El anarquismo en el movimiento obrero - Emilio López Arango y D A Santillán

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El anarquismo en el movimiento obrero aserrador, La Organización obrera, El obrero calderero, El compañero, El obrero carpintero, La Emancipación, El sombrerero, El sindicato de mozos, etc. En agosto de 1907 escribía Roberto D'Angió en una correspondencia para la prensa anarquista europea: "Se puede decir que el movimiento anarquista aquí es único en el mundo, por el hecho de que aquí los obreros son casi todos anarquistas." Las huelgas generales solidarias fueron siempre para la F. O. R. A. un arma favorita y un instrumento de educación revolucionaria. En agosto de 1907 hubo una nueva huelga general a causa del asesinato de varios obreros huelguistas en Valentín Alsina y Bahía Blanca. En este año tuvieron lugar varias deportaciones de camaradas italianos y españoles. La Unión General de Trabajadores había vuelto a insistir en la unificación con la F. O. R. A. y esta vez se formó un comité mixto que debía convocar un congreso, el cual tuvo lugar en diciembre de 1907. La inmensa mayoría de los delegados se declaró por la unificación, pero a condición de mantener el comunismo anárquico como finalidad. A ese precio fué imposible llegar a un acuerdo. La U. G. de T. no existía apenas y su acción fué siempre nula, pero sus dirigentes querían asegurarse alguna influencia en el movimiento obrero y con ese fin buscaban recursos para una retirada honrosa. Ya en el congreso de septiembre de 1906 había surgido la iniciativa de la conquista de las seis horas de trabajo, lo cual prueba que donde la vida revolucionaria es activa, no se detienen las reivindicaciones en cualquier límite más o menos consagrada por el hábito. El funesto coronel Falcón, jefe de policía de Buenos Aires, hace su aparición en cuerpo y alma con motivo de un movimiento de resistencia de los inquilinos de Buenos Aires. Este nombre se hizo, desde el comienzo de su actuación, particularmente odioso al proletariado. *

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Una estadística oficial de la época, de cuya exactitud no respondemos, pero que está muy por debajo de la verdad, daba estas cifras: en 1906 se produjeron en el país 323 huelgas: en 1907, 254. De estas últimas, 161 tuvieron un resultado negativo para los trabajadores. Del total de esa cifra, 112 huelgas han sido declaradas por gremios de la F. O. R. A., 44 por la Unión General de Trabajadores y 107 por sociedades autónomas (una gran mayoría de las cuales estaba bajo la influencia de la F. O. R A.). A mediados de enero de 1908 tuvo lugar en el país una huelga general contra la ley de residencia. La traición de la Unión General de Trabajadores hizo que el movimiento no adquiriese las proporciones esperadas, pero sin embargo fué bastante imponente para que la policía se sintiera en el trance de intervenir con una nueva era de persecuciones. Los años 1907 y 1908 se caracterizan por una cierta pausa de las actividades. Si hasta entonces el movimiento obrero había estado en la ofensiva, en esos años estuvo a la defensiva. Las deportaciones habían hecho mella en las filas revolucionarias. Entre los movimientos de ese período habría que mencionar la huelga general de Rosario, de febrero de 1909, uno de los signos de la reanimación de la lucha activa. En efecto, la manifestación del primero de mayo en Buenos Aires, organizada por la F. O. R. A., tuvo un epílogo sangriento; la policía quiso impedir la demostración, tratando de disolver las columnas, y eso provocó un tiroteo en el cual nuestros camaradas sacaron la peor parte. Hubo varios muertos y heridos, y la huelga general fué la respuesta inmediata del proletariado. Los locales obreros fueron clausurados, los choques con la policía fueron más y más frecuentes; hubo alrededor de dos mil arrestos, sobre todo en Buenos Aires; la huelga duró nueve días y fué uno de los movimientos generales más unánimes en el

E. L. Arango – D. A. de Santillán

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