Trabajo psicosocial con familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada

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Trabajo psicosocial con familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada Ximena Antillón

Presentación Este material recoge los aprendizajes durante los talleres de acompañamiento psicosocial realizados con las y los integrantes de Justicia Para Nuestras Hijas en agosto, octubre y diciembre del 2011. La intención es recuperar los aprendizajes a partir del testimonio de las y los familiares de mujeres asesinadas o desaparecidas, respetando la confidencialidad. Al mismo tiempo, este material incorpora herramientas para incorporar el apoyo psicosocial en el trabajo con víctimas y sobrevivientes. Este trabajo retoma los planteamientos de importantes autores que han trabajado sobre el impacto psicosocial de las violaciones a los derechos humanos y la impunidad, como Ignacio Martín Baró, Elizabeth Lira, Carlos Beristain y Nieves Gómez, entre otros. Si bien ha sido redactado de manera informal, como un pequeño manual, y no se hacen las citas correspondientes, la autora reconoce que este trabajo se ha nutrido de los aportes de muchos autores, así como de la experiencia de otros familiares de víctimas de feminicidio que le han compartido sus experiencias y aprendizajes. El presente material forma parte de la devolución de estos talleres en primer lugar para los y las participantes, pero también buscar ser una herramienta útil para organizaciones de la sociedad civil y autoridades involucradas en la atención a víctimas. Finalmente, este pequeño manual está dedicado a Norma Ledezma, a las mamás, papás, hermanos, hermanas, tías, tíos y familiares organizados en Justicia Para Nuestras Hijas, al equipo


operativo de JPNH y a Fundación Pfizer que hizo posible estos talleres, es de resaltar el enorme compromiso con el que trabajan para erradicar la violencia de género. I.

Eso del apoyo psicosocial… ¿con qué se come?

El apoyo o acompañamiento psicosocial es un enfoque dentro de la psicología, pero no significa que solamente los y las psicólogas lo pueden hacer. De hecho, la perspectiva psicosocial se debería incorporar de manera transversal cuando acompañamos los procesos de las víctimas/sobrevivientes de violaciones de derechos humanos y violencia desde cualquier disciplina. Se diferencia de otros enfoques de la psicología porque si bien toma en cuenta los efectos traumáticos de las violaciones de los derechos humanos, busca comprenderlas como “una reacción normal frente a una situación anormal” en determinado contexto (histórico, económico, político, social, cultural)1. El enfoque psicosocial se distancia de la perspectiva médica que patologiza las respuestas de la gente. Por el contrario, entendemos los síntomas traumáticos como esfuerzos que la persona hace por dar sentido y responder a una situación traumática. Desde este enfoque se considera que las víctimas no son objetos pasivos de violaciones a derechos humanos o de la violencia, sino sujetos activos que movilizan recursos para hacerle frente. A partir de ahí, el papel de las personas que apoyan debe ser visibilizar las formas de afrontamiento que las personas utilizan y potenciarlas. Favorecer el intercambio de experiencias y la elaboración de los aprendizajes, el apoyo mutuo y el fortalecimiento organizativo. La perspectiva psicosocial también plantea una crítica profunda a las prácticas asistenciales a las personas sobrevivientes, que refuerzan una identidad de víctimas en un sentido pasivo. Es por ello que las personas que realizan el trabajo de acompañamiento psicosocial deben ser cuidadosas de no sustituir a las víctimas, sino animarlas a asumir el protagonismo e impulsar sus iniciativas en la medida en que le es posible. Algunas preguntas que nos planteamos desde la perspectiva psicosocial son ¿Qué estructuras sociales hacen posibles ciertos eventos traumáticos?, ¿cómo las víctimas se convierten en sujetos transformadores de estas estructuras sociales?, ¿cómo podemos fortalecer a las víctimas en esta tarea?, ¿cuál debe ser el papel de las personas que apoyan? Algunos criterios que nos pueden orientar en este trabajo son: •

Desmitificar el apoyo psicológico. Es normal que las personas tengan resistencia a cualquier tipo de apoyo psicológico porque existe la creencia de que es para gente “loca”, y a la vez muy poca gente tiene recursos económicos para pagar una terapia psicológica. Por eso vale la pena tomar un tiempo para explorar cuáles son las creencias de la gente en relación con la psicología y desmitificar algunas como las mencionadas antes.

