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1.2 Las invasiones estadounidenses a Nicaragua

y sus familias y defender a las multinacionales de origen estadounidense entre ellas la UFC. Para lograr sus propósitos las guardias nacionales crearon organizaciones paramilitares encargadas que ejecutar las tareas de terrorismo de Estado que, legalmente, no debían realizar las primeras. Se trató de un eficiente dispositivo de poder al servicio de cada dictador y la saga de los Somoza no fue la excepción; además de facilitar las invasiones militares por parte de Estados Unidos.

La invasión estadounidense a Nicaragua es el resultado de claros antecedentes. Occidente entre finales del siglo XIX e inicios del XX presenció la repartición imperialista del mundo. Estados Unidos era una potencia en pleno auge que, además de haber superado a Inglaterra en la correlación de fuerzas, actualizó lo que era la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto y los puso en práctica, de manera directa o indirecta, en los países de América Latina a partir de la Política del Garrote, la Diplomacia del Dólar y el “Corolario Roosevelt”. En esas condiciones, las disputas imperialistas hicieron parte de la geopolítica predominante en la aludida coyuntura, en cuyo marco situamos las invasiones estadounidenses a Nicaragua, sin dejar de lado, obviamente, lo preceptuado por el estratega naval Alfred Thayer Mahan, de manera puntual en lo que tiene que ver con el poder marítimo.

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Por su relativa cercanía a Estados Unidos, así como por su ubicación geográfica y espacial, las naciones centroamericanas fueron las más inmediatas víctimas del imperialismo estadounidense. En Cuba, Panamá, República Dominicana, Haití, México, Guatemala y Nicaragua hubo intervenciones directas de Estados Unidos supuestamente para “instaurar el orden”, “imponer la democracia” o “llevar la civilización”. Los motivos de fondo eran de corte militar, geopolítico y económico. Asegurar por la fuerza el dominio de la cuenca del caribe era garantizar una importante vía de comercio y, de contera, disuadir, como en efecto ocurrió, a otras potencias extracontinentales. En materia económica Estados Unidos asfixió las ya de por sí frágiles economías de esos países y, al someterlas a sus designios, terminó estrangulándolas hasta lograr su total dependencia.

Pareciese que las riquezas y ventajas comparativas de los países de América Latina terminan convirtiéndose en causa de su propia

ruina o desgracia. Así ocurrió con la minería, el petróleo y la tenencia de Nicaragua de dos lagos (Lago de Managua y Lago de Nicaragua) así lo atestigua. Distintas potencias imperialistas tuvieron dentro de sus políticas expansionistas el interés de construir un canal interoceánico por Nicaragua, aprovechando ambos lagos, que uniera los océanos pacífico y atlántico. Probablemente hayan desistido por la inestabilidad geológica de esa región y su propensión a los episodios telúricos. Estados Unidos no cejó en su empeño y clavó su mirada en el Río San Juan (límite entre Costa Rica y Nicaragua). El presidente nicaragüense Zelaya López intentó defender los intereses de su país y eso desató la ira de Estados Unidos, país que buscó apoyo en los conservadores de Nicaragua para urdir y llevar a cabo un golpe de Estado contra Zelaya López en el año 1909.

Estados Unidos volvió a invadir a Nicaragua en el año 1912 “… con el pretexto de sofocar la revuelta antinorteamericana liderada por el profesor Benjamín Zeledón y permanecieron en el país hasta 1925. Durante la ocupación se firmó el tratado Bryan-Chamorro que establecía el otorgamiento perpetuo de los derechos de propiedad para la realización del canal, autorizaba la implantación de una base militar estadounidense y cedía las islas del Maíz, el control de las aduanas, el Banco Nacional y los ferrocarriles”12. Zeledón cuestionó el mencionado tratado y lideró la resistencia a la invasión a Nicaragua conformada por Estados Unidos y los conservadores nicaragüenses. Aquél murió el 4 de octubre de 1912 en el marco de la guerra nacionalista en desigual y asimétrica contienda. Por considerarla reveladora, introducimos la última carta que Zeledón le envió a su esposa.

El destino cruel parece haber pactado con Chamorro y demás traidores para arrastrarme a un seguro desastre con los valientes que me quedan. Carecemos de todo: víveres, armas y municiones y rodeados de bocas de fuego como estamos, y 2,000 hombres listos al asalto, sería locura esperar otra cosa que la muerte, porque yo y los que me siguen, de corazón, no entendemos de pactos, y menos aún de rendiciones. Chamorro acaba de mandarme a tu papá para convencerme de que estoy perdido y de que mi única salvación está en que yo claudique, rindiéndome —que Chamorro lo haya hecho se comprende, porque estúpidamente me cree como él, y claro está, si él se viera en mi caso se correría como se ha corrido otras veces y vería que se le pagara bien en dinero y en hom-

