, p o d rá d e sp e rta r al diablo que duerm e en él. D esp ertad o en su seno ese diablo —el in s tin to de la libertad , la pasió n de la ig ualdad, la santa reb eld ía—, no volverá a adorm ecerse. P ero h asta ese m om ento suprem o, el p ro leta rio de los cam pos seg u irá siendo, de acuerdo con las recom endaciones del señ o r p asto r, el hum ilde sú b d ito de su re y y el in stru m en to m aquinal en m anos de to d as las a u to rid a d es púb licas y p rivadas posibles. E n cu an to a los cam pesinos p ro p ieta rio s, están in clin a­ dos en su m ayoría m ás bien a so sten er la p o lítica real que a com batirla. T ie n e n p ara eso m uchas razo n es: p rim e ra ­ m ente, el an tag o n ism o del campo y de la ciudad que existe en A lem ania como en to d as partes, y que se ha establecido HÓ1idam ente desde 1525, cuando la b u rg u e sía alem ana, con IAltero y M elan ch th o n a su cabeza, tra ic io n ó de u n modo tan v ergonzoso y tan d esastroso para sí m ism a la única revolu ció n de cam pesinos que hubo en A lem ania; adem ás, por la in stru cció n p ro fu n d am en te re tró g ra d a de que hablé ya y que dom ina en to das las escuelas de A lem ania y sobre todo de P r u s i a ; el egoísm o, los in s tin to s y los p re ju ic io s de conservación, in h ere n tes a todos los p ro p ie ta rio s gran d es y p eq u eñ o s; p or fin, el aislam ien to re lativ o de los tra b a ­ jad o re s del cam po, que dism inuye de una m anera excesiva la circu lació n de las ideas y el desenvolvim iento de las pa­ siones p o líticas. De todo esto re s u lta que los cam pesinos p ro p ieta rio s de A lem an ia se in tere sa n m ucho m ás en sus negocios com unales, que les co n ciern en m ás de cerca, que en la p o lític a g eneral. Y como la n atu ra le z a alem ana, g en e­ ralm en te co n sid erad a, está m ucho m ás in c lin a d a a la obe­ diencia que a la re sisten cia, a la p iadosa co n fian za que a la rebeldía, se sigue que el cam pesino alem án se e n tre g a v o ­ lu n tariam en te — en lo que re sp ecta a los in te re se s g en erales O bras de B akuniu.

-

II

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del país— a la sab id u ría de las altas a u to rid a d e s in s titu id a s por D ios. L leg ará, sin duda, u n m om ento en que el cam ­ p esin o de A lem ania d esp ierte tam bién. Será cuando la g ra n ­ deza y la g lo ria del nuevo Im p erio p ru so g erm án ico que está en vías de fu n d a rse hoy —no sin u n a cie rta sim p atía m ís­ tica e h istó ric a de su p a rte — se trad u z ca para él en pesados im puestos, en d e sa stre s económ icos. Será cuando vea su pequeña p ro p ied ad , gravada con deudas, h ip o tecas, tasas y so b retasas de toda especie, fu n d irse y desap arecer e n tre sus m anos, para ir a re d o n d ear el p atrim o n io crecien te de los gran d es p ro p ie ta rio s ; será cuando reconozca que, p o r una ley económ ica fa ta l, es arro jad o a su vez al p ro leta riad o . E n to n ce s se d esp e rtará y probablem ente se reb elará tam ­ bién. P e ro ese m om ento está todavía lejos, y si hay que esp erarlo, A lem ania, que sin em bargo no peca nunca de una im paciencia excesiva, p o d ría m uy b ien p e rd e r la p a­ ciencia. E l p ro le ta ria d o de las fáb ricas y de las ciudades se en ­ cu e n tra en u n a situ ació n com pletam ente co n tra ria. A unque asociados com o siervos p o r la m iseria a las localidades en que tra b a ja n , los obreros, al no te n e r p ropiedad, no tie n e n in tere se s locales. T o d o s sus in te re se s son de o tra n a tu ra le ­ za, no n acional, sino in te rn a c io n a l; porque la cu estió n del tra b a jo y del salario, la única que les in te re sa d irecta, real, diaria, vivam ente, que se ha co n v e rtid o en el ce n tro y en la base de to d as las o tra s cuestiones, ta n to sociales como p o lí­ ticas y relig io sas, tie n d e hoy a tom ar, por el sim ple desen­ vo lv im iento de la om nipotencia del ca p ita l en la in d u stria y en el com ercio, u n ca rác te r ab so lu tam en te in tern acio n al. E s eso lo que explica el m aravilloso crecim ien to de la A so­ ciación In te rn a c io n a l de los T ra b ajad o re s, asociación que, fu n d ad a hace apenas seis años, cu e n ta ya en E u ro p a sola­ m en te con m ás de u n m illón de m iem bros. L os o b rero s alem anes no h an quedado atrá s. E n esos años sobre todo, h an hecho p ro g reso s considerables, y no está lejo s el m om ento en que p o d rán c o n stitu irse en una v erd ad era potencia. T ien d e n a ello, es verdad, de una m a­ nera que no me parece la m ejo r para lle g a r a ese fin. E n lu g ar de tra ta r de fo rm ar una p o ten cia fran cam en te re v o lu ­ cionaria, n eg ativ a, d e stru c tiv a del E stad o , lo único que, se­ gún m i convicción p ro fu n d a, puede te n e r p o r re su ltad o la


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ípación ín te g ra y u n iv ersal de los trab a jad o res y del i jo. desean, o m ás bien se d ejan a rra s tra r p o r sus jefe s

ar la creación de una p otencia positiva, la in stitu c ió n mievo E stad o obrero, p o p u lar ( V o lkssta a t), necesarianacional, p a trió tic o y pangerm ánico, lo que les pone co n trad icció n fla g ra n te con los p rin cip io s fundam entai de la A sociación In te rn a c io n a l y en una posición m uy Ivocada an te el im perio prusogerm ánico no b iliario y is que el señor B ism arck está en vías de in stau rar. i|>tran, sin duda, que por el cam ino de una a g itac ió n legal rimero, seg u id a después de un m ovim iento rev o lu cio n ario pro n u n ciad o y decisivo, lleg arán a apoderarse y a tran sIorinarlo en un E stad o pu ram en te popular. E sa política, que co n sid ero corno ilu so ria y d esastro sa, im prim e an te todo i* mi m o vim iento un carácter re fo rm ista y no revolucionario, lo q»«, poi oten partí*, tim o ta m b iín quizás algo de la na|uo ti l tila) d r I pueblo a l e m á n , más d isp u esto a l a s N i h ' Nlv Hi y li n t 0*4 i | i i r a la revolución. E sa polí• • r o m o t r a p . i an d e s v e n t a j a , que no es, por lo defliAi, s l l t o mi»i c n u n r i ut' iii la d e lo p rim ero : la de poner e l m ovim iento n o r l a l i s t a de Ion trab a jad o res de A lem ania a r e m o l q u e i l e l p a rtid o de la dem ocracia burguesa. Se quiso i r u r j . ; a i inris t a r d e de la e x isten c ia de esa alianza, pero se h a com probado sobradam ente por la adopción del program a Nuciüliata ab u rg u esado del d o cto r Jaco b y como base de una en ten te posible e n tre los b urgueses dem ócratas y el p ro le ­ t a r i a d o de A lem ania, así como p o r los diversos ensayos de tran sacció n in ten tad o s en los congresos de N u re n b erg y de S l u t t ^ a i t ICs u na alianza p erniciosa en to d o s los aspectos. No puede a p o rta r a los obreros n in g u n a u tilid a d , aunque ura p arcial, porque el p artid o de los dem ócratas y de los so cialistas b u rg u eses en A lem ania es v erd ad eram en te un p artid o dem asiado nulo, dem asiado rid icu lam en te im p o te n ­ te para ay u d arle con una fu erza c u a lq u ie ra; pero ha con­ trib u id o m ucho a re s trin g ir y a falsear el program a socia­ lista de los tra b a ja d o re s de A lem ania. E l program a de los o b rero s de A u stria, por ejem plo, an tes de que se hubiesen d ejad o re g im e n ta r en el P a rtid o de la D em ocracia S ocialis­ ta, ha sido m ucho m ás vasto, in fin ita m e n te m ás vasto y m ás p ractico tam bién que lo es en la actu alid ad . Sea como quiera, es m ás bien u n e rro r de sistem a que


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de in stin to . E l in stin to de los obreros alem anes es a b ierta­ m ente re v o lu cio n ario y lo será m ás cada vez. L os in trig a n ­ te s a sueldo del señor B ism arck, por bien que sepan obrar, no lo g rarán jam ás e n fe u d a r la m asa de los tra b a ja d o re s ale­ m anes a su im perio prusogerm ánico. P o r lo dem ás, el tiem ­ po de las co q u eterías g u b ern am en tales con el socialism o ha pasado. T en ie n d o de aquí en ad elan te de su p arte el e n tu ­ siasm o servil y estú p id o de to d a la b u rg u e sía alem ana, la in d ife re n c ia y la pasividad obediente, si no las sim p atías de los cam pos, toda la nobleza alem ana, que no esp era m ás que un sig n o para e x te rm in a r la canalla, y la p o ten cia o rg a n i­ zada de una fu erza m ilita r inm ensa in sp ira d a y conducida por esa m ism a nobleza, el señor B ism arck, necesariam ente, q u errá ap la sta r al p ro leta riad o y e x tirp a r en su raíz, a san ­ gre y fuego, esa gangrena, esa m ald ita cu estió n social en que se ha co n cen trad o todo lo que queda de e s p íritu de re ­ b eldía en los hom bres y en las naciones. S erá u n a guerra a m u erte co n tra el p ro leta riad o , en A lem ania com o en todas p artes. P ero, au n in v ita n d o a los obreros de todos los países a p re p ara rse bien, declaro que no tem o esa g u erra. C uento con ella, al co n tra rio , para p o n er el diablo en el cuerpo de las m asas obreras. C o rtará co rto todos esos razonam ien­ to s sin desenlace y sin fin que adorm ecen, que ag o tan sin ap o rta r n in g ú n re su ltad o , y alum brará en el seno del p ro ­ letaria d o de E u ro p a esa pasión sin la cual no hay jam ás triu n fo . ¿ Q u ié n puede d u d ar del triu n fo fin al del p ro le ta ­ riad o ? La ju stic ia , la lógica de la H is to ria están con él. E l obrero alem án, haciéndose de día en día m ás re v o lu ­ cionario, ha vacilado, sin em bargo, un in sta n te , al com ienzo de esta g u erra. P o r u n lado, v eía a N apoleón I I I , por el o tro a B ism arck con su rey-coco; el p rim ero rep resen tab a la invasión, los dos ú ltim o s la d efensa nacional. ¿N o es n a tu ra l que, a p esar de to d a su a n tip a tía a esos dos re p re ­ sen tan te s del despotism o alem án, haya creído un in stan te que su deber de alem án le m andaba colocarse bajo su ban­ d era? P ero esa vacilación no d u ró m ucho. E n cuanto las p rim eras n o ticias de las v icto rias de las tro p a s alem anas fu e ro n an u n c ia d as en A lem ania, se hizo ev id en te que los fran ceses no p o d rían p asar el R in, sobre todo después de la ca p itu lació n de S edán y la caída m em orable e irrevocable de N apoleón I I I en el fa n g o ; en cu an to la g u e rra de Ale-


h t, I Mn iC H I O K N U T O G E l l M A N I C O

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HtMMU *■t»ntr*« F ran cia, perd ien d o su carácter de leg ítim a iM ennn, tuitld el de una g u e rra de conquista, el de una • mu I I desp otism o alem án c o n tra la lib ertad de F ranl'i* nent Im ientos del p ro leta riad o alem án cam biaron relliw im nite y a d q u irie ro n una dirección ab iertam en te «la a esa g u e rra y p ro fu n d am en te sim p ática para la |uil»lu.i francesa. Y aquí me ap resu ro a h ac er ju stic ia a i je l e s del P a rtid o de la D em ocracia S ocialista, a todo mu Com ité d irectiv o , a los Bebel, a los L ieb k n ech t y a tanion ot ron que tu v iero n , en m edio de los clam ores de la gente o lid a 1 y de la b u rg u e sía de A lem ania, rabiosa de p a trio tis ­ mo, <1 valor de p ro clam ar ab iertam en te los derechos sagra( I o m ilc l'ran cia. H a n cum plido noblem ente, heroicam ente, uu deber, porque les ha sido preciso, en verdad, un v alo r Iir i oico para atre v erse a hablar u n lenguaje hum ano en me•llo <lr toda esa an im alid ad b u rg u esa ru g ien te . * * * I o h obreros de A lem ania son n atu ra lm e n te los enem igos tipnulonadoa de la alianza y de la p o lítica rusa. Los revolui ion.o ¡os rusos no deben asom brarse, ni siq u iera a flig irs e ilrm osiado, si alg u n a vez los trab a jad o res alem anes en v u el­ ven al pueblo ru so m ism o en el odio tan p ro fu n d o y tan 1« »;*tim o que les in sp ira la ex isten c ia de to d o s los actos p olíticos del Im p erio de todas las R usias, como los obreros alem anes, a su vez, no deberán asom brarse ni ofenderse detnuniado si el p ro leta riad o de F ra n c ia lleg ara en lo sucesivo, al^m um veces, a no establecer una d istin c ió n conveniente en tre la A lem ania o ficial, bu ro crática, m ilita r, n o b iliaria y Init quería y la A lem ania popular. P a ra no lam en tarse dem a­ siado, para ser ju sto s, los obreros alem anes deben ju z g a r poi ni m ism os. ¿N o co n fu n d en m uy a m enudo, dem asiado a m enudo, sig u ien d o en eso el ejem plo y las recom endaciot i n d< m uchos de sus jefes, al Im p erio ruso y al pueblo i i i n o en un m ism o sen tim ien to de desprecio y de odio, sin pi nmu i que ese pueblo es la p rim era víctim a y el enem igo irre co n ciliab le y siem pre rebelde de ese Im perio, como he ten id o I r icu cn tem ente ocasión de p ro b arlo en m is d iscu rso s y m iuIn folletos, y como estableceré de nuevo en el curso «I.- «nte Oücrito? P ero los obreros alem anes podrán o b jetar


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que no tie n e n en c u e n ta las palabras, que su ju icio está basado sobre los hechos y que todos los hechos ru so s que se h an m an ifestad o al e x te rio r han sido antihum anos, c ru e ­ les, bárbaros, despóticos. A esto los rev o lu cio n ario s rusos no tien en nad a que resp o n d er. R econocerán que h asta c ierto p u n to los ob reros alem anes tie n e n ra zó n ; porque cada p u e ­ blo es m ás o m enos so lid ario de los actos p erp etrad o s por su E stad o , en su nom bre y p o r su brazo, hasta que h ay a d errib ad o y d estru id o ese E stad o . P e ro si eso es verdad p ara R usia, debe ser ig u alm en te v erd ad ero para A lem ania. C iertam en te, el Im p e rio ruso re p re se n ta y realiza un sis­ tem a bárbaro, inhum ano, odioso, detestable, infam e. A d ju ­ dicadle to d o s los ad jetiv o s que queráis, no soy yo el que me quejaré. P a rtid a rio del pueblo ru so y no p a trio ta del E stad o o del Im p erio de to d as las R usias, desafío a q u ien q u iera que sea a o d iar a este ú ltim o m ás que yo. Sólo que, como an te todo h ay que ser ju sto , ruego a los p a trio ta s alem anes que q u ieran observar y reconocer que, a p a rte de algunas h ip o cresías de form a, su R eino de P ru s ia y su v iejo Im p e ­ rio de A u s tria de a n te s de 1866 no han sido m ucho m ás lib erales n i m ás hum anos que el Im p erio de todas las R u ­ sias, al cual el im perio pru so g erm án ico o k n u to g erm á n ico , que el p atrio tism o alem án lev an ta hoy sobre sus ru in as y en la san g re de F ran c ia , prom ete su p erar en h orrores. V ea­ m o s: el Im p e rio ruso, p o r d etesta b le que sea, ¿ha hecho n unca a A lem ania, a E uro p a, la centésim a p a rte del mal que A lem ania hace hoy a F ra n c ia y que am enaza hacer a E u ­ ro p a en tera? C iertam ente, si alg u ien tien e derecho a d e te s­ ta r al Im p erio de R usia y de las R usias, son los polacos. E s v e r d a d : si los ru so s se han deshonrado alg u n a vez y si han com etido h o rro res, ejecu tan d o las ó rdenes san g u in arias de sus zares, fué en P olonia. P u es bien, apelo a los polacos m ism os: los ejército s, los soldados, y los o ficiales rusos, tom ados en m asa, ¿han realizad o jam ás la décim a p arte de los acto s ex ecrables que los ejército s, los soldados y los o fi­ ciales de A lem ania tom ados en m asa realizan hoy en F ra n ­ cia? L os polacos, he dicho, tie n e n el derecho a d e te sta r a R usia. P e ro los alem anes, no, al m enos que no se d etesten a sí m ism os al m ism o tiem po. V eam os: ¿qué m al les hizo n u n ca el Im p erio ru so ? ¿ E s que un em p erad o r ruso cual­ q u iera ha soñado jam ás t o n la co n q u ista de A lem ania? ¿L e


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IM PER IO K N U T O G E R M A N I C O

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«MHittti alguna vez una p ro v in cia? ¿H an ido tro p a s rusas a /\ I» mmiiíii para an iq u ila r su rep ú b lica, que no ha existido jftiitAf), v para restab lecer sobre el tro n o a sus déspotas, que MM ItiAii (ruado n u n ca de re in a r? veces solam ente, desde que las relaciones internacioHaU m existen e n tre R u sia y A lem ania, han hecho los empefidorcti ruBos un m al p o sitiv o a esta últim a. L a p rim era vi*# Iufc cuando P ed ro I I I , ap enas en el trono, en 1761, salvó i P ed er ico el G rande y al re in o de P ru sia con él, de una ruina inm inente, o rd en an d o al e jé rc ito ruso, que había com ­ batido hasta allí con los a u stría c o s co n tra él, a u n irse a él iMmtta los au stríaco s. O tra vez fu é cuando el em perador A lejan d ro I, en 1807, salvó a P ru s ia de un com pleto an iq u i­ lam iento. lie aquí, sin co n tradicción, dos m alos servicios que R usia hizo a A lem ania, y si es de eso de lo que se q u ejan los alem anes, debo reco n ocer que tie n e n m il veces ra zó n ; p o r­ que al salvar dos veces a P ru sia , R usia, si no forjado, al m enos ha co n trib u id o in n eg ab lem en te a fo rja r las cadenas do A lem ania. De otro m odo, no sabría com prender v e rd a ­ deram ente de qué pueden qu ejarse los buenos p atrio ta s alem,me:;. l£n 1813, los ru so s han ido a A lem ania como lib ertad o res, y no han co n trib u id o poco, digan lo que q u ieran los señores alem anes, a lib e rta rla del yugo de N apoleón. ¿O bien g u a r­ dón ren co r a ese m ism o em perador A lejan d ro porque im ­ pidió en 1814 al m ariscal de cam po p ru sian o B lü ch er en ­ tie s a r P a rís al saqueo, de lo cual había expresado la in te n ­ ción i’ —lo que p ru eba que los p ru sian o s han ten id o siem ­ pre I o h m ism os in s tin to s y que no h an cam biado de n atu ralcsn —. ¿N o qu ieren al em p erad o r A lejan d ro p o r haber casi forzudo a L u is X V I I I a dar una c o n stitu c ió n a F ran c ia , Qontra los votos ex p resados p o r el re y de P ru sia y por el em perador de A u stria, y por haber asom brado a E u ro p a y o I* rancia al m o strarse, él, em perador de R usia, m ás hum a­ no y m ás lib eral que los dos g ra n d es p o ten tad o s de Alemu niii ? ¿Q u izás los alem anes no pueden p erd o n ar a R usia el OdioNo re p a rto de P o lo n ia? jA y !, no tie n e n d erecho a ello, pim ple han tom ado su p arte en el pastel. C laro está, ese M pinto lu6 un crim en. P ero e n tre los b an d id o s coronados


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que lo re alizaro n hubo un ruso y dos alem an es: la em pe­ ra triz M aría T e re sa de A u stria y el g ran rey F ed erico II de P ru sia. P o d ría d ec ir aú n que los tre s fu ero n alem anes, porque la em p e ra triz C atalin a I I , de lasciva m em oria, no era sino una p rin cesa alem ana de p u ra sangre. F ed erico II, se sabe, ten ía buen ap e tito . ¿N o había p ro p u e sto a su buena com adre de R usia re p a rtir ig u alm en te Suecia, donde re i­ naba su so b rin o ? La in iciativ a del re p a rto de P o lo n ia p e r­ tenece a él p o r com pleto. E l rein o de P ru sia ha ganado allí m ucho m ás que los o tro s dos c o p a rticip an tes, porque si se ha co n stitu id o com o una verd ad era p otencia ha sido por la co n q u ista de la A lta S ilesia y p o r el re p a rto de P olonia. E n fin, ¿o d ian los alem anes al Im p erio de R usia por la re p resió n v io len ta, bárbara, san g u in aria de las dos re v o lu ­ ciones polacas, en 1830 y en 1863? P ero, p recisam ente, no tie n e n n in g ú n derecho, porque, en 1830 como en 1863, P ru sida h a sido la cóm plice m ás ín tim a del G abinete de San P e te rsb u rg o y la proveedora com placiente y fie l de sus v er­ dugos. E l C onde de B ism arck, c a n cille r y fu n d a d o r del fu tu ro im perio k n u to g erm án ico ¿no consideraba u n deber e n tre g a r a los M u ra v ie f y a los B erg h to d as las cabezas polacas que cayesen bajo sus m anos? y esos m ism os lu g a r­ te n ie n te s p ru sian o s que o sten tan ahora su hu m an id ad y su lib eralism o pangerm ánico en F ran cia, ¿no h an organizado en 1863, 1864 y 1865, en la P ru sia polaca y en el G ran D u­ cado de P osen, como v erd ad ero s gendarm es — de lo que p o r lo dem ás tie n e n to d a la n a tu ra leza y los g u sto s— una caza en re g la c o n tra los desg raciad o s in su rre c to s polacos que h u ían de los cosacos, para e n tre g a rlo s encadenados al G obierno ru so ? C uando en 1863 F ran c ia , In g la te rra y A us­ tr ia en v iaron sus p ro te sta s en favor de P o lo n ia al p rín cip e G o rtch ak o f, ú n icam en te P ru s ia se negó a p ro te sta r. Le h a­ b ía sido im posible p ro te s ta r p o r la sim ple razón de que, desde 1860, to d o s los esfu erzo s de su diplom acia ten d iero n a d isu a d ir al em p erad o r A lejan d ro I I de que h iciera la m en o r concesión a los polacos (1). (1) C u a n d o el e m b a j a d o r d e la G r a n B r e t a ñ a e n B e r l í n , l o r d B l o o m f i e l d , si n o m e e n g a ñ o , p r o p u s o al s e ñ o r B i s m a r c k q u e f i r m a r a e n n o m b r e d e . P r u s i a la f a m o s a p r o t e s t a d e las c o r t e s d e O c c i d e n t e , B i s m a r c k r e h u s ó h a c e r l o d i c i e n d o al e m b a j a d o r i n g l é s : “¿ C ó m o q u e r é i s q u e p r o t e s t e m o s c u a n d o d e s d e h a c e t res a ñ o s n o h a c e m o s m á s q u e r e p e t i r a R u s i a u n a s o l a cos a , o sea, q u e n o h a g a n i n g u n a c o n c e s i ó n a P o l o n i a ? " (jBakunin.)


EL I M P E R I O K N U T O G E R M A N IC O

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Hf» ve que bajo estas relaciones, los p a trio ta s alem anes no derecho a re p ro c h a r nada al Im p erio ruso. Si cantó l«Uo, y ciertam en te su voz es odiosa, P ru sia , que constit ny< lioy la cabeza, el corazón y los brazos de la gran A lem in ia u n ificad a, no le rehusó jam ás su acom pañam iento Voluntario. Q ueda, pues, un solo agravio, el ú ltim o : ‘ k u iia — d icen los alem anes— ha ejercido, desde 1815 liMNta el día, una in flu e n c ia d esastro sa sobre la p o lítica ex ­ t e r i o r e in te rio r de A lem ania. Si A lem ania h a perm anecido U n to tiem po d iv id ida, si perm anece esclava es a esa in flu e n ­ cia a lo que se debe”. C onfieso que este rep ro ch e me pareció siem pre excesiva­ m ente rid ícu lo , in sp ira d o por la m ala fe e in d ig n o de u n #ran pu eb lo ; la d ig n id ad de cada nación, com o la de cada Individuo, debería co n sistir, seg ú n m i opinión, p rin c ip a l­ m ente en e s to : en qué cada uno acepte la resp o n sab ilid ad de sus acto s sin tr a ta r de rechazar m iserablem ente los d e­ fectos sobre los dem ás. ¿N o sería n algo m uy to n to las je re ­ m iadas de un m u chachote que se q u ejara llo riq u ean d o de que o tro lo hub iese depravado, a rra s tra d o al m al? P u es Itien, lo que no le es p erm itid o a u n m uchacho, con tan ta más razón debe e sta rle p rohibido a u n a nación, prohibido por el resp eto que se debe te n e r a sí m ism a (1). tlilien

(1) C o n f i e s o q u e r a e a s o m b r é p r o f u n d a m e n t e al e n c o n t r a r e s t e m i s m o a g r a ­ v i o c u u n a c a r t a d i r i g i d a el a ñ o p a sa d o p o r el s e ñ o r C a r l o s M a r x , el c é l e b r e jefe d e los c o m u n i s t a s a l e m a n e s , a los r e d a c t o r e s d e u n a p e q u e ñ a h o j a q u e s e liublitiiba e n l e n g u a r u s a e n G i n e b r a . P r e t e n d e q u e si A l e m a n i a n o e s t á t o d a v í a oí u n n i / a d a d e m o c r á t i c a m e n t e , la cu lp a e s s ó lo de R u sia . D e s c o n o c e s i n g u l a r m e n t e In hln t o r i a d e s u p r o p i o país, al e n u n c i a r u n a c o s a c u y a i m p o s i b i l i d a d , d e j a n d o A p a r t e los h e c h o s h i s t ó r i c o s , s e d em u estra fá c ilm e n te por la e x p e r ie n c ia d e t o d o s lo» t i e m p o s iy d e t o d o s los paí s e s . ¿ S e h a v i s t o a u n a n a c i ó n inf e r i o r e n civili• N t i ó n i m p o n e r o i n o c u l a r s u s p r o p i o s p r in c ip io s a un p a ís m u c h o m á s c i v ilizado, a t u r n o s q u e n o l o h a g a p o r la v í a d e la c o n q u i s t a ? P e r o A l e m a n i a , q u e y o ur|i¡i, n o f u é n u n c a c o n q u i s t a d a por R u sia . E s , p o r c o n s i g u i e n t e , c o m p l e t a m e n t e I m p o n i b l e q u e h a y a p o d i d o a d o p t a r u n p r i n c i p i o r u s o c u a l q u i e r a ; p e r o es m á s ijiit! p r o b a b l e , e s c i e r t o q u e , v i s t a s u v e c i n d a d I n m e d i a t a y a c a u s a d e la p r e potidri a n c i a i n c o n t e s t a b l e d e s u d e s e n v o l v i m i e n t o político, a d m i n i s t r a t i v o , jufldlco, industrial, c o m e r c i a l , científico y s o c ia l, A lem a n ia , al con trario, h a h e c h o l » nni m u c h a s d e s u s p r o p i a s i d e a s a R u s i a , lo q u e los a l e m a n e s c o n c e d e n g e tiri a Intente c u a n d o d i c e n , n o s i n orgullo, q u e R u s i a d e b e a A l e m a n i a lo p o c o ilo c i v i l i z a c i ó n q u e p o s e e . F e l i z m e n t e p a r a n o s o t r o s , p a r a el p o r v e n i r d e R u s i a , * « • c i v i l i z a c i ó n n o h a p a s a d o m á s allá d e la R u s i a oficial, al p u e b l o . P e r o , e n flartn, e s a los a l e m a n e s a q u i e n e s d e b e m o s n u e s t r a e d u c a c i ó n política, a d m i itlili tillva, pol i c i a c a , m i l i t a r y b u r o crá tica , y to d o el p e r fe c c io n a m ie n to d e n u estro t dl A c i u imperial, a u n n u e s t r a a u g u s t a dinastía. Que la v e c i n d a d d e u n g r a n e m i r m o g o l - b i z a n t i n o - g e r m á n i c o h a sido m á s • HtniUlilc u l o s d é s p o t a s d e A l e m a n i a q u e a s u s p u e b l o s ; m á s f a v o r a b l e al itf«»i Millo d e s u s e r v i d u m b r e i n d í g e n a , c o m p l e t a m e n t e n a c i o n a l , g e r m á n i c a , q u e ftl rollo d e las i d e a s lib e r a l e s y d e m o c r á t i c a s i m p o r t a d a s d e F r a n c i a , ¿ q u i é n d u d a r l o ? A l e m a n i a s e h a b r í a d e s e n v u e l t o m u c h o m á s p r o n t o e n «1 s a n -


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OBRAS DE MIGUEL BAKU NIN

A l fin al de este escrito, al ech ar un vistazo sobre la cues­ tió n germ anoeslava, d em o straré con hechos h istó ric o s irre ­ cusables que la acción d ip lo m ática de R usia Bobre A lem a­ n ia —y no hubo o tra jam ás, ta n to bajo el aspecto de su des­ en v o lv im ien to in te rio r como bajo el de su ex ten sió n e x te ­ rio r— ha sido nula o casi n u la hasta 1806, m ucho m ás nula en to d o s los casos de lo que estos buenos p a trio ta s alem a­ nes y de lo que la diplom acia rusa se han im aginado. Y de­ m o straré que, a p a rtir de 1866, el G abinete de San P etersburgo, reco n ocido al concurso m oral, si no a la ayuda m ate­ ria l, que el de B e rlín le ap o rtó d u ra n te la g u erra de C rim ea, y m ás lig ad o a la p o lítica p ru sian a que nunca, ha c o n tri­ bu id o p o d erosam ente, p o r su a c titu d am enazadora co n tra A u stria y F ran c ia , al com pleto logro de los p ro y e cto s g i­ g an tescos del C onde de B ism arck y, por co n sig u ien te, tam ­ b ién a la ed ific ació n d e fin itiv a del g ran im perio prusogerm ánico, cuyo próxim o estab lecim ien to va por fin a coronar to d o s los an h elo s de los p a trio ta s alem anes. Como el d o cto r F au sto , estos ex celen tes p a trio ta s han p erseg u id o dos fines, dos ten d en c ias o p u estas: una hacia un a poderosa u n id ad nacional, o tra hacia la lib ertad . Hat i d o d e la l i b e r t a d y d e la i g u a l d a d «1, e n l u g a r d e l I m p e r i o ruso, h u b i e s e t e n i d o p o r v e c i n o a los E s t a d o s U n i d o v d e N o r t e a m é r i c a , p o r e j e m p l o . P o r o t r a parte, h a t e n i d o u n v a c i n o q u e la s e p a r a b a del I m p e r i o m o s c o v i t a . E r a P o l o n i a , n o d e m o c r á t i c a , e s v e r d a d , s i n o nobiliaria, f u n d a d a s o b r e la s e r v i d u m b r e d e los c n m p e * l n o N c o m o la A l e m a n i a f e u d a l , p e r o m u c h o m e n o s aristocrática, m á s l ibe­ ral, m á s a b i e r t a a t o d a s las i n l l u e n c i a s h u m a n a s q u e a s t a ú l t i m a . P u e s bien, A l e m a n i a , i m p a c i e n t e p o r esa v e c i n d a d turbulenta, t a n contraria a sus hábitos d e o r d e n , d o s e r v i l i s m o p i a d o s o y d e leal s u m i s i ó n , le d e v o r ó u n a b u e n a m i t a d , d e j a n d o la o t r a m i t a d al z a r m o s c o v i t a , a e s e I m p e r i o d e t o d a s las R u s i a s d e q u e se h a c o n v e r t i d o p o r e s e a c t o e n v e c i n a i n m e d i a t a . ¡ Y a h o r a se q u e j ^ d e e s a v e c i n d a d ! E s ridículo. Rusia habría igualmente g a n a d o m u c h o si, e n l u g a r d e A l e m a n i a , t u v i e s e p o r v e c i n a e n el O c c i d e n t e a F r a n c i a ; y e n l u g a r d e C h i n a e n O r i e n t e , la A m é r i c a d e l N o r t e . P e r o los s o c i a l i s t a s r e v o l u c i o n a r i o s o, c o m o s e c o m i e n z a a l l a m a r l o s e n A l e m a n i a , los a n a r q u i s t a s rus o s , e s t á n d e m a s i a d o o r g u l l o s o s d e la d i g n i d a d d e s u p u e b l o p a r a r e c h a z a r t o d a la c u l p a d e s u e s c l a v i t u d s o b r e los a l e m a n e s o s o b r e los c h i n o s . Y s i n e m b a r g o , c o n m u c h a m á s r a z ó n h a b r í a n te­ n i d o el d e r e c h o h i s t ó r i c o d e e c h a r l a t a n t o s o b r e u n o s c o m o s o b r e otros. P o r q u e , e n fin, e s v e r d a d q u e las h o r d a s m o g ó l i c a s q u e c o n q u i s t a r o n a R u s i a v i n i e r o n p o r ln f r o n t e r a c h i n a . E s v e r d a d q u e d u r a n t e m á s d e d o s s i g l o s la t u v i e r o n s o m e t i d a b a j o s u y u g o . D o s siglos d e y u g o b á r b a r o , ¡ q u é e d u c a c i ó n ! F e l i z m e n t e , e s a e d u c a c i ó n n o p e n e t r ó n u n c a e n el p u e b l o r u s o p r o p i a m e n t e d i c h o , e n la m a s a d e los c a m p e s i n o s , q u e c o n t i n u a r o n v i v i e n d o b a j o s u l e y c o n s u e t u d i n a r i a c o m u n a l , i g n o r a n d o y d e t e s t a n d o t o d a o t r a p o l í t i c a y j u r i s p r u d e n c i a , c o m o lo h a c e n a c t u a l m e n t e . P e r o d e p r a v ó c o m p l e t a m e n t e a la n o b l e z a y e n g r a n p a r t e t a m b i é n al c l e r o r u so, y e s t a s d o s c l a s e s p r i v i l e g i a d a s , i g u a l m e n t e b r u t a l e s , i g u a l ­ m e n t e serviles, p u e d e n s e r c o n s i d e r a d a s c o m o las v e r d a d e r a s f u n d a d o r a s d e l I m ­ p e r i o m o s c o v i t a . E s v e r d a d q u e e s t e i m p e r i o f u é f u n d a d o p r i n c i p a l m e n t e p o r el s o m e t i m i e n t o d e l p u e b l o , y q u e el p u e b l o ruso, q u e n o r e c i b i ó e n el r e p a r t o e s a v i r t u d d e la r e s i g n a c i ó n d e q u e p a r e c e d o t a d o e n t a n a l t o g r a d o el p u e b l o a l e ­ m á n , n o c e s ó n u n c a d e d e t e s t a r e s e i m p e r i o , ni d e r e b e l a r s e c o n t r a él. H a s i d o


IMPERIO KNUTOGERMANICO

liUii'lo querido co n c iliar esta3 dos cosas inconciliables, han ¡telo largo tiem po una por o tra, h asta que al fin, alec•ifltUMloK por la ex p erien cia, se han decidido a sac rificar p^rn co n q u istar la o tra. Y así, sobre las ru in as, no de su Hml -n o han sido jam ás lib res— , sino de sus sueños r»le», están en v ías de c o n stru ir ahora su g ran im perio pfUIOgermánico. C o n stitu y e n de aquí en ad e la n te por su ifüpio deseo, lib rem en te, u n a n ación poderosa, un E stad o orm idable y u n pueblo esclavo.

K

* * *

D urante cin cu en ta años consecutivos, desde 1815 h asta la b u rg u esía alem ana vivió en u n a sin g u la r ilusión eon relación a sí m ism a: se había creído lib eral, y no lo •rn do n in g ú n m odo. D esde la época en que recibió el b au ­ tism o de M elan ch th o n y de L u tero , que la aso ciaro n re li­ giosam ente al p o d er absoluto de los p rín cip es, p erd ió d e fi­ n itiv am en te to d o s sus in s tin to s de lib ertad . L a resig n ació n y la obediencia se c o n v irtie ro n m ás que nunca en su hábito y en la ex p resió n re fle x iv a de sus m ás ín tim as convicciones, en el re su ltad o de su cu lto su p ersticio so hacia la om nipo-

Í

t o d a v í a h o y el ú n i c o v e r d a d e r o soc i a l i s t a r e v o l u c i o n a r i o en. R u s i a . S u s rev ¡1 « 11 ii‘ i o m á s b i e n s u s r e v o l u c i o n e s ( e n 1612, e n 166 7 , e n 1 7 7 1 ) h a n a m e n a z a d o f r e c u e n t e m e n t e la e x i s t e n c i a d e l I m p e r i o m o s c o v i t a y t e n g o la f i r m e c o n v i c c i ó n d a que, sin t a r d a r d e m a s i a d o , u n a n u e v a r e v o l u c i ó n socialista p o p u l a r , esta v e z t r i u n f a n t e , lo d e r r i b a r á p o r c o m p l e t o . E s v e r d a d q u e si los z a r e s d e M o s c ú , m á s t a r d e e m p e r a d o r e s d e S a n P e t e r s b u r g o , t r i u n f a r o n h a s t a a q u í d e esta t e n a z y v i o l e n t a r e s i s t e n c i a p o p u l a r , h a s i d o g r a c i a s a la c i e n c i a política, a d n a i n i s t r a tlvn, b u r o c r á t i c a y m i l i t a r q u e n o s h a n d a d o los a l e m a n e s q u e , al d o t a r n o s d e Imiiiuh bell a s c o s a s , n o s e o l v i d a r o n d e r e g a l a r n o s , n o h a n p o d i d o d e j a r d e reg a U i n o s , s u culto, n o oriental, s i n o p r o t e s t a n t e g e r m á n i c o , y al s o b e r a n o , r e p r e • f i i U n t e p e r s o n a l d e la r a z ó n d e E s t a d o , la filosofía d e l s e r v i l i s m o n o b i l i a r i o liuiguíH, m i l i t a r y b u r o c r á t i c o e r i g i d o e n s i s t e m a , lo q u e f u é u n a d e s g r a c i a , s e g ú n m i u p i n i ó n . P o r q u e la e s c l a v i t u d oriental, b á r b a r a , r a p a z , s a q u e a d o r a de nues­ tra n o b l e z a y d e n u e s t r o clero, e r a el p r o d u c t o brutal, p e r o c o m p l e t a m e n t e n a ­ tural, d e las c i r c u n s t a n c i a s h i s t ó r i c a s d e s g r a c i a d a s , d e u n a p r o f u n d a i g r f o r a n c i a y ilc u n a s i t u a c i ó n e c o n ó m i c a y p o l í t i c a t o d a v í a m á s d e s g r a c i a d a . E s t a _ e s c l a ­ v i t u d e r a u n h e c h o n a t u r a l , n o u n s i s t e m a , y c o m o tal p o d í a y d e b í a m o d i f i c a r s e b a j o lu i n f l u e n c i a b i e n h e c h o r a d e las i d e a s liberales, d e m o c r á t i c a s , s o c i a l i s t a s y liinilimitarías d e O c c i d e n t e . S e m o d i f i c ó , e n efecto, d e s u e r t e q u e , p a r a n o h a c e r mandón s i n o d e los h e c h o s m á s ca r a c t e r í s t i c o s , h e m o s v i s t o d e 1 8 1 8 a 1 8 2 5 V a r i o » c e n t e n a r e s d e n o b l e s , la flor d e la n o b l e z a , p e r t e n e c i e n t e s a la c l a s e m á s limttuída y m á s rica d e Rusia, formar una conspiración m u y seria y m u y M t e n a z a d o r a c o n t r a el d e s p o t i s m o i m p e r i a l , c o n el fin d e f u n d a r s o b r e s u s r u i n a s U n a c o n s t i t u c i ó n m o n á q u i c a liberal, s e g ú n el d e s e o d e u n o s , o u n a r e p ú b l i c a f e d e r a t i v a y d e m o c r á t i c a s e g ú n el d e l m a y o r n ú m e r o , t e n i e n d o p o r b a s e u n o y • t r o lu e m a n c i p a c i ó n c o m p l e t a , d e los c a m p e s i n o s c o n la p r o p i e d a d d e l a tierra. P u n i r ont o n c e s , n o h u b o u n a sola c o n s p i r a c i ó n e n R u s i a e n q u e los j ó v e n e s niobio», » m e n u d o m u y ricos, n o h a y a n p a r t i c i p a d o . P o r o t r a parte, t o d o el nrurulo atibe q u e s o n p r e c i s a m e n t e los h i j o s d e n u e a t r e s s a c e r d o t e s , los e s t u -

y tn


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OBRAS DE MIGUEL B A KU NIN

ten cia del E stad o . E l sen tim ien to de la rev u elta, ese o rg u ­ llo satán ico que rechaza la dom inación de todo amo, divino o hum ano, y que crea en el hom bre el am or a la in d ep en d e n ­ cia y a la lib e rta d , no aólo le es desconocido, sino que lé rep u g n a, la escandaliza y la espanta. L a b u rg u esía alem ana no sabría v iv ir sin am o; ex p e rim en ta dem asiado la n ec esi­ dad de re sp etar, de ad o rar, de so m eterse a quien q u iera que sea. Si no es a un rey, a un em perador, será a un m onarca colectivo, el E stad o y todos los fu n cio n ario s del E stad o , como fué h asta ahora el caso de F ra n c fo rt, H am burgo, B rem en, L übeck, llam adas ciu d ad es re p u b lic an as y libres, y que p asaro n a la dom inación del nuevo em p erad o r de A le ­ m ania sin d arse cu en ta de que han p erd id o su libertad. Lo que d esc o n te n ta al b u rg u é s alem án no es, pues, el te n e r que obedecer a u n am o porque ah í está su hábito, su segunda n atu ra leza , su relig ió n , su p asió n ; es la in sig n i­ ficancia, la debilidad, la im p o ten cia re la tiv a de aquel a qu ien debe y q u iere obedecer. E l b u rg u é s alem án posee en el m ás alto grado ese o rg u llo de todos los criad o s que re fle ­ jan en sí m ism os la im p o rtan cia, la riqueza, la grandeza, la p o ten cia de su amo. A sí es como se explica el cu lto re tro s ­ pectivo de la fig u ra h istó ric a y casi m ítica del em perador d i a n t e s d e n u e s t r a s a c a d e m i a s y d e n u e s t r o s s e m i n a r i o s los q u e c o n s t i t u y e n la f a l a n g e s a g r a d a d e l P a r t i d o S o c i a l i s t a R e v o l u c i o n a r i o e n R u s i a . Q u e los s e ñ o r e a patriotas a l e m a n e s , e n p r e s e n c i a d e estos h e c h o s inconte s t a b l e s y q u e t o d a s u p r o v e r b i a l m a l a fe n o l o g r a r á destruir, q u i e r a n d e c i r m e si h u b o j a m á s e n A l e ­ m a n i a m u c h o s n o b l e s y e s t u d i a n t e s d e t e o l o g í a q u e h a y a n c o n s p i r a d o c o n t r a el I n s t a d o y p o r la e m a n c i p a c i ó n d e l p u e b l o . Y , s i n e m b a r g o , n o e s q u e le f a l t e n ni n o b l e s ni t e ó l o g o s . ¿ D e q u é p r o c e d e , p u e s , e s a p o b r e z a , p o r n o d e c i r e s a a u s e n c i a d e s e n t i m i e n t o s l i b e r a l e s y d e m o c r á t i c o s e n la n o b l e z a , e n el c l e r o y d i r é t a m b i é n , p a r a s e r s i n c e r o h a s t a el fin, e n la b u r g u e s í a d e A l e m a n i a ? E s q u e e n t o d a s e s a s c l a s e s r e s p e t a b l e s , r e p r e s e n t a n t e s d e la c i v i l i z a c i ó n a l e ­ m a n a , el s e r v i l i s m o n o e s s ó l o u n h e c h o n a t u r a l , p r o d u c t o d e c a u s a s n a t u r a l e s ; se h a c o n v e r t i d o e n u n s i s t e m a , e n u n a c i e ncia, e n u n a e s p e c i e d e c u l t o reli­ gioso, y a c a u s a d e e s o m i s m o c o n s t i t u y e u n a e n f e r m e d a d i n c u r a b l e . ¿ P o d é i s i m a g i n a r o s u n b u r ó c r a t a a l e m á n , o b i e n u n oficial d e l ejé r c i t o a l e m á n , c o n s p i ­ r a n d o o r e b e l á n d o s e p o r la libertad, p o r la e m a n c i p a c i ó n d e l o s p u e b l o s ? N o , si n d u d a . H e m o s v i s t o ú l t i m a m e n t e a los oficiales y a a l t o s f u n c i o n a r i o s d e H a n n o v e r c o n s p i r a r c o n t r a B i s m a r c k , p e r o ¿ c o n q u é fin? C o n el d e r e s t a b l e c e r s o b r e el t r o n o u n r e y d é s p o t a , u n r e y l e g í t i m o . P u e s bien, la b u r o c r a c i a y la oficia l i d a d r u s a s c u e n t a n e n s u s filas m u c h o s c o n s p i r a d o r e s p o r el b i e n d e l p u e b l o . H e a h í la d i f e r e n c i a ; e s t á t o d a v í a e n f a v o r d e R u s i a . E s , p u e s , n a t u r a l q u e , a u n q u e la a c c i ó n s e r v i l i z a d o r a d e la c i v i l i z a c i ó n a l e m a n a no haya po­ dido corromper comp l e t a m e n t e los c u e r p o s p r i v i l e g i a d o s y oficiales d e R u s i a , h a d e b i d o d e ejercer c o n s t a n t e m e n t e s o b r e e s a s clases u n a influencia m a l s a n a . Y , lo repito, es u n a g r a n d i c h a p a r a el p u e b l o r u s o q u e n o h a y a s i d o a l c a n z a d o p o r e s a c ivilización, lo m i s m o q u e n o f u é a l c a n z a d o p o r la c i v i l i z a c i ó n d e los mogoles. C o n t r a t o d o s estos he c h o s , ¿ p o d r á n los b u r g u e s e s p a t r i o t a s a l e m a n e s citar u n o s o l o q u e d e m u e s t r e la i n f l u e n c i a d e la c i v i l i z a c i ó n m o g ó l i c o b i z a n t i n a d e la R u s i a oficial s o b r e A l e m a n i a ? L e sf* s e ría c o m p l e t a m e n t e i m p o s i b l e h a c e r l o , p u e s t o


KL I M P E R I O K N U T O G E R M A N I C O

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Irnmnin, cu lto nacido en 1815 sim ultáneam ente con el llMT.dismo alem án, del que fu é después siem pre el acom pañam iento y al que debía necesariam ente y d e s tru ir tard e o tem prano, como acaba de hacerlo HtifMror. días. T o m ad todas las canciones p a trió tic a s de llem iincs, com puestas desde 1815. N o hablo de las cañ­ en «le los obreros so cialistas que abren u n a era nueva, ÍH i/.in un m undo nuevo, el de la em ancipación univerI No, tom ad las canciones de los p atrio ta s burgueses, coUlfngnnclo p o r el him no p an g erm án ico de A rn d t. ¿C uál es •I «cntim iento que dom ina a llí? ¿ E s el del am or a la liberd? No, es el de la g ran d eza y el de la potencia n acio n ales: ',i Dónde está la p a tria alem an a?” — se p re g u n ta — . Y re s­ ude*: “E n to d as p a rte s donde resuena la len g u a alem ana”, libertad no in sp ira sino m uy m ediocrem ente a estos can ­ tor©» del p atrio tism o alem án. Se d iría que no hacen m en ­ ción de ella p or decencia. Su entusiasm o serio y sincero «•rlcnece ú n icam en te a la unid ad . Y hoy m ism o, ¿de qué i>;umcntos se sirv en p ara p robar a los h a b ita n te s de A lsaIa y de L orena, que fu e ro n b au tizad o s franceses por la relución y que en este m om ento de crisis tan te rrib le para h se sien ten m ás apasionadam ente franceses que nunca, c Ron alem anes y que deben volver a ser alem anes? ¿L es los r u s o s n o h a n i d o n u n c a a A l e m a n i a n i c o m o c o n q u i s t a d o r e s ni c o m o _ í C l ores, ni c o m o administradores; d e d o n d e r e s u l t a q u e si A l e m a n i a t o m ó liiimte a l g o d e la R u s i a oficial, l o q u e n i e g o f o r m a l m e n t e , n o p u d o ser m á s * p o r i nclinación y p o r gusto. l o r i a v e r d a d e r a m e n t e -un a c t o m u c h o más digno de u n excelente patriota fcu y d e u n d e m ó c r a t a so c i a l i s t a s i n cero, c o m o lo e s i n d u d a b l e m e n t e el s e ñ o r rio* M a r x , y s o b r e t o d o m u c h o m á s p r o v e c h o s o p a r a la A l e m a n i a p o p u l a r , . c u l u g a r d e t r a t a r d e c o n s o l a r la v a n i d a d n a c i o n a l , a t r i b u y e n d o f a l s a m e n t e filias, los c r í m e n e s y la v e r g ü e n z a d e A l e m a n i a a u n a i n f l u e n c i a e x t r a n j e r a , lira e m p l e a r s u e r u d i c i ó n i n m e n s a p a r a p r o b a r , c o n f o r m e a l a jus t i c i a y a v n liid h i stóricas, q u e A l e m a n i a h a p r o d u c i d o , l l e v a d o y d e s a r r o l l a d o h l s t ó i m m t c e n sí m i s m a t o d o s los e l e m e n t o s d e s u e s c l a v i t u d act u a l . L e h a b r í a n d o u a d o v o l u n t a r i a m e n t e la t a r e a d e r e a l i z a r u n t r a b a j o t a n útil, n e c e s a r i o oí m e n t e d e s d e el p u n t o d e v i s t a d e la e m a n c i p a c i ó n d e l p u e b l o a l e m á n y Nulido d e s u c e r e b r o y d e s u p l u m a , a p o y a d o e n esa e r u d i c i ó n a s o m b r o s a I* c u a l m e h e i n c l i n a d o ya, sería, e s n a t u r a l , i n f i n i t a m e n t e m á s c o m p l e t a , r o m o n o e s p e r o q u e e n c u e n t r e n u n c a c o n v e n i e n t e y n e c e s a r i o decir t o d a vii d a d s o b r e e s t e p u n t o , m e e n c a r g o y o , y m e e s f o r z a r é p o r d e m o s t r a r , e n el no d e e s t e escrito, q u e la e s c l a v i t u d , los c r í m e n e s y la v e r g ü e n z a d e la A l e n i l a c t u a l s o n los p r o d u c t o s c o m p l e t a m e n t e g e n u í n o s d e c u a t r o g r a n d e s c a u s a s 'ricas: el f e u d a l i s m o nobiliario, c u y o espíritu, l e jos d e h a b e r s i d o v e n c i d o o e n F r a n c i a , s e i n c o r p o r ó a la c o n s t i t u c i ó n a c t u a l d e A l e m a n i a ; el a b s o l n ? del s o b e r a n o , s a n c i o n a d o p o r el p r o t e s t a n t i s m o y t r a n s f o r m a d o p o r él e n o b j e t o d e c u l t o ; el s e v i l i s m o p e r s e v e r a n t e y c r ó n i c o d e la b u r g u e s í a d e A l e .1«. y la p a c i e n c i a a t o d a p r u e b a d e s u p u e b l o . U n a q u i n t a c a u s a , e n fin, q u e riere p o r o t r a p a r t e m u y d e c e r c a a las c u a t r o p r i m e r a s , e s la d e l n a c i > y la r á p i d a f o r m a c i ó n d e la p o t e n c i a c o m p l e t a m e n t e m e c á n i c a y c o m ­ ente a n t i n a c i o n a l del E s t a d o d e F r usia. ( B a k u n i n . )