1

Este planteamiento está ampliamente desarrollado en la obra de Ignacio Martín Baró y de Carlos Beristain.


• •

Tener orejas muy grandes, ojos muy grandes y boca chiquita. La gente no necesita que la “aconsejemos”. Necesita una mirada externa, analítica, que le ayude a resignificar lo que ha vivido. Por eso la persona que apoya debe escuchar, tratar de entender, preguntar, parafrasear, proponer interpretaciones de una manera muy respetuosa y discreta que le ayude a la persona a ver su experiencia desde otros ángulos. Explorar la existencia de algunas reacciones comunes y normalizar los síntomas (ver más adelante la descripción de las reacciones más comunes en familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada y algunas propuestas de abordaje psicosocial). Generar espacios periódicos de análisis e incorporar medidas de seguridad. Metodología de trabajo grupal. El trabajo en grupos permite generar redes de apoyo, romper el silencio, identificarse entre los y las participantes, generar nuevas estrategias de afrontamiento, etc. Para las personas es muy valioso sentirse escuchadas y comprendidas por otras personas que han vivido lo mismo. Sin embargo, la persona que facilita también debe tener un papel muy activo en el trabajo del grupo animando la reflexión con preguntas, incorporando otros elementos de análisis, experiencias similares, etc. Es muy importante establecer desde el inicio el encuadre (lugar, duración, número de sesiones, periodicidad), explicitar, y en su caso ajustar, las expectativas de los y las participantes y establecer con el grupo las normas de convivencia.


II.

Comprendiendo los impactos

Para poder realizar un trabajo de acompañamiento psicosocial es muy importante comprender cuáles son los impactos que la pérdida violenta o la desaparición de una persona, en este caso de una mujer (hija, hermana, sobrina, etc.) tiene en las personas, en la familia, así como en su círculo social más amplio (escuela, trabajo, comunidad). Los impactos son diferentes en cada caso y para cada persona, y no pretendemos presentar una lista exhaustiva de los mismos, sino familiarizar a los y las lectoras con las reacciones más comunes. a) Impacto a nivel individual La manera en que la pérdida abrupta y violenta de una familiar afecta depende de varios factores como las experiencias previas, los recursos (no solamente económicos, sino también otras herramientas), las redes sociales de apoyo que la persona tenga e incluso de la respuesta de las autoridades y la posibilidad de encontrar justicia. De hecho, una adecuada respuesta de las autoridades puede ayudar a otorgar sentido a la experiencia, en la medida en que la investigación de los hechos y la sanción a los responsables ayuda a reivindicar a la víctima y a prevenir que otras mujeres sufran lo mismo, o puede por el contrario generar mayor sufrimiento a los familiares al cuestionar la reputación de la víctima, estigmatizarla y culpabilizarla. Además, el impacto depende del tipo de relación que la persona tenía con la víctima, por ejemplo las madres no viven la pérdida de su hija al igual que los y las hermanas, aunque en todos los casos causa mucho sufrimiento. Entre los impactos psicosociales del feminicidio y la desaparición forzada que fueron documentadas en los talleres encontramos: Dificultad para atribuir sentido a la experiencia y cuestionamiento de las creencias básicas sobre el mundo. Esto se manifiesta con preguntas como “¿por qué a mi?, ¿por qué a ella?” La experiencia de feminicidio o desaparición de una familiar hace que las personas se cuestionen sus creencias básicas sobre Dios, sobre el mundo como un lugar justo, sobre las otras personas como dignas de confianza, sobre el Estado, etc. Por esta razón los familiares sienten que su vida cambió totalmente desde entonces. Que hubo un cambio en su manera de pensar, de actuar y de ser, y se han vuelto desconfiados, tímidos, hostiles o retraídos, o que desde entonces viven con miedo (más


