El tiempo que se perdió

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El tiempo que se perdió

Juliana García Gómez


Créditos Escritora - Juliana García Gómez Ilustraciones - Maria Catalina García Gómez - Juliana García Gómez Diagramadora - Juliana García Gómez Imágenes - Juliana García Gómez


n martes en la noche, el 14 de marzo de 1960. Chris, un hombre de unos 50 años, recién retirado del ejercito de los Estados Unidos decidió tomarse un tiempo de vacaciones y descanso en Las Vegas. Nunca se había sentido tan feliz de tomarse unas vacaciones, lo único que lo detenía era su hija de 7 años, la cual siempre se destacaba en su estudio a pesar de ser tan pequeña y su padre siempre le ayudaba con sus tareas, tenían una muy buena relación de padre e hija. Le prometió que volvería en menos de una semana y que cuando volviera tendrían mas oportunidades y una mejor vida. Apenas llegó a Las Vegas tomó el primer taxi y se dirigió a un hotel. Los hoteles en Las Vegas por lo general tienen casino en su entrada principal, era un hotel con temática de Nueva York, donde siempre parecía de noche, por lo cual las personas perdían la noción del tiempo.


Al llegar se sentó en la primera máquina que encontró en el casino. Al sentarse notó que era la 1pm, del día 17 de marzo del mismo año, empezó a jugar con un dólar, luego fueron 2, después fueron 5, hasta llegar a mil. Cuando se dio cuenta de todo lo que se había gastado se paró, después de estar en la misma máquina unas 7 horas seguidas, y se dirigió a una esquina que le llamó la atención. Era una máquina antigua, de color verde oscuro y con manchas rojas, se sentó y sin dudarlo empezó a jugar.


Después de pasar unas 9 horas jugando y apostando lo que ganaba, empezó a notar que la máquina hacía ruidos extraños y movimientos sin su consentimiento, le extrañaba, pero pensó que solo era por ser una máquina vieja. Estuvo todo el día jugando y gastando el dinero que con tanto esfuerzo recogió, al estar sentado por horas y horas se olvidó del hambre y del descanso.

Un trabajador del hotel se le acercó, se le veía preocupado e intrigado ya que había visto a Chris estar sentado por más de 12 horas jugando, le ofreció un desayuno y comida, a lo cual Chris respondió - No me molestes ahora, ya casi gano. El trabajador se retiró y Chris siguió jugando, con el mismo entusiasmo con el que empezó.


l pasar unos días y Chris sin comer ni tomar nada aparte de una botella de agua que llevaba consigo, ya estaba empezando a vomitar y sentirse un tanto maluco, pero él ignoraba todo lo que estaba sintiendo y lo que su cuerpo le decía por no parar de jugar. Su adicción estaba llegando a otro nivel, solo se la pasaba sentado en esa máquina antigua, gastando todo su dinero y hasta el que no tenía. La desnutrición y falta de sueño lo estaban desgastando y al mismo tiempo matando, sus ojos medio abrían y con mucho esfuerzo, tenía unas ojeras que le tapaban la mayor parte de su cara y en pocos días se empezó a poner más delgado y se le veía un poco desnutrido y deshidratado.


Pasaron meses que luego se volvieron años, no pensaba en nada mas que no fuera el dinero que ganaría y con el cual podría seguir jugando. Su mente estaba completamente infestada de ambición y desespero. No había pensado en las consecuencias a las que llevaría su descuido y abandono de su cuerpo.


El tiempo no pasaba para Chris, él seguía pensando que era el mismo día de su llegada al casino, que aún estaba en los famosos 60s. Seguía concentrado como siempre en la máquina y ya no era capaz de sentir ni pensar nada, su corazón y cerebro parecían congelados y poseídos por esta máquina. Estaba perdido, viviendo en un mundo de fantasía, en el cual él mismo se engañaba y se creía sus propias mentiras. Creía que al ganar ganaría más y empezó a perder la cordura.

Un día como todos los demás, Cris estaba sentado jugando, cuando a lo lejos escucho un llanto, ya tenía mucho tiempo de no escuchar nada más que los sonidos de la máquina que parecían incrustados en su cabeza y no le permitían escuchar nada más.


Pero en este caso fue diferente, se escuchaba como si una mujer estuviera llorando, él paró de jugar y se levantó, reconoció el llanto de su hija. La cual lloraba por la ausencia de su padre.

Al pararse de la silla no sintió sus piernas ni sus brazos, solo fue un impulso el que lo levanto, corrió hasta la puerta y vio a una mujer de unos 27 años sentada al borde de la carretera llorando, él supo que era su hija e intentó salir, pero una fuerza mayor no lo dejaba. Intento mover sus piernas, pero no respondían y al voltear su cabeza vio su cadáver sentado en la maquina antigua, la cual le consumió toda su vida.

Fin.


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