Historietas de amor

Page 7

Retaceaste, luego, el imprescindible comentario. Vivía solo cuando me insinué y me disuadiste: nada cambiaría entre nosotros. Yo, en broma atropellaba: “soy el hombre de tus...” Y apelabas a mi compostura. Me descubriste besando a un minón por el obelisco; y ciñendo de la cintura a una espigada pendejita del Bellas artes, en la esquina de Quintana y Libertad. Y de esos encontrones, ni una palabra. astuto, te sugerí preparar para el fin del cuar to año lectivo una pieza corta de tennessee Williams: “Háblame como la lluvia y déjame escuchar...” aceptaste conmovida. “La mujer alarga el brazo, un brazo delga-


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.