Justo Medio Edicion 5

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OPINION

Educación multicultural en el Perú

L

a educación, según Sleeter y Grant, “es una forma de inversión en la que el individuo adquiere destrezas y conocimientos que pueden convertirse en ingresos –en el sentido económico– cuando son usados para obtener empleo”. De acuerdo a esta definición, es la educación la que prepara a los individuos y les permite competir en un mercado laboral cada vez más exigente. La globalización, como dice Samir Amin, ha planteado el reto de competir a todos los países del planeta. Y para tener éxito en esta lucha desigual, es necesario incrementar la productividad, consecuencia necesaria de una mejor educación de los ciudadanos. En tal sentido, cuando acuciosos analistas reclaman que

el Estado se comprometa más en brindar este servicio, lo que están haciendo es ponerse a tono con la realidad, de la que no podemos sustraernos. Sin embargo, el proceso educativo en nuestro país tiene que enfrentar un gran reto: somos una sumatoria de culturas. A pesar de la dificultad de encontrar una sola definición para este concepto, bien podríamos adoptar la que han concebido Kroeber y Kluckhohn cuando sostienen que “cultura es la totalidad de las creencias aprendidas, herramientas y tradiciones compartidas por un grupo de humanos para dar continuidad, orden y significado a sus vidas; consta de las experiencias y productos acumulados por un grupo”. Entendiendo esto así, es pertinente plantearse la

siguiente pregunta: ¿es posible, a partir de un único modelo educativo, igualar las oportunidades entre alumnos culturalmente diferentes? La respuesta nos la da la Antropología de la educación (subdisciplina del tronco general de la Antropología social y cultural), cuando sugiere que ante esta situación, se debe optar por una educación multicultural. Existe una distancia cultural entre los nativos asháninkas y los alumnos de las ciudades de la costa. Y el que ambos grupos tengan una estructura curricular única impide que lleguen a obtener iguales capacidades. Pero el Estado peruano está compuesto por todos sus ciudadanos, independientemente del lugar en el que habitan o del grupo cultural al que pertenecen. Por consiguiente, es su obligación nivelar sus oportunidades de desarro-

Por: Luis Cervantes Liñán Rector de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega

llo hacia arriba. Hace ya más de ciento cincuenta años que los grupos culturales tradicionales vienen intentando integrarse en forma real y efectiva a la actividad productiva del país. Sin embargo, las políticas que ha diseñado el Estado no han logrado alcanzar la finalidad de educarlos. La pobreza y la discriminación son el producto de que estos grupos marginados no hayan logrado alcanzar las mismas oportunidades para adquirir los conocimientos y destrezas necesarios. Y sin ellas, su futuro será siempre poco optimista. ¿Es factible enseñar química sin un laboratorio? El primer reto es uniformizar la infraestructura, no uniformizar la estructura curricular. Para que las oportunidades sean realmente las mismas, el Estado peruano debe comenzar por los más desposeídos. En ese sentido, es loable el esfuerzo que viene realizando el gobierno para repartir computadoras en todos los colegios. Esta es la forma más eficaz de acercar al mundo moderno a quienes viven tan alejados de él. Deseamos que esta nueva visión del proceso de educar se mantenga. Es lo más justo.

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