1 eso libro

Page 16

política, con sus ambigüedades, por su doble moral, porque en ocasiones hablaban de lo que no conocían. No eran como él. Claro, directo, orgulloso, entregado a su misión y a sus hombres. -Me parece una idea prudente, comuníqueles que eso no es posible. La completa responsabilidad de la nave y cualquier cambio podría resultar perjudicial, y sólo yo soy el responsable de lo que aquí ocurra. No es algo en lo que tenga que meter sus narices… ¡Civiles! - De acuerdo, el mensaje estará listo en unos minutos. - A trabajar. En la cubierta principal, dónde podría localizarse el cuartel general de aquella gigantesca nave, todos trabajaban y se entregaban en una frenética actividad porque todo funcionase perfectamente. Hasta ahora, tras 3 meses de viaje y saliendo de la órbita de Marte, no había habido ninguna indicencia, salvo alguna reparación del casco exterior por impacto de pequeños meteoritos, y un pequeño problema con la temperatura y la humedad del invernadero. Demasiado ideal para ser cierto. Se pudo sentir un fuerte temblor desde cada esquina de la nave (y eso que tenía forma ovalada y era tan grande y majestuosa como la ciudad de Nueva York) Aunque en el espacio no haya mañanas tal y como las conocemos, todos tenían una hora para acostarse y otra para levantarse, siguiendo el ciclo circadiano de la Tierra. La única diferencia es que en el planeta humano por las mañanas había Sol, y por las noches, Luna. En el espacio era siempre lo mismo… una profunda oscuridad. El temblor coincidió con el sueño de gran parte de la tripulación. - Llama al Capitán y al Teniente para informarle de los desvíos de la nave - anunció la Jefa de Seguridad y Control, la ingeniero jefe Berenfull, una mujer de un fuerte carácter que no admitía jamás un no por respuesta-. -¡Venga!- apremió - Esto no puede ser nada bueno… - murmuró para sí misma -. Una docena de ingenieros se dispusieron alrededor de una gran mesa en dónde podrían ver digitalizada y en formato 3D un preciso holograma con cada una de las partes de la nave. Irrumpieron en la sala, el Capitán y el primer oficial mientras los expertos no se ponían de acuerdo, del origen de estremecimiento que sufrían periódicamente, desde hacía una hora, en todas las cubiertas del Cristóbal Colón. Era imposible, o casi, pensar que los motores de fusión nuclear pudieran estar afectados y aunque el primer examen apuntaban a esa causa, parecía que el problema no estaba en ellos, sino en la parte del espacio que empezaba a vislumbrarse ante ellos: El cinturón de asteroides. Fran Ross tenía esa capacidad que lo hacía un líder con carisma. Su empatía con toda la tripulación oficiales, ingenieros, familias y civiles provocaba en él un tremendo sentimiento de responsabilidad. Quedarse atrapado en el espacio, dentro de un gigantesco ataúd no estaba dentro de sus planes. Pero ese fenómeno extraño que ahora percibían le inquietaba sobremanera. El Capitán se mantenía firme, intentando difundir algo de esperanza a las personas de su equipo, aunque sabía perfectamente que cualquier fallo, aunque fuera minúsculo, podría ser la perdición de la misión de colonización. La jefa de Seguridad y Control abandonó la mesa holográfica y se dirigió a la ventana circular que ocupaba por entero una de las ventanas. Se quedó absorta mirando hacia la negrura del espacio. Fran sentía admiración por ella. Racional, sensata y una excelente ingeniero. Se conocieron en una antigua misión marciana hace 9 años. Marte había recogido a parte del excedente de la población mundial, pero todavía necesitaban de las nuevas tecnologías y descubrimientos para que la vida fuera viable en el planeta rojo.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.