adelante volveremos sobre el tema del miedo). Durante el trabajo de apoyo psicosocial trabajamos en colectivo para reconstruir relaciones de confianza entre las y los miembros del grupo y atribuir sentido a la experiencia dolorosa. Por ejemplo, las madres y familiares sienten mucho dolor por la pérdida de sus hijas pero encuentran consuelo en el hecho de que gracias a su lucha otras mujeres no sufran lo mismo o al apoyar a otros familiares que están enfrentando esta situación. Así mismo, incorporar elementos de la teoría de género para comprender la violencia contra las mujeres ayuda a entender la experiencia del feminicidio en un marco global y contribuye a la búsqueda de sentido de los familiares. Sentimientos de culpa. Muchas veces las y los familiares tratan de explicar la experiencia culpándose. Es muy importante trabajar el tema de la culpa porque se puede convertir en un nudo de la experiencia traumática. Durante los talleres de acompañamiento psicosocial explicamos a las y los familiares que la culpa muchas veces se alimenta de fantasías como “hubiera hecho tal cosa o tal otra”, o los familiares dicen “es que yo lo presentía, no vi las señales”. Nuestro trabajo en ese caso consiste en evaluar junto con las víctimas que tan realista es este juicio, y si de verdad hubieran podido evitar lo que pasó. La evaluación de estas fantasías muestra que en realidad no era posible evitar que los hechos sucedieran, y que se trata de una “clarividencia retrospectiva”. Es decir, evaluamos nuestra conducta en ese entonces con la información que tenemos ahora y desde ahí juzgamos lo que hicimos o no hicimos. Duelo alterado. El trabajo de duelo es el proceso por el cual nuestro aparato psíquico asume la pérdida de una persona querida, conservando un recuerdo amoroso pero sin revivir todo el dolor de la pérdida al recordar a la persona. Esto permite encontrar sentido a la vida y a otras relaciones significativas. Cada proceso de duelo es diferente y no se puede hablar de un “duelo normal”. Sin embargo, cuando las pérdidas se deben a sucesos extremadamente violentos e inesperados, que conllevan sentimientos de profunda impotencia y horror, es comprensible que los procesos de duelo sean mucho más complicados en el sentido de que tardan más tiempo y acarrean muchísimo dolor. En otras palabras, hay pérdidas más fáciles de aceptar que otras, y esto no depende del amor que sintamos hacia nuestros seres queridos, sino a qué tan preparados estemos, de la posibilidad de atribuirle sentido a la experiencia. En estos casos es recomendable buscar apoyo terapéutico individual, además del apoyo psicosocial que se realiza de manera grupal. Duelo alterado en desaparición forzada. La desaparición forzada implica la ausencia de una persona querida, pero también la incertidumbre sobre su paradero, si estará viva o muerta. De este modo las personas tienen que aprender a vivir con la ausencia y la incertidumbre. Las personas que brindan el apoyo psicosocial no deben caer en la tentación de hacer aseveraciones del tipo “seguro que está viva, tienes que tener fe, etc.” Y tampoco afirmar lo contrario. Nuestro trabajo es trabajar con esa incertidumbre y fortalecer a los familiares en su lucha por buscar a sus seres queridos. No se debe tratar de forzar el proceso de duelo de ninguna manera. Depresión, conductas autodestructivas. Los y las familiares de mujeres asesinadas o desaparecidas relatan tener sentimientos de soledad y tristeza. Muchas veces para ellas las cosas


