• Animarles a probar los diferentes sabores para que se vayan haciendo a ellos. • Acostumbrarles a comer diferentes tipos de comida, ofreciendo variedad. • Enseñarles cómo se preparan y cocinan algunas comidas. • Evitar acostumbrarles a comer ala carta, salvo que esté justificado en ocasiones puntuales o por motivos de salud o enfermedad. • Dar algunas oportunidades para que puedan elegir, por ejemplo con la fruta o algún menú especial. • Evitar tirar la comida. • Procurar comer y cenar juntos. • Crear un clima propicio, de tranquilidad, evitando las prisas, las discusiones, las manifestaciones de ansiedad. • Evitar la televisión u otras distracciones durante la comida. • Seguir las indicaciones del especialista sobre la adecuación del peso a la edad, y sus orientaciones sobre el tema de la alimentación. Una discusión por la forma de vestir La madre se echa las manos a la cabeza cuando ve a su hija Alicia, que pronto cumplirá los trece años, preparada para ir al colegio con sus amigas un sábado por la mañana a ver una competición deportiva: -Alicia, ¿pero qué es esto? ¿Adónde crees que vas disfrazada de esa forma? ¿Tú has visto la pinta que llevas? -le reprocha con asombro. -Pero qué pasa, mamá? -pregunta la hija, aunque imagina por dónde va el comentario de la madre. -Que qué es lo que pasa? Pues mira, hija -replica irritada, levantando el tono-, pasa que con esa minifalda medio caída, enseñando la ropa interior, el ombligo al aire, el top ajustado, y los labios y la cara llenos de potingues, pareces cualquier cosa menos una niña. -Pero, mamá, mis amigas se visten así -responde Alicia, a punto de llorar-. Ésta es la ropa que se lleva ahora. Tú no puedes elegir por mí la ropa que me tengo que poner. Ya tengo edad para decidir cómo vestirme.