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pro m eten la lib e rta d , la em ancipación del trab ajo , u n a g ra n p ro sp e rid ad m ateria l, u n noble y vasto desenvolvim iento hum ano? No, nada de eso. E sto s a rg u m e n to s les conm ueven ta n poco a ellos que no com prenden que puedan conm over a los dem ás. P o r o tra p arte , no se a tre v e ría n a llev ar ta n allá la m en tira, en u n tiem po de p u b licid ad en que la m en ­ tira se hace ta n d ifíc il, si no im posible. Saben, y todo el m undo lo sabe, que n in g u n a de esas bellas cosas ex iste en A lem ania, y que A lem ania no puede c o n v e rtirse en un g ra n im perio k n u to g erm án ico m ás que re n u n cian d o a ellas p o r largo tiem po, aun en sus sueños, pues la re alid ad se h a hecho dem asiado so rp re n d e n te hoy, dem asiado b ru ta l para que hay a p uesto y ocio en ella para los sueños. A fa lta de todas estas g ran d es cosas a la vez reales y hum anas, los p u b licista s, los sabios, los p a trio ta s y los p o e­ tas de la b u rg u e sía alem ai/i, ¿de qué les hablan? De la g ran d eza pasada del im p erio de A lem ania, de los H ohens tau fe n y del em p erad o r B arb arro ja. ¿ E s tá n locos? ¿S on id io tas? No, son b u rg u eses alem anes, p a trio ta s alem anes. ¿ P o r qué diablos estos buenos bu rg u eses, estos ex celen tes p a trio ta s ad o ran ese g ran pasado católico, im p erial y fe u ­ dal de A lem ania? ¿ E n c u e n tra n en él, como las ciudades de Ita lia en los siglos X II , X I I I , X IV y XV, recu erd o s de potencia, de lib ertad , de in te lig e n c ia y de g lo ria b u rg u esa? L a b u rg u esía, o si querem os escuchar esta p alabra c o n fo r­ me al e s p íritu de estos tiem pos retrasad o s, la nación, el pueblo alem án, ¿fu é en to n ces m enos op rim id o por sus p r ín ­ cipes d esp ó tico s y por su nobleza arro g a n te ? No, sin d u d a; lo fué m ás que hoy. P e ro entonces, ¿qué q u iere n buscar en los sig lo s pasados esos sabios b u rg u eses de A lem ania? L a p o ten cia del amo. E s la am bición de los criados. E n p resen cia de lo que pasa hoy, la duda no es posible. L a b u rg u esía alem ana no amó nunca, n i com prendió ni quiso la lib ertad . V ive en su servidum bre, tra n q u ila y feliz como u na ra ta en un queso, pero q u iere que el queso sea grande. D esde 1815 h asta n u e stro s días, no ha deseado m ás que u n a sola cosa, pero esa cosa la ha q u erid o con una pasión p erse­ v eran te, en érg ica y d ig n a de un ob jeto m ás n o b le : ha q u e­ rid o se n tirse bajo la m ano de un amo poderoso, aunque sea u n d ésp o ta feroz y b ru ta l, siem pre que pueda darle, en com pensación de su n ecesaria esclav itu d , lo que llam a su


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n a c io n a l; siem pre que haga tem b lar a los pueblos, m u lid o el pueblo alem án, en nom bre de la civilización ■ r-Tj

o b jetará que la b u rg u e sía de todos los países deh oy las m ism as ten d en c ias; que en to d as p arte s presurosa a re fu g ia rs e bajo la p ro tecció n de la dictailitar, su ú ltim o re fu g io contra las invasiones m ás y m ienazadoras del p ro letariad o . E n to d as p arte s rea su lib ertad , en nom bre de la salvación de su bolsa, co n serv ar sus p riv ile g io s renuncia en to d as partea derechos. E l liberalism o b u rg u és se ha con v ertid o en j los países en una m en tira, pues no ex iste apenas m ás \ le nom bre. es verdad. P e ro al m enos, en el pasado, el liberalism o b u rg u eses italian o s, suizos, holandeses, belgas, inglefranceses ha ex istid o realm ente m ie n tra s que el de la icsía alem ana no ex istió nunca. No en c o n tra ré is n in g ú n de él n i a n te s ni d espués de la R eform a. H IS T O R IA D E L L IB E R A L IS M O A L E M A N g u erra civil, ta n fu n e sta p ara el poder de los E stados, co n trario , y a causa de eso m ism o, favorable siem pre el d e sp e rta r de la in ic ia tiv a p o p u lar y el desenvolvi:nto in telectu al, m oral y aun m a te ria l de los pueblos, razón es m uy se n c illa : p ertu rb a, rom pe en las m asas esa )osición ca rn eril, ta n q u erid a p o r to d o s los gobiernos y tran sfo rm a a los pueblos en o tro s tan to s rebaños a los se ap acen ta y esquila a voluntad. Q u e b ran ta la m onoía em b ru teced ora de su ex isten c ia cotidiana, m aquinal, •■provista de p ensam iento y, fo rzán d o lo s a re fle x io n a r sore las p re te n sio n e s resp ectiv as de los p rín c ip e s o de los irtid o s que se d isp u ta n el derecho a ex p lo tarlo s y a oprini lo», los lleva m uy a m enudo a la conciencia, si no re flei, al m enos in stin tiv a de esta p ro fu n d a v e rd a d : que los ¡rechos de los unos son tan n u lo s como los derechos de >n o tro s y que sus in ten cio n es son ig u alm en te m alas. Ade0 4 « , desde el m om ento en que el pensam iento, habitualm endorm ido, de las m asas se d esp ierta sobre u n punto, se e x ­ tendí- n ecesariam ente a todos los dem ás. L a in telig e n cia ! leí pueblo se rebela, rom pe su in m o v ilid ad secu lar y, sa- \


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OBRAS DE MIGUEL BAKU NIN

i liendo de los lím ites de una fe m aquinal, rom piendo el y ugo ! de las re p resen ta cio n es o de las nociones trad ic io n a le s y | p e trific a d a s que lo h abían tenido atado an te to d a idea, so ­ m ete a u n a c rític a severa, apasionada, d irig id a por su buen sen tid o y p or su h onesta conciencia —que valen a m enudo m ás que la ciencia— , sus ídolos de ayer. A sí es como se d esp ierta el e s p íritu del pueblo. Con el e s p íritu nace en él I el in stin to sagrado, el in stin to esencialm ente hum ano de la ! rev u elta, fu e n te de to d a em ancipación, y se d esa rro llan sij m u ltán eam en te su m oral y su p ro sp e rid ad m aterial, h ija s 1 gem elas de la lib ertad . E sa lib ertad , ta n b enéfica para el l pueblo, e n c u en tra un apoyo, una g aran tía y u n a lien to en I la g u erra civil m ism a que, al d iv id ir a sus opresores, a sus i ex p lo tad o res, a sus tu to re s y a sus amos, dism in u y e natui raím en te la p o ten cia m aléfica de unos y de otros. C uando los am os se d esg a rran e n tre sí, el pobre pueblo, lib ertad o al m enos en p a rte de la m on o to n ía del ord en público, o m ás bien de la an arq u ía y de la in iq u id a d p e trific a d a s que se le im p u siero n bajo ese nom bre de orden público por su a u to ri­ dad detestab le, puede re sp ira r u n poco m ás a sus anchas, P o r lo dem ás, las p a rte s adversas, d eb ilitad as por la d iv i­ sión y la lucha, tien en n ecesid ad de las sim p atías de las m asas p ara triu n fa r unas sobre otras. E l pueblo se convierte en q u erid a adulada, so licitad a, co rtejad a. Se le hacen toda su erte de prom esas, y cuando el pueblo es b astan te in te li­ gente como p a ra no co n ten ta rse con prom esas, se le hacen concesiones reales, p o lític a s y m ateriales. Si no se em ancipa entonces, la cu lp a es suya. E l p ro ced im ien to que acabo de d esc rib ir es precisam ente aquel p or el cual se han em ancipado m ás o m enos en la E d ad M edia las com unas de todos los p aíses del occidente de E u ro p a. P o r el m odo de em anciparse y sobre todo por las co n secuencias p o líticas, in telectu ale s y sociales que han sabido sacar dL su em ancipación, se puede ju z g a r de su esp íritu , de sus ten d en cias n a tu ra le s y de sus tem p eram en ­ to s nacio n ales respectivos. A sí, hacia fin e s del sig lo X I ya, vim os a Ita lia en pleno desen volvim iento de sus lib ertad e s m unicipales, de su co­ m ercio y de su s a rte s nacientes. Las ciudades de Ita lia saben ap ro v ech ar la lucha m em orable de los em peradores y de los papas que conoienza, para co n q u istar su indepen-


n , IMPERIO KNUTOGERMANTCO

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i i* Ku ene m ism o BÍglo, F ra n c ia e In g la te rra se encueny« mi plena filo so fía escolástica, y com o consecuencia §Hlp p iim e r d e sp e rta r del pensam iento en la fe y de esta Mlpltíi im p lícita c o n tra la fe, vem os en el m ediodía de im i.) el nacim ien to de la h e re jía valdense. E n A lem ania, I« T rab aja, reza, canta, co n stru y e sus tem plos, sublim e Ip F m ió n de su fe ro b u sta e ingenua, y obedece sin m urmm «u « sus sacerdotes, a sus nobles, a sus p rín c ip e s y a su ttn p era d o r que la em b ru tecen y le roban sin p ied ad ni verICn el siglo X II, se fo rm a la L ig a de las ciu d ad es indeid ientcs y lib res de I ta lia c o n tra el em perador y co n tra • I papa. Con la lib e rta d po lítica, com ienza n atu ra lm e n te la rebeldía de la in telig e n cia. V em os al gran A rn ald o de B resif< quem ado en R om a p o r h erejía, en 1155. E n F ran c ia , se j u a n a a P ie rre de B ru y s y se p ersig u e a A b e la rd o ; y lo que pw nuis, la h e re jía v erd ad eram en te p o p u lar y rev o lu cio n aria <1* Ion alb igenses se subleva c o n tra la dom inación del papa, d r lo» sacerd o tes y de lo s señ o res feudales. P erseg u id o s, se M purcen p o r F lan d es, p o r B ohem ia, h asta B u lg aria, pero no por A lem ania. E n In g la te rra , el re y E n riq u e I B eauclerc e* obligado a firm a r u n a co n stitu ció n , base de to d as las li­ bertad es u lte rio re s. E n m edio de ese m ovim iento, ú n ica­ m ente la fiel A lem ania q u ed a inm óvil e in tacta. N i u n penlim ie n to , ni un acto que denote el d e sp e rta r de u n a v o lu n ­ tad in d ep en d ien te o de u n a asp iració n cu alq u iera en el p u e b l o . Sólo dos hechos im p o rtan tes. P rim ero , la creación de dos ó rd en es caballerescas nuevas, la de los cruzados te u ­ tónicos y la de los p o rtae sp ad as livonianos, en carg ad as ani­ llan de p re p a ra r la g randeza y el po d er del fu tu ro im perio k n u to g erm án ico p or la p ro p a g an d a arm ada del catolicism o y del germ anism o en el no ro este y el n o rte de E u ro p a. Se conoce el m étodo u n ifo rm e y co n stan te de que h iciero n uso cutos am ables p ro p a g a n d ista s del evangelio de C risto para co n v ertir y g erm an izar las poblaciones eslavas b árb ara s y paganas. E s el m ism o m étodo que sus dig n o s su ceso res emplean hoy p ara m oralizar, p ara civiliza r, para germ anizar a F ra n c ia : esto s tre s verbos tie n e n en lo s labios y en los ensarnientos de los p a trio ta s alem anes el m ism o sentido. !» la m atanza en m asa y en detalle, el in cendio, el saqueo, ltt violación, la d estru cció n de u n a p a rte de la población y

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91» <»* i/cr fíakunin. -II

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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

el so m etim iento del resto. E n el país conquistado, alre d ed o r de los cam pos a trin c h e ra d o s de estos civ ilizad o res arm ados, se form aban luego ciu d ad es alem anas. E n m edio de ellos iba a estab lecerse el santo obispo, que bendecía siem pre to ­ dos los a te n ta d o s com etidos o em p ren d id o s por estos nobles b an d id o s; con él venía una tro p a de sacerd o tes y bautizaba p o r la fu erza a los pobres paganos que habían sobrevivido a la m atan z a; d espués se obligaba a esos esclavos a cons­ tr u ir iglesias. A tra íd o s por ta n ta san tid ad y gloria, lle g a ­ ban desp u és los b u rg u e ses alem anes, hum ildes, serviles, co ­ b ard em en te rc sp tu o so s a n te la arro g an c ia nobiliaria, de ro ­ d illas an te to d as las au to rid a d es establecidas, p o líticas y relig io sas, ac h atad o s en u n a palabra an te todo lo que sig n i­ ficaba un p o d er cu alquiera, pero excesivam ente d u ro s y lle ­ nos de d esp recio y de odio hacia las poblaciones in d íg en as v en c id a s; p o r o tra p arte , unien d o a estas cu alid ad es útiles, y a que no b rilla n te s, u n a fuerza, una in te lig e n c ia y una p ersev era n cia de tra b a jo m uy resp etab les, y no sé qué p o ­ ten cia v eg e ta tiv a de crecim ien to y de expansión invasora, se h acían estos laboriosos p arásito s m uy p elig ro so s para la in d ep en d en cia y la in te g rid a d del ca rá c te r nacional, aun en el país adonde habían ido a establecerse no por derecho de conquista, sino p o r favor, como en P o lo n ia, por ejem plo. A sí es como la P ru sia o rie n ta l y occid en tal y una p a rte del G ran D ucado de P osen se vieron un buen día germ aniza­ das. E l seg undo hecho alem án, que se realiza en este siglo, es el re n acim ien to del derecho rom ano, provocado, claro que no p o r in iciativ a nacional, sino por v o lu n tad de los em ­ p erad o res que p re p ara n las bases del absolutism o m oderno al p ro te g e r y p ro p a g a r el estu d io de las P an d ec ta s de Justin ia n o en contradas. E n el sig lo X I I I v la b u rg u e sía alem ana parece p o r fin d esp ertar. L a g u erra de los g ü elfo s y gibelinos, después de haber d u rad o cerca de un siglo, lo g ra in te rru m p ir sus can­ to s y sus sueños y sacarla de su piadosa letarg ía . Com ienza v erd ad eram en te con u n golpe m aestro. S iguiendo, sin duda, el ejem plo que le habían dado las ciudades de Ita lia , cuyas relacio n es com erciales se habían ex ten d id o p o r to d a A le­ m ania, m ás de sesenta ciu d ad es alem anas form an una liga com ercial y necesariam en te p o lítica, form idable, la famosa H ansa.


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IM P E R IO KNUTOGF.RMANICO

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«I I. Imi i »Mu-nía alem ana hubiese tenido el in s tin to de la iituujiie parcial y re strin g id o , lo único que habría » piihlblo en CBOU tiem pos lejanos, hu b iera podido connú in d ep en d en cia y estab lecer su po d er político ya »1 ninfo X III, com o lo había hecho m ucho an tes la burhI.i <lr Italia. La situ ació n po lítica de las ciudades alepor o tra p arte, se p arecía m ucho a la de las ciudades llrtintM, a las que estaban asociadas doblem ente por las ;ttn » lo n e s del S anto Im p e rio y por las relaciones m ás «Un del com ercio. Como las ciu d ad es re p u b lic an as de Ita lia , las ciudades «ilrmimas no po d ían co n ta r m ás que consigo m ism as. N o p o ­ dían apoyarse como las com unas de F ra n c ia en el poder firccicnte de la ce n tralizació n m onárquica, no habiendo p o ­ dido jamás co n so lidarse y echar raíces en A lem ania el po«Inr de los em peradores, que re sid ía m ucho m ás en su capa­ cidad y en su in flu e n c ia p erso n ales que en las in stitu c io n e s políticas, y que p o r co n sig u ien te variaba con el cam bio de Imk personas. P o r lo dem ás, ocupados siem pre con los nego<i<>» de Ita lia y con su lucha in term in ab le c o n tra los papas, pitia ban las tre s cu a rtas p arte s de su tiem po fu e ra de A le ­ mania. P o r esta doble razón, la p otencia de los em peradores, üiompre p re c a ria y siem pre disp u tad a, no podía ofrecer, como la de los re y es de F ran cia, un apoyo su fic ie n te y serio para la em ancipación de las com unas. Las ciu d ad es de A lem ania no podían tam poco aliarse como las com unas inglesas con la a risto c ra c ia te rrito ria l Contra el po d er del em perador para re iv in d ica r su p a rte de libertad p o lític a ; las casas soberanas y to d a la nobleza fe u ­ dal de A lem ania, al co n tra rio de la a risto c ra c ia inglesa, se habían d is tin g u id o siem pre por u n a ausencia com pleta de ■entido p o lítico . E ra n sim plem ente un am asijo de b ru tale s bandidos, b estiales, estú p id o s, ig n o ran te s, sin gu sto m ás que p ara la g u e rra fero z y rapaz, para la lu ju ria y el desenfreno. No valían m ás que p ara atac ar a los m ercad eres de Jas c iu ­ dades en los g ran d es cam inos, o b ien para saquear las ciudadcH cuando se sen tían con fu e rza para ello, pero no para com prender la u tilid a d de una alianza con éstas. Las ciu d ad es alem anas, para d efen d erse co n tra la b ru ta l opresión, co n tra las vejaciones y co n tra la ra p iñ a re g u la r o no re g u la r de los em peradores, de los p rín cip e s soberanos


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y de los nobles, no podían co n tar realm en te m ás que con sus p ro p ias fu erzas y con la alianza e n tre sí. M as para que esa alianza, esa m ism a H ansa, que nunca fué m ás que una alian za casi ex clusivam ente com ercial, p u diese o frecerles u na p ro tecció n su ficien te , h ab ría sido preciso que tom ase u n ca rá c te r y u n a im p o rtan cia decid id am en te p o lític a : que in terv in iese como p a rte reconocida y re sp etad a en la cons­ titu c ió n m ism a y en todos los asu n to s ta n to in te rio re s como e x te rio re s del Im perio. L as circ u n sta n cias, por lo dem ás, eran en teram en te favo­ rables. La p o ten cia de to d as las a u to rid a d e s del Im p erio había sido co n sid erab lem en te d eb ilitad a p or la lu ch a de los gib elinos y de los g ü e lfo s; y puesto que las ciu d ad es alem a­ n as se habían sen tid o b astan te fu e rte s para fo rm ar una liga de d efen sa m u tu a c o n tra to d o s los lad ro n es coronados o no coronados que las am enazaban p o r to d as p arte s, nada les im pedía d a r a esa liga u n c a rác te r p o lítico m ucho m ás po­ sitiv o : el de u n a form idable p o ten cia colectiv a que re c la ­ m ase e im pusiese re sp eto . P o d ía n hacer m ás: ap ro v ech án ­ dose de la u n ió n m ás o m enos fic tic ia que el m ístico S anto Im p erio hab ía estab lecid o en tre Ita lia y A lem ania, las ciu ­ dades alem anas hab rían podido aliarse o fed erarse con las ciudades italian as, como se habían aliad o con las flam encas y m ás tard e con a lg u n a s ciudades p o lacas; deb erían haberlo hecho, n atu ra lm e n te , no sobre una base exclusivam ente ale­ m ana, sino am pliam ente in te rn a c io n a l; y quién sabe si taí alianza, añ ad iendo a la fu erza n ativ a y un ta n to pesada y b ru ta de los alem anes, el esp íritu , la capacidad p o lític a y al am or a la lib e rta d de los italian o s, hab ría dado al desen­ v o lv im ien to p o lítico y social del O ccid en te una dirección del todo d ife re n te y m ucho m ás v en tajo sa para la civ iliz a­ ción del m undo entero. L a única d esv en taja probablem ente re su lta n te de tal alianza, h u b iera sido la form ación de un nuevo m undo político, poderoso y libre, al m arg en de las m asas ag ríco las y por co n sig u ien te c o n tra e llas; los cam pe­ sinos de Ita lia y de A lem ania h ab ría n sido en tre g ad o s m ás re su elta m en te aú n a la m erced de los señores feudales, re ­ su ltad o que por o tra p a rte no fué evitado, pu esto que la o rg an izació n m u n icip al de las ciudades ha ten id o por con­ secuencia sep a rar p ro fu n d am en te los cam pesinos de los b u r­ gueses y de sus obreros,, en Ita lia como en A lem ania.


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M e r o n o soñem os por esto s buenos b u rg u eses alem anes. Hum an b astan te ellos m ism o s; la d esgracia es que sus suen iiM j a m á s han ten id o la lib e rta d por objeto. No han ten id o m u s c a , ni en to n ces ni después, las disposiciones intelectual r « y m orales n ecesarias p a ra concebir, para am ar, para quelib ertad . E l esp íritu de in d ep en d en cia desconocido. La reb eld ía les rep u g n a <nui<» como les espanta. E s incom patible con su c a rác te r reilu n n d o y sum iso, con sus hábitos pacientes y apaciblem en­ te l a b o r i o s o s , con s u c u lto a la vez razonado y m ístico de la a u t o r i d a d . Se d iría que todos los b u rg u eses alem anes n a c e n c o n la jiba de la piedad, con la jiba del o rd en público > d r la o b e d i e n c i a incondicional. Con ta le s disposiciones, n a . l i e w< e m a n c i p a nunca, y a u n en m edio de las condiciones

miAn f r t v o i iililrM no q u e d a » n 11 > «ni• Mticc*dió

uno

enclavo.

m la li^A <lr lan ciu d ad es hanseátiNunoa ««lid de loa lim ite» de la m oderación y de la |u u d rm lit, y un rwl^lrt iiu1m que lie» cosas: que se le dejase piii ¡i|iii i <i m M imclhlnnciitn con mu In d u stria y con su coni6i( id, i|iir un ir«|uMnio mi organización y su ju risd icció n íulriiirt y •| »i« no m* lo exi^icHen sac rificio s de dinero ciernanimio guinden a cam bio de la protección o de la to lera n cia que «<• I»' concedía. E n cu an to a los asu n to s g en erales del crio, tan to in te rio re s como ex terio res, la b u rg u e sía ale­ m a n a los dejó de buen grado a los gran d es señores ( den Hiosson 1Ie rre n ), dem asiado m odesta para m ezclarse en e l Ion.

U n a m oderación p o lític a ta n grande ha debido de ser ucom pafiada, n ecesariam ente, o m ás bien h a sta es un sín ­ t o m a cierto , de una gran le n titu d en el desen volvim iento In telectu al y social de una nación. Y en efecto, vem os que d u ra n te el sig lo X I I I , el e s p íritu alem án, a p esar del g ran m ovim iento com ercial e in d u stria l, a p esar de la p ro sp e ri­ d a d m ateria l de las ciudades alem anas, no p ro d u jo absolu­ tam en te nada. E n ese m ism o sig lo se enseñaba y a en las cHcuelas de la U n iv ersid ad de P a rís, no o b stan te el R ey y e l Papa, u na d o c trin a cuyo a tre v im ien to h ab ría espantado a n u estro s m etafísico s y a n u e stro s teólogos, d o c trin a que afirm aba, p o r ejem plo, que siendo etern o el m undo no h a ­ b í a podido ser creado, y negaba la in m o rta lid a d de las alm as y e l lib re albedrío. E n In g la te rra , encontram os al gran


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m o n je R o g er B acon, el p re cu rso r de la ciencia m oderna y el verd ad ero in v e n to r de la b rú ju la y de la pólvora, au n ­ que los alem anes q u iere n a trib u irs e esta ú ltim a invención, sin d uda p ara hacer m e n tir al proverbio. E n Ita lia , nacía D ante. E n A lem ania, noche in te le c tu a l com pleta. E n el sig lo X V I, Ita lia posee ya una m ag n ífica lite ra tu ra n ac io n a l: D ante, P e tra rc a , B occacio; y en el orden político a R ienzi, a M iguel L ando, el obrero card ador, confaloniero en F lo ren cia. E n F ran c ia , las com unas, re p re se n ta d a s en los E stad o s g enerales, d eterm in a n d e fin itiv a m e n te su carác­ te r político , apoyando a la realeza co n tra la a risto c ra c ia y el papa. E se es tam bién el siglo de la jacquerie, esa prim era in su rre cció n de los cam pos de F ran c ia , in su rre cció n para la cual los so cialistas sinceros no ten d rá n , sin duda, el desdén n i el odio de los burgueses. E n In g la te rra , J u a n W icle f, el v erd ad ero in iciad o r de la refo rm a relig io sa, com ienza a p re d ic ar. E n B ohem ia, país eslavo, que d esgraciadam ente c o n stitu ía p a rte del Im p erio germ ánico, hallam os en las m a­ sas p o p ulares, e n tre los cam pesinos, la secta ta n in te re sa n te y ta n sim p ática de los fr a tic e lli, que se a tre v ie ro n a tom ar, c o n tra el d ésp o ta celeste, el p artid o de S atanás, ese jefe e sp iritu a l de to d o s los re v o lu cio n ario s pasados, p re sen tes y del po rv en ir, el v erd ad ero a u to r de la em ancipación hum ana seg ú n el testim o n io de la B iblia, el negador del im perio celeste como n o so tro s lo som os de todos los im perios te ­ rre stre s, el cread o r de la lib e rta d : aquel m ism o a quien P ro u d h o n , en su libro sobre la ju stic ia , saludaba con una elocuencia llena de am or. L os fr a tic e lli p re p a ra ro n el te ­ rre n o para la rev o lu ció n de H uss y de Z iska. L a lib ertad suiza, en fin , nace en este siglo. L a re v u elta de los cantones alem anes de S uiza c o n tra el d espotism o de la casa de los H absburgo, es un hecho tan c o n tra rio al e s p íritu n acional de A lem ania, que tuvo por co nsecuencia necesaria, inm ediata, la form ación de una n u e­ va nación suiza, b au tizad a en el nom bre de la re v u elta y de la lib ertad , y com o tal separada desde en to n ces p o r una ba­ rre ra in fran q u eab le del Im p erio germ ánico. L os p a trio ta s alem anes tien en gu sto en re p e tir, con la célebre canción p angerm ánica de A rn d t, que “ su p a tria se e x tien d e ta n lejo s como resuena su idiom a, can tan d o a la ­ b an zas a D ios".


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So w e it die deutsche Zunge kling, Und G ott im H im mel Lieder singt!

Si q u isieran co n form arse m ás bien al sen tid o real de su híntoria que a las in sp iracio n e s de su fa n ta sía om nívora, h n h rlm debido d ec ir que su p a tria se ex tien d e ta n lejos como la esclav itu d de los pueblos y cesa donde com ienza 1« libertad. No «61o Suiza, sino las ciu d ad es de F lan d es, lig ad as sin n n h arg o con las de A lem ania por in tere se s m ateriales, por l"» de un com ercio c re c ie n te y próspero, y no o b stan te fortnar p arte de la lig a h an seática, ten d iero n , a p a r tir de este iniim o siglo, a sep ararse siem pre m ás bajo la in flu en c ia de i' hii miNmti libertad. I ti A lem ania, d u ra n te todo cut: ftiglo, en m edio de una l>t‘oM|»ci Idtul m a tn ia l crecien te, no se percibe m ovim iento rilguh" in telectu al ni uncial lín política, dos hechos únicaoii ni> : r | 111 inicio r* ln declaración de I o m p rín cip e s del ImI" 1 1" '|o , n iia» tiad o n por el ejem plo de los re y es de F ran t t*i. pro« l.iimtn i|Uc el Im perio debe ser in d ep en d ien te del Pupa y cpir l.i d ig n id ad im perial no procede m ás que de Dio» nulo. 101 Hcgundo es la in stitu c ió n de la fam osa B ula de Oro, que o rg an iza d e fin itiv a m e n te el Im p erio y decide que habrá en la sucesivo siete p rín cip e s electores, en honor m los siete can d elab ros del A pocalipsis. lle n o s aquí lleg ados al siglo XV. E s el siglo del R en aci­ m iento. Ita lia está en plena florescencia. A rm ado con la filosofía que volvió a e n c o n tra r en la G recia an tig u a, rom ­ pe la d u ra p risió n en que había sido encerrado d u ra n te diez siglos el e s p íritu hum ano. L a fe cae, el pensam iento libre renace. E sta es la a u ro ra re sp la n d ecien te y aleg re de la em ancipación hum ana. E l suelo lib re de I ta lia se cubre de libres y atre v id o s pensadores. L a Ig le sia m ism a se hace pagana. L os papas y los card en ales desdeñan a San P ablo por A ristó te le s y P la tó n , abrazan la filo so fía m a te ria lista de E p ic u ro y, o lvidadizos del J ú p ite r cristian o , no ju ra n ya m ás que p o r Baco y V e n u s; lo que no les im pide p erse­ g u ir por m om entos a los lib rep en sad o res, cuya p ropaganda sug estiv a am enaza a n iq u ila r la fe de las m asas populares, ese recu rso de su p oder y de sus re n ta s. E l a rd ie n te e ilu s­ tre p ro p ag ad o r de la fe nueva, de la fe hum ana, P ic o de la


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M irándola, m u e rto tan joven, a tra e p rin cip a lm en te co n tra él los ray o s del V aticano. E n F ra n c ia y en In g la te rra , época de estancam iento. E n la p rim era m ita d de este siglo, hay u n a g u e rra odiosa, e s­ tú p id a , fo m entada por la am bición de los rey es y so sten id a to n tam en te p o r la nación inglesa, u n a g u erra que hizo re ­ tro c e d e r un sig lo a In g la te rra y a F ran cia. Como los p ru ­ sianos hoy, los in g leses del sig lo X V habían querido des­ tru ir, so m eter a F ran cia. Se habían apoderado de P arís, lo que los alem anes, a p esar de toda su buena voluntad, no lo g raro n tod av ía h ac er h asta aquí (1 ), y habían quem ado a J u a n a de ArVo en R uán, como los alem anes ahorcan hoy a lo s fran co tirad o res. F u ero n , p o r fin, ex p u lsad o s de P a rís y de F ra n c ia como, lo esperam os siem pre, los alem anes aca­ b arán tam b ién por serlo. E n la segunda m itad del siglo XV, vem os en F ra n c ia el n acim ien to del v erd ad ero despotism o real, re fo rza d o p o r esa guerra. E s la época de L u is X I, u n ru d o colega que vale por sí solo un G uillerm o I con sus B ism arck y M oltke, el fu n d a ­ dor de la ce n tralizac ió n b u ro c rá tic a y m ilita r de F ran cia, el cread o r del E stado. Se d ig n a tam bién alg u n as veces ap o ­ y arse en las sim p atía s in tere sa d as de su fiel b u rg u esía, que ve con gusto a su buen rey a b a tir las cabezas, tan arro g a n te s y tan altivas, de sus señores fe u d a le s; pero se ve ya en el m odo de co m p ortarse con ella que si ésta no q u isiera ap o ­ y arlo, p o d ría m uy bien o b lig arla a ello. T o d a in d ep en d e n ­ cia, n o b ilia ria o bu rg u esa, e sp iritu a l o tem poral, le es ig u al­ m en te odiosa. S uprim e la caballería e in s titu y e las órdenes m ilita re s : eso p ara la nobleza. Im pone a sus buenas ciu d a­ des su conv en iencia y d icta su v o lu n tad a los E sta d o s ge­ n e ra le s: eso p ara la b u rg u esía. P ro h ib e en fin la lectu ra de las obras de los nom inales y o rdena la de los reales: eso p a ra el lib rep en sam iento. P u e s bien, a p esar de u n a com pre­ sión ta n dura, F ra n c ia da u n R abelais a fin es del siglo X V : u n genio p ro fu n d am en te po p u lar, galo, d esb o rd an te de ese e s p íritu de reb eld ía hum ana que c a ra c te riz a el siglo del R enacim iento. E n In g la te rra , a p esa r del d eb ilita m ie n to del e sp íritu (1) Estas n o t i c i a d e la crit o s q u e m e llaume.)

páginas h a n s i d o e s c r i t a s a n t e s d e h a b e r r e c i b i d o B a k u n i n la c a p i t u l a c i ó n d e Parí», y c o n s t i t u y e n pa r t e del e n v í o d e m a n u s ­ h i z o el a u t o r el 1 6 d e f e b r e r o d e 1 8 7 1 ( h o j a s 8 1 - 1 0 9 ) . (J. G u l -


EL IM P E R IO KN Ü TO G ERM ANICO

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popular, consecuencia n a tu ra l de la guerra odiosa que había hecho a F ran cia, vem os d u ra n te todo el siglo X V a los d iscíp u lo s de W ic le f p ro p a g a r la d o ctrin a del m aestro, no o b stante las cru eles p ersecu cio n es de que son víctim as, y p re p a ra r así el te rre n o a la rev o lu ció n re lig io sa que estalló un siglo m ás tard e. A l m ism o tiem po, por la vía de una p ro ­ p aganda in d iv id u al, sorda, in v isib le e in secu estrab le, pero sin em bargo m uy vivaz, en In g la te rra tan to como en F ra n ­ cia, el e s p íritu lib re del R enacim iento tie n d e a crear una filo so fía nueva. L as ciudades alem anas, am antes de su li­ b erta d y fu e rte s en su p ro sp e rid ad m aterial, e n tra n en p le­ no en el desenvolvim iento a rtís tic o e in te le c tu a l m oderno, sep arán d o se p or eso m ism o m ás y más de A lem ania. E n cu an to a A lem ania, la vem os dorm ir su m ás herm oso sueño d u ra n te to d a la p rim era m itad de este siglo. Y sin em bargo sucedió en el seno del Im p erio y en la vecindad m ás in m ed iata de A lem ania u n hecho inm enso que hubiese bastado para sac u d ir la som nolencia de cu a lq u ie r o tra n a­ ción. Q u iero h ab lar de la re v u elta relig io sa de J u a n H usa, el g ran re fo rm ad o r eslavo. * * * Con u n sen tim ien to de p ro fu n d a sim patía y de altiv ez fra te rn a l, p ienso en ese g ra n m ovim iento nacional de u n pueblo eslavo. F u é m ás que u n m ovim iento relig io so , fué u n a p ro te s ta v icto rio sa co n tra el despotism o alem án, con­ tra la civ ilizació n aristo c rá tic o b u rg u e sa de los alem anes; fu é la re v u elta de la a n tig u a com una eslava c o n tra el E stad o alem án. D os g ran d es re v u eltas eslavas h abían ten id o lu g a r ya en el sig lo X I. La p rim era fu é d irig id a co n tra la piadosa o p resió n de esos bravos caballeros teu tó n ico s, an tepasados de los lu g a rte n ie n te s ju n k e rs ac tu a les de P ru sia . L os in su ­ rre c to s eslavos habían quem ado to d as las ig lesias y e x te rm i­ nado a los sacerdotes. D etestab an el cristian ism o , y con m ucha razón, porque el cristian ism o era el germ anism o en su fo rm a m enos ag raciad a : era el am able caballero, el v ir­ tuoso sacerd o te y el h o nesto burgués, los tre s alem anes de p u ra san g re y re p re se n ta n te s como tales de la idea de a u to ­ rid a d in co n d icio n al y de la re alid ad de u n a o p resión b ru ta l, in so len te y cruel. L a segunda in su rre cció n tu v o lu g a r una tre in te n a de años después, en P o lo n ia. E sa fué la p rim era


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y la ú n ica in su rre cció n de los cam pesinos p ro p iam en te po­ lacos. F u é ah o g ad a por el rey C asim iro. H e aquí cómo es ju zg ad o ese ac o n tecim ien to p o r el h isto ria d o r polaco Lelew el, cuyo p a trio tism o y h asta una cie rta p re d ile cció n por la clase que él llam a dem ocracia nobiliaria no pueden ser p u es­ to s en duda p o r n a d ie : “ E l p artid o de M aslaw [el je fe de los cam pesinos in su rre c to s de M asoviaJ era p o p u lar y a lia ­ do del p ag an ism o; el p a rtid o de C asim iro era a risto c rá tic o y am igo del cristia n ism o ” [es d ecir del germ anism o]. Y añ a­ de m ás le jo s: “ E s preciso ab so lu tam en te co n sid erar este m ovim iento d esastro so como una v icto ria o b tenida sobre las clases in ferio res, cuya su erte no podía m enos de em peorar en su consecuencia. E l orden i u é restablecido, pero la m a r­ cha del estad o social se hizo desde en to n ces g randem ente d esv en tajo sa p ara las clases in fe rio re s ”. (H isto ria d e P o lo ­ nia, Jo a q u ín L elew el, tom o I I , pág. 19.) B ohem ia se había dejado germ an izar to d av ía m ás que P o lo n ia. Como esta ú ltim a, jam ás había sido co n q u istad a p or los alem anes, p ero se había dejad o d ep rav ar p ro fu n d a ­ m en te p o r ellos. M iem bro del S anto Im p erio desde su fo r­ m ación como E stad o , no había podido, por d esgracia, sep a­ ra rse jam ás de él, y había ad o p tad o todas las in stitu c io n e s clericales, feu d ales y burguesas. L as ciu d ad es y la nobleza de B ohem ia se habían germ anizado en p a rte ; nobleza, b u r­ g u esía y clero eran alem anes, no de nacim ien to sino de b au ­ tism o, así como p o r educación y por posición p o lític a y so­ c ia l; la o rg an izació n p rim itiv a de las com unas eslavas no a d m itía ni sacerdotes, ni clases. Solos, los cam pesinos de B ohem ia se h ab ían conservado p u ro s de esa lep ra alem ana y eran n atu ra lm e n te las víctim as. E sto explica sus sim p atías in stin tiv a s hacia to d as las g ran d es h e re jía s p opulares. A sí vim os la h e re jía de los v aldenses esp a rcirse p o r B ohem ia ya en el siglo X II y la de los fr a tic e lli en el siglo X IV , y hacia el fin de este siglo le tocó la vez a la h e re jía de W iclef, cuyas obras fu e ro n tra d u c id a s en idiom a bohem io. T o d as esas h e re jía s habían llam ado ig u alm en te a las p u e r­ ta s de A lem an ia; h asta debieron atrav esarla, para lle g a r a B ohem ia. P ero en el suelo del pueblo alem án no en c o n tra­ ro n el m enor eco. L levando en sí el germ en de la rev u elta, d eb iero n deslizarse, sin po d er afectarla , sobre su felic id a d inq u eb ran tab le, no lleg an d o siq u iera a tu rb a r su sueño pro-


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I mido. A l co n trario , en c o n traro n un te rre n o p ro p icio en liohem ia, cuyo pueblo, som etido pero no germ anizado, m al­ decía desde el fondo de su corazón esa servidum bre y toda la civilizació n aristo crático b u rg u e sa de los alem anes. E sto ex p lica p o r qué, en el cam ino de la p ro te sta religiosa, el pueblo checo se ha a d e la n tad o en un siglo al pueblo alem án. U na de las p rim eras m an ifestacio n es de ese m ovim iento relig io so en B ohem ia fu é la expulsión en m asa de todos los p ro feso res alem anes de la U n iv ersid ad de P rag a , crim en h o rrib le que los alem anes no p u d iero n p erd o n ar jam ás al pueblo checo. Y sin em bargo, si se m ira m ás de cerca, se deberá convenir que ese pueblo tuvo m il veces razón para ex p u lsar a estos c o rru p to re s p aten ta d o s y serv iles de la ju v e n tu d eslava. A excepción de un co rto período, de tre in ­ ta y cinco años m ás o m enos, en tre 1813 y 1848, d u ra n te los cuales la d esvergüenza del liberalism o, h a sta del dem ocra­ tism o b u rg u és, se había deslizado por co n trab an d o y se h a­ bía m an ten id o en las u n iv ersid ad e s alem anas, rep resen tad o p o r una vein ten a, p o r una tre in te n a de sabios ilu s tre s y a n i­ m ados de un liberalism o sincero, ved lo que han sido los p ro feso res alem anes h asta esa época y lo que han llegado a ser bajo la in flu e n c ia de la reacción de 1849: los ad u lad o res de to d as las au to rid ad es, los p ro feso res del servilism o. S ali­ dos de la b u rg u e sía alem ana, expresan conscien tem en te sus ten d en c ias y su esp íritu . Su ciencia es la m an ife sta ció n fiel de la co nciencia esclava. E s la consagración ideal de una esc la v itu d h istó rica. L os p ro feso res alem anes del siglo X V en P ra g a eran al m enos ta n serviles, ta n lacayos como lo son los p ro feso res de la A lem ania actual. E sto s están en tre g ad o s en cuerpo y alm a a G u illerm o I, el feroz, el amo próxim o del im perio k n u to g erm án ico . A quéllos estaban serv ilm en te dedicados de an tem an o a to d o s los em peradores que p lu g u ie ra a los siete p rín c ip e s electo res ap o calíp tico s de A lem ania d ar al S anto Im p erio germ ánico. Poco im p o rtab a para ellos quién e ra el amo, siem p re que lo hubiese, siendo una sociedad sin am o u na m o n stru o sid ad que debía re b elar necesariam ente su im ag in ació n b u rguesaalem ana. E so hubiese sido el d e­ rru m b am ien to de la civilización germ ánica. P o r lo dem ás, ¿qué ciencias enseñaban estos p ro feso res alem anes d el sig lo X V ? L a teo lo g ía cató lica rom ana y el


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código de Ju stin ia n o , dos in stru m en to s del despotism o. A g reg ad a ello la filo so fía escolástica, y eso en una época en que d esp u és de h ab er hecho, sin duda, en los siglos pa­ sados, g ra n d es serv icio s a la em ancipación del e sp íritu , se había d eten id o y com o inm ovilizado en su pesadez m ons­ tru o sa y p ed ante, batida en brecha p o r el pensam iento m o­ d ern o que anim aba el p re sen tim ien to , si no todavía la pose­ sión, de la ciencia viva. A ñ a d id a esto un poco de m edicina bárbara, enseñada com o lo dem ás en un la tín m uy bárbaro, y te n d ré is todo el bagaje c ie n tífic o de esos profesores. ¿V alía le pena re te n e rlo s para eso? H abía una g ran u rg e n ­ cia en a le ja rlo s : adem ás de d ep rav ar la ju v e n tu d con su enseñanza y su ejem plo servil, eran ag e n te s m uy activos, m uy celosos de esa fa ta l casa de H ab sb u rg o que am biciona­ ba ya a la B ohem ia com o presa. J u a n H u ss y Jeró n im o de P rag a , su am igo y su discípulo, c o n trib u y e ro n m ucho a su expulsión. A sí, cuando el em ­ p erad o r S egism undo, violando el salvoconducto que les h a ­ bía sido concedido, los hizo ju z g a r p rim ero p o r el C oncilio de C onstanza, d espués quem ar a los dos, uno en 1415 y o tro en 1416, allá, en plena A lem ania, en p re sen cia de una in ­ m ensa co n cu rren cia de alem anes que habían acudido desde lejo s para a s is tir al espectáculo, n in g u n a voz hum ana se lev an tó para p ro te s ta r c o n tra esa atro c id ad desleal e in ­ fam e. F u e p reciso que pasasen cien años todavía para que L u te ro re h ab ilitase en A lem ania la m em oria de estos dos g ra n d es re fo rm ad o res y m á rtire s eslavos. P ero si el pueblo alem án, probablem ente todavía a d o r­ m ecido y en sueños, dejó sin p ro te sta ese odioso atentado, el pueblo checo p ro te stó p o r u n a revolución form idable. E l g ran d e y te rrib le Z iska, ese héroe, ese v en g a d o r popular, cu y a m em oria vive todavía como u n a prom esa de p o rv en ir en el seno de las cam piñas de B ohem ia en tera, se levantó, y a la cabeza de sus tab o ritas, re co rrie n d o toda B ohem ia, quem ó las iglesias, m ató a los sacerd o tes y b arrió toda la p o d red u m b re im p erial o alem ana, lo que entonces sig n ific a ­ ba la m ism a cosa, porque todos los alem anes en B ohem ia eran p a rtid a rio s del em perador. D espués de Z isk a fué el g ran P ro co p io el que llevó el te rro r al corazón de los a le ­ m anes. Los m ism os b u rg u eses de P rag a , p o r o tra p a rte m u­ cho m ás m o d erados que los h u sita s d e los cam pos, hiciero n


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imlíar p o r las v en tanas, seg ú n el an tig u o uso de ese país, a los p artid a rio s del em p erad o r Segism undo, en 1419, cu an ­ do ese infam e p erju ro , ese asesino de J u a n H u ss y de J e r ó ­ nim o de P raga, tu vo la au dacia in so len te y cín ica de p re ­ sen tarse como co m petidor de la corona vacan te de B ohem ia. jU n buen ejem plo a se g u ir! A sí es como deben ser trata d as, en in te ré s de la em ancipación universal, to d as las personas que q u iera n im ponerse como autoridades o ficia le s a las m a­ sas p o p u lares bajo c u a lq u ie r m áscara, b ajo cualquier p re ­ tex to y b ajo cu alq u ier dom inación que sea. D u ran te d iecisiete años, esto s tab o rita s te rrib le s, que v i­ vían e n tre sí en com unidad fra te rn a l, d e rro ta ro n todas las tro p a s de S ajonia, de F ran c o n ia , de B aviera, del R in y de A u s tria que el E m p era d o r y el P apa enviaron en cruzada co n tra ello s; lim p iaro n la M oravia y la S ilesia y llevaron el te rro r de sus arm as al corazón m ism o de A u stria. F ueron, en fin, b atid o s p or el em perador S egism undo. ¿ P o r qué? P o rq u e fu e ro n d eb ilita d o s por las in trig a s y p o r la tr a i­ ción de u n p a rtid o checo tam bién, p ero form ado p o r la co alició n de la nobleza in d íg en a y de la b u rg u e sía de P r a ­ ga, alem anas p or educación, por posición, p o r ideas y cos­ tu m b res, si no de corazón, y que se llam aban, por oposición a los ta b o rita s com unistas y revolucionarios, el p a rtid o de los ca lix tin o s; p ed ían refo rm as sabias, p o sib le s; re p re se n ta ­ ban, en un a palabra, en esa época, en B ohem ia, esa m ism a p o lítica de la m oderación h ip ó c rita y de la im p o ten cia hábil que los señ o res P alack i, R ieger, B rau n e r y com pañía re p re ­ sen tan ta n bien hoy. A p a r tir de esa época, la revolución p o p u lar com enzó a d ec lin a r ráp id am en te, cediendo el p u esto p rim ero a la in ­ flu en cia d ip lo m ática y un siglo m ás ta rd e a la dom inación de la d in a stía au stríac a. L os p o lítico s, los m oderados, los hábiles, ap ro v echándose del ab o rrecid o Segism undo, se a p o ­ d eraro n del gobierno, com o lo h arán probablem ente en F ra n c ia d esp u és del fin de esta g u e rra y para desg racia de F ran c ia . S irv iero n , los u nos co n scien tem en te y con m ucha u tilid a d p ara la am p litu d de sus bolsillos, los o tro s to rp e ­ m ente, sin im ag in arlo, de in stru m e n to s de la p o lítica au s­ tríaca, como los T h ie rs, los J u lio F av re, los J u lio Sim ón, los P ic ard , y m uchos o tro s serv irán de in stru m en to s a Bism arek. A u s tria lo s m agnetizaba y les in sp irab a. V e in tic in ­


