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El síndrome del impostor Estamos en la espiral del

El síndrome del impostor

Personas dándose cuenta de la inmensidad de conocimientos que un cierto campo tiene, descartando que ellos hayan logrado avanzar lo suficiente a través de experiencia y aprendizaje.

Por: Mtro. Juan Carlos Gómez Balderas,

Director General de Organización Excell. eventos@oexl.com.mx https://www.linkedin.com/company/organizacion-excell/ https://www.facebook.com/oexcell Afines del siglo pasado, un par de investigadores David Dunning y Justin Kruger, comentaban la noticia de que un asaltante había robado dos bancos en un sólo día y por insólito que parezca lo hizo sin cubrirse la cara, por supuesto no fue una sorpresa que lo aprendieran casi de inmediato.

Lo verdaderamente increíble es que la razón de no cubrirse el rostro fue que el asaltante hizo caso a los comentarios, que en broma, le habían dicho algunos amigos. Le habían hecho creer que si se frotaba la cara con zumo de limón sus razgos no serían identificables por un breve lapso, por lo que confiado en ese supuesto conocimiento se lanzó tras su meta delictiva.

Pasada la sorpresa de que alguien pudiera haber creído algo así, estos autores decidieron investigar formalmente la condición de hasta dónde la ignorancia puede llevar a alguien a no ser capaz de identificar su desconocimiento y a tomar decisiones erradas a partir de esto.

Percepción de conocimiento y desempeño

En la investigación que realizaron, se le planteó a un grupo de personas una serie de tareas de diferentes ámbitos (humorismo, matemáticas y gramática) para después calificarlas de acuerdo con un criterio experto y determinar lo correcto de ese desempeño.

Antes de darles a conocer las calificaciones, se les preguntó su opinión sobre qué tan bien se habían desempeñado y cómo se juzgaban asimismos con respecto a su nivel de capacidad frente a los demás participantes de esas tareas (Kruger, J. & Dunning, D. 1999).

Los resultados mostraron que las personas peor calificadas por los expertos, tendían a evaluarse mejor de lo que en realidad fue su desempeño. Este resultado llevó a considerar a los autores que tales personas no podían darse cuenta de que no tenían ese conocimiento o ese nivel de desempeño mínimo, es decir, ignoraban que ignoraban.

Estudios posteriores señalan que existe un cierto proceso con diversas etapas que las personas atraviesan, respecto a su percepción de conocimiento y desempeño (Dunning, D. 2011).

Los autores consideran que las personas que no conocen nada de un asunto, tema o realización de una tarea, son conscientes de dicha condición y su opinión es consecuente con respecto a su verdadero nivel (saben que no saben).

No obstante, basta adquirir un poco de conocimiento para que algunas personas construyan una enorme confianza en sí mismas respecto a esa tarea que en realidad conocen poco, lo cual las coloca en la condición de sobrevalorarse, pues desconocen la dimensión de lo que no saben (no saben que no saben) (Sánchez, C. y Dunner, D. 2018).

Síndrome del Impostor

Pasado este punto y regularmente después de enfrentar un fracaso o una retroalimentación que les haga entender el error en el que se encuentran, se les sobreviene un nivel de consciencia sobre lo complejo que podría ser ese conocimiento, al extremo de juzgarlo imposible de dominar.

Es en esta fase que se da el efecto llamado Síndrome del impostor, que se refiere a aquellas personas que dándose cuenta de la inmensidad de conocimientos que un cierto campo tiene, descartan por completo, y de forma inadecuada, que ellos hayan logrado avanzar lo suficiente a través de su experiencia y del aprendizaje, por lo que sienten que al ocupar una posición de relevancia, ellos en realidad no se lo merecen, a pesar de que sus esfuerzos de mejora los hayan vuelto verdaderos especialistas en el tema (no saben que sí saben), justo lo opuesto al síndrome inicial de sobre confianza de los principiantes (Sánchez, C. y Dunning, D. 2020).

En cualquier ámbito de la vida, esta situación se vuelve importante dado que no sólo se trata de percepciones equivocadas, sino de juicios errados que pueden llevar a errores graves y consecuencias desafortunadas.

Si esto se lleva a un escenario laboral cualquiera puede encontrarse en una situación parecida; ya sea sobrevalorando sus capacidades o en el extremo opuesto, reacios a ocupar plenamente un rol protagónico acorde a su verdadero nivel de alta competencia.

Como puede vislumbrarse, entrenamiento y retroalimentación juegan un papel fundamental en la resolución exitosa de este síndrome de sobreconfianza o de minusvaluación personal y profesional. De cierta forma, el aprendizaje es la respuesta a esta condición de doble ceguera, por un lado con respecto a los que no saben que no saben y la otra, relacionada con aquellos que no saben cuánto sí saben.

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