dejaron de tener sentido, no sienten motivación para hacer las actividades de la vida diaria y es como si hicieran las cosas porque hay que hacerlas, pero sin encontrarles sentido. Incluso es común que los y las familiares tomen medicamentos para poder seguir funcionando. También es frecuente que las personas abusan del alcohol u otras sustancias para manejar el dolor, o empiezan a tener conductas que a la larga les hacen daño (comer mucho, ponerse en riesgo, trabajar sin descanso). Es importante en el trabajo de apoyo psicosocial normalizar estos síntomas y no juzgarlos. Normalizar los síntomas significa explicar con palabras sencillas que son respuestas normales a situaciones anormales pues nuestro aparato psíquico (se puede decir “nuestra mente y nuestro corazón”) no estaba preparado para una experiencia tan difícil y dolorosa. Son mecanismos de defensa que nos pueden ayudar a adaptarnos a la situación, pero que con el tiempo nos pueden hacer daño. En estos casos se recomienda canalizar a los y las familiares para recibir apoyo terapéutico. Involucrarse en las investigaciones al punto de ponerse en riesgo. Muchas madres y familiares se involucran en las investigaciones, e incluso a veces realizan investigaciones por su cuenta, frente a la impunidad y a la desesperación que les causa la falta de compromiso de las autoridades por investigar, lo cual les puede poner en serios riesgos. Esto debe abordarse en el trabajo de acompañamiento psicosocial: por un lado es importante comprender que esto es una respuesta normal y por otro lado es necesario buscar generar alternativas que contemplen medidas de seguridad. Las alternativas pueden ser la colaboración con las autoridades para agilizar las investigaciones, hacer presión política, etc. Durante el acompañamiento psicosocial se debe promover la búsqueda de estas alternativas. Deterioro socioeconómico. Debido a la sobrecarga de tareas que significa la búsqueda de justicia y al impacto emocional de la pérdida o ausencia de la persona querida, en este caso una hija, hermana, sobrina, etc., los y las familiares muchas veces se ven obligadas a abandonar su trabajo y se quedan sin fuentes de ingreso. Por otro lado, la búsqueda de justicia significa asumir una carga económica, pues implica gastos en traslados, gestiones, copias, teléfono, etc. Esta situación de deterioro económico se vuelve muy desgastante, y debe ser tomado en cuenta por las autoridades para evitar a las víctimas realizar vueltas innecesarias y simplificar las necesarias. Deterioro de la salud: “estamos enfermas de injusticia”. Las madres y familiares han desarrollado enfermedades a partir del impacto traumático del feminicidio o desaparición forzada. Por eso decimos que son enfermedades psicosomáticas y para las madres y familiares están también relacionadas con la injusticia, que genera desgaste y deterioro en la salud. En este sentido, parte del apoyo psicosocial tiene que ver con sensibilizar sobre la necesidad del autocuidado, en particular sobre la atención médica. Es necesario hacer conciencia en madres y familiares que la lucha por la justicia es un camino largo, y hay que prepararse para resistir frente a los diferentes obstáculos. Los y las familiares que tienen más tiempo en esta lucha pueden compartir su experiencia con quienes están empezando (vale la pena señalar que la estrategia de compartir experiencias en general es mejor que él o la facilitadora explique o “sermonee” a las participantes).


