El camino con ella fue un poquito más difícil, ya que requeríamos de herramientas que nos p e r m i t i e r a n o f r e c e r l e l a s m i s m a s oportunidades que al resto de los lactantes. Mientras estudiaba lenguaje de señas, me enteré que estaba embarazada. A los ocho meses, nació Gabriel. Él también es diferente. Más tarde, la educadora de la sala cuna menor detectó que uno de los niños no respondía a los estímulos y notaba en él cierta dificultad para mantener el equilibrio. Fue así como a Claudio Ayancán Huineo se le detectó hipoacusia neurosensorial severa. Al año siguiente, con el equipo de aula trabajamos con él y lo pasamos genial. Muchas de las actividades que desarrollamos fueron hechas pensadas en Claudio. Como niños y niñas con alguna limitación desarrollan otras habilidades, las experiencias táctiles fueron nuestras aliadas. Y también lo fueron las auditivas, como bloquear nuestra propia audición, para relacionarnos de igual a igual con él.
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Fue emocionante cuando Claudio comenzó a usar audífonos y a sentir la música y sus vibraciones. Estábamos experimentando esta nueva realidad cuando nos enteramos de que la institución dispondría de recursos para contar con una educadora diferencial, fortaleciendo así el camino hacia una efectiva educación inclusiva. La nueva profesional me comentó sobre la existencia de los proyectos PAED de FONADIS, y las ideas comenzaron a brotar por sí solas. El proyecto se presentó, y fue aprobado. A fines de 2008, me reencontré con Claudio en el jardín Las Charitas. Agradezco a Cecilia, la educadora que hoy está con él, por compartir los alcances del proyecto de inclusión, ya que también se pudo conseguir el traslado del PAED. Hoy Claudio cuenta con fonoaudióloga y varios recursos que permitirán favorecer su desarrollo. A veces nos vemos, y sé que él me recuerda. Cada vez que un niño o niña con características diferentes se integra al grupo de párvulos,