Yo despues de ti

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Esa semana llegué tarde al grupo. Habiéndome dejado un café, quizá en un dejo de disculpa, subsecuentemente Lily había derramado pintura verde en el piso del recibidor, dejado un pote de helado para derretirse en la cocina, tomado mis llaves, incluyendo la de mi auto, porque no pudo encontrar las suyas y tomado prestada mi peluca para una salida por la noche sin preguntarme. La recuperé del piso de su habitación. Cuando me la puse, parecía que un viejo perro ovejero inglés estuviera haciendo cosas innombrables con mi cabeza. Para el momento en que llegué al salón en la iglesia, todos ya estaban sentados. Natasha se movió atentamente para que yo pudiera tomar asiento en la silla de plástico junto a ella. — Esta noche hablaremos sobre signos de que quizá estemos avanzando — dijo Marc, quien sostenía una taza de té. — No tienen que ser cosas grandes: nuevas relaciones, o sacar ropa, o lo que sea. Sólo pequeñas cosas que nos hagan ver que quizá haya un camino a través del dolor. Es sorpresivo como muchas de estas cosas pasan desapercibidas, o nos negamos a darles reconocimiento por que nos hacen sentir culpables por seguir adelante. — Me uní a un sitio web de citas —, dijo Fred. — Se llama De Mayo a Diciembre. Hubo un murmullo bajo de sorpresa y aprobación. — Eso es muy alentador, Fred. — Marc bebió de su té. — ¿Qué esperas obtener de él? ¿Algo de compañía? Recuerdo que dijiste extrañabas particularmente el tener a alguien con quien salir a caminar los domingos en la tarde. ¿Junto al estanque de patos, a donde solías ir con tu esposa? — Oh, no. Es para tener sexo cibernético. Marc se atragantó. Hubo una breve pausa mientras alguien le entregaba un pañuelo para secar el té de sus pantalones.


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