Miedo. El miedo no es una consecuencia puramente psicológica y mucho menos patológica del feminicidio o la desaparición de una mujer. Como ha sido ampliamente documentado, los y las defensoras de Derechos Humanos efectivamente corren riesgos porque su labor toca intereses de grupos poderosos. Tomando en cuenta que los y las familiares que luchan por la justicia en sus propios casos, pero que también apoyan a otros familiares, se convierten en defensores de derechos humanos, resulta evidente que también comparten los riesgos antes mencionados. Por esta razón es importante trabajar el miedo (esto significa analizar el miedo, distinguir qué amenazas son reales y prepararnos para minimizar los riesgos y protegernos). A la vez las autoridades tienen la obligación de proteger a los defensores y defensoras de derechos humanos y a las víctimas. Desgaste y revictimización. Como se mencionó antes, el pronóstico de recuperación psicosocial de las víctimas tiene que ver con la respuesta de las autoridades. Es más probable que un familiar que recibe una sentencia justa por el feminicidio tenga más elementos para reconstruir su proyecto de vida que en los casos en los que no se hace justicia y los familiares saben que los responsables están libres. También las actitudes de las autoridades pueden agudizar el sufrimiento de los familiares. En particular la culpabilización y la estigmatización de las víctimas es muy dolorosa para los familiares. Por otro lado la falta de sensibilidad y preparación para el manejo de ciertas diligencias pueden generar más daño a las víctimas (por ejemplo excavaciones, careos, reconocimiento de cuerpos). Finalmente es importante reconocer que la lucha de las víctimas es un camino largo que implica un proceso de desgaste en muchos sentidos (emocional, económico, social, etc). Durante el trabajo psicosocial se debe hacer conciencia de esto y tomar medidas para fortalecer la resistencia de las víctimas (algunas medidas pueden ser el fortalecimiento espiritual, psicológico, de la salud, también el acompañamiento jurídico, proyectos productivos, sistematización de experiencias y aprendizajes, etc.). Cambio en el proyecto de vida. Para hacer frente a una situación tan brutal como el feminicidio o la desaparición de una familiar las y los familiares muchas veces deben reorganizar su vida, cambiar sus objetivos e incluso sus redes de apoyo. Esto significa abandonar algunos planes para hacer frente a la búsqueda de justicia o debido a la falta de recursos económicos y el proceso de deterioro socioeconómico del que hablamos antes. Las medidas de reparación en todos los casos deben tomar en cuenta la afectación al proyecto de vida y brindar recursos para reconstruirlo. Cabe señalar que los cambios en el proyecto de vida y el compromiso de los y las familiares con la justicia también conlleva un aspecto positivo en la medida en que los y las familiares se convierten en defensores de derechos humanos. Impacto psicosocial de las sentencias. Las sentencias tienen un valor simbólico importante porque son la manera en que el Estado responde frente a la violencia de género. Mientras la impunidad genera un mensaje de permisividad del feminicidio, la justicia expresada en una sentencia es la oportunidad para enviar un mensaje hacia la sociedad que condene la violencia de género y por lo tanto que valore la vida de las mujeres. La sentencia también es una oportunidad para reivindicar


a la víctima y la lucha de sus familiares, y puede ser un punto de partida para la reparación simbólica que permita a los familiares reconstruir su proyecto de vida. Sin embargo, cuando las sentencias no cumplen con estas expectativas, imponen penas cortas o no cumplen con la función de asentar la posición del Estado de condenar la violencia de género, pueden ser muy revictimizantes. Durante los talleres se plantearon situaciones en que las sentencias detonaron procesos psicosomáticos de enfermedad, frustración y tristeza en las y los familiares. En este sentido falta mucho camino que recorrer para que los y las jueces desempeñen su labor con perspectiva de género. Sin embargo se pueden realizar una serie de acciones simultáneas como la presentación de peritajes para sensibilizar sobre la violencia de género y capacitación para incorporar los estándares internacionales en la materia. Por otro lado, desde el trabajo de acompañamiento psicosocial es muy importante trabajar con las víctimas sobre sus expectativas y las posibilidades reales de cumplirlas (incluso vale la pena prepararse para el peor escenario), así como promover otras medidas de reparación simbólica y darle sentido reparador al proceso, de tal forma que no recaigan todas las expectativas únicamente sobre la sentencia. Respuestas positivas de búsqueda de justicia y apoyo mutuo, y crecimiento post-­‐traumático. Las personas no somos víctimas pasivas frente a los eventos traumáticos. Siempre hacemos algo para enfrentarlos, aunque a veces no nos damos cuenta o no nos parece suficiente. Los y las familiares de víctimas de feminicidio o desaparición forzada son a su vez víctimas por el gran sufrimiento que la pérdida definitiva o la ausencia de su familiar les causa y los impactos que esta tiene en todos los niveles de sus vidas. Pero también son sujetos activos que movilizan recursos para enfrentar las consecuencias. En este sentido los familiares de víctimas de feminicidio o desaparición han desarrollado nuevas habilidades, han ampliado su conciencia sobre la violencia de género y sus propios derechos, y han desarrollado formas de apoyo mutuo para apoyarse en la búsqueda de justicia. Del mismo modo, los y las familiares han trabajado por lograr cambios estructurales (en la legislación, en la procuración y administración de justicia, en la atención a víctimas, etc.) que han beneficiado a la sociedad en general. También los y las familiares han sido claves para mantener la memoria histórica sobre los feminicidios y la violencia de género, y no permitir que el tema se minimice en el marco de la creciente inseguridad y violencia causada por la delincuencia organizada. De tal forma que hoy en día las organizaciones de la sociedad civil y las instituciones del Estado tenemos mucho que aprender de la lucha de las víctimas. b) Impacto a nivel familiar Desestructuración familiar. Como consecuencia del feminicidio o la desaparición la familia tiene que reorganizarse para enfrentar las nuevas tareas que surgen y de este modo los roles de cada quien dentro de la familia cambian. A veces una de las personas se dedica a darle seguimiento a las investigaciones mientras otra trabaja para mantener económicamente a la familia.