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co años d esp u és de la d e rro ta de los h u sita s por S egism un­ do, esos p a trio ta s hábiles y p ru d e n te s dieron el ú ltim o golpe a la in d ep en d e n cia de B ohem ia, haciendo d e s tru ir por m a­ nos de su re y P o d ie b rad la ciudad de T abor, o m ás bien el cam po fo rtific a d o de los tab o ritas. A sí es como los re p u b li­ canos b u rg u eses de F ran c ia proceden y h arán p ro ced er a su p re sid e n te o a su re y co n tra el p ro leta riad o socialista, este últim o cam po atrin c h e ra d o del p o rv e n ir y de la d ig n i­ dad n acional de F rancia. E n 1526, la corona de B ohem ia cayó por fin en la d in as­ tía au stríaca, que ya no se desp ren d ió m ás de ella. E n 1620, d espués de una agonía que d u ró poco m enos de cien años, B ohem ia, en tre g a d a al fu eg o y a la sangre, devastada, sa­ queada, asesin ad a y m edio despoblada, p erd ie n d o de un solo golpe lo que le quedaba a ú n de in d ependencia, de e x is­ ten cia nacional y de derechos p olíticos, se en c o n tró encade­ n ad a bajo el trip le y ugo de la a d m in istració n im perial, d.e la civ ilizació n alem ana y de los je su íta s au stríaco s. E sp e ­ ram os, p ará h o n o r y salvación de la hum anidad, que no pase lo m ism o con F ran cia. * * * A l com ienzo de la segunda m itad del siglo X V , la n a­ ción alem ana dió, en fin, una prueba de in te lig e n c ia y de vida, y esa prueba, preciso es decirlo, fué esp lé n d id a : inven­ tó la Im p ren ta, y por ese cam ino, creado por ella m ism a, se p uso en relació n con el m ovim iento in te le c tu a l de toda E u ­ ropa. E l v ien to de Ita lia , el siroco del librepensam iento, sopló sobre ella y bajo ese soplo a rd ie n te se fu n d ió su in d i­ feren cia bárbara, su in m o v ilid ad glacial. A lem ania se hizo h u m an ista y hum ana. A dem ás del cam ino de la Im p re n ta , tuvo o tro aún, m enos g en eral y m ás vivo. V iajero s alem anes que volvían de Ita lia a fin es de este sig lo le a p o rta ro n ideas nuevas, el evangelio de la em ancipación hum ana, y lo p ro p a g aro n con religiosa pasión. Y esta vez, la sem illa preciosa no fué perdida. E n c o n tró en A lem ania u n buen te rre n o , p rep arad o para recib irla. E sta g ra n nació n d esp e rtó al pensam iento, a la vida, a la acción, iba a tom ar a su vez la direcció n del mo­ v im ien to del esp íritu , P ero, ¡a y !, se halló incapaz de con­ serv arla m ás de v ein ticin co años en sus m anos. E s preciso d is tin g u ir e n tre el m ovim iento del Renací-


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m iento y el de la R eform a relig io sa. E n A lem ania, el p ri­ m ero p reced ió alg u n o s años al segundo. H ubo un co rto p e­ ríodo, e n tre 1517 y 1525, en que estos dos m ovim ientos p areciero n co n fu n d irse, aunque anim ados de un esp íritu com pletam ente o p u e s to : el uno re p resen tad o por hom bres como E rasm o, como R euchlin, como el generoso, el heroico U lrico von H u tte n , p o eta y pensador de genio, el discípulo de P ico de la M irán d o la y el am igo de F ra n z von Sickingen, de O ecolam pade y de Z w ingli, el que form ó en cierto m odo el lazo de u n ió n en tre el qu eb ran tam in eto p uram ente filo só fico del R enacim iento, la tran sfo rm ació n e stric ta m e n ­ te relig io sa de la fe p o r la R eform a p ro te sta n te y la suble­ vación re v o lu cio n aria de las m asas, provocada por las p ri­ m eras m an ife sta cio n es de esta ú ltim a ; el otro, rep resen tad o p rin cip a lm en te p o r L u te ro y M elanclithon, los dos p adres del nuevo desen v o lvim iento relig io so y teológico de A lem a­ nia. E l p rim ero de estos m ovim ientos, p ro fu n d am en te h u ­ m an itario , ten d ía m ed ian te los trab a jo s lite ra rio s y filo só ­ ficos de Erasm o, de R euchlin y de otro s a la em ancipación com pleta del e sp íritu y a la d estru cció n de las to n tas creen ­ cias del cristian ism o y te n d ía al m ism o tiem po, por la a c ­ ción m ás p rá ctica y m ás heroica de U lrico von H u tte n , de O ecolam pade y de Z w in g li, a la em ancipación de las m asas p o p u lares del y ugo n o b iliario y p rin cip e sc o ; m ie n tra s que el m ovim iento de la R eform a, fran cam en te relig io so , teo ló ­ gico y com o ta l lleno de resp eto divino y de desprecio h u ­ mano, su p ersticio so h asta el p u n to de v er al diablo y de a rro ja rle tin te ro s a la cabeza —como se dice que sucedió a L u tero en el ca stillo de W a rtb u rg o . donde se m u estra to ­ davía en el m uro u n a m ancha de tin ta —, debía co n v ertirse necesariam en te en el enem igo irre co n ciliab le de la lib ertad de e sp íriu y de la lib ertad de los pueblos. H ubo sin em bargo en él, como he dicho ya, un m om ento en que esos dos m ovim ientos tan c o n tra rio s debieron con­ fu n d irse realm en te, siendo el p rim ero re v o lu cio n ario por p rin cip io , y estan d o el segundo forzado a serlo por p o si­ ción. P o r lo dem ás, en L u tero había u n a co n tra d icció n evi­ dente. Como teólogo, era y debía ser re acc io n a rio ; pero com o n atu raleza, como tem peram ento, como in stin to , era ap asio n ad am en te revolucionario. T e n ía la n atu ra leza del hom bre del pueblo, y esa n atu ra leza poderosa no estaba h e­


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cha para s u frir p acien tem en te el yug o de q u ien q u iera que fuese. No q u ería p leg arse m ás que an te D ios, en el que ten ía una fe ciega y del cual creía s e n tir la presencia y la g racia en su c o ra z ó n ; y en nom bre de D ios es como el d u lce M elan ch th o n , el sabio teólogo, y nada m ás que teólogo, su am igo, su d iscíp u lo , en re a lid a d su m aestro y el freno de esa n atu ra leza leonina, llegó a en cadenarlo d efin itiv am en te a la reacción. L os p rim ero s ru g id o s de ese g rande y ru d o alem án fu e ­ ro n co m p letam ente revolucionarios. No puede uno im ag i­ narse, en efecto , nada m ás rev olucionario que sus m a n ifie s­ to s co n tra Rom a, que las invectivas y las am enazas que lanzó al ro stro de los p rín c ip e s de A lem ania, que su polé­ m ica ap asio n ad a co n tra el h ip ó c rita y lu ju rio so déspota y re fo rm ad o r de In g la te rra , E n riq u e V II I. A p a rtir de 1517 h a sta 1525, no se escu ch aro n ya en A lem ania m ás que los e sta llid o s de tru e n o de esa voz que p arecía llam ar al pueblo alem án a una renovación general, a la revolución. Su llam am iento fué oído. Los cam pesinos de A lem ania se lev an taro n con u n g rito form idable, el g rito s o c ia lis ta : ¡G uerra a lo s ca stillo s, p a z a las chozas!, que se tra d u c e hoy p o r este g rito m ás form idable a ú n : “j A bajo to d o s los e x ­ p lo tad o re s y to d o s los tu to re s de la h u m an id ad ; lib ertad y p ro sp erid ad al trab ajo , ig u ald ad y fra te rn id a d del m undo hum ano, co n stitu id o lib rem en te sobre las ru in a s de todos los E s ta d o s !” E se fué el m om ento c rític o para la R eform a re lig io sa y p ara todo el destin o p o lítico de A lem ania. Si L u tero h u ­ biese qu erid o p onerse a la cabeza de ese m ovim iento p o p u ­ lar, so cialista, de las poblaciones ru ra le s in su rg id a s con­ tra sus señores fe u d a le s; si la b u rg u e sía de las ciudades lo h ubiese apoyado, hab ría term in ad o el im perio, el despo­ tism o p rin cip esco y la in so len cia n o b ilia ria de A lem ania. M as p ara ap o y arlo, h ab ría sido preciso que L u te ro no fu e­ se teólogo, m ás preocupado de la g lo ria d ivina que de la d ig n id ad hum ana, ni se in d ig n a ra porque los hom bres o p ri­ m idos, los siervos, que no debían p en sar m ás que en la sal­ vación de sus alm as, se hubiesen atre v id o a re iv in d ic a r su p o rció n de fe lic id a d hum ana sobre esta tierra; h u b iera sido p reciso tam bién, que los b u rgueses de las ciudades de A le­ m ania no fu e ran b u rg u e ses alemanes»


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Ap l.iHtada p or la in d ife re n c ia y en g ra n p a rte tam bién | m. i l.i h o stilid ad n o to ria de las ciudades y por las m aldi• loiirn teológicas de M elanchthon y de L u tero , m ucho m ás <imi q u e p o r l a fu e rza arm ad a de lo s señores y de los p rin ­ cipen, e s a fo rm idable re v u elta de los cam pesinos de A le­ m ania f u é vencida. D iez años m ás tarde fué.* igualm ente tilingada o tra in su rrecció n , la ú ltim a provocada en A lem ania poi la R eform a religiosa. Q uiero re fe rirm e a la te n ta tiv a de tina o rg anización m ístico co m u n ista por los an a b ap tista s «le M ü n ster, cap ital de W e stfa lia . M ü n ster fué tom ada y Ju a n de L eyde, el p ro fe ta anabaptista, condenado al su p li­ cio en m edio de los ap lau so s de M elanchthon y de L u tero . P o r o tra p arte, ya cinco años antes, en 1530, los dos teólogos de A lem ania habían p u esto los sellos en su país a todo m ovim iento u lte rio r, aun religioso, al p re se n ta r al em p erad o r y a los p rín cip e s de A lem ania su confesión de A u sb u rg o que, p e trific a n d o de un solo golpe el libre flo re ­ cim ien to de las alm as, renegando de la m ism a lib e rta d de las co nciencias in d iv id u a le s en nom bre de la cual se había hecho la R eform a, im poniéndoles como una ley ab so lu ta y d iv in a un dogm atism o nuevo, bajo la salv ag u ard ia de los p rín cip e s p ro te sta n te s reconocidos como los p ro te c to re s n a­ tu ra le s y los jefes del cu lto religioso, co n stitu y ó una nueva Ig le sia o ficia l que, m ás absoluta a ú n que la Ig le sia de Bizancio, fu é en lo sucesivo, en m anos de esos p rín cip e s p ro ­ te sta n te s, u n in stru m en to de despotism o te rrib le , y condenó a to d a la A lem an ia p ro te sta n te , y p o r co n trag o lp e tam bién a la católica, a tre s siglos por lo m enos de la esclav itu d m ás em b ru teced o ra, u n a esclav itu d que, según creo, no p a re ­ ce hoy m ism o estar d isp u esta a d e ja r plaza a la lib e rta d (1). (1) P a r a c o n v e n c e r l e del e s p í r i t u servil q u e c a r a c t e r i z a a la I g l e s i a l u t e ­ r a n a e n A l e m a n i a , « u n e n n u e s t r o s días, b a s t a leer la f ó r m u l a d e d e c l a r a c i ó n o p r o m e s a e s c r i t a q u e t o d o m i n i s t r o d e e s a Iglesia, e n el r e i n o d e P r u s i a , d e b e firmar y jurar o b s e r v a r ant e s d e entrar e n funciones. C i e r t a m e n t e , n o s o b r e ­ p a s a , p e r o i g u a l a e n s e r v i l i s m o a las o b l i g a c i o n e s i m p u e s t a s al c l e r o ruso. C a d a m i n i s t r o d e l E v a n g e l i o , e n P r u s i a , p r e s t a j u r a m e n t o d e ser d u r a n t e t o d a s u v i d a u n s ú b d i t o a b n e g a d o y s u m i s o d e s u s e ñ o r y a m o , n o el b u e n D i o s , s i n o el r e y d e P r u s i a ; o b s e r v a r e s c r u p u l o s a m e n t e y s i e m p r e s u s s a n t o s m a n d a m i e n ­ t o s y n o p e r d e r j a m á s d e v i s t a los i n t e r e s e s s a g r a d o s d e S u M a j e s t a d ; i n c u l ­ car ese m i s m o r e s p e t o y esa m i s m a o b e d i e n c i a a b s o l u t a a sus ovejas, y d e ­ n u n c i a r al G o b i e r n o t o d a s las t e n d e n c i a s , t o d a s las e m p r e s a s , t o d o s l o s a c t o s q u e p o d r í a n s e r c o n t r a r i o s a la v o l u n t a d , o sea, a l o s i n t e r e s e s d e l G o b i e r n o . j Y e s a s e m e j a n t a s e s c l a v o s a los q u e s e c o n f í a la d i r e c c i ó n e x c l u s i v a d e l a s e s ­ c u e l a s p o p u l a r e s e n P r u s i a ! E s a i n s t r u c c i ó n t a n a l a b a d a , n o es m á s q u e u n e n v e n e n a m i e n t o d e las m a s a s , u n a p r o p a g a c i ó n s i s t e m á t i c a d e la d o c t r i n a d e la esclavitud. ( B a k u n i n . )

O b r a s d e B a k u n in . - I I

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H a sido una dich a para Suiza que el C oncilio de E s tra s ­ b u rg o , d irig id o en ese m ism o año por Z w in g li y B ucer, hay a rechazado esa c o n stitu c ió n de la e s c la v itu d ; una co n s­ titu c ió n llam ada re lig io sa y que lo era en efecto p uesto que en nom bre de D ios se consagraba el poder absoluto de los p rín cip es. Salida casi exclusivam ente de la cabeza teológica y sabia del p ro feso r M elanchthon, bajo la p resió n evidente del re sp eto p ro fu n d o , ilim itad o , inq u eb ran tab le, servil, que to d o b u rg u é s y p ro feso r alem án bien nacido ex p erim en ta p o r la p ersona de sus m aestros, fué ciegam ente aceptada por el pueblo alem án porque su s p rín cip es la habían aceptado; sín to m a nuevo de la esclav itu d h istó rica, no sólo ex terio r, sino in terio r, que pesa sobre ese pueblo. E s ta ten d en cia, p o r lo dem ás ta n n atu ra l, de los p rín ­ cip es p ro te sta n te s de A lem ania, a re p a rtir e n tre sí los re s­ to s del p o d er e s p iritu a l del Papa, o a c o n stitu irse en jefe s de la Ig le sia en los lím ites de sus países respectivos, la vol­ verem os a e n c o n tra r ig u alm en te en o tro s países m o n árq u i­ cos p ro te sta n te s, en In g la te rra , por ejem plo, y en S uecia; p ero ni en uno ni en o tro llegó a triu n fa r del altiv o sen­ tim ie n to de in d ep en d e n cia que se había d esp e rtad o en los pueblos. E n Suecia, en D inam arca y en N oruega, el pueblo y la clase cam pesina m ayorm ente, su p iero n m an ten e r su lib e rta d y sus d erech o s ta n to c o n tra las invasiones de la nobleza como co n tra las de la m onarquía. E n In g la te rra , la lu ch a de la Ig le sia an g lican a y o ficial con las Ig le sia s libres de los p re sb ite ria n o s de E scocia y de los in d ep en d ie n te s de In g la te rra , term in ó en una grande y m em orable revolución, de la cual p a rte la g randeza nacional de la G ran B retaña. P e ro en A lem ania, el despotism o ta n n a tu ra l de los p rín c i­ pes no en co n tró los m ism os obstáculos. T odo el pasado del pueblo alem án, tan lleno de sueños, pero ta n pobre de p en ­ sam ientos lib res y de acción o de in ic ia tiv a p opular, había­ lo fu n d id o , p o r decirlo así, en el m olde de la piadosa sum i­ sión y de la obediencia resp etu o sa, re sig n ad a y p asiva; no en c o n tró en sí m ism o, en ese m om ento crítico de su histo ria, la en erg ía y la in d ep en d en cia, ni la pasión n ecesaria para m an ten e r su lib e rta d co n tra la a u to rid a d tra d ic io n a l y b ru ­ ta l de sus in n u m erab les soberanos n o b ilia rio s y p rin cip e s­ cos. E n el p rim er m om ento de entusiasm o, había tom ado, sin duda, u n ím p etu m agnífico. E n ese m om ento, A lem ania


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pareció dem asiado estre ch a p a ra contener el desbordam ien­ to il< gil pasión rev o lu cio n aria. P ero no fu é m ás que un m om ento, y como el efecto p asa je ro y fic tic io de u n a in fla ­ m ación cerebral. P ro n to le fa ltó el a lie n to ; y pesada, sin •lie n to y sin fu erza, se rin d ió sobre sí m ism a; entonces, em briagada de nuevo p o r M elan ch th o n y por L u tero , se «1c jó co n d u cir tran q u ilam en te al redil, bajo el yugo histórlco y salvador de los p rín cip es. I labia ten id o u n sueño de lib e rta d y se d esp e rtó m ás enclava que nunca. D esde entonces, A lem ania se tra n s fo r­ mó en el v erd ad ero cen tro de la reacción en E uro p a. No co n ten ta con p re d ic ar la esclav itu d con su ejem plo, y con en v iar sus p rín cipes, sus p rin cesas y sus diplom áticos para in tro d u c irla y para p ro p a g arla en todos los países de E u ­ ropa, la hizo o b jeto de sus m ás p ro fu n d as in v estig acio n es científicun. Kn todos los dem ás países, la A d m in istració n , tom ada cu lu acepción tnrt* am plia como la o rganización »Ir la exp lo tació n biiroci riticn y lineal ejercid a por el E stad o «obre Inn 11 mm.is popularen, en considerada como un a r te : el ai i<- <lr rm lu alar w los pueblos, de m antenerlos bajo una se­ vera d iscip lin a y tic esquilm arlos siem pre sin h acerles g rita r. ICn A lem ania, cate a rte es enseñado como una ciencia en las u n iv ersid ad es, ciencia que p o d ría ser llam ada teo lo g ía m o­ derna, la teo lo g ía del culto del E stado. E n esa re lig ió n del ab so lu tism o te rre stre , el soberano tom a el pu esto del buen D io s ; los b u ró c ratas son los sacerdotes, y el pueblo, la v íc ­ tim a sac rificad a siem pre en el a lta r del E stad o . Si es v erdad, como es m i firm e convicción, que sólo p o r el in s tin to de la lib ertad , p o r el odio a los opresores, y por el p o d er de reb elarse co n tra todo lo que lleva el c a rác te r de la ex p lo tació n y de la dom inación en el m undo, co n tra toda especie de ex p lo tació n y de despotism o, se m a n ifie sta la d ig n id ad h um ana de las naciones y de los pueblos, es p re ­ ciso co n v en ir que, desde que ex iste u n a nación germ ánica h asta 1848, sólo los cam pesinos de A lem ania h an probado p o r su re v u e lta del siglo X V I que esta nación no es abso­ lu tam en te e x tra ñ a a esa dignidad. Si se quisiese ju zg arla, al co n trario , seg ún los hechos y gestos de su bu rg u esía, d ebería co n sid erárse la como p re d e stin a d a a re a liz a r el ideal de la esc la v itu d v o lu n taria.


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

FRAGMENTO L a revolución, p o r lo dem ás, no es ni v in d icativ a ni san ­ gu in aria. No exige ni la m u erte ni la d ep o rtació n en masa, n i siq u iera in d iv id u al, de esa tu rb a b o n a p a rtista que, arm a­ da de m edios poderosos y m ucho m ejo r o rg a n iz ad a que la R ep ú b lica m ism a, co n sp ira ab iertam en te c o n tra la R ep ú ­ blica, co n tra F ran c ia . No ex ig e m ás que la p risió n de todos los b o n ap a rtista s, por sim p le m edida d e seg u rid a d general, h a sta el fin de la g u erra, y hasta que esos picaros y esas picaras hayan desem buchado las n ueve décim as partes por lo m en o s de las riquezas que han robado a F rancia. D espués de lo cual les p e rm itirá m archarse con to d a lib e rta d a donde qu ieran, d ejan do aún alg u n o s m illares de re n ta a cada uno a fin de que p u ed an a lim e n ta r su v ejez y su vergüenza. Ya lo veis, no sería una m edida de n in g ú n m odo cruel, pero m uy eficaz, ju s ta en el m ás alto grado y ab solutam ente n e­ cesaria desde el p u n to de v ista de la salvación de F ran cia. L a revolución, desde que re v iste el c a rá c te r socialista, cesa de ser sa n g u in a ria y cruel. E l pueblo no es cruel, de n in g ú n m odo, son las clases p riv ileg iad as las que lo son. Se lev an ta en cierto s m om entos fu rio so co n tra todos los engaños, c o n tra todas las vejaciones, co n tra todas las o p re­ siones y to rtu ra s de que es víctim a, y en to n ces se lanza como un to ro en fu recid o , no viendo nada m ás an te sí y rom ­ pien d o todo lo que en c u e n tra a su paso. P ero esos son m o­ m en to s m uy ra ro s y cortos. O rd in ariam en te, es bueno y hum ano. S u fre dem asiado para no padecer con las s u fri­ m ien to s ajenos. A m enudo, ja y !, dem asiado a m enudo, ha serv id o d e in stru m e n to al fu ro r sistem ático de las clases p riv ileg iad as. T o d as esas ideas nacionales, re lig io sas y po­ lític a s por las que v ertió su p ro p ia san g re y la san g re de sus herm anos, los pueblos ex trañ o s, no sirv ie ro n m ás que a los in tere se s de esas clases, y se h an tran sfo rm ad o siem (1) I n c l u i m o s e n e s t e l u g a r las p r i m e r a s p á g i n a s d e la b i f u r c a c i ó n q u e s e h a a d v e r t i d o a n t e r i o r m e n t e , p u e s c o n t i n ú a n el p e n s a m i e n t o d e l a u t o r s o b r e el a s u n t o t r a t a d o e n la p r i m e r a e n t r e g a d e E l im p e r io k n u t o g e r m in ic o . G u i l l a u m » las c o l o c a a n t e s d e las C o n s id e r a c io n e s filo s ó fic a s s o b r e e l fa n ta s m a d iv in o , etc. N o s o t r o s h e m o s j u z g a d o q u e h a l l a n u n p u e s t o m i s c o n v e n i e n t e e n e s t e lugar. ( N o t a del traductor.)


FRAGMENTO

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rr en nueva op resión co n tra él. E n to d as las escenas m lonas de la h isto ria de to d o s los países, en las que las niMNAN populares, e n fu re c id a s h asta el fren esí, se d e s tru ­ ya ion m utuam ente, h a lla ré is siem pre tra s esas m asas agiu<lores y d irec to res que p erten ecen a las clases p riv ileludas: de los o ficiales, de los nobles, de los sacerdotes y r los burgueses. N o está en el pueblo, p u e s; está en los in stin to s, en las p asiones y en las in stitu c io n e s p o lítica s y relig io sas de las clase s p riv ileg iad as, en la Ig le s ia y en el E stado, en su s leyes y en la aplicación despiadada e in icu a de esas ley es: es ahí donde hay que buscar la cru elad y el fu ro r frío , co n cen trad o y sistem áticam en te organizado. H e m o strad o el fu ro r de los b u rg u eses en 1848. L os fu ­ ro res de 1792, 1793 y 1794 fu ero n igualm ente, ex c lu siv a­ m ente, fu ro re s b u rgueses. L as fam osas m atanzas de A viñón (o ctu b re de 1791), que ab rie ro n la era de los asesin ato s p o lítico s en F ran c ia , fu e ro n d irig id a s y tam bién en p a rte ejec u tad as p o r un lado por los sacerdotes y los nobles, y por o tro p o r los b u rg u eses. L as m atanzas de la V endée, ejec u tad as p o r los cam pesinos, fu ero n ig u alm en te m anda­ das p or la reacció n de la nobleza y de la Ig le sia coligadas. Los o rd en ad o res de las m atanzas de septiem bre fu e ro n to ­ dos, sin excepción, b urgueses, y lo que se conoce m enos es que los in iciad o res de la ejecución m ism a, la m ayoría de los asesinos p rin cip a le s, p e rte n ecie ro n ig u alm en te a esa c la ­ se (1). C ollot d ’H erbois, P añ is, el ad o rad o r de R obespierre,

f

S

(1) P a r a d e m o s t r a r l o , c i t o el t e s t i m o n i o d e A . M i c h e l e t : “S u h u b i e s e p o d i d o a s e s i n a r f á c i l m e n t e a los p r e s o s e n s u p r i s i ó n : p er o I « c o s a no h u b io s » p o d id o p r e s e n t a r s e e n to n c e s c o m o un a c to e s p o n tá n e o d e l p u e ­ b lo . E r a p r e c i s o q u e h u b i e s e u n « a p a r i e n c i a d e c a s u a l i d a d ; si h u b i e s e n h e c h o la r u t a u pie, el a z a r h u b i e r a s e r v i d o m á s p r o n t o la i n t e n c i ó n d e los a s e s i n o s ; p e r o p i d i e r o n c o c h e s . L o s v e i n t i c u a t r o p r e s o s s e c o l o c a r o n e n seis c a r r u a j e s ; cko les p r o t e g í a u n p o c o . E r a n e c e s a r i o q u e l o s a s e s i n o s e n c o n t r a s e n m e d i o o d e irritar a los p r e s o s a f u e r z a d e ultrajes, h a s t a q u e p e r d i e s e n la p a c i e n c i a , s e s u b l e v a s e n , o l v i d a n d o el c u i d a d o d e s u s v i d a s y p a r e c i e s e q u e h a b í a n p r o ­ v o c a d o , m e r e c i d o s u d e s g r a c i a ; o b i e n a ú n era p r e c is o ir r ita r a l p u e b lo , s u b le ­ var s u fu r o r c o n tr a lo s p r e s o s ; e s lo q u e s e t r a t ó d e h a c e r p r i m e r o . L a p r o ­ c e s i ó n len t a _ d e los seis c o c h e s t u v o t o d o el c a r á c t e r d e u n a c r u e l e x h i b i c i ó n : “¡ H e l o s a q u í — g r i t a b a n los a s e s i n o s — , h e a q u í a los t r a i d o r e s ! los q u e e n t r e “g a r o n a V e r d u n , los q u e i b a n a d e g o l l a r v u e s t r a s m u j e r e s y v u e s t r o s hijos... ”| V a m o s , a y u d a d n o s , m a t a d l o s ! ”

" E s o n o s e c o n s ig u ió . L a m u lt itu d , e s v e r d a d , a u lla b a a lr e d e d o r , p er o n o o b r a ­ N o s o o b t u v o n i n g ú n r e s u l t a d o a lo l a r g o d e l m u e l l e , ni e n la t r a v e s í a d e l l ' u e n t e N u e v o , ni e n la calle D a u p h i n e . S e l l e g ó a la e n c r u c i j a d a B u c i , c e r c a d e la A b b a y e , s i n h a b e r p o d i d o c a n s a r la p a c i e n c i a d e los p r e s o s , a i d e c id ir a l p u e b lo a p o n e r la m a n o s o b r e e llo s . S e i b a a e n t r a r e n la p r i s i ó n y n o h a b í a t i e m p o q u e p e r d e r . S i s e les m a t a b a s i n q u e la c o s a f u e s e p r e p a r a d a p o r a l g u n a d e m o s t r a c i ó n s e m i p o p u l a r , s e h a r í a v i s i b l e q u e p e r e c e r ía n p o r o r d e n y h e c h o da la a u to rid a d . E n la e n c r u c i j a d a , d o n d e s e h a l l a b a el t e a t r o d e los a l i s t a m i e n t o * ,

ba.


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

C haum ette, B ourdon, F o u q u ie r-T in v ille, esa p e rso n ific a ­ ción de la h ip o cre sía rev o lu cio n aria y de la g u illo tin a, Carrie r, el ah o gador de N antes, toda esa gente fué burguesa. E l Com ité de S alvación P ú b lica, el te rro r calculado, frío, legal, la g u illo tin a m ism a, fu ero n in stitu c io n e s burguesas. E l pueblo no fué sino esp ectad o r y alg u n as veces tam ­ bién, d esg raciadam ente, el que ap lau d ió estú p id am en te esas ex h ib icio n es de la leg alid ad h ip ó c rita y del fu ro r p o lítico de los b u rgueses. D espués de la ejecu ció n de D anton, co­ m enzó a c o n v e rtirse en víctim a. i

* * * L a rev o lu ción jacobina, burguesa, exclusivam ente p o lí­ tica, de 1792 a 1794, debía lleg ar necesariam en te a la h ip o ­ cresía legal y a la solución de todas las d ific u lta d e s y de to d as las cu estio n es p o r el arg u m e n to v icto rio so de la g u i­ llo tin a. h a b í a m u c h o s o b s t á c u l o s , u n a g r a n m u l t i t u d . Allí, los a s e s i n o s , a p r o v e c h á n d o s e d e la c o n f u s i ó n , t o m a r o n s u r e s o l u c i ó n y c o m e n z a r o n a r e p a r t i r s a b l a z o s y l a n ­ z a d a s d e s d e l o s c o c h e s . U n p r e s o q u e t e n í a u n b a s t ó n , s e a p o r i n s t i n t o d e d«'f e n s a , s e a p o r d e s p r e c i o a los m i s e r a b l e s q u e p e g a b a n a g e n t e s d e s a r m a d a s , d l ó a u n o d e ellos u n b a s t o n a z o e n la c a r a . D i ó así el p r e t e x t o q u e s e e s p e r a b a . A l g u n o s f u e r o n m u e r t o s e n los c o c h e s m i s m o s , o t r o s al b a j a r al p a t i o d e ia A b b a y e . . . E s a f u é la p r i m e r a m a t a n z a . . . ’ ’ L o s a s e s i n a t o s c o n t i n u a r o n e n la A b b a y e . <¡ E s c u r i o s o s a b e r q u i é n e s e r a n los asesinos? ’ ’ Los p r i m e r o s , los h e m o s v i s t o ; e r a n f e d e r a d o s xnarselleses, a v l ñ o n e s e s y o t r o s d e l M e d i o d í a , a l o s c u a l e s s e u n i e r o n , si h a y q u e c r e e r a la t r a d i c i ó n , a l g u n o s m u c h a c h o s c a r n i c e r o s , a l g u n a s p e r s o n a s d e r u d o s oficios, j ó v e n e s s o b r e todo, pilluelog y a r o b u s t o s y e n e s t a d o d e h a c e r m a l , a p r e n d i c e s a q u i e n e s se e d u c a c r u e l m e n t e a f u e r z a d e g o l p e s , y q u e e n tal e s d í a s los d e v u e l v e n al p r i ­ m e r l l e g a d o ; h a b í a , e n t r e otros, u n p e q u e ñ o p e l u q u e r o q u e m a t ó a v a r i o s p o r su propia m a n o . ’ ’ P e r o el i n f o r m e q u e s e d i ó m á s t a r d e s o b r e los s e p t e m b r i s t a s , r.o m e n c i o ­ n a b a ni u n a ni o t r a d e e s t a s d o s clases, ni los s o l d a d o s d e l M e d i o d í a , ni l a t u r b a p o p u l a r q u e , s i n d u d a , h a b i e n d o p a s a d o el t i e m p o , y a n o p u d o encontrarse. D e s i g n a sólo g e n t e s establecidas sobre q u i e n e s p o d í a echarse m a n o , e n total c i n c u e n t a y t res p e r s o n a s d e la v e c i n d a d , c a s i t o d o s c o m e r c i a n t e s d e la calle S a i n t e - M a r g a r i t e y d e l a s calles v e c i n a s a ésta. P e r t e n e c e n a t o d a s las p r o f e ­ s i o n e s ; relojeros, c a f e t e r o s , s a l c h i c h e r o s , fruteros, z a p a t e r o s , c o f r e r o s , p a n a d e r o s , etcétera. N o h a y m á s q u e u n solo carnicero establecido. H a y v a r i o s sastres, e n t r e ellos d o s a l e m a n e s o tal v e z a l s a c i a n o s . ”S i s e c r e e e s a i n f o r m a c i ó n , tal g e n t e s e h a b r í a a l a b a d o , 1 1 0 s ó l o d e h a b e r m a t a d o u n g r a n n ú m e r o d e presos, sino d e h a b e r ejercido e s p a n t o s a s a t r o c idades e n los c a d á v e r e s . ’ ’ ¿ E s t o s c o m e r c i a n t e s d e los a l r e d e d o r e s d e la A b b a y e , v e c i n o s d e los F r a n ­ ciscanos, d e M a r a t , y sin d u d a s u s lectores habituales, ¿ er a n u n a s e lección de m a r a t i s t a s q u e la C o m u n a l l a m ó p a r a c o m p r o m e t e r a la G u a r d i a N a c i o n a l e n la m a t a n z a , c u b r i r l a c o n el u n i f o r m a b u r g u é s , i m p e d i r q u e la g r a n m a s a d e la G u a r d i a N a c i o n a l i n t e r v i n i e s e p a r a d e t e n e r la e f u s i ó n d e s a n g r e ? N o e s i n v e ­ ro s í m i l .


fragm ento

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tío para e x tirp a r la reacción se cree su ficien te atac ar 11 estaciones sin to c a r su raíz y las causas que la en siem pre de nuevo, se lleg a forzosam ente a la nede m atar m ucha gente, de ex term in ar, con o sin legales, m uchos reaccionarios. S ucede fatalm en te es que, d espués de haber m atado m ucho, los revolurio s se ven llevados a esa m elancólica convicción de no h an ganado nada, n i dado un solo paso siq u iera en .vor de su cau sa; que, al co n trario , la h an p erju d ic ad o y que h an p rep arad o con su s p ro p ias m anos el triu n fo de la reacción. Y esto p o r una doble ra zó n : la p rim era es que habiendo sido re sp etad as las causas de la reacción, ésta se rep ro d u ce y se m u ltip lic a bajo form as n u ev as; y la segunda es que la m atanza, el asesinato, acaban por in d ig n a r siem pre lo que h ay de hum ano en los hom bres y p o r hacer volver p ro n to el sen tim ie n to p o p u lar de p arte de las víctim as. La rev o lu ció n de 1793, dígase lo que se quiera, no era ni so cialista ni m a te ria lista , o, p a ra servirm e de la expre” S in e m b a r g o , o o e s a b s o lu ta m e n te n e c e s a r io r e c u r rir a e s ta h i p ó t e s is . D e c l a ­ raron ellos m i s m o s , e n el i n f o r m e , q u e los p r e s o s les i n s u l t a b a n , les p r o v o c a b a n t o d o s los prusianos

d i a s a t r a v é s d e las rejas, q u e les a m e n a z a b a n y c o n los c a s t i g o s q u e les e s p e r a b a n .

con

la

llegada

de

los

" L o m á s c r u e l y a s e e x p e r im e n t a b a : era la c e s a c ió n d e l c o m e r c io en a b s o lu to , la s q u ie b r a s , e l c ie r r e d e lo s n e g o c io s , ¡a r u in a y e l h a m b r e , Ja m u e r te d e París'. E l o b r e r o s o p o r t a a m e n u d o m e j o r el h a m b r e q u e el c o m e r c i a n t e la q u i e b r a . E s o se d e b e a m u c h a s causas, a u n a p r i n c i p a l m e n t e q u e n o h a y q u e o l v i d a r : es q u e e n F r a n c i a n o es u n a s i m p l e d e s g r a c i a ( c o m o e n I n g l a t e r r a o e n A m é r i c a ) , s i n o la p é r d i d a d e l h o n o r ( * ) H a c e r h o n o r a s u s n e g o c io s r e s u n p r o v e r b i o f r a n c é s q u e só l o existe e n F r a n c i a . E l c o m e r c i a n t e e n q u i e b r a , aquí, se v u e l v e m u y feroz.

’ ’E s a g e n te h a b ía e sp e r a d o tr e s a ñ o s q u e la r e v o lu c ió n te r m in a s e ; h a b ía c r e íd o p or un m o m e n to q u e e l r e y la a c a b a r ía a p o y á n d o s e e n L a f a y e t t e . ¿ Q u i é n l o h a ­ bía

impedido

sino

los

cortesanos,

los

sacerdotes

que

se

tenían

en

la

Abbaye?

" N o s h a n p e r d id o y s e h a n p e r d id o — d e c ía n e s o s m e r c a d e r e s fu r io s o s — ; q u e " m u e r a n a h o r a ". " N a d ie d u d a q u e e l p á n ic o h a y a i n flu id o m u c h o en s u fu r o r . L a a la rm a Ie s tu r b a b a e l e s p ír it u [ c o m o h o y los c a n t o s p a t r i ó t i c o s c o n q u e l l e n a n l a s calles l o s o b r e r o s d e L y o n y d e M a r s e l l a , i m p i d e n d o r m i r a los t e n d e r o s ] , el c a ñ ó n q u e s e d i s p a r a b a les p r o d u c í a el e f e c t o d e l c a ñ ó n d e l o s p r u s i a n o s . A r r u i n a d o s , d e s e s p e r a d o s , e b r i o s d e r a b i a y d e m i e d o , s e l a n z a r o n s o b r e el e n e m i g o , al m e ­ n o s s o b r e a q u e l q u e s e e n c o n t r a b a a s u a l c a n c e , d e s a r m a d o , p o c o difícil d e v e n c e r , y q u e p o d í a n m a t a r a c a p r i c h o , c a s i s i n salir d e c a s a ”. S e d i r í a q u e M i c h c l e t h a e s c r i t o e s t a s p á g i n a s d e s p u é s d e h a b e r s i d o t e s t i g o d e las j o r n a d a s d e j u n i o y d e las h o r r i b l e s m a t a n z a s r e a l i z a d a s f r í a m e n t e p o r los b u r g u e s e s d e Paría, s o b r e o b r e r o s d e s a r m a d o s , d u r a n t e los d í a s q u e s i g u i e r o n . (Bakunin.)

(*) M i c h e l e t s e e n g a ñ a ; n o e s la p érd id a d el h on or lo q ue in q u ieta a l t e n ­ d e ro, s i n o la p é r d i d a d e l c r é d i t o y la l e s i ó n d e s u v a n i d a d b u r g u e s a . E l t e n d e r o s e a t i e n e t a n p o c o a s u honor, que no q u iere nada m ejo r que fa lta r a s u s c o m ­ p r o m i s o s , *i p u e d e h a c e r l o g a n a n d o y n o p e r d i e n d o . E n c u a n t o a s u h o n o r , se m a n i f i e s t a c o m p l e t a m e n t e e n los f a l s o s p e s o s y e n la f a l s a m e d i d a , t a n t o c o m o « n la a d u l t e r a c i ó n d e s u i m e r c a d e r í a s . ( B a k u n i n . )


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OBRAS D E MIGUEL B A K U N IN

sión p re su n tu o sa del señ o r G am betta, no fué de n in g ú n m odo p o sitiv ista . F u é esencialm ente bu rg u esa, jacobina, m etafísica, p o lític a e id ealista. G enerosa e in fin ita m e n te am p lia en su s aspiraciones, había q u erid o una cosa im posi­ b le : el estab lecim ien to de una ig u ald ad ideal, en el seno m ism o de la d esig u ald ad m aterial. A l co nservar como b a­ ses secretas to d as las co n d icio n es de la d esig u ald ad econó­ m ica, había p odido creer po d er re u n ir y envolver a todos lo s hom bres en un inm enso sen tim ie n to de ig u ald ad fra te r­ nal, hum ana, in te le c tu a l, m oral, p o lítica y social. E ste fué su sueño, su relig ió n , m an ife sta d o s por el en tusiasm o y los acto s g ran d io sam en te h ero ico s de sus m ejores, de sus m ás gran d es re p re se n ta n te s. P e ro la re alizació n de ese sueño era im posible, porque era c o n tra rio a to d as las leyes n a tu ­ ra le s y sociales.


LA COMUNA DE PARÍS Y LA NOCIÓN DE ESTADO (Locarno, del 5 al 23 d e junio de 1871)



LA C O M U N A D E P A R IS Y LA NOCION DE ESTADO « E sta obra, como todos lo s escritos, poco num erosos, que publiqué hasta aquí, nació de los acontecim ientos. E s con­ tin u ació n n a tu ra l de las C artas a un fra n cés (sep tiem b re «le 1870), en las cuales tuve el fácil y tris te h o n o r de p rever y prcdccii l a a h o rrib les d esg racias que h ieren hoy a F ran < tu. y con ella n to d o el m undo civ ilizad o ; d esg racias con­ fia lúa ouo no había ni queda «hora más que un rem edio: la re v o lu c ió n moqímI,

P ro b ar esta verd ad, en lo sucesivo incontestable, por el desen v o lv im ien to h istó ric o de la sociedad y p o r los hechos que se d esa rro llan an te n u e stro s ojos en E u ro p a, de m odo que sea acep tad a p o r to d o s los hom bres de buena fe, p o r todos los in v estig ad o re s sin cero s de la verdad, y luego ex ­ p o n er fran cam en te, sin re tic en cias, sin equívocos, los p rin ­ cip io s filo só fico s ta n to com o los fines p rá ctico s que cons­ titu y e n , p or d ecirlo así, el alm a activa, la base y el fin de lo que llam am os la revolución social, ta l es el o bjeto del p re sen te trab ajo . La tare a que me he im puesto no es fácil, lo sé, y se m e p o d ría acu sar de p resu n ció n si ap o rta se a este tra b a jo la m enor p re te n sió n p ersonal. P e ro no hay ta l cosa, puedo a se g u rarlo al lecto r. N o soy ni u n sabio ni un filósofo, n i siq u iera u n e s c rito r de oficio. E sc rib í m uy poco en m i vida y no lo h ice n u n ca sino en caso de necesidad, por decirlo así, y so lam en te cuando una convicción apasionada m e fo r­ zaba a v en cer m i re p u g n an cia in s tin tiv a c o n tra to d a ex h ib i­ ción de m i p ro p io yo en público. (1)

Conservamos

b u lo

para

por

Eliaco

la

si

seg u n d a

Reclus,

qu«

presente

e n tr e g a

de

fragmento,

El

im p e r io

cuyo

titulo

o r i g i n a r i o e a : P r e im «1 n o m b r e d a d o 1878. ( N o t a d e l t r a d u c t o r . )

k a u t o g e r m i n ic o ,

lo p u b l i c ó p o r p r i m e r a r e a * n


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OBRAS D E MIGUEL B A K U N IN

¿Q ué soy yo y qué m e im pulsa ah o ra a p u b licar este trab a jo ? Soy un buscador apasionado de la verdad y un enem igo no m enos en carnizado de las ficciones p e rju d ic ia ­ les de que el p a rtid o d el orden, ese re p re se n ta n te o ficial, p riv ileg iad o e in teresad o de to d as las ig n o m in ias religiosas, m etafísicas, p o líticas, ju ríd ic a s, económ icas y sociales, p re ­ sen tes y pasadas, p re te n d e servirse hoy todavía para em ­ b ru te c e r y esclav izar al m undo. Soy un am ante fan ático de la libertad, co n sid erán d o la com o el único m edio en cuyo seno pueden d e sa rro llarse y crecer la in telig en cia, la d ig n id ad y la d ich a de los hom bres; no de esa lib e rta d fo r­ m al, o torgada, m edida y reg la m en tad a por el E stado, m en­ tira etern a y que en re a lid a d no re p re se n ta n u n ca nada m ás que el p riv ile g io de unos pocos fundado sobre la escla­ v itu d de to d o el m u n d o ; no de esa lib e rta d in d iv id u a lista, egoísta, m ezquina y fic tic ia , p reg o n ad a p o r la escuela de J . J . R ousseau, así como por todas las dem ás escuelas del lib eralism o b u rg u és, que co n sid eran el llam ado derecho de todos, re p resen ta d o p o r el E stad o , com o el lím ite del d e re ­ cho de cada uno, lo cual lleva necesariam en te y siem pre a la red u cció n del derecho de cada uno a cero. No, yo e n tie n ­ do p o r ella la ún ica lib ertad que sea v erd ad eram en te d igna de este nom bre, la lib e rta d que co n siste en el pleno desen­ v o lvim iento de to d as las p o ten cias m ateriales, in telectu ale s y m orales que se e n c u en tran en estado de fa cu ltad es la­ te n te s en cada u n o ; la lib e rta d que no reconoce o tras re s­ tricc io n e s que las que nos tra z a n las leyes de n u e s tra p ro p ia n a tu ra le z a ; de su e rte que, hablando p ropiam ente, no tien e restriccio n es, p u esto que esas leyes no nos son im puestas por un leg islad o r de afu era , que resid e sea al lado, sea por encim a de n o so tro s; nos son inm anentes, in h ere n tes, cons­ titu y e n la base de todo n u e stro ser, ta n to m ateria l como in te le c tu a l y m o ral; en lu g a r de ver en ellas un lím ite, de­ bem os co n sid erarlas como las condiciones reales y como la razón efectiv a de n u e stra lib ertad . Me re fie ro a esa lib e rta d de cada uno que, lejo s de d ete­ n erse como a n te un lím ite fre n te a la lib e rta d de otro, en cu en tra, al co n tra rio , a llí su confirm ación y su ex ten sió n h asta lo in fin ito ; la lib e rta d ilim itad a de cada uno por la lib e rta d de todos, la lib e rta d p o r la so lid arid ad , la lib ertad en la ig u a ld a d ; la lib e rta d triu n fa n te sobre el p rin c ip io de


l.A C O M U N A D E P A R I S Y L A N O C I O N D E L E S T A D O 157

l.t fuerza b ru tal y el p rin c ip io de autoridad, que no fué nunca más que la ex p resió n ideal de esa fu e rz a ; la lib e r­ t a d (pie, después de haber d errib ad o todos los ídolos celesten y te rre stre s, fu n d a rá y o rg an izará u n m undo nuevo, el «ir l a hum anidad so lid aria, sobre la ruina de todas las Igle«ias y de to d o s los E stados. Soy un p a rtid a rio convencido de la igualdad económ ica y social, porque sé que, fu e ra de esa ig ualdad, la lib ertad , 1« ju stic ia , la d ig n id ad hum ana, la m oralidad y el b ien estar de los individuos, lo m ism o que la p ro sp e rid ad de las n a­ ciones, n unca serán m ás que o tra s ta n ta s m entiras. P ero, p artid a rio in condicional de la lib ertad , esa condición p r i­ m ordial de la hum anidad, pienso que la ig u ald ad debe e sta ­ blecerse en el m undo p o r la org an izació n espontánea del trubujo y de la pro p ied ad colectiva de las asociaciones p ro ­ ductora» lib rem ente organizada» y federadas en las comuiifiw, y por l a feriente ión tam bién espontánea de las com unas, p eto no poi l.i tic« iión suprem a y tu te la r del E stado. Katc rtt el punto que divide p rin cip a lm en te a los so cialis­ t a , o colre.t ivistas revolucionarios, de los com unistas autonutrloM, (pie d efien d en la in iciativ a ab so lu ta del E stado. S u fin e i el m isino; un p artid o y el otro q u iere n igualm ente l.i creació n de un orden social nuevo, fundado ex clu siv a­ m ente sobre la org an izació n del trab a jo colectivo in e v ita ­ blem ente im puesto a cada uno y a to d o s por la fu e rza m is­ ma de las cosas, en condiciones económ icas ig u ales para todos, y sobre la ap ro p iació n colectiva de los in stru m en to s de trabajo. A h o ra b ie n ; los com unistas se im aginan que pod rán lle ­ g ar a eso p o r el desenvolvim iento y por la organización de la p o ten cia p o lítica de las clases obreras, y p rin cip a lm en te del p ro le ta ria d o de las ciudades, con ayuda del radicalism o bu rg u és, m ien tras que los so cialistas revolucionarios, e n e­ m igos de to d a ligazón y de toda alianza equívocas, p iensan al co n tra rio , que no pueden lleg ar a ese fin m ás que p o r el d esen v o lv im iento y por la o rganización de la po ten cia no p o lítica, sino social, y p o r co n sig u ien te an tip o lític a , de las m asas obreras, ta n to de las ciudades como de los cam pos, co m p ren d id o s en ellas los hom bres de buena v o lu n tad de las clases su p e rio re s que, rom piendo con todo su pasado, quie-


