Los géneros literarios

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I.E.S. Macarena

Departamento de Lengua Castellana y Literatura

Juan Ramón Rodríguez Arancón

2012

B REVE HISTORIA DEL TEATRO ESPAÑOL L OS

ORÍGENES

AI siglo XII se remonta la primera pieza teatral peninsular, el Auto de los Reyes Magos. Sin embargo, la obra no tiene continuidad, por lo que casi no existen más obras teatrales destacables durante varios siglos. En el siglo XV comienza a despuntar de nuevo el género, fundamentalmente con piezas breves de carácter religioso; muy a finales de la centuria, una obra atípica, La Celestina de Fernando de Rojas, supone un nuevo hito fundamental en nuestras letras. Con todo, no es una obra de teatro al uso, debido a su extensión. La caracterización de los personajes, la calidad de los diálogos dramáticos y la modernidad de su argumento son algunos de sus muchos valores.

E L TEATRO MODERNO . L OPE

DE

V EGA

A lo largo del siglo XVI comienza el auge del género dramático, que tiene en Lope de Vega a su máximo representante. A finales del siglo, Lope da con una forma teatral de enorme éxito popular, la llamada comedia nueva. Se trata de piezas teatrales en verso, en buena medida con argumentos basados en la historia nacional, en las que se dejan de lado las preceptivas grecolatinas sobre el género para construir obras ágiles, emocionantes y verosímiles, muy del gusto del pueblo. Así, destacan títulos como Fuenteovejuna o El caballero de Olmedo. A Tirso de Molina, con El burlador de Sevilla le debemos la creación de uno de los mitos básicos de nuestras letras, don Juan Tenorio. Calderón de la Barca, ya en el siglo XVII, lleva al género a su perfección con El alcalde de Zalamea o La vida es sueño entre muchas otras.

E L TEATRO EN

LOS SIGL OS XVIII Y XIX

La desmesura de los continuadores de la comedia nueva ya desde la segunda mitad del siglo XVII lleva al teatro español a un período de crisis y replanteamiento. Durante el siglo XVIII se aboga por un teatro que respete la preceptiva clásica, aunque las obras así concebidas no suelen ser del gusto del público. El nuevo teatro del siglo XVIII abogó por la separación de los géneros clásicos (tragedia y comedia), el respeto a las reglas aristotélicas (unidad de acción, lugar y tiempo) y uniformidad formal (obras en prosa o en verso; en este caso, con un solo metro). La finalidad de todos estos cambios es plantear una obra dramática más eficiente en la transmisión de enseñanzas al gran público, sin que este se distrajese por elementos ornamentales secundarios o por los excesos a los que habían llegado los epígonos del Barroco.

Moratín es el precursor en España de la llamada alta comedia o comedia burguesa, creada por el francés Moliere: se trata de obras protagonizadas por personajes burgueses, de buena situación social, económicamente desahogados. Las obras plantean con moderación una crítica a algún aspecto de la sociedad del momento (en el caso de El sí de las niñas, al tipo de educación que reciben las mujeres y a los casamientos acordados por las familias). El teatro del Romanticismo reaccionará abiertamente contra este concepto de obra dramática y reclamará, fiel a sus principios, una liberación total de las normas clásicas: mezcla de comedia y tragedia, de verso y prosa, ruptura de las unidades aristotélicas. En general, el teatro romántico padece de los excesos propios del movimiento. El Romanticismo supone, en buena medida, una vuelta a modos dramáticos del Siglo de Oro; el furor creativo romántico, muy dado a los excesos, provoca que la mayoría de las obras del momento carezcan de trascendencia posterior. Podemos salvar Don Juan Tenorio, de Zorrilla, la obra históricamente más representada en los escenarios españoles, y Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas.

Capítulo: El género dramático

Costó mucho que se impusiera esta nueva forma de entender el género teatral. De hecho, hasta finales del XVIII o principios del XIX no aparecen las mejores obras en esta línea de la mano de Leandro Fernández de Moratín, del que destacamos su principal comedia, El sí de las niñas.

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