Nayagua 18

Page 48

anhelos insatisfechos); por otro lado, ahí están las vivencias, los recuerdos, “el producto congelado” que Hierro ha sacado de la vida. En relatos como Ciudad Lineal, los datos aportados (“no soy de Madrid. He venido por unos asuntos. No conozco a casi nadie. Mis proyectos se han frustrado y torno a mi tierra, al Norte”) son tan reales y conocidos, que resulta claramente autobiográfico.

48

Pero antes de comenzar a abordar los cuentos —la mayoría de mucho talento y excelentes resultados—, es preciso recordar que José Hierro (Madrid, 1922-2002), Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1981) y Premio Cervantes (1999), entre otros muchos galardones, no sólo fue uno de los poetas más destacados de la posguerra española. Además de crítico de arte, pintor y articulista, cultivó desde muy temprano, al menos desde 1941, y con mucho entusiasmo, la prosa de ficción (cuentos y novela, aunque de ésta no quede constancia pública). Este año, como arranque del programa conmemorativo del X aniversario de su muerte, se presentó en el Ateneo de Madrid Hierro ilustrado (Nórdica), un volumen que recoge una selección de sus pinturas acompañadas de poemas. Y como dato curioso: Hierro cultivaba su huerto de lechugas y había construído su casa con sus propias manos. Raras cualidades en un hombre de letras. En el prólogo a la antología completa de sus poemas, publicada bajo el título Cuanto sé de mí, de 1974, el autor distinguió entre dos tipos de composiciones: las “crónicas”, que tratan el tema poético de modo directo y narrativo pero con un ritmo y una emoción velados, y las llamadas “alucinaciones”, de tono más hermético, en las que se funden el recuerdo y la imaginación, a veces con elementos surrealistas. Entre estos dos extremos —el del intimismo y el de la voluntad testimonial—, también se desarrolla su narrativa. Como nos dice Santos Sanz Villanueva en el prólogo que encabeza el libro, los cuentos de Hierro tienen, por lo general, “un pie en la emoción y otro en el documento”. Cuentos con un componente onírico, próximos a esas “alucinaciones”, son, por ejemplo, El Obstinado, El parque o Los cuatro bienaventurados. Más próximos a la crónica documental están los cuentos en los que aparece la cárcel como espacio físico o lugar de reencuentro. Como sabemos, el poeta estuvo encarcelado entre 1939 y 1944 por pertenecer a una organización de ayuda a los presos políticos, uno de los cuales era su propio padre, Joaquín Hierro. De la rutina de la vida en la cárcel, sin horrores ni violencia, y de las vidas e ideales truncados por la guerra nos hablan Parábola del viejo, el sol y la gaviota así como Intimidad de ayer o El rival. Pero como sigue diciendo Santos Sanz Villanueva: “la cárcel en los cuentos de Hierro es un espacio para la evocación”, (el) “recuerdo de una experiencia trenzada de emociones fuertes, vivas”. Parábola del viejo…, escrito en 1941 y rescatado del Archivo familiar, incorpora claramente la concisión y lenguaje de la lírica. El narrador nos viene a decir que lo que de verdad importa


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.