Sentimientos de abandono hacia los otros hijos e hijas. Dentro de los talleres las madres compartieron sus sentimientos de tristeza y culpa por lo que para ellas fue abandonar a sus otros hijos e hijas. Algunas de las mamás dijeron que sus otros hijos crecieron y ellas no se dieron cuenta. Fue muy importante que en los espacios de los talleres las madres pudieron explicar a sus hijos e hijas cómo se sentían y decirles “todo esto también lo hubiera hecho por ti”. Es importante desde el acompañamiento psicosocial explicar lo que un proceso de duelo por una pérdida violenta implica, y comprender esta reacción como parte de este impacto. También el papel de quien acompaña es ayudar a las madres y familiares a no juzgarse tan duramente y reconocer lo que han hecho. Por su parte, los hijos e hijas expresaron sentimientos de tristeza y soledad porque no fueron escuchados y las otras personas no comprendían que ellos y ellas también estaban sufriendo. La psicóloga rescata y resalta que en el camino –que nadie les ha enseñado a recorrer-­‐ han aprendido a buscar justicia, a sumir la vida y a sobrevivir al dolor que rebaza a cualquiera y que nadie está preparada y que han hecho lo que pudieron, y han tenido un crecimiento como seres humanos. Han registrado cambios profundos y positivos que les ha permitido comprender el dolor de las personas. Deterioro socioeconómico en la familia. Como se mencionó antes, los procesos de búsqueda de justicia conllevan un desgaste económico que afecta también a la familia. Además, muchas veces las familias enfrentan la estigmatización dentro de su barrio o comunidad, el aislamiento por el miedo que otras personas tienen de que les pueda pasar algo si se relacionan con la familia, etc. Todo esto representa una carga adicional para la familia y mayor sufrimiento. Cuando es posible, es importante promover actividades con la comunidad, de tal forma que los familiares de víctimas de feminicidio o desaparición no queden aislados y puedan encontrar formas de apoyo en la comunidad. Al mismo tiempo, para la comunidad es necesario un espacio para elaborar el impacto de la pérdida violenta de una de sus integrantes, y puede estos espacios pueden ser muy reparadores. Conflictos dentro de la familia. Dentro de las familias las personas piensan de diferentes maneras e interpretan las cosas según su manera de ver el mundo. A veces las interpretaciones sobre las causas del feminicidio o la desaparición pueden reproducir maneras machistas de pensar, y causar conflictos y sufrimientos en la familia. A la vez, las personas tienen diferentes maneras de expresar su dolor, e incluso hay personas que no lo expresan para nada, y eso puede ser causa de resentimientos o conflictos. En este sentido es importante promover desde el trabajo psicosocial el respeto a las diferencias en la familia cuanto a la forma de expresar de cada persona, así como de entender las cosas, y trabajar desde la perspectiva de género para fortalecer a los familiares frente a la culpabilización y estigmatización. Es decir, no podemos evitar que otras personas culpabilicen a los familiares, pero si podemos fortalecer a los familiares para poder manejar estas situaciones y evitar que sean tan dolorosas. Sobreprotección hacia los otros hijos e hijas. Las madres y familiares de víctimas de feminicidio o desaparición forzada relatan que sufren una gran angustia cuando sus otros hijos e hijas salen. A