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OBRAS DE MIGUEL BA K U N IN

ra n re u n irse fran cam en te a ella* y a c e p ta r ín te g ra m e n te su program a. H e ah í dos m étodos d ife re n te s. Los com unistas creen de­ b er o rg a n iz ar las fu erzas obreras para p o sesionarse de la p o ten cia p o lítica de los E s ta d o s; los so cialistas rev o lu cio ­ n a rio s se o rg a n iz an ten ien d o en cu en ta la d estru cció n , o, si se qu iere un a p alabra m ás cortés, ten ien d o en cu e n ta la liq u id ació n de los E stad o s. L os com unistas son p a rtid a rio s del p rin c ip io y de la p rá c tic a de la a u to rid a d ; los so cialis­ tas rev o lu cio n ario s sólo tie n e n co n fian za en la lib ertad . P a rtid a rio s u nos y o tro s de la ciencia que debe m atar la fe, los p rim ero s q u isieran im p o n erla; los o tro s se esfo rzarán p o r p ro p ag arla, a fin de que los g ru p o s hum anos, conven­ cidos, se o rg a n ic en y se fed eren espontáneam ente, lib re ­ m en te, de abajo a rrib a : p o r su m ovim iento propio, y con­ form e a sus in te re se s reales, pero n u n ca según u n plan tr a ­ zado de antem ano e im p u esto a las masas ig n o ra n tes por alg u n as in te lig e n c ia s su p erio res. L os so cialistas re v o lu cio n ario s pien san que h ay m ucha m ás razón p rá c tic a y e sp íritu en las asp iracio n es in s tin ti­ vas y en las n ecesidades re ales de las m asas populares, que en la in te lig e n c ia p ro fu n d a de todos esos d o cto res y tu to ­ res de la h u m anidad que, a ta n ta s te n ta tiv a s fru stra d a s para h acerla feliz, p re te n d e n a ñ a d ir todavía sus esfuerzos. Los so cialistas rev o lu cio n ario s piensan, al co n tra rio , que la h u ­ m an id ad se d ejó gobernar b astan te tiem po, dem asiado tiem po, y que la fu e n te de sus desg racias no resid e en tal o cual form a de gobierno, sino en el p rin c ip io y en el hecho del gobierno, cu alq u iera que sea. E s ta es, en fin , la co n tra d icció n y a h istó ric a que ex iste e n tre el com unism o cien tífica m en te d esa rro llad o p o r la es­ cuela alem ana y aceptado en p a rte p o r los so cialistas am e­ rican o s e ingleses, por u n lado, y p o r o tro el proudhonism o am pliam ente d esenvuelto y llevado h asta sus ú ltim as con­ secuencias, aceptado por el p ro leta riad o de los países la ­ tin o s (1). E l socialism o rev o lu cio n ario acaba de in te n ta r una p r i­ m era m an ife sta ció n b rilla n te y p rá c tic a en la C omuna de P arís. (1) E s i g u a l m e n t e a ce p ta d o y lo s e rá cad a ve* m á s c i a l m e n t e a n t i p o l í t i c o de lo« p u e b l o s , e slav o s. ( B a k u n i n . )

por

«1

in s tin to ese n ­


L A C O M U N A D E P A R I S Y L A N O C I O N D E L E S T A D O 159

Soy un p a rtid a rio de la C om una de P arís, que, p o r haber nido ap lastad a, sofocada en sangre por los v e rd u g o s de la icacción m o n árq uica y clerical, no p o r eso h a dejado de hacerse m ás vivaz, m ás poderosa en la im aginación y en el corazón d el p ro leta riad o de E u ro p a ; soy p a rtid a rio de ella m ayorm ente porque ha sido una negación audaz, bien p ro ­ nunciada, d el E stado. lía un hecho h istó ric o inm enso el que esa negación del E stad o se haya m a n ife sta d o precisam ente en F ran cia, que ha «ido h a sta aquí el país p o r excelencia de la c e n tra liz a ­ ción p o lítica, y que sea precisam ente P arís, la cabeza y el cread o r h istó rico de esa g ran civilización francesa, el que haya tom ado la in iciativ a. P arís, que abdica su corona y proclam a con entusiasm o su p ro p ia decadencia para dar la lib ertad y la vida a F ran c ia , a E uropa, al m undo e n te ro ; P arís, «pie afirm a de nuevo su potencia h istó rica de in icia­ tiva itI tn o stiai a todos Ion pueblos esclavos (¿ y cuáles son liin masa* populare* míe 110 son esclavas?) el único cam ino «Ir c m . u i c I pación y «Ir salv ació n ; P arís, que da u n golpe n>oi tul h l«im trad icio n es p o líticas del radicalism o bu rg u és y 111 iM ha*r 1 ral al socialism o rev o lu c io n ario ; P arís, que nn it i c d r nuevo las m aldiciones de to d as las gen tes re ac­ c io n a d a s de F ran cia y de E u ro p a ; P arís, que se envuelve rn mis ru in a s para d ar un solem ne m en tís a la reacción tr iu n f a n te ; que salva con su d esastre el h o n o r y el p o rv e n ir de F ran c ia y d em uestra a la h um anidad consolada que si la vida, la in telig en cia, la fu e rza m oral se h an re tira d o de las clases su p erio res, se conservaron en érg icas y llenas de p o rv en ir en el p ro le ta ria d o ; P arís, que in au g u ra la era nueva, la de la em ancipación d e fin itiv a y com pleta de las m asas p o p u lares y de su so lid arid ad en lo sucesivo com ple­ tam ente real, a trav és y a p esar de las fro n te ra s de los lis ta d o s ; P arís, que m ata el p atrio tism o y fu n d a sobre sus ru in as la re lig ió n de la h u m an id ad ; P arís, que se proclam a h u m an itario y ateo y reem plaza las ficciones divinas por las gran d es re alid ad es de la vida social y la fe en la cien c ia; las m e n tira s y las in iq u id ad es de la m oral relig io sa, política y ju ríd ic a p o r los p rin cip io s de la lib ertad , de la ju s ­ ticia, de la ig u ald ad y de la fra te rn id a d , estos fundam entos etern o s de to d a m oral h u m an a; P a rís heroico, racio n al y crey en te, que co n firm a su fe en é rg ica en los d estin o s de


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OBRAS DE MIGUEL BAKU NIN

la h u m anidad p o r su caída gloriosa, por su m uerte, y que la tran sm ite m ucho m ás en érg ica y v iv ien te a las gen eracio ­ n es v en id eras; P arís, inundado en la san g re de sus h ijo s m ás generosos, es la h u m anidad c ru c ific a d a p o r la reacción in tern a cio n al coligada de E uropa, bajo la in sp iració n in ­ m ed iata de to d as las Ig le sia s cristia n a s y del g ran sacerdo­ te de la in iq u id a d , el P a p a ; pero la próxim a revolución in ­ tern a cio n al y so lid aria de los pueblos será la re su rrec ció n de P arís. T a l es el v erd ad ero sen tid o y ta le s las consecuencias b ie n ­ h ech o ras e inm ensas de los dos m eses m em orables de la ex isten c ia y de la caída im perecedera de la C om una de P arís. L a C om una de P a rís ha durado dem asiado poco tiem po y h a sido dem asiado o b staculizada en su desenvolvim iento in te rio r p o r la lucha m o rtal que debió so ste n e r co n tra la reacción de V ersalles, p ara que h ay a podido, no digo a p li­ car, sino elaborar teó ricam en te su p ro g ram a socialista. A dem ás — es preciso reconocerlo—, la m ayoría de los m iem ­ bro s de la Com una no eran so cialistas p ro p iam en te y, si se m o straro n tales, es que fu e ro n a rra stra d o s invenciblem ente p o r la fu e rza irre sistib le de las cosas, por la n atu ra leza de su am biente, p o r las necesidades de su posición y no p o r su convicción íntim a. Los socialistas, a la cabeza de los cuales se coloca n atu ra lm e n te n u estro am igo V a rlin , no form aban en la C om una m ás que una m in o ría ín fim a ; a lo sum o no eran m ás que unos catorce o quince m iem bros. E l resto estaba com puesto por jacobinos. P ero , entendám o­ nos, hay jacobinos y jacobinos. E x iste n los jacobinos abo­ gados y d o ctrin ario s, como el señor G am betta, cuyo re p u ­ b licanism o p o sitiv ista (1), p resu n tu o so , despótico y fo r­ m alista, habiendo re p u d ia d o la a n tig u a fe re v o lu cio n aria y no habiendo conservado del jacobinism o m ás que el culto de la u n id ad y de la au to rid a d , en tre g ó la F ra n c ia p opular a los p ru sian o s y m ás ta rd e a la reacció n in te r io r ; y existen los jacobinos fran cam en te revolucionarios, los héroes, los ú ltim o s re p re se n ta n te s sinceros de la fe dem ocrática de 1793, capaces de sa c rific a r su u n id ad y su a u to rid a d bien am adas a las necesidades de la revolución, a n te s que doble(1 )

V er su ca r ta a L ittr é çrç L e P r o g r è s , d e L y o n . (B a k u n in .}


\J\ C O M U N A D E P A R I S Y L A N O C I O N D E L E S T A D O 161

t*r mu conciencia a n te la in so len cia de la reacción. E sto s •Coblnos m agnánim os, a la cabeza de los cuales se coloca imtu raím ente D elescluze, un alm a grande y u n g ran caráct* i. <|uicren el triunrfo de la revolución an te to d o ; y como m. Ii.iy revolución sin masas populares, y com o esas m asas tlm irn em in en tem en te hoy el in s tin to so cialista y no pue­ ril u y» hacer o tra revolución que una revolución económ ica V «orial, los jacobinos de buena fe, dejándose a rra s tra r cada v r/ más p or la ló g ica del m ovim iento revolucionario, aca­ barán por co n v e rtirse en so cialistas a su pesar. Tul fue p recisam ente la situ ació n de los jacobinos que I orinaron p arte de la Com una de P arís. D elescluze y mu« lio» o tro s con 61 firm aro n proclam as y p ro g ram as cuyo n ip u itu g eneral y cuyas prom esas eran positivam ente so(’itrilutiiH P ero rom o, a penar de to d a hu buena fe y de toda un bitrna v oluntad, no c a o mrtrt que Hocialistas m ucho más ni ia«ti lirio« r »<tt i iornu'ute que In terio rm en te convencidos; i itioii ñu tu v in o n tiem po ni capacidad para vencer y s u p ri­ mo r n » \ o i i ho 10 4 una maüa (ir prejuicio* b u rgueses que i «IfiImoi . o i iint i ado i lAn ron mu n o c í . diurno reciente, se comp i' iid» ipn paiali/ario* por coa lucha in te rio r, no p u d ieran •mili m im a de laM generaIidades, ni tom ar u n a de esas me* rilriitn di c iiiv n i que hubiesen ro to para siem pre su s o lid a ri­ dad y num relacionen con el m undo burgués. I'iié una g ran d esg racia para la C om una y para ello s; quedaron p aralizad o s y p aralizaro n la C om una; p ero no *r l< :i puede re p ro ch a r como u n a falta. L os hom bres no se II auid o i m an dr un (lía a otro y no cam bian de n atu ra leza oí 1 11 hábitos a voluntad. H an probado su sin cerid a d har.lénriour m atar por la Com una. ¿ Q u ié n se atre v erá a p e d ir­ le* iná*? :-"o tan to mas excusables cuanto que el pueblo de P a rís míMino, bajo la in flu e n c ia del cual h an pensado y obrado, era m ucho m ás so cialista p o r in stin to que p o r idea o con­ vicción reflex iv a. T o d as sus asp iracio n es son en el m ás alto grado y ex clu sivam ente so cialistas; pero sus ideas o m ás b ien tuis re p resen ta cio n es tra d ic io n a le s están to d av ía bien Ir jos de haber llegado a esta a ltu ra . H a y todavía m uchos p re ju ic io s jacobinos, m uchas im aginaciones d ic ta to ria le s y gubern am en tales en el p ro le ta ria d o de las gran d es ciudades de K iancia y au n en el de P arís. E l cu lto a la au to rid a d ,

Í

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»n i/,- Uakunin, • 11

U


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

p ro d u c to fa ta l de la a u to rid a d religiosa, esa fu e n te h is tó ri­ ca de to d as las desgracias, de todas las depravaciones y de to d as las servidum bres populares, no ha sido d esa rraig a d o aú n com pletam ente de su seno. E sto es ta n cierto que h a sta los h ijo s m ás in te lig e n te s del pueblo, los so cialistas m ás convencidos, no han llegado aú n a lib e rta rse de una m anera com pleta de ella. In v e stig a d en su conciencia y en c o n tra ­ ré is al jacobino, al gub ern am en talista, rechazado h acia a l­ gú n rin có n m uy oscuro, con asp ecto m uy hum ilde, es v e r­ dad, p ero no en teram en te m uerto. P o r o tra parte, la situ ació n del pequeño núm ero de los so cialistas convencidos que han co n stitu id o p a rte de la C o­ m una era excesivam ente d ifícil. No sin tién d o se su fic ie n te ­ m ente sosten id o s por la g ra n m asa de la población p a ri­ siense, no abrazando apenas sino unos m illares de in d iv i­ duos, m uy im p erfe cta aú n la o rg an izació n de la A sociación In te rn a c io n a l, debieron so sten er u n a lu ch a d ia ria c o n tra la m ay oría jacobina. ¡Y en m edio de qué c irc u n sta n cias! L es fué necesario d ar tra b a jo y pan a algunos cen ten ares de m illares de obreros, o rganizarlos, arm arlo s y v ig ila r al m ism o tiem po las m aquinaciones reaccio n arias en u n a ciu ­ dad inm ensa como P a rís, asediada, am enazada por el ham ­ bre, y e n tre g ad a a to d as las sucias em presas de la reacción que había podido establecerse y que se m an ten ía en V ersalles, con e l p erm iso y por la gracia de los prusianos. L es fué n ecesario oponer u n gobierno y un ejé rc ito revolucio­ n ario s al gobierno y al e jé rc ito de V ersalles, es decir, que para com batir la reacción m onárquica y clerical debieron, olvidando y sacrifican d o las p rim era s condiciones del so­ cialism o rev o lu cio n ario , o rg a n iz arse en reacción jacobina. ¿N o es n a tu ra l que, en m edio de c irc u n sta n cias sem ejan­ tes, los jacobinos, que eran los m ás fu e rtes, pu esto que co n stitu ía n la m ay o ría en la C om una y que adem ás poseían en un grado in fin ita m e n te su p e rio r el in s tin to p olítico, la tra d ic ió n y la p rá ctica de la org an izació n gubernam ental, hayan ten id o inm ensas v en taja s sobre los so cialistas? De lo que hay que asom brarse es de que no hay an aprovechado m ucho m ás de lo que lo hicieron, de que no hayan dado a la sublevación de P a rís un c a rác te r exclusivam ente jaco b i­ no, y de que se hayan dejado a rra s tra r, al co n trario , a una rev o lu ción social.


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fU- (|tic m uchos socialistas, m uy consecuentes en su teo<Im. rep ro ch an a n u e stro s am igos de P a rís el no haberse m inlrm lo su ficien te m e n te so cialistas en su p rá ctica revolu<I.tiMii.i, m ien tras que todos los lad ra d o res de la p rensa m.i los acusan, al contrario, de h ab e r seguido dem a­ s i a d o íielm en te el p rogram a del socialism o. D ejem os por el m om ento a un lad o a los innobles d elato res de esa prenhn ; haré observar a los teó rico s severos de la em ancipación ilrl p ro leta riad o que son in ju s to s con n u estro s herm anos do P a rís ; porque, e n tre las te o ría s m ás ju sta s y su práctW .1 , Imy una d istan cia inm ensa que no se franquea en algun o n d i n » . I '.l que ha te n id o la dicha de conocer a V arlin , por e j e m p l o , pina no nom brar sino a aquel cuya m uerte es ciertn, m«Im luiuiti «pié p u n to han «ido apasionadas, reflex iv as y olhidIum « ti él y e n sus am ibos la« convicciones socialis■i 1 1 ni Inania m cuyo Crio urd ien te, cuya abnegación y I t ii Mi t i I» ii<> I i i i i i p o d i d o Me i nunca puestas en duda por ñ a ­ dí» «fu I. . « ipil« n» 1« « l i a y u t i Mcercado. l*ero precisam ente p o 111111 «Miiit l i o n i l i r e i » d e luienn lo, entuban llenos de descon­ fían t u ni t u l n u t OM e n presencia de la obra inm ensa a que Imliiiiii d e lic a d o Hit p ensam iento y su v id a: jse co n sid era­ ban tan pequeílosl T en ían , por lo dem ás, la convicción de •p i e rn la revolución social, d iam etralm en te o p uesta —en u i o rum o m t o d o l o dem ás— a la revolución po lítica, la «eclón d e los in d iv id u o s debe ser casi n u la y la acción es­ p o n t a n e a d e las m asas debe serlo todo. C uanto los in d iv i­ d u o » p u e d e n hacer, es elaborar, ac la ra r y p ro p a g ar las ideas «pie co rresp o n d en al in stin to p o p u lar y adem ás co n trib u ir r o n m i * esfuerzo» in cesantes a la o rganización re v o lu cio n a­ ria de l a potencia n a tu ra l de las m asas, pero nada m ás; y el r e n t o no puede ni debe hacerse sino p o r el pueblo m ismo. De o t r o m o d o , se l l e g a r í a a la d ictad u ra política, es decir, a l a re c o n stitu c ió n del E stado, de los p riv ileg io s, de las desig u aldad es, de to das las o p resio n es del E stado, y se lle ­ g a r í a por un cam ino desviado, pero lógico, al restablecitnlento de la esc la v itu d po lítica, social, económ ica de las m«MB populares. V ailin y sus am igos, como to d o s los so cialistas sinceros, y e n g en eral com o todos los tra b a ja d o re s nacidos y ed u c a­ dos rn el pueblo, co m partían en el m ás alto grado esa p re ­ v e n c i ó n p erfectam en te leg ítim a c o n tra la in iciativ a c o n ti­

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OBRAS DE MIGUEL BA K U N IN

n u a de los m ism os individuos, c o n tra la dom inación e je r­ cida p or las in d iv id u a lid a d es su p e rio re s: y como an te todo eran ju sto s, d irig ía n tam bién esa prevención, esa descon­ fianza, c o n tra sí m ism os m ás que c o n tra to d as las o tras personas. C o n traria m e n te a ese pensam iento de los com unistas a u ­ to rita rio s , seg ú n m i opinión com pletam ente erróneo, de que u n a rev o lu ción social puede ser d e t.e ta d a y o rg an izad a sea p o r un a d ictad u ra, sea p o r una asam blea co n stitu y e n te sa­ lid a de u na revolución po lítica, n u estro s am igos, los socia­ lista s de P a rís, han pensado que no podía ser hecha y llev a­ da a su pleno desenvolvim iento m ás que p o r la acción es­ p o n tán ea y co n tin u a de las m asas, de los g ru p o s y de las asociaciones populares. N u e stro s am igos de P a rís h an ten id o m il veces razón. P o rq u e, en efecto, p o r g enial que sea, ¿cu ál es la cabeza, o si se q u iere h ab lar de u n a d ic ta d u ra colectiva, aunque es­ tu v iese fo rm ada p o r varios ce n te n are s de in d iv id u o s d o ta­ dos de fa c u lta d e s su p erio res, cuáles son los cerebros, p o r p o ten tes que sean, b astan te am plios p o r ab arcar la in fin ita m u ltip lic id a d y d iv ersid ad de los in tere se s reales, de las asp iracio n es, de las v oluntades, de las necesidades cuya sum a c o n stitu y e la v o lu n tad colectiva de u n pueblo, y para in v en tar una org an izació n social capaz de s a tisfa c e r a todo el m undo? E sa org an izació n n u n ca será m ás que un lecho de P ro cu sto sobre el cual la v iolencia m ás o m enos m arcada del E stad o fo rzará a la d esg raciad a sociedad a ex ten d erse. E sto es lo que ha sucedido siem pre h asta ahora, y es p re c i­ sam ente a este sistem a a n tig u o de o rg an izació n por la fu e r­ za a lo que la revolución social debe po n er u n térm ino, d a n ­ do a las m asas su p len a lib ertad , a los grupos, a las com u­ nas, a las asociaciones, a los in d iv id u o s m ism os, y d e s tru ­ yendo de u n a vez p a ra siem pre la causa h istó ric a de la v io ­ lencia, el po d er y la ex isten c ia del E stado, que debe a rra s ­ tr a r en su caída to d as las in iq u id ad es del derecho ju ríd ic o con to d as las m e n tira s de los cultos diversos, pu es ese d e re ­ cho y esos cu lto s n u n ca h an sido nada m ás que la consa­ gració n obligada, ta n to ideal como real, de la violencia re ­ p resen tad a, g aran tizad a y p riv ile g ia d a por el E stado. E s ev id en te que la lib e rta d no será dada al género hum a­ no, y que los in te re se s re ales de la sociedad, de los grupos,


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I** org an izaciones locales así como de los in d iv id u o s que M l l sociedad, no pod rán e n c o n trar satisfacció n real cum ulo no haya E stado. E s evidente que los in tereses ‘ oh g en erales de la sociedad que el E stad o p reten d e fciitur, y que en re alid ad no son o tra cosa que la negageneral y consciente de los in tere se s po sitiv o s de las cu, <lc las com unas, de las asociaciones y del m ayor ro de in d iv id u o s som etidos al E stado, co n stitu y en una >n, una ab stracció n , una m en tira, y que el E stad o es una c a rn icería o como un inm enso cem enterio donde, ^ ^ K to m b r a y con el p re te x to de esta abstracción, acuden ' •• 1•> 1 ■"i . , Ih-.iI i I u .iinciilc, .i d e ja rsr inm olar o e n te rra r 11* Imm aupiraclones reales, to d as las fu erzas vivas de un «uino 111111 ; 1111.i .11*.ti .m ■i i i existe nunca por sí mis.......... no 11rnc ni piernas pina m archar ni brazos para ni ••(Allí (le v i l 1¡mas que tu iIr vm a i , ni claro <|iir uní como la abstrac-n mUmiímI, Dios, 11 p im en ta en realidad los |ihnIi h i.«, 11 ales, «li una casta privileg iada, el cle«ii i «ni 11 *t>un ni» (i i n u t r e - l a ab stracción política, *''it.nl... m | i i »m uta los in tereses no m enos positivos y «**«I*»' '!«■ la <l«ne hoy p rincipalm ente sino exclusivam ente asplotM iloia y <|iu- tiende a englobar to das las dem ás: la Iii11 f;iirul»i Y uní rom o el clero estuvo siem pre dividido y hoy tiende a d iv id irse todavía m ás en una m ino ría m uy MHtrtoMii y m uy rica y una m ayoría m uy subordinada y hasa c i n t o punto m iserable, así la b u rg uesía y sus o rg an iza­ ciones riivem ia, p o líticas y sociales, en la in d u stria, en la ag ric u ltu ra, en la banca y en el com ercio, tan to como en toilou Ion órganos ad m in istrativ o s, financieros, ju diciales, u n iv ersitario s, policíacos y m ilitares del E stado , tiende a escind irse cada día m ás en una o lig arq u ía realm ente dom i­ nadora y en una m asa innum erable de seres m ás o m enos vanidosos y m ás o m enos decaídos que viven en una p er­ petua ilusión, rechazados inevitab lem ente y cada vez con mayor persisten cia hacia el p ro leta riad o po r una fu erza irresistib le, la del desenvolvim iento económ ico actual, y re ­ ducidos a se rv ir de in stru m en to s ciegos a esa olig arq u ía om nipotente. l-n abolición de la Ig le sia y del E stad o debe ser la con­ dición previa e indispensable de la lib eració n real de la

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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

s o c ie d a d ; después de eso, sólo ella puede y debe o rg a n iz a r­ se de o tro m odo, pero no de a rrib a abajo y según un p lan ideal, soñado por alg u n o s sabios, o bien a golpes de d ec re­ to s lanzados por alg u n a fu erza d ic ta to ria l o h asta por una asam blea nacional, eleg id a p o r el su fra g io un iv ersal. T a l sistem a, com o lo he dicho ya, llev aría in evitablem ente a la creación de un nuevo E stado, y por co n sig u ien te a la fo r­ m ación de una a risto c ra c ia gubernam ental, es decir, de una clase de g en tes que no tien en nada de com ún con la m asa del pueblo, y, ciertam en te, esa clase v o lv ería a ex p lo tar y a som eter con el p re te x to de la felic id a d com ún, o para salvar al E stad o . L a fu tu ra o rg an izació n social debe ser hecha solam ente de abajo arrib a, por la lib re asociación y federación de los trab a jad o res, en las asociaciones prim ero, después en las com unas, en las reg io n es, en las naciones, y fin alm en te en u n a g ran fed eració n in tern a cio n al y un iv ersal. U nicam ente entonces se re alizará el o rd e n v erd ad ero y v iv ificad o r de la lib e rta d y de la dicha general, ese orden que, lejos de re n e ­ gar, afirm a al co n tra rio y pone de acuerdo los in tere se s de los in d iv id u o s y los de la sociedad. Se dice que el acuerdo y la so lid a rid a d u n iv ersal de los in te re se s de los in d iv id u o s y de la sociedad n u n ca podrá realizarse realm ente, porque esos intereses, siendo c o n tra ­ d icto rio s, no están en situ ació n de contrab alan cearse re c í­ p rocam ente o bien de lleg ar a un acuerdo cualquiera. A tal objeción, resp o n d eré que si h asta el p re sen te los in tere se s no han estado nunca ni en n in g u n a p a rte en acuerdo m utuo, ha sido a causa del E stad o , que ha sacrificad o los in tere se s d e.la m ay oría en ben eficio de una m in o ría p riv ileg iad a. H e ah i p o r qué esa fam osa in co m p atib ilid ad y esa lucha de in ­ tere ses p erso n ales con los de la sociedad no es m ás que o tro engaño y una m e n tira política, nacida de la m e n tira teo ló ­ gica que im aginó la d o ctrin a del pecado o rig in al para des­ h o n ra r al hom bre y d e s tru ir en él la conciencia de su propio valor. E sa idea falsa del antagonism o de los in tere se s fué cread a tam bién por los sueños de la m etafísica que, como se sabe, es próxim a p a rie n te de la teología. D esconociendo la sociab ilidad de la n atu raleza hum ana, la m etafísica con­ sideraba la sociedad como un ag reg ad o m ecánico y p u ra ­ m ente a r tific ia l de ind iv id u o s, asociados rep en tin am en te,


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Int- de un tra ta d o cu alq u iera form al o secreto, conIih iem en te o bien bajo la in flu e n c ia de u n a fu erza ior. A ntea de u n irse en sociedad, esos individuos, dodc una especie de alm a inm ortal, gozaban de una tu libertad . o ni los m etafísico s, sobre todo los que creen en la tii l i d . id del alm a, afirm an que los hom bres fu e ra de ledad son seres lib res, nosotros llegam os en to n ces in ­ clem ente a esta co n clu sió n : que los hom bres no pueim irlo en sociedad sino a condición de ren eg ar de su Mad, de su in d ep en d en cia n a tu ra l y de sa c rific a r sus pithi’h, p ersonales prim ero, locales después. T a l re n u n y luí H.tcrificio de ai m ism os deben ser por eso ta n to i m p n i o M O H cuanto m ás num erosa es la sociedad y n c o tn pie ja mu organización. E n tal caso, el E stad o es la eMpi <-.i<in de todo» lo» »acrificio» individuales. E x istie n d o h.tjo » h u í j a n t e lum ia nbatructa, y al m ism o tiem po violeni. un n pM t iü.» «Ir» n !«., i niiiíiiu.i p e r judicando cada vez ittA» ln llbot lad indiviiliiiil tu nom bre de esa m en tira que tu lUimi "IrlU ldrtd p u b lica”, aunque es evidente que no rei enrula, <hi luaivam ente, o tro s in tere se s que los de la clase om inante 101 Kntado, de ese m odo, se nos aparece como una negación in evitable y como una an iq u ilació n de toda libertad, de todo in teré s, p a rtic u la r lo m ism o que general. Se ve aquí que en los sistem as m etafísico s y teológicos todo »e asocia y se ex p lica por sí m ism o. H e ahí por qué lo» d e fe n so re s lógicos de esos sistem as pu ed en y deben, con la co n ciencia tran q u ila, c o n tin u ar ex p lo tan d o las m asas populare» por m edio de la Ig lesia y del E stado. L lenando l<>» bolsillo» y saciando todos sus sucios deseos, pueden al m ism o tiem po consolarse con el p ensam iento de que penan por la gloria de Dios, por Ja v icto ria de la civilización y por la felicid ad e te rn a del p ro leta riad o . P ero n o sotros, que no creem os n i en D ios n i en la in m o r­ talid ad del alm a, ni en la p ro p ia lib e rta d de la volu n tad , Ai i m iam os que la lib e rta d debe ser com prendida, en su acepción m ás co m pleta y m ás am plia, com o fin del progreso h istó rico de la h um anidad. P o r u n ex tra ñ o aunque lógico co n tra ste , n u estro s adversarios, id ea lista s de la teo lo g ía y de la m etafísica, tom an el p rin c ip io de la lib e rta d como fundam ento y base de sus teo rías, p ara co n c lu ir buenam ente

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OBRAS DE MIGUEL BAKÜ NIÑ

en la in d isp en sab ilid a d de la e sc la v itu d de los hom bres. N o sotros, m a te ria lista s en teoría, tendem os en la p rá c tic a a crear y h acer d u rad ero un idealism o racional y noble. N u es­ tro s enem igos, id e alistas divinos y tran sc en d en tale s, caen h asta el m aterialism o práctico, san g u in ario y vil, en nom bre de 1 m ism a lógica, según la cual todo desenvolvim iento es la nfc¿ación del p rin c ip io fu ndam ental. E stam o s convenci­ dos de que to d a la riqueza del desenvolvim iento in telectu al, m oral y m ateria l del hom bre, lo m ism o que su ap a ren te in ­ d ep en d en cia, de que todo eso es el p ro d u c to de la vida en sociedad. F u e ra de la sociedad, el hom bre, no solam ente no será libre, sino que no será v erdadero hom bre, es decir, un ser que tie n e conciencia de sí m ism o, que siente, p iensa y habla. U n icam ente el concurso de la in te lig e n c ia y del tr a ­ bajo co lectivo h a podido fo rzar al hom bre a sa lir del estado de salv aje y de b ru to que c o n stitu ía su n a tu ra leza p rim aria o bien su p u n to in icial de desenvolvim iento u lte rio r. E s ta ­ m os p ro fu n d am en te convencidos de esta verdad, de que la vida de los hom bres —in tereses, tendencias, necesidades, ilusiones, h a sta to n terías, ta n to como las violencias, las in ­ ju s tic ia s y todos los acto s que tie n e n la ap a rien cia de v o ­ lu n ta rio s— no re p re se n ta m ás que la consecuencia de las fu e rza s fa ta le s de la vida en sociedad. L a g en te no puede ad m itir la idea de in d ep en d en cia m u tu a sin re n e g a r de la in flu e n c ia re cíp ro ca de la co rrelació n de las m an ife sta cio ­ n es de la n atu ra leza ex terio r. E n la n a tu ra le z a m ism a, esa m aravillosa co rrelació n y filiació n de los fenóm enos no se ha conseguido, ciertam en ­ te, sin lucha. A l co n trario , la arm onía de las fu erzas de la n a tu ra leza aparece com o re su lta d o v erd ad ero de esa lucha co n stan te que es la condición m ism a de la v id a y del m ovi­ m iento. E n la n a tu ra leza y en la sociedad, el ord en sin lu ­ ch a es la m uerte. Si en el u n iv erso el o rd en n a tu ra l es posible, es ú n ica­ m en te po rq ue ese u n iv erso no es gobernado según alg ú n sistem a im aginado de antem ano e im puesto p o r una v o lu n ­ ta d suprem a. L a h ip ó te sis teo ló g ica de una leg islació n d i­ v in a conduce a un ab su rd o ev id en te y a la negación, no sólo de todo orden, sino de la n a tu ra leza m ism a. L as leyes n a tu ­ rales sólo son re ales en ta n to que son in h e re n te s a la n a tu ­ raleza, e s decir, en ta n to que no son fija d a s p o r n in g u n a


C O MU N A D E P A R I S Y LA N O C I O N D E L E S T A D O 1(50

Drlrfnd. E stas leyes no son m ás que sim ples m anifestao bien co n tin u as m odalidades del desenvolvim iento cosas y de las com binaciones de estos hechos m uy I»d08, pasajeros, pero reales. E l conjunto co n stitu y e lo 1¡¡imamos “n a tu ra le z a ”. La in te lig e n c ia hum ana y la i a observaron esto s hechos, los com probaron experiii.lím ente, después los re u n ie ro n en un sistem a y los n o n leyes. P ero la n a tu ra le z a no conoce le y e s; obra lucientem ente, re p resen ta n d o p o r sí m ism a la v ariedad «finita de los fenóm enos, que ap arecen y se re p ite n de una •ra fa ta l. H e ahí por qué, g ra cias a esa in ev itab ilid ad l a acción, el o rd en universal puede e x is tir y existe de :ho. Un ord en sem ejante aparece tam bién en la sociedad hum . i i , qu» evoluciona en ap a rien cia de un m odo llam ado «n tin u tu rn l, pero que en realid ad hc som ete a la m archa na1 ni ni e in ev itab le de la» comm. Sólo que la su p erio rid a d del hom brr aobn- Io n otro» aním ale» y la facu ltad de pensar, llevaron <i mi de »envolvim iento un elem ento p artic u la r, co m p letam en te n atu ra l, «ea dicho de paso, en este sentido, ue, como todo lo que existe, el hom bre re p re se n ta el proucto m aterial de la unió n y de la acción de las fuerzas. E íte elem en to p a rtic u la r es el razonam iento, o bien esa facu ltad de g en eralización y de ab stracció n gracias a la cual el hom bre p uede p ro y e ctarse p o r el pensam iento, exa­ m inándose y observándose como u n o bjeto e x te rio r extraño. E levándose, p or las ideas, p o r sobre sí m ism o, así como por ■obre el m undo circ u n d an te, llega a la re p resen ta ció n de la ab stracció n p erfec ta , a l nada absoluto. E ste lím ite últim o de la m ás a lta ab stra cció n del pensam iento, ese nada abso­ luto es D ios. He ahí el sen tid o y el fu n dam ento h istó ric o de to d a doc­ trin a teológica. No com prendiendo la n atu ra le z a y las cau­ sas m ateria le s de sus pro p io s pensam ientos, no dándose cu en ta tam poco de las condiciones o ley es n a tu ra le s que le son p a rtic u la re s, no p u d iero n su p o n er ciertam en te los p r i­ m eros hom bres en sociedad, que sus nociones absolutas fu e ­ sen el re su lta d o de la fa cu ltad de concebir ideas ab stractas. He ahí p o r qué co n sid eraro n esas ideas, sacadas de la n a ­ turaleza, como o b jeto s reales an te los cuales la n atu ra leza m ism a cesaba de ser algo. L uego se d ed ica ro n a a d o rar sus

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OBRAS DE MIGUEL B A KU NIN

ficciones, sus im posibles nociones del absoluto, y a p ro ­ d ig arle s to d o s los honores. P ero era preciso, de una m anera cu alquiera, fig u ra r y hacer sensible la idea a b stra cta de la nada o de Dios. Con este fin in fla ro n la concepción de la d iv in id a d y la dotaron, p o r acrecen tam ien to , de todas las cualid ad es y fuerzas, buenas y m alas, que en co n trab an sólo en la n a tu ra le z a y en la sociedad. T a l fué el o rig en y el desenvolvim iento h istó ric o de to ­ das las relig io n es, com enzando por el fetich ism o y acaban­ do p o r el cristianism o. No tenem os la in ten ció n de lan zarn o s en la h isto ria de los ab su rd os relig io so s, teológicos y m etafísico s y m enos a ú n de h ab lar del d esp lieg u e sucesivo de to d as las en c ar­ naciones y v isio n es div in as creadas por sig lo s de b arb a­ rie. T o d o el m undo sabe que la su p e rstic ió n dió siem pre o rig en a espantosas desg racias y obligó a d erram ar ríos de san g re y de lágrim as. D irem os sólo que to d o s esos re p u l­ sivos ex tra v ío s de la pobre hu m an id ad fu e ro n hechos h is tó ­ rico s in ev itab les en el crecim ien to norm al y en la evolución de los org anism os sociales. T a le s ex tra v ío s en g e n d raro n en la sociedad esta idea fa ta l que dom ina la im aginación de los hom bres, la idea de que el u n iverso es gobernado por un a fu erza y p o r una v o lu n tad so b ren atu rales. L os siglos su ced iero n a los siglos, y las sociedades se h ab itu aro n h asta ta l p u n to a esta idea, que fin alm en te m ataro n en ellas toda ten d en c ia hacia un p ro g reso m ás lejan o y to d a capacidad p ara lle g a r a él. L a am bición de alg u n o s ind iv id u o s prim ero, de alg u n as clases sociales en segundo lu g ar, e rig ie ro n en p rin cip io v i­ ta l la esc la v itu d y la conquista y enraizaron, m ás que o tra alguna, esta te rrib le idea de la div in id ad . D esde entonces, to d a sociedad fué im posible sin estas dos in stitu c io n e s como b ase: la Ig le sia y el E stado. E sta s dos plagas sociales so n d efen d id as por todos los d o ctrin a rio s. A penas ap a rec ie ro n estas dos in stitu c io n e s en el m undo, se o rg an izaro n auto m áticam en te dos castas so ciales: la de los sacerd o tes y la de los a ristó cratas, que sin p e rd e r tiem ­ po se p reo cu p aro n de in cu lcar p ro fu n d am en te al pueblo subyugado la in d isp en sab ilid ad , la u tilid a d y la san tid ad de la Ig lesia y del E stado. T o d o eso te n ía por fin tra n sfo rm a r la esc la v itu d b ru tal


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un« e sc la v itu d legal, p rev ista, consagrada por la voluntlrl Ser suprem o. P h O I ob sacerd o tes y los a ristó c ra ta s, ¿ c reían sincera"Mfr e n esas in stitu cio n e s, que sostenían con todas sus err.it« e n su in teré s p a rtic u la r? ¿ E ra n unos m istiíicad o V u n o s em b usteros? N o ; creo que al m ism o tiem po eran yrntea e im postores. ilion creían tam bién, porque co m p artían n a tu ra l e in ev i­ tablem ente los ex tra v ío s de la m asa y únicam ente después, •n la época de la decadencia del m undo an tig u o , fué cuando i r h iciero n eBcépticos y em b u stero s sin vergüenza. O tra razón p erm ite co n sid e ra r a los fu n d ad o res de los E stados como g en tes sinceras. E l hom bre cree fá cilm en te en lo que «lesea y en lo que no co n tra d ice sus intereses. N o im porta que bcü in te lig e n te e in s tru id o : por su am or p ro p io y por nu (leseo d e v i v i r c o n s u h sem ejan tes y de aprovecharse de nu r c H p e t o , c r e e r á s i e m p r e e n lo que le es ag rad ab le y ú til. Kstoy convencido d e que, por ejem plo, T h ie rs y el G obier­ no versa lié* se e s f o r z a r o n a toda costa por convencerse de que m atan d o en P a r í s algunos m illares de hom bres, de m u ­ jeres y d e niñ o s salvaban a F ran cia. P ero si los sacerdotes, los au g u res, los a ristó c ra ta s y los burgueses, de los v iejos y de los nuevos tiem pos, p u d iero n creer sin ceram en te, no p o r eso d ejaro n de ser siem pre m is­ tificad o res. No se puede, en efecto, a d m itir que hayan c re í­ do en cada u n a de las a b su rd id a d es que co n stitu y en la fe y la po lítica. No hablo siq u iera de la época en que, según C icerón, “ dos au g u res no podían m irarse sin re ír”. A un en los tiem p o s de la ig n o ran c ia y de la su p erstició n general, es d ifícil su p o n er que los in v en to re s de m ila g ro s cotidianos hayan estad o convencidos de la realid ad de esos m ilagros. Se puede d ecir lo m ism o de la po lítica, que es posible resu m ir a s í : “ E s p reciso su b y u g ar y ex p o liar al pueblo de tal modo, que no se q u eje dem asiado alto de su destino, que no se olvide de som eterse y no te n g a el tiem po n ecesario para p ensar en la re siste n c ia y en la re b elió n ”. ¿Cóm o, pues, im aginarse, después de eso, que las gen tes que h an tra n sfo rm ad o la p o lítica en u n oficio y conocen su objeto — es decir, la in ju stic ia , la violencia, la m en tira, la traició n , el asesin ato en m asa y aislado—, puedan creer sin ­ ceram ente en el a rte p o lítico y en la sab id u ría del E stad o


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OBRAS DE MIGUEL B A KU NIN

gen erad o r de la fe lic id a d social? No pueden haber llegado a ese g rad o de estu p id ez, a pesar de to d a su crueldad. L a Ig le sia y el E stad o han sido en to d o s los tiem pos gran d es escuelas de vicios. La H isto ria está ahí para a te stig u a r su s crím en es; en to d as p a rte s y siem pre, el sacerdote y el e sta ­ d ista han sido los enem igos y los verd u g o s conscientes, sistem áticos, im placables y san g u in ario s de los pueblos. P ero, ¿cóm o conciliar, sin em bargo, dos cosas en a p a­ rien c ia ta n in co m p atib les: los em busteros y los engañados, los m en tiro so s y los crey en tes? L ógicam ente, eso parece d ifíc il; sin em bargo, en la realid ad , es decir, en la v id a práctica, esas cu alid ad es se asocian m uy a m enudo. E n enorm e m ayoría, las personas viven en co n tra d icció n consigo m ism as, y en co n tin u as co n fu sio n e s; no lo ad v ie r­ ten g en eralm en te h asta que alg ú n aco n tecim ien to e x tra o r­ d in ario las saca de la som nolencia h ab itu al y las obliga a echar u n v istazo sobre ellas y sobre su alred ed o r. E n p o lític a como en relig ió n , los hom bres son m áquinas en m anos de los explotadores. P ero lad ro n e s y robados, o p reso res y oprim idos, viven unos al lado de otros, gober­ nados p o r un puñado de in d iv id u o s que conviene co n sid erar como v erd ad ero s explotadores. Son las m ism as personas, lib res de todos los p re ju ic io s p o lítico s y religiosos, las que m a ltra ta n y oprim en conscientem ente. E n los siglos X V I y X V I II, h asta la ex plosión de la G ran R evolución, como en n u e stro s días, m andan en E u ro p a y obran casi a su ca­ p rich o . E s necesario creer que su dom inación no se p ro lo n ­ gará larg o tiem po. E n ta n to que los je fe s p rin cip a le s en g añ an y p ierd e n a los pueblos con toda conciencia, sus servidores, o las h ec h u ­ ra s de la Ig le s ia y del E stad o , se ap lica n con celo a so sten er la san tid ad y la in te g rid a d de esas odiosas in stitu cio n e s. Si la Ig le sia — seg ú n dicen los sac erd o tes y la m ayor p arte de los e sta d ista s— es n ecesaria a la salvación del alm a, el E stad o , a su vez, es tam bién necesario para la conservación de la paz, del ord en y de la ju s tic ia ; y los d o c trin a rio s de to d as las escuelas g rita n : “ S in Ig le s ia y sin G obierno no hay civ ilizació n ni p ro g re so ”. No ten em os que d is c u tir el problem a de la salvación etern a, porque no creem os en la in m o rtalid ad del alm a. E s ­ tam os convencidos de que la m ás p e rju d ic ia l de las cosas,


1.4 C O M U N A D E P A R I S Y L A N O C I O N D E L E S T A D O 173

• m i la h um anidad, para la lib e rta d y el progreso, es la glení¿i. ¿Y puede ser o tra? ¿N o es a la Ig le sia a q uien in• timbe la tare a de p e rv e rtir las jóvenes generaciones, las m ii|trc s sobre todo? ¿N o es ella la que p o r sus dogm as, ■un m en tiras, su estu p id ez y su ig n o m in ia tien d e a m atar ti razonam iento lógico y la cien cia? ¿ E s que no a fecta a Id d ig n id ad del hom bre, p e rv irtie n d o en él la noción de los derechos y de la ju stic ia ? ¿N o tra n sfo rm a en cadáver lo (jue es vivo? ¿N o p ie rd e la lib e rta d ? ¿N o es ella la que pred ica la esc la v itu d e te rn a de las m asas en ben eficio de los tiran o s y de los ex p lo tad o res? ¿N o es ella, esa im placable Iglesia, la que tien d e a p e rp e tu a r el reinado de las tinieblas, d e la igno ran cia, de la m iseria y d el crim en? Si el p ro g reso de n u e stro sig lo no es u n sueño engañoso, debe te rm in a r con la Ig le sia ............................................................

(

( E l m anuscrito se in terru m p e aquí.)



ADVERTENCIA IM EL IMPERIO KNUTO GERMÁNICO (1,1» n m o , »lol 'J,*\ i l o J u n i o ii 1 l <1« J u l i o i l o 1 8 7 1 )



A D V E R T E N C IA P A R A EL IM P E R IO K N U T O G E R M A N IC O

E sta obra, como to d o s mis escrito s, poco num erosos, que publiqué h asta aquí, nació de los acontecim ientos. E s la co n tin u ació n n a tu ra l de m is Cartas a un fra n cés, p u b lica­ bas en sep tiem b re de 1870. E n esas ca rtas tuve el. fácil y triste h o n o r de p rever y de p re d ecir todas las h o rrib le s des­ gracias que h iere n hoy a F ra n c ia y con ella a todo el m un­ do civ ilizad o ; d esg racias co n tra las que no había entonces, ni hay hoy, m ás que un solo re m ed io : la revolución social. D esde el com ienzo de la guerra, y sobre to d o después d r las dos p rim eras v ic to ria s b rilla n te s ob ten id as por los alem anes sobre los e jé rc ito s de N apoleón I I I , en presencia del pánico sin g u la r que se había apo d erad o de estos ú lti­ mos, era ev id en te que F ra n c ia debía ser vencida. Y para quien ten ía idea, por un lado de la d eso rg an izació n y de la desm oralización h o rro ro sa que, bajo el nom bre de orden público y de salvación de la civilización, habían dom inado en este desd ich ad o país d u ra n te los vein te años del régim en im perial, y por el o tro sabía todo lo que hay de b ru ta l ava­ ricia y de v anidad a la vez servil y feroz en el p atrio tism o alem án, de in stin to despótico y cruel, de insolencia im p la­ cable y de d esprecio hum ano en los B ism arck, los M oltke, y en to d o s los otros jefe s coronados y no coronados de A lem ania, debía ver claro que F ra n c ia com o E stado, como dom inación p o lítica y como potencia de p rim e r orden, es­ taba p erdida. A n iq u ilad a como E stado, F ra n c ia sólo podía renacer a un p oder nuevo, a una g randeza nueva, no ya po lítica esta vez, sino social, por la revolución, a m enos que p re firie se a rra s tra r una ex isten cia m iserable como E s ­ tado de seg undo o de te rc e r orden, con el perm iso especial O b r a s d e B a k u n in . - I I

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OBRAS DE MIGUEL B A KU NIN

del señ o r B ism arck y bajo la p ro tec ció n poco gracio sa de ese g ra n im perio k n u to g erm án ico que acaba de reem p lazar hoy al im p erio de N apoleón I I I . T o d a la cu estió n estaba, pues, a llí: F ra n c ia , después de h aber hecho b an c árro ta como E stad o , y hallán d o se por eso m ism o incapaz de oponer a la invasión k n u to g erm á n ic a u n a fu e rza p o lític a y a d m in istrativ am en te organizada, ¿encon­ tra rá en sí, como sociedad, com o nación, b astan te genio y b astan te p o d er v ita l para buscar su salvación en la re v o lu ­ ción? Y como hoy no ex iste o tra revolución posible que la rev o lu ció n so cial; com o la sublevación unánim e y sin c e ra ­ m en te p o p u lar de una nación co n tra una invasión e x tra n ­ je ra d etestad a, sig n ific a g u erra sin cu a rtel, g u e rra a c u c h i­ llo y a tea in cen d ia ria — como lo hem os v isto ya en E sp añ a y desp u és en R usia, cuando los ru so s re sp o n d ie ro n a la in v asió n de N apoleón I con el incendio de M oscú, así como acabam os de v erlo en fin en esa h ero ica ciu d ad de P a rís, cuyo p ro le ta ria d o m agnánim o, tom ando en serio una e x p re ­ sión m ag n ífica que no había sido m ás que u n a frase re p u l­ siva e h ip ó c rita en los labios de los señores J u lio F av re y com pañía, h a p re fe rid o enterrarse bajo las ru in a s an tes que re n d irse a los odiosos e x tra n je ro s de V e rsalles u n id o s a los p ru sian o s de S aint-D enis— , se tra ta b a de saber qué p a r­ te de la sociedad francesa e n c o n tra ría en su seno b astan te en ergía, g randeza in te le c tu a l y m oral, abnegación, heroísm o y p a trio tism o para h ac er esa revolución y esa guerra, para re a liz a r ese inm enso sac rificio a cuyo precio únicam ente p o d ría ser salvada F ran cia. P a ra el que conozca un poco la m oral y el e sp íritu actu al de las clases posesoras, que por irrisió n sin duda se llam an clases su p erio res, c u lta s o in stru id a s, debía ser evidente que no había que e sp e rar nada de esa p arte p ara la salva­ ción de F ra n c ia ; únicam ente frases m ás o m enos h ip ó c rita s y siem pre rid ic u la s y odiosas, porque, im p o ten tes cuando p ro m eten el bien, sólo son serias cuando p re d ic en el m al; nada m ás que inepcia, tra ic ió n y cobardía. E n cuanto a m í, no puedo co nservar sobre este p u n to duda alguna. D esde hace v ario s años, me he e n tre g ad o con una especie de vo­ lu p tu o sid a d am arga y cru el al e stu d io especial de esa im ­ p o ten cia in te le c tu a l y m oral asom brosa de la bu rg u esía ac­ tu al. Y cuando hablo de la burguesía, com prendo igualm en-


H'K HTKNCIA PARA EL IM P E R IO

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il. nom inación a to d a la clase n o b ilia ria que, haII.lo rn todo el co n tin en te de E u ro p a y en gran Inn1.1 1. ii.i m ism o todos los rasg o s d istin tiv o s que «Mu u n tes una clase p o lític a y socialm ente d is­ idan i*ncKíulo com pletam ente hoy bajo la p resión del m ovim iento ca p ita lista actual. C om prendo mu palabra a la m asa innum erable de los granloi pequeíto* fu n c io n a rio s m ilitares, civiles, judiillgiosos, escolares y policíacos del E stado, m enos idos que, sin ser burgueses, son sin em barIrncia visible, la única razón de ser y como los i fo r/a d o s de la b u rg u esía y del E stad o , los sosin d ispensables de lo que los b u rg u eses 11aición. es, burgués a todo el que no es tra b a ja d o r de los ta lle re s o de la tie rra ; y pueblo a los obreros pro p iam en te dichos, lo m ism o sinos que cu ltiv an con sus brazos, sea su la tie rra de otro. Yo, que escribo, soy, desun burgués. No ob stan te, se podría consib u rguesa y como p erte n ecie n te al proletamafia de trab a jad o res de la ciencia y de las arte s co nsiguen g anar su vida y que se ap lastan m un una com petencia esp a n to sa ; su ex isten c ia es i.'ís p re caria y m ás m iserable que la de los obreín te dichos. E n realid ad , no son m ás que prolehacerse tales sólo les fa lta una cosa, y es volios p or la voluntad, por el san tim ien to y por ro t h o e s lo que los separa p recisam ente del protton en gran p arte b u rg u eses por sus p re ju ic io s, « p i r a c i o n e s y por sus esp eran zas siem pre ilu so rias, ' t o d o p o r s u vanidad. Lo m ism o puede decirse de esa n u m e r o s a aún de pequeños in d u stria le s y de pecom crcian tes que, no q u erien d o ver y rehusando lrr que el concurso de las fu e rza s económ icas acl le va fatalm en te al p ro leta riad o , se im aginan locaBon so lid ario s de los in tere se s de la alta burm undo bu rg ués, ac tu alm en te es, desde el p u n to de Icm tual, im p o ten te y está m oralm ente podrido. H a de* h u í ; dioses, no tien e fe en nada, ni en sí m ismo,


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OBRAS DE MIGUEL BAK U N IN

y no vive sino de la h ip o cresía y de la violencia. De todas las re lig io n es que ha profesado y que considera bueno ap a­ re n ta r aún, no ha conservado m ás que una s e r ie : la de la p ro p ied ad de la riqueza ad q u irid a, siem pre aum entada y m an ten id a a todo precio y por cualquier m edio que sea. Con sem ejan te d isp o sició n de ánim o y de e s p íritu , únicam ente h ay una form a p o lítica p o s ib le : la d ictad u ra m ilitar, in d í­ gena o e x tra n je ra , porque no hay duda —y los hechos que se su ced iero n en F ran c ia lo han dem ostrado por o tra p a r­ te — que todo b u rg u és bien pensado y bien nacido, sa c ri­ fican d o la p a tria sobre el a lta r de la pro p ied ad , p re fe rirá siem pre el y ugo del déspota e x tra n je ro m ás in so len te, m ás duro, a la salvación de su propio país por la revolución social. H e ten id o el tris te h o n o r de p red ecirlo , hace dos años, en una serie de a rtíc u lo s publicados en L ’E g a lité , de G ine­ b ra (1). H abiendo publicado el C om ité c e n tral de la L iga de la P az y de la L ib erta d , que reside en esa ciudad, un p ro g ram a en el que p ro p o n ía al estu d io de sus ra ro s fieles e sta c u e stió n : ¿Q ué m isió n está llam ada a desem peñar la clase burguesa, y la burguesía radical p rin cip a lm en te, en presencia d e la cu estió n social que h o y se im p o n e de un m o d o verd aderam ente fo rm id a b le a todos los países de E u ­ ropa?, yo re sp o n d í que, según mi opinión, sólo le quedaba un a m isión que lle n a r: “m o rir con g ra cia”. Sí, inm olarse generosam ente, como se había inm olado la nobleza de F ra n ­ cia en la noche m em orable del 4 de agosto de 1789. P e ro esa nobleza, p o r d eg en erad a y co rro m p id a que es­ tuviese p o r varios sig lo s de ex isten c ia serv il en la co rte de lo6 reyes, había conservado aún, h asta fin es del siglo X V I II y en el m om ento en que la revolución b u rg u esa le daba u n golpe m ortal, un re sto de idealism o, de fe, de e n tu ­ siasm o. A fa lta de su corazón, su im aginación perm anecía ab ierta a las asp iracio n es generosas. ¿N o había saludado, p ro teg id o , d ifu n d id o las ideas h u m a n ita ria s del siglo? ¿N o h abía enviado sus m ás nobles h ijo s a A m érica para sostener con las arm as en la m ano la causa de la lib e rta d c o n tra el despotism o? La noche del 4 de agosto fué en p arte la ex(1) A r t í c u l o s t i t u l a d o s L o s a d o r m id e r a s , p u b l i c a d o s d e l 2 4 d e j u n i o al 2 4 d e j u lio d e 1869, 'en L E g a l i t i . S e i n s e r t a n e n el t o m o V I d e e s t a s Oblras. ( N o t a del traductor.)


