Libro educar sin gritar

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¿Puede ser la mentira la consecuencia de una educación excesivamente autoritaria por parte de los padres? ¿O de unas reglas o normas establecidas con criterios desproporcionados o demasiado exigentes? ¿Se utiliza como recurso para evitar una consecuencia desagradable, un castigo, una situación embarazosa, vergonzante o humillante? ¿Es fruto simplemente de la imaginación desbordante del niño? Si analizamos qué puede llevar al niño a expresar lo contrario de lo que sabe, cree o piensa, veremos que las causas son múltiples. Puede que distorsione la realidad para obtener un provecho propio, pero también puede hacerlo sin una finalidad aparente. La etiología de la mentira nos muestra que los motivos que pueden llevarle a mentir, fingir, aparentar u ocultar son muy diversos: • Los primeros años de la vida del niño son una etapa que se caracteriza por una gran exuberancia mental y emocional. El niño no es aún capaz de discriminar correctamente a causa de su todavía escasa experiencia de interacción con el mundo, por lo que en muchos casos altera o inventa la realidad. • En ocasiones puede tratarse tan sólo de un juego inocente que le permite ejercitar su desbordante imaginación y su poderosa fantasía, y que le lleva a inventar historias y a contar aventuras imaginarias. Se convierte en una forma de expresar y de poner a prueba su capacidad creativa. • Los hijos experimentan a veces una gran ansiedad ante las exigencias y demandas que encuentran en su entorno (reglas, normas, imposiciones). Abrumados por las mismas, pueden también intentar zafarse de ellas como válvula de escape para reducir la fuerte presión que experimentan. Y, en su deseo de no contrariar o perder el beneplácito de sus padres, utilizan la mentira para evitar el enfrentamiento con éstos o su rechazo. • El niño puede utilizar también el engaño como estrategia para eludir un castigo o una situación que puede resultarle desagradable. En caso de conseguir su propósito, lo más probable es que siga mintiendo en el futuro, cuando se encuentre ante situaciones similares. • A veces el niño tan sólo pretende conseguir algún beneficio o captar la atención y el afecto de sus padres. Puede intentar satisfacer sus necesidades afectivas simulando, por ejemplo, una enfermedad. Al trasladar su carencia emocional al plano físico consigue que sus padres le presten más atención, recibiendo cuidados y atenciones especiales. • La mentira puede, además, ayudarle a salvaguardar su autoestima y mitigar los sentimientos negativos derivados de algunas situaciones de fracaso, o de aquellas en las que se siente inseguro. Es posible que le permita compensar un cierto sentimiento de inferioridad ante los padres, que en algunos casos simplemente es fruto de la dilatada dependencia que tiene de ellos. • Cuando experimenta sentimientos de injusticia o maltrato, tanto reales como imaginados, puede utilizar la mentira como una forma de vengarse ante los adultos. El engaño se convierte en el


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