veces esto conlleva a limitar el desarrollo personal y social de las hijas e hijos. Desde el trabajo psicosocial buscamos entender esta reacción como una secuela normal frente a la pérdida de una hija, pero también como una preocupación compartida frente a la violencia de género y la violencia generalizada en la sociedad. Hay que tratar de facilitar el diálogo entre madres/padres -­‐ hijos/hijas para buscar alternativas. Más unión y amor. Finalmente, los y las familiares relatan que a partir de una experiencia tan dura se ha generado más unión dentro de la familia. Los y las familiares compartieron en los talleres que han tenido muchas pérdidas económicas, pero que han aprendido a priorizar lo que es realmente importante y se han generado nuevas formas de apoyo. c) Impacto a nivel comunitario Las graves violaciones a los derechos humanos tienen efectos más allá de la víctima directa. Por ejemplo en el caso de la tortura, se ha documentado que afecta no sólo a la persona que es torturada, sino a su familia, amigos, compañeros de trabajo, comunidad y sociedad, pues se difunde como un rumor, genera miedo y termina por convertirse en un mecanismo de control social. Del mismo modo la violencia de género y el feminicidio tiene efectos que van más allá de la víctima directa y su familia, y se termina convirtiendo en una forma de control social de las mujeres. De este modo las mujeres en general ven afectada su seguridad y libertad, lo cual afecta el ejercicio de todos sus derechos. La impunidad en los casos de violencia de género y feminicidio, así como de desaparición forzada, se justifica mediante la estigmatización y la culpabilización de las víctimas. Desgraciadamente esto tiene eco en las comunidades en donde viven los familiares, en donde reciben críticas, juicios o burlas de otras personas. A la vez, los familiares de víctimas de feminicidio y desaparición forzada reconocen que han recibido la solidaridad y el apoyo de muchas personas, algunas de las cuales nunca imaginaron. Esto les ha fortalecido en muchos sentidos para enfrentar los procesos de búsqueda de justicia. Desde el apoyo psicosocial es importante comprender el círculo vicioso impunidad-­‐estigma-­‐ impunidad, y pensar en acciones creativas para romperlo. Evidentemente la búsqueda de justicia tiene un papel muy importante, pero también aquellas que permitan cuestionar los estereotipos de género y construir una cultura de equidad. De este modo el trabajo psicosocial también puede salir hacia la comunidad a través de campañas, eventos de reparación simbólica, etc.


III.

Las formas de afrontamiento

Como mencionamos antes, las personas reaccionamos de diferentes maneras frente a situaciones de violencia y violaciones a los derechos humanos que implican sentimientos de horror e impotencia extremos. Las personas tenemos diferentes reacciones frente a una situación para la que no es posible estar preparados (nadie puede prepararse para el feminicidio o la desaparición forzada) y que rebasa nuestros mecanismos de defensa habituales. Algunas de estas reacciones o mecanismos de defensa psíquicos pueden ser útiles en un primer momento, pero con el tiempo pueden tener consecuencias negativas. Por ejemplo, algunas personas asumen un rol muy activo en resolver las cuestiones prácticas que implica una situación de crisis como el feminicidio o la desaparición, sin embargo, si estas personas permanecen en ese rol y no tienen un espacio para sus propios sentimientos pueden vivir un proceso más complicado en el futuro. A continuación recuperamos algunas de las formas de afrontamiento positivas que las y los familiares de víctimas de feminicidio y desaparición compartieron durante los talleres porque forman parte de los aprendizajes. a) Organización y apoyo mutuo para buscar justicia: “no dejarnos” Las y los familiares de víctimas de feminicidio se empezaron a organizar para enfrentar los procesos de búsqueda de justicia y la corrupción de las autoridades. Un aprendizaje importante es que las víctimas organizadas son capaces de ejercer presión política y lograr avances que de manera individual no podrían lograr. Además, la organización ha permitido el apoyo mutuo y la posibilidad de canalizar los sentimientos de dolor e impotencia de los familiares a través de la lucha por la verdad y la justicia. Con el tiempo, la organización permitió que quienes llevan un camino recorrido más largo compartieran sus aprendizajes con las y los familiares que están enfrentando de manera reciente esta dolorosa situación. De este modo los primeros pueden convertir una experiencia dolorosa en un aporte positivo, y los segundos pueden enfrentar de mejor manera el proceso de búsqueda de justicia. Actualmente la organización está incluyendo a otras víctimas del actual contexto de violencia e inseguridad relacionada con la delincuencia organizada.