*l h'H I UNCI A P A R A E L I M P E R I O

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ene e sp íritu caballeresco que hizo de ella en el In stru m en to , por lo dem ás casi siem pre inp, ti«* mu p ro p ia d estru cció n . lud que Ion acontecim ientos in flu y e ro n tam bién • i Ion cam pesinos no hubiesen atacado los castillo s, lo» p.ilom ares (1 ) y quem ado los pergam inos noeM«ts leyes de la servidum bre rural, no es seguro ¡a ta n tes de la nobleza en la A sam blea N acioilibiesen ejec u tad o tan graciosam ente. E s verdad que la nobleza em igrada, al volver a F ra n c ia B o rto n e s en 1814, se m ostró anim ada de disposicioly poco generosas y caballerescas. Com enzó por ir m il m illones de indem nización, y m anifestó, to de esa indem nidad, un e sp íritu de m e n tira y que probó que no había h eredado n in g u n a de las les reales o su p u estas de sus padres, y que poseía »lo una g ran dosis de codicia rap az y de v anidad y senil. V e in ticin co años de em igración forzada, ido para ab u rg u esar com pletam ente la nobleza La revolución de 1830 la tra n sfo rm ó d efin itiv auna nueva ca te g o ría de la clase bu rg u esa, la de los >« de la tie rra , la burguesía rural. fu c s ia ru ral, en o tro tiem po noble, m ezclada con de b u rg u esía y au n de cam pesinado p u ra sangre, »r d icen nobles porque han ad q u irid o p ro p ied ad es m ás moM resp etab les que hacen c u ltiv a r por brazos asalala b u rg u esía n o b iliaria se d istin g u e hoy de la b u r­ ila pro p iam ente dicha o de la b u rg u e sía de las ciudades mi grudo m ayor de estu p id ez, de ig n o ran c ia y de preiOii I u m ayor p a rte de sus h ijo s es educada p o r los •idotrti, por los buenos pad res de Je sú s. E s dura, egoísconvicciones, sin habilidad, sin honor, sin ideas, pero lente v anidosa y p re s u n tu o s a ; ávida de com odidad •iíii I y de goces g ro se ro s; capaz de vender, por alg u n o s lies de francos, padre, m adre, herm anos, herm anas, h i­ ñ o con la boca siem pre llen a de sen ten cias m orales in de las enseñanzas del catecism o c ristia n o ; acude reg u larm en te a m isa, aunque en el fondo de su coramc cuida ni de D ios ni del diablo, y no conserva de HiltfU«incrt<n.

«¿lo

lo»

caballeros

podían

tener

palomares

en

Francia.


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OBRAS DE MIGUEL BA K U N IN

los tre s o b jeto s consagrados por el culto an tig u o de sus p adres, p atria , tro n o y altar, m ás que los dos últim os. L a nobleza de F ra n c ia no es p a trio ta , es u ltra m o n ta n a p rim ero , d esp u és re alista . Le es n ecesario a n te todo el P apa, luego un rey som etido a ese P apa, y que rein e por su gracia. A la re alizac ió n de este ideal, está d isp u esta a sa­ c rific a r a F ran c ia . U n ju sto in stin to , ese in s tin to de eg o ís­ m o que se en c u e n tra en los anim ales m ás to rp es, le a d v ier­ te que la p ro lo n g ació n de su ex isten c ia rid ic u la sólo es posible a ese precio. E s un esp ectro , un vam piro que no p u ed e v iv ir y a sino bebiendo la sangre jo v en del pueblo y que p ara le g itim a r su crim en tien e n ecesid ad de la san­ ción igifalm ente crim in al del re p re se n ta n te v isible del fa n ­ tasm a divino sobre la tie rra , del llam ado v icario de un su ­ p u esto dios, del Papa. L a nobleza de F ran cia, por lo dem ás, no fué nunca ex ­ cesivam ente p a trio ta . D u ran te el larg o p erío d o de la fo r­ m ación d el E stad o m onárquico, h a sta L u is X IV , conspiró co n stan tem en te, se sabe, co n tra la u n id ad nacional, re p re ­ sen tad a p or los reyes, con el P apa, con E sp añ a, con A le­ m ania, con los in gleses. L os je fe s de las m ás g ra n d es casas n o b iliarias de F ra n c ia han vu elto sus arm as co n tra F ra n c ia y v ertid o san g re de sus conciudadanos bajo ban d eras e x tra ­ ñas. E l p atrio tism o forzado de la nobleza francesa, no d ata m ás que de la m u erte del cardenal M azzarino, y sólo tuvo u n a co rta d u ra ció n de tre in ta años aproxim adam ente, h as­ ta 1792. L u is X IV la hizo p a trio ta som etiéndola d efin itiv am en te al E stado. E nem iga y e x p lo tad o ra siem pre del pueblo, m ien tras h abía conservado fre n te al despotism o de los re ­ y es su in d ep endencia, su noble altiv ez, había sido ig u a l­ m ente la enem iga de la p a tria com o E stad o . S om etida a éste por la m ano tan pesadam ente real de L u is X IV , se con­ v irtió en su serv id o ra, tan obsequiosa e in tere sa d a como celosa, sin cesar de ser la enem iga n a tu ra l y la ex p lo tad o ra d espiadada del pueblo. Lo oprim ió doblem ente, com o p ro ­ p ie ta ria ex clusiva de la tie rra y como fu n c io n a rio p riv ile ­ giado del E stad o . H ay que leer las m em orias del D uque de S aint-S im on y las ca rtas de M adam e de Sevigné, p a ra darse u n a idea del grad o de re b ajam ien to a que había re d u cid o la in so len cia y la fa tu id a d desp ó tica del m ás a rb itra rio de los


Al)V!£RTKNCIA P A R A EL IM P E R IO

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liónos 4 cutos nobles señores feudales, an te s los iguales tu* reyes, <1110 se c o n v irtie ro n en sus m eros co rte sa n o ”, Ntiu lacay o s; y p ara co m p re n d er esta tran sfo rm ació n en irieucia tan re p en tin a, pero en realid ad largam ente preisda por la H isto ria , es p reciso reco rd ar que la p érd id a SU in d ep en d en cia se en c o n tró com pensada am pliam ente g lan d es v e n ta ja s m ateriales. A l derecho de ap alear sin [aeración a sus siervos, añ ad iero n dos títu lo s extrem alente lu c ra tiv o s: el de m en d ig o s p riv ileg iad o s de la co r­ te y el de lad ro n e s consagrados del E stad o , y del pueblo tam bién por la p o ten cia del E stad o . T al fué el secreto y el vcid.idcro fu n d am en to de su nuevo p atrio tism o . H abiéndoles priv ado rep en tin am en te la revolución de culos p riv ileg io s preciosos, los nobles de F ra n c ia cesaron de co m p ren d er el p atrio tism o francés. E n 1792, u n cuerpo a rm a d o , casi form ado exclusivam ente de nobles em ig rad o s de Francia, invadió el te rrito rio fran cés bajo la b an d era alem ana del D uque de B ru n sw ic k ; y desde entonces, obli­ gados a b atirse v erg onzosam ente en re tira d a a n te el p a­ trio tism o dem o crático de las tro p a s republicanas, co n sp ira ­ ron co n tra F ran c ia , como en los días m ás herm osos de su in d ependencia feu d al, con todo el m undo y en to d as p a r­ te s : con el P ap a, en to d a Ita lia , en E sp a ñ a ; en In g la te rra con P itt, en A lem an ia con P ru s ia y A u stria, en S uecia m is­ m o, y en R u sia con la v irtu o sa C atalin a II , h asta la época en que las v icto rias fu lm in an tes de N apoleón, cónsul y em ­ perador, h u b iero n , no aniquilado, sino forzado a e n te rra r en el secreto, en la in trig a , esa co n sp iració n prim eram en te tan ru id o sa de la nobleza de F ra n c ia c o n tra F ran cia. T al es, pues, la v erd ad era n atu ra le z a de ese p atrio tism o de que hace hoy ta n ta osten tació n . R educido a sus elem en­ to s m ás sim ples, es el d e sin te ré s económ ico del b u rg u és m ezclado a la altiv ez del co rtesan o y a la h u m an id ad de la s a c ris tía ; es la fid elid ad siem pre d isp u esta a venderse y a v ender a F ran c ia , m as abrigándose siem pre bajo la b andera nacional, siem pre que esa bandera sea blanca (1) e inm acu(l) L a b a n d e r a b l a n c a f l o r d e l i s a d a f u é la b a n d e r a d e los r e y e s d e F r a n c i a y la <jiic m a n t e n í a c o m o e n s e ñ a l a n o b l e z a d e e s t e p a í s . D u r a n t e la R e s t a u r a c i ó n , • U » t i U i y ó a la tricolor. E o 1873, el C o n d e d e C h a m b o r d , l l a m a d o E n r i q u e V por lo* realistas, h i z o d e sistir a é s t o s d e l p r o p ó s i t o d e i n t e n t a r u n a n u e v a r e s t a u r a ­ ción, p o r n e g a r s e a a c e p t a r la e n s e ñ a t r i c o l o r e n l u g a r d e la b a n d e r a b l a n c a , r o m o Ir p r o p o n í a n . ( N o t a d e l t r a d u c t o r . )


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lada como ella m ism a, paño b en d ito de la Ig lesia, talism án m aravilloso y fecundo en beneficios para los p ro p ie ta rio s de F ran cia, p ero un sudario para el pueblo de F ran cia, p ara la d ig n id ad in te le c tu a l y m oral de esta g ran d e y m í­ sera nación. ¡ Q uién no sabe la h isto ria del en v ilecim ien to o del a b u r­ guesam iento d e fin itiv o de esa pobre nobleza! V u e lta con los B orbones por am os, en los fu rg o n es de los e jército s aliad o s co n tra F ran cia, en 1814 y en 1815, había tra ta d o de re s ta u ra r su pasado, no feudal, sino cortesano. Q uince años de dom inación le b astaro n para ir a la ban carro ta. F antasm a ella m ism a, no como p ro p ie ta ria de la tie rra , sino como a risto c ra c ia p o lítica, a rra s tró en su caída o tro fantasm a, su aliado y su etern o san tifica d o r, la Iglesia. La burguesía, fo rta le cid a p or su riqueza y de in telig e n cia positiva, v o lte­ rian a, expulsó a una y o tra del poder p o lítico y de las c iu ­ dades, después de lo cual la nobleza, lo m ism o que la Ig le ­ sia, se re p u sie ro n am bas en los cam pos y de allí data p rin ­ cip alm en te su in flu e n c ia n efasta sobre los cam pesinos. E x clu id as de la vida p o lítica por la revolución de Ju lio , y viéndose p o r ta n to priv ad as re p en tin am en te de toda in ­ flu en cia social en los g ran d es ce n tro s de la civilización b u rg u esa, en co n trán d o se, por así decirlo, d esterrad a s de P a ­ rís y de las o tra s ciudades im p o rtan tes de F ran c ia , se re ­ fu g iaro n y se fo rtific a ro n en la F ra n c ia ru ral, y, m ás a lia ­ das que nunca, uniendo sus esfuerzos, una llevando el peso de sus riq u ezas m ateria le s y su in flu en c ia de g ran p ro p ie ­ taria, o tra su acción sistem áticam en te inm oral y em brutecedora sobre la su p erstició n re lig io sa de los cam pesinos y en especial sobre la de sus m ujeres, llegaron a dom inarlos. La rev o lu ción de 1830 había qu itad o la corona, derribado p o líticam en te, pero no desposeído a la nobleza de F ran cia, que no por eso quedó m enos como p ro p ie ta ria p o r ex celen­ cia de la tie rra . Sólo que el carácter de esa p ro p ied ad había cam biado en teram en te. F eudal, inm ueble y p riv ile g ia d a en la E d ad M edia, había sido tran sfo rm ad a por la revolución en p ro p ied ad com pletam ente burguesa, es decir, som etida a to das las condiciones de la producción cap ita lista, en m edio del tra b a jo asalariado. D u ran te la R estauración, la nobleza había tra ta d o de h acer rev iv ir, si no el tra b a jo forzado y las o tras servidum -


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111 ra Mírales que fu ero n la base esencial de la p ropiedad feu «luí, al m enos el p rin cip io de la in alien ab ilid ad de la tie rra n n ni i h manos, in stitu y e n d o los m ayorazgos, p o r una le g isla ­ r a n especial que en fin de cu e n ta s no llegó más que a un »4■'»Io resu ltad o , al o b stacu lizar la venta de las p ro p ied ad es: r I de hacer el créd ito te rrito ria l poco m enos que im posible. Pero hoy, p ro p ieta rio o no p ro p ieta rio , el que no tien e cré• lito no tien e ca p ital, y el que no tiene ca p ital no puede wnalariar el trab ajo , ni p ro c u rarse in stru m en to s p e rfe c c io ­ nados, las m áquinas, y por co n sig u ien te no puede p ro d u c ir i iquezas. P o r lo tan to , toda esa legislación rid ic u la y que, a prim era v ista, p arecía deber p ro te g e r la propiedad, la esterilizab a al c o n tra rio en m anos de los p ro p ieta rio s y condenaba a éstos ú ltim o s a la pobreza. La revolución de Ju lio puso fin a todas esas te n ta tiv a s rid ic u la s de volver a la E d ad M edia. L a pro p ied ad te rrito ria l se m ovilizó, ca­ sándose con el cap ital, y som etiéndose forzosam ente a to ­ das las v icisitu d e s de la p ro d u cció n cap ita lista. H oy, los gran des p ro p ie ta rio s de la tie rra , como los o tro s ca p ita listas, son fab rican tes, especuladores, m ercaderes. E s ­ peculan y ju eg an m ucho a la B olsa, com pran y venden a c ­ ciones, tom an p a rte en to d a especie de em presas in d u s tria ­ les reales o ficticias, y venden to d as las cosas, su con cien ­ cia, su re lig ió n y an te todo su honestidad. E l sen tim ien to social de la nobleza, en o tra época tan exclusivo, se m oviliza y se ab u rg u esa al m ism o tiem po que su pro p ied ad . A ntes, una m ala alianza era co n sid erad a como una v ergüenza, como un crim en. A p a rtir del p rim er Im p e ­ rio, bajo la R estau ració n m ism a, y sobre todo bajo el ré g i­ m en de Ju lio , se tran sfo rm ó en un lu g ar com ún. La nobleza, em pobrecida por la revolución y no indem nizada s u fic ie n te ­ m en te por el m illar de m illones que le dió la R estauración, ten ía necesid ad de rehacer su fo rtu n a . Sus h ijo s se casaron con las b u rg u esas y dió sus h ijas a los burgueses. S oportó que esto s ú ltim o s se cu b rieran de títu lo s n o b iliario s a los que no ten ían derecho alguno. Se burló, es verdad, pero no se opuso. A l p rin cip io , estas u su rp a cio n es rid ic u la s sa l­ varon en cierto m odo las ap ariencias. ¿N o era p re fe rib le poder llam ar a su yerno conde, m arqués, vizconde o barón que llam arlo sim plem ente señor J o u rd a in ? Adem ás, había una u tilid a d social evidente en esas m ascaradas bufonas.


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OBRAS DE MIGUEL B AKU NIN

N obleza obliga. U n b u rg u é s que se cubre con un títu lo que no le p erten ece debe g u a rd a r el decoro, debe darse al m e­ nos la ap a rien cia de un hom bre bien nacido y bien cria d o ; debe o ste n ta r sen tim ie n to s a risto crático s, d esp reciar la ca­ nalla, ap a re n ta r se n tim e n ta lid a d re lig io sa e ir re g u la rm en ­ te a misa. L a v en ta de los bienes nacionales y después las tra n sa c ­ ciones te rrito ria le s habían hecho caer m uchas gran d es p ro ­ p ied ad es en m anos de los burgueses. Si estos b u rg u e ses p ro ­ p ie ta rio s hu b iesen co n tin u ad o form ando b anda a p a rte ; si, llevando sus costum bres y sus op in io n es v o lterian a s y lib e­ rales a los cam pos, hubiesen p ro seg u id o su lucha en c arn i­ zada co n tra la nobleza y c o n tra la Ig lesia, no h ab ría podido a rra ig a r la in flu e n c ia de éstas e n tre los cam pesinos. E ra preciso, pues, asim ilarse a todo precio, y para eso no había m ejo r m edio que d e ja rlo s ennoblecerse y d isfra z a rse de des­ cen d ien tes de los cruzados. E ste m edio era in falib le, porque estaba calculado p rin cip a lm en te sobre la vanidad, pasión que ocupa el p u esto m ás considerable en el corazón de los b u rg u eses, d esp ués de la a v a ric ia ; la av aricia re p re se n ta su s e r real, que la v an id ad tra ta de enm ascarar en vano b ajo ap arien cias sociales. Como el h id alg o de M olière, todo b u rg u é s c a p ita lista o p ro p ie ta rio de F ran cia, está abrasado p o r el deseo de c o n v e rtirse p o r lo m enos en barón y de aco starse con a lg u n a m arquesa, aunque no sea m ás que una vez en su vida. A sí se form ó, bajo el re in a d o de L u is F elipe, en los cam ­ pos, en las p ro v incias, cooperando la van id ad b u rg u esa y la com unidad de los in tereses, una sociedad nueva, la burgue­ sía rural, en la que im p ercep tib lem en te se p erd ió p o r com­ p leto la an tig u a nobleza. E l e sp íritu que anim ó después a esa clase fué un p ro d u c to com plejo de div erso s elem entos. La b u rg u esía co n trib u y ó con su positivism o cínico, la b ru ­ ta lid a d de las cifras, la dureza de los in tere se s m ateria le s; y la nobleza con su v anidad cortesana, con su falsa caba­ llero sid ad en la que el h onor había sido reem plazado desde hacía m ucho tiem po por el p u n d o n o r; sus d istin g u id a s m a­ n eras y sus herm osas frases, que d isim u lan ta n ag rad ab le­ m en te la m iseria de su corazón y la n u lid ad desoladora de su e s p íritu ; su vergonzosa ignorancia, su filo so fía de sa­ c ristía, su c u lto al hisopo ,y su h ip ó c rita sen tim en talid ad


A D VE R T E N C IA PARA EL IMPERIO

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■r lidiosa. L a Ig lesia, en fin, siem pre práctica, siem pre en i urnlzada en la p'ersecución de sus in tereses m ateria le s y •le mu poder tem poral, sancionó con su bendición ese connu­ bio m onstruoso e n tre dos clases a n te s enem igas, pero con1 undidas en lo sucesivo en u n a nueva clase p ara desdicha d e F rancia. E sa clase se tra n sfo rm ó necesariam ente en el Don Q u ijo te del u ltram o n tan ism o . T a l fu é p recisam en te su rusgo d istin tiv o y que la separa h o y de la b u rg u e sía de las ciudades. Lo que id e n tific a a esas dos clases es la ex p lo ­ tación b ru ta l y d esp iad ad a del tra b a jo p opular, y la im pa­ ciencia p or en riq u ecerse a costa de cualquier m edio y a cu alq u ier p recio, y el deseo de conservar en sus m anos el p oder del E stad o , como el m edio m ás seguro para g a ra n ti­ zar y en san ch ar esa exp lo tació n . Lo que les une, en fin , es el o bjetivo. M as lo que las sep ara p ro fu n d am en te son los m edios y las ru ta s, es el m étodo que cada u n a cree deber em plear p ara lleg ar a ese objetivo. La b u rg u e sía ru ra l es u ltram o n tan a, y la b u rg u e sía de las ciudades es galicana; lo que q u iere d ec ir que la p rim e ra cree p o d er lleg ar m ás seg u ram en te a su fin p o r la su b ordinación del E stad o a la Ig lesia, m ien tras que la segunda, p o r lo co n tra rio , tie n d e a la su b o rd in ació n de la Ig le sia al E stado. P ero am bas están unán im es sobre este p u n to : que es absolutam ente necesaria para el pu eb lo una reJigión. E n o tro tiem po, a n te s de la G ran R evolución, y aun an te s de la rev o lu ció n de Ju lio , bajo la R estau ració n , se podía d ecir que la nobleza era re lig io sa y que la b u rg u e sía era irre lig io sa. P ero hoy no es lo m ism o. La nobleza, o m ás bien la b u rg u e sía ru ra l que reem plazó d e fin itiv a m e n te a la nobleza, no ha conservado la som bra de ese an tig u o fervor, de esa sen cillez y de esa p ro fu n d a in g en u id ad re lig io sa que se h abía m an ten id o m ayorm ente e n tre los caballeros del cam po h asta los p rim ero s años del siglo p re sen te. Lo que dom ina e n tre los caballeros a c tu a le s no es ya el s e n ti­ m iento, es la im becilidad y la crasa ig n o ra n c ia ; no es la ab n egación caballeresca, heroica, fa n ática, es la frase de todo eso, que enm ascara h ip ó c rita s cálculos. E n el fondo, lo re p ito , no h ay m ás que una am bición m iserable, una v an i­ d ad rid icu la, u n a avaricia feroz, y u n a necesid ad insaciable de sen su ales goces m ateriales, es decir, lo c o n tra rio del v erd ad ero sen tim ien to religioso. T o d as estas tendencias


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

innobles, que c a rac te rizan hoy la nobleza o la b u rg u e sía ru ­ ra l de F ran c ia , están a g ru p ad as bajo la ban d era del ultram ontanism o. E sta clase es u ltram o n tan a porque está educada en gran p a rte por los je su íta s y h ab itu ad a desde la in fan cia a la alian za de los sacerdotes, sin los cuales no lle g a ría nunca a dom inar en el c a m p o ; envidiosa, por lo dem ás, de la b u r­ guesía de las gran d es ciudades que la ap la sta p o r su in te li­ gencia y p or una civ ilizació n m ucho más am pliam ente des­ arro llad a, co n sid era a la Ig le sia como la m ás seg u ra g aran ­ tía de su p o d er p o lítico y de sus p riv ileg io s m ateriales, y le sac rifica con gusto el E stad o , es decir, la p atria , que g aran ­ tiza, al co n trario , m ás los in tere se s y el poder exclusivo de la b u rg u e sía de las gran d es ciudades. P o r su p arte , esta últim a, fiel en eso a sus an tig u a s tr a ­ diciones, da al E stad o la p re fere n cia sobre la Ig lesia. No se ha hecho re lig io sa, pero cesó de hacer alard e de ateísm o y h asta de su in d ife re n c ia an te las m e n tira s tan ú tile s de la relig ió n . D esde 1830, es decir, desde que se apo d eró d e fin i­ tiv am en te de todos los poderes del E stad o , había com en­ zado a co m p render que únicam ente las prom esas celestiales de la re lig ió n podían im p ed ir al p ro leta riad o , cuyo tr a ­ bajo le enriquece, sacar consecuencias te rre n a le s de la fó r­ m ula rev o lu c io n aria L ib e rta d , Ig u a ld a d y F raternidad, de que ella se había servido para d e rrib a r el po d er de su h e r­ m ana m ayor la nobleza. E l socialism o, no el socialism o teó ­ rico elaborado por los pensadores generosos salidos de su seno, sino el socialism o p ráctico de las m asas obreras, s u r­ gido dél in s tin to y de los su frim ie n to s m ism os de esas m a­ sas y que hizo su p rim era m an ife sta ció n b rilla n te y san ­ g rie n ta en L yon, en 1831, y m ás am pliam ente en P a rís, en 1848, acabó de a b rir los ojos a los burgueses. Y cuando en esto s últim o s años el p ro leta riad o , no de F ra n c ia sólo, sino de E u ro p a y de A m érica, organizado en una inm ensa aso­ ciación in tern a cio n al, levantó audazm ente la b an d e ra del ateísm o, es d ecir de la rebelión co n tra toda a u to rid a d d i­ vina y hum ana, entonces los b u rg u eses co m p ren d iero n que no había para ellos m ás salvación que el m an ten im ien to a to d a costa de la relig ió n . D espreocupados, lib ertin o s, vol­ teria n o s y ateos, d esp u és de un siglo de lucha hero ica con­ tra los ab su rd os de la fe y co n tra la depravación religiosa,


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i u m m /n ro n a d ec ir ahora, como E n riq u e IV , de burguesa m n noria, lo había dicho de P a rís, que “ la conservación del IhiInIIIo b u rg u és bien vale una m isa”. Y van a m isa, acom pañan de nuevo a ella a sus castas niponas y a sus h ija s inocentes, ángeles sum idos en el am or divino y en la m oral de la S anta Ig lesia C atólica, de la que non serv id o ras consagradas, y que les hace b en d e cir hoy las ejecu cio n es h o rribles, la m atanza en m asa de la canalla re ­ publicana y so cialista de P a rís, com prendidos los niños y las m ujeres, por los salvadores de V ersalles, como sus abue­ lo«, d irig id o s p or esa m ism a Ig lesia, habían aplaudido, hace lustam ente tre s siglos, las m atanzas no m enos m e rito ria s y no m enos g randiosas de las jo rn ad as de San B artolom é. A tre s sig lo s de distan cia, ¿no se re p ite la m ism a cuestión, el m ism o crim en? ¿N o han sido los h u g o n o tes lo que los co m u n alistas son h o y : rebeldes crim in ales e im píos co n tra el yugo salvador de D ios y de todos sus dignos re p re se n ­ ta n te s sobre la tie rra ? E n to n ces, esos re p resen ta n te s, esos salvadores, se llam aban el P apa, la C om pañía de Jesú s, el C oncilio de T re n to , F elip e I I , el D uque de A lba, C arlos IX , C atalin a de M édicis, los G uisas y todos los san to s héroes de la L ig a ; hoy se llam an el P apa, la C om pañía de Jesú s, el C oncilio del V aticano, el C onsistorio de B erlín , el em pe­ rad o r G u illerm o I, el P rín c ip e de B ism a rck ; y al lado de esas te rrib le s fig u ra s, como fig u ra s m enores, los T h iers, J u lio F av re y J u lio Sim ón, con to d a su p a trió tic a A sam ­ blea N acional de la que son flo r y n a ta ; el honesto T rochu, el a u stero P ic ard , D ufaure el ju sto , el heroico MacM ahon, el caballeresco D ucroy, a n tig u o d eg o llad o r de P a ­ rís, y ese v iejo g en eral C hangarnier, que no puede conso­ larse p or no haber ten id o nunca ocasión de asesin ar m ás que árab es; ese dulce G allifet, este buen N apoleón I I I , el g ran hom bre desconocido y caído, la piadosa E u g en ia con su g ra n u ja im p erial b autizado por el P ap a, E n riq u e V, el p red estin ad o , to dos esos am ables p rín c ip e s de O rleans, v ie­ jos y jóvenes, que m ueren de gana de sac rificarse p o r la salvación de F ran c ia , y tan to s o tro s p re te n d ie n te s le g íti­ m os e ileg ítim o s, p ájaro s de presa, b estias feroces m ás o m enos h am b rien tas que g iran sobre ella en este m om ento, im p acien tes p or devorarla. Sí, to d a esa h o rro ro sa canalla, d irig id a por el doble re-


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O S /? /IS D E M I G U E L B A K U N I N

negado de la filo so fía y de la R epública, J u lio Sim ón, debe ir a m isa, y los b u rg u eses v o lterian o s de F ra n c ia deben seg u irla. Im p u lsad o s por u n a fu e rza en lo sucesivo irre s is ­ tib le ; ren u n cian d o a todo lo que había co n stitu id o an tes su honor, a la verdad, a la lib ertad , a la ju stic ia , y a todo lo que se llam a conciencia y d ig n id ad h u m an a; re tro c e ­ dien d o an te la lógica de su pro p io p a sa d o ; no atrev ién d o se ni a a fro n ta r ni a en carar siq u iera el porvenir, y conde­ nados fa talm en te a no b u scar su salvación sino en la n eg a­ ción m ás verg onzosa de todo lo que habían adorado y se r­ v id o en los días de su grandeza in te le c tu a l y m oral, se d ejaro n a r ra s tra r h asta besar, por no d ecir o tra cosa, la p a n tu fla del P apa, ese je fe e sp iritu a l, ese sa n tific a d o r y ese in sp irad o r consagrado de todos los absurdos, de todas las in iq u id ad es, de todas las ferocidades, de to d as las in ­ fam ias y to rp ezas que se in sta la n hoy de nuevo triu n fa l­ m en te en el m undo. Irá n , pues, a m isa, pero irá n co n tra su v o lu n tad ; se av e r­ go n zarán de sí m ism os y he ah í lo que co n stitu y e su d eb ili­ dad re la tiv a an te la b u rg u e sía ru ra l de F ran c ia , y lo que les d ará una p o sición necesariam ente in fe rio r con re la ció n a ésta, no ya en las cosas de la relig ió n , sino, necesariam ente, tam bién en los asu n to s p olíticos. E s v erd ad que el cinism o de los b u rgueses, estim ulado por la cobardía y por la av a­ ricia , va m uy lejos. M as por cínico que se sea no se llega jam ás a o lv id ar com pletam ente el pasado. A fa lta de la con­ cien cia del corazón, se conserva la conciencia y el p u d o r de la in telig e n cia. U n b u rg u é s c o n se n tirá m ejo r en pasar p o r p illo , h asta se v a n a g lo riará de ello, porque es u n títu lo de g lo ria en los am bientes y en las épocas de v illa n ía a u ­ d az ; pero d ifícilm en te se re sig n a rá a p asar p o r to n to . Q u e­ rrá ex p licarse, por co n sig u ien te, y com o no hay explicación para la to n te ría au m en tad a p o r la cobardía, se em barazará y se en red ará en razo n am ien to s in ex trica b le s. Se se n tirá d esp reciad o , se d esp reciará a sí m ism o, y con sen tim ie n to sem ejan te n ad ie se hace fu e rte. Su m ism a in te lig e n c ia y su in stru cció n su p e rio r le condenarán a una d eb ilid ad inven­ cible y, débil, se d ejará a rra s tra r fa talm en te p o r los que se sien tan y en efecto sean m ás fu e rtes. ¡ A h, sí, esos buenos b u rg u eses de F ra n c ia deberán tris c a r la h ierb a com o Nabucodonosor f


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Lo« más fu e rte s hoy son los nobles duques, los m arquelos condes, los barones, los rico s p ro p ieta rio s, en una prtljibra to d a la b u rg u e sía del cam po; lo son tam b ién los l > l I I o n fran co s de la banda b o n ap a rtista , los bandidos ele­ g an tes: estad istas, prelados, g enerales, coroneles, oficiales, ad m in istrad o res, senadores, d ip u tad o s, com erciantes, g ra n ­ de« y pequeños fu n c io n a rio s y p o licías form ados p o r N a­ poleón I I I . N o obstante, es necesario establecer u n a d is tin ­ ción en tre estas dos ca te g o rías que están llam adas a darse la mano, como se la d iero n ya b ajo el segundo Im perio. La b anda b o n a p a rtista no peca n i de to n te ría n i de ig ­ norancia. C uando está re p re se n ta d a por sus jefes, al con­ tra rio , h a sta es m uy in te lig e n te , m uy sabia. N o ig n o ra el bien y el m al, como n u e stro s p rim eros pad res an tes de haber p robado el fru to del árbol de la ciencia, o com o lo hace en p a rte en n u e stro s días la clase b u rg u esa ru ra l a Iíi cual una san ta y crasa ig n o ran c ia y la p ro fu n d a e stu ­ pidez in h ere n te al aislam ien to de la v id a del cam po re h i­ ciero n una especie de v irg in id ad . C uando los b o n ap a rtista s h acen m al, no p u eden m enos de h acerlo y lo hacen cons­ cien tem en te y sin fo rja rse la m enor ilu sió n sobre la n a tu ­ raleza, los m óviles y el fin de sus em presas, o m ás bien, han llegado a ese p u n to del desenvolvim iento in te le c tu a l y m o­ ral en que la d ife re n c ia en tre el b ien y el m al no ex iste ya, y en que to d as las no cio n es sociales, las p asiones políticas, au n los in te re se s colectivos de las clases, lo m ism o que to ­ d as las creen cias re lig io sas y to d as las convicciones filo só ­ ficas, p erd ie n d o su sen tid o p rim itiv o , su sin ceridad, su se­ ried ad , se tran sfo rm an en o tro s ta n to s ex c elen tes p re te x to s o d isfraces de que se sirven para o c u lta r el ju eg o de sus p asiones in d iv id u ales. L a b u rg u e sía ru ral, los caballeros cam pesinos están lejos de h ab er lleg ad o a ese nivel. Su fu erza re la tiv a en relació n a la b u rg u e sía de las ciudades, no e stá de n in g ú n m odo en su ciencia, n i en su e s p íritu ; resid e precisam en te en esa crasa ig n o ran c ia y en esa estu p id ez in creíb le g racias a las cuales se e n c u e n tra al abrigo de las te n ta c io n e s del dem onio m o d ern o : la duda. L a nobleza cam pesina no duda de nada, ni au n del m ilag ro de la S alette. D em asiado in d ife re n te y dem asiado perezosa p ara fa tig a r in ú tilm e n te el cerebro, acep ta sin la m enor c rític a y sin vacilació n a lg u n a los ab­ HfM,


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su rd o s m ás m onstruosos, siem pre que la Ig le sia considere bueno im p onerlos a su fe. N in g u n a to n te ría , p o r enorm e que sea, p o d ría re p u g n ar a su e sp íritu sistem áticam en te em b ru tecid o p o r una fu e rte educación religiosa. E d u cació n del e sp íritu , no del corazón. Los buenos p a­ d res de la C om pañía de Jesú s, que tien en obligadam ente, su alta dirección, hallan m ucho m ás ú til falsear el d esarro llo de los e s p íritu s y p aralizar su ím petu n a tu ra l que encender las pasiones re lig io sas en el corazón de sus alum nos. H a sta se p o d ría d ecir que tem en esas pasiones, que les han ju ­ gado a m enudo m alas pasadas, llevando a sus alum nos fu era de las vías p re scrip tas, y haciéndoles caer a veces desde los excesos de ese fanatism o m ístico que se e n c u en tra en el o rig en de to d as las h e re jía s religiosas, en los excesos con­ tra rio s de un escepticism o furioso. A lo sum o, cu ltiv an , cuando no p u ed en o brar de otro modo, el m isticism o del corazón en las m ujeres, cuyas pasiones, frecu e n te m e n te in ­ evitables, son un poco incóm odas, es verdad, alg u n as veces h asta p elig ro sas, pero al m ism o tiem po ta n ú tile s, ta n p re ­ ciosas como m edio de acción y como in stru m e n to de poder en m anos del sacerdote. L os buenos pad res de J e s ú s no se ocupan, pues, apenas de la educación del corazón m asculino, ni se cu id an de en ­ cen d er en él las santas llam as del am or celestial. Lo dejan llenarse con todos los intereses, con to d as las vanidades y to das las p asiones de este m undo. No le pro h íb en los go­ ces sensuales, al co n trario . D ejan crecer en paz la concu­ piscencia, el egoísm o, la am bición, el o rg u llo y la van id ad n o b iliaria, acom pañadas casi siem pre de la bajeza cortesana, de la c ru eld ad y de las dem ás flo re s de la hum ana b estia­ lid ad ; po rq ue saben sacar v e n ta ja de ellas, ta n to como del m isticism o de las m ujeres. Su fin no es hacer buenos a sus d iscípulos, honestos, sinceros, hum anos, sino lig arlo s por lazos in d iso lu b les al servicio de la Ig lesia, y tra n sfo rm a rlo s en in stru m e n to s a la vez ciegos e in tere sa d o s de la santa relig ió n . No d e stru y e n la p otencia del querer, como se ha p re te n ­ dido. L os hom bres privados de esa p otencia no podrían ser de una g ran u tilid a d . O bran m e jo r: aun ayudando al desen­ v o lvim iento de toda su fuerza, la som eten y la encadenan, haciendo al p ensam iento de sus alum nos incapaz para siem ­


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pre de d irig irla . E l m edio que em plean para eso es tan in ­ falib le com o se n c illo : por u n a enseñanza sabia, p ro fu n d a ­ m ente com binada, alim en tad a con detalles ap lasta n te s, pero d esp ro v ista de pensam iento, y sobre todo calculada de m odo que m ate en el cerebro de los alum nos todo im pulso ra cio ­ nal, to d a cap acid ad de p erc ib ir lo real, lo v iv ien te, todo p en sam ien to de lo v erdadero, toda osadía, to d a in d e p e n ­ dencia, to d a fran q ueza, colm an su e sp íritu de una ciencia falsa desde el com ienzo hasta el f i n : falsa desde el p u n to de v ista de la lógica, falsa sobre to d o bajo el aspecto de los hechos, pero que han ten id o el a rte de p re se n ta r con el p edantesco a rtific io de una eru d ic ió n concienzuda y p ro ­ fu n d a y de un desenvolvim iento escru p u lo sam en te racio ­ nal ; y han ten id o cu id ad o de im p rim ir tan p ro fu n d am en te esa ciencia fa lsific ad a en la m em oria, en la im aginación, en la ru tin a in telectu al de esos desdichados cerebros des­ viados, que les sería preciso una po ten cia e s p iritu a l v e r­ d ad eram en te e x tra o rd in a ria para poder lib ertarse m ás ta r ­ de L ob que, en efecto, Bon excesivam ente raros. La m ayor p arte de los m ejo res alum nos je su íta s perm anecen sabios to n to s toda su vida, y la inm ensa m ayoría no conserva más que el e sp íritu necesario para e je c u ta r fielm ente, cieg a­ m ente, las ó rd en es de sus d ire c to re s esp iritu ales. Lo que los je s u íta s se ap resu ran a m atar an te todo en sus alu m n o s es el e s p íritu c rític o ; en cambio, cu ltiv an en ellos con esm ero la cred u lid ad estú p id a y la sum isión p e re ­ zosa y serv il del e s p ír itu ; y para salv ag u ard arlo s para siem pre co n tra las ten tac io n e s del dem onio, los arm an con un p recen cep to que se tran sfo rm a a la larg a en u n h ábito saludable de d esv iar conscientem ente, v o lu n tariam en te , su p en sam ien to de cu an to pueda q u e b ra n ta r su f e ; todo lo que es co n tra rio a la fe, por plausible y n a tu ra l que parezca, no p uede ser m ás que una su g estió n del in fiern o . Me ap resu ro a a ñ a d ir que la m ayor p arte de sus d iscíp u lo s no tien en n ecesid ad de em plear ese m edio, pues están m ucho m ejor g aran tizad o s co n tra las ten tac io n e s del dem onio p o r la in d i­ feren cia y p o r la sum isión perezosa de su e s p íritu sistem á­ ticam en te enervado. Se concibe que, g racias a esa educación, los caballeros del cam po se hay an hecho cam peones in q u eb ran tab les de la S anta Ig lesia, m o dernos héroes de la fe ; este heroísm o, por O bras de Bakvnin, -11

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o tra p arte, no les exige el sac rificio de n in g ú n goce m ate­ rial, n i de n in g u n a v e n ta ja social, p u esto que, al co n trario , la Ig le sia se los g a ran tiza plen am en te h o y ; ú n icam en te el sac rificio de su honor, de su libre alb ed río en los asu n to s de la re lig ió n y de la po lítica, el sac rificio de su lib re p en ­ sam iento. P ero , fran cam en te, ese sac rific io no les cu esta nada. ¡E l h o n o r! H ace ya m ucho tiem po que la nobleza fran cesa ha p erd id o la m em oria y el sen tid o de él. E n cuan­ to a lo que se llam a lib repensam iento, esa nobleza tien e hacia él desde el com ienzo de este siglo una rep u g n an cia, un h o rro r que no le ceden en in ten sid ad al de los sacerdo­ tes. E s tá tan a fe rra d a a este punto, que se puede eBtar se­ g u ro de que n in g u n a idea nueva, n in g ú n nuevo d esc u b ri­ m ien to de la ciencia, en co n tra d icció n con las enseñanzas de la Ig lesia, p o d rá fra n q u e a r el abism o o m ás bien tra sp a ­ sar la espesa capa de grasa que su educación re lig io sa, su pereza, su in d ifere n cia, su im becilidad, su v u lg a r egoísm o y su crasa ig n o ran c ia fo rm aro n alre d ed o r de ella. Se com ­ p ren d e que esto le dé u n a inm ensa v e n ta ja sobre la b u rg u e ­ sía de las ciu d ad es que, aun reconociendo hoy la u tilid a d , ¡qué d igo!, la im placable necesidad de la m ás b ru ta l reac­ ción relig io sa, m ilita r y policíaca, p o r ser esa reacción en lo sucesivo el arm a única que pueda y que sepa oponer a la rev o lu ció n social, y aunque d ecid id a p erfec ta m e n te a lan­ zarse a ella y a c e p ta r to d as las consecuencias, h asta las m ás desag rad ab les y las m ás h u m illan tes, debe de se n tirse no o b stan te co n sid erab lem en te em barazada y av erg o n zad a en esa posición nueva. ¡D iab lo !, no es fácil deshacerse en un a b rir y c e rra r de ojos, y a vo lu n tad , de to d o s los an tig u o s hábitos. H ab er sido d u ra n te tre s siglos, y si se tom a en con sid eració n la b u rg u e sía italian a, al m enos d u ra n te siete siglos, la clase in te lig e n te , p ro d u c to ra, p rogresiva, hu m an i­ ta ria y liberal p o r e x c e le n c ia ; haber creado to d as las m ara­ v illas de la civ ilizació n m o d ern a; haber escalado el cielo y la tie rra , d errib ad o los a lta re s y los tro n o s, y fu n d a d o so­ bre las ru in a s de los unos la ciencia y sobre las ru in a s de los o tro s la lib e r ta d ; h aber soñado y realizado en p a rte la tra n s ­ form ación del m u n d o ; h ab er co n cen trad o en su s m anos to d o : in telig e n cia, sabiduría, riqueza, poder, ¡y verse re d u ­ cida en este m om ento a no h a lla r refu g io , p rotección, sal­ v ació n sino en la sa c ristía y en el c u a rte l! E s ta r forzada


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«luiirt ti m rorfillaruc a n te esos m ismos a lta re s que había ■l< ii ¡l indo, a re p e tir, hum ildem ente, h ip ó critam en te, las hoiH lilrn e in m orales estu p id ec es del catecism o cristian o , a r e t l b l r la b endición y besar la m ano de esos sacerdotes, proI> «.«!i y ex p lo tad o res de la m en tira, que había despreciado tttll J t i n t a m e n t e ; ¡se n tirse ase g u rad a y consolada cuando los «inminoR de p ro fesión, los odiosos m ercenarios de la fuerza b r u t a l e inicua, los generales, los oficiales, los soldados q u i e r e n po n er en sus m anos su p lican tes y tem blorosas sus m a n o s rep u lsiv as, m anchadas con la sangre del p ro le ta ria ­ do I I E s ta r red u cid a a g lo rific a r esa sac ristía y ese cu artel r o m o la m ás a lta ex p resió n de la civilización m oderna! Podo eso es hoy rig u ro sa m e n te im puesto a la bu rg u esía dr l a s ciudades, p ero no es ag rad ab le de n in g ú n m odo, y no luí y que asom brarse si se m u estra em barazada y desm añada r n m edio de sus nuevos am igos, enem igos en otro tiem po. N o h a y q u e asom brarse si, a p esar de su in telig e n cia s u ­ p e r i o r , drrtorientada en ese m undo que no es y que no podrá nri ruinen el s u y o , se d eja dom inar hoy por la b ru talid ad d r l a a h l e y por l a im becilidad im p ertu rb ab le, com pleta, a r m o n i o s a , invencible de la b u rg u e sía rural. E sto s honestos c a m p e s i n o s , in iciad os desde la in fan c ia en to d o s los m iste ­ r i o s d e l hisopo y de la b ru je ría ritu a l de la Ig lesia, están r n la sac ristía como en su casa, no tien en o tra p atria, y e s a l l í donde hay que b uscar el secreto de su po lítica. Su i m b e c i l i d a d a rtific ia lm e n te cu ltiv ad a por la Ig lesia, y que l e s da una su p erio rid a d m oral ta n grande sobre la in te li­ g e n c i a desm oralizada y decaída de la b u rg u e sía de las ciu ­ d a d e s , l o s hace n atu ra lm e n te incapaces de d irig ir esa fuerza q u e Ies p resta. B ajo el aspecto de la in telig e n cia, de la o r g a n i z a c i ó n y de la d irecció n po líticas, la b u rg u e sía de las c i u d a d e s , a p esar de su desm oralización com pleta, p erm a­ n e c e i n f i n i t a m e n t e superior. T ien e la ciencia, tien e la p rá c ­ t i c a de los negocios, tien e el háb ito de la ad m in istració n y d e l a ru tin a del m ando. Sólo que no puede aprovecharse d e t o d o eso, porque ha p erdido la fe en sus pro p io s p rin ­ c i p i o s y en ella m ism a; porque se ha v u elto co b ard e; p o r­ q u e de to d as sus a n tig u a s pasiones p o lític a s y sociales no c o n s e r v a m is que una sola, la del lu c ro ; porque, desg a­ r r a d a po r co n trad iccio n es insolubles, no form a ya un c u e r­ p o o r g a n i z a d o y com pacto, no es p ro p iam en te una clase,


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sino una inm ensa ca n tid a d de in d iv id u o s que se d etesta n y que d esco n fían unos de o tro s re c íp ro c a m e n te ; porque, en fin , esa m asa de in d iv id u o s u rbanos y burgueses, no te n ie n ­ do para el p o rv e n ir o tro lazo que les una que el m iedo in ­ m enso que les causa el socialism o, se ve fo rzad a a b u sca r h o y su salvación en un m undo an típ o d a de su m undo, t r a ­ d icio n alm en te racio n al y lib e r a l; y en ese m undo de la re ac­ ción soldadesca y clerical, deso rien tad a, d esorbitada, des­ preciad a y d esp recián d o se a sí m ism a, se m u estra n ec esaria­ m ente m ás to rp e que los m ás torpes, más ig n o ra n te que los m ás ig n o ran tes, y m il veces m ás cobarde que los h ijo s del cu a rte l y de la sacristía. P o r to d as estas razones, la b u rg u esía de las ciu d ad es se v io obligada a abdicar. Su dom inación ha te rm in a d o ; pero no se sigue de ah í que la dom inación de la b u rg u e sía de los cam pos h ay a com enzado. Se m ostró b astan te com pacta, b a sta n te fu e rte para q u ita rla a los b u rg u e ses de las ciu ­ d ad e s; m as no tien e ni la in te lig e n c ia ni la ciencia nece­ saria s p ara re te n e rla en sus m anos. Incap az de d irig irse a sí m ism a, ¿cóm o d irig iría el gobierno de un g ran país? Sólo es u n in stru m e n to pasivo y ciego en m anos del clero. L a co n clusión es sencilla. S erán sus d irec to res esp iritu a le s los in sp ira d o re s únicos de sus p en sam ientos y de sus ac­ to s ; será la in trig a u ltram o n tan a, de la que no es m ás que el in stru m e n to ciego, será la Ig le sia de Rom a, en una p ala­ bra, la que se e n c arg a rá en lo sucesivo del gobierno de F ran cia, y la que, form ando una alianza ofensiva y d e fe n ­ siva con la razón del sable y la m o ralid ad de la bolsa, la te n d rá en sus m anos, h asta la hora m ás o m enos cercana en que triu n fe la causa de los pueblos, la de la hum anidad, re p re se n ta d a p o r la rev o lu ció n social. N o ha sido de re p en te como la clase de los caballeros del campo, de o tro m odo la b u rg u esía ru ral, ha llegado a c o n s titu ir la clase realm ente dom inante de F ran cia. Su n a­ cim iento, bajo esa form a nueva, data del p rim er Im perio. E n to n c e s fué cuando se operó, p o r los m atrim o n io s en v asta escala, la p rim era fusión de la an tig u a nobleza, sea con los rico s im provisados que ad q u irie ro n los bienes n a­ cionales, sea con los b u rg u e ses advenedizos del ejército . E ste m ovim iento fué, si no com pletam ente d etenido, al m e­ nos co n sid erablem ente apaciguado d u ra n te la R estauración,


