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¡Kamisaraki, aski suma uru! Por Judith Úbeda y Constanza Henríquez
Promover la lengua aymara es uno de los desafíos del Jardín Infantil Capullito de Arica, que se enmarca dentro de la política de interculturalidad de nuestra institución. Al igual que este jardín, hay cientos en todo Chile que buscan preservar la cultura de los diferentes pueblos originarios.
¡Buenos días!
E
se es el significado en español de ¡Kamisaraki, aski suma uru!, el saludo aymara con el que comienzan el día las niñas y niños del Jardín Infantil Capullito. Esta unidad educativa, perteneciente a la Junta Nacional de Jardines Infantiles de Arica y Parinacota, trabaja con ahínco y dedicación en la promoción de la cultura y lengua aymara.
Allí a diario las educadoras y técnicas realizan al interior de cada aula actividades pedagógicas enmarcadas en la interculturalidad, educando a 150 niños desde sala cuna a nivel medio mayor. En el jardín Capullito todos los años se celebra la Fiesta Tripartita de la Hermandad, iniciativa que nació hace una década para promover la educación por la paz y fomentar desde la primera infancia el respeto por las costumbres y raíces de Chile y la de los países vecinos, como lo son Bolivia y Perú. Se trata de una importante instancia de participación de las familias. Para Jessica Llerena, educadora y encargada de interculturalidad de ese jardín infantil, es vital potenciar las culturas originarias desde la niñez. “Educar a las niñas y niños en la interculturalidad nos permite estimular el respeto y valoración por la diversidad, cuyo objetivo es igualar las oportunidades de todas y todos”, agrega. La JUNJI tiene como misión insti-
tucional “entregar igualdad desde la cuna”. Es decir, debe otorgar a todos los niños y niñas, sin distinción, la posibilidad de acceder a una Educación Inicial de calidad que siente las bases sólidas para su desarrollo. He aquí el sustento de la interculturalidad en nuestra institución. El Jardín Infantil Capullito de Arica es sólo uno de los 150 establecimientos interculturales que la JUNJI tiene a lo largo del país, en los que 1.885 niños y niñas aprenden de sus culturas y su lengua originaria. Además de los aymara, la JUNJI trabaja con otros pueblos originarios como: atacameños, diaguitas, colla, rapa nui, mapuche, kawéskar y yaganes. A partir de este año los jardines de administración directa con sello intercultural comenzaron a trabajar con educadores que dominan las lenguas de los pueblos originarios y están validados por la comunidad. Esta experiencia a nivel país marca un hito en el fortalecimiento y revitalización de las lenguas. SEPTIEMBRE 2012 / Número 3