b) Aprender sus derechos. Las y los familiares han aprendido sus derechos y esto les ha permitido hacer demandas más estratégicas (cambios estructurales más allá de la asistencia) y exigirlas de manera activa a las autoridades. c) Fortalecimiento espiritual. Para las y los familiares de víctimas de feminicidio sus creencias espirituales son un recurso importante para fortalecerse en la lucha por la justicia. d) Alianzas con otras organizaciones. Durante los talleres surgió la reflexión sobre la importancia de establecer alianzas con otras organizaciones con las que comparten un objetivo común. e) Mantener la comunicación. Esto es un reto porque a medida que la organización crece y se multiplican sus tareas, se vuelve más compleja y los mecanismos de comunicación que antes funcionaban ahora ya no lo hacen. A la vez surgió la reflexión sobre la importancia de mantener y fortalecer los espacios para compartir información y para la comunicación que existen, y de ser necesario, crear nuevos mecanismos. f)

Medidas de seguridad.

Se reflexionó sobre la importancia de generar estrategias de seguridad frente a las amenazas y ataques en contra de defensores de derechos humanos. Las estrategias de seguridad están relacionadas con el análisis de la situación, que se realiza constantemente. g) Sensibilización y educación por la equidad y contra la violencia de género. La organización ha tomado conciencia de la importancia de trabajar en procesos más lentos pero profundos para cambiar la cultura patriarcal. Es por eso que dedican tiempo y energía a sensibilizar y educar sobre la violencia de género, como una manera de prevención. Para esto trabajan con una obra de teatro que se presenta en diferentes espacios. h) Salir adelante y sobrellevar la situación. Las y los familiares compartieron durante los talleres que el dolor por la pérdida de una familiar no se “cura”, en el sentido de que nunca podrán volver a ser la misma persona que antes. Sin embargo, si se puede sobrellevar o manejar para salir adelante y reconstruir su proyecto de vida. i)

Búsqueda de nuevos conocimientos y espacios de fortalecimiento. Las y los familiares participan en diferentes espacios de capacitación e intercambios de experiencias que les permiten fortalecerse y mantener la esperanza en su lucha.


IV.

A modo de conclusión: transversalizar el enfoque psicosocial

El presente material no busca ser exhaustivo sobre las reacciones de los y las familiares de víctimas de feminicidio y desaparición, y de hecho aunque ésta fuera la intención no sería posible, pues cada persona reacciona de diferente manera. Tampoco pretende brindar una “receta” para la atención psicosocial pues cada grupo es diferente, con sus propios recursos y formas de afrontamiento, enfrentando condiciones concretas diversas. El trabajo de apoyo psicosocial busca fortalecer a las víctimas de manera integral, desde lo individual, familiar, colectivo, organizativo y político. Es por ello que el apoyo psicosocial no puede verse únicamente como atención individual a las personas o talleres que se realizan periódicamente, sino como acciones articuladas y coherentes para fortalecer la resistencia de las víctimas organizadas en su lucha por la justicia y la transformación de la sociedad. Es por eso que la propuesta es incorporar el enfoque psicosocial en cualquier proceso de trabajo con víctimas de violaciones de derechos humanos y violencia. Por ejemplo en la estrategia jurídica, visibilizando las necesidades y expectativas de las víctimas, incorporando medidas de seguridad y estrategias de manejo del miedo, entre otros. Finalmente, más allá de un término que puede o no ponerse de moda, el trabajo psicosocial requiere de una posición política de trabajo al lado de las víctimas y de transformación de las estructuras sociales que hacen posible la violencia (la cultura patriarcal, la impunidad, el capitalismo, etc.).


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