Artistas y rebeldes - Rudolf Rocker

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“Artistas y rebeldes” de Rudolf Rocker

En efecto, el gobierno ruso había pedido su extradición y algunas semanas más tarde el prisionero fue llevado a Rusia. Después de un largo viaje llegó a Petrogrado, donde lo encerraron por muchos años en la fortaleza de Pedro y Pablo. La prisión en Rusia fue para Bakunin el período más duro de su vida, pues la soledad y la tristeza eran para él peores que la muerte. Nicolás I exigió de él ciertas declaraciones respecto al movimiento eslavo, a lo cual contestó Bakunin con su célebre carta “Al zar ruso”. En términos valerosos defendió allí sus convicciones revolucionarias, negándose a suministrar nombres. Las dignas palabras del rebelde prisionero causaron profunda impresión en el zar, quien lo dejó en paz. Los parientes de Bakunin trataron varias veces de conseguir del zar el indulto; pero Nicolás declaró francamente que Rusia no era suficientemente grande para que dos hombres como él y Bakunin pudieran existir simultáneamente. Repetidas veces Bakunin intentó suicidarse, pero no pudo realizar su propósito debido a la guardia rigurosa que lo rodeaba. Mas que todo lo torturaba la idea de que la soledad lo llevaría a la locura o amenguaría su fuerza y sus energías. Con el propósito de fortificar su espíritu Bakunin dramatizó la leyenda de Prometeo, a la que su florida fantasía animó de entusiasmo; en la soledad de su celda silenciosa soñaba con la destrucción del viejo mundo y así como Prometeo trajo la luz a la humanidad, Bakunin aguardaba el día de la liberación para poder llevar la antorcha de la revolución por el mundo esclavizado. En 1854 Bakunin fue trasladado a Schlusselburgo, donde quedó hasta 1857. Este período fue el más terrible de sus prisiones, porque además de su estado moral, su organismo soportaba enfermedades penosas. Al morir Nicolás I la madre de Bakunin hizo una nueva tentativa ante Alejandro II para obtener el indulto; pero el flamante zar declaró que mientras él viviera Bakunin no recobraría la libertad. Algunos meses más tarde era deportado a Siberia. Allí su estada fue más soportable que en las cárceles de Petrogrado. Gracias a su poderosa influencia personal se creó ciertos privilegios de que no gozaban otros prisioneros. Su actuación entre los decembristas recluidos en Siberia no es para ser descripta aquí. En Marzo de 1859 Bakunin fue trasladado al oriente de Siberia. Había gestionado durante mucho tiempo ese traslado, pues de allí era más fácil escapar que los demás lugares. Finalmente, en 1861, habiéndose el gobernador de la Siberia ausentado en un largo viaje, Bakunin aprovechó esta oportunidad para huir. Lo más notable en la fuga de Bakunin es el hecho de haberse valido de un vapor del gobierno ruso para realizar su plan. Las cosas ocurrieron en la forma siguiente: Había resuelto Bakunin bajar por el río Amur hasta el Océano Pacifico, donde pensaba encontrar un vapor americano que lo llevara al Japón. Al llegar al Amur se encontró con un buque que enarbolaba la bandera imperial rusa. Decidiéndose en el acto, Bakunin se acercó en un bote al vapor ruso y se presentó al capitán como viajante de comercio de una importante firma de Rusia. El capitán que jamás había visto a Bakunin, sintió una marcada simpatía por el comerciante desconocido, que demostró ser un interesante y amable hombre de mundo. Al proponerle Bakunin sus deseos de acompañarle, el otro aceptó. Después de algunas horas de viaje, el objeto de su viaje, etc. Llegó a saber que el capitán hospitalario iba a recibir al gobernador de la Siberia oriental, quien venía a su encuentro en un buque de guerra ruso. La situación del fugitivo era muy crítica, pues el gobernador lo conocía y si se hubiera encontrado con él todos sus proyectos quedarían desbaratados. Pero Bakunin no era hombre de amedrentarse ante un peligro. Con muchas precauciones preguntó al capitán dónde y cuándo debía encontrarse con el buque de guerra. El capitán, no sospechando ningún mal, le suministro todos los informes. Bakunin hizo rápidamente sus preparativos; cerca del lugar donde había de encontrarse con el gobernador rogó al capitán que le permitiera trasbordar a un vapor americano que se dirigía a Japón. El capitán satisfizo con la mayor buena voluntad el 76


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