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que reanim ó en la nobleza de F ra n c ia su altiv e z a risto c rá ­ tica y en la b u rg u e sía su odio c o n tra la nobleza. P ero, des­ de 1830, la fu sió n se operó con una increíble rapidez, y fué precisam ente en el reinado de L u is F elip e cu an d o se form ó tam bién, bajo los au sp icio s del clero, el e sp íritu de la clase

nueva. Se form ó con so rdina, im p ercep tib lem en te, de un m odo n atu ral, y sin el m enor estallid o . E l reinado de L u is F elip e, Be sabe, fué señalado por la dom inación de las gran d es c iu ­ dades, y de P a rís m ayorm ente. L a bu rg u esía de las ciu d a­ des triu n fa b a ; la nobleza de pro v in cias y los p ro p ie ta rio s cam pesinos con ella, eran anulados. V ivieron en la oscu­ rid ad , nad ie se in q u ietó p o r saber lo que pensaban, p o r lo que h ac ía n ; y p recisam en te en m edio de esa o scu rid a d fué donde se form ó len tam en te la nueva poten cia de la b u r­ g u esía ru ral. D u ra n te los d ieciocho años que duró el ré g i­ m en de Ju lio , la fu sió n com pleta de los elem entos c o n sti­ tu tiv o s de esa clase, la vieja nobleza y la b u rg u e sía p ro p ie­ taria, fu é term in ad a. D ebía operarse, porque, a pesar de sus an tig u a s en v id ias, estos dos elem entos, ig u alm en te o fu sc a­ dos y h erid o s p o r la dom inación d espectiva de la burgue* sía urbana, se s in tie ro n a tra íd o s recíp ro cam en te. L os no* bles te n ía n necesidad de re h ace r su fo rtu n a , y los propie« tario s b u rg u eses se se n tía n cru elm en te ato rm e n ta d o s p o r la p asión de los títu lo s. E n tre esas dos asp ira cio n es re c í­ p rocas e ig u alm en te apasionadas no faltaba m ás que u n in ­ term ed iario . E l in term ed iario se e n c o n tró : fu é el sacerdote. L a p o lític a de la clase nueva su rg id a de esa fusión no podía ser n i la de la nobleza a n tig u a ni au n la de la nobleza de la R estau ració n . L en tam en te p re p ara d a y siem pre d ir i­ gida p or los sac erd o tes hacia el m ism o fin, la dom inación de la Ig le s ia u ltram o n tan a, o si se quiere, in tern a cio n al, estab lecid a sobre las ru in a s de todas las in stitu c io n e s nació-» nales, esa p o lític a ha ten id o d ife re n te s fases de desenvol­ vim iento. A n te to do, in m ed iatam en te después de la caída de la ram a m ás v ieja de los B orbones, cuando las pasiones que habían sep arad o ta n larg o tiem po am bas clases no se habían ap aciguado to d av ía; cuando su fu sió n parecía im posible, y el tron o de L u is F elip e, v io len tam en te atacado y m iñado p o r las in su rre ccio n es y las co n sp iracio n es del p a rtid o re ­


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publicano, p arecía todavía vacilar, d ejando una esperanza de reg reso al rey legítim o, el p ro te c to r n a tu ra l de la n oble­ za y del clero, esa p o lítica fué excesivam ente nobiliaria. L o s leg itim ista s co n stitu y e ro n ento nces en provincias, p rin cip a lm en te en el M ediodía y en una g ran p a rte del oeste de F ran c ia , un p a rtid o m ilita n te y serio. P ero ya en 1837, cuando L u is F elip e se sin tió b astan te co n solidado sobre el tro n o para poder a m n istia r sin p elig ro a los m in istro s de C arlos X, y sobre todo después del ad v e­ n im ie n to del M in iste rio del 29 de o ctu b re (G uizot, S oult, D u c h átel) en 1840, m in iste rio apoyado por una fu e rte m a­ y o ría de la C ám ara y saludado por todos los G obiernos de E u ro p a como una pro b ab ilid ad seria de la v u elta de F ra n ­ cia a la p o lítica de la reacción, ta n to en el in te rio r como en el ex terio r, al m ism o tiem po que de som etim iento d e fin i­ tiv o del país legal o b u rg u é s a la d in a stía de O rlean s, toda esp eran za de tran sfo rm ació n pareció perd id a. L as a g ita c io ­ n es p o lítica s que habían ato rm en tad o la p rim era m ita d de ese rein ad o cesaron re p e n tin a m e n te y la o p in ió n pública, a n te s tan tem pestuosa, volvió a caer en una calm a absoluta. N o se oyó h ab lar m ás que de fe rro c a rrile s, de com pañías tra n s a tlá n tic a s y de o tro s asu n to s com erciales e in d u s tria ­ les. Los rep u b lican o s co n tin u aro n sus co n sp ira cio n es; pero se d ijo que no co nspiraban m ás que por su p ropio placer, ta n in o cen tes parecían sus conspiraciones. L a p olicía del señ o r D u ch átel, lejos de tem erlos, p arecía p ro teg e rlo s, y en caso de n ecesid ad h asta provocarlos. E n cuanto a la o p o ­ sició n p arlam en taria, re p resen ta d a p o r am biciosos in o fe n ­ sivos como los señ o res T h ie rs, O d illo n B arro t, D ufaure, P assy y tan to s otros, tom ó u n ca rá c te r de in sig n ific a n c ia y de m onotonía d esesp eran tes, no parecien d o , y no siendo y a en efecto, m ás que u n a v álvula de s e g u rid a d en este ré g i­ m en, del que se había hecho com pletam ente necesaria. E l id eal de la b u rg u e sía m oderna habíase re alizad o ; F ran c ia se había v u elto razonable, to rp e y fastid io sa h a sta m orir. E sa fué la época de la ap arició n de los libros y de las ideas de P ro u d h o n , que co n ten ían en germ en —pido p e r­ dón al señor L u is B lanc, su dem asiado débil rival, así como al señor M arx, su an tag o n ista envidioso— toda la rev o lu ­ ción social, co m p ren d id a sobre todo la Com una socialista, d e stru c to ra del E stado. P ero quedaron ign o rad o s de la ma-


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yoría de los lecto res; los p erió d ico s radicales de esa época, L r N a tio n a l, y h asta L a R e fo r m e , que se decía dem ócrata socialista, pero que lo era a la m anera de L u is B lanc, se gu ard aro n bien de d ecir una palabra, sea de elogio, sea de censura. C o n tra P ro u d h o n hubo, de p arte de los re p re se n ­ tan tes o ficiales del republicanism o, como una co n spiración del silencio. E sa fué tam bién la época de las lecciones elocuentes, pero estériles, de M ich elet y de Q u in et en el C olegio de F ran c ia , ú ltim a flo rescen cia de u n idealism o sin duda pleno de asp iracio n es generosas, pero condenado en lo sucesivo a la im potencia. T ra ta ro n un co n trasen tid o , p re te n d ien d o estab lecer la lib ertad , la ig u ald ad y la fra te rn id a d de los hom bres sobre la base de la pro p ied ad , del E stad o , y del cu lto d iv in o : D ios, la p ro p ied a d y el E stad o h an p e rs is­ tid o ; p ero en lo re la tiv o a la lib e rta d , a la ig u ald ad y a la fra te rn id a d , no tenem os m ás que lo que nos dan hoy B erlín, San P e te rsb u rg o y V ersalles. P o r o tra p arte, to d as esas te o ría s no o cuparon m ás que a una ín fim a m in o ría de F ran cia. L a inm ensa m ayoría de los lecto res no se preocupaba siq u iera de ellas, c o n te n tá n ­ dose con las in term in ab les novelas de E u g en io Sué y de A le ja n d ro D um as, que llenaban los fo lle tin e s de los g ra n ­ des d iario s, L e C o n stitu tio n n e l, L e s D ebats y L a P resse. E sa fué esp ecialm ente la época en que se in au g u ró , en v asta escala, el com ercio de las conciencias. L u is F e ­ lipe, D u c h átel y G uizot, com praron y pag aro n el lib e ra lis­ mo leg al y co nservador de F ran c ia , como m ás ta rd e el C onde de C avour com pró y pagó la u n id ad italian a. Lo que en to n ces se llam aba el p aís leg a l en F ran c ia , ofrecía, en efecto , u n a sem ejanza notable con lo que en Ita lia se llam a hoy C onsorterie. E sto es, un re v o ltijo de g en tes p riv ile g ia ­ d as y m uy in teresad as, que se h an vendido o que no desean nada m e jo r que ven d erse y que h an tra n sfo rm ad o su p a rla ­ m ento nacio n al en una bolsa, donde v en d e n d iaria m e n te el país al p o r m ay or y al por m enor. E l p atrio tism o se m an i­ fie s ta en to n ces p o r tran sa ccio n es com erciales, n a tu ra lm e n te d esastro sas para el p a ís; pero m uy v en tajo sa s para los in d i­ v id u o s en estado de eje rc e r ese com ercio. E sto sim p lifica m ucho la ciencia po lítica, reduciéndose la h a b ilid ad g u b er­ nam ental, en lo sucesivo, a saber escoger, en tre esa m u lti-


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tu d de conciencias que se p re sen tan en el m ercado, p re cisa­ m en te aquéllas cuya ad q u isició n es m ás provechosa. Se sabe que L uis F e lip e hizo uso en g ran escala de este excelente m edio de gobierno. T am b ién el leg itim ism o de la nobleza p ro v in cial de F ra n ­ cia, al p rin cip io ta n feroz y ta n altiv o , se fu n d ió o ste n si­ blem ente, d u ra n te la segunda m ita d de su reinado, bajo la acción d eletérea de m edio tan irre sistib le . P o r o tra p arte , la p o lítica de ese rey advenedizo, salido de una revolución, se h abía tran sfo rm ad o co nsiderablem ente y había acabado por tom ar, ta n to en el e x te rio r como en el in te rio r, un carác­ te r fran cam en te re tró g rad o , m uy consolador para los de­ fen so res d el a lta r y del tro n o ; porque al m ism o tiem po que ro m p ía su alian za lib eral con In g la te rra , y se esforzaba por g an ar el perd ó n, la am nistía, la benevolencia de las tre s po­ te n c ia s d esp ó ticas del N o rte, dem o strán d o les que estaba anim ado de sen tim ie n to s y de ten d en c ias no m enos despó­ tic a s que las suyas, lo que les dem ostró, en efecto, al aliarse con ellas en el a su n to del S o n d erb u n d (1), el gobierno de L u is F elip e hizo esfu erzo s in im ag in ab les para re c o n c ilia r­ se con la Ig le s ia y con la nobleza de F ran c ia . T om ando p a r­ tid o por los je s u íta s co n tra los rad icales de Suiza, había dado un g ran paso en ese cam ino. L a Ig le sia le sonrió y la nobleza de F ran c ia , siem pre obediente a la Ig lesia, y can­ sada, por o tra p arte , de devorarse siem pre sin provecho y sin esp eran za de su rey legítim o, cuyo re stab lecim ien to sobre el tro n o de sus p ad res parecía im posible p ara lo suce­ sivo, condescendió por fin a dejarse g anar p o r el re y ad v e­ nedizo. P o r lo dem ás, su tra n sfo rm a c ió n económ ica y social se había hecho a n te s que ese m ercado p o lítico hubiese sido concluido. P o r su s alian zas m atrim oniales, ta n to como por las co n diciones m ateria le s de su ex isten c ia nueva, se había hecho, sin d arse cuenta, com pletam ente b urguesa. Su o rg u ­ llo de casta, su lealtad caballeresca y su fid e lid a d en la d esgracia, no era n m ás que frases in síp id a s, rid icu las, en las cuales h abía p erd id o ella m ism a to d a confianza, y a las cu ales no podía, razonablem ente, sa c rific a r m ás tiem po los in tere se s serio s de la am bición y de la avaricia. De todos (1 ) L ig a s e p a ra tis ta de sie te c an to n es su izo s que d efen d ían a los je s u íta s y que provocó u n a g u e rra c iv il en Í847; lo s p a rtid a rio * del Sonderbund tu v ie ro n el apoyo d el m in is te rio G uizot (N o ta del tra d u c to r.)


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u11 ii rasgos pasados no conservó m ás que u n o : el que, fu n ­ d id o sobre su bajo egoísm o y sobre una ig n o ran cia e s tú ­ pida, la asocia in d iso lu b lem e n te a la Ig le sia y la hace e s ­ clava de Roma. E se es tam b ién el único p u n to que separa aeriam ente en esta h o ra a la burguesía rural y a la hurguesía de las ciudades. D esde 1848, la b u rg u e sía ru ra l co n stitu y e pro p iam en te lo que se llam a hoy en F ran cia, el gran partido d el orden. H abiendo abdicado la b u rg u e sía de las ciudades p o r co b ar­ día, no es y a m ás que el ap éndice y como la aliada forzada, a rra stra d a a rem olque por esos bravos h id alg o s cam pesinos, esos v erd ad ero s caballeros y salvadores del o rd e n social en F ran cia, que son tam bién soldados de B o naparte y están san tam en te in sp irad o s y d irig id o s por los sacerdotes. ¡E l p a rtido d el orden! ¿C u ál es el hom bre h onrado que, después de las traicio n es, las m atanzas y las d ep ortaciones en m asa de J u n io y de D iciem b re; después del innoble abandono de esa d esg raciad a F ra n c ia a los prusianos, por casi todos los p ro p ie ta rio s ru ra le s y u rb an o s de F ra n c ia ; después, sobre todo, de las ú ltim as m atanzas, horribles, atro ces y ú n icas en la H isto ria , cobardem ente ejec u tad as en P a rís y en V ersalles por una soldadesca d ese n fren a d a y fríam en te m andada, en nom bre de F ran c ia , p o r la A sam blea N acional y p or el G obierno republicano de V e rsa lle s; des­ pués de ta n to s crím enes acum ulados d u ra n te m ás de v ein te años, p o r los re p re se n ta n te s de la v irtu d y d e la pied ad oficiales, de la leg alidad, de la lib e rta d p ru d e n te , del d esin ­ te ré s o ficia l y del derecho de los m ás fu e rte s, en F ra n c ia lo m ism o que en lo s dem ás países de E u ro p a , quién po d rá p ro n u n c ia r estas p a la b ra s: partido del orden, que resum en en el p o rv e n ir to d as las ign o m in ias de que son capaces los hom bres co rro m p idos por el p riv ileg io y anim ados de inno­ bles pasiones, sin e x p e rim en tar u n estrem ecim ien to de ho-< rro r, de cólera, de d isg u sto ? i E n te n d id o así, el o rd en es la b estialid ad am enazadora, h ip ó c rita en caso necesario, pero siem pre im p lacab le; es la m e n tira d esc ara d a; es la infam e tra ic ió n ; es la co b ard ía; es la c ru e ld a d ; es el crim en cínicam ente triu n fa n te ; es la v ir­ tu d , la le a lta d y la in te lig e n c ia de esos ex celen tes caballe­ ro s del cam po, dando la m ano a la hu m an id ad del sable y al d esin teré s p a trió tic o de la B olsa, aliándose, bajo los aus-


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p icio s de la S anta Ig lesia, a la sin cerid a d p o lítica y re li­ giosa de los hom bres de E stado, y de los sacerd o tes p ara la m ay o r g lo ria de Dios, para la m ayor p o ten cia del E stad o , p a ra la m ás g rande p ro sp e rid ad m ateria l y tem p o ral de las clases p riv ileg iad as y para la salvación e te rn a de los p u e­ blos ; es la n egación m ás insolente de todo lo que h asta aquí da un sen tid o in te le c tu a l y m oral a la H is to ria ; es una b o fe ­ tad a dada p or un m ontón de bandidos h ip ó c rita s y re p u e s­ to s a la h u m anidad e n te ra ; es la re su rrec ció n de los g ra n d es m o n stru o s y de los g ran d es degolladores del siglo X V I y del siglo X V II. ¿Q ué digo?, es T o rq u e m a d a; es F elip e I I ; es el D uque de A lb a; es F ern a n d o de A u stria con bu s W allen stein y sus T illy ; es M aría T u d o r, la re in a san g u in a­ r ia ; es C atalina de M édicis, la infam e in trig a n te flo re n tin a ; son los G uisas de F ran c ia , los deg o llad o res de las jo rn ad a s de San B arto lo m é; es L u is X IV ; es la M a in te n o n ; es L u is el sin iestro , a q uienes vem os superados por n u estro s em pe­ rad o res de R usia, de A lem ania y de F ran c ia , y p o r sus M urav ief, sus H aynau, sus R ad etzk i, sus S ch artzen b erg , sus B ism arck, sus M o ltk e ; p o r los M ac-M ahon, los D u cro it, los G a lliffe t, los C h an g arn ier, los B azaine, los T ro c h u , los Vinoy ; por las E u g en ia, los P alik ao , los P ic a rd , los F avre, los T h ie rs. E l orden, p erso n ific ad o en este m om ento p o r ese v ejete abom inable —el in trig a n te de to d o s los regím enes, el am bicioso siem pre im p o ten te para el bien, pero, ¡ay !, d e­ m asiado poderoso para el m al, el que fué uno de los cread o ­ res p rin c ip a le s del segundo Im p erio , como se sabe, y que, exh ib ién d o se com o salv ad o r de F ran c ia , acaba de su p erar en fu ro r hom icida a to d o s los asesinos p re sen tes y pasados de la H is to ria —, el ord en es la fe ro cid ad del e jé rc ito fra n ­ cés, que hace o lv id ar to d o s los h o rro re s com etidos p o r los e jé rc ito s de G uillerm o I en te rr ito r io de F ra n c ia ; es la ig n o m in ia de la A sam blea de V ersalles, que hace p erd o n ar to d as las ig n o m in ias de las A sam bleas L eg islativ as de N a­ p o leó n I I I ; es el fantasm a divino, el an tig u o vam piro, el bebedor de san g re de los pueblos, el a to rm e n ta d o r de la h u m an id ad a q u ien hoy la ciencia y el buen sen tid o p opular re d u je ro n al estado de fallid o celeste, que tien d e una vez m ás su m ano m alhechora, pero felizm en te im potente, para c u b rir con su p ro tecció n a todos los v erd u g o s de la tie rra . E l orden es una cloaca er> donde todas las im purezas de


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una civ ilizació n, a quien sus p ro p ias contradicciones, sus propias in iquidades, su p ro p ia disolución y p u trefacc ió n con d en an a m o rir, acaban de co n fu n d irse en una c o n sp ira ­ ción ú ltim a c o n tra la in ev itab le em ancipación del m undo hum ano. ¿T en em o s razón p ara g rita r ¡abajo el orden!, ¡abajo ese o rd en p o lítico , a u to rita rio , estú p id o , hip ó crita, b ru tal, d es­ pótico y d iv in o ! y ¡viva la revolución social!, que debe li­ b ertarn o s, p ara fu n d a r sobre su s ru in as el ord en de la h u ­ m an id ad reg en erada, v u elta en sí y c o n stitu id a lib rem en te? H a b ría que se r u n enem igo de la h um anidad para n e ­ garlo. D esg raciadam ente, sus enem igos son num erosos, y en esta h o ra son ellos, una vez más, los que triu n fa n . M as todo tien e un térm in o p ara el que sabe ten er paciencia, persev e­ rar, tra b a ja r a rd ie n tem en te y esperar. N osotros tendrem os el d esquite. E n esp era de ese desquite, continuem os n u estro s e s tu ­ dios h istó rico s sobre el desenvolvim iento del p artid o del o rd en en F ran cia. P ro d u c to d el su fra g io u n iv ersal, se m an ifestó por p rim e­ ra vez en su v erd ad ero c a rá c te r en 1848, y p rin cip a lm en te desp u és d e las jo rn ad a s de Ju n io . Se sabe que al d ía s i­ g u ien te de la revolución de F eb re ro , pasó en F ra n c ia u n hecho m uy sin g u lar. No había y a p a rtid a rio s de la m o n a r­ q u ía ; to d o s se habían v u elto re p u b lic an o s abnegados y c e ­ losos. L o s hom bres m ás retró g rad o s, los m ás com prom eti­ dos, los m ás co rrom pidos en el servicio de la reacción m o­ nárq u ica, de la policía y de la re p resió n m ilitar, ju ra ro n que el fondo de su pensam iento había sido siem pre re p u ­ blicano. D esde E m ilio de G ira rd in h asta el m ariscal B ugeaud, sin o lv id ar al M arqués de la R ochejaquelein, ese re p re se n ta n te tan caballeresco de la le a lta d vendeana, m ás ta rd e sen ad o r del Im perio, aun h a sta los gen erales ayudan* te s de cam po del rey, ta p v ergonzosam ente expulsado, to d o s o fre c ie ro n su s servicios a la R epública. E m ilio de G ira rd in le dió gen ero sam ente “una idea p o r d ía” y T h ie rs pronun* ció la palab ra que se hizo tan fra n c e sa : “ L a rep ú b lic a es lo que m enos n o s d iv id e "; lo que no im pidió, n atu ra lm e n te , a uno y a o tro , m ás tard e , u n ir sus in trig a s c o n tra esa form a de g o b ierno y co n sp ira r por la p re sid e n cia de L u is B onap arte. La Ig le sia m ism a b en d ijo la república, ¡qué d ig o !,


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celebró el triu n fo como su p ro p ia v icto ria. “L a d o ctrin a cristian a , ¿no era la de la lib ertad , de la ig u a ld a d y de la fra te rn id a d , y C risto no fué el am igo del pueblo y el p r i­ m er rev o lu cio n ario del m u n d o ?” H e ahí lo que se proclam ó, no por alg u n o s filósofos h e ­ ré tic o s y audaces de la escuela de L am ennais y de B uchez, sino en to d as las iglesias, por los sac erd o tes; y los sacerd o ­ tes, en to d as p arte s, llevando el c ru c ifijo al e n c u en tro de la b an d era ro ja, sím bolo de la em ancipación po p u lar, b en ­ d ije ro n los árb oles de la lib ertad . L os alum nos de la E s ­ cuela P o litéc n ic a, los estu d ia n te s de C iencias m orales, de F ilo so fía , de F ilo lo g ía, de H is to ria y de D erecho, in clu id o s los au d ito rio s en tu sia sta s de M ichelet y de Q u in et, todos ig u alm en te em b ru tecid o s p o r u n idealism o m alsano, lleno de in co n g ru en cias m etafísica s y de equívocos p rá ctico s —alim en to in te le c tu a l p o r lo dem ás ab so lu tam en te conve­ n ie n te p ara los jó v en es burgueses, ya que la v erd ad pura, las deducciones severas de la ciencia no eran d ig erib les p ara esa clase—, llo ra ro n de em oción y de aleg ría. U n ica­ m en te las v iejas v iu d as re n tis ta s del b arrio de S aint-G erm ain m ovieron la cabeza p ro te sta n d o c o n tra esa re co n ci­ liació n m o n stru o sa de la cru z con la ban d era de la re v o lu ­ ción. Los je s u íta s c o n sid eraro n ju sto ex p lica rles que eso no era m ás que u n a ficc ió n salvadora, pero ellas no v ie ­ ro n m ás que u n sacrificio . T u v ie ro n m il veces razón, y sólo ellas, en el cam po de la reacció n de o tro tiem po, perm an e­ ciero n h o n estas e im p ertu rb ab lem en te im béciles. E n m edio de u n entusiasm o u n iv ersa l p o r la re p ú b lic a fué nom brada la A sam blea C o n stitu y e n te de 1848, salid a d e l su fra g io u n iv ersal. Sobre la su p e rfic ie de F ran c ia , n in ­ g ú n ca n d id ato se p re sen tó a sus electo res como p a rtid a rio de la m o n arq u ía; to d o s se o freciero n y todos fu e ro n e le g i­ dos en nom bre de la rep ú b lica. A sí, la proclam ación inm e­ d ia ta de la re p ú b lic a p o r esa A sam blea fu é hecha de un golpe. ¿C óm o es que p u d o sa lir de ella poco después la reacció n m o n árquica m ás encarnizada, m ás fa n á tic a y m ás c ru el que F ra n c ia h a conocido? E sa co n tra d icció n a p a ren te se explica con facilid ad . G ra­ cias al su fra g io un iv ersal, que da, b ajo el aspecto del n ú ­ m ero, una v e n ta ja tan señalada a los cam pos sobre las c iu ­ dades, la gran m ayoría de la A sam blea C o n stitu y en te había


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nido form ada con esa b u rg u e sía rural cuyo carácter, s e n ti­ m ientos, e s p íritu y costum bres acabam os de estudiar. Se concibe qu e nada fuese m enos que liberal y que no podía Mcr republicana. ¿ P o r qué se h ab ía presentado, pues, como tnl a sus elec to res y por qué com enzó por proclam ar la re ­ pública? E s to se ex p lica aún p o r dos razones. La p rim era es que había sido asustada, lo m ism o que el clero de F ran c ia , su d ire c to r e s p iritu a l y tem poral, por los aco n tecim ien to s de P arís. H oy m ism o, d esp u és de la d e rro ­ ta de la C om una, P a rís sigue siendo una gran potencia. E n 1848, lo era m ucho m ás. Se puede d ecir que desde R ichelieu, y desde L u is X IV p rin cip a lm en te , to d a la h isto ria de F ra n c ia se había hecho en P arís. H asta 1848, no com enzó la reacción ac tiv a de las p ro v in cia s co n tra P arís, porque hasta allí P arís, sea en el sen tid o de la revolución, sea en el de la reacción, decidió siem pre la su e rte de F ran c ia , ciegam ente obedecido por las provincias, que le envidiaban, que le d e­ testab an ta n to como le tem ían, pero que no se sen tían con fu erza p ara re sistirle . H abiendo proclam ado P a rís la re p ú ­ blica en 1848, las provincias, aunque m onárquicas h asta la m edula, no se a tre v iero n a d eclararse en favor de la m on­ arquía. E n v iaro n , pues, a P a rís, como d ip u tad o s a la A sam blea C o n stitu y en te, los caballeros cam pesinos que h a ­ bían sido alim en tad o s en el odio a la república, como ellas m ism as, p ero que, ig u alm en te in tim id ad o s y d esc o n certa­ dos p or el triu n fo de la rep ú b lica en P a rís, se habían p re ­ sen tad o a sus electo res como p a rtid a rio s convencidos de esa form a de gobierno. L a seg u n d a razón fué el im pulso unánim e que le había dado el clero, que ya entonces, aunque m enos que hoy, dom inaba en p rovincias. E l que haya vivido en esa época se re co rd a rá de la u n anim idad h ip ó c rita de la Ig le sia en favor de la rep ú b lica. E sa u n anim idad se ex p lica por u n a con­ sig n a em anada de Roma y ciegam ente obedecida p o r to d o s los sacerd o tes de F ran c ia , desde los cardenales y los obis­ pos h a sta los m ás hu m ild es o fic ia n te s de las pobres ig lesias de los cam pos. L a Rom a je s u ític a y papal es una m onstruosa arañ a o cu ­ pada e tern am en te en re p a ra r las d e sg a rra d u ra s causadas por los contecim ien tos, que no tien e n u n ca la fa cu ltad de p re ­ ver, en la tram a que u rd e sin cesar, esperando que p o d rá


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serv irse un día de ella para ah ogar co m pletam ente la in te ­ lig en cia y la lib e rta d del m undo. A lim enta to d av ía hoy esa esperanza, porque al lado de una eru d ició n p ro fu n d a, de un e s p íritu re fin ad o y su til como el veneno de la serp ie n te , de una h ab ilid ad y de un m aquiavelism o form ados p o r la p rá c tic a no in te rru m p id a de catorce siglo s por lo m enos, está dotada de una in g en u id ad incom parable, estú p id a, p ro ­ d u cto de su inm ensa in fatu a ció n y de su ig n o ran c ia g ro sera de las ideas, de los sen tim ien to s, de los in te re se s de la época a c tu a l y de la p o ten cia in te le c tu a l y v ital que, in h ere n te a la sociedad hum ana, lleva fa ta lm e n te a ésta, a pesar de to d o s los o bstáculos, a d e rrib a r todas las in stitu c io n e s a n ti­ guas, relig io sas, p o líticas, ju ríd icas, y a fu n d a r sobre esas ru in a s un o rd en social nuevo. Rom a no com prende y no co m p ren d erá n u nca todo eso, porque está de tal m odo id en ­ tific a d a con el idealism o c ristia n o —del que, sin q u e re r des­ a g ra d a r a los p ro te sta n te s y a los m etafísico s, sin q u erer d esa g rad a r tam poco al fu n d a d o r de la llam ada nueva r e li­ gión del pro g reso, el venerable M azzini, es siem pre la re a li­ zación m ás lógica y m ás com pleta— que, co ndenada a m o rir con él, no puede v er ni puede im aginar nada m ás allá. Le p arece que d espués de ese m undo que es el suyo, y que c o n stitu y e p ro p iam en te todo su ser, no puede h ab er m ás que la m uerte. Como esos v iejo s de la E d ad M edia que, seg ú n se dice, se esforzaban por e te rn iz a r su vida p ro p ia in y ectán d o se la san g re de los jóvenes que m ataban, Roma, no sólo es la en g añ ad o ra de todo el m undo, es la en g a ñ a­ d o ra de sí m ism a. No solam ente engaña, sino que se engaña tam bién. H e ahí su incurable estu p id ez. C onsiste en esa p re te n sió n de e te rn iz a r su ex isten cia, y eso en una época en que todo el m undo prevé ya su fin p ró x im o ; sus S y lla b u s y su proclam ación del dogm a de la in fa lib ilid a d papal, son una prueba ev id en te de dem encia y de in co m p atib ilid ad ab­ so lu ta con las condiciones más fu n d am en tales de la socie­ dad m o d ern a; es la dem encia de la desesperación, son las ú ltim as co n v u lsiones del m oribundo que se y erg u e co n tra la m uerte. E n 1848, Roma no había llegado todavía a ese punto. Los aco n tecim ien to s que habían precedido a esa ép o ca: la revo­ lu ció n b u rg u esa de 1830 y la caída del u ltram o n tan ism o que fu é su consecuencia n atu ra l, la d erro ta ru id o sa de los je-


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miltan m Suiza, el lib e rtin a je lib era l de P ío IX y el odio m .tiitifiando por ente papa co n tra esos cam peones de la Ig le ­ sia ilu tan te el p rim er año de su reinado, por fin la m ism a i « vi.lución rep u blicana de F eb re ro , no eran de n atu ra leza • •mili pura in sp ira r al gobierno suprem o de la Ig lesia —d i­ l u i d a exclusivam ente, como se sabe, desde fin e s del si».I*• X V III por la C om pañía de J e s ú s — una confianza in ­ sensata en sí. E sto s ac o n tecim ien to s le ordenaban, al con11 m ió. m ucha m oderación y m ucha prudencia. F u é después *lr los éx ito s in esperados que la Ig le sia obtuvo en F ra n c ia I»¿»jo el seg undo Im perio, y g racias a la connivencia in te rc ­ lu ía de N apoleón I I I , estim u la d a excesivam ente p o r las v icto rias efím eras y fáciles, cuando tuvo la e stu p id ez de man i f esta r al m undo a tu rd id o sus p reten sio n es m onstruouna, am ainándose ella m ism a por u n últim o exceso senil, lo <iuc d em u estra que la locura que le hacía creer en la e te r­ nidad <le au ex isten c ia se hizo m ás fu e rte en ella que esa a l t a razón secu lar y p ráctica que le había p erm itid o preservam r hasta en to n ce s; lo que dem u estra tam bién que está «t m t l r n a d a .1 m orir bien pronto. K11 IH48, la Ig lesia de Roma era aún m uy sabia. T en ía p recisam en te esa sabiduría eg o ísta de los viejos, que co n sis­ tí en p ro lo n g ar su vida incondicionalm ente, a pesar de todo, en d e trim e n to del m undo que les rodea, y haciendo serv ir a ese fin los acontecim ientos, las c irc u n sta n cias y las cosa» que les parecen m ás com pletam ente opuestas. De este modo, lejo s de s a c rific a r el in te ré s positivo del p resen te al fantasm a de la e tern id ad , em plean toda la en erg ía que les fjuedn para aseg u rarse el día sig u ien te, d ejan d o los días p o sterio res al cu idado de los días fu tu ro s, y esforzándose solam ente en p ro lo n g ar su ex isten c ia in ú til y m alhechora todo lo posible. En lu g ar de e sp a n ta r al m undo por la am e­ naza de su ete rn id a d y por las m an ifestacio n es de su p o te n ­ cia ap a ren te o real, y para desarm ar a la ju v e n tu d h astiad a y paralizad a p o r su ex isten cia dem asiado prolongada, dan m u estras de su d eb ilid ad y parecen p ro m e te r m o rir cada día. E ste es un m edio de que N apoleón I I I se sirvió d u ­ ra n te m ás de v ein te años con m ucho éxito. A la rev o lu ción dem ocrática y re p u b lic an a de 1848, la Roma je s u ític a y papal se guardó bien de re sp o n d er por un Syllabius o por la declaración de la in fa lib ilid a d de su


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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

jefe. H izo m ucho m ás: se proclam ó d em ó crata y re p u b lic a ­ na, si no para Ita lia , al m enos para F ra n c ia . A ceptó para el C risto cru cificad o , como corona, el g o rro frig io d el jaco ­ binism o. No qu ería caer de n in g ú n m odo con esa m onarquía que d u ra n te sig lo s había sido para ella, m ás que u n a fiel aliada, una sierva abnegada y f i e l : b en d ijo la república, sabiendo m uy bien que sus beneficios no llevaban la dicha a nadie. C om prendió con m ucha clariv id e n cia que esa rev o lu ­ ción no sólo era inevitable, sino que le era adem ás salu d a­ ble, en el sen tid o de que la rep ú b lica —después de haber b arrid o las in stitu c io n e s llam adas liberales, equívocas del rég im en b urg u és, y d errib ad o la dom inación de las ciudades sobre el campo, o b staculizada por lo dem ás ella para o r­ ganizarse y estab lecerse sólidam ente, p o r la oposición de ese m ism o cam po, que obedecía a la dirección casi absoluta del clero — debía te rm in a r in falib lem en te en el único ré g i­ m en que puede en re a lid a d convenir a la Ig le s ia : en el rég im en del despotism o puro, sea bajo la form a de la m on­ arq u ía leg ítim a, sea bajo la de u n a fran ca d ic ta d u ra m ili­ tar. L os aco n te cim ie n to s que sig u iero n han dem ostrado que los cálculos de la Ig le sia habían sido m uy justos. L a co n d u c ta de los d ip u tad o s ru rales en la A sam blea C o n stitu y en te, a b ierta el 4 de m ayo, a pesar de que fo rm a­ ban una m in o ría indudable, fué al p rin c ip io excesivam ente reserv ad a y m odesta. P a rís les im ponía m ucho, les in ti­ m idaba. E sto s buenos hidalgos de provincias se e n c o n tra ­ ban com p letam ente d e so rie n ta d o s: se sin tie ro n m uy ig n o ­ ra n te s y m uy to rp e s en presencia de los b rilla n te s abogados, su s colegas, a q u ienes únicam ente habían conocido h asta en to n ces de nom bre y que los ap lastab an ahora con su lo ­ cuacidad soberbia. P o r o tra p arte, el pueblo de P a rís, ese p ro leta riad o indom able que había derribado ta n to s tronos, les causaba h o rrib le m iedo. M uchos h iciero n su testam en to a n tes de lanzarse a esa sim a a cuyo alre d ed o r al p rin cip io no v iero n m ás que p elig ro s y m aquinaciones. ¿N o estaban cada día ex p u esto s a alg u n a nueva sublevación de esa te r r i­ ble población de P a rís, que en sus desbordes rev o lu cio n a­ rio s no re sp e ta nada, no perdona nada y no se detiene an te nada? ......................................................................................................... ( E l m anuscrito se in terru m p e aquí.)


TRES CONFERENCIAS A LOS OBREROS DEL VALLE DE SAINT-1MIER (

O fcrM d e B a k u n in . - I I

I ni l m, muyo de 1871)

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i

T R E S C O N FE R E N C IA S A L O S O B R ER O S D EL VALLÉ D E S A IN T-IM IER c*>

I Compaflaroa i O r n p u O a d e l,i gran revolución de 1789-1793, n in g u n o de lo« n ( i i h l n ' l m l c u t o i que han sucedido en E u ro p a ha ten id o 11 ' " p o r t a n c l « y la g rin d e a a de loa que ae d esa rro llan ante nu< « t r o a o j o a y d r loa cuulca ea hoy P a rís la escena. D o « h e c n o a h istó rico s, dos revoluciones m em orables ha h l a u c o n s t i t u i d o lo que llam am os el m undo m oderno, el m u n d o d e la civ ilizació n burguesa. U na, conocida con el n o m b r e de R eform a, al com ienzo del siglo X V I, había roto la c l a v e de la bóveda del ed ificio feudal, la om n ip o ten cia d e la Ig le s ia ; al d e s tru ir ese p o d er p rep aró la ru in a del p o d e r í o in d ep en d ie n te y casi ab so lu to de los señores feudal r n <|iie, bend ecidos y p ro teg id o s p o r aquélla, como los reyes y a m enudo tam bién c o n tra los reyes, hacían p ro c ed er sus d e r e c h o s d irec tam en te de la gracia d iv in a ; y por eso m ism o d i ó u n im pulao nuevo a la em ancipación de la clase b u r­ g u e s a , len tam en te p reparada, a su vez, d u ra n te los dos si­ g l o s q u e h ab ían p reced id o a esa rev o lu ció n relig io sa, p o r el

d esen v o lv im ien to sucesivo de las lib e rta d e s com unales, y p o r el del com ercio y el de lá in d u stria , que habían sido al m i s m o tiem p o la condición y la consecuencia necesaria. De esa rev o lu ción su rg ió una nueva potencia, todavía no l a de la b u rg u esía, sino la del E stad o m onárquico co n stitu (1)

KnttB

conferencias fueron publicadas d e L a P r o te sta , n ú m e r o s de l t r a d u c t o r . )

gra». en el S u p le m e n t o oc tu b re de 1 9 2 3 ( N o t a

por p rim era v e z 86-89,

Buenos

en esp a ñ o l, ín t e ­

Aires,

septiembre-


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OBRAS DE M IGUEL B A K U N IN

cional y a ris to c rá tic o en In g la te rra , m onárquico, absoluto, n o b iliario , m ilita r y b u ro c rático sobre todo en el co n tin en te de E u ro p a, m enos dos pequeñas repúblicas, Suiza y los P a í­ ses B ajos. D ejem o s p o r co rte sía estas dos rep ú b lic as a un lado, y ocupém onos de las m onarquías. E xam inem os las relaciones de las clases, la situ ació n p o lítica y social, después de la R eform a. A los señ o res, los honores. C om encem os, pues, por los sacerd o tes, y b ajo este nom bre no me re fie ro solam ente a los de la Ig le s ia católica, sino tam bién a los m in istro s p ro ­ te stan tes, en u n a palabra, a to d o s lo s in d iv id u o s que viven del cu lto div in o y que nos venden a D ios ta n to al por m a­ y or como al m enudeo, pues las d ife re n c ia s teo ló g icas que los sep aran , son ta n su tile s y al m ism o tiem po ta n absurdas, que sería u n a v erd ad era p érd id a de tiem po ocuparse de ellas. A n te s de la R eform a, la Ig le sia y los sacerdotes, con el P ap a a la cabeza, eran los v erd ad ero s señores de la tierra . S egún la d o c trin a de la Ig lesia, las au to rid a d es tem p o rales de to d o s los países, los m onarcas m ás poderosos, los em ­ p erad o re s y los reyes, no ten ían derechos sino cuando esos d erech o s h ab ían sido reconocidos y ad m itid o s p o r la Ig le ­ sia. Se sabe que los dos últim os sig lo s de la E d ad M edia fu e ro n ocupados por la lucha cada vez m ás apasio n ad a y triu n fa l de los soberanos coronados co n tra el P ap a, de los E sta d o s c o n tra la Ig lesia. L a R efo rm a puso térm in o a esa lucha al p ro clam ar la in d ep en d en cia de los E stad o s. E l d e­ recho del soberano fué reconocido com o p ro ced en te inm e­ d iatam en te de Dios, sin la in terv e n ció n del P ap a ni de cu alq u ier o tro sacerdote, y, n atu ra lm e n te , g ra cias a ese o ri­ gen celestial, fué d eclarado absoluto. A sí fué como sobre las ru in a s del despotism o de la Ig le s ia se levantó el ed ificio d el desp o tism o m onárquico. L a Ig lesia, d espués de haber sido am a, se co n v irtió en sirv ien te del E stado, en un in s tru ­ m en to de g o b ierno en m anos del m onarca. T om ó esa ac titu d , no sólo en los países p ro te sta n te s, en los que, sin ex c ep tu ar a In g la te rra — y p rin cip a lm en te por la Ig le sia an g lican a— , el m onarca fu é declarado je fe de la Ig le sia , sin o en to d o s los países católicos, sin ex c lu ir a E sp añ a. L a p o tencia de la Ig le sia rom ana, q u eb ran tad a por


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ion golpes te rrib le s que le había in flig id o la R eform a, no pudo so sten erse en lo sucesivo por sí m ism a. P a ra m antener •ni ex isten c ia tu v o necesidad de la a siste n c ia de los sobera­ no» tem porales de los E stados. P ero los soberanos, se sabe, 110 p restan n u n ca su a sisten cia por nada. N o tu v ie ro n jam ás u tia relig ió n sincera, o tro culto, que el de su p o d er y el de mi hacienda, siendo esta ú ltim a el m edio y el fin del p ri­ m ero. P o r tan to , p a ra com prar el apoyo de los gobiernos m onárquicos, la Ig le sia debía d em o strar que era capaz de Hervirlos y que estaba deseosa de hacerlo. A n te s de la R e­ form a, h abía lev antado alg u n as veces a los pueblos co n tra Iob reyes. D esp u és de la R eform a, se co n v irtió , en todos los países, sin excepción de Suiza, en la aliad a de los gobiernos co n tra los pueblos, en una especie de p o licía n eg ra en m a­ nos de los hom bres de EBtado y de las clases gobernantes, d ándose p or m isión la prédica a las m asas p o p u lares de la tesig n n ció n , de la paciencia, de la obediencia incondicional y de la rcnuncift a los bienes y goces de esta tie rra , que el pueblo, decía, debe abandonar a los felices y a los p o d ero ­ so» tic In tie rra , a fin de aseg u rarse p ara sí los tesoros ce­ lestiales. V o so tro s sabéis que todavía hoy las ig lesias c ris ­ tiana, cató lica y p ro te sta n te , c o n tin ú an p red ican d o en este sentido. F elizm en te, son cada vez m enos escuchadas y p o ­ dernos p re v er el m om ento en que e sta rá n o b lig ad as a ce rra r sus estab lecim ien to s por fa lta de crey en tes, o, lo que viene a s ig n ific a r lo m ism o, por fa lta de bobos. V eam os ah o ra las tran sfo rm acio n es que se han efectuado en la clase feu d al, en la nobleza, después de la R eform a. H abía p erm anecido como p ro p ie ta ria p riv ile g ia d a y casi ex clu siv a de la tie rra , p ero había p e rd id o casi to d a su in d e ­ pendencia p o lítica. A n tes de la R eform a, había sido, como la Ig lesia, la riv al y la enem iga del E stad o . D espués de esa revolución, se co n v irtió en sirv ien te, com o la Ig lesia, y, como ella, en u na sirv ie n te p riv ileg iad a. T o d as las fu n c io ­ nes m ilita re s y civiles del E stado, a ex cepción de las m enos im p o rtan tes, fu e ro n ocupadas por nobles. L as co rte s de los g ran d es y las de los m ás pequeños m onarcas de E u ro p a, se llenaron con ellos. L os m ás gran d es señores feudales, an tes tan in d ep en d ie n te s y ta n altivos, se tra n sfo rm a ro n en los criad o s titu la re s de los soberanos. P e rd ie ro n su altiv ez y •u in d ep en d en cia, pero conservaron to d a su arro g an cia.