12. Ibíd.

bres que es incapaz de conquistar de otro modo. Tu papá agotó los razonamientos que su cariño y su claro talento le sugirieron. Me habló del deber que tengo que (de) conservar mi vida para proteger la tuya y la de nuestros hijitos, esos pedazos de mi corazón para quienes quiero legar una Nicaragua libre y soberana. Pero no pudimos entendernos porque mientras que él pensaba en la familia, yo pensaba en la patria, es decir, la madre de todos los nicaragüenses. Y como él insistiera, le dije al despedirnos que, desde que lancé mi grito de rebelión contra los invasores y contra quienes los trajeron, no pensé más en mi familia, sólo pensé en mi causa y mi bandera, porque es deber de todos luchar hasta la muerte por la libertad y la soberanía de su país. Para los que tenemos la dicha de sentir arder en nuestros pechos la llama del verdadero patriotismo, para quienes sabemos que quien sabe morir, sabe ser libre, y, aunque veo por los preparativos que se hacen que yo y mis bravos y valientes compañeros vamos derecho a la muerte porque todos hemos jurado no rendirnos, no dejo de pensar en ti, mi noble y abnegada compañera, que con valor espartano me dejaste empuñar nuestra bandera de libres y patriotas, porque tú también has sentido el ultraje del invasor y la infamia y traición de quienes lo trajeron, para eterno baldón suyo y vergüenza de los nicaragüenses. No me hago ilusiones. Al rechazar las humillantes ofertas de oro y de honores que se me hicieron, firmé mi sentencia de muerte, pero si tal cosa sucede moriré tranquilo, porque cada gota de mi sangre derramada en defensa de mi patria y de su libertad, dará vida a cien nicaragüenses que, como yo, protesten a balazos del atropello y la traición de que es actualmente víctima nuestra hermosa pero infortunada Nicaragua, que ha procreado un Partido Conservador compuesto de traidores. Si el yankee a quien quiero arrojar de mi país me vence en la lucha que se aproxima y, milagrosamente, quedo con vida, te prometo que nos marcharemos fuera, porque jamás podría tolerar y menos acostumbrarme a la humillación y la vergüenza de un interventor. Si muero... moriré en mi lugar por mi patria, por su honor, por su soberanía mancillada y por el noble Partido Liberal en cuyas doctrinas me nutrí, por cuyos ideales he luchado siempre y en quien tengo la fe más ciega de que al caer yo, él te escudará y escudará a los pedazos de mi alma, que les dejo encomendados, seguro de que a ti te ayudarán y a mis angelitos los educarán angelitos, los educarán en mis ideas para que a su tiempo continúen la obra que sólo dejaré iniciada.— Y digo que tengo la fe ciega en el Partido Liberal porque en él he militado siempre, porque en él he luchado con la palabra, con la pluma y con las armas, sacrificándole mis mejores esfuerzos y aun mi vida, y por último, porque tengo siempre mis amigos más sinceros y leales en quienes confío que hagan por ti y nuestros hijos lo que yo haría por los suyos, en un caso semejante. Repito: si vivo, nos iremos de Nicaragua mientras flamee en ella el pabellón norteamericano. Si muero... no llores, no te aflijas porque en es-

píritu te acompañaré siempre y porque mis buenos y leales amigos en lo particular, y el Partido Liberal, en general, quedan allí para ayudarlos y protegerlos como yo lo haría si pudiera. Si en estos momentos no tuviera esa consoladora esperanza, moriría desesperado, porque si la patria tiene derecho a mi vida, mi esposa y mis huérfanos hijitos tienen pleno derecho a la protección de ella. Y como, rechazada la oferta de Chamorro no queda otro camino que arreglar el asunto por medio de las armas, dejo al destino la terminación de esta carta que escribo con el alma mandándote con ella, para ti y nuestros angelitos, todo el amor de que es capaz quien, por amor a su patria, está dispuesto a sacrificarse y a sacrificarte a ti y a nuestros inocentes hijos. Adiós... o hasta la vista. ¿Quién lo sabe? Benjamín13 .

Entre 1909 y 1912 Nicaragua atravesó por una situación particularmente crítica en la que sus principales variables eran determinadas por la política imperialista de Estados Unidos. Al ser sacado del poder y del país Zelaya López el país entró en una espiral de confrontaciones entre liberales y conservadores siendo éstos últimos proclives a las intervenciones estadounidenses, más que los liberales. Entre 1909 y 1911 hay claras señas de conatos de guerra civil, lo cual se agrava en 1912 con la invasión estadounidense y su consiguiente rechazo por parte de los liberales y de unas facciones de los conservadores. Fue así como 2300 soldados estadounidenses a inicios de septiembre de 1912 invadieron a Nicaragua en respuesta al derrocamiento del presidente nicaragüense Adolfo Díaz conservador e incondicional a los Estados Unidos, por parte de su correligionario Luis Mena y las huestes liberales.

Al parecer Estados Unidos al lograr sofocar la rebelión, reduce el número de efectivos y a través de sus representantes genera una política de sometimiento a nombre de la modernización del Estado. Las finanzas fue el primer asunto en el que interviene Estados Unidos, a lo cual le siguió los préstamos en condiciones leoninas para Nicaragua, así como la administración de las rentas, el gasto público y la imposición de una política fiscal restrictiva. Para tal efecto Estados Unidos toma el control del Banco Nacional de Nicaragua, la recaudación de impuestos y la regulación de las inversiones. Los oficiales

13. http://felixmaradiaga.blogspot.com/2013/05/ultima-carta-del-carta-del-general.html

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