Justo Medio Edicion 12

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OPINIÓN

Por: Rafael Aíta Campodónico*

M

ucho se ha escrito sobre la senda al desarrollo económico y tecnológico. Se habla del capital social, en sus diferentes versiones. Putnam, por ejemplo, nos describe la sociedad italiana del norte en contraposición con la del sur. En este sentido, el Perú ha ingresado en una senda de desarrollo cuando, por fin, ha dejado que la gente tenga la oportunidad –con muchos límites e imperfecciones– de buscar su futuro. Hay muchísimo por hacer, pero, al fin, luego de varios cientos de años, el país pudo liberar sus fuerzas y comenzar a integrarse y competir en el mundo con responsabilidad y sin complejos. Actualmente, por diversas causas, el sistema financiero internacional se encuentra en una crisis mundial sin precedentes que se intenta paliar de modo coordinado, aunque no perfectamente, con la inyección de miles de millones de dólares, euros, libras, yuanes o yenes. El mayor temor es que se desate una recesión aguda que se transforme en una deflación generalizada; por tal razón, todos los esfuerzos se abocan a neutralizarla. ¿Cuál debe ser nuestra actitud frente a la crisis? En primer lugar, recordar que ya hemos superado muchos embates internaciones, incluso con menor preparación, sin reservas y en épocas de caos interno,

Un país de oportunidades resistiendo en la crisis económico y social. Hoy, por el contrario, se ha implementado un Plan Anticrisis con una administración pública capaz de fomentar la iniciativa privada especialmente dirigida a mantener nuestras tasas de crecimiento. Toda crisis es una oportunidad y así como, lamentablemente, veremos países que entrarán en una espiral de problemas, aquellos que resistan y se muestren como un refugio

para la inversión captarán mayores recursos para mejorar su infraestructura y crear nuevas fuentes de trabajo. ¿Qué hacer para ello? Hay muchas tareas pendientes: promocionar agresivamente la inversión en puertos, carreteras, proyectos de energía y tecnología, mejorar el Estado y elevar la calidad de sus servicios. No está de más recordar que las inversiones requieren una población educada

y con altos niveles de productividad en un ambiente de seguridad, no solo para las empresas, sino también para los particulares. Esta necesidad debe traducirse en tribunales e instituciones predecibles que impongan el imperio del Derecho. Es en dicho contexto que el denominado Plan Anticrisis debe ser entendido como la herramienta solidaria que nos permita mantenernos, en procura del necesario desarrollo de modo integral, en la competencia entre los países. Solo así se podrá asegurar la buena salud de nuestras instituciones financieras y la continuidad, que tanto se requiere para mantener el empleo, de los negocios establecidos y proyectados. El Plan también requiere de esfuerzos decididos a nivel de gobiernos regionales y locales. El Perú es un país de valientes, un país de oportunidades que se van forjando con el esfuerzo de su gente. Debemos confiar en nuestras fuerzas y atrevernos, como nuestros pescadores, como nuestros mineros, como los millones de madres que con su esfuerzo generan un porvenir para todos, con seriedad y sin fatalismos. Es nuestro deber encaminarnos hacia un futuro que podamos construirnos en unidad.

*Viceministro de Políticas para la Defensa del Ministerio de Defensa 26


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