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H a sta se puede decir que se acrecentó, p u es la arro g an cia es el vicio p riv ile g ia d o de los lacayos. B ajo s, ra strero s, se r­ v iles en p resen cia del soberano, se h iciero n m ás in so len tes fre n te a los b u rg u e ses y al pueblo, a los que co n tin u aro n saqueando, no ya en su p ro p io nom bre y p o r derecho d iv i­ no, sino con el perm iso y al servicio de sus amos, y b ajo el p re te x to del m ás gran d e bien del E stado. E ste carác te r, y esta situ ació n p a rtic u la r de la nobleza se han co n servado casi ín teg ra m e n te , aun en n u estro s días, en A lem ania, p aís ex tra ñ o y que parece te n e r el p riv ileg io de so ñ ar con las cosas más bellas, m ás nobles, para no re a ­ liz a r sin o las m ás vergonzosas y m ás infam es. Como prueba, ah í están las b arb aries innobles, atroces, de la últim a g u e­ rra, y la form ación re cien te de ese te rrib le im perio k n u to germ ánico, que es in co n testab lem en te una am enaza c o n tra la lib e rta d de todos los países de E uro p a, u n desafío la n ­ zado a la hu m anidad e n te ra p o r el despotism o b ru ta l de un em p erad o r o fic ia l de p o licía y m ilita r a la vez, y p o r la e stú p id a in solencia de su canalla nobiliaria. P o r la R eform a, la b u rg u e sía se había v isto co m p leta­ m ente lib e rta d a de la tira n ía y del saqueo de los señores feu d ales, co n sid erad o s como b andidos o saqueadores in d e ­ p en d ien te s y p riv ad o s; pero se vió e n tre g a d a a una nueva tira n ía y a u n nuevo saqueo, y en lo sucesivo reg u larizad o s, bajo el nom bre de im puestos o rd in a rio s y e x tra o rd in a rio s del E stad o , p o r esos m ism os señ o res co n v ertid o s en se rv i­ dores del E stad o , es decir, en b an d id o s y saqueadores le g í­ tim os. E sa tra n sic ió n del desp o jo feudal al despojo m ucho m ás re g u la r y m ucho m ás siste m átic o del E stad o , pareció sa tisfa c e r p rim ero a la clase m edia. H ay que conceder que fué p ara ella un v erd ad ero alivio en su situ ació n económ ica y social. P ero el a p e tito acude com iendo, dice el proverbio. L os im p u esto s del E stad o , al p rin cip io ta n m odestos, a u ­ m en taro n cada año en una p ro p o rció n in q u ie ta n te , pero no tan fo rm id ab le sin em bargo com o en los E sta d o s m onár­ quicos de n u estro s días. L as g u erras, se puede d ec ir in ce­ santes, que esos E stad o s, hechos absolutos, se h iciero n bajo el p re te x to del eq u ilib rio in te rn a c io n a l desde la R eform a h asta la rev o lución de 1789; la n ecesidad de m an ten e r g ra n ­ des e jé rc ito s p erm anentes, que se habían co n v ertid o ya en la base p rin cip a l de la conservación del E sta d o ; el lujo


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t<i»«lrntr de las co rtes de los soberanos, que se habían transt o i m i u l o e n o rg ias in cesa n tes donde la canalla nobiliaria, ímlti la s e r v i d u m b r e titu la d a , recam ada, iba a m e n d ig ar a •ti m iio p e n s i o n e s ; la necesid ad de alim e n ta r to d a esa m ul­ titu d p riv ileg iad a que llenaba las m ás a lta s fu n cio n es en el •J írc ito , en la b u ro c rac ia y en la policía, todo eso ex ig ía «norm es gastos. E sos g asto s fu e ro n pagados, n atu ra lm e n te , •n te todo y p rim eram en te p o r el pueblo, pero tam bién por I« c l a s e b u rg u esa que, h asta la revolución, fué tam bién, si no en e l m ism o grado que el pueblo, co n sid erad a como u n a vuca lech era sin o tro d estin o que m an ten e r al soberano y a l i m e n t a r a esa m u ltitu d innum erable de fu n c io n a rio s p ri­ vilegiados. La R eform a, p o r o tra p arte , había hecho p erd er u la clase m edia en lib e rta d quizás el doble de lo que le había dado en seg u rid ad . A n tes de la R eform a, había sido ig u alm en te la aliada y el so stén in d isp en sab le de los reyes e n bu lu ch a c o n tra la Ig le sia y los señ o res feudales, y había aprovechado esa alianza p ara c o n q u istar u n cierto grado de In d ependencia y de lib ertad . P e ro desde que la Ig le sia y los s e ñ o r e s feu d ales se habían som etido al E stad o , lo s reyes, n o ten ien d o ya n ecesid ad de los serv icio s de la clase m edia, priv aro n a ésta poco a poco de to d as las lib e rta d e s que le habían o to rg ad o an terio rm en te. Si ta l fu é la situ ació n de la b u rg u e sía d espués de la R eform a, se puede im ag in ar cuál debió ser la de las m asas p o p u lares, la de los cam pesinos y la de los ob rero s de las ciudades. L os cam pesinos del ce n tro de E u ro p a, en A lem a­ nia, en H o lan d a, en p a rte tam b ién en Suiza, se sabe, h i­ cieron al p rin c ip io del sig lo X V I y de la R eform a, u n m ovi­ m ien to g ran d io so p ara em anciparse al g rito de “¡ g u e rra a los ca stillo s, paz a las cabañas I” E se m ovim iento, tra ic io ­ nado p o r la b u rg u e sía y m aldecido p o r los je fe s del p ro te s­ tan tism o b u rg u és, L u te ro y M elan ch th o n , fu é ahogado en la sangre de v arias decenas de m illares de cam pesinos in su ­ rrecto s. D esde entonces, los cam pesinos se vieron, m ás que nunca, aso ciad o s a la gleba, siervos de derecho, siervos de hecho, y p erm an eciero n en ese estad o h asta la revolución de 1789-1793 en F ran c ia , h a sta 1807 en P ru sia , y h asta 1848 en casi to d o el re sto de A lem ania. E n a lg u n a s p a rte s del n o rte de A lem ania, y p rin cip a lm en te en M ecklem burgo, la


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servidum bre ex iste todavía hoy, aun cuando ha dejado de e x is tir en la p ro p ia R usia. E l p ro le ta ria d o de las ciudades no fué m ucho más libre que los cam pesinos. Se dividía e n dos categorías, la de los ob rero s que c o n stitu ía n p arte de las corporaciones, y la del p ro le ta ria d o que no estaba de nin g u n a form a o rg a n i­ zado. L a p rim era estab a ligada, som etida en sus m ovim ien­ to s y en su pro d u cció n por u n a m u ltitu d de reglam entos que la su b y u g ab an a los m aestros, a los p atronos. L a se­ gunda, p riv ad a de todo derecho, era o p rim id a y explotada po r to d o el m undo. L a m ayoría de los im puestos, como siem ­ pre, recaía n ecesariam en te sobre el pueblo. E s ta ru in a y esta o presión g en e ral de las m asas obreras y de la clase b u rg u e sa en parte, ten ían por p re te x to y por fin confesad o la g randeza, la potencia, la m ag n ifice n cia del E stad o m onárquico, nobiliario, b u ro c rático y m ilita r. E s ta ­ do que h ab ía ocupado el puesto de la Ig le sia en la ad o ra­ ción o ficial y era proclam ado com o una in stitu c ió n divina. H ubo, pues, una m oral de E stad o , com pletam ente d ife re n te de la m oral p riv ad a de los hom bres, o más bien op u esta a ella. E n el m undo m oral priv ad o , en ta n to que no está v iciado por los dogm as religiosos, hay un fu n d am en to e te r­ no, m ás o m enos reconocido, com prendido, acep tad o y re a­ lizado en cada sociedad hum ana. E se fu n d am en to no es o tra cosa que el re sp e to hum ano, el resp eto a la d ig n id ad hum ana, al derecho y a la lib e rta d de todos los individuos hum anos. R e sp e ta rlo s: he ahí el deber de cada u n o ; am ar­ los y e stim u la rlo s: he ahí la v irtu d ; violarlos, al co n trario , es ei crim en. La m oral del E stad o es por com pleto opuesta a esta m oral hum ana. E l E stad o se propone a sí m ism o a to ­ dos los sú b d ito s como el fin suprem o. S ervir su potencia, su g randeza, p o r to d o s los m edios posibles e im posibles, y con­ tra ria m e n te a to d as las leyes hum anas y al b ien de la h u ­ m an id ad : he ahí la v irtu d . P o rq u e to d o lo que co n trib u y e al p o d er y al en g ran d ec im ien to del E stad o , es el b ie n ; todo lo que le es co n tra rio , aunque sea la acción m ás v irtu o sa, la m ás noble desde el p u n to de vista hum ano, es el mal. P o r esto los hom bres de E stado, los diplom áticos, los m in istro s, to d o s los fu n cio n ario s, han em pleado siem pre crím enes y m e n tira s e in fam es tra ic io n e s para servirle. D esde el m o­ m en to que una v illa n ía es com etida a su servicio, se con-


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v in t c en u na acción m erito ria. T a l es la m oral del E stado. K* la negación de la m oral hum ana y de la hum anidad. La co n trad icció n re sid e en la idea m ism a del E stad o . No habiendo p odido realizarse nunca el E sta d o un iv ersal, todo Lutado es u n en te c irc u n sc rito que com prende un te rrito rio lim itado y un núm ero m ás o m enos re strin g id o de súbditos. La inm ensa m ayoría de la especie queda, pues, al m argen de cada E stad o , y la h u m an id ad e n te ra es re p a rtid a en tre una m u ltitu d de E sta d o s grandes, pequeños o m edianos, de los cuales cada uno, a pesar de que no abraza m ás que una p arte m uy re d u cid a de la especie hum ana, se proclam a y se p re sen ta com o el re p re se n ta n te de la hum an id ad e n tera y como alg o absoluto. P o r eso m ism o, to d o lo que queda fu e ra de él, los dem ás E stados, con sus sú b d ito s y la p ro ­ p iedad de sus súb d ito s, son con sid erad o s por cada E stad o como e n tid ad e s p riv ad as de toda ley, de todo derecho, y se supone, p o r co n sig u ien te, con la fa cu ltad de atacarlo s, con­ q u istarlo s, asesinarlos, robarles en la m edida que sus m e­ dios y su s fu erzas se lo p erm itan. V osotros sabéis, q ueridos com pañeros, que no se ha llegado nu n ca a estab lecer un d erecho in tern a cio n al, y no se ha podido hacerlo p re cisa­ m ente porque, desde el p u n to de v ista del E stad o , todo lo que está fu e ra del E sta d o está priv ad o de derecho. B asta que un E sta d o declare la g u erra a o tro para que perm ita, ¡q u é d ig o !, p ara que m ande a su s p ro p io s sú b d ito s com e­ te r c o n tra los sú b d ito s del E stad o enem igo todos los c rí­ m enes p o sib les: el asesin ato , la violación, el robo, la des­ tru cció n , el incendio, el saqueo. Y todos esto s crím enes se dice que e stá n bendecidos por el D ios de los cristian o s, que cada un o de los E stad o s b e lig e ra n te s co n sid era y proclam a como su p a rtid a rio con ex clu sió n del o tro —lo que, n a tu ­ ralm en te, debe poner en un fam oso a p rie to a ese buen Dios, en nom bre del cual han sido y c o n tin ú an siendo com etidos sobre la tie rra los crím enes m ás h o rrib les. P o r esto som os enem igos del buen D ios y consideram os esta ficción, este fan tasm a divino, como una de las p rin c ip a le s fu e n te s de los m ales qüe a to rm e n ta n a los hom bres. Y p or esto som os igualm ente ad v e rsario s ap asionados del E stad o , de to d o s los E stados. P o rq u e, m ie n tra s h ay a E s ta ­ dos, no h ab rá com unidad, y la g u e rra y la ru in a, la m iseria


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de los pueblos, que son consecuencia in ev itab le del E stado, serán perm an entes. M ie n tra s h ay a E stad o s, las m asas p o p u lares, aun en las rep ú b licas m ás dem ocráticas, serán esclavas de hecho, p o r­ que no tra b a ja rá n en pro de su p ro p ia fe lic id a d y de su p ro p ia riqueza, sino p ara la p o ten cia y la riq u ez a del E s­ tad o . ¿Y qué es el E stad o ? Se p re te n d e que es la expresión y la realizació n de la u tilid a d , del bien, del derecho y de la lib e rta d de todo el m undo. P u e s bien, los que ta l p reten d en m ien ten , como m ien ten los que p re te n d en que el buen D ios es el p ro te c to r de todo el m undo. D esde que se form ó la fa n ta sía de un ser divino en la im aginació n de lo s hom bres, D ios, to d o s los dioses, y e n tre ellos p rin cip a lm en te el D ios de los cristian o s, h an tom ado siem pre el p a rtid o de los fu e rte s y de los ric o s co n tra las m asas ig n o ra n te s y m isera­ bles. H a n bendecido, p o r m edio de su s sacerd o tes, los p riv i­ leg io s m ás repulsivos, las o p resio n es y las ex p lo tacio n es m ás infam es. D el m ism o m odo, el E sta d o no es o tra cosa que la ga­ ra n tía de to d as las ex p lo tacio n es en b en eficio de u n peque­ ño n úm ero de fe lic es p riv ileg iad o s y en d e trim e n to de las m asas p o p u lares. Se sirve de la fu erza colectiva de todo el m undo p ara a se g u ra r la dicha, la p ro sp e rid a d y los p riv i­ leg io s de alg u nos, en d e trim e n to del derecho hum ano de to d o el m undo. E s u n a in stitu c ió n en la que la m in o ría des­ em peña el papel de m artillo y la m ayoría form a el yunque. H a sta la G ran R evolución, la clase burguesa, aunque en un grad o m enor que las m asas populares, h abía form ado p a rte del yunque. Y a causa de eso fu é revolucionaria. Sí, fué b ien rev o lu cio n aria. Se a tre v ió a reb elarse co n tra to d as las au to rid a d e s div in as y hum anas, y puso en te la de ju ic io a D ios, a los reyes, al P apa. Se d irig ió sobre todo c o n tra la nobleza, que ocupaba en el E sta d o u n p u esto que a rd ía de im paciencia por ocu p arlo a su vez. P e ro no quiero ser in ju sto , y no p re te n d o de n in g ú n m odo que en su s m ag­ n ífic a s p ro te sta s c o n tra la tira n ía d iv in a y hum ana, no h u ­ biese sido co n ducida e im pulsada m ás que p o r u n p en sa­ m ien to egoísta. L a fu e rz a de la s cosas, la n a tu ra le z a m ism a de su o rg an izació n p a rtic u la r, la h ab ían im pulsado in s tin ­ tiv am en te a ap o d erarse del P oder. P e ro como to d av ía no te n ía conciencia del abism o que la separaba realm en te de las


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cliues o b reras que e x p lo ta ; como esa co n cien cia no se había d esp ertad o de n in g u n a m anera a ú n en el seno del p ro le ta ­ riado, la b u rg u esía, re p resen ta d a en esa lucha c o n tra la Iglesia y el E stad o p o r sus m ás nobles e s p íritu s y por sus m ás g ra n d es caracteres, creyó de buena fe que trab ajab a igualm ente p or la em ancipación de todos. Los dos sig lo s que sep aran las lu ch as de la R eform a r e ­ ligiosa de las de la G ran R evolución, fu ero n la edad heroica de la b u rg u e sía . H echa poderosa p o r la riq u eza y la in te li­ gencia, atacó audazm ente to d as las in stitu c io n e s resp etad as de la Ig le s ia y del E stad o . Lo m inó todo, p rim ero, por la lite ra tu ra y p o r la c rític a filo só fic a ; m ás ta rd e lo d errib ó por la reb elió n franca. E lla fué la que hizo la revolución de 1789 y de 1793. S in duda que no pudo hacerlo m ás que sirv ién d o se de la fu e rz a p o p u la r; p ero fu é la que organizó esa fu erza y la d irig ió c o n tra la Ig lesia, c o n tra la realeza y c o n tra la nobleza. E lla fué la que pensó y tom ó la in icia­ tiv a de to d o s los m ovim ientos que ejec u tó el pueblo. La b u rg u e sía te n ía fe en sí m ism a, se se n tía poderosa porque sabía que tra s ella, con ella, te n ía al pueblo. Si se com paran los g ig an tes del pensam iento y de la ac­ ción que h an salido de la clase b u rg u e sa en el siglo X V I II con las m ás g ra n d es celebridades, con los enanos vanidosos céleb res que la re p re se n ta n en n u e stro s días, se p o d rá uno convencer de la decadencia, de la caída espantosa que se h a p ro d u c id o en esa clase. E n el sig lo X V I II, e ra in te li­ g ente, au daz, h eroica. H oy, se m u e stra cobarde y estúpida. E n to n ce s, llen a de fe, se a tre v ía a todo, y lo po d ía todo. H oy, ro íd a p o r la duda, y desm oralizada por su p ro p ia in i­ quidad, que está a ú n m ás en su situ ació n que en su v o lu n ­ tad , nos o frece el cuadro de la m ás vergonzosa im potencia. L os aco n te cim ie n to s re cien tes de F ra n c ia lo pru eb an d e ­ m asiado bien. L a b u rg u e sía se m u e stra com pletam ente in ­ capaz de salv ar a F ran c ia . H a p re fe rid o la invasión de los p ru sian o s a la revolución po p u lar, que era la ú n ica que p o ­ día o p erar esa salvación. H a dejado caer de sus m anos d é ­ biles la b an d era de los p ro g reso s hum anos, la de la em anci­ pación u n iv ersa l. Y el p ro le ta ria d o de P a rís nos d em u estra ho y que los tra b a ja d o re s son los únicos capaces de llev arla en lo sucesivo. E n u na p ró x im a sesión, tra ta ré de dem ostrarlo.


II

Q u erid o s com pañeros: Ya os he dicho la o tra vez que dos g ran d es ac o n te cim ie n ­ to s h istó ric o s hab ían fu n d ad o la po ten cia de la b u rg u e sía : la rev olución re lig io sa del siglo X V I conocida bajo el nom bre de R eform a, y la g ra n revolución p o lítica del s i­ glo X V I II. H e añadido que esta últim a, realizad a c ie rta ­ m en te p o r el p o d er del brazo popular, había sido iniciada y d irig id a exclusivam ente p o r la clase m edia. Debo tam bién p ro b aro s ahora que es tam bién la clase m edia la que se a p ro ­ vechó ex clusivam ente de ella. Y sin em bargo el p ro g ram a de esta revolución, al p rin ­ cipio, p arecía inm enso. ¿N o se h a realizad o en el nom bre de la lib ertad , de la ig u ald ad y de la fra te rn id a d del género hum ano, tre s p alab ras que parecen ab arcar to d o lo que en el p re sen te y en el p o rv e n ir puede q u erer y re alizar la h u ­ m an id ad ? ¿C óm o es, pues, que una revolución que se había an u n ciad o de una m anera ta n am plia term in ó m iserablem en­ te en la em ancipación exclusiva, re s trin g id a y p riv ileg iad a de una sola clase, en d etrim en to de esos m illones de tra b a ­ jad o re s que se ven hoy ap lasta d o s por la p ro sp e rid ad in ­ so len te e in icu a de esa clase? ¡A h, es que esa revolución no ha sido m ás que u n a rev o lu ció n p o lític a ! H ab ía derribado au d azm en te to d as las b arreras, to d as las tira n ía s po líticas, p ero había dejad o in ta c ta s —h asta las había proclam ado sa­ grad as e in violables— las bases económ icas de la sociedad, que han sido la fu e n te etern a, el fu n d am en to p rin c ip a l de to d as las in iq u id ad es p o lítica s y sociales, de todos los ab ­ su rd o s re lig io so s pasados y presentes. H abía proclam ado la lib e rta d de cada uno y de todos, o m ás bien había p ro c la­ m ado el derecho a ser lib re p ara cada uno y p ara todos. P ero no ha dado realm en te loa m edios de re alizar esa lib e rta d y


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ti* g o/íir de ella m ás que a los p ro p ieta rio s, a los cap ita lis ( mu, n los ricos. La pauvreté, c’est l’esclavage! (1)

tic ah í las te rrib le s palabras que con su voz sim pática, que p arte de la e x p e rien cia y del corazón, nos ha rep etid o n u estro am igo C lem ent v arias veces (2), desde hace a lg u ­ nos d ías que ten g o la dicha de pasar en m edio de vosotros, queridos co m pañeros y am igos. Sí, la pobreza es la esclav itu d , es la necesidad de vender el trab ajo , y con el tra b a jo la persona, al c a p ita lista que os da el m edio de no m o rir de ham bre. E s p reciso te n e r v erd a­ deram ente el e s p íritu de los señores burgueses, in tere sa d o s en la m en tira, p ara atre v erse a h ab lar de la lib e rta d p o lí­ tica de las m asas obreras. B o n ita lib e rta d la que las som ete n los cap rich o s del ca p ita l y la que las encadena a la v o lu n ­ tad del c a p ita lista por el ham bre. Q u e rid o s am igos, no te n ­ go seg u ram en te n ecesid ad de probaros, a v o so tro s que h a ­ béis conocido p or una larga y d u ra ex p e rien cia las m iserias del trab ajo , que en ta n to que el ca p ita l quede de u n a p arte y el tra b a jo de la o tra, el trab a jo será el esclavo del cap ital y los trab a ja d o re s los súbditos de los señores burgueses, que os d an p o r irris ió n todos los derechos p o lítico s, to d as las ap arien cias de la lib ertad , p ara conservar ésta en re a li­ d ad ex clu siv am en te p ara ellos. E l d erecho a la lib e rta d sin los m edios de realizarla, no es m ás que u n fantasm a. Y n o so tro s am am os dem asiado la libertad , ¿no es cierto ?, para co n ten ta rn o s con fa n tasm ag o ­ rías. N o so tro s la querem os en la realid ad . ¿P ero , qué es lo que co n stitu y e el fondo real y la condición p o sitiv a de la lib ertad ? E s el d esenvolvim iento ín te g ro y el pleno goce de to d as las fa c u lta d e s corporales, in te le c tu a le s y m orales p ara cada uno. P o r consecuencia, es los m edios m ateria le s n ece­ sarios a la e x iste n c ia hum ana de cada u n o ; es, adem ás, la educación y la in stru cció n . U n hom bre que sucum be de in a ­ nición, que se e n c u en tra ap lastad o p o r la m iseria, que m uere cada d ía de ham bre y de frío y que, viendo s u frir a todos (1) ¡ L a p o b r e z a e s la e s c l a v i t u d 1 (2) S e g ú n G u i l l a u m e , S i l v a n o C l e m e n t era u n f o t ó g r a f o h e c h o u n a fotografía a B a k u n i n m u y popularizada en sianas. ( N o t a del traductor.) I ni a

de Saint-Imier; halas m o n t a ñ a s j u r a ­


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los que am a, no puede a c u d ir en su ayuda, no es un h o m b r e lib re, es un esclavo. U n hom bre condenado a p e r m a n e c e r to d a la v id a u n ser b ru ta l, c a ren te de educación h u m a n a , u n hom bre p riv ad o de in stru cció n , u n ig n o ra n te , e s n e c e s a ­ riam en te u n esclavo; y si ejerce derechoB p o l í t i c o s , p o d é i s e sta r seg u ro s de que, de una m anera o de o t r a , lo s e j e r c e r á siem p re c o n tra si m ism o, en b en eficio de s u s e x p l o t a d o r e s , de su s amos. L a con d ición n eg a tiv a de la lib e rta d es é s t a : n i n g ú n h o m ­ bre debe o b ediencia a o t r o ; sólo es lib re a condición d e q u e to d o s su s ac to s e stén determ in ad o s, no por l a v o lu n tad d e los o tro s hom bres, sino por su v o lu n tad y su s c o n v i c c i o n e s p ro p ias. P e ro u n hom bre a quien el ham bre obliga a v e n d e r su trab ajo , y con su tra b a jo su persona, al m ás bajo p r e c i o posib le al c a p ita lista que se d ig n a e x p lo ta rlo ; u n h o m b r e a q u ien su p ro p ia b ru ta lid a d y su ig n o ra n c ia e n tre g a n a m e r ­ ced de sus sabios ex p lo tad o res, será necesariam en te y s i e m ­ p re u n esclavo. N o es eso todo. L a lib e rta d de los in d iv id u o s no es un hecho in d iv id u al, es u n hecho, u n p ro d u c to colectivo. N in ­ g ún hom bre p o d ría ser lib re fu e ra y sin el co ncurso de toda la sociedad hum ana. L os in d iv id u a listas, o los falsos h e r­ m anos que hem os com batido en to d o s los co n g reso s de tr a ­ b ajad o res, h an p re te n d id o , con los m o ralistas y los econo­ m ista s b u rg u eses, que el hom bre po d ía ser libre, que podía ser hom bre fu e ra de la sociedad, d iciendo que la sociedad h abía sido fu n d a d a p o r un co n tra to libre de hom bres a n te ­ rio rm en te libres. E s ta teo ría, proclam ada por J. J . R ousseau, el esc rito r m ás dañ in o del sig lo pasado, el so fista que ha in sp irad o a to d o s los re v o lu cio n ario s bu rg u eses, esta teo ría den o ta una ig n o ran c ia com pleta, ta n to de la N a tu raleza com o de la H is ­ to ria. No es en el pasado, ni en el p resen te, donde debem os b u sca r la lib e rta d de las m asas, es en el p o rv en ir, en un p o rv e n ir p ró x im o : en esa jo rn a d a del m añana que debem os c re a r n o so tro s m ism os, por la p o ten cia de n u e stro pen sa­ m iento, de n u e s tra v o lu n tad , pero tam bién por la de n u es­ tro s brazos. T ra s de nosotros, no hubo nunca c o n tra to li­ bre, no hubo m ás que b ru ta lid a d , estu p id ez, in iq u id a d y v io lencia, y hoy aún, vosotros lo sabéis dem asiado bien, ese llam ado libre c o n tra to se llam a p acto del ham bre, es-


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v l t u d d e l h a m b r e p a r a las m asas y ex p lo tac ió n del ham i para la s m i n o r í a s que nos devoran y nos oprim en. |«a t e o r í a d e l libre c o n tra to es ig u alm en te falsa desde el .i*» de v i s t a de la n atu raleza. E l hom bre no crea volunl>11111 n t c la so cied ad : nace in v o lu n ta riam en te en ella. E s a n i m a l social p o r excelencia. No puede lle g a r a ser hom, e s d e c i r un an im al que piensa, que habla, que am a y n u i c r e , sin o en sociedad. Im ag in ao s al hom bre dotado In n a t u r a l e z a de las fa cu ltad es m ás geniales, arro ja d o 9 ta d e s u tie rn a edad fu e ra de to d a sociedad hum ana, en un d e s i e r t o . Si no perece m iserablem ente, que es lo m ás

«

no será m ás que un b ru to , u n m ono, priv ad o de de pen sam iento, porque el p en sam iento es inse«rabie de la p alab ra: nadie puede p en sa r sin el lenguaje, or p erfectam en te aislad o s que os e n c o n tré is con v o so tro s m inino», p a r a p en sar debéis hacer uso de p alab ras; podéis m u y b ie n t e n e r im aginaciones re p re se n ta tiv a s de las cosas, p o r o t a n p ro n to com o q u eráis pen sar, debéis serv iro s de p a l a b r a s , porque sólo las p alab ras d eterm in a n el pen sam ien ­ t o , y d a n a las re p re se n ta c io n e s fu g itiv a s, a los in stin to s, r I «a r / l c t c r del pen sam iento. E l p en sam iento no ex iste a n tes da la p a l a b r a , ni la palab ra a n tes del p en sa m ie n to ; estas dos f o r m a s de u n m ism o a c to del cerebro hum ano nacen ju n tas. P o r t a n t o , no h ay p en sam iento sin palabra. P ero, ¿qué es la p a l u b r a ? E s la com unicación, es la conversación de u n in d i­ v i d u o hum ano con m uchos o tro s in d iv id u o s. E l hom bre a n i­ mal no s e tra n sfo rm a en ser hum ano, es decir, p en san te, s i n o p o r e s a conversación, en esa conversación. Su in d iv i­ d u a l i d a d hum anu, su lib ertad , es, pues, el p ro d u c to de la p rolm l)le, p a la b ra y

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c o lec tiv id a d . 1 E l h o m b r e ú n i c a m e n t e se em ancipa de la p resió n tirá n ic a q u e e j e r c e s o b r e c a d a uno la n atu ra leza e x te rio r p o r el t r a ­

b a j o co lec tiv o ; porque e l trab a jo in d iv id u al, im p o te n te y • a t é r i l , jam ás p o d ría v en cer a la n atu ra leza . E l tra b a jo p ro ­ d u c t i v o , el que ha creado to d as las riquezas y n u e s tra c iv i­ l i z a c i ó n , ha sido siem pre u n tra b a jo social, co lectiv o ; sólo

q u e h a s t a el p re sen te h a sido in icu am en te ex p lo tad o p o r los I n d i v i d u o s a ex p en sas de las m asas obreras. Lo m ism o la i n s t r u c c i ó n y la educación que elevan al hom bre — esa e d u ­ c a c ió n y esa in stru c c ió n de que los señores b u rg u e ses están tan o r g u l l o s o s y que v ie rte n con ta n ta p arsim onia sobre las


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m asas p o p u lare s— son ig u alm en te p ro d u c to de la sociedad entera. L as crean el trab ajo , y d iré m ás aún, el pensam iento in stin tiv o del pueblo, aunque no las han creado h asta ahora m ás que en ben eficio de los burgueses. Se tra ta , pues, de la ex p lo tac ió n de un tra b a jo colectivo por in d iv id u o s que no tien en n in g ú n derecho a m onopolizar el producto. T o d o lo que es hum ano en el hom bre, y m ás que o tra cosa la lib ertad , es el p ro d u c to de un trab a jo social, colectivo. Ser lib re en el aislam ien to absoluto, es u n absurdo in v en ­ tad o p o r los teólogos y los m etafísicos, que reem plazaron la sociedad de los hom bres por su fantasm a, por Dios. Cada cual —d icen— se sien te libre en p resen cia de Dios. E s d e ­ cir, del vacío absoluto, de la n a d a ; eso es, pues, la lib e rta d de la nada, o m ás bien la nada de la lib ertad , la esclavitud. Dios, la ficció n de Dios, ha sido h istó ric a m e n te la causa m oral, o m ás b ien inm oral, de to d as las sum isiones. E n cu an to a nosotros, que no querem os ni fan tasm as ni la nada, sino la re alid ad hum ana viviente, reconocem os que el hom bre no puede sen tirse y saberse lib re —y p o r co n si­ g u ien te no puede re a liz a r su lib e rta d — sino en m edio de los hom bres. P a ra ser libre, ten g o n ecesid ad de verm e ro ­ deado y reconocido com o ta l p o r hom bres libres. No soy lib re m ás que cuando mi perso n alid ad , refleján d o se, como en o tro s ta n to s espejos, en la conciencia ig u alm en te libre de todos los hom bres que me rodean, vuelva a mí re fo rza d a p o r el reco n o cim ien to de todo el m undo. La lib ertad de to ­ dos, lejo s de ser una lim itació n de la m ía, como lo p re te n ­ den los in d iv id u a lista s, es al c o n tra rio su confirm ación, su realizació n y su ex ten sió n in fin ita s. Q u e re r la lib e rta d y la d ig n id ad hum ana de to d o s los hom bres, v er y se n tir m i li­ b e rta d co nfirm ada, sancionada, in fin ita m e n te ex ten d id a por el ase n tim ien to de todo el m undo, he ahí la dicha, el paraíso hum ano sobre la tie rra . P ero esa lib e rta d sólo es posible en la igualdad. Si hay un ser hum ano m ás libre que yo, me co n v ierto forzosam ente en su esclavo; si yo lo soy m ás que él, él será el m ío. P o r tan to , la ig u ald ad es una condición absolutam ente n ecesaria de la lib ertad . L os b u rg u e ses rev o lu cio n ario s de 1793 han com prendido m u y b ien esta n ecesid ad lógica. A sí, la palab ra ig u ald ad f i ­ g u ra como el segundo térm in o en su fó rm u la revoluciona-


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f l t l libertad, igualdad, fra tern id a d . P ero , ¿qué ig u ald ad ? t * igualdad an te la ley, la ig u ald ad de los derechos p o líti1 1 1 «, la ig u ald ad de los ciudadanos, no la de los hom bres; fq u c el E stad o no reconoce a los hom bres, no reconoce rt 11u<• a los ciudadanos. P a ra él, el hom bre no ex iste en nto que ejerce, o que p o r una p u ra fu n ció n se re p u te como IJarcicn d o los d erechos políticos. E l hom bre que es aplasIrt-lo por el trab a jo forzado, por la m iseria, p o r el ham bre; »1 hom bre que está socialm ente oprim ido, económ icam ente •Kplotado, ap lastado, y que sufre, no existe p ara el E sta d o ; ¿ate ig n o ra sus s u frim ie n to s y su esc la v itu d económ ica y •ocinl, su serv id u m b re real, oculta bajo las ap a rien cia s de una lib ertad p o lítica m entirosa. E s ta es, pues, la ig ualdad p o ltlira. no la ig u ald ad social. Mín q u erid o s am ig o s: Sabéis to d o s por ex p e rien cia cuán engañosa ea esa p re te n d id a ig u ald ad p o lítica cuando no está fundada sobre la ig u a ld a d económ ica y social. E n u n Es1.11 l o am pliam ente dem ocrático, p o r ejem plo, to d o s los hom ­ brea lleg ad o s a la m ay o ría de edad, y que no se en c u en tren bajo el peso de una condena crim inal, tie n e n el derecho y aun el deber, se añade, de e jercer to d o s los derechos p o lí­ tico» y de lle n a r to d as las fu n cio n es p ara las cu ales puede l l a m a r l e s la co n fianza de sus conciudadanes. E l últim o hombre del pueblo, el m ás pobre, el m ás ig n o ran te , puede y debe eje rc e r todos sus derechos y lle n a r to d as esas fu n ­ cio n es: ¿se puede im ag in ar u n a ig u ald ad m ás am plia que t»a? Sí, él debe, puede le g alm en te; pero en re alid ad eso le rs im posible. E se p o d er no es m ás que fa c u lta tiv o p ara los hombre» que c o n stitu y e n p a rte de las m asas po p u lares, pero no podrá nun ca ser re al p ara ellos a m enos de una tra n s ­ i g í m acióu radical de las bases económ icas de la sociedad, digamos la palabra, a m enos de u n a revolución social. E sos p re te n d id o s d erechos p o lítico s e jercid o s p o r el pueblo no ann más que u n a vana ficción. _____ E s t a m o s cansados de to d as las ficciones, ta n to re lig io sas lom o po líticas. E l pueblo está cansado de a lim en tarse de f a n t a s m a s y de fábulas. E se alim ento no engorda. H oy, e x i­ ge la realidad. V eam os, pues, lo que h ay de re al p ara él en ju e j e r c i c i o de los derech o s políticos. I'.ira llen ar convenientem ente las funciones, y sobre todo t i l más a lta s fu n cio n es del E stado, es p reciso poseer ya fti». </» Htktinin. - II

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u n g rad o b a sta n te a lto de in stru cció n . E l pueblo carece ab ­ so lu tam en te de esa in stru cció n . ¿ E s p o r c u lp a suya? No, la cu lp a es de las in stitu c io n e s. E l gran deb er de todos los E stad o s v erd ad eram en te dem ocráticos, es e sp a rcir la in s­ tru c c ió n a m anos llenas e n tre el pueblo. ¿ H a y un solo E s ­ tad o que lo h ag a? No hablem os de los E sta d o s m onárquicos, que tie n e n u n in te ré s ev id en te en e sp a rc ir, no la in s tru c ­ ción, sino el veneno del catecism o c ristia n o en las m asas. H ablem os de los E stad o s rep u b lican o s y d em ocráticos como los E stad o s U n id o s de A m érica y Suiza. C iertam ente, hay que reco n o cer que estos dos E stad o s h an hecho m ás que lo3 o tro s p o r la in stru c c ió n po p u lar. ¿ P e ro han llegado al fin, a p esar de su b u en a v o lu n ta d ? ¿L es h a sido posible d ar in d is tin ta m e n te a todos los n iñ o s que nacen en su seno una in stru c c ió n ig u al? No, es im posible. P a ra los h ijo s de los b u rg u eses, la in stru c c ió n su p e rio r; p ara los del pueblo, la in s tru c c ió n p rim aria solam ente, y, en ra ra s ocasiones, un poco de seg u n d a enseñanza. ¿ P o r qué esta d iferen cia? P o r la sim ple ra zó n de que los hom bres del pueblo, los tra b a ja ­ do res de los cam pos y de las ciudades, no tie n e n el m edio de m an ten er, es decir, de alim en tar, de v e stir, de a lo ja r a su s h ijo s en el tra n sc u rso de to d a la d u ra ció n de los e s tu ­ dios. P a ra d arse u n a in stru c c ió n c ie n tífic a , es preciso e stu ­ d iar h asta la edad de v e in tiú n años, a lg u n as veces h asta los v ein ticin co . O s p re g u n to : ¿cu áles son los obreros que están en estad o de m an ten e r ta n largo tiem po a sus h ijo s? E ste sa c rificio e s tá p o r encim a de sus fu erzas, porque no tien en n i ca p ita le s n i pro p ied ad , y porque viven al día con su sala­ rio, que ap en as b asta p ara el m an ten im ien to de u n a nu m e­ ro sa fam ilia. Y a u n es p reciso decir, qu erid o s com pañeros, que vos otros, tra b a ja d o re s de las m ontañas, obreros en u n oficio que la p ro d u cció n ca p ita lista, es decir, la ex p lo tació n de los g ra n d es capitales, no llegó to d av ía a absorber, sois com pa­ ra tiv a m e n te m uy dichosos. T ra b a ja n d o en pequeños gru p o s en v u estro s tallere s, y a m enudo tra b a ja n d o a dom icilio, g an áis m ucho m ás de lo que se gana en los gran d es e s ta ­ b lecim ien to s in d u stria le s que em plean ce n te n are s de obre­ ro s; v u estro trab a jo es in te lig e n te , a rtístic o , no em brutece como el que se hace a m áquina. V u e stra h ab ilid ad , v u estra in te lig e n c ia sig n ific a n algo. Y adem ás te n é is m ucho m ás


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tiem po libre y re la tiv a lib e rta d ; por eso sois m ás in stru id o s, indi libres y m ás felices que los otros. ICII lnn inm ensas fá b ricas establecidas, d irig id a s y explottdflN por los g ra n d es ca p ita le s y en las que son las m áquillrt«, no los hom bres, quienes ju e g a n el papel p rin cip a l, los o!. reroa se tra n sfo rm a n n ecesariam ente en m iserab les escla­ vo«, <lt* tal m odo m iserables, que m uy frecu e n te m e n te están lorundos a co n d en ar a sus pobres h ijito s , de ocho escasos año* de edad, a tra b a ja r doce, catorce, dieciséis h o ras cada •Un por alg u n o s m iserab les céntim os. Y no lo hacen por avaricia, sino p o r necesidad. Sin eso, no sería n capaces de m an ten er sus fam ilias. 11c ah í la in stru c c ió n que pueden darles. Yo no creo de­ ber em plear m ás palabras para d em ostraros, q u erid o s com ­ pañeros, a vo so tros que lo sabéis ta n bien p o r ex periencia, quo t n ta n to que el pueblo no trabaje para s í m ism o, sino partt en riq u ecer a lo s d eten ta d o res de la p ro piedad y del i'ttpitu]' la in stru c c ió n que pueda d ar a sus h ijo s será siem |»i:r in fin ita m en te in fe rio r a la de los h ijo s de la clase burIfUIBft’

Y he ah í u n a gran d e y fu n e sta desig u ald ad social que en c o n traré is n ecesariam ente en la base de la o rganización d e los E s ta d o s : u n a m asa forzosam ente ig n o ran te y una m in o ría p riv ileg iad a que, si no es siem pre m uy in telig e n te, e* ni m enos co m parativam ente m uy in stru id a . L a co n clu ­ sión es fácil de d ed u cir. La m in o ría in stru id a gobernará ílta rn am cn te a las m asas ig n o ran tes. No se tra ta sólo de la d esig u ald a d n a tu ra l de los in d iv i­ duo«; es una d esig u ald ad a la que estam os obligados a re ­ i n a r nos. U no tien e una org an izació n m ás p e rfe c ta que el Otro, uno nace con u n a fa cu ltad n a tu ra l de in te lig e n c ia y de v o lu n tad m ás g ran d e que el otro. P e ro me a p resu ro a H fladir: catas d ife re n c ia s no son de n in g ú n m odo ta n g ra n ­ de* corno se q u iere suponer. A un desde el p u n to de v ista n atu ral, los hom bres son casi iguales, las cu alid ad es y los d efecto s se com pensan m ás o m enos en cada uno. No hay mÁM <|tic dos ex cepciones a esta ley de ig u a ld a d n a tu ra l: son lo* ll omin es de genio y los idiotas. P e ro las ex cep cio n es no 8 0 n*l i lu y en la regla, y, en general, se puede d ec ir que todos lo* Ind ividuos hum anos se equivalen y que si e x isten difenncItiH enorm es e n tre los in d iv id u o s en la sociedad actual,


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nacen de la d esig u ald ad m o n stru o sa de la educación y de la in stru cció n , y no de la n atu ra leza . E l n iñ o do tad o de las m ás g ra n d es fa cu ltad es, pero n a­ cido en u n a fam ilia pobre, en u n a fam ilia de trab a jad o res que vive el día al día de su ru d a labor co tid ian a, se ve condenado a la ig n o ran c ia que m ata to d a s sus fa cu ltad es n a tu ra le s en lu g a r de d e sa rro lla rla s : será el trab a jad o r, el o b rero m anual, el m a n ten e d o r y el alim en tad o r forzoso de los b u rg u e ses que, por n atu ra leza , son m ucho m ás to rp es que él. E l h ijo del b u rg u é s, al co n tra rio , el h ijo del rico, p o r to rp e que sea n atu ra lm e n te , recib irá la educación y la in stru c c ió n necesarias p a ra d e sa rro lla r en lo posible sus pobres fa c u lta d e s : será u n e x p lo ta d o r del trab ajo , el amo, el p atró n , el leg islad o r, el gobernante, u n señor. P o r to rp e que sea, h a rá leyes para el pueblo, y gobernará las m asas p o p u lares. E n u n E sta d o dem ocrático, se dirá, el pueblo no eleg irá m ás que a los buenos. ¿ P e ro cóm o reconocerá a los buenos? N o tie n e ni la in stru c c ió n necesaria p ara ju z g a r al bueno y al m alo, n i el tiem po p reciso p a ra conocer los hom bres que se p ro p o n en a su elección. E so s hom bres, por lo dem ás, v iv en en u n a sociedad d ife re n te de la s u y a : no acuden a q u ita rse el som brero an te Su M ajestad el pueblo soberano m ás que en el m om ento de las elecciones y, u n a vez e le g i­ dos, le vu elven la espalda. P o r lo dem ás, p e rte n ecie n d o a la clase p riv ile g ia d a , a la clase ex p lo tad o ra, p o r ex celen tes que sean com o m iem bros de sus fam ilias y de la sociedad, serán siem pre m alos p ara el pueblo, porque, n atu ra lm e n te , q u errán co n serv ar los p riv ile g io s que co n stitu y e n la base de su e x iste n c ia social y que condenan al pueblo a u n a es­ c lav itu d etern a. P ero , ¿p o r qué no ha de en v iar el pueblo a las asam bleas le g isla tiv a s y al gobierno hom bres suyos, hom bres del p u e­ blo? P rim eram e n te , porque los hom bres del pueblo, deb ien ­ do v iv ir de su s brazos, no tie n e n tiem po de co n sag rarse e x ­ clu siv am en te a la política, y no p u d ien d o hacerlo, estando la m ay o ría de las veces ig n o ra n te s de las cu estio n es econó­ m icas y p o lític a s que se tra ta n en esas a lta s regiones, serán casi siem p re v íctim as de los abogados y de los p o lítico s b u rgueses. Y, luego, p q jq u e b a sta rá casi siem pre a esos


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del pueblo e n tra r en el gobierno p ara co n v e rtirse gueses a su vez, en ocasiones m ás d e te sta b le s y m ás osos del pu eblo de donde h an salido que los m ism os eses de n acim iento. b, pues, que la ig u ald ad p o lítica , a u n en los E stad o s dem ocráticos, es u n a m en tira. Lo m ism o pasa con la ad ju ríd ic a , con la ig u a ld a d an te la ley. L a ley es p o r los b u rg u e ses p ara los burgueses, y es e je rc id a los b u rg u e ses c o n tra el pueblo. E l E sta d o y la ley que ex p resa no e x isten m ás que p a ra e te rn iz a r la esc la v itu d pueblo en b en eficio de los bu rg u eses, or lo dem ás, sabéis que cuando os en c o n tráis lesionado» v u estro s in tere se s, en v u estro honor, en v u estro s deres, y q u eréis h ac er u n proceso, p ara h ac erlo debéis des tra r p rim ero que e stáis en situ ació n de p a g a r los gastos, d ecir, deb éis d e p o sita r una c ie rta sum a. Y si no estáis en do de d ep o sitarla , no podéis e n tab la r el proceso. P e ro pueblo, la m ay o ría de los tra b a ja d o re s ¿ tie n e n sum a» a d e p o sita r en el trib u n a l? L a m ayoría de las veces, no. r tan to , el rico p o d rá atacaros, in su lta ro s im punem ente, rque no h ay ju s tic ia para el pueblo. M ien tras no h aya ig u ald ad económ ica y social, m ientra» n a m in o ría cu alq u iera pueda h acerse rica, p ro p ie ta ria , ca-< i t a l i s t a , no por el p ro p io trab a jo , sino p o r la herencia, la ald ad será u n a m en tira. ¿ S abéis cuál es la v erd ad era den i c i ó n de la p ro p ied a d h e re d ita ria ? E s la fa c u lta d h eredir i a de e x p lo ta r el tra b a jo colectivo del pueblo y de som er las m asas. H e ah í lo que n i los m ás g ra n d es héroes de la rev o lu ció n ; 1793, n i D anton, n i R obespierre, ni S a in t-J u s t hab ían co m prendido. No q u ería n m ás'n u e la lib e rta d y la ig u a ld a d po líticas, no las económ icas y sociales. Y p o r eso la liber¡id y la ig u ald ad fu n d a d as por ellos h an co n stitu id o y asenado en bases nuevas la dom inación de los b u rg u e ses sobre 1 pueblo. H an q u erid o en m ascarar esa co n tra d icció n p oniendo coo te rc e r térm in o de su fó rm u la rev o lu cio n aria la fra teriilad. T am b ién ésta es una m en tira. O s p re g u n to si la frarn id ad es posible e n tre los ex p lo tad o res y los explotados, n tre los o p reso res y los oprim idos. ¡C óm o! ¿O s haré su d ar su frir d u ra n te to do un día, y por la noche, cuando h ay a


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reco g id o el fru to de v u estro s su frim ie n to s y de v u estro su ­ dor, no d ejándoos m ás que una pequeña p a rte a fin de que po d áis v iv ir, es decir, su d a r de nuevo y s u frir en m i b en e­ ficio to d av ía m añana, por la noche, os d iré : ¡A bracém onos, som os herm an o s!? T a l es la fra te rn id a d de la revolución burguesa. Q u e rid o s am ig o s: T am b ién n o so tro s querem os la noble lib ertad , la salvadora ig u ald ad y la san ta fra te rn id a d . P ero q uerem os que estas cosas, que estas gran d es cosas, cesen de ser ficciones, m e n tira s y se co n v iertan en una v erd ad y c o n stitu y a n la realidad. T a l es el sen tid o y el fin de lo que llam am os revolución social. P u ed e resu m irse en pocas p a lab ras: q uiere y n o so tro s querem os que todo hom bre que nazca sobre esta tie rra p u e­ da lle g a r a ser u n hom bre en el sen tid o m ás com pleto de la p a la b ra ; que no sólo te n g a el derecho, sino tam b ién todos los m edios n ecesario s p ara d e sa rro lla r su s fa cu ltad es y ser libre, feliz, en la ig u a ld a d y en la fra te rn id a d . H e ahí lo que querem os todos, y to d o s estam os d isp u esto s a m o rir p ara lle g a r a ese fin. O s pido, am igos, u n a te rc e ra y ú ltim a sesión para ex p o ­ neros co m pletam ente mi pensam iento.


III Q u erid o s com pañeros: O s he dicho la ú ltim a vez cóm o la bu rg u esía, sin te n e r co m pletam ente conciencia de sí m ism a, p ero en p a rte tam ­ b ié n , y al m enos en una c u a rta p arte , co n scien tem en te, se hn servido del brazo poderoso del pueblo d u ra n te la gran r e v o l u c i ó n de 1789-1793 para a se n ta r su p ro p io poder sobre la» ru in a s del m undo feudal. D esde entonces, se ha co n v er­ t i d o en la clase dom inante. E s erróneo su p o n er que fu e ra n la nobleza em ig rada y los sacerd o tes los que d iero n el go l­ p e de E stad o reaccio n ario de T erm id o r, que d errib ó y m ató a R o b esp ierre y a S a in t-Ju st, y que g u illo tin ó y d e p o rtó a una m u ltitu d de sus p a rtid a rio s. S in duda m uchos de los m iem bros de estas dos órdenes caídas to m aro n una p a rte a c tiv a en la in trig a , fe lic es de ver caer a los que les h abían hecho tem b lar y les habían co rtad o la cabeza sin piedad. P e ro ellos solos no hu b iesen podido hacerlo. D esposeídos de su s bienes, hab ían sido re ­ d u cid o s a la im potencia. F u é esa p a rte de la clase b u rg u e sa en riq u e cid a p o r la com pra de los b ien es nacionales, de las p ro v isio n es de g u e rra y p o r el m anejo de los fo n d o s p ú ­ blicos, que se aprovechó de la m iseria p ú b lica y de la ban­ c a rro ta m ism a p ara lle n a r su b o ls illo ; fu e ro n esos v irtu o so s re p re s e n ta n te s de la m o ralid ad y del o rd e n p úblico lo s p ri­ m eros in stig a d o re s de esa reacción. E stu v ie ro n a rd ie n te y podero sam en te so sten id o s p o r la m asa de los ten d ero s, raza e tern am en te m alhechora y cobarde que en g añ a y envenena al pueblo en d etalle, v en d ién d o le sus m erc ad ería s a d u lte ra ­ das, y que tien e to d a la ig n o ran c ia del pueblo sin te n e r su g ran corazón, to d a la v an id ad de la a risto c ra c ia b u rg u e sa sin te n e r los b o lsillo s lle n o s; cobarde d u ra n te las re v o lu ­ ciones, se v u elv e feroz en la reacción. P a ra ella, to d as las ideas que h acen p a lp ita r el corazón de las m asas, los g ra n ­ des p rin cip io s, los g ran d es in tere se s de la hum anidad, no


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e x isten . Ig n o ra el p atrio tism o , o no conoce de él m ás que la v an id ad o las fa n farro n ad as. N o hay un sen tim ien to que p u ed a a rra n c a rla a las p reocupaciones m ercan tiles, a las m iserab les in q u ie tu d e s del día. T odo el m undo ha sabido, y los hom bres de todos los p a rtid o s nos lo h an confirm ado, que d u ra n te el te rrib le asedio de P arís, m ie n tra s que el pueblo se b atía y la clase de los rico s in trig a b a y preparaba la tra ic ió n que lo en tre g ó a los prusianos, m ien tras que el p ro le ta ria d o generoso, las m u jere s y los niños del pueblo estab an sem iham brientos, los ten d ero s no tu v iero n m ás que u n a sola p re o cu p ac ió n : la de ven d er sus m ercaderías, sus a rtíc u lo s alim en ticio s, los ob jeto s m ás n ecesario s a la su b ­ siste n cia del pueblo, al m ás a lto precio posible. L os te n d e ro s de to d as las ciu d ad es de F ra n c ia han hecho lo m ism o. E n las ciudades in v ad id as por los prusianos, ab rie ro n las p u e rta s a éstos. E n las ciudades no invadidas, se p re p ara b an a a b rirla s ; p a ralizaro n la d efen sa nacional y en to d as p a rte s donde p u d ie ro n se o p u siero n a la subleva­ ción y al arm am en to populares, que era lo único que podía salv ar a F ra n c ia . Los ten d ero s en las ciudades, lo m ism o que los cam pesinos en los cam pos, co n stitu y e n hoy el e jé r­ cito de la reacción. Los cam pesinos p o d rá n y deberán ser co n v ertid o s a la revolución, p ero los te n d e ro s nunca. D u ra n te la G ran R evolución, la b u rg u e sía se había d iv i­ d ido en dos ca teg o rías, de las cuales una, que c o n stitu ía la ín fim a m in o ría, era la b u rg u e sía rev o lu cio n aria, conocida b ajo el nom bre g enérico de jacobinos. No h ay que c o n fu n ­ d ir a los jaco b in o s de hoy con los de 1793. L os de hoy no son m ás que p álid o s fan tasm as y rid ícu lo s abortos, c a ric a ­ tu ra s de los h éro es del siglo pasado. Los jaco b in o s de 1793 e ran g ra n d es hom bres, te n ía n el fuego sagrado, el cu lto a la ju stic ia , a la lib e rta d y a la ig u ald ad . No fué cupa suya si no co m p re n d iero n m ejo r c ie rta s palabras que resum en to d av ía ho y n u e stra s asp iracio n es. N o co n sid eraro n m ás que la faz p o lítica , no el sen tid o económ ico y social. P ero , lo re p ito , no fué cu lp a suya, como no es m é rito n u e stro el co m p ren d erlas hoy. E s la cu lp a y el m érito del tiem po. L a h u m an id ad se d e sa rro lla len tam en te, dem asiado lentam ente, ¡a y !, y ú n icam e n te p o r una su cesió n de e rro re s y de fa l­ tas, y de c ru eles ex p e rien cia s sobre todo, que son siem pre su co n secu encia necesaria, los hom bres co n q u istan la ver-


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d, Los jaco b in o s de 1793 fu e ro n h o m bres de buena fe, :nbies in sp irad o s por la idea, consagrados a la idea. F u e ­ ron héroes. Si no lo h u b ieran sido, no h u b iera n podido reallam e los g ran d es acto s de la revolución. N osotros pode“í y debem os co m batir los e rro re s teó ric o s de los D anton, -le los R o b esp ierre, de los S a in t-Ju st, pero al com batir sus Ideas falsas, estrech as, exclusivam ente b u rg u e sas en econo­ mía social, debem os in clin arn o s an te su p o ten cia rev o lu cio ­ naria. F u e ro n los ú ltim o s héroes de la clase burguesa, en o tro tiem p o ta n fecu n d a en héroes. A p arte de esta m in o ría heroica, e x istía la m asa de la bu rg u esía, m ateria lm e n te ex p lo tad o ra, y p ara la cu al las ideas, los p rin c ip io s fu n d am en tales de la rev o lu ció n sólo eran palab ras sin v alor y sin se n tid o cuando no p o d ía s e r­ virse de ellas p ara lle n a r sus bolsas ta n v a sta s y ta n re sp e ­ tables. C uando los m ás ricos, y por c o n sig u ien te los m ás in flu y e n te s de los b u rg u e ses lle n a ro n su ficien te m e n te sus bolsas al ru id o y p o r m edio de la revolución, co n sid eraro n que ésta h ab ía d u rad o dem asiado, que e ra tiem po de acabar y de re sta b le c e r el rein o de la ley y del o rd e n público. D e rrib aro n el C om ité de S alvación P ú b lic a, m ataro n a R o b espierre, a S a in t-Ju st y a su s am igos y estab leciero n el D irecto rio , que fu é u n a v e rd a d e ra en carn ació n de la d e p ra ­ vación b u rg u e sa al fin del siglo X V I I I , el triu n fo y el reino del oro ad q u irid o p o r el robo y ag lom erado e n los b o lsillo s de alg u n o s m illa re s de in d iv id u o s. P ero F ra n c ia , que no h abía ten id o tiem p o aú n de co rro m ­ perse, y que a u n p a lp ita b a p o r los g ra n d es hechos de la rev olución, no p udo s o p o rta r larg o tiem p o ese régim en. P ro te s tó dos veces, en u n a fracasó y en o tra triu n fó . Si h ubiese triu n fa d o en la p rim era, si hu b iese podido te n e r éx ito , h a b ría salvado a F ra n c ia y al m u n d o ; el triu n fo de la seg u n d a in au g u ró el despotism o de los re y es y la esc la v itu d de los pueblos. Q u iero h ab lar de la in su rre c c ió n de B ab eu f y de la u su rp a c ió n del p rim e r B o n ap arte. La in su rre c c ió n de B abeuf fu é la ú ltim a te n ta tiv a rev o ­ lu cio n aria del siglo X V I II. B ab eu f y sus am igos h ab ían sido m ás o m enos am igos de R o b esp ierre y de S a in t-Ju st. F u e ro n jaco b in o s socialistas. H ab ían se n tid o el cu lto a la ig u ald ad , au n en d etrim en to de la lib ertad . Su p lan fu é m uy s e n c illo : ex p ro p ia r a todos los p ro p ie ta rio s y a todos


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I03 d e te n ta d o re s de in stru m e n to s de trab a jo y de o tro s ca p i­

tales en b en eficio del E stad o republicano, dem ocrático y social, de su e rte que el E stado, convertido en el único p ro ­ p ie ta rio de to d a s las riquezas, ta n to m obiliarias como inm o­ b iliarias, se tran sfo rm ab a en el único em presario, en el ú n i­ co p a tro n o de la so cied ad ; p ro v isto al m ism o tiem po de la o m n ip o ten cia p o lítica , se ap o d erab a exclusivam ente de la edu cació n y de la in stru c c ió n ig u ales para todos los niños, y obligaba a to d o s los in d iv id u o s m ayores de edad a tra b a ­ ja r y a v iv ir seg ú n la ig u ald ad y la ju stic ia . T o d a a u to n o ­ m ía com unal, to d a in iciativ a in d iv id u al, toda lib ertad , en una palabra, d esa p are cía a p la sta d a por ese p o d er fo rm id a­ ble. L a sociedad e n te ra no debía p re se n ta r m ás que el cu a­ d ro de u n a u n ifo rm id a d m on ó to n a y forzada. E l gobierno e ra eleg id o p o r el su fra g io u n iv ersa l, pero u n a vez elegido, y en ta n to que quedase en fun cio n es, eje rc ía en todos los m iem bros de la sociedad u n p o d e r absoluto. L a te o ría de la ig u ald ad estab lecid a p o r la fu e rza p o r el p o d er no ha sido in v en tad a p o r B abeuf. L os p rim ero s fu n ­ d am en to s de esa te o ría hab ían sido echados p o r P la tó n , v ario s sig lo s a n te s de C risto, en su R ep ú b lica , obra en que ese g ra n p en sad o r de la a n tig ü e d a d tra tó de esbozar el cua­ d ro de u n a so cied ad ig u a lita ria . L o s p rim ero s cristian o s e je rc ie ro n in d u d ab lem en te u n com unism o p rá ctico en sus aso ciacio n es p erseg u id as por to d a sociedad o ficial. E n fin, al com ienzo m ism o de la rev o lu ció n relig io sa, en el p rim e r cu a rto d el sig lo X V I, en A lem ania, T om ás M u en zer y su s d isc íp u lo s h ic ie ro n u n a p rim era te n ta tiv a p a ra estab lecer la ig u ald ad social sobre u n a base m u y am plia. L a co n sp i­ ra c ió n de B ab eu f fu é la seg u n d a m an ife sta ció n p rá c tic a de la id ea ig u a lita ria en las m asas. T o d a s estas ten ta tiv a s, sin e x c e p tu a r la ú ltim a, deb iero n fra c a sa r por dos ra z o n e s : p ri­ m ero, p o rque las m asas no se hab ían d esarro llad o su fic ie n ­ tem en te p ara h acer posible su re a liz a c ió n ; y luego y sobre todo porque, en to d o s estos sistem as, la ig u ald ad se asocia­ ba a la potencia, a la a u to rid a d del E sta d o y p o r co n sig u ien ­ te ex c lu ía la lib ertad . Y n o so tro s sabem os, qu erid o s am igos, que la ig ualdad no es posible m ás que con la lib e rta d y p o r la lib e rta d : no se tra ta de esa lib e rta d exclusiva de lo s b u rg u e ses que está fu n d a d a sobre la esc lav itu d de las m asas y que no es la


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libertad, sino el p riv ile g io ; se tra ta de esa lib e rta d u n iv e r­ sal de los seres hum anos que eleva a cada uno a la d ig n id ad de hom bre. P ero sabem os tam bién que esa lib e rta d sólo es posible en la ig u ald ad . R ebelión, no sólo teó rica, sino p rác­ tica, c o n tra to d as las in stitu c io n e s y c o n tra to d as las re la ­ ciones sociales cread as p o r la d e sig u a ld a d ; después, e s ta ­ blecim iento de la ig u ald ad económ ica y social p o r la lib e r­ tad de to d o el m u n d o : he ahí n u e stro p ro g ram a actual, el que debe tr iu n fa r a pesar de los B ism arck, de los Napeleón, de los T h ie rs, y a pesar de todos los cosacos de m i au g u sto em p erad o r el Z a r de to d as las R usias. L a co n sp iració n de B ab eu f había re u n id o en su seno todo lo que h ab ía quedado de ciudadanos co n sag rad o s a la revo­ lución en P a rís después de las ejecu cio n es y d ep o rta cio n es del golpe de E stad o reaccio n ario de T erm id o r, y, n ecesa­ riam en te, m uchos obreros. F ra c a só ; alg u n o s fu e ro n g u illo ­ tin ad o s, p ero varios sobrevivieron, e n tre ellos el ciudadano F elip e B u o n arro ti, u n hom bre de h ie rro , un c a rá c te r a n ti guo, de ta l m odo re sp etab le que supo h acerse re s p e ta r p o r los hom bres de los p a rtid o s m ás opuestos. V ivió larg o tie m ­ po en B élgica, donde fué el p rin c ip a l fu n d a d o r de la so­ ciedad se c re ta de los ca rb o n ario c o m u n istas; y en u n libro que se ha hecho y a m uy raro, p ero que tra ta ré de en v iar a n u estro am igo A dhem ar (1), ha contado esa lú g u b re hiato ria, esa ú ltim a p ro te s ta heroica de la rev o lu ció n co n tra la reacción, conocida b ajo el nom bre de co n sp iració n de B abeuf. L a o tra p ro te sta de la sociedad c o n tra la co rru p c ió n b u r­ guesa que se había apoderado del P o d e r bajo el nom bre de D ire c to rio fué, com o lo he dicho ya, la u su rp a ció n del p r i­ m er B o n ap arte. E s ta h isto ria , m il veces m ás lú g u b re todavía, es conocida de to d o s vosotros. F u é la p rim era in a u g u ra c ió n del ré g i­ m en in fam e y b ru ta l del sable, el p rim e r b o fe tó n dado a l com ienzo de este siglo p o r u n advenedizo in so len te sobre las m e jilla s de la hum anidad. N ap o leó n I se h izo el h éro e de to d o s los déspotas, al m ism o tiem p o que fué m ilita rm e n ­ te su te rro r. V enció, les dejó su fu n e sta heren cia, su infa(1 )

A d h em ar S c h w itz g u é b e l ( N o t a

del

traductor.)


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m e p rin c ip io : el desprecio a la h u m an id ad y su opresión p o r el sable. No os h ab laré de la R estauración. F u é u n a te n ta tiv a r id i­ cula la de d ar la vida y el poder p o lítico a dos cuerpos ta ra ­ dos y d e s c ré p ito s : a la nobleza y a los sacerdotes. No hubo b ajo la R estau ra ció n m ás que esto de n o ta b le : que, atacada, am enazada en ese P o d e r que crey ó haber conquistado para siem pre, la b u rg u e sía se volvió a h acer casi revolucionaria. E n em ig a del o rd e n p úblico en ta n to que ese ord en público no es el suyo, es decir, en tan to que establece y g aran tiza o tro s in te re se s que los suyos, conspiró de nuevo. Los seño­ re s G uizot, P e rrie r, T h ie rs y ta n to s o tro s, que bajo L u is F e lip e se d istin g u ie ro n com o los m ás fa n ático s p a rtid a rio s y d efen so res de u n gobierno opresivo, c o rru p to r, p ero b u r­ gués, y p o r c o n sig u ie n te p e rfe c to a sus ojos, to d as esas a l­ m as co rro m p id a s de la reacción b u rguesa, c o n sp ira ro n bajo la R estau ració n . T riu n fa ro n en ju lio de 1830, y el reino del liberalism o b u rg u és fu é in au g u rad o . De 1830 d ata v erd ad eram en te la dom inación exclusiva de los in te re se s y de la p o lític a b u rg u esa de E u ro p a , sobre todo en F ran c ia , e n In g la te rra , en B élgica, en H o lan d a y en Suiza. E n o tro s países, ta le s com o A lem ania, D inam arca, S uecia, Ita lia y E spaña, los in te re se s b u rg u e ses h abían p re ­ valecid o sobre to d o s los dem ás, p ero no el gobierno p o lítico de los b u rg u e ses. N o hablo de ese g ran d e y m iserable Im ­ p erio de to d a s las R usias, som etido a ú n al despotism o de lo s zares, sin clase p o lític a in te rm e d ia ria pro p iam en te, ni com o cu erp o b u rg u é s, donde no hay, en efecto , de u n a p arte m ás que el m u n d o o ficial, u n a o rg a n iz ació n m ilita r, p o li­ cíaca y b u ro c rá tic a p ara colm ar los cap rich o s d el zar, y de la o tra el pueblo, las decenas de m illo n es de seres hum anos d ev o rad o s p o r el zar y su s fu n c io n a rio s. E n R usia, la rev o ­ lu ció n v en d rá d irec tam en te del pueblo, com o lo dem ostré am p liam ente en u n d iscu rso b a sta n te larg o que pro n u n cié hace alg u n o s años en B ern a y que m e ap re su ré a envia­ ro s (1). No hablo tam poco de esa d esg raciad a y h ero ic a P o ­ lo n ia que se debate, siem pre sofocada de nuevo, p ero n u n ­ ca m uerta, bajo las g arras de tre s á g u ilas in fa m e s: la del (1 ) S e tra ta de lo s d is c u r s o s p ro n u n cia d o s en e l C o n g reso d e B e r n a d e la L ig a de la P a z y de la L ib er ta d (s e p tie m b r e de 18 6 8 ) , p u b l i c a d o s e n G i n e b r a cu 1869 y re p r o d u cid o s en el tom o V L de e s ta s O b r a s . ( N o t a d el tra d u cto r.)


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Im perio de R usia, la del Im p erio de A u stria , y la del nuevo Im p erio de A lem ania, re p resen ta d o por P ru sia . E n P o lo n ia como en R usia, no h ay p ro p iam en te clase m e d ia ; de un lado está la nobleza, b u ro cracia h ere d ita ria m e n te esclava del zar de R usia, en o tro tiem po dom inante^y hoy d eso rg an izad a y d ecrép ita en P o lo n ia ; y del o tro lado ex iste el cam pesino en servidum bre, devorado, ap lastad o ahora», no p o r la nobleza, que h a p erd id o su poder, sino p o r el E stad o , p o r sus fu n ­ cio n ario s in n u m erables, p o r el zar. No os hab laré tam poco tic los pequeños países com o S uecia y D inam arca, que no se han hech o realm ente c o n stitu cio n ales h asta d esp u és de 1848 y que h an quedado m ás o m enos re tra sa d o s en el desenvol­ vim iento g en eral de E u ro p a ; ni de E sp añ a n i de P o rtu g a l, donde el m o vim iento in d u stria l y la p o lítica b u rg u e sa han sido p aralizad o s ta n to tiem po por la doble po ten cia del clero y del ejército . S in em bargo, debo observar que E spa fia, que nos p arecía ta n atrasad a, nos p re sen ta hoy una de las m ás m ag n ífica s org an izacio n es de la A sociación I n te r ­ nacional de los T ra b a ja d o re s e x iste n te s en el m undo. M e d e ten d ré un in sta n te en A lem ania. D esde 1830, nos ha p re sen tad o y c o n tin ú a p re sen tán d o n o s A lem ania el cu a­ dro ex tra ñ o de un país donde los in te re se s de la b u rg u esía p redom inan, pero en el que la p o ten cia p o lític a no p e rte ­ nece a la b u rg u esía, sino a la m onarquía ab so lu ta bajo una m áscara de co n stitu cio n alism o , m ilita r y b u ro c ráticam e n te o rg an izad a y serv id a exclusivam ente por los nobles. E s en F ra n c ia , en In g la te rra , en B élgica sobre todo, d o n ­ de h ay que e stu d ia r el re in a d o de la bu rg u esía. D espués de la u n ifica ció n de Ita lia b ajo el cetro de V íc to r M anuel, p u e­ de ser estu d iad o tam bién en Ita lia . P ero en n in g u n a p arte se ha ca rac te rizad o ta n plen am en te como en F ra n c ia ; es, pues, en este p aís donde la considerarem os p rin cip alm en te. D esde 1830, el p rin c ip io b u rg u é s ha ten id o p len a lib e r­ ta d de m an ife sta rse en la lite ra tu ra , en la p o lític a y en la econom ía social. Se puede resu m ir en u n a sola p alab ra: in d ivid u a lism o . E n tie n d o p o r in d iv id u alism o esa ten d en c ia que —co n si­ d eran d o to d a la sociedad, la m asa de los individuos, la de los in d ife re n te s, la de los rivales, la de los com petidores, lo m ism o que la de los enem igos n atu ra les, en una palabra, aquellos con los cuales cada uno está obligado a vivir, pero


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que o b stru y e n la ru ta a cada uno— im pulsa al in d iv id u o a co n q u istar y a establecer su p ro p io b ien esta r, su p ro sp e ri­ dad, su d icha, c o n tra todo el m undo, en d etrim en to de to ­ dos los dem ás. E s una p ersecu ció n e n fu rec id a , un general ¡sálvese q u ien pueda! en que cada cual tra ta de lleg ar el prim ero . ¡ A y de los que se d etien en , si son a d e la n ta d o s ! |A y de los que, cansados p o r la fatig a, caen en el cam ino! Son in m ed iatam en te ap lastad o s. La com petencia no tien e corazón, no tie n e piedad, j A y de los v e n c id o s ! E n esa lu ­ cha, n ecesariam en te, deben com eterse m uchos crím en es; esa b atalla fra tric id a no es sino u n crim en co n tin u o c o n tra la so lid arid ad hum ana, base ú n ica de to d a m oral. E l E stad o que —se dice— es el re p re s e n ta n te y el v in d icad o r de la ju stic ia , no im p id e la p e rp e tra c ió n de esos crím enes, al con­ tra rio , los p e rp e tú a y los legaliza. Lo que él re p resen ta , lo que d efien d e, no es la ju s tic ia hum ana, es la ju s tic ia j u r í ­ dica, que no es o tra cosa que la co n sag ració n del triu n fo de los fu e rte s sobre los débiles, de los rico s sobre los pobres. E l E stad o sólo ex ig e u n a cosa: que to d o s esos crím enes sean re alizad o s legalm ente. Yo puedo arru in a ro s, a p la s ta ­ ros, m ataros, p ero debo h acerlo observando las leyes. De o tro m odo, soy declarado crim in al y tra ta d o com o tal. T a l es el sen tid o de este p rin cip io , de esta p a la b r a : in d iv id u a ­ lism o. A hora, veam os cómo se ha m an ife sta d o ese p rin cip io en la lite ra tu ra , en esa lite ra tu ra creada p o r los V íc to r H ugo, los D um as, los B alzac, los J u lio J a n in y ta n to s o tro s a u to ­ re s de lib ro s y de a rtíc u lo s de p erió d ico s bu rg u eses, que, desde 1830, h an in u n d ad o a E u ro p a, llevando la depravación y d esp e rtan d o el egoísm o en los corazones de los jóvenes de am bos sexos, y d esg raciad am en te tam bién del pueblo. T o ­ m ad la n o v ela que q u e r á is : al lado de los g ra n d es y falsos sen tim ien to s, de las b o n itas frases, ¿qué en c o n tráis? Siem ­ p re lo m ismo. U n joven es pobre, oscuro, desconocido; está devorado por to d a su erte de a p e tito s. Q u isiera h ab itar en u n palacio, com er tru fa s, beber cham pán, m arc h ar en ca­ rro za y ac o sta rse con a lg u n a b ella m arquesa. Lo consigue a fu erza de esfu erzo s h ero ico s y a v e n tu ra s e x tra o rd in a ria s, m ie n tra s que los dem ás sucum ben. H e ahí el h é r o e : ese es el in d iv id u alism o puro. V eam os la política. ¿C óm o ge ex p resa en ella ese p rinci-


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pío? L as m asas — se dice— tie n e n necesid ad de ser d iri­ gidas, g o b ern ad as; son incapaces de v iv ir sin gobierno, como son ig u alm en te incapaces de gobernarse a sí m ism as. ¿Q u ién las go b ernará? No hay ya p riv ile g io de clase. T odo el m undo tie n e derecho a su b ir a las m ás altas posiciones y funciones sociales. M as p ara tr iu n f a r es preciso ser in te li­ gente, h á b il; es p reciso ser fu e rte y d ich o so ; es preciso saber y p o d er so b reponerse a to d o s los rivales. H e a h í aún una c a rre ra de a p u e sta : serán los in d iv id u o s h áb iles y fu e r­ tes los que go b ernarán, los que esq u ilm arán a las m asas. C onsiderem os ah o ra ese m ism o p rin c ip io en la cu estió n económ ica, que en el fondo es la p rin cip a l, h asta se p o d ría d ecir la ú n ica cuestión. L os econom istas b u rg u eses nos d i­ cen que son p a rtid a rio s de una lib e rta d ilim itad a de los in d iv id u o s, y que la com petencia es la co n d ició n de esa lib ertad . P e ro veam os, ¿qué es esa lib e rta d ? Y a n te s una p rim era p re g u n ta : ¿es el trab a jo separado, aislado, el que p ro d u jo y c o n tin ú a p ro d u cien d o to d as estas riq u ezas m a­ rav illo sas de que se g lo rific a n u e stro siglo? Sabem os bien que no. E l tra b a jo aislad o de los in d iv id u o s ap en as sería capaz de alim e n ta r y de v e s tir a un pu eb lecito de salv aje s; u na g ran nació n no se hace rica y no puede su b s is tir m ás que p o r el tra b a jo colectivo, so lid ariam en te organizado. S iendo co lectivo el tra b a jo p ara la p ro d u cció n de las r i ­ quezas, p arece ría lógicam ente, ¿no es cierto ?, que el goce de esas riq u ezas debiera seflo tam bién. P u e s bien, he ahí lo que no q u iere, lo que rechaza con odio la econom ía b u r­ guesa. Q u iere el d is fru te aislado de lo s in d iv id u o s. P ero, ¿de qué in d iv id u o s? ¿S erá de to d o s? ¡O h, no! Q u iere el d is fru te de los fu e rte s, de los in te lig e n te s, de los hábiles, de los dichosos. ¡ A h, sí, de los dichosos, sobre to d o ! P o r ­ que en su o rg an izació n social, y conform e a esa ley de h e ­ rencia, que es su fu n d am en to p rin c ip a l, nacen u n a m in o ría de in d iv id u o s m ás o m enos ricos, felices, y m illo n es de se­ res hum an o s desh eredados, desgraciados. D espués, la socie­ dad b u rg u e sa dice a to d o s estos in d iv id u o s: luchad, d isp u ­ tad el prem io, el b ien estar, la riqueza, el p o d er político. L os v en ced o res serán felices. ¿ H a y ig u ald ad al m enos en esta lu ch a fra tric id a ? No, de n in g ú n m odo. L os unos, el pequeño núm ero, e stán arm ados con to d as las arm as, fo r­ talecid o s p o r la in stru c c ió n y la riq u eza h ered ad as, y los


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m illo n es de hom bres del pueblo se p re se n ta n sobre la arena casi desnudos, co n su ig n o ra n c ia y su m iseria ig ualm ente h eredadas. ¿ C uál es el re su lta d o necesario de esa com peten­ cia llam ada lib re ? El pueblo sucum be, la b u rg u e sía triu n fa , y el p ro le ta rio encadenado está obligado a tra b a ja r como un fo rzad o p ara su etern o vencedor, el burgués. E l b u rg u é s está provisto p rin cip a lm en te de un arm a con tra la cual el p ro leta riad o qu ed ará siem p re sin p o sib ilid ad de defensa, m ie n tra s esc arm a, el cap ital —que se ha tra n s ­ form ado en to d o s los países civilizados en el ag en te p rin cip al de la p ro d u cció n in d u s tria l— , m ie n tra s ese proveedor del trab a jo esté d irig id o c o n tra él. E l cap ital, ta l como está co n stitu id o y apro p iad o hoy, no a p lasta sólo al p ro letariad o , agobia, ex p ro p ia y reduce a la m iseria a u n a inm ensa ca n tid a d de burgueses. L a causa de este fenóm eno, que la b u rg u e sía m edia y pequeña no com prenden b astan te , que ig n o ran , es sin em bargo m uy se n ­ cilla. A consceuencia de la com petencia, de esa lucha a m u erte que re in a hoy en el com ercio y en la in d u s tria gra cias a la libertad, co n q u istad a p o r el pueblo en b en eficio de los bu rg u eses, to d o s los fa b ric a n te s están obligados a v en ­ d e r sus p ro d u cto s, o m ás bien los p ro d u cto s de los tra b a ­ jad o re s que em plean, que ex p lo tan , al m ás bajo p recio p o si­ ble. V o so tros lo sabéis p o r ex p erien cia, los p ro d u c to s caros se ven hoy cada vez m ás ex clu id o s del m ercado por los p ro ­ d u cto s baratos, aunque estos ú ltim o s sean m ucho m enos p e rfe c to s que los p rim eros. H e ahí, pues, u n a p rim era con­ secu en cia fu n e sta de esa com petencia, de esa lucha in te s ­ tin a en la p ro d u cció n b urguesa. T ie n d e n ecesariam ente a reem p lazar los buenos p ro d u c to s p o r los p ro d u c to s m edio­ cres. D ism inuye al m ism o tiem po la calidad de los p ro d u c ­ to s y la de los p ro d u cto res. E n esta com petencia, en esta lucha por el precio m ás b ajo, los g ra n d es cap itales deben a p la s ta r necesariam ente a lo s pequeños, los b u rg u eses im p o rta n te s han de a rru in a r a los m odestos. P o rq u e u n a inm ensa fábrica puede confec­ c io n ar n a tu ra lm e n te sus p ro d u c to s y d arlo s m ás baratos que u n a fáb rica pequeña o m ediana. La in stalació n de una g ra n fáb rica exige n a tu ra lm e n te un cu an tio so cap ital, pero, p ro p o rcio n alm en te a lo que puede p ro d u c ir, cu e sta m enos que u na fáb rica re d u c id a : 100.000 fran co s son m ás que


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10.000, p ero 100.000 fran co s em pleados en u n a fá b rica d a­ rían 50 p o r 100, 60 por 100; m ien tras que los 10.000 francos em pleados de la m ism a m anera no d arán m ás que u n 20 por 100. E l g ra n fa b rican te econom iza en la co n stru cció n , en las m aterias prim as, en las m áquinas; em pleando m uchos m enos tra b a ja d o re s que el fa b rican te pequeño o m ediano, econom iza tam bién, o gana, por una o rg a n iz ació n m ejor y por una m ayor d iv isió n del trabajo. E n una palabra, con 100.000 fran co s co n cen trad o s en sus m anos y em pleados en el estab lecim ien to y en la org an izació n de una fáb rica ú n i­ ca, produce m ucho m ás que diez fa b rican tes que em pleen cada uno 10.000 fra n c o s; de m anera que si cada uno de estos ú ltim o s realiza, sobre los 10.000 francos que em plea, un b en eficio líq u id o de 2.000 francos, por ejem plo, el fa ­ b rican te que establece y que o rg an iza una g ra n fáb rica que le c u c ita 100.000 francos, gana por cada 10.000 fran co s 5.000 ó 6.000, es d ecir, que produce p ro p o rcio n alm en te m uchas mAtt m ercaderías. P ro d u cien d o m ucho más, puede vender n atu ra lm e n te sus p ro d u c to s m ucho m ás b arato s que los fa ­ b rican tes m o d esto s; pero al v en d erlo s m ás b arato s, obliga ig u alm nete a estos fa b rican tes a b ajar sus precios, sin lo cual sus p ro d u c to s no serían com prados. P ero como la p ro ­ ducción de esos p ro d u c to s les re su lta m ucho m ás cara que al g ran fa b rican te, al v en d erlo s al p recio fija d o p o r éste se arru in an . A sí es como los g ra n d es cap itales m atan a los pequeños, y si los g ran d es ca p ita le s tro p ie z a n con o tro s m ayores aún, son ap lasta d o s a su vez. E sto es ta n cierto que hoy ex iste en los g ra n d es c a p ita ­ les una ten d en c ia a asociarse para c o n stru ir c a p ita le s m ons­ tru o sam en te form idables. La ex p lo tac ió n del com ercio y de la in d u stria p or las sociedades anónim as com ienza a reem ­ plazar, en los países m ás in d u strio so s, en In g la te rra , en B élg ica y en F ran cia, a la e x p lo tac ió n de los g ra n d e s cap i­ ta le s aislados. Y a m edida que la civilización, que la riqueza n acional de los países m ás avanzados se ac rec ie n tan , crece la riqueza de los g ra n d es ca p ita listas, pero dism inuye el n úm ero de éstos. U na m asa de b u rg u e ses m edianos se ve rech azad a h acia la pequeña b u rg u esía, y una m u ltitu d m a­ y o r aún de pequeños b u rg u e ses se ve in ex o rab lem en te im ­ p u lsad a h ac ia el p ro leta riad o , hacia la m iseria. E s u n hecho in co n testab le, com probado por la estadísO b r a s d e B a k u n in . - I I

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OBRAS DE MIGUEL B AKU NIN

tic a de to d o s los países, lo m ism o que por la dem ostración m ás ex actam ente m atem ática. E n la o rg a n iz ació n económ ica de la sociedad actu al, ese em pobrecim iento g ra d u al de la m ay o r p a rte de la b u rg u e sía en ben eficio de u n núm ero re s trin g id o de m o n stru o so s c a p ita lista s es u n a ley in ex o ra­ ble, c o n tra la cual no hay o tro rem edio que la revolución social. Si la pequeña b u rg u e sía tuviese b astan te in te lig e n ­ cia y buen sen tid o p a ra com prenderlo, se h ab ría asociado desde hace m ucho al p ro le ta ria d o p ara re a liz a r esa rev o ­ lución. P e ro la peq u eñ a b u rg u e sía es gen eralm en te m uy to r p e ; su to n ta v an id ad y su egoísm o le c ie rra n el e sp íritu . No ve nada, no com prende nada, y ap lasta d a p o r una p arte p or la g ra n b u rg u esía, am enazada p o r la o tra p o r ese p ro le ­ ta ria d o a q u ien d esp recia tan to com o d e te sta y tem e, se d eja a rra s tra r e stú p id am en te al abism o. L as co n secuencias de esta com petencia b u rg u e sa son d esa stro sas p ara el p ro leta riad o . F o rza d o s a v e n d e r sus p ro ­ d u cto s —o m ás bien los p ro d u c to s de los trab a ja d o re s que e x p lo tan — al m enor precio posible, los fa b ric a n te s deben p ag a r n ecesariam en te a sus ob rero s los salario s m ás bajos posibles. P o r co n sig u ien te, no p u ed en p ag a r el talen to , el genio de sus obreros. D eben buscar el tra b a jo que se vende —que está o bligado a ven d erse— , a la m ínim a ta rifa . L as m u jere s y los n iñ o s se co n ten ta n con u n salario m en o r: em plean, pues, los n iñ o s y las m u je re s con p re fe re n c ia a los hom bres, y los tra b a ja d o re s m ediocres con p re fere n cia a los tra b a ja d o re s hábiles, a m enos que esto s ú ltim o s no se co n ten te n con el salario de los tra b a ja d o re s inhábiles, de los n iñ o s y de las m u jeres. H a sido d em ostrado y recono­ cido p o r los econom istas b u rg u e ses que la m edida del sala­ rio del obrero es siem pre d eterm in a d a por el precio de su m an ten im ien to diario. Así, si un obrero p u d iera v estirse, alim en tarse, alo jarse por u n fran co diario, su salario caería b ien p ro n to a un franco. Y esto por urta razó n m uy s e n c illa : los obreros, p resio n ad o s por el ham bre, están obligados a h acerse com petencia en tre sí, y el fa b rican te, im p acien te por en riq u ecerse lo m ás p ro n to posible por la explotación de su trab ajo , y fo rzad o p o r o tra p a rte p o r la com petencia b u rg u e sa a v en d er sus p ro d u c to s al m ás b ajo precio, tom ará n a tu ra lm e n te los o b rero s que le ofrezcan p o r el m enor salariQ m ás ho ras de trab ajo .


TRES CONFERENCIAS

No es sólo una deducción lógica, es un hecho que pasa d iariam en te en In g la te rra , en F ran c ia , en B élgica, en A le ­ mania, y en las p a rte s de S uiza donde se ha estab lecid o la g ran in d u stria , la in d u s tria ex p lo tad a en las g ran d es fá ­ bricas p o r los g ran d es capitales. E n m i ú ltim a conferencia os he d ich o que erais obreros priv ileg iad o s. A unque estéis lejos aú n de re c ib ir ín teg ra m e n te en salario to d o el valor de v u e stra p ro d u cció n d iaria, aunque seáis in co n testab le m ente ex p lo tad o s por v u estro s patronos, sin em bargo, com ­ p arativ am en te a los obreros de los gran d es estab lecim ien to s in d u striales, e stáis b a sta n te bien pagados, te n é is tiem po libre, so is lib res, sois dichosos. Y me a p resu ro a reconocer que hay u n g ran m érito en vosotros p o r h aber in g resad o en la In te rn a c io n a l y hab ero s co n v ertid o en m iem bros abnega dos y celosos de esa inm ensa asociación del trab a jo que debe em ancipar a los tra b a ja d o re s del m undo entero. Eso es noble, eso es generoso de v u estra p arte. D em ostráis que no p en sáis sólo en v o so tro s m ism os, sino en esos m illones de herm ano que están m ucho m ás op rim id o s y que son m u­ cho m ás desd ich ados que vosotros. Con satisfac ció n oí ofrezco este testim o n io . P ero al m ism o tiem po que dais prueba de generosa y de fra te rn a l so lid arid ad , dejadm e d eciro s que d ais tam bién prueba de p rev isió n y de p ru d e n c ia ; obráis, no sólo por v u estro s d esg raciad o s herm anos de las o tra s in d u s tria s y de los o tro s países, sino tam bién y, si no por com pleto por vo so tro s m ism os, al m enos por v u estro s p ro p io s hijos. E s­ táis, no en ab soluto, sino re lativ am en te bien re trib u id o s, sois libres, dichosos. ¿ P o r qué? P o r la sim ple razó n de que el g ran cap ital no invadió aún v u e stra in d u stria . P ero no creéis que será siem pre asi. E l gran cap ital, p o r una ley que le es in h e re n te , está fata lm e n te im pulsado a in v ad irlo todo. H a com enzado, n atu ra lm e n te , por e x p lo ta r las ram as del com ercio y la in d u stria que le p ro m etiero n m ayores v en tajas, aq u ellas cuya ex p lo tació n era m ás fácil, y acabará necesariam en te, después de h ab erlas ex p lo tad o su fic ie n te ­ m ente, y a causa de la com petencia que se hace a sí m ismo en esa ex p lo tació n , p o r volverse a las ram as que no había tocado h asta allí. ¿N o se hacen y a vestidos, zapatos, enca­ jes a m áq u in a? C ree d lo : ta rd e o tem prano, y sin duda antea de lo que se piensa, se h arán tam bién re lo je s a m áquina. O bran d e

B a k u n in . —

II

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OBRAS DE MIGUEL B A K U N IN

Los reso rtes, los escapes, la caja, la cu b ierta, la tapa, el p ulim ento, el torneado, el grabado, se h arán a m áquina. Los p ro d u cto s no estarán tan cuidados no serán ta n a rtístico s como los que salen de v u e stra s m anos hábiles, p ero costarán m ucho m enos y en c o n trará n m ás co m pradores que vu estro s p ro d u cto s m ás p erfec to s, que acabarán p o r se r excluidos del m ercado. Y entonces, si no vosotros, v u e stro s h ijo s se en c o n trará n tan esclavos, ta n m iserab les com o los obreros de los g ran d es estab lecim ien to s in d u s tria le s lo están hoy. V eis, pues, que al tra b a ja r por v u estro s herm anos, los des­ d ich ad o s ob reros de o tra s in d u stria s y de o tro s países, t r a ­ b ajáis tam bién p ara vo so tro s m ism os o al m enos para v u es­ tro s p ro p io s hijos. T ra b a já is para la hum anidad. L a clase o b rera se ha con­ v ertid o hoy en la ú n ica re p re se n ta n te de la grande, de la san ta causa de la hum anidad. E l p o rv e n ir p erten ece a los tra b a ja d o re s: a los tra b a ja d o re s de los cam pos, a los tra b a ­ ja d o re s de las fáb ricas y de las ciudades. T o d as las clases que predom inan, las ete rn a s ex p lo tad o ras <Jp 1 tra b a jo de las m asas p o p u la re s: la nobleza, el clero, la b u rg u esía, y toda esa m iríad a de fu n c io n a rio s m ilita re s y civ iles que re p re ­ sen tan la in iq u id ad y la p o ten cia m alhechora del E stad o , son clases co rrom pidas, atacad as de im potencia, incapaces en lo sucesivo de com p ren d er y de q u erer el bien, y pode­ ro sas sólo para el mal. E l clero y la nobleza h an sido desenm ascarados y d e rro ­ tad o s en 1793. L a revolución de 1848 h a desenm ascarado a la b u rg u e sía y ha m ostrado su im p o ten cia y su m aldad. D u ra n te las jo rn ad a s de ju n io , en 1848, la clase b u rg u e sa ha ren u n ciad o claram ente a la re lig ió n de sus padres, a esa re ­ lig ió n rev o lu cio n aria que h abía ten id o la lib ertad , la ig u a l­ dad y la fra te rn id a d por p rin cip io s y p o r bases. T a n p ro n to com o el pueblo tom ó la ig u ald ad y la lib e rta d en serio, la b u rg u esía, que no ex iste m ás que p o r la ex p lo tació n , es d e­ cir p or la d esig u ald ad económ ica y p o r la esc lav itu d social del pueblo, se ha lanzado en la reacción. L o s m ism os tra id o re s que q u ieren p e rd e r hoy una vez m ás a F ran c ia , esos T h ie rs, esos J u lio F av re y la inm ensa m ay o ría de la A sam blea N acional en 1848, han trab a jad o p o r el triu n fo de la m ás in m u n d a reacción, como tra b a ja n h oy todavía. C om enzaron p o r elevar a la p resid en cia a L u is


TRES CONFERENCIAS

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U o n a p a r t e , y m ás tard e han d e stru id o el su fra g io universal. K1 te rro r a la rev o lu ció n social, el h o rro r a la ig u ald ad , el •en tim ien to de sus crím enes y el tem o r a la ju s tic ia p o p u ­ la r , lanzaron a toda esa clase d e c ré p ita , an tes ta n in te li­ gente y ta n h eroica, hoy tan estú p id a y tan cobarde, en los b r a z o s de la d ic ta d u ra de N apoleón I I I . Y han te n id o d ic­ t a d u r a m ilita r d u ra n te dieciocho años consecutivos. No hay que creer que los señores b u rg u eses se hayan en contrado dem asiado m al en ella. L os que q u isiero n hacer m o tin e s y ju g a r al lib eralism o de una m anera dem asiado ru id o sa e incóm oda p ara el régim en im perial, fu e ro n a p a rta d o s n a tu ­ ralm en te, com prim idos. P e ro los dem ás, los que d ejan d o las ch ácharas p o lítica s al pueblo, se a p lica ro n exclusivam ente, seriam en te al gran negocio de la burguesía, a la e x p lo ta ­ ción del pueblo, fu e ro n poderosam ente p ro te g id o s y a len ­ tados. Se les dió, p a ra salv ar su honor, to d as las a p a rie n ­ cias de la lib ertad . ¿N o ex istía b ajo el Im p erio una asam ­ blea leg islativ a eleg id a reg u la rm en te p o r el su fra g io u n i­ v ersal? P o r lo tan to , to d o fué b ien seg ú n los v o to s de la bu rg u esía. No hubo m ás que un solo p u n to n eg ro . F u é la am bición co n q u istad o ra del soberano que a rra stra b a a F ra n ­ cia forzo sam en te a gastos ru in o so s y acabó p o r a n iq u ila r su an tig u o poder. P e ro ese p u n to n eg ro no era u n accidente, era u na n ecesid ad del sistem a. U n ré g im e n despótico, abso­ lu to , au n q u e ten g a ap arien cias de lib ertad , debe n ec esaria­ m en te ap o y arse en un fu e rte ejé rc ito , y to d o g ra n ejé rc ito p erm an en te hace n ecesaria tard e o tem p ran o la g u e rra e x te ­ rio r, p o rque la je ra rq u ía m ilita r tie n e p o r in sp ira c ió n p rin ­ cip al la a m b ic ió n : to d o te n ien te q u iere se r coronel, y todo co ro n el q u iere lle g a r a g en e ral; en cu an to a los soldados, siste m átic am en te desm oralizados en el cu artel, su e ñ a n con lo s nobles p lace res de la g u e rra ; la m atanza, el saqueo, el robo, la v io lació n. U na p ru e b a : las h azañ as del e jé rc ito p ru ­ siano en F ra n c ia . P u es bien, si to d as esas nobles pasiones, sabia, siste m átic am en te alim en tad as en el corazón de los o ficiales y de los soldados, p erm anecen larg o tiem p o sin satisfac ció n alg una, a g ria n el e jé rc ito y lo im p u lsan al d e s ­ co n ten to y del d esc o n te n to a la rebelión. P o r lo tan to , es necesario h acer la g u erra. T o d as las exp ed icio n es y las g u e­ rra s em p ren d id as por N apoleón I I I no h an sido, pues, ca­ p rich o s perso n ales, como lo p re te n d e n hoy los señores b u r­


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gueses : fu e ro n una necesidad del sistem a im p erial despó­ tico que h ab ían fu n d a d o ellos m ism os por tem o r a la revo lución social. Son las clases p riv ileg iad as, es el clero alto y bajo, es la nobleza decaída, es, en fin, y p rin cip alm en te, esa resp etab le, h o n esta y v irtu o sa b u rg u e sía la que, como to d as las dem ás clases y m ás que N apoleón I I I m ismo, es causa de las te rrib le s d esg racias que acaban de afectar a F rancia. Y lo habéis visto todos, co m p añ ero s: p ara d efen d er a esa d esg raciad a F ra n c ia , no se en co n tró en el país m ás que una sola m asa, la m asa de los obreros de las ciudades, aquella p recisam en te que ha sido tra ic io n a d a y e n tre g ad a por la b u rg u e sía al Im p erio y sac rificad a p o r el Im p erio a la ex p lo tació n b urguesa. E n todo el p aís no hubo m ás que los g en erosos tra b a ja d o re s de las fáb ricas y de las ciu d a­ des que q u isiero n la sublevación p o p u la r para la salvación de F ran c ia . L os tra b a ja d o re s de los cam pos, los cam pesinos, desm oralizados, em b ru tecid o s por la edu cación religiosa que se les h a dado a p a r tir del p rim e r N apoleón h asta hoy, han tom ado el p a rtid o de los p ru sia n o s y de la reacció n con­ tra F ran cia. Se h u b iera podido h ac erles levantarse. E n un fo lleto que m uchos de v o so tro s h ab éis leído, in titu la d o L e ttr e s a u n F rançais (1 ), he ex p u e sto los m edios de que era p reciso h a c e r uso p a ra a rra s tra rlo s hacia la revolución. M as, p a ra h acerlo , era p reciso p rim ero que las ciudades se sublevasen y se o rg a n iz asen rev o lu cio n ariam en te. L os obre­ ros lo h an q u erid o ; h a sta lo in te n ta ro n en m uchas ciudades d e l m ed io d ía de F ra n c ia , en L yon, e n M arsella, en M o n t­ p e llie r, en S ain t-E tie n n e , en T o u lo u se. P e ro en to d as p a r­ te s fu e ro n o p rim id o s y p aralizad o s p o r los b u rg u e ses ra d i­ cales en nom bre de la república. Sí, e n nom bre de la re p ú ­ blica, los b u rg u eses, que se h ic ie ro n rep u b lic an o s p o r m iedo al pueblo, en nom bre de la rep ú b lica, G am betta, ese viejo p ecad o r J u lio F avre, T h ie rs, ese infam e zorro, y to d o s esos P ic a rd , F e rry , J u lio Sim ón, P e lle ta n y ta n to s otros, en n om bre de la república, han asesinado a la re p ú b lic a y a F ran c ia . L a b u rg u e sía está juzgada. E lla, que es la clase m ás rica y m ás num erosa de F ra n c ia — ex cep tu an d o la m asa popu(l) Véase du«tor.)

C a r ta s

a

un

tomo

fr a n c é s , ^

X

de

e»tas

O b ra s.

(Nota

del

tra-


TRES CONFERENCIAS

247

luí. din duda— , si hubiese querido, h ab ría podido salvar u F ran cia. M as p ara eso h ab ría te n id o que sa c rific a r su dinero, su vida, y apoyarse fran ca m e n te en el p ro letariad o , como lo h iciero n sus an tep asad o s b u rg u e ses de 1793. P u es bien, quiso s a c rific a r su d in ero m enos aú n que su vida, y p re firió la co n q u ista de F ra n c ia por los p ru sian o s a su salvación p o r la revolución popular. La cu estió n e n tre los obreros de las ciud ades y la burgue sía fué p lan tea d a b a sta n te claram ente. L os obreros han d i­ ch o : harem os sa lta r a n tes las casas que e n tre g a r las c iu d a­ des a los p ru sian o s. L os b u rg u e ses re sp o n d ie ro n : nosotros ab rirem o s m ás bien las p u e rta s de las ciudades a los p ru ­ sian o s que p e rm itiro s h acer desórdenes públicos, y q u e re ­ m os co n serv ar n u e stra s q u erid as casas a todo precio, a u n ­ que debam os besar el tra se ro a los señ o res prusianos. Y n o tad lo bien, que son hoy esos m ism os b u rg u e ses los que se atre v en a in s u lta r a la C om una de P a rís, esa noble C om una que salva el h o n o r de F ra n c ia y, lo esperam os, la lib e rta d del m undo al m ism o tie m p o ; son esos b u rg u e ses los que la in su lta n hoy. ¿ E n nom bre de qué? ¡ E n nom bre d e l p a trio tism o ! ¡V e rd ad e ram en te , los b u rg u eses tie n e n una d esfachatez enorm e! H an lleg ad o a u n grado de in fam ia que les ha h echo p e rd e r h a sta el ú ltim o sen tim ie n to de pudor. Ig n o ra n la v ergüenza. A n te s de e sta r m u erto s e stán y a co m p leta­ m en te pod rid o s. Y no es sólo en F ran c ia , com pañeros, donde la b u rg u e ­ sía está p o d rid a, m oral e in te le c tu a lm e n te a n iq u ila d a ; el caso es g en e ral en to d a E u ro p a, y en to d o s lo s países de E u ro p a sólo el p ro le ta ria d o ha conservado el fuego sagrado. E l solo llev a h o y la b an d era de la hum anidad. ¿C u ál es su divisa, su m oral, su p rin c ip io ? L a solidari­ dad. T o d o s p ara cada uno y cada uno p a ra to d o s y p o r to ­ dos. E s ta es la d ivisa y el p rin c ip io de n u e s tra g ra n A so­ ciació n In te rn a c io n a l que, fran q u ean d o las fro n te ra s de los E stad o s, tie n d e a u n ir a los trab a jad o res del m undo en tero en una sola fam ilia hum ana, sobre la base del tra b a jo ig u a l­ m en te o b lig a to rio para todos y en nom bre de la lib e rta d de todos y de cada uno. E sa so lid a rid a d en la econom ía social se llam a trab a jo y p ro p ied a d co lectiv o s; en p o lítica


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OBRAS D E MIGUEL B A K U N IN

ee llam a d estru c ció n de los E stad o s y lib e rta d de cada uno por la lib e rta d de todos. Sí, q u erid o s com pañeros, vosotros, los obreros, so lid a ria ­ m en te con v u estro s herm anos del m undo entero, h ered áis solos hoy la g ra n m isió n de la em ancipación de la hu m an i­ dad. T e n é is u n coheredero, tra b a ja d o r com o vosotros, a u n ­ que en co n d icio nes d istin ta s. E s el cam pesino. P e ro el cam ­ p esino no tie n e a ú n la conciencia de la g ra n m isión popular. H a sido envenenado, es to d av ía envenenado por los sacer­ dotes, y sirv e aú n de in stru m e n to a la reacción. D ebéis in s­ tru irlo , debéis salv arlo a u n a su pesar, atray én d o lo , ex p li­ cándole lo que es la rev o lu ció n social. E n este m om ento, y con m ayor m otivo al com ienzo, los o b rero s de la in d u s tria no deben, no pu ed en c o n tar m ás que consigo m ism os. P e ro serán o m n ip o te n te s si q u ieren . Sólo que deben q u erer seriam ente. Y p a ra re a liz a r esa v o lu n tad no tie n e n m ás que dos m edios. E stab lec er p rim ero en sus gru p o s, y lu eg o en los dem ás grupos, una v erd ad era soli­ d arid a d fra te rn a l, no sólo de palabra, sino tam b ién en la a c c ió n ; no sólo p a ra los d ías de fiesta, de d iscu rso y de be­ bida, sin o en su v id a co tid ian a. C ada m iem bro de la I n te r ­ n acional debe p o d er s e n tir, debe e sta r p rácticam en te con­ ven cid o de que todos los m iem bros son sus herm anos. E l o tro m edio es la o rg an izació n re v o lu cio n aria, la o r­ ganizació n p a ra la acción. Si las sublevaciones p o p u lare s de L y o n , M arse lla y dem ás ciu d ad es de F ra n c ia h an fr a ­ casado, es p o rq u e no había o rganización. Yo puedo h ab lar con p leno co n o cim iento de causa, p u esto que he estad o a llí y he su frid o . Y si la C om una de P a rís se m an tien e v a lie n te ­ m en te hoy, es que d u ra n te el asedio lo s obreros se h a n o r­ gan izad o seriam ente. No sin ra zó n los p erió d ic o s b u rg u e ses acu san a la In te rn a c io n a l de h ab e r p ro d u c id o esa subleva­ ción m ag n ífica de P a rís. Sí, digám oslo con o rg u llo , son n u e s tro s herm an os in te rn a c io n a le s los que, por su trab a jo p ersev era n te, h an o rg an izad o al pueblo y han hecho p o si­ ble la C om una de P a rís. Seam os, pues, buenos herm anos, com pañeros, y o rg a n i­ cém onos. No creáis que estam os al fin de la revolución, es­ tam os al com ienzo. L a rev o lu ció n e sta rá en lo sucesivo a la o rd e n del día, p o r m uchas decenas de años. V e n d rá a vues­ tro encu en tro , ta rd e o tem prano. P rep arém o n o s, p u rifiq u é -


TRES CONFERENCIAS

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monos, hagám onos m ás re alistas, m enos d isc u rrid o re s, m e­ nos g ritad o re s, m enos retóricos, m enos bebedores, m enos am igos de ju erg as. C iñám onos los riñ o n e s y preparém onos d ig n am en te a esa lu ch a que debe salv ar a todos los pueblos y em an cip ar fin alm en te a la hum anidad. ¡V iv a la rev olución social! ¡V iva la C om una de P a rís !

FIN

DEL TO MO

II


ÍNDICE P r ó l o g o .......................................................... E l im perio knu to g erm án ico y la revo­ lución social. P rim era en treg a. . . La alianza rusa y la ru so fo b ia de los a le m a n e s ................................... H isto ria del liberalism o alem án. . F r a g m e n t o .................................................... La Com una de P a rís y la noción del E s t a d o .................................................... A d verten cia para E l im perio knutogerm á n i c o .................................................... T re s con feren cias a los obreros del V a­ lle de S a in t- Im ie r................................. I

I II

5 4* 108 127 148 153 175 209 211

I I

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