El hijo de neptuno

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Miró a Tyson, se sonrojó y apartó la mirada. Después de la cena, la legión entera tuvo la noche libre. Percy y sus amigos fueron hacia la ciudad, que no estaba el todo recuperada de la batalla, pero habían apagado los fuegos, y la mayor parte de los escombros habían sido barridos, y los ciudadanos estaban listos para la celebración. En el pomerium, la estatua de Término vestía un gorro de fiesta. —¡Bienvenido, pretor! —dijo—. Si me necesitas para aporrear a algún gigante mientras estas en la ciudad, házmelo saber. —Gracias, Término—dijo Percy—. Lo apuntaré. —Sí, bueno. Tu capa de pretor es un centímetro más baja por la izquierda. Así, mucho mejor. ¿Dónde está mi asistente? ¡Iulia! La niña pequeña salió corriendo de detrás del pedestal. Vestía un vestido verde aquella noche, y su pelo seguía atado con coletas. Cuando sonrió, Percy vio que le comenzaba a crecer los dientes frontales. Sujetaba una caja de sombreros de fiesta. Percy intentó negarse, pero Iulia puso unos ojos tiernos. —Seguro—dijo—. Cogeré la corona azul. Le ofreció a Hazel un gorro de pirata dorado. —Quiero ser como Percy Jackson de mayor—le dijo Iulia a Hazel, con solemnidad. Hazel sonrió y le despeinó el pelo. —Eso es algo muy bueno para ser, Iulia. —Aunque—dijo Frank, cogiendo un sombrero con la forma de la cabeza de un oso polar—. Frank Zhang también estaría bien. —¡Frank! —dijo Hazel. Se pusieron sus gorros y continuaron hacia el foro, que había sido decorado con luces multicolores. Las fuentes brillaban con un color morado. Las cafeterías estaban haciendo el agosto y los músicos callejeros llenaban el aire con sonidos de guitarras, liras, flautas de viento y sonidos de axilas. (Percy no entendió eso último. Quizá fuera una tradición musical romana). La diosa Iris también debería estar dispuesta a participar en la fiesta. Mientras Percy y sus amigos pasaron por la dañada Casa del Senado, un brillante arcoíris apareció en el cielo nocturno. Por desgracia, la diosa les envió otra bendición, una lluvia de pasteles sin gluten del COVEA, pasteles que Percy supuso que harían la limpieza más difícil, o una reconstrucción más fácil. Los pasteles servirían como unos ladrillos excelentes. Por un momento, Percy se paseó por las calles con Hazel y Frank, que seguían rozándose los hombros. Finalmente dijo: —Estoy un poco cansado, chicos. Seguid vosotros. Cuando volvió al campamento, vio a la señorita O’Leary jugando con Aníbal en los Campos de Marte. Finalmente había encontrado un amigo con el que podría jugar. Siguieron dando vueltas, chocándose entre ellos, rompiendo fuertes y pasando un tiempo excelente.

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