Monolito (edición especial de aniversario)

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Encaminada con estas referencias bíblicas, se abre la segunda composición. De un diluvio ha sobrevivido una 54 ESCRIBA EL TÍTULO AQUÍ pequeña araña, familiar lejano del pez; el único parentesco que tienen estos dos seres es el agua y los sueños

que hay en este poema. Los peces, por naturaleza y por metáfora no pueden soñar: carecen de párpados, ya viven en un mundo de profundas imágenes; pero la araña, nacida de la tierra, sí. Ella, escribe Malpica sueña con un aguaje de leche tibia y mansa (ídem), un agua maternal, que no indica retorno a los orígenes del pez, sino el presentimiento de otro punto de evolución. Como el lector se habrá dado cuenta, el personaje central de esta segunda composición ya no es el pez, sino la araña; sin embargo, es importante recalcar la enseñanza que nos deja el último párrafo: no existe la migala sin su pez, que le arde en cada giro de agua. (ídem). Una especie no puede existir sin las adaptaciones naturales conquistadas anteriormente, las cuales están presentes en la especie nueva. La última composición es terrenal, las imágenes intentan ser debeladoras, menos oscuras; se podría decir, incluso, que estamos ante un fragmento de ensayo: La tierra toda, al fin una burbuja, tiene la forma exacta de una cabeza humana. En su caudal de ideas, laberinto de peces y migalas, el hombre ha edificado su universo. (Ibídem, p.27). Se vuelve a la imagen inicial, pero ahora la burbuja no es pequeña, contiene en sí misma toda la superficie conquistada por los animales terrestres, así como el mundo de las ideas, que pertenece a los seres humanos. El final es inesperado: el hombre es –por fundación del hombre– el tercer centinela del veneno. (ídem). Toda evolución invoca la muerte de la especie predecesora, y al mismo tiempo su persistencia. El hombre de este poema fue formado bajo un signo doble: de agua y de tierra. Al final comprendemos que tanto el pez, como la araña y el hombre son la historia de un personaje mismo, que verso tras verso, e incluso ya acabado el poema, mantiene cierta “Voluntad de (salir a) la luz”. Con ello quiero decir que los poemas de Luis Armenta invitan a romper nuestra burbuja, salir a la superficie y mirar aquella claridad que, como la poesía, es susceptible de dar comprensión a las profundidades de nosotros mismos. Es verdad, un hálito de prosperidad gobierna muchos poemas de “Voluntad de la luz”, pero también el que logra ser atrapado por la lectura, reflexiona y pregunta a su nostalgia sobre el pasado más remoto.

Referencias: Malpica, Luis Armenta (2010). Voluntad de la luz. Colección Muestrario de poesía, número 61, Aquiles Julián (editor). República Dominicana. Versión web: http://es.scribd.com/doc/33775265/VOLUNTAD-DE-LA-LUZPOR-LUIS-ARMENTA-MALPICA


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