Juan Fernando Teran (2014) ‘Bancos de suelo’: una aproximación internacional

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Lunes 3 de septiembre de 2012

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Jean-François Ponsot: “el euro nació incoherente”. P 4 másQmenos

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Mujeres: el lado económico de su

participación P 7-10

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‘Bancos de suelo’, ¿qué son, cuál es su historia y qué implicaciones tienen? P6

Conceptualización y medición del Buen Vivir, un análisis de Mauricio León Guzmán.


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‘Bancos de suelo’: una aproximación internacional a sus múltiples dimensiones

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os ‘bancos de suelo’ no son una propuesta inédita ni experimental. Existen desde hace mucho tiempo atrás y arrojan evidencias sobre sus virtudes y limitaciones. En definitiva, sea cual fuere su forma jurídico-organizativa, un banco de suelo es una cantidad significativa de tierras que una institución pública (o una empresa privada) adquiere para mantenerlas sin usar esperando así alcanzar a futuro un beneficio colectivo (o una ganancia individual). Este ‘almacenamiento’ de activos es una respuesta a las ‘imperfecciones’ de mercados en los cuales los precios no trasmiten información adecuada y oportuna sobre la escasez de un bien o sobre sus características. Esta descripción, empero, no agota sus significados contemporáneos.

productivas y multifuncionales. Por último, desde la década de los noventa, se han consolidado las modalidades más variadas de ‘bancos de suelo’ en unas 1.624 ciudades chinas. Inicialmente propuestos para facilitar la transacción de los derechos de uso del suelo, esos bancos adquirieron también otro objetivo con el transcurso del tiempo: mejorar la gobernanza de la tierra para la erradicación de la pobreza.

La dimensión ambiental A su vez, los ‘bancos de suelo’ han estado vinculados a la preservación de los paisajes y patrimonios. En 1935, en Londres, se creó el primer ‘cinturón verde’ con tierras destinadas a mantenerse en reserva para facilitar la planificación metropolitana, esto es, para moldear la expansión de la ciudad, impedir que las ciudades colinUn poco de historia Sin ir más allá de la Edad Media, se po- dantes se fundiesen entre sí y preservar dría afirmar que los ‘bancos de suelo’ las características históricas de los terriemergieron para ‘ganarle espacio al mar’. torios. Estos propósitos inspiran todavía En los Países Bajos, los gobiernos locales el Marco Nacional para la Política de adquirieron tierras para habilitarlas para Planificación del Reino Unido (2012). usos agrícolas drenándolas mediante in- Actualmente, sin embargo, los objetivos fraestructuras compartidas cuyos costos ambientales son más amplios. Los países europeos inLa discusión debería estructurarse preguntándose: ¿quién, por qué centivan la constitución y para qué se debería recuperar y administrar la plusvalía urbana de ‘economías mediante la industralización de bancos públicos de suelo? bajas en carbono’, un objetivo relacionado con serían recuperados con su venta poste- el agotamiento del petróleo como un bien rior. Siglos después, en 1904, el gobierno energético barato y con la mitigación del de Estocolmo compró 2 mil hectáreas cambio climático como mal público glopara racionalizar la expansión urbana; bal. Esa gran meta requiere transformar luego, en forma paulatina y planificada, la vida cotidiana urbana pues implica la municipalidad vendió, alquiló o conce- reducir los costos de la transportación sionó esas tierras. Otros municipios sue- de materias primas, bienes y personas cos emularon luego tal práctica buscando desde y hacia las ciudades. Por ello, en el incentivar un uso eficiente de sus territo- contexto de las políticas integrales para rios. En Europa, la consolidación de los la eficiencia energética, los ‘bancos de Estados de Bienestar difundió aún más los suelo’ aparecen como ‘infraestructuras ‘bancos de suelo’. verdes’ para compactar y densificar a las En Norteamérica, la Comisión Nacio- ciudades. Así se busca aminorar la depennal sobre Problemas Urbanos en Estados dencia urbana de los flujos de materiales, Unidos (1968) y la Fuerza de Tarea sobre agua y energía generados en ecosistemas Vivienda y Desarrollo Urbano en Canadá naturales distantes. (1969) propusieron la creación de bancos públicos. En sus primeras versiones, La dimensión social aquellos estuvieron asociados al mejora- En América Latina los pobres no suelen miento de las finanzas subnacionales me- tener un acceso digno, seguro y regular diante controles a tierras ociosas, aban- a vivienda de calidad. Esta situación esdonadas o deterioradas, especialmente en tructural les impide, a su vez, disfrutar de las ciudades que experimentaban ‘desin- las ventajas asociadas a la aglomeración dustrialización’. Desde 2008, con la Ley de personas en los espacios urbanos. Por para la Recuperación Económica y la Vi- ello, los ‘bancos de suelo’ públicos están vienda, los ‘bancos de suelo’ adquirieron postulándose también como instrumenPor Juan Fernando Terán otra misión colateral: fomentar ciudades tos para aumentar las posibilidades de

que la población pueda ejercer efectivamente su derecho a vivir en la ciudad. En tal sentido, en países como México, Brasil, Perú o Argentina, los ‘bancos de suelo’ están aplicándose para producir vivienda social, ampliar los espacios comunes y regularizar los asentamientos informales. A manera de ejemplo destacado de este tipo de intervenciones, se suele mencionar que el Concejo de Bogotá creó Metrovivienda en 1998 como el “banco de tierras e inmobiliario del Distrito Capital”. Su propósito era comprar tierra no urbanizada para habilitarla y venderla posteriormente a desarrolladores privados recuperando los costos públicos de la generación de suelo urbano. Esta experiencia atestigua la posibilidad de vincular el desarrollo urbano con las políticas de vivienda y, también, crear disuasiones a la especulación de la tierra. La dimensión macroeconómica El enriquecimiento mediante negocios inmobiliarios ha devenido en una opción fácil en los países que experimentan dificultades para expandir sus inversiones productivas. Además de amplificar los costos socioambientales de la expansión urbana, ese proceder dificulta la regulación espontánea de los mercados. La contemporánea ‘creación destructiva’ de la acumulación capitalista aparece expresada físicamente en inmuebles que pueden construirse pero no pueden venderse y, si se venden, no pueden pagarse. Esto constituye otra razón para el establecimiento de ‘bancos de suelo’. Las políticas del suelo tienen implicaciones macroeconómicas. Tarde o temprano, la apreciación o depreciación de inmuebles termina afectando los niveles de empleo y producción de la economía en su conjunto. Mediante la oferta planificada de espacios urbanizados, los ‘bancos del suelo’ crean fácticamente ‘bandas’ para restringir las fluctuaciones en los precios En esencia, promoviendo el ordenamiento territorial y la participación pública en los mercados del suelo, las políticas contemporáneas intentan transformar las prácticas inmobiliarias alejándolas de la habitual búsqueda de ganancias extraordinarias a costa de la socialización de pérdidas. Dicho en otra forma, se trata de crear una nueva generación de empresarios cuyo éxito provenga de la gestión más eficiente de activos, la reducción de costos y el mejoramiento de la propiedad. La dimensión política Los ‘bancos de suelo’ pueden utilizarse


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para ordenar la expansión urbana, erradicar la pobreza, mitigar los problemas ambientales o estabilizar los precios. Ante todo, aquellas son herramientas contra el abuso. Quienes especulan para amasar fortunas perpetúan prácticas políticas y hábitos culturales que legitiman la apropiación indebida de beneficios que no guardan proporción con el aporte real que un individuo efectúa para la generación de bienes o servicios. La captura de la ‘plusvalía urbana’ tiene como efecto perverso la amplificación de las desigualdades. Los mercados de

suelos, inmuebles y arriendos adquieren dinámicas socialmente adversas debido a la reproducción de esa conducta rentista. La inequidad menoscaba la vivencia democrática. Por eso, en una esfera pública razonable e informada, el debate no debería versar sobre la necesidad de mecanismos de regulación. La discusión debería estructurarse preguntándose: ¿quién, por qué y para qué se debería recuperar y administrar la plusvalía urbana mediante la institucionalización de bancos públicos de suelo?

Recomendados ¿Cómo se relacionan la Unión Europea y América Latina? Diversos especialistas abordan en esta obra editada por Michel Leví, aspectos relacionados con el diálogo político, la cooperación y el comercio entre estos 2 bloques, así como los diversos modos de integración de los países de América Latina. El texto amplía el análisis de la integración y ofrece miradas que trascienden los temas puramente comerciales o económicos. La relación birregional e intrarregional y el contexto internacional, las lógicas de negociación de los acuerdos de asociación, la política europea de cooperación internacional, el horizonte de los diálogos entre Ecuador y la Unión Europea, la Alianza del Pacífico y el papel de Brasil en la integración, son algunas de las temáticas que se exploran en este libro.

Ficha Leví, M. (Ed.) (2014). La Unión Europea y América Latina: relaciones entre bloques regionales e integración regional. Quito: UASB y Corporación Editora Nacional. Primera edición, 160 págs.

Los cómplices económicos de la dictadura argentina Esta investigación, realizada a varias manos y editada por Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky, muestra el papel que desempeñaron poderosos empresarios de compañías argentinas y extranjeras durante la dictadura (1976-1983). El texto señala nombres, explica los modos de colaboración y acción de los sectores empresariales, y pretende contribuir al esclarecimiento de hechos en los que habrían participado civiles, quienes no han sido investigados ni condenados por la justicia. Durante la presentación de la obra en la Feria del Libro de Buenos Aires, el fin de semana anterior, Verbitsky señaló que la obra busca “el juicio y castigo a los cómplices civiles”.

Ficha Verbitsky H. y Bohoslavsky J. (Eds.) (2013). Cuentas pendientes. Los cómplices económicos de la dictadura. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores. Primera edición